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Marta y su masturbación estilo japonés (1/2)

en Hetero: General

Capitulo 1.- Entrega su cuerpo para que la masturben

Marta se ha criado con su abuela en un pequeño pueblo manchego y ella le hablaba mucho sobre su vida en la capital de España, hasta que murió el año pasado.

Estaba sorprendida de las historias que su abuela le contaba, cosas que su madre nunca mencionaba… Ella le decía que las conductas sexuales de su época eran muy diferentes a las actuales, pero que en aquella época -además de las prostitutas en las calles- habían casas a donde iban los hombres a desfogarse y, para su sorpresa, le habló que tambíen existían –ella conocía sólo una- casas donde la mujer, que podía permitírselo, iba para satisfacer sus deseos sexuales… Y muy en secreto, le dijo que lo había probado y le gustaba mucho... Le llegó a decir que cómo no tenía dinero para pagarse esto, trabajaba allí… Al fin y al cabo era viuda y necesitaba desfogarse.

Las hazañas sexuales de su abuela cuando vivía en la capital hizo que Marta quisiera probarlo también y sentir lo que ella sintió... Decidió que, ahora que iba a comenzar su carrera en Madrid, buscaría uno de estos salones de masajes, que seguró habrían.

Marta era una chica de casi 170 cm de altura  y 53 kg de peso, con el pelo negro que le colgaba casi hasta los hombros… Tenía pechos bastante grandes, caderas amplias y un bonito culo, o al menos, eso le decían siempre los chicos…Una pequeña y bonita peca en su mejilla derecha la hacía que su cara fuese preciosa.

Era un poco tímida… Le daba algo de verguenza mostrar su cuerpo en la playa, aunque había perdido su virginidad con su último novio, del que se sentía orgullosa por la gran polla que tenía.

* * *

Tan pronto como se instaló en la habitación de un piso compartido con otras dos chicas y comenzaron las clases, no olvidó las historias que le contaba su abuela y comenzó a buscar por internet la ubicación de un lugar que atendieran exclusivamente a mujeres.

De entre los que había, algunos con claros signos de lesbianismo, encontró uno que ofrecía ‘Masturbación femenina estilo japonés’… le pico tanto la curiosidad por conocer eso, que decidió ir en la primera ocasión que pudiera.

Y esta ocasión no tardó mucho en llegar… Un puente largo y sus compañeras que se marchaban a casa y quedaba sóla, fue suficiente para decidir ir… Llamó por teléfono y una voz con acento extraño le indicó la dirección y le dio hora para las 7 de esa misma tarde.

Cuando faltaba una hora, Marta se duchó rápida y se puso una falda y un sueter, saliendo veloz de casa para coger el metro… Con la cara enrojecida y algo avergonzada llegó hasta el portal y sin titubear pulsó el timbre del telefonillo… Estaba nerviosa… Respiró hondo cuando le abrieron la puerta y sin esperar al ascensor subió por las escaleras antes de que pudiera cambiar de opinión.

Al llegar al rellano, una puerta se abrió y Marta entró… Una pequeña campana sonó… La puerta se cerro detrás de ella… Estaba en una pequeña sala de espera con un par de sillas, una mesa y un mostrador... Miró a su alrededor, pero no había nadie a la vista.

Marta se sentó en una de las sillas y esperó a que alguien acudiera… Su corazón latía con fuerza y las manos le sudaban… De repente apareció un hombre de raza asiatica, de unos cuarenta años… No era guapo en ningún sentido… Tenía el cabello largo y negro y llevaba gafas… No era lo que ella esperaba haber encontrado.

- "Buenas tardes... ¿Te has equivocado de sitio?”

- "No lo creo... Estoy buscando alguien para que me de un masaje."

- “Entonces estás en el lugar correcto, aunque no estoy seguro por qué una chica tan encantadora como tú, necesite un masaje”… La miró pensando en que seguro que a muchos chicos les encantaría satisfacerla sexualmente.

- "Eso no es asunto tuyo… Quiero hablar con la masajista”… Se sentó en una de las sillas y su falda se subió demasiado alto… Mientras ella la tirarla hacia abajo, los ojos de él la miraban fijamente cómo si la estuviera desnudando.

- "Estás hablando con él… Yo soy el masajista… Aquí sólo atendemos a mujeres que buscan obtener placer sexual que no consiguen fuera y no un masaje convencional"… Decidió ser franco, por si no sabía en qué se estaba metiendo… Él podía verla incómoda al tener que hablar de este tema y además, sabía que su aspecto no era lo que lo hacía deseable, sino sus manos y para eso tenía que probarlo.

Marta estaba confundida… No estaba segura de poder hacer esto ya que un hombre no era lo que había esperado o deseado… No estaba segura de lo que quería… Tal vez le hubiera gustado alguien de su edad, guapo y que la emocionara pero no este hombre que tenía delante… Recordaba a su abuela contándole el momento en que fue a un lugar como este y lo emocionante que fue.

- "¿Por qué has venido aquí, si podrías masturbarte tranquilamente en tu casa?, le preguntó el asiático japonés.

- "Rompí con mi novio hace más de seis meses y no he salido desde entonces con nadie… Estoy buscando tener placer sexual y quiero que un hombre me lo haga  y no hacermelo yo… No quiero lo emocional o el apego físico que he tenido, ni que espere que yo le corresponda", le respondió con cara de deseo en su rostro.

- " Bueno, lo único que tiene que corresponder conmigo es pagarme… Por anticipado, claro", agregó.

- "¿Cuánto vale el servicio?"

- "Cien euros."

Eso era más de lo que ella había calculado… Miró dentro de su billetera, contando el dinero… Tenía suficiente.

- "¿Tan bueno eres que cobras tan caro?"

- "Nunca tuve una cliente que no se corriera disfrutando mucho."

Ella se levantó y le entregó el dinero.

- "¿Cuál es tu nombre?"

- Marta.

- ¿Te das cuenta de que necesitarás desnudarte para mí?

- "Por supuesto, aunque eso es más difícil para mí.”

- "Y que voy a tocar tu cuerpo desnudo."

- "Sí", respondió bajando la cabeza, sin querer ver su cara.

- Pasa a este vestidor y quítate toda la ropa, excepto el sostén y las bragas... Ponte la bata que encontrarás y pasa a esa habitación cuando estés lista… Te estaré esperando.

Marta casi salio corriendo del recibidor, entrando en el vestidor y cerrando la puerta detrás de ella... Se apoyó contra ella, respirando hondo.

‘¿Cómo puedo hacer esto?... Ya le di el dinero y seguro que no lo devolvería si cambiara de opinión… Pero no voy a irme… Puedo hacerlo, abuela… Igual que tú lo hiciste’, pensó.

- "Está todo bien?, escuchó tras la puerta.

- "Sí… Saldré en un minuto”, respondió tartamudeando… Se quitó los zapatos y los calcetines primero, tratando de prevenir lo inevitable… Todavía respiraba con dificultad cuando se sacó el suéter por la cabeza, doblándolo cuidadosamente antes de ponerlo lentamente sobre la tabla... Su falda fue la siguiente, agarrándola antes de que cayera al suelo… La colocó sobre su suéter y rápidamente se puso la bata blanca a su alrededor, atándolase ajustada con el cinturón… La bata era de algodón fino y proporcionaba poca protección.

Sintió una humedad entre sus piernas mientras estaba de pie con su ropa interior, lista para el masaje… Ella iba a dejar que un hombre extraño pasara sus manos sobre su cuerpo y masturbarla hasta que se corriese.

Respiró hondo y abrió la puerta… Él la estaba esperando… Sus ojos la miraban cuando entró... Una gran mesa de masaje ocupaba la mayor parte de la habitación… Estaba cubierta con una sábana blanca y una almohada en un extremo.

- "Ponte en la mesa, boca abajo."

Se subió a la mesa y apoyó la cabeza en la almohada de masaje, contenta de que no pudiera ver… Sintió que él se movía a su lado, con el cuerpo tenso mientras esperaba que la tocara… Sintió que le ponía una sábana sobre su cuerpo, cubriéndola de pies a cabeza.

Él acomodó su cabeza para que ella mirara hacia un lado… Marta ni siquiera tuvo tiempo para pensar en eso cuando sintió las manos de él sobre su cuerpo... Comenzó a frotarla, empezando por su cuello y moviéndose rápidamente por su cuerpo hasta que llegar a sus pies… Luego volvió a repetirlo... Cinco veces en total hizo esto… Marta ni siquiera pudo protestar cuando sus manos pasaron por sus nalgas… Él volvió a su cuello y ahora sus manos la amasaron desde su cuello hasta su cintura… Sus fuertes dedos se clavaban en su espalda.

Se subió a la mesa, se sentó sobre ella y comenzó a presionar sus músculos con fuerza… Le dijo:

- "Estás tensa... Debes relajarte.”

Ella apenas podía hablar… Notaba cómo sus manos empujaban con fuerza su espalda... Comenzó a sentirse bien… Sus músculos se aflojaron cuando él comenzó de nuevo a frotarla.

Sus manos se movieron por su espalda nuevamente, esta vez deteniéndose en su culo… Sus manos se movían de un lado a otro y sus nalgas temblaban… Luego, las manos del hombre se movieron arriba y abajo de su cuerpo antes de que ella se diera cuenta de ello.

Pronto esas manos bajaron por sus piernas, corriendo por un lado hasta que llegaron al final de sus pies... Marta se sorprendió cuando las manos del japones la agarraron de los tobillos y le abrieron las piernas hasta que estuvieron casi al borde de la mesa, agradeciendo la sábana y la bata que la cubría.

Ella lo sintió arrodillarse sobre la mesa entre sus piernas bien abiertas... El japonés le cogió una de sus piernas, estirándola y amasándola hasta que comenzó a frotar su muslo interno… Su mano llegaba muy cerca de su sexo… Él repitió la misma operación con la otra pierna y Marta sintió su mano en su pierna desnuda… Había quitado la sábana la masajeaba, deteniéndose nuevamente en la coyuntura de sus muslos… Lo hacía tan rápido que Marta no pudo seguirle la pista.

Se levantó de la mesa, tiró de la sábana para cubrirle sus piernas de nuevo, moviéndose hacia la parte superior de la mesa... Sus manos le recorrieron la espalda y sus poderosos dedos amasaron sus músculos apretados… De repente, él se fue y volvió con otra almohada… Le dijo:

- “Gira sobre tu espalda y pon esta almohada por debajo de tí.”

Se dio la vuelta y él le quitó la sábana… Marta se movió rápidamente para bajar la bata y cubrir sus piernas desnudas donde la bata se había subido... Ella se recostó sobre la mesa y la sábana fue de nuevo arrojada sobre sobre su cuerpo.

Las manos del japonés comenzaron a correr otra vez sobre su cuerpo, esta vez moviéndose rápidamente por delante  y luego hacia arriba y hacia abajo... Incluso cuando él se alejaba y volvia a su cabeza, sus manos no paraban de frotarle su cuerpo, corriendo rápidamente sobre los pechos... Ella cerró los ojos para sentir mejor lo que le hacía.

Él, metió su mano debajo de la sábana y sus dedos frotaron el borde de su pecho… Su mano se movió rápidamente hacia su costado, comenzando a frotar el borde de su pecho vigorosamente, haciendo que la carne firme se agitara de un lado a otro… Se movió hacia el otro pecho y Marta se sintió extraña cuando hizo que sus pechos bailaran… Fue de un lado hacia el otro, cinco veces… Marta apretó los ojos con fuerza imaginándose cómo se verían sus pechos temblando con tanta agitación… Luego todo esto se detuvo.

Poco despues ella sintió la mano del japones sobre su pecho, tal como lo haría un niño, pero con más audacia… Su mano comenzó a masajearle sus pechos, moviéndose de un lado a otro, haciendo que la carne firme se agitara de nuevo… Sus pezones se estaban endureciendo.

Ahora notó cómo su mano se movió rápidamente por su estómago, frotandolo al igual que lo hizo en su pecho… Y luego sintió que él  movía su mano hacia abajo, hacia a su abdomen, moviéndola hacia arriba y hacia abajo mientras le apretaba su carne.

Pronto sintió otra vez su mano en su muslo interno, frotándolo de un lado a otro, forzando a su pierna a doblarse… Se sentía avergonzada por la forma en que debía estar… Su mano frotó hacia atrás y hacia adelante sobre su tierno muslo interno, con fuerza… Y lo hacía tan cerca de su coño que ella podía sentir cómo sus jugos comenzaban a fluir.

Su mano se movió hacia la otra pierna, obligándola también a doblarla, sintiéndose obscenamente expuesta mientras la frotaba muy cerca de su coño… Su mano se movía tan rápido que ella no podría saber que parte de su cuerpo frotaba pero la calentaba.

Cerró las piernas con fuerza cuando el borde de su mano apretó con fuerza su coño, frotándolo de arriba abajo... Ella abrió los ojos y miró fijamente su cara mientras sentía cómo su mano se movía sobre su coño y sus labios vaginales empujados hacia adelante y hacia atrás.

Marta, roja de vergüenza, cerró sus ojos otra vez, incapaz de mirarlo… Su cuerpo se balanceó hacia adelante y hacia atrás cuando la mano del hombre se movió frotando su cuerpo arriba y abajo, en especial, frotando sus pechos… Sus dedos incluso corrieron por su cara mientras se movía otra vez hacia el extremo de la mesa.

De nuevo las manos del hombre se deslizaron por una pierna, a lo largo de su muslo hasta que llegó a su tobillo… Ella se sorprendió cuando él le retiró la sábana y la bata que la cubria y le dobló una pierna hacia atrás e hizo lo mismo con la otra pierna.

De repente sus piernas fueron empujadas hacia atrás hasta tocar su pecho… Marta se imaginó lo expuesta que estaba… Sus bragas eran lo único que ocultaba su coño… Sus piernas, muy separadas, estaban empujadas hacia atrás como si fuera a follarla… Él movió su cuerpo de un lado a otro y ella pensó si sus ojos estarian viendo el montículo de su entrepierna.

Se sintió aliviada cuando él le bajó sus piernas, dejándolas un poco separadas... Y comenzó a sentir de nuevo que le frotaban el muslo interno, esta vez con su mano sobre su carne desnuda.

Ella no pudo evitar un gemido cuando su mano se movió hasta el borde de sus bragas, subiendo y bajando por el borde… Sintió que le abría más la pierna, incapaz de comprender que era ella quien lo estaba haciendo.

El hombre golpeó su mano contra su coño… El contacto con su coño le provocó espasmos de placer... Su mano se movió a su otra pierna y  Marta, sin darse cuenta dejó que su pierna se doblara hacia afuera mientras él frotaba su muslo interno con ambas manos antes de tocar de nuevo el borde de sus bragas.

A estas alturas Marta estaba muy caliente y quería que él tocara su coño… Ya no le importaba que lo hiciera.

Pero sus manos cogieron de nuevo la sábana y la tapó de cintura para abajo… Marta se decepcionó… Volvió a sentir como su mano corria otra vez por su cuerpo, masajeando sus pechos y luego moviéndose hacia abajo… Con el borde de su mano apretaba su coño otra vez, moviéndolo de un lado a otro… Esta vez ella no cerró las piernas sino que las separó para que el borde de la mano del hombre se moviera frotando hacia atrás y hacia adelante sobre su coño.

Ella sabía que él estaba observando su reacción cuando su mano le masturbaba el coño… Su cuerpo respondía balanceandose hacia adelante y hacia atrás mientras él empujaba con más fuerza... Marta abrió las piernas para él, ansiosa por sentir su toque.

El hombre se detuvo de nuevo y sintió que la incorporaba una vez que su mano le soltó el cinturón de la bata y se la quitó... Antes de que ella pudiera protestar, ya le había quitado la bata… Marta se estremeció de miedo cuando quedo con sujetador y bragas.

- "Gírate boca abajo y pon la almohada en tu vientre"… Su voz rompió el silencio de la habitación.

Marta se volvió, hizo lo que le ordenó y apoyó la cabeza en la almohada... Hasta ahora, ella ni siquiera pensó en su culo sino que lo había imaginado mirando sus pechos y su vagina.

Sus manos le estaban soltando su sujetador y Marta se alegró de  estar sobre su vientre, con sus pechos desnudos ocultos a la vista de él… Al menos por ahora… Ella no sintió la sábana esta vez.

La mano del hombre subió por sus piernas desnudas, moviéndose hasta llegar a sus nalgas cubiertas por las bragas, frotándolas sensualmente… Ella intentó protestar, pero sus bragas fueron rápidamente bajadas por sus piernas, dejándola desnuda en el mesa.

Marta lo escuchó alejarse… Sus manos apretaron el borde de la mesa mientras esperaba su regreso y cuando lo hizo vio que llevaba un pequeño recipiente con aceite… Él iba a frotarla con esto por todo su cuerpo… Ella estaba segura de que su culo también estaría incluido... Nadie se lo había tocado nunca.

Sintió sus manos agarrarle sus tobillos otra vez, separando sus piernas, mientras él se movía entre ellas… Pronto comenzó a tirar gotas de aceite sobre ella, comenzando por sus dos pies, la parte de atrás de sus rodillas y justo debajo de cada una de sus nalgas.

Luego, tiro unas gotas en el centro de su espalda, subiendo desde su cintura hasta su cuello, preparándose para masajearla y volvió a la parte superior de su culo.

Marta apretaba con fuerza sus manos en el borde de la mesa cuando sintió que un dedo aceitado se había movido entre su grieta, encontrando su ano desprotegido y frotándolo hacia delante y hacia atrás sobre su pequeño agujero anal hasta que entró en el… Marta no podía moverse porque si lo hiciera, empalaría aún más el dedo en su ano... Ella sufrió dolor con estas caricias pero lo extraño es que su coño empapó la sábana que tenía debajo de ella, dejando claro que estaba disfrutando con ello.

Finalmente, sacó su dedo de entre sus nalgas y Marta sintió alivio, aunque se encontró un poco vacía... Él se movió hacia el pie de la mesa otra vez y volvió a agarrar sus tobillos, abriendo sus piernas para masajearla bien comenzando por su pie.

Después llegó a su pantorrilla y frotó su carne hacia adelante y hacia atrás hasta que sintió su piel resbaladiza por el aceite… Sus manos se movieron luego hacia su muslo interno, forzándola a inclinar su pierna hacia fuera… Sus manos se acercaban a su coño y Marta temblaba de lujuria.

El hombre comenzó a frotar sus nalgas, separandolas y engrasando su ano… Él volvió de nuevo a sus muslos internos, frotándolos con ambas manos, muy cerca de su coño… Marta sintió que él se iba hacia la parte de atrás de la mesa y con sus manos movió sus piernas hacia arriba, levantándole el culo.

Tocó su coño… Su mano huntada con aceite corrió por su hendidura y entre sus nalgas para llegar de nuevo a su ano… Volvió a bajar su mano y Marta se arqueó de nuevo cuando sintió sus dedos entre sus labios vaginales resbaladizos…. Estaba a punto de correrse.

El hombre le frotó el coño de nuevo, después de masajear sus nalgas… Sus dedos se movieron más lentamente cuando pasaron entre sus piernas… El dedo gordo se deslizó fácilmente entre sus labios vaginales antes de pasar por su ano, que se apretaba incontrolablemente cada vez que se lo tocaba.

Él volvió de nuevo al extremo de la mesa, separándole más sus piernas y masajeando su otra pierna, comenzando con las plantas de sus pies y repitiendo lo que antes había hecho a la otra pierna y tocándole de nuevo el coño… Marta, sin ningún pudor, arqueaba su culo hacia arriba, ofreciéndole su coño... El hombre movió su dedo hacia arriba y hacia abajo de su hendidura genital mientras ella se movía debajo de él.

Le masajeó la espalda y cada vez que cambiaba de posición, sus manos se deslizaban sobre su culo o entre sus piernas como si la estuviera tocando casualmente  y su cuerpo se sacudía cada vez más.

Marta luchaba por evitar moverse, pero cada vez que él se movía por su cuerpo, su culo se arqueaba de nuevo y sus piernas se abrían más ampliamente, estremeciéndose de excitación.

Ella notó cómo su mano se movió por el centro de su espalda en dirección a su culo… Lo arqueó mientras esa mano corría entre sus nalgas y sus labios vaginales… Gimió de placer cuando sus dedos se aferraron a sus nalgas, separándolas y el dedo grueso se deslizó sin esfuerzo por su coño y su ano.

Él se puso detrás de ella otra vez y sus manos subieron lentamente por sus caderas hasta que rozaron sus pechos… Marta empujó hacia arriba su cuerpo, queriendo sentir sus manos cogiéndole sus pechos desnudos… Pero sus manos volvieron a las caderas y las empujaron hacia arriba, obligando a Marta a ponerse de rodillas.

Ella escondió su cara en la almohada presa de vergüenza… Notó cómo sus manos se movieron entre sus piernas, acariciando sus muslos internos y frotando su coño desde atrás mientras ella comenzo a mover sus caderas suavemente por el placer que le estaba dando.

- “Ooooh", gritó con la cabeza colgando hacia abajo, mientas la acariciaba masturbandola... Cada vez que ella intentaba recostarse, su mano se deslizaba entre sus piernas y sus dedos recorrían su hendidura genital, obligándola a levantarse de nuevo… Una vez arriba, sus dedos volvían a correr por sus nalgas y acariciaban su ano... Cada vez que sus caderas trataban de moverse de nuevo hacia abajo la mano del hombre volvia a la hendidura de su sexo y la obligaba a levantarlas de nuevo.

Ella nunca se había sentido tan expuesta… Las manos del hombre corrían continuamente por su culo y su coño… Sus nalgas eran separadas y su ano y su coño quedaban expuestos obscenamente.

- "Aaaah… Nooo", gritó ella cuando sintió un dedo moviéndose de nuevo en su orificio anal… Ella intentó protestar, pero el dedo resbaladizo continuó frotando su ano hasta lograr dilatar su camino y lo metió dentro de ella hasta el primer nudillo… Luego la mantuvo quieta y le insertó el dedo totalmente dentro de su culo… Le dio cuatro o cinco folladas rápidas con el dedo y se lo sacó… Marta sintió una sensación brutal de placer mientras se lo hacía y también ardor cuando su pequeño agujero volvió a encogerse.

Rápidamente, las yemas de sus dedos se colocaron debajo de su cuerpo, acariciando sus pechos que colgaban, provocando la dureza de los pezones, entreteniendose en darle placer de este modo… Luego sintió que el hombre le agarra uno de sus muslos y escuchó:

- "Separa más tus piernas, Marta."

Agarró su muslo, tirando de su pierna para separarla… Luego se movió hacia el otro muslo e hizo lo mismo… El resultado fue que sus piernas quedaron obscenamente separadas permitiendo el acceso completo al interior de su coño rosado... Sus dedos recorrieron su hendidura genital, prestando especial atención a su orificio vaginal, que quedaba abierto.

- "Tu coño y ano están muy abiertos para mí, Marta... ¿Te gusta estar así de abierta para mí?

- "Síiiii", gimió de placer cuando sus manos parecían estar en todas partes y su cuerpo desprotegido, incapaz de evitar que la tocara íntimamente.

Esta joven vino solo hace media hora y ya la tengo desnuda y la estoy masturbando con su cuerpo entregado y abierto… Ni siquiera sus novios le habrían hecho tanto... Ni la habrían hecho sentirse tan bien cómo ahora está’, pensó el hombre.

La humillación de encontrarse adoptando posiciones obscenas ante un extraño, de alguna manera podría enturbiar el placer que estaba sintiendo su cuerpo pero estaba tan caliente que ya no hizo caso.

Ahora Marta lo sintió separar sus piernas, segura de que tenía una vista sin obstáculos de su coño desnudo y ella separó aún más sus piernas levantando las caderas, ofreciendo su coño y esperando atraerlo para que se lo tocara, pero no lo hizo y se fue a masajear sus pechos y endurecer de nuevo sus pezones.

Marta volvió a levantar las piernas, manteniéndolas abiertas mientras él le tocaba sus pechos... Ella sabía que tenía sus pezones extremadamente sensibles y podía correrse sólo con el contacto de sus pezones si se los trabajaba durante un tiempo.

El hombre utilizaba las dos manos en un pecho, comprimiendo la carne en cículo hasta que ella sentía como si estuviera empujando toda la sangre hacia la punta... Luego hizo lo mismo con el otro pecho el otro pecho... Y lo repitióvarias veces… Cada vez que sus dedos alcanzaban su pezón, le pellizcaba la punta dura.

- "Aaaah… Aaaah", gimió de placer… El hombre, con sus dedos,  apretó con fuerza sus dos pezones y le levantó lospechos... Marta arqueó la espalda, con las piernas extendidas… Los soltó, pero de inmediato, tiró de ellos de nuevo, apretándoselos firmemente mientras ella se arqueaba hacia atrás, gimiendo de placer… Sus pezones, le dolían, pero ella sentía un dolor delicioso.

El hombre, con una mano empujó la parte interna de su muslo derecho hasta que la pierna se dobló… Luego, la subió y bajó por la carne resbaladiza del muslo, deteniéndose antes de tocarle su coño… Mientras, su otra mano continuó tirando de uno de sus pezones… Después, hizo lo mismo con la otra pierna, quedando arqueada obscenamente ofreciéndose impudicamente como nunca lo hizo.

- “Estas muy caliente… ¿Quieres que te masturbe ya o prefieres que siga calentándote?, le dijo.

- "Por favor, mastúrbame", le suplicó, abriendo las piernas para él.

Marta abrió los ojos, viendo que miraba entre sus piernas abiertas, sabiendo que todos sus encantos estaban desnudos para él.

- “Ooooh”…, gimió ella arqueando su culo hacia arriba mientras una mano del hombre se deslizaba lentamente entre sus labios vaginales... El coño de Marta se inundó de sus jugos y su tocamiento casi la hizo correrse.

Marta veía como su coño estaba obscenamente abierto para el hombre al haberle doblado las piernas sobre sus pechos y abiertas al máximo… Notaba como su mano bajaba por su raja otra vez y llegaba hasta su ano y sentia cómo el pequeño agujero era abierto con la punta de su dedo al pararse allí su manoantes de volver hacia arriba.

El hombre estaba comenzando a masturbarla hasta que ella se corriera… Marta gritó de placer cuando dos dedos resbaladizos se deslizaron entre sus labios y se los metió dentro de su coño… Su culo se arqueó de placer cuando los dedos comenzaron a moverse.

Al mismo tiempo los dos dedos gordos de sus manos abrieron sus labios vaginales y comenzaron una suave masturbación de su clitoris…  Marta gemía de placer, sus caderas se movían tambiénysus piernas las abrió de par en par para él y su respiración estaba alterada.

- “Ooooh”, gimió Marta de placer, imaginando verse, como una puta desnuda sobre la mesa mientras un extraño la masturbaba,

El momento de la verdad había llegado... Un hombre extraño le estaba metiendo sus dedos dentro de su coño y ella sentía como los músculos vaginales los apretaban para no dejarlos escapar.

Los movimientos de los dedos se hicieron más intensos y más profundos... Notaba no sólo que se los metía y se los sacaba, sino que también los giraba provocandole una gran cantidad de flujo que lubrificaba y salía hacia el exterior… Y ese flujo lo recogía para bañar el clitoris que cada vez lo tenía más y más tieso.

Marta levantó sus caderas cuando el hombre la empaló con sus dos dedos hasta los nudillos… Se los metía tan profundo como podía... Y luego, con movimientos de dentro-fuera, la folló durante diez minutos seguidos con sus dos dedos, mientras ella jadeaba histerica de placer a punto ya de correrse.

La otra mano del hombre continuaba masturbando su clitoris, pero de cuando en cuando, se iba a sus pechos, para estirarle los pezones y que siempre estuvieses duros, provocándole escalofríos por todo su cuerpo.

Durante otros cinco minutos, varió la velocidad de lenta a rápida, y con inserciones profundas de los dos dedos dentro del coño de Marta, que babeaba de placer y casi no podía respirar… Su orgasmo estaba cerca.

Marta, desconcertada, arqueó de nuevo su culo de nuevo apoyando los talones en la mesa cuando noto un dedo húmedo presionando sobre su ano.

- “Aaaah!!”, gritó Marta cuando, con un movimiento rápido el hombre le metio un dedo profundamente en su ano… Ahora tres dedos del hombre comenzaron a realizar un movimiento rápido de sacar y meter hasta lo más profundo posible… Marta nunca se sintió tan llena como en este momento.

Las caderas de Marta nunca volvieron a estar sobre la mesa hasta que se corrió, lo cual solo tardaría dos minutos... Gritando y segregando gran cantidad de jugos, su cuerpo se estremeció y tembló, sus pechos se movieron hacia arriba y hacia abajo y se corrio de forma explosiva como nunca lo hubo sentido.

Los dedos del hombre continuaron moviéndose y ella tuvo casi de  inmediato un segundo orgasmo sacudiendo su cuerpo mientras sollozaba de placer…Y a este le siguió un tercer y cuarto orgasmo.

Finalmente el hombre se detuvo y sacó los dedos lentamente fuera de ella, que dio un pequeño grito cuando le sacó el dedo de su ano... Incluso después de que se los saco, todavía se sentía como si estuviera empalada.

El hombre se levantó y volvió con unas toallas, lavándo lentamente su cuerpo desnudo, prestando especial atención a su coño y a su ano… Luego, dejó a Marta que se vistiera… Ella fue incapaz ponerse de pie durante diez minutos y se sintió avergonzada de salir a la sala de espera de nuevo, temiendo mirarlo a la cara.

Él sonrió cuando ella salió… Ella le devolvió la sonrisa y le dijo:

- "Gracias, por darme lo que estaba buscando… Fue más de lo que pude imaginar… No creo que una segunda vez sea tan emocionante."

- "Te sorprenderías de que sí es posible… ¿Te imaginas desnuda sobre la mesa, con las manos atadas por encima de la cabeza y las piernas dobladas hacia atrás y atadas para que estés muy abierta?... Y tengo una amiga que también está en este negocio… ¿Te imaginas cuatro pares de manos trabajando sobre tu cuerpo desnudo?... A ella le encantaría darte placer."

- "¿Ella?”

- "Sí, ella sólo trabaja con chicas… Y como tal conoce lugares de tu cuerpo para darte máximo placer, poniéndote juguetes, como por ejemplo estos”, le dijo.

Sus ojos se abrieron de par en par… En su mano había dos pequeños cuadrados de metal de aproximadamente unos 3 cm. de ancho… Lo único extraño de ellos era el diminuto tornillo de metal en un extremo… Los miró… Cuando el tornillo se apretaba, un lado del cuadrado se movia hacia dentro… Si se lo presionaba lo suficiente, tocaría el otro lado del cuadrado… Instantáneamente supo para qué eran… Eran para aplastar los pezones. Su coño empezó a empaparse pensando que estaba atada y se los colocaban en sus pezones, apretándo el tornillo.

Marta no pudo evitar pensar que los podrían apretar tanto como quisieran y le dolerían tambíen tanto como se los apretasen... Y tambíen penso cómo se sentiría con las manos suaves de una mujer palpando su cuerpo y moviéndose dentro de ella.

- "¿Cuánto?"

- "100 euros, por ser tú… No te decepcionará... Entre los dos haremos que esto sea muy placentero para ti", le dijo sonriendo.

- “Soy estudiante y no trabajo... Trataré de ahorrar y en cuanto recoja el dinero, volveré a llamarte para que me des una nueva cita.”

La observó mientras se iba, imaginándola desnuda sobre la mesa, con los brazos y piernas abiertas y atadas, los pezones aplastados por las abrazaderas metálicas, mientras cuatro manos corrían continuamente por todas partes e incluso dentro de su cuerpo desnudo, en éxtasis sobre la mesa… Ella lo disfrutaría mucho.

Como también sabía que ella se masturbaría esta noche, y muchas noches más, imaginando todas las cosas que le ha hecho y las que volverían hacerle porque volver, seguro que volvería.

Continuará….

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Ella me rebajó a ser una criada especial (1/3)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (6/8)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (5/8)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (4/8)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (3/8)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (2/8)

De mi hijo, soy sus manos y algo más (1/8)

Coacción a una joven madre

Una técnica de señal de TV, marimacho

Mamá, mi hermana Susi y yo

La infame vida de una recien casada (Cap 7) FINAL

El triste destino de mi esposa (3/3)

El triste destino de mi esposa (2/3)

El triste destino de mi esposa (3/3)

El furor uterino de mamá

Mi mujer, con 52 años y ahora lesbiana (2/2)

Mi mujer, con 52 años y ahora lesbiana (1/2)

Mamá pillada por la cámara de video

Por el impago de un préstamo a un sicario (2/2)

Por el impago de un préstamo a un sicario (1/2)

Por fumar porros con mi novia y mi madre

Una equivocación que se paga muy cara

Lactancia y sexo con un negro, todo a la vez

Una noche para recordarla siempre

Jugando a ser mi bebé

Un caso típico de histeria clitoriana

Donna entra a trabajar para mi

Violando a madre e hija (Cap 2/2)

Violando a madre e hija (Cap 1/2)

Mi papá es mi proxeneta

Diana y el placer del enema

Venganza sibilina

Mi sumisa madre

La infame vida de una recien casada (Cap 6)

La prueba de casting teatral de Ellen

La joven ninfómana

Discretas madres lesbianas

La infame vida de una recien casada (Cap 5)

Hermafrodita

Mamá es una escort

La infame vida de una recien casada (Cap 4)

Leche materna

Mamá

Una tarde perfecta para disfrutar

La infame vida de una recien casada (Cap 3)

La infame vida de una recien casada (Cap 2)

Desaparecida

Un completo masaje oriental

La infame vida de una recien casada (Cap 1)

Los terribles y sádicos piratas de Berbería (Cap 5

Los terribles y sádicos piratas de Berbería (Cap 4

Los terribles y sádicos piratas de Barbería (Cap 3

Los terribles y sádicos piratas de barbería (Cap 2

Los terribles y sádicos piratas de Berbería (Cap.1

La hija de la portera (Capitulo 3)

Forzada a ser esclava (4)

La hija de la portera (Capitulo 2)

La hija de la portera

El adiestrador de esclavas

Gigi, mi yegua

Forzada a ser esclava (3)

Forzada a ser esclava (2)

Forzada a ser esclava