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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 14(Las hermanas)

en Grandes Series

  Algunos de entre los que habíamos acudido a la fiesta, se quedaban a dormir en las casas de los anfitriones, nosotros nos despedimos de los nuestros, el alcalde me dio un abrazo para mi padre y Susana y Carmen, que así se llamaba la hija del alcalde, quedaron en verse al día siguiente o al menos, antes de marcharse a estudiar a la ciudad; irían juntas y se arroparían la una a la otra en la nueva experiencia que iban a emprender aquel nuevo curso que comenzaba a la semana siguiente, y nos pusimos en marcha. Cada cual llevaba su linterna y pronto se vieron dos luces por delante, la de Julio y la mía, seguidas a poca distancia por las hermanas, llevábamos conversaciones distintas pero yo intuía que las hermanas se estaban haciendo grandes confidencias; nosotros, al comentar este extremo, comenzamos a hacer elucubraciones de lo que se podían contar, entonces Julio me preguntó qué habíamos hecho en el rato que ellos nos habían echado en falta, se lo conté sin tapujos y le informé, si él no lo sabía con certeza, del volcán que tenía por cuñada, ahora le correspondía a él tener cuidado de disimular ante ella para no ponerla en evidencia. Aflojamos el paso para esperarlas y al llegar a nuestra altura, Julio les preguntó:

  -¿Se puede saber de qué vais hablando? Me parece que os habéis contado cosas que posiblemente nos incumben a nosotros también, ¿es que vais a tener secretos con nosotros?-

  Enseguida contestó Elisa algo que nos sacaba de toda duda:

  -Cuando lleguemos a casa, recuérdame Tati que te dé un condón, podrás utilizarlo esta misma noche, pero sed prudentes y no hagáis ruido.-

  Yo sabía que tenía que dormir con el hermano de ellas y por eso puse cara de estupefacción cuando oí eso, Elisa me lo aclaró enseguida, la habitación donde dormían ellos estaba abajo en un lateral de la casa y se podía acceder desde las cuadras y que ni siquiera había llave, en aquellos tiempos y en un pueblo así, no existían problemas de seguridad. Así que entraríamos por allí y sin llegar al patio de la casa, nos meteríamos en la habitación de ellos, cuando acabáramos, entraríamos al patio, acompañados por ellos y cada uno se iría a su correspondiente habitación.

  Eso implicaba que Susana tendría que follar conmigo en presencia de su hermana y su cuñado, ya lo habían hablado entre ellas y ahora Susana estaba dispuesta; para que no se sintiera violenta, Elisa y Julio también follarían al mismo tiempo, aunque la cama nos la cederían, Elisa ya había decidido por ella y por su marido que ellos estaban dispuestos a hacerlo de pie, además de todo lo que habían urdido con su hermana. Julio asintió a todo complaciente y Susana miró a su cuñado con una nueva mirada que antes de aquella noche no había utilizado, la relación entre ellos iba  a ser diferente a partir de ahora.

  Entramos como estaba previsto por las cuadras, éstas se encontraban vacías en este tiempo de verano, pero el olor a vacuno persistía, hasta en la habitación se notaba ligeramente. Hasta haber cerrado la puerta no encendió Elisa la luz, en ese momento nos vimos los cuatro de pie sin decidirse nadie a dar un primer paso aunque todos sabíamos lo que teníamos que hacer, tuvo que ser Elisa, siempre la maravillosa Elisa, la que iniciara la acción. El contraste de temperatura entre el exterior y aquella habitación invitaba a sacarse la ropa, en un instante, Elisa se quedó tal y como vino al mundo, al verla, los demás le imitamos, el más lento era Julio, posiblemente por la presencia de su cuñada; cuando me saqué el slip mi pene estaba tieso y duro como los maderos del techo de la habitación, Julio, en cambio, lucía el consabido aparato sexual de grandes dimensiones con una flacidez que no duraría mucho. Para ayudar al clima de compañerismo que aquella noche había nacido entre los cuñados, me acerqué a Julio y cogiéndole la polla le dije a Susana que se fijara en la diferencia de tamaño entre nuestras pollas.

  -Ésta es la responsable de la felicidad de tu hermana, ya verás cuando adquiera el tamaño final.-

  Le dije sonriendo, de forma que sirviera aquello para unir a los cuñados, que aún parecía que guardaban las distancias.

  -Todos, por lo que parece, sois muy felices.-

  Me contestó Susana como si la contestación fuera dirigida a mí, pero de manera que al hacerlo, supieran que iba por ellos en mayor medida. Elisa le había contado más cosas de las que yo creía o Susana era más inteligente y perspicaz de lo que se pudiera creer; Elisa era la única que podía aclararlo, pero eso lo dejaríamos para otra ocasión.

  Ahora veía el cuerpo desnudo de Susana en todo su esplendor, noté que Julio, una vez superada la vergüenza inicial, lo miraba también con el beneplácito de Elisa que también lo contemplaba, era como una obra de arte admirada por todo el que la ve.

  -Tienes un cuerpo maravilloso.-

  Dijo Elisa mirándola para seguir a continuación:

  -Y a Julio le gusta por lo que veo, mira como se le ha puesto mirándote.-

  -Si no has de ponerte celosa, a mi no me importaría probar ese rabo enorme que os hace tan felices.-

  -Nunca nos ponemos celosos, nos queremos mucho y estamos convencidos de que nadie puede interferir en nuestro amor, hagamos lo que hagamos, uno y otro y siempre con sinceridad y sin secretos y siempre que podemos, juntos.-

  Dijo Elisa abrazándose a su marido que asentía con la cabeza a lo que decía su mujer. Entonces intervine yo:

  -Puedo asegurar que esta pareja es la más sólida que pueda haber bajo la capa del cielo, se quieren tanto que nada ni nadie les puede hacer mella en su relación, viven el sexo de otra manera diferente a como lo hace la mayoría y para mí, han constituido un ejemplo a seguir, con Rosi lo hemos hablado y nos gustaría ser como ellos-.

  Entonces Susana se acercó a Julio y mirando a su hermana le dijo:

  -Entonces no os importará, supongo, siento curiosidad por tener semejante polla en la mano.-

  Y cogió la polla de Julio, la acarició y sin poder resistirse, llevó la boca hasta ella para metérsela dentro todo lo que pudo, le dio tres o cuatro embestidas y dijo:

  -Julio, cuando quieras estoy a vuestra disposición, ahora me tengo que follar a Tati, el pobre se lo merece, antes se ha portado muy bien conmigo además veo que os quiere hasta más que lo que se os quiere en esta casa, aunque yo os he querido siempre, tú Elisa lo sabes.-

  Hasta allí dejé que llegaran, les dije que ya valía de ponerse tiernos y a Susana que si se quería poner tierna que lo hiciera conmigo, la abracé y la besé y cuando notó mi lengua buscando la suya, reaccionó implicándose conmigo totalmente. Me agarró la polla y comenzó a pajearla. Mientras, yo tenía sus magníficas tetas en mis manos, me recordaban a las de Lola, con aquella me quedé con las ganas de meterle la polla entre ambos senos, ahora era lo primero que iba a hacer. La tiré materialmente sobre la cama y me coloqué sobre ella, mis piernas abiertas, su cuerpo entre mis rodillas, cuando vio que acercaba mi pija a sus tetas, se las cogió con sus manos y me las apretaba al vientre y por consiguiente a la polla, yo me meneaba de arriba abajo frotando mi pene en sus tetas, ella estiró, en un momento dado, la cabeza hacia delante sacando la lengua en un claro intento de alcanzar la punta de mi polla que asomaba por el canalillo, solo tuve que estirar un poco mi cuerpo hacia arriba y pudo alcanzar la polla con sus labios, entonces dejó caer sus tetas sostenidas hasta entonces por sus manos que ahora utilizó para sostener mi miembro en la posición adecuada para seguir realizando la felación.

  De reojo miré lo que hacía la otra pareja, Elisa estaba en el suelo sobre una manta, boca arriba con las piernas abiertas y las rodillas arriba y Julio permanecía amorrado en el chocho de su compañera, por los jadeos que se oían a pesar de la imposición de silencio consensuado, se adivinaba que estaba cerca del orgasmo, entonces se me ocurrió que Susana podría llegar al orgasmo antes que su hermana si yo me lo proponía, bajé mi cabeza hasta sus pezones, los besé repetidamente y fui bajando la cabeza  a lo largo de su cuerpo, chupaba su ombligo, su vientre liso, sus pelos rizados y negros y por fin su sexo, abarcaba con mi boca todo él, con mi lengua trataba de abrir sus labios buscando el orificio de entrada que debía recibir más tarde mi polla enfundada con el condón que Elisa había sacado de la mochila, pero cuando acerté a colocar el grueso de mi lengua en su clítoris, Susana se transfiguró, comenzó a moverse como una posesa y cuando le apliqué la punta de mi lengua en su botón, ya no pudo más, en ese momento se hizo evidente, por los sonidos provenientes de la otra pareja, que Elisa alcanzaba el orgasmo, Susana, a la vez, alcanzó el suyo. En el silencio que siguió después en aquella habitación, flotaba una complicidad de amor, lujuria y sexo entre los cuatro que estrechaba lazos de unión familiares y de amistad.

  Con Susana nos pusimos de acuerdo en cederles media cama, nos pusimos cruzados y les invitamos a levantarse del suelo. Julio, como no tenía que ponerse condón, la metió un poco antes que yo, los cuatro volvimos nuestras caras entre nosotros para vernos los cuatro, era como si jodiéramos no por parejas sino en común. Las hermanas se miraban una a la otra y se transmitían el placer que sentían con las pollas dentro, independientemente de lo que los hombres hacíamos, el orgasmo iban a tenerlo juntas, lo sabíamos todos con certeza, se dieron la mano y como si fuera un cable eléctrico cuando el placer de la una aumentaba, la otra lo sentía como suyo y así fue creciendo y creciendo hasta el momento de explotar en un orgasmo al unísono increíble, tremendo, sublime, que nos abocó a los hombres a corrernos en el mismo instante que ellas. ¡Indescriptible!

  Una vez vestidos otra vez, entramos a la casa por el acceso a las cuadras, me acompañaron a la habitación del hermano y nos despedimos en voz baja hasta el día siguiente. Yo tuve que despertarlo para que me hiciera sitio en la cama y poderme acostar. Dormí profundamente y ni siquiera me enteré cuando mi compañero de cama se levantó al día siguiente.

  En mi sueño aparecían Susana y Carmen en mi ciudad, se mezclaba en el sueño la presencia de varios amigos, entre ellos, Javier, además estaba la madre de Javier, que siempre me había gustado, era bellísima. En el revoltijo sin lógica alguna, propio de cualquier sueño, alguien me quitaba el slip, me quedaba desnudo ante todos, yo estaba excitado y Javier les mostraba mi erección a todos, había algún profesor, un vecino de mi casa y Julio, éste me cogía el pene y me lo acariciaba, su mano había dejado de ser la de un rudo trabajador del campo para convertirse en una mano suave y pequeña, no era él, era la madre de Javier, aquello que tantas veces soñé esta vez se había hecho realidad, solo restaba disfrutarlo, la sensación era bestial, era tan intensa que parecía realidad, yo estaba en un estado entre dormido y despierto en el que no distinguía realidad de sueño, me agarraba a la buena sensación de la madre de Javier masturbándome pero veía el contorno de una ventana iluminado por luz diurna colándose en una habitación en tinieblas, el desconocimiento del entorno me desconcertaba y hacía que me despertara a la vez que la curiosidad que sentía por saber donde me encontraba, solo la sensación de la madre de Javier sobándome la polla me mantenía aferrado al sueño; solo cuando se desvaneció la figura de aquella señora y seguía sintiendo la pequeña y fina mano rodeando mi polla, comprendí que era real, que la mano no era un sueño, aunque hubiera nacido como tal, que estaba en la casa natal de Elisa y que aquella mano solo podía ser de ella o de su hermana.

  Quise seguir con el juego y no di señales de estar despierto, aguanté la suave masturbación y noté como levantaba mi divina violadora la ropa de la cama para introducir dentro su cabeza. Pronto noté unos labios y una lengua relevando la mano perturbadora de mi sueño, ya entonces pude volver la cabeza para tratar de reconocer a la hermana hambrienta; entonces me encontré con un cuerpo totalmente desnudo del que casi no podía ver más que un culo respingón que sin duda pertenecía a la que supuse  que me estaba despertando de manera tan original. Para que supiera que ya estaba despierto y un poco para asegurarme de la hermana que tenía metida en la cama, busqué las tetas, que encontré desnudas como suponía, y al palparlas, grandes y firmes, tuve la seguridad de estar acompañado por Susana.

  -Una bonita forma de despertarme, Susana, buenos días cariño.-

  Ella solo me dijo que ya veía que me había gustado mientras apartaba la ropa del todo para subirse encima de mí con el chocho, totalmente mojado, sobre mis cojones. Con mi polla acompañada por su mano, se frotaba el coño, después la soltaba y se frotaba directamente sobre ella, movía su pelvis de adelante atrás en un maravilloso vaivén que me daba tanto gusto como si se la tuviera metida dentro. Si a mí me gustaba, a ella le gustaba más, pasaba una y otra vez su clítoris por la base de la pija restregándose y apretándose, cada vez más intensamente, cada vez más rápidamente, cada vez más sonoramente, sus gemidos de placer auguraban un inminente orgasmo, yo tenía que dejarle hacerlo como ella quisiera, solo la acompañaba en su ritmo y me dejaba llevar. Cuando explotaba en el anunciado e intenso orgasmo, yo, dejándome arrastrar por la corriente de lujuria y sentidos, me corrí sobre mi abdomen desnudo. Solo entonces me di cuenta de que mi slip, con el que me eché a dormir, había desaparecido, comprendí que debía llevar mucho tiempo allí conmigo dormido.

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