…solo entrar, Julio se despojó de su ropa para dejar ver sus excelentes atributos y bajándome el bañador hasta los pies y empujándome suavemente me tiró a la cama, se colocó sobre mí con nuestros cuerpos pegados y nos dimos el primer morreo, enseguida fue bajando por mi cuerpo su lengua juguetona hasta llegar al miembro enhiesto, se entretuvo allí lo justo, me levantó las piernas y siguió bajando por los huevos hasta el ano, comenzó a chuparlo y a meter su lengua en un intento de clavarla dentro que me hacía estremecer, tan pronto me chupaba el culo como se pasaba a la polla, pronto quise yo también gozar del gusto de chupar un culo sin despreciar la polla, por eso cambiamos un rato las posiciones hasta que comenzamos un 69, echados de lado a lo largo de la cama con mis pies en la zona de la cabecera y dando la espalda a la puerta, era maravilloso pero yo no dejaba de pensar en Elisa y hasta le pregunté qué pasaba con ella, me dijo que ya llegaría y que no me preocupara pero no me convenció, yo creía que ya no vendría, que habría cambiado de opinión, que algo habría pasado, estaba tardando demasiado y nosotros estábamos disfrutando de lo lindo con lo que igual llegaríamos al clímax sin ella.
Julio, que no paraba de chuparme el agujero, me pidió, a la vez que se volvía un poco para quedarse boca arriba, que me sentara encima de él para metérmela. Cuando, obediente me disponía a cumplir sus deseos, vi a Elisa. No sé cuánto tiempo llevaba allí, estaba completamente desnuda con las piernas entreabiertas y a mí me pareció una diosa, nos observaba mientras con una mano se sobaba las tetas y con la otra el clítoris, tal como ya la había visto hacerlo delante de su marido, estaba claro que le gustaba el espectáculo que presenciaba protagonizado por nosotros. –Ven con nosotros, únete- le dije, al tiempo que le extendía la mano invitándola y olvidando el deseo de Julio que un momento antes estaba dispuesto a cumplir, pero ella estaba demasiado emocionada con lo que hacía y ni hizo mención de pararse, más bien intensificó el ritmo recordándome a mí la culminación de la paja que le pidió su marido el día anterior, ésta vez, en la situación que me encontraba, intentaría ayudarle, salté de la cama y llegué como un obseso a alcanzar sus tetas con mis manos, ella me miró con deseo, la boca entreabierta, los labios libidinosos, la expresión de su cara concupiscente, los poros de su sensual piel exhalando lujuria; sin pensarlo me uní a ella en un brutal morreo mientras acariciaba sus tetas libres ahora de la mano que ya me abrazaba. A pesar de notar mi polla en su abdomen, Elisa siguió con aquel violento ejercicio que le estaba imprimiendo a su mano sobre su sexo, ignorando mi pene que tan cerca y tan a su alcance tenía, comprendí que estaba a punto y yo no podía hacer gran cosa, solo esperé a que aconteciera el esperado orgasmo que un momento antes de producirse intuí que llegaba cuando con la mano libre agarró mi cabeza para apretarla a la suya con la boca totalmente abierta pegada a la mía ahogando el último y largo gemido que anunciaba el primer orgasmo que sintió de los varios que yo intentaría ayudarle a obtener, faltaría más…