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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 8 (Pablo y Sebas)

en Grandes Series

  Quedaba todavía mucha tarde cuando nos dirigimos a casa de Pablo, Beba tenía que trabajar y cogería un taxi que llamaría desde casa de Pablo para ir al club, tenía el tiempo justo, yo me iba fijando para aprenderme el camino. Llegamos al portal y tocamos el timbre, había portero automático y al presentarme, se abrió la puerta. Nos recibió Pablo con un bañador ajustado, era de los de competición, lucía un soberbio tipo musculado sin exagerar, moreno bronceado, con el paquete destacando, se le notaba cada uno de sus huevos y sobre ellos el bulto de una polla que tenía que estar muy bien cuando se enderezara. La Beba le pidió poder llamar al taxi y él se ofreció a llevarla personalmente, no se lo pensó un instante, poder ahorrarse el dinero del taxi era más dinero para su hija, me invitaron a acompañarles y yo, que tampoco tenía más opciones, acepté. Acto seguido, mientras la Beba esperaba tomando el Martini preparado por Pablo, éste me enseñó mi habitación, estaba en el edificio anexo destinado al servicio, con una pícara sonrisa me mostró la posibilidad de recibir visitas privadas sin afectar a la vida cotidiana de la casa, después me mostró el resto de la casa y el exterior donde destacaba la enorme piscina que Pablo utilizaba para nadar largo tras largo y conseguir así mantenerse en la forma óptima que tenía para su edad.

  Al llegar al club, Beba se despidió de nosotros con sendos besos, yo le pedí el teléfono del club para poderla localizar y nos volvimos a la casa. Dándome una toalla, me invitó a acompañarle a la piscina, yo me excusé para ir al servicio y me aseé bien mis partes íntimas por lo que pudiera ocurrir; ya se había hecho un montón de largos antes de llegar nosotros y le habíamos interrumpido una sesión de baño de sol que tomaba a esas horas cuando el sol ya comienza a bajar. Con la botella de Martini, hielo y dos vasos, nos fuimos a instalar en las hamacas del borde de la piscina, cuando me vio el moreno de mi espalda en contraste con la blancura de mi pecho, me dijo que eso había que corregirlo tomando el sol tumbado boca arriba; obediente, extendí la toalla sobre el césped y me tumbé cara al sol, él me acercó un abundante Martini y me dijo que había que evitar que me quemara más (tenía los hombros y los pechos un poco colorados) y se dispuso a extender crema sobre mi cuerpo.

  Comenzó por los hombros y brazos, siguió por los pies y piernas hasta llegar al bañador, éste era de licra y perneras cortas, introducía las puntas de sus dedos por debajo de las perneras unos centímetros sin dar muestras de ningún deseo fuera de lo normal, después pasó al pecho, aquí ya se entretenía más de lo normal cuando pasaba sus manos por encima de mis pezones, fue bajando hasta mi vientre y ralentizando sus manos, metía sus dedos un poco por debajo del bañador y repetía el vientre y los pechos una y otra vez. Se fue haciendo evidente mi erección, seguía él a lo suyo y los dos permanecíamos callados, de momento cogió mi bañador y lo arrastró hacia abajo unos centímetros hasta que la goma de la cintura hizo tope en la base de mi pene ya de buen tamaño; me aplicó crema en la zona que había quedado al aire y me hizo dar la vuelta.

 Al ver que no había seguido más adelante siendo que la situación era tan propicia, pensé que igual me estaba equivocando, posiblemente me viera muy joven y aun ofreciéndome yo, él quisiera respetarme, quizás dudara de mis gustos por los hombres o a lo mejor esperaba que yo me lanzara en lugar de la pasividad que hasta ese momento me había caracterizado.

 Comenzó por las piernas y cuando llegó a la parte de arriba lo hizo despacio y con gran delicadeza, sobre todo en el nacimiento de mis muslos por la parte de adentro, entonces hasta levanté levemente mi culo en señal evidente de mi disposición lujuriosa. Siguió con la espalda y cuando llegó a la cintura, bajó mi bañador hasta dejar mis glúteos al sol, pasaron unos segundos sin notar sus manos que ya estaba deseando las posara sobre mi culo y diciéndome que aquí podíamos tomar el sol completamente desnudos (la valla era de tres metros de alta), me despojó del bañador por completo sacándomelo por los pies.

  Con una buena cantidad de crema en sus manos terminó la aplicación corporal en mi culo, ahora a la vista, después de darle a los glúteos me metió descaradamente una buena cantidad de crema directamente en el ojete y comenzó a extenderlo, llegaba hasta los cojones pasando por el nacimiento del pene que para entonces ya tenía duro a tope, en el ano, con un dedo iba introduciendo crema, el dedo también entraba tras la crema, cada vez con más facilidad, después metió dos dedos, los metía y los sacaba repetidamente, yo le facilitaba la tarea levantando el culo ostensiblemente, al fin metió hasta tres dedos.

  Esperaba que con aquella dilatación de mi agujero aprovechara él a meter su pija, yo no sabía ni siquiera si la tenía derecha, estiré la mano buscándola y la encontré todavía presa por su bañador, al momento se lo bajó y pude cogerla libremente, la noté algo más grande que la mía pero evidentemente más pequeña que la de Julio, levanté todavía más el culo acercándolo a su miembro ahora en mi mano y con ella  acompañé su pija hasta la entrada de mi orificio.

 A partir de allí, toda la faena le correspondía a él, la metía hasta adentro y la echaba para atrás repetidamente, cada vez más deprisa, cada vez más recorrido, alguna vez se salía del todo y rápidamente la volvía a meter, con su mano agarraba mi polla, que permanecía dura, y me masturbaba repetidamente. Oí que me avisaba de que se iba a correr y por toda contestación apreté todavía más mi culo a su cuerpo en una clara muestra de aceptación de sus deseos. Tras unos jadeos contenidos crecientes en intensidad, oí uno, ya incontenido, largo, larguísimo, seguido de otro y otro, a la vez que paraba su mete saca cuando más adentro la tenía metida y me llenaba el recto de su semen mientras  que con su mano apretaba mi polla a punto de soltar la leche acumulada, como queriendo hacerla estallar.

  Me di la vuelta en breves momentos para coger su picha, todavía grande, y acercar mi rostro a ella, percibí que estaba limpia de restos de mi intestino (satisfacción por mi particular manera de limpiarme hacía media hora) y comprobando al acercar mi nariz la ausencia de otro olor que el peculiar del semen, saqué la lengua para probar la delicia de aquella polla que todavía no había visto hasta ahora y con ella y mis labios limpié el glande que acababa de salir de mi interior, y el resto de aquella polla perteneciente a un hombre de tanta edad que casi podía ser mi abuelo ( de hecho yo tenía un abuelo 6 ó 7 años mayor que él).

  Enseguida buscó él mi polla con su mano para llevarla a su boca y propinarme una excelente mamada, como yo estaba a tope, al momento me vino el clímax, le avisé de que me iba a correr y al no apartarse, comprendí que quería recibir mi leche en su garganta. Cogí su cabeza con mis manos apretándola a mi pelvis y vacié mi esperma en continuos chorros dentro de su cavidad bucal. Aguantamos quietos unos momentos y al fin, sin que se le derramara ni una gota, acercó su boca repleta de leche a la mía y yo, adivinando su intención, entreabrí mis labios para recibir a los suyos en el primer beso que nos dábamos y que me devolvía el semen expulsado de mi cuerpo otra vez a mi interior, ésta vez despertando en mi lengua el sentido del gusto al probar mi propio semen proveniente de la boca de mi amante; en un eterno beso de lo más apasionado fuimos tragando nuestras salivas y mi semen hasta no quedar más que un ligero regusto.

  Después, mientras apurábamos los Martini, me dijo que si me había gustado tendríamos que repetirlo, seguramente encontraríamos ocasión pero si las aprovechaba con mi chica, él no las tendría, así que se reservaba las noches o las mañanas antes de que me fuera a trabajar pues no tenía que empezar hasta las nueve, él me iba a dar todas las facilidades para poder estar con Rosi, me dijo que incluso si queríamos la piscina o la casa entera, se lo dijera para marcharse a algún sitio y poder estar nosotros tranquilos.

Por la noche, Pablo me acompañó al bar de su amigo para que me aprendiera el camino y a la vez poder cenar. Sebas, como llamaban a Sebastián, cuando nos vio se le iluminó el rostro y nos acogió como por la mañana lo había hecho cuando fui con la Beba, se quitó el delantal, dio unas instrucciones a los camareros que se quedaron trabajando y cogiéndonos del brazo nos arrastró a la puerta diciéndonos que para celebrar nuestro encuentro íbamos a ir a cenar a una marisquería cercana, entonces caí en la cuenta de que cuando Pablo le llamó para decirle que íbamos a acercarnos al bar, le debió contar algo del polvo que echamos al borde de la piscina.

  Una espléndida cena regada con un excelente vino blanco y propuesta para ir a tomar una copa a un lugar exclusivo, yo tenía que echarme no muy tarde ya que al día siguiente comenzaba a trabajar. Pablo propuso tomar la copa en su casa y Sebas se apuntó enseguida a un whisky reserva que sabía que  al anfitrión nunca le faltaba, él se preparó un cóctel dulce y a mí me preparó otro igual. Nos sentamos en el tresillo del salón a tomar las copas y enseguida Sebas se ausentó para ir al baño, tras él marchó Pablo y cuando volvieron lo hicieron totalmente desnudos y empalmados, abrazándose y besándose llegaron al sillón donde yo me sentaba y me animaron a participar.

  Sebas no podía creer, cuando me vio desnudo, tener a su disposición el cuerpo joven, suave y sin vello que tenía delante. Se abalanzó sobre mí como animal salvaje, yo le correspondí dándole mis labios que besaba y mordía con fruición y cogiéndole la polla que era de similar tamaño a la de Pablo, a la vez agarraba la de Pablo que nos llenaba de caricias y besos por nuestros cuerpos; nos desplazamos hasta el sofá y caímos yo debajo, él encima, nuestras pollas juntas prietas entre su abdomen y el mío, nuestras pelvis moviéndose al unísono, yo la levantaba y el la bajaba, en esa posición la pasión iba en aumento, el roce de nuestras pollas con nuestros cuerpos lubricados con el líquido viscoso que salía por los orificios de nuestras pijas nos hacía vibrar de placer y lujuria, sin esperarlo tan rápidamente, Sebas soltó unos gritos audibles en toda la casa al tiempo que se corría en mi ombligo. Se quedó tan inmóvil que se diría se había desentendido de mí.

  Más todo lo contrario, se levantó buscando con su boca mi pene mojado de fluido preseminal y de su semen, Pablo le limpiaba la polla con su lengua a la vez que se masturbaba frenéticamente y yo disfrutaba de la felación que estaba recibiendo. Entonces Pablo acercó su polla sin parar de menearla a la cara de Sebas que al darse cuenta, soltó mi polla y se dispuso a esperar el regalo proveniente de ella en forma de líquido blanquecino y espeso; también yo, viendo eso, quise hacerle el mismo regalo y sin cambiar de posición, comencé a pajearme. En cuanto Pablo se corrió, puso su boca abierta sobre mi polla a esperar el regalo mientras gotas de semen se escurrían de su rostro para caer sobre mi abdomen. Antes de correrme, también Pablo acercó su boca a la de Sebas deseoso del fluido anhelado, cuando vi los dos rostros con sus bocas abiertas esperando mi leche, llegó la culminación de mis sentidos en forma de orgasmo y me corrí una vez más, la tercera, en aquel día. Necesitaba descansar, empezaba a dudar si ello sería posible.

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