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Los terribles y sádicos piratas de barbería (Cap 2

en Grandes Relatos

Capitulo 2.- El Renegado

Personajes.- Aslak Brek, ex capitán ingles Roy Curry, renegado.

                 - Bakú, cómitre de galera.

                 - Mosul, jefe eunuco harén de Aslak Brek.

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Agradecer a xcalpulli dos errores que detectó en el capitulo 1.

a)   En el párrafo 1 hay que añadir la palabra “actual” antes de “canal de Suez” porque efectivamente en esa época no existía.

b)   Cambiar el principio del párrafo 1 diciendo “Estamos en el siglo XVI” en lugar de XV porque los mosquetones aparecen en el siglo XVI,   

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Como una virulenta plaga, las costas del este de España, Sicilia, el sur de Italia, Malta etc. durante los siglos XVI y XVII fueron sistemáticamente asoladas… El mar Mediterráneo se había convertido en un infierno por culpa de los corsarios de Berbería, amos indiscutibles de estas aguas.

Naos, galeras, carabelas y pinazas desaparecían entre las fauces de aquellos terribles y sádicos piratas y con ellas miles de desgraciados también lo hacían sin dejar rastro alguno… Los corsarios de Barbería podrían haber capturado más de un millón y medio de personas –que se dice pronto-, que fueron vendidas en el enorme mercado musulmán de esclavos, aparte de los millones de personas que habrían muerto en defensa de los suyos.

Pero los piratas de Barbería sólo comerciaban con mujeres… Los hombres normalmente eran decapitados sin contemplaciones o llevados a galeotes para remar hasta la extenuación o para realizar trabajos en obras civiles hasta que la muerte les llegaba por agotar sus fuerzas o se suicidaban por no poder soportar tanto sufrimiento.

Para las mujeres, objeto principal de las incursiones para capturarlas por los pueblos de la costa, significaba el fin de su existencia en el sentido metafórico… Las cristianas desaparecidas eran vendidas en los mercados de esclavos y sus cotizaciones alcanzaban a veces cifras muy altas… Estas mujeres eran obligadas a dar el máximo placer posible a sus “Amos”, la mayoría recluidas en los harenes y en muchas ocasiones solían ser regaladas o vendidas varias veces -según el Amo de turno que las hubiese comprado- una vez se cansaban de ellas.

Entre las filas de estos corsarios sanguinarios, refugiados en los recovecos que hoy día es Malta, Argelia y norte de Egipto, se encontraban numerosos renegados cristianos islamizados y moriscos expulsados, a los que más tarde se les uniría los peligrosos jenízaros, la guardia pretoriano del Sultan de Tripoli.

Y entre los renegados aceptados con los brazos abiertos por los turcos –aunque con muestras de sospecha y desconfianza- destacaba el antiguo oficial ingles, Roy Curry, un desertor sediento de codicia y riqueza, que había sido nombrado Coronel Jefe de los Jenízares y que había adoptado el nombre de Aslan Berk (que significa León fuerte) y que en estos momentos viaja a bordo de su pequeña y ligera galera impulsada por esclavas totalmente desnudas, encadenadas a sus bancos sin poder moverse de ellos y en donde allí tienen que dormir, comer y hacer sus necesidades… No tienen ninguna intimidad para nada.

Pero no acaba ahí su denigración y salvaje tortura… Estas infelices jóvenes, elegidas para ser esclavas-remeras, llevan la cara oculta por una máscara que sólo dejan al descubierto los ojos… La máscara está unida a un gorro blanco que lleva delante una gran pluma de vistoso color rojo, visible desde lejos… En la frente de esta máscara lleva pintado un número que coincide con otro que ha sido marcado a fuego por encima del pecho izquierdo de la esclava, cerca de su clavícula y también lo lleva marcado a fuego con escritura en árabe sobre su pubis depilado… Los pechos de cada un de estas infelices han sido taladrados y de sus pezones cuelgan un aro con una campanilla… Sus coños han sido salvajemente cosidos en vivo para evitar cualquier posibilidad de poder masturbarse en los momentos de soledad cuando descansan fuera de la nave… De este modo no perderán nunca la fuerza que necesitan para remar.

Todas ellas llevan una argolla muy gruesa alrededor del cuello de la que sale una también gruesa cadena que está enganchada al lateral de la galera… Sus muñecas también llevan una gruesa argolla con una corta cadena que está sujeta al remo… Se las ve sentadas en su banco muy erguidas, lo que favorece, y mucho, el latigazo que puedan recibir en sus desnudas espaldas por no esmerarse en su trabajo… La erguidez de su cuerpo se debe a que cada banco lleva clavado un cilindro hueco, abierto por arriba y muy perforados por todos sitios, de unos 17 cm de largo y 4 cm de diámetro, que las esclavas-remeras deben insertarse en el culo al sentarse y que indudablemente les provoca grandes molestias… Pero el llevar este artilugio insertado en el culo, se consigue el facilitar la expulsión de sus excrementos sin necesidad de que se muevan de sus asientos, ni dejen de impulsar con todas sus fuerzas el remo al que están sujetas.

Las esclavas-remeras van sentadas en dos filas, una a la derecha y la otra izquierda, a lo largo de toda la galera… Y siempre, día y noche, están siendo adiestradas en el manejo del remo al aire libre, soportando el sol abrasador sobre su piel, y vigiladas y golpeadas constantemente para conseguir que se esfuercen al máximo en su denigrante y agotador trabajo, ya que deben impulsar la galera usando únicamente la fuerza muscular de sus brazos y como ellas son muy jóvenes y tienen poca fuerza, el resultado es un constante sufrimiento como jamás lo hubiesen pensado.

Un chasquido del látigo del cómitre –el forzudo negro encargado de vigilar y controlar la boga- y un pequeño grito seguido de llanto, interrumpieron los pensamientos del ahora Aslan Berk, Coronel-Jefe de los jenízaros de Su Majestad Imperial, el Sultán de Trípoli.

Vio que el forzudo negro estaba parado cerca de una chica, a mitad de la nave, en el lado de estribor... En la frente de la máscara que ocultaba el rostro de la joven estaba escrito el número 18.

- ¡Ponte a remar con fuerza, número 18!,… grito replegando rápido su látigo por si tenía que descargarlo de nuevo.

La muchacha seguro había estado haciendo todo lo posible por remar bien y el Coronel-Jefe lo sabía... El forzudo negro Bakú –que así se llamaba- sólo estaba tratando de impresionarlo para que se percatase de lo eficaz que era mandando... Vio, a través de los agujeros de la máscara de la chica, unos ojos marrones oscuros, italianos quizás, llenos de desesperación… Silenciosamente parecía suplicarle que la salvara de esta tortura, tal vez incluso que se la llevase a su harén… Aslan Berk la veía como una buena hembra para poder disfrutar mucho con ella... ¡Pero no!.. Él tenía que ser despiadado y no quitarle la autoridad a su cómitre, su encargado de coordinarlas en el remo y azotarlas cuando flaqueasen.

Miró de nuevo a la desafortunada chica, que estaba ahora tirando de su remo como si su vida dependiera de eso… Una pequeña línea roja salía por debajo de su axila y alcanzaba a su pecho mostrando donde la punta del látigo, bien aplicado a través de su espalda, había atrapado también su pecho, provocándole un intenso dolor.

El cómitre Bakú era, de hecho, un maestro con el látigo… Golpeaba sólo con la cantidad de fuerza necesaria para aterrorizar a las esclavas-remeras para que recordasen en todo momento que nunca deben mostrar ningún signo de flaqueza cuando tiran del remo, pues realmente –según él- el latigazo apenas les hacía mucho daño, ni los marcaba por mucho tiempo, pero no estaba mal aplicarlo como recordatorio de que las esclavas-remeras deben esforzarse hasta el agotamiento total para impulsar la galera.

Sí,… las esclavas estaban bien entrenadas y disciplinadas ”,… pensó Aslan Berk, mirando hacia la plataforma de remos con orgullo… Y de ello se encargaba su cómitre Bakú y su látigo… Él, era el que procuraba mantenerlas a las esclavas-remeras fuertes y bien musculosas, con la resistencia necesaria tanto para efectuar rápidos movimientos de remos cuando la galera tenía prisa en cruzar el puerto, como para trayectos más largos y sosegados cuando tenía visitar fincas de ricos terratenientes y mercaderes a lo largo de la costa o quería llevar al Coronel-Jefe a inspeccionar las tropas o llevarlo a algún asunto de carácter particular.

Aslak Brek miró hacia la proa donde habían dos mujeres jóvenes desnudas… Eran “las remeras de repuesto”, como se les llamaba… Estaban agarradas a los barrotes de sus jaulas, esposadas de manos… Sin duda su turno en los remos vendría más tarde, pues al cómitre Baku le gustaba cambiar a los esclavas de la galera, dando descanso a aquellas que a pesar de haberlas golpeado repetidas veces con el látigo mostraban signos de agotamiento imposibles de superar y necesitaban tener un descanso… Además, también era bueno enseñar a nuevas esclavas-remeras y eso requería tiempo y mucho sacrificio por parte de las nuevas incorporadas a tan durísimo trabajo.

Las jóvenes esclavas-remeras estaban acostumbradas a remar durante muchas horas para adquirir esa fuerza necesaria, e incluso a pasar malas noches de descanso por tener que dormir sobre los remos cuando la galera estaba atracada en alguna villa de cierta viuda turca rica que disfrutaba entreteniendo al Coronel-Jefe por la noche y éste no volvía a la galera hasta el amanecer… Y ellas volvían a remar con la diligencia que el látigo les marcaba como si hubiesen estado perfectamente descansadas… No tenían otra opción que no fuese la de obedecer ciegamente… Para eso estaban allí.

Aslak Breck reconocía lo bien que le estaba sirviendo su cómitre Baku, llevando con mano dura su galera de esclavas-remeras y en algún momento se lo agradecería –a pesar de ser un esclavo más- pero así se daría cuenta de que reconocía el buen trabajo que realizaba y se esforzaría más en ello… Como también lo haría con Mosul, su principal eunuco negro, su supervisor a cargo de su harén y de adiestrar a sus concubinas para hacer de ellas autenticas hembras que debían desvivirse en darle a él, el mayor placer sexual que se pudiese imaginar, sin importarle lo tremendamente denigrante que sería realizar determinados actos sexuales, viendo las expresiones de sus rostros sometidos a todo tipo de bajezas ordenados por el Jefe del harén bajo la amenaza de recibir duros bastonazos en cualquier parte del cuerpo que éste desee aplicarles y en cantidades que no sería fácil de olvidar por la infeliz que los recibiera, a veces ante la presencia de todas las restantes concubinas para que sirviese de lección por el mal comportamiento hacia su Amo.

Ambos jefes de esclavas asumieron toda la responsabilidad sobre las mujeres a su cargo, preocupándose por su salud, su disciplina, su entrenamiento y sus emociones, para que él pudiese concentrarse en entrenar a sus jenízaros, al ser el Coronel Jefe de ellos.

Y también los dos esclavos-jefes se encargaban de tener tanto a sus esclavas-remeras cristianas como a sus concubinas, bien arregladas, delgadas, sonrientes y ansiosas por servir a su Amo cada vez que éste requería sus servicios… Por otra parte, la plataforma de los remos en la galera, al igual que los corrales individuales, en tierra, donde eran encadenadas las esclavas-remeras cuando no estaban atadas a sus remos, siempre se mantenían muy limpios y listo para su inspección, al igual que las habitaciones y patios del harén donde estaban las concubinas.

A Aslak Breck no le gustaba saber demasiado sobre los métodos que cada uno de sus eunucos de alto rango utilizaban con sus esclavas -  Bakú con su látigo y Mosul con su bastón... El miedo a ambos métodos parecía igualmente efectivo.

Además, el cómitre Bakú parecía tener un sexto sentido pues detectaba de inmediato la más leve relajación en una esclava-remera de la galera y de inmediato lo solucionaba con un buen latigazo sobre la espalda de la desdichada para que de inmediato ésta reaccionara y se pusiera a remar con todas sus fuerzas… En cuanto a Mosul, si percibía que una de sus concubinas aflojaba en su actividad sexual para darle el máximo placer a su Amo, al día siguiente el resto de concubinas veían claramente una docena de rayas a través de sus pantalones de seda transparente… Nada se había dicho pero la joven era seguro que estaría ansiosa de demostrar la próxima vez que fuese seleccionada, la más absoluta sumisión, obediencia y degradación, con tal de no volver a recibir una paliza como esa y recuperar la afonía que tenía por los berridos que emitió cuando le pegó sin piedad alguna.

Al principio, Aslak Breck se había sorprendido por la crueldad de usar

mujeres blancas y bonitas como esclavas-remeras para las galeras personales… Esa idea sin duda habría sido abominable utilizarla en la Europa cristiana pero la cultura turca era muy diferente… Y como él aceptaba cada vez más las costumbres turcas pronto le pareció de lo más normal y natural disponer de mujeres jóvenes no sólo como esclavas-remeras, sino para su propio placer carnal utilizando a las esclavas encerradas en su harén disfrutando con ellas como jamás pensó que podría hacerlo.

Ahora, utilizar mujeres-remeras jóvenes para las galeras, lo consideraba ideal por lo rápido que podía desplazarse de un lugar a otro… Lo pensaba cuando en estos momentos se encontraba de camino para inspeccionar un destacamento de jenízaros que se encontraba en un islote que protegía la entrada a la bahía y al puerto interior… Las esclavas-remeras, como una manada de perras, remaban con desesperación y eran mucho más efectivas que sus equivalentes masculinos… Y, por supuesto, muchísimo más agradables a la vista, sin preocuparse en absoluto de lo que estaban sufriendo al realizar estos inhumanos esfuerzos, que sólo eran premiados con algún que otro latigazo si el cómitre Baku no estaba contento con el rendimiento de alguna.

Y, por extraño que pareciera a pesar de la degradación, tortura y vejaciones constantes, las mujeres-remeras estaban orgullosas de estar al servicio de su atractivo Coronel-Jefe de los jenízaros… Ellas se sentían orgullosas de la velocidad con la que propulsaban su

galera a través del puerto y a lo largo de la costa… Se sentían orgullosas de la forma en que mantenían el ritmo de remo… Se sentían orgullosas de poder usar los distintivos -cascos y plumas- de los jenízaros… Y, por tanto, el Coronel-Jefe Aslak Brek, también lo estaba de sus 24 esclavas-remeras porque ante todos demostraba como disfrutaba con ello, cosa que agradaba y mucho al Gobernador.

La utilización de esclavas-remeras sirvió para que otros importantes comerciantes y mandatarios lo imitasen comprando esclavas para tirar de sus galeras particulares, con lo cual el mercado de jóvenes y maestros de látigo experimentado, creció de forma espectacular, incluso también se produjo una importante reventa de esclavas-remeras experimentadas.

Y también, porque no decirlo, el Coronel-Jefe Aslak Brek se sentía muy orgulloso de ser el dueño del harén que tenía… Escondido tras una celosía miraba a sus concubinas como jugaban alegremente salpicándose entre sí, alrededor de una fuente o lanzándose una pelota grande… Mosul, su principal eunuco negro, con bastón en mano, las vigilaba de cerca, sonriendo al ver a las concubinas más adultas comportarse como niñas pequeñas.

El sentimiento de pertenencia y poder de Aslak Brek se acrecentó al darse cuenta que, en cualquier momento, cuando le apetecía, con sólo tocar una pequeña campanilla, todas las mujeres de su harén dejaban de inmediato lo que estuvieran haciendo y corrían a alinearse frente a su Amo para su inspección privada.

Entonces Mosul, bastón en mano, las llamaría una a una, para que se acercaran a su Amo y mostraran con todo detalle primero sus pechos… Luego, abriesen bien las piernas y las flexionaran para enseñar su coño… Y finalmente, se girasen de espaldas, se doblaran por la cintura y con sus dos manos separasen al máximo las nalgas para ofrecer la visión de su orificio anal bien dilatado… Esto era una forma muy ensayada previamente ante Mosul, que corregía todo para no disgustase a su Amo al realizarlo pero no por ello dejaba de ser muy humillante para la concubina, que muchas veces se mostraba muy nerviosa por lo que le obligaban hacer.

Y otras veces, si Aslak Brek tocaba otra campana mayor, situada en una ventana que daba al patio posterior y luego bajaba a los corrales de esclavas-remeras de las galeras, encontraría a cada joven arrodillada a “cuatro patas” en silencio a la puerta de su establo individual mostrándole el culo bien abierto, ofrecido para ser penetrado si así lo deseaba su Amo… Y todo ello controlado por el ojo vigilante del cómitre Bakú y su látigo… Eran también gestos muy humillante para ellas, pero debían cumplir las ordenes enseñadas.

Aslak Brek sabía que ser dueño de un harén de concubinas cristianas  blancas y poseer esclavas-remeras de galeras había sido muy comentado en la ciudad de Marsa (actual Malta), sobre todo por ser él un extranjero y haberse convertido a la Única y Verdadera Fé, la de Mahoma… También, poseer ambas cosas, era un signo externo de su carácter tiránico, habiéndose ganado no sólo el respeto de sus tropas y del pueblo, sino, lo más importante, el de todos los superiores que confiaron plenamente en él y en el trabajo que estaba realizando.

De hecho, había sido el propio Gobernador de Marsa quien había insistido en que el renegado ex Capitán Roy Curry se ganara el respeto tanto de sus tropas como del pueblo al ver los resultados de sus operaciones corsarias y el enriquecimiento de las arcas, lo cual beneficiaba y mucho a los importantes comerciantes de la ciudad.

Oficialmente el Sultán, en la lejana Constantinopla, estaba encantado

de las actividades de los corsarios con base en Marsa, por lo mucho que le llenaban sus arcas y le proporcionaban grandes cantidades de esclavas… Y todo el éxito se debía a los destacamentos de sus Jenízaros dirigidos con mano dura por el Coronel-Jefe Aslak Brek, mostrando su coraje en los abordajes y asaltos tanto por la costa como en el mar… El Sultán lo había enviado a Marsa, para ver si lograba el respeto de su tropa, la devoción hacia una religión recién adoptada y la aceptación de sus costumbres como era un harén de esclavas cristianas para su servicio sexual… Todo fue un éxito para él.

Por ello, cuando regresaba ahora un barco de corsario, no era raro que las cautivas fuesen mostradas a Aslak Brek por si las quería como concubinas para su harén o como esclavas-remeras para su galera, antes de llevarlas a la subasta pública.

En cierta ocasión, el Gobernador de Marsa regaló a Aslak Brek, como recompensa por sus buenos servicios que le prestaba, a la concubina Camyl Perry para su harén… Ella, antes de ser capturada, era la esposa de un oficial del ejército británico… Ahora llevaba en su vientre la marca a fuego del Gobernador, lo cual indicaba que se trataba una concubina muy bien entrenada para dar excelente placer sexual a su Amo… Su vida había dado un giro total y para mal… Y le costó mucho aceptarlo por lo que el eunuco jefe del Gobernador tuvo que aplicar mano muy dura con ella hasta doblegarla totalmente.

El ex Capitan, convertido ahora en Aslak Brek, la encontró muy atractiva cuando la vio por primera vez desnuda ante él y pensó que con unos buenos golpes del bastón de Mosul, pronto se plegaría a todos los caprichos que quisiera obtener de ella, al igual que Mosul también lo consiguió con otras esclavas cristianas blancas que hoy día estaban a su servicio.

Recordaba que ahora tenia en su harén mujeres europeas educadas… Entre sus concubinas estaban dos antiguas institutrices, que habían sufrido lo impensable por su resistencia inicial a ser esclavas… Ahora estaban tan degradadas, por los durísimos castigos recibidos, que admitían todo de forma inmediata y sin oponerse a nada… Habían aprendido que eran esclavas, que estaban al servicio total de su Amo y que su vida dependía totalmente de él.

Una de ellas era una escocesa, a la que había marcado a fuego en el vientre, su propia marca… Previamente, por su carácter rebelde, la había castigado a servir durante un tiempo como moza de burdel en el puerto y luego como esclava-remera en su galera… El resultado final fue que se transformó en una hembra de lo más sumisa y entregada para todo tipo de deseo sexual que se quisiera hacer con ella… Todo lo aceptaba, incluido golpearla salvajemente en los pechos y coño para divertirse con su dolor… Ella no quería volver a sufrir el martirio inhumano que pasó anteriormente y estos “caprichos” de su Amo, aunque dolorosos, debía soportarlos sin más.

La otra institutriz era la encantadora francesa que llevaba la marca en el vientre del Emir de Zanda, que fue quien la capturó y doblegó humillantemente y ahora se la había obsequiado a Aslak Brek… Según contó, su destino fue ser una yegua y tirar del carro de carreras del hijo del Emir, yendo totalmente desnuda, equipada como un animal de tiro y arrastre, incluida la cola por llevar metido en el culo una especie de dildo de madera… Tras más de un par de años de desempeñar, día a día, esta durísima tarea y recibir numerosos latigazos para disciplinarla, el Emir decidió utilizarla en sus fiestas para diversión de todos los presentes… Y así, su espectáculo consistía en ser follada por seis esclavos negros, de todas las formas posibles, ante los invitados, que aplaudía tan aberrante y degenerada escena… Y como esto gustaba mucho, una vez preñada, siguió participando en estas fiestas hasta llegado prácticamente el día del parto… Su enorme barriga de los tres últimos meses generaba mucho morbo entre los presentes y divertía mucho ver las posiciones que tenía que adoptar para poder hacer una buena cópula y no recibir después una serie de bastonazos del eunuco jefe si éste no quedaba contento con los acoplamientos que había realizado.

Pero Aslak Brek, no sólo era el Amo de esas dos institutrices… También lo era de otras mujeres europeas bien educadas y con quienes regularmente disfrutaba follándoselas como y por donde quería… Todas ellas, se entregaban al máximo con sólo recordar a Mosul, el jefe eunuco del harén, que las estaba viendo a través de una celosía como actuaba… La concubina elegida debía hacer lo inimaginable para que su Amo quedase muy satisfecho con su cuerpo que le ofrecía para ello y que disfrutase de todas las formas que quisiera, que para eso era su Amo… Con el tiempo que llevaban cautivas, cualquier concubina ya estaba plenamente “convencida” de que esa era su vida, de que era una esclava sexual y estaba para lo que le mandasen, no queriendo pensar en lo que sería su futuro final porque ninguna lo sabía… Era su Amo quien lo decidía.

Pero ahora, en estos momentos, la concubina de turno lo que quería era evitar ser castigada… Temblaba con sólo pensar en los doce bastonazos durísimos que pudiese darle Mosul al día siguiente por no dejar a su Amo -y sobre todo a él, como eunuco jefe- plenamente satisfecho… Y encima, además, el resto de concubinas vieran las marcas de castigo en su cuerpo a través de sus pantalones totalmente transparentes que llevaba en el harén y escucharía comentarios sobre los motivos de tan duro castigo… Por tanto, entregarse, denigrarse y humillarse sería la mejor solución o mejor dicho, la única.

 

Continuará…..

 

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