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Los terribles y sádicos piratas de Berbería (6)

en Grandes Relatos

Los terribles y sádicos piratas de Berbería (6)

 

Para poder seguir el hilo de este relato, es necesario que se lean los capitulos anteriores.

Capitulo 6 La dura vida de la concubina Camyl en el harén

Personajes.- Aslak Brek, ex capitán ingles Roy Curry, renegado.

                 - Mosul, jefe eunuco harén de Aslak Brek.

                 - Onan, ayudante eunuco de Mosul.

                 - Nadu, otro ayudante eunuco de Mosul.

                 - Camyl, esclava inglesa del haren de Aslak Brey.

                 - Luigi, joven peluquero eunuco de origen italiano.

La inglesa esclava Camyl estaba arrodillada sobre una gran alfombra colocada encima de las baldosas del patio cubierto del harén... Pensaba que ojalá pudiera sentarse con las piernas cruzadas, pero a las esclavas como ella no se les permitía sentarse de ese modo… Con las piernas cruzadas sólo lo hacían su Amo y los eunucos.

En la posición que estaba enseñaba su figura medio desnuda de forma muy agradable a la vista de cualquiera… Llevaba en su cabeza una pequeña gorra bordada en oro y alrededor de su cuello, el pesado y ancho collar en bronce que debía mantener siempre lo más brillante posible… El collar fue diseñado así para que la concubina mantuviera siempre su barbilla bien erguida y por tanto los hombros hacia atrás y de ese modo sus pechos los tendrá siempre hacia afuera… Era el tipo de collar que se utilizaba en todos los harenes.

Sus pezones, exageradamente alargados, estaban pintados de color rojo carmesí y quedaban a la vista porque la prenda que debía cubrir los pechos estaba diseñada para mostrarlos siempre… Igualmente los labios vaginales también los llevaba pintados de color rojo carmesí y se veían perfectamente pues los pantalones de seda transparente que llevaba estaban confeccionados para dejarlos siempre exhibidos… Estos “pantalones” consistían en una cinta de seda trenzada que se anudaba con un pequeño lazo en la parte trasera… De esta cinta colgaban otras dos pequeñas cintas trenzadas, una por delante y otra por detrás y a ambas se enganchaban cada uno de  los camales del pantalón en seda transparente… Como se puede uno imaginar esta prenda tan indecente dejaba totalmente al descubierto el coño y el culo de la infeliz concubina… En cuanto a sus pies, estaban cubiertos por unas pequeñas zapatillas bordadas en oro con las puntas dobladas hacia arriba.

En la frente llevaba pintado el número arábigo cuatro, porque ella era la concubina número cuatro… Su Amo, Aslak Bey, había ordenado que llevase ese número cuando el Gobernador se la regaló en parte como una recompensa por sus servicios, y en parte para ayudar revivir la soledad de su exilio… Ambos se conocieron cuando el Gobernador le pidió al Coronel que actuase como interprete ante el mercader de esclavos que la vendía pues deseaba conocer antes de su adquisición, quien era ella ya que iba a pagar un alto precio de compra.

Camyl pensó si el ahora su Amo, Aslak Brey, habría regresado de su recorrido de inspección a sus tropas, los eunucos, por supuesto, no se lo dirían... A ellos les gustaba mantener las mujeres en vilo… ¿Cuándo lo volvería a ver de nuevo?... Imposible saberlo... Cómo anhelaba estar otra vez en sus brazos a pesar de la forma en que se tenía que degradar y humillar, teniendo que hacer a su Amo todo lo que el negro eunuco Jefe Mosul le ordenaría previamente que hiciera, como también lo hacían sus otras esclavas cuando eran elegidas, pero ella tenía la ventaja de poder susurrarle al oído palabras de amor en inglés, cosa que no podían hacerlo el resto de esclavas, a excepción de otra esclava irlandesa, llamada Grace.

Y, cómo ansiaba que le tocase sus pezones… Recordaba cómo su cuerpo se estremecía cada vez que lo hacía a pesar del daño que le infringía al estirárselos demasiado o mordérselos… Sabía que una concubina debía soportar –sin quejarse- el dolor que le pudiera infligir su Amo y si se corría en la cama con él, y era vista, al día siguiente sería golpeada con fuerza con el bastón por el eunuco jefe Mosul, dejándola visiblemente bien marcada y muy dolorida, ya que el eunuco siempre estaba presente cerca del lecho observando como se entregaba y cumplía todo lo que previamente se le había ordenado que hiciese y, por supuesto, advertida de que no se le estaba permitido llegar al orgasmo sin tener permiso para ello.. Era el colmo de la denigración tener que dar todo el placer carnal posible sin recibir nada a cambio y además, que la observasen como lo hacía... Pero esas eran las órdenes que debía cumplir a fuerza de palizas.

Ella llevaba en este harén más de un año y durante ese tiempo nunca se le permitió ver más allá de los altos muros que lo rodeaban, excepto en una ocasión en que el eunuco Mosul llevó a todas las mujeres al tejado plano del harén para que pudiesen ver el mar a lo lejos… Y para esa ocasión, tuvieron que ponerse velos y usar el largo burka negro, así como botas y guantes negros ya que no podían dejar ver nada de su cuerpo a ningún otro hombre… Era también una forma muy denigrante de vestir para una mujer, como ella, que jamás antes lo hizo.

También, durante ese tiempo, nunca, incluso cuando dormía, expulsaba sus heces, meaba o cualquier cosa por íntima que fuese, lo debía hacer fuera de la vista de un eunuco… Hasta cuando era elegida por su Amo para realizar con ella todo tipo de actos sexuales, estaba vigilada… Como ya sabía ella, detrás de una celosía cerca de la cama estaba presente Mosul –y en ocasiones Onan, su eunuco ayudante- para ver cómo se entregaba totalmente, sin pudor alguno, y si se corría o no porque le estaba prohibido hacerlo… Ambos eunucos tenían que supervisarlo todo e incluso anotaban su ciclo menstrual… Y el ahora, su Amo, era el único hombre que ella veía y escuchaba, aparte de los eunucos y sus voces agudas que le recordaban al sonido de un falsete… Ningún hombre más.

Este había sido un año en el que los eunucos consiguieron que ella no tuviera sexo... Camyl, recordaba que cuando era una muchacha libre, le gustaba masturbarse y ahora le resultaba frustrante y humillante el estar continuamente vigilada, al igual que el resto de esclavas, y no poder tener ningún desahogo sexual aunque fuese una simple masturbación o una introducción de dedos dentro de su coño… El castigo al que se exponía con ello era terrible… Y encima veía cómo sus compañeras de cautiverio si gozaban de sexo por ser elegidas por el Amo y a ella no la elegía nunca por más que se esforzaba ante él, en mostrarse lo muy predispuesta que estaba a ello.

También fue un año en el que -para su mayor frustración y celos- se

adquirió más concubinas europeas, como correspondía a su

nuevo puesto como Coronel Jefe de los Jenízaros, con lo cual tenía más competencia para conseguir llamar la atención de “su Amo” y pasar una noche con él a pesar de saber perfectamente todo lo que tendría que hacer a cambio posiblemente de ningún orgasmo.

Camyl se dio cuenta de que Aslak Brey, su Amo, era un hombre ocupado e importante, preocupado en gran medida por sus tropas, sus relaciones con el Gobernador, los mercaderes de la ciudad y sus aventuras amorosas fuera del harén… Por ello, se mortificaba banalmente pensando en él, en cómo debía complacerlo y soñaba con tenerlo siempre a su lado.

Estaba tan obsesionada con su Amo que había olvidado totalmente a su joven esposo, el capitán Stephen Topsom, de la 36ª Compañía del Regimiento de Su Majestad desplazado a Sicilia, quizá porque sabía que jamás saldría de la esclavitud y lo mejor para ella era olvidarlo para siempre… Había decidido no mortificarse por nada y entregar su cuerpo cuando la eligiera su Amo para disfrutar con ella.

Recordaba que el barco en el que viajaba fue capturado por los piratas de Berbería… Luego fue traída a Malta y vendida como esclava al Gobernador, quien disfrutó muchísimo dándole a ella -por primera vez en su vida- por el culo en posturas que antes nunca conoció, tragando su semen y denigrándola de todas las formas imaginables, hasta que se cansó de ella… La marcó a fuego en su vientre con su sello, lo cual indicaba que había sido muy bien sometida para realizar todo tipo de deseos sexuales por muy aberrantes que estos fueran… Y recordó que para conseguir que ella llegase a realizar todo esto, el eunuco jefe de su harén la doblegó a base de duros bastonazos sobre su cuerpo y sus gritos de dolor la dejaron muchas veces afónica.

Y a pesar de estar muy bien preparada para dar todo tipo de placer, la esclava inglesa Camyl fue regalada -como lo fue también la española Lola- al Coronel Aslak Brek como recompensa por su buen hacer con las tropas y por su lealtad hacia el Gobernador… De esta forma, el Gobernador renovaba con carne fresca su harén y no daba por el culo siempre a las mismas esclavas.

Camyl cogió un espejo de mano y se miró... Los ejercicios que le ordenaba realizar Mosul le mantenían erguidos sus desnudos pechos y los pezones muy largos, ahora pintados de color escarlata… Al bajar la vista, en el corte frontal de sus pantalones, cerca del pubis, estaba la humillante marca al fuego con la que el Gobernador la había marcado de por vida como esclava de harén.

Ella nunca olvidaría esta marca… Recordaba como fue encapuchada

para que no pudiese ver lo que sucedía… Sentía, eso sí, el calor

de la forja del herrero… Luego un tremendo el dolor en la zona del pubis, un olor a carne quemada y todo acompañado de grandes berridos que dio hasta quedar afónica… Con un pigmento de color le frotaron la herida y así le quedaría de por vida una cicatriz de un color verde brillante, signo de esclavitud, con el sello del Gobernador.

Fue en el harén del Gobernador donde tuvo que ser entrenada como una concubina más… Se la enseñó a usar su boca y su lengua, a bailar de forma muy sexual, a abrirse para mostrar bien sus genitales y el orificio anal, a adoptar todo tipo de posturas para ser enculada –ya que a una infiel esclava cristiana nunca se la follaba por el coño, si bien su Amo, excepcionalmente, en los días siguientes al termino de su ciclo menstrual podría hacerlo porque no habría posibilidad de embazar a una infiel-, así como también a proferir suspiros de placer para satisfacer los deseos de los ancianos en caso de que el Gobernador la cediera a alguno de ellos… Este harén era mucho más grande que el actual en el que estaba y habían muchas más concubinas blancas, así como esposas turcas que eran las madres de los hijos del Gobernador.

Sin embargo, la vida allí no fue tan diferente de la de ahora… El negro eunuco principal del Gobernador era igual que Mosul en el sentido del tratamiento duro con todas las esclavas a su cargo, obligándolas humillantemente a comportarse como niñas... Y lo mismo sucedía con hacerla ir con el torso semidesnudo, dejando los pechos al aire y mantener siempre brillante su collar de bronce para recordarle que era una esclava… Todo igual en ambos harenes.

Pero en este harén, el hecho de ser inglesa y de la misma clase social que su Amo, era una cosa muy importante y por tanto, la esclava Camyl debía ser extremadamente vigilada y no permitirle ningún tipo de privilegio o trato especial… Ella era simplemente una hermosa concubina más, al servicio de su Amo y se acabó.

Como Mosul estaba orgulloso de la belleza de la esclava inglesa a su cargo por su cabello color miel, tan inusual en el norte de África, incluso entre las esclavas europeas, se la enseñaba orgulloso a otros negros eunucos jefes… Él le ordenó que siempre lo mantuviera muy bien cepillado y colgando de su espalda, como si se tratara de una niña adolescente, sobresaliéndole por debajo de su pequeña gorra de lentejuelas, con una larga borla negra colgando.

De hecho, esa misma mañana Mosul la había enviado al italiano Luigi, el joven peluquero, también eunuco, del harén para que le peinase cuidadosamente el cabello y la vistiera… También maquilló su bonita cara pequeña y delgada a la moda oriental que Mosul le mandó.

Aunque la concubina inglesa Camyl odiaba ser maquillada para parecerse a una hurí oriental, no tenía sentido quejarse, porque Mosul era quien decidía cómo cada una de las mujeres en el harén debía ir pintada, qué ropa usar e incluso cómo iban a complacer a su Amo en la cama… Y él no dudaría en golpear a cualquiera de ellas que protestara la más mínima de sus decisiones.

Luigi también le había pintado un suave y atractivo color azul sobre los párpados de sus ojos y colocado unas gotas dentro de los ojos que dilataban sus pupilas y que le hacia ver todo desenfocado…  Mosul se lo mandaba poner a todas las concubinas y esto no le preocupa… Él quería ojos así de dilatados y no cuánto pudiesen ver.

Una vez Luigi terminó de pintarla, hizo lo que todos los días hacía por orden de Mosul, a todas las concubinas… Le ató fuerte hilos de seda

alrededor de sus pezones y luego pasaba como una media hora masajeándolos y estirándolos alternativamente… Después de un año de este tratamiento, los pezones eran mucho más largo y prominente de lo normal… Este tratamiento fue humillante para Camyl, pero ahora ella se los miraba y se sentía orgullosa de tenerlos así de duros, tiesos y largos... Tan duros, tiesos y largos que abrían el pequeño bolero que la cubría y dejaba los pechos al aire.

Este tratamiento también hizo que sus pezones fuesen más sensible, tal como lo había previsto Mosul... De hecho, ahora eran casi tan sensibles como su coño... Esta era una de las razones por las que tanto ella, como sus compañeras concubinas, ahora anhelaban sentir la maestría los dedos de Luigi haciendo rodar y estirar sus pezones suavemente… Era un sentimiento que la volvía casi loca, con deseo frenético de sexo, que debía desesperadamente retener para no ser castigada.

El hecho de que el Coronel Aslak Brey estuviera fuera por unos días no hizo alterar en nada la estricta rutina del harén... Ellas tenían que verse hermosas y arregladas la totalidad tiempo, sin saber si su Amo había regresado y las estaba mirando en secreto, escondido detrás de la rejilla en la ventana desde sus cuartos privados.

Por tanto, las concubinas se mantenían alerta todo el tiempo, sin saber cuándo su Amo podría repentinamente llamarlas a su cama u ordenarles desfilar para ser inspeccionadas ante una rejilla detrás de la cual estaría sentado oculto su Amo hablando con Mosul sobre cada mujer… Y ¡ay! si no estaba perfectamente presentable o su sonriente entrega humillante y degradante no fuese juzgada por el eunuco Jefe como suficientemente sumisa.

Camyl tuvo un escalofrío de miedo al recordar cómo incluso el error más insignificantes cometidos durante un desfile de selección e inspección era juzgado como “Insolencia” y castigado por Mosul con diez golpes de caña, cinco en el culo y cinco en la parte delantera de los muslos y el vientre… Dado la dureza del castigo a la condenada se le permitía elegir entre este castigo o recibir seis duros golpes en los pechos… Ambos castigos eran vejatorios y crueles de verdad.

Este castigo se realizaba siempre frente a todas las concubinas y lo recibían aquellas incluso si estaban embarazadas… No se perdonaba nada… En realidad no era tanto el dolor real que recibían sino más bien la angustia que pasaban para ser convocadas para darles el castigo, la humillación de tener que desnudarse, el inclinarse frente a al resto de compañeras y luego el largo proceso de la paliza real, con

dos minutos de espera entre golpe y golpe… Toda una indigna vileza que debían soportar estas indefensas esclavas.

Incluso los menores delitos por falta de respeto acarreaban un castigo automático de seis golpes de vara, que podría ser dado por Onan, el ayudante del eunuco jefe, en ese mismo instante y sin pedirle autorización a él para ello.… Y éste ayudante se ofendía a propósito, muy fácilmente, ya que ellas tenían que aprender a ser sumisas muy rápidamente y el castigo a base de recibir duros varazos era necesario para doblegarlas pronto.

Pero a pesar de la constante amenaza de ser golpeadas existía una feliz atmósfera en el harén... Las chicas se burlaban constantemente y se reían bajo la vigilancia del negro eunuco ayudante de Mosul, al igual que cuando fueron libres lo hacían en las escuelas bajo la mirada una maestra o de una niñera en un parque… De hecho, tres de las concubinas estaban jugando con una cuerda de saltar, contando en voz alta número de saltos… Era el tipo de pasatiempo infantil, que Camyl odiaba.

Miró ahora hacia la bonita fuente central de sólo unos pocos pies de profundidad en la que habían varias concubinas salpicándose entre sí, como niñas en una piscina infantil... Una de ellas la llamó para unirse pero Camyl, enojada, agitó su mano para negarse a ir… Ella era diferente... Ella era inglesa, como su Amo... Ahora podría ser sólo una esclava con collar y marcada a fuego como tal, pero una vez fue una dama inglesa.

Vio también a la concubina española Carmen, ahora con un vientre bien curvado y también estaba feliz chapoteando desnuda en la piscina… “Pobre chica”, pensó… Entonces recordó cómo el Gobernador era muy creyente de los poderes medicinales de la leche de las jóvenes esclavas blancas y todos los días era alimentado mamando del pecho de una o dos concubinas que habían parido… Otra forma muy vejatoria a las que sometían a las mujeres en los harenes.

Además, como muchos turcos, el Gobernador pensaba que un vientre hinchado era la condición natural para una esclava y que realzaba su belleza y su atractivo… Pensando lo mismo, Mosul había insistido  a su Amo que el harén siempre debería tener dos o tres muchachas preñadas… Recientemente Camyl había visto a Mosul hablando con Onan, su ayudante eunuco y señalando a su vientre... “¡Oh Dios!... ¡No!”, pensó muy asustada temiéndose lo peor.

Mirando discretamente desde un rincón del patio jugar a las chicas, y al mismo tiempo vigilando a Camyl, estaba el estricto ayudante negro eunuco de Mosul… Camyl lo miró nerviosa y pensó: “¿Su cabello estaba bien?... ¿Se le habría corrido su maquillaje?... ¿Sus manos estarían lo suficientemente lejos de su coño?

Camyl se estremeció al mirar el bastón del joven eunuco y recordó que el castigo por lo que llamaban “Intento de infidelidad”… Una gran falta era si alguna vez se encontrarse a una concubina acariciándose sola en algún lugar o con otras concubina… Si ello ocurría entonces se consideraba que estaba siendo infiel, porque sólo al Amo le estaba permitido dar placer a sus mujeres y eso era motivo de un terrorífico castigo de diez golpes de bastón, dos veces al día, durante cinco días… Y por una segunda ofensa de este tipo, el eunuco Jefe les había advertido que ordenaría que le cortasen sus labios del coño... ¡Así de claro, cortarlos!... ¡La mirada de Abdul estaba ahora sobre ella!... Rápidamente Camyl movió manos por arriba de su cintura.

Era tal el estricto control que se llevada sobre las esclavas, que ara asegurarse de que no sucediese nada durante las noches o

la hora de la siesta, Mosul había convencido a su Amo que con más mujeres en su harén serían necesarios más eunucos para patrullar el dormitorio cuando se suponía que las mujeres estaban durmiendo… Mosul reclutó a un antiguo compañero, Nadu, para que le ayudase.

Las concubinas dormían tres en una cama, de espaldas, es decir, boca arriba y con las manos por encima de sus cabezas… Nadú se encargada de corregir con un bastonazo cualquier cambio que se producía durante el sueño… Otra forma vergonzosa de humillación.

A pesar del tiempo transcurrido, Camyl no podía todavía acostumbrarse a la forma en que el eunuco controlaba todas las facetas de la vida del harén y a las mujeres a su cargo.

Antes de ser capturada, había escuchado historias sobre el uso de eunucos en los harenes del norte África, pero la experiencia real le demostraba cuan equivocada eran esas historias… la gente no tenía idea de que estas aterradoras criaturas tenían la autoridad para vigilar, controlar y castigar a las mujeres a su cargo… la vida de una esclava de harén era terrible y denigrante en todos los aspectos.

Le había costado muchísimo, por ejemplo, acostumbrarse a tener que desfilar desnuda, todas las mañanas, con las demás concubinas, primero fue delante del jefe negro eunuco del Gobernador y ahora frente a Mosul… Tener que subirse a un taburete frente al eunuco jefe negro que estaba sentado muy cerca de la altura del coño, mirándoselo para no perderse detalle alguno... A una palabra de orden tenía que juntar sus manos detrás de su cuello... Luego, mirando hacia adelante, tenía que separar sus piernas y doblar sus rodillas… En el harén del Gobernador, un jovencito eunuco, y aquí, el ayudante de Mosul, le separaba sus labios del coño, sin pelo alguno, para que ahora Mosul le metiera un par de dedos en el coño a modo de inspección vergonzosamente íntima, después de lo cual tomaba pequeñas notas en su cuaderno de harén.

Y luego, tras escuchar otra palabra de orden, tener que bajarse del taburete, colocarlo a este entre sus piernas y apoyar sus pechos en él… Separar con sus manos las nalgas al máximo para dejar a la vista su agujero del culo y esperar a que Mosul le introdujera uno, dos y hasta tres dedos para comprobar lo dilatado que debería tenerlo para su uso y anotar el resultado… Y todo delante del resto de concubinas que esperaban en fila su turno para similar degradación de inspección corporal.

Del mismo modo, a ella también le costaba muchísimo acostumbrarse a ser instruida por estos monstruos de la manera más íntima de cómo debía dar placer a su Amo... Fue, por ejemplo, el jefe eunuco negro del Gobernador quien primero la había enseñado a despertar el

mayor placer a su Amo de entonces apretándose sus pezones ante él para excitarlo, o a degradarse lamiéndole los huevos y el culo e incluso metiéndole su lengua en el orificio anal, mientras éste se sentaba o se arrodillaba sobre su cara… Toda una serie de aberraciones sexuales eran lo que debía hacer, bien hechas y con la sonrisa siempre en sus labios.

Incluso también le era muy denigrante la forma en que al día siguiente debía repasar con el  negro eunuco jefe, todo lo ocurrido en la cama del Amo, que había sido concienzudamente anotado por Mosul y le explicaba qué cosas había hecho bien y que cosas mal… Y si había cumplido a la perfección sus instrucciones previas recibidas y su entrenamiento, sin importarle lo más mínimo los moratones y mordiscos que su cuerpo tenía como consecuencia de los excesos cometidos en su cuerpo por su Amo, la noche anterior… En el caso de que Mosul no hubiera quedado satisfecho, recibía 10 golpes de vara que la dejaba afónica por los gritos de dolor y bien marcada por un tiempo para que no olvidase la lección la próxima vez que fuese elegida para darle placer a su Amo.

Y lo mismo le sucedía a la forma en que los eunucos controlaban sus funciones naturales, horrorizándose al principio el tener que hacerlo siempre frente a un eunuco y luego esperar abierta indecentemente de piernas, con las manos cruzadas en el cuello, para ser inspeccionada por el jefe eunuco Mosul o su ayudante Onan, antes de dar por finalizada su excreción o su meada y ser limpiada por estos, ya que ella tenía totalmente prohibido tocarse su coño o su culo porque recibiría una severísima paliza que tardaría en olvidar.

Camyl pensó inocentemente: “¿Estaría enterado su amado Amo sobre la disciplina y el control al que Mosul y ayudante la sometían?... ¿O simplemente lo ignoraba, a pesar de su educación?... ¿Tendría los mismos gustos que algunos caballeros ingleses les proporcionaba tener a su mujer, sumisa?

Una vez, en su cama, y ​​siendo muy atrevida, Camyl le hizo estas preguntas… Y como respuesta, su Amo, se enfureció e hizo una señal a su eunuco jefe, que estaba, como siempre, tras la rejilla cerca la cama ordenándole que le diera una buena paliza, con dureza, por insolente.

Camyl, con cara de sorpresa y muy asustada, fue, con las manos cruzadas tras la nuca, siguiendo a Mosul y su ayudante Onan a la estancia del eunuco jefe para recibir la paliza, que sin duda sería bastante dura, tal vez la paliza más grande que le hayan pegado desde que era una esclava, por lo que consideraban un acto de insolencia… Y por ello, estaba aterrada de miedo y pidió sumisamente, postrándose a los pies de ambos, mear antes de recibir los golpes para no ser más castigada por cometer otra falta.

Después, sujetada fuertemente por Onan, el eunuco ayudante, Camyl comenzó por recibir de Mosul, 10 varazos en los pechos, que le quedaron muy marcados… Luego, sosteniéndola Mosul, su eunuco ayudante le propino 25 fuertes varazos en el culo… Y para terminar, de nuevo Mosul, le dio 10 varazos fuertes en el vientre y 10 varazos en cada muslo cerca del coño… Los bramidos la dejaron totalmente sin voz, derramando gran cantidad de mocos y babas por la boca y perdiendo casi el conocimiento si no fuera porque constantemente le estuvieron dándole vapores de fuertes sales para reanimarla.

Y, una vez el castigo cumplido, andando como podía, y con las manos en la nuca, fue presentada al Amo para que éste viera si el castigo infligido era suficiente o todavía era merecedora de más paliza… El Amo consideró que debía recibir más castigo y muy aterrorizada y con las manos en la nuca volvieron a la estancia del eunuco jefa para añadirle un poco mas de paliza a base de bastonazos… Estuvo casi un mes para recuperarse aunque no por ello dejó de cumplir todo tal y como estaba ordenado en el harén… Fue un periodo terrible para ella.

Con esta pésima experiencia, Camyl nunca jamás se atrevió a preguntar nada… Había aprendido que su obligación era dar el máximo placer y estar preparada para todo lo que el eunuco jefe le ordenase… Una cosa si le quedó clara: su Amo estaba totalmente enterado de todo lo que sucedía en el harén y o bien lo permitía o bien lo ordenaba.

A pesar de todo lo sufrido anhelaba con gran desespero que regresase su Amo... Y es que la necesidad de ser follada aunque fuese por el culo le era muy necesaria… Sus hormonas se lo pedían constantemente y lo triste es que ella lo sabía y no podía hacer nada por aplacarlo.

Continuará….

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