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Dos principiantes maduros

en Gays

  Soy un hombre de más de 50 años que toda mi vida he sido heterosexual, casado y con hijos ya mayores pero que desde hace bastante tiempo ya, tengo deseos homosexuales, siento una curiosidad que casi se podría decir obsesiva por estar con algún hombre y esto me ha llevado a prácticas solitarias que se podrían definir como homosexuales, excitarme con porno y relatos gay y mirar ofertas de sexo gay de pago con llamadas incluidas.

  Aun habiendo contactado con algún jovencito que a cambio de dinero me prometía disfrute a tope, me faltaba siempre un pequeño algo para decidirme a dar el definitivo paso de probar un verdadero encuentro sexual que me permitiera conocer el cuerpo de un hombre y así iba pasando el tiempo hasta que en una página de contactos encontré mi oportunidad.

  Se anunciaba otro cincuentón que quería conocer a otros hombres de similar edad para encuentros casuales de sexo y sin compromiso. Quizás esta persona estuviera en una situación parecida a la mía y hubiera dado el paso que yo había pensado en ocasiones dar pero me había faltado decisión. Vivía en la capital de mi provincia a 40 minutos de coche, perfecto. No proporcionaba teléfono así que hube de mandarle un email diciéndole que quería sobre todo máxima discreción y pidiéndole su número de teléfono. Después de varios correos de ida y vuelta me dio un número y una hora para llamarlo.

  Estuve impaciente durante los tres días que faltaban hasta las 11 de la mañana del día señalado. A esa hora lo llamaría desde una casa de campo de mi propiedad en la que iba a estar yo sólo. Por fin llegó la hora, marqué el número indicado y contestó una voz grave y firme totalmente distinta a las de esos jóvenes que alguna vez llamé, me recordó la voz del mecánico de mi coche, ¿hablaríamos de averías? Afortunadamente reaccioné y le dije:

  - Soy yo, el que te tenía que llamar a estas horas, ¿puedes hablar? -

  -Estoy sólo en el mismo apartamento dónde nos podremos encontrar, podemos hablar libremente-

  Y así iniciamos una conversación en la que comenzamos a coger una confianza inusitada, efectivamente para él también iba a ser su primera vez con un hombre y quizás por eso comenzamos a elucubrar lo que haríamos cuando nos viéramos y a fantasear con esa situación de tal manera que con la conversación que llevábamos tan subida de tono y en la privacidad del lugar donde me encontraba, mi polla se me puso dura y con la mano que tenía libre desabroché mi bragueta, bajé mis pantalones y mi slip y me agarré firmemente el miembro.

-¿Sabes que la tengo en mi mano totalmente tiesa?-

 le dije, a lo que él me contestó sorpresivamente:

 -hace rato que me la estoy meneando, quiero correrme y que tú lo oigas y también te corras-

-voy a poner el manos libres y así lo disfrutaré más y mejor-

-buena idea, yo también lo hago-

-ahora con una mano me estoy tocando el culo-

-me he puesto saliva abundante en los dedos y me estoy metiendo uno, ¡qué placer!-

-me toco las tetillas, ya tengo la polla mojada-

-me gustaría tocártelas y meter mis dedos por tu pelo del pecho…y por tu pelo púbico y cogerte de las nalgas y tragarme tu polla por entero mientras te meto el dedo y te hago sentir en el cielo-

-cierro los ojos y me imagino esa mamada mientras me la meneo con más intensidad y con más placer cada segundo que pasa, me gustaría tenerte aquí para inundarte la boca con mi corrida-

-con estas bonitas cosas que me dices el que se va a correr pronto soy yo-

-pues querría estar ahí para que pudieras correrte en mi cara mientras miro tu cara de felicidad-

-pues no voy a tardar mucho en hacerlo, ¡ah qué gusto, me estoy reteniendo, quiero aguantar más!-

-no lo hagas, córrete ya, que a mí me viene ya… me viene… me viene… me corro… me corro…yaaaaaa…me corrooooooo…-

-y yoooo…ahhhh…ahhhh…ahhhh…-

  Un silencio sepulcral siguió al estrepitoso clímax al que casi al unísono habíamos llegado por medio de la masturbación, debió pasar un par de minutos hasta que yo me dejé oír:

-Si a distancia me ha gustado tanto, cuando podamos tocarnos será bestial-

-me has hecho sentir una de las mejores, si no la mejor paja de mi vida, es quizá uno de los mayores placeres que he sentido pues me he quedado con un punto de insatisfacción que no se verá colmado hasta que estemos juntos-

-es cierto lo que dices, ardo en deseos de estar juntos ¿cuándo voy?-

-yo había pensado mañana por la mañana pero bueno, esta tarde ¿qué tal?-

  Y así quedamos para aquella misma tarde en un bar que ambos conocíamos para tomar un café a las 5.

  Puntualmente llegué al bar que estaba casi vacío y en una rápida mirada vi a un hombre de la edad esperada un poco más grueso de lo que yo creía, con una barba cuidada, un pelo ensortijado abundante y unos expresivos ojos que me estaban mirando con lascivia, vestía unos vaqueros y un polo rosa de marca, se notaba que era una persona con clase, nada vulgar o chabacano, de más joven tenía que haber sido muy apuesto porque ahora con canas en su barba y en sus sienes todavía lo era, esto empezaba bien, porque yo en aspecto físico no le andaba a la zaga, hago deporte y me cuido, creo que tengo un aspecto muy agradable a pesar de unas buenas entradas sobre mi frente y aquel día me sentía muy bien con mi conjunto vaquero de pantalón y camisa de manga corta. Me acerqué y le pregunté si era él y nos dimos un apretón de manos. Comenzamos a charlar de todo un poco, trabajo, familia, aficiones y hasta de conocidos mutuos. En plena conversación me excusé para ir al servicio pues tenía necesidad imperiosa de utilizarlo y entonces él se ofreció a acompañarme. Los servicios estaban en la planta de arriba donde había un comedor que a esa hora estaba vacío y un pequeño espacio tras una cortina que daba entrada a las dos puertas reglamentarias de los servicios de caballeros y de señoras.

  Al cruzar la cortina, yo que iba delante sentí una mano en mi culo, me volví lentamente procurando que pudiera seguir con su mano en mi trasero y le agarré el suyo con mis dos manos a la vez que me pegaba a su cuerpo, así apretados y mirándonos uno al otro, instintivamente acercamos nuestros labios para estamparnos el beso más intenso que yo hubiera podido imaginar, de reojo mirábamos la escalera pero sin perder la intensidad del morreo. Ya sentíamos las mutuas erecciones a través de la ropa y el deseo de abrazarnos desnudos nos embargó, pero allí no podía ser.

  Entramos al servicio de caballeros y lo primero que vi fue el lavabo con agua caliente, abrí el grifo y vi que salía, así que le dije que vigilara por si venía alguien y yo me bajé los pantalones y el slip hasta las rodillas, apareciendo a su vista mi erecto pene que procedí a lavarlo en el lavabo mientras nos íbamos mirando con fugaces y pícaras sonrisas. Seguidamente me sequé con una toalla de papel a la que después añadí un poco de gel y la pasé por mi ano.

-Aunque estoy muy limpio, incluso el interior del recto, es una zona que suda y no está de más otro toque de higiene- le dije.

-Yo también estoy impoluto pero voy a hacer lo mismo, vigila tú ahora-

  Sin subirme la ropa me acerqué al urinario y con algo de concentración logré mear sin que apenas se me bajara, después lavé un poco la punta para quitar cualquier resto y sin dejar de manosearme me acerqué a la puerta a vigilar. Se sacó la polla para mear y después se acercó al lavabo y se bajó los pantalones, no llevaba ropa interior. Mientras se lavaba me dijo:

-Mi pija es más pequeña que la tuya, me mide 13 cm. ¿la tuya unos 18?-

-17, pero tú tienes una hermosa polla y si es más pequeña mejor, así me podrá entrar con más facilidad-

-¿querrás que te la clave? A mí también me gustaría probar la tuya-

-aquí mismo estoy dispuesto-

-ni hablar, súbete los pantalones como hago yo y vámonos que ya llevamos demasiado rato aquí arriba-

-ahora cuando bajemos la escalera lo haremos despacio y con paradas, sin dejar de hablar, como si estuviéramos inmersos en una interesante conversación-

  Así lo hicimos, nadie reparó en nosotros, pagó él y salimos del local, hacía una tarde soleada y calurosa que invitaba a ir por la sombra.

-Si has aparcado bien no vale la pena que cojas el coche, el apartamento no está lejos-

-bien, así tendremos tiempo de charlar, te quería decir que el beso ha estado soberbio, no pensaba que me pudiera gustar tanto-

-lo mismo pienso, y por cierto, cuando has dicho que tenías limpio hasta el recto… ¿me lo puedes explicar?-

-es que me lo he lavado metiendo agua-

-yo también lo he hecho con un aparato de goma que tiene mi mujer para lavarse la vagina por dentro, me pongo agua jabonosa varias veces-

-veo que no es la primera vez que te preparas…-

-claro, alguna vez me he introducido sucedáneos de pija, por llamarlos de alguna manera, pero nunca me ha entrado una pija de verdad, tú también lo habrás hecho… ¿no?-

-pues claro, y para lavarme lo que hago es quitar la amapola de la ducha, me introduzco la punta de la manguera por el ano bien enjabonado y meto pequeñas cantidades de agua hasta que sale el agua totalmente limpia, así lo he hecho hoy-

-y luego ¿qué te sueles meter?-

-mi preferido es una funda de puro habano que llevo guardando hace años, también he probado con embutidos pero hay que tener cuidado con los que usas porque una vez utilicé una salchicha de esas gordas que son alemanas creo, y se me espachurró adentro-

-yo suelo meterme material vegetal, una vez pelé un calabacín de forma que parecía un pene, lo medí, 26 cm. de la punta a la parte sin pelar, y me entró todo-

-con la funda del puro algunas veces consigo correrme sin tocarme la polla-

-me tienes que enseñar-

-antes tenemos que hacer otras cosas, tengo unas ganas locas de comerte la polla, te lo haría aquí mismo, sólo de nombrar esto estoy notando como se me sube-

-yo no pensaba que se me iba a poner tiesa tan pronto después de la paja de esta mañana, tanto es así que he comprado viagra porque pensaba que la necesitaría pero creo que contigo no la necesitaré-

-si en el bar se te ha puesto dura… pero bien dura ¿no?-

-y se me está poniendo otra vez, debe ser que ya llegamos, es aquí, ya abro, pasa-

  Mientras esperábamos al ascensor encendimos nuestras miradas más si cabe deseosos de que llegara porque sabíamos lo que pasaría al encontrarnos solos dentro de él, efectivamente, no bien se había cerrado la puerta definitivamente ya estábamos abrazados y fundidos en un morreo húmedo y salvaje que duró hasta que paró en el sexto. Salimos compuestos del ascensor y al entrar en el apartamento y cerrar la puerta tras de sí, las puertas del paraíso se abrieron para nosotros, íbamos a disfrutar, a gozar, a sentir el cuerpo desnudo de un hombre en toda su plenitud, cuerpo de un hombre con otro hombre.

  Inmediatamente, como si tuvieran imán, nuestros labios se fundieron en un beso en el que nuestras lenguas se enredaban y buscaban los rincones más escondidos en la boca del otro, él comenzó a desabrocharme la camisa y yo por debajo de su polo le acariciaba las tetillas, su pecho, su abdomen, su espalda… Enseguida nos despojamos de las prendas superiores pero no por eso dejábamos de besarnos y acariciarnos, caricias que llegaron por fin a nuestros miembros, primero por encima de la ropa pero enseguida por dentro del pantalón. Para mí fue más fácil acceder a su polla porque él no llevaba ropa interior, la sensación indescriptible de tocar su caliente y tieso miembro jamás la podré olvidar, nunca había tocado otra pija más que la mía, tampoco a mí me la había tocado ningún hombre y ahora estaba notando como me la estaba acariciando por debajo de mi slip.

  Era una delicia estar así como estábamos, hubiéramos estado así durante horas pero el deseo de algo más pudo con nosotros y nos separamos para de inmediato despojarnos de aquellas prendas que se interponían entre nuestros cuerpos desnudos, ahora sin obstáculos volvíamos al beso salvaje pero ya su piel junto a mi piel, su polla en mi abdomen, la mía en su abdomen, mis manos en su culo, las suyas en mi torso, las cambiábamos de posición, las movíamos con fruición pero con suavidad, buscaban la polla del otro, la encontraban, notaban la humedad que emanaban ya las dos, iniciaban un lento y agradable meneo que servía para desear más, más de dar y más de recibir, pronto el deseo de probar el néctar del capullo de flor que reventaba en mi mano fue más fuerte que el deseo de seguir unidos en abrazo y mi boca se abalanzó a comerse aquella maravillosa polla tan enhiesta como la mía y yo lamía, chupaba, absorbía, besaba y a la vez la meneaba y él gozaba y yo lo notaba, oía sus suspiros de placer y yo hubiera querido que en ese mismo instante se corriera… pero él también quería disfrutar de mi pija en su boca.

  De golpe se apartó de mí y cogiéndome suavemente para que me levantara, me señaló el pasillo y sin decir ni una palabra, cogidos de la cintura caminamos hasta una habitación en la que entramos casi a oscuras y al sentarnos en la cama, estiró el brazo para encender una tenue luz de una lamparita de mesilla y me empujó suavemente sobre la cama, mi polla mirando hacia arriba estaba a su merced y enseguida probó por primera vez en su vida, como yo lo había hecho unos minutos antes, el sabor de una polla. Disfrutábamos los dos de una forma bestial, él con una fogosidad desmedida y yo porque sentía un placer concentrado en mi polla que se transmitía a todo mi ser. Le agarré la cabeza con mis manos y pensé en correrme en su boca pero me retuve, aquello no podía terminar tan pronto, así que cogiéndole una pierna le hice entender lo que yo estaba buscando, lo entendió al instante y se colocó a horcajadas sobre mi cabeza con la punta de su pija tocándome la nariz, se la cogí con una mano y la llevé a mi boca resuelto a no soltarla hasta llenarme la boca de su leche.

  Noté que se vencía hacia un lado y atrayéndome hacia él con un leve estirón con la mano que él tenía libre de mi culo para que me volviera de lado, le seguí en su deseo y quedamos echados de lado en la cama en un perfecto 69, ahora estábamos en la gloria y ninguno de los dos pensaba en otra cosa que no fuera dar gusto al otro y recibirlo del otro, sabedores de que eso aún le da más gusto al amante. El silencio era casi absoluto, sólo se oía de vez en cuando el inconfundible sonido del aire absorbido por una boca llena de polla ensalivada. Cuando alguno de los dos soltó un inaudible gemido, fue contestado con otro y éste a su vez con otro, fueron creciendo de intensidad, cada vez eran más estridentes, más violentos, más sublimes… el clímax estaba llegando… ya llegaba… nos llegaba… ya… ya… ya… llega… y a la vez que yo me corría bestialmente noté dentro de mi boca un repentino aumento de fluido y el maravilloso sabor de su leche, mientras los gemidos se truncaban en los largos y sonoros suspiros indicadores del placer supremo. Detrás se hizo el silencio más absoluto, permanecíamos quietos como esperando que ambas fuentes se secaran y un minuto más tarde nos apartamos y poniéndonos de rodillas en la cama, uno frente al otro sin decir palabra, nos dimos cuenta que estábamos pensando lo mismo, acercamos nuestras bocas llenas de la leche del otro y abrazándonos nos fundimos en un beso de intercambio de saliva y leche preámbulo de placenteros tragos que realizábamos ambos amantes hasta terminar con las bocas vacías.

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