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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 15 (Epílogo)

en Grandes Series

  Aquel día, Susana se había quedado sola en la casa con la abuela, cuando ésta se marchó a un establo cercano a ordeñar la única vaca que no estaba con las demás por los campos, es cuando aprovechó a despertarme de la manera que lo hizo, los demás habían subido todos a los prados donde pastaban las vacas para cambiarlas de ubicación, tenían que recogerlas y llevarlas por una senda hasta otro sitio; después de desayunar, también Susana y yo subimos a ayudar. Por el camino nos cruzamos con el tío violador que llevaba a una caballería a algún sitio, Susana le saludó pero no hubo presentaciones.

  Volvíamos todos a casa por la tarde y al entrar en la casa vimos que nos estaba esperando Javier, la abuela le había hecho pasar a la cocina y le había sacado vino y rosquillas, Roberto le había acompañado hasta lo alto del puerto y allí se despidieron emprendiendo caminos en sentido contrario; no hacía mucho que había llegado. Al día siguiente cogeríamos el autobús que iba hasta la ciudad en la que cogeríamos otro que nos llevaría a la capital, avisamos por teléfono a mi padre para que nos fuera a buscar.

  En el camino de vuelta, insistieron Julio y Elisa en que fuéramos discretos, de mí se fiaban, a Javier no lo conocían tanto aunque les dio una impresión muy buena y confiaban en su buen criterio. La despedida con Susana no fue nada traumática porque quedamos en que nos veríamos pronto; en el colegio y residencia de monjas donde iban a estar juntamente con Carmen y la prima de ésta, eran muy estrictas pero si alguien mayor, con permiso de los padres, iba a buscarlas, los sábados por la tarde y los domingos, las dejaban salir. Mis padres, por la amistad que unía a los excombatientes, irían a buscarlas a menudo, yo me encargaría posteriormente de ellas.

  Lo primero que hice al llegar a mi casa fue escribirle una extensa carta a Rosi donde le contaba con pelos y señales mis aventuras eróticas, le decía, como siempre, que esperaba que se masturbara leyéndolas, yo, al escribirla y rememorando las experiencias vividas, me excitaba y me pajeaba, me corría en una servilleta de papel y cuando ya se había secado la leche, se la introducía en el sobre con la carta, ella me decía que se la ponía en la nariz para con su olor, acabar de excitarse.

  En las cartas que yo recibía, de tamaño más grande del normal, dentro de otro sobre, siempre me aparecía otra servilleta de papel con la que se había limpiado ella los fluidos emanados al masturbarse y alguna braguita que por vieja iba a ser desechada y sin lavarla, me la enviaba.

  Mis tíos se compraron un apartamento en la ciudad, no querían pasar otro invierno en el campo, a Julio le iban a comprar una furgoneta de segunda mano para el trabajo que le serviría también para desplazarse, la asignación que les daban por el trabajo de Elisa les desaparecía pero a él le subían bastante el sueldo, si se querían quedar a vivir en el campo, la subida era menor en concepto de vivienda, Elisa buscó un pequeño apartamento, algo viejo, que les salía bastante barato y comenzaron a tratar la compra de un piso nuevo con un promotor que quería comenzar un bloque de viviendas para la primavera siguiente. Como tenía tiempo, se empleó en una fábrica donde utilizaban mujeres como operarias de manufacturas.

  Javier y yo emprendimos aquel curso que iba  a ser el último antes de salir para la universidad, a Susana y a Carmen les quedaba dos años más que a nosotros, a la prima solo uno, pero aquel curso, entre Javier y yo, haríamos que lo recordaran toda su vida. El primer domingo que pasaban en el colegio, mis padres fueron a buscarlas, ya habían quedado con Julio y Elisa en sacarlas siempre juntas, si no lo hacían mis padres, lo harían ellos. Javier y yo nos preocupamos de preparar un guateque para la tarde de aquel domingo; en la cuadrilla de amigos y amigas, había una que era hija de un empresario y organizábamos los guateques en su casa, eran las más pijas de la ciudad, nosotros no éramos menos, por ejemplo Javier era hijo de un pediatra. Las presentamos como la hija del alcalde de su pueblo y a Susana la hija del mayor vaquero del valle que tan conocido y nombrado era en mi ciudad, la prima se volvió al colegio y no quiso acompañarlas, su novio debía ser muy celoso y ella era de las clásicas chicas de aquellos tiempos, recatada, obediente, religiosa y de seguro… virgen.

  Sacarlas de la cárcel que para ellas era el colegio, era lo mejor que podíamos hacer por ellas, habían comido en mi casa las tres, y ahora por la tarde, conocieron a un grupo de chicos y chicas de la ciudad que estaban muy bien considerados por todo el mundo. Solo faltaba poderles dar lo que sabíamos que tanto les gustaba pero había que tener en cuenta que tenían que estar de vuelta en la cárcel antes de las nueve. A las cinco estuve puntual en la casa donde se organizaba el  guateque junto con ellas dos, allí estaba Javier que me pidió le dejara camino libre con Susana y me informó de que tenía su casa libre hasta las ocho por lo menos, sus padres se habían ido aquella tarde y no llegaban hasta la hora de cenar, yo tendría que encargarme de Carmen, trabajármela y lograr que pudiéramos acompañar a Susana a casa de Javier.

  Un par de chicas nuevas y guapas era una novedad, no las dejaban parar, sobre todo cuando empezaron a poner lentas, Adamo, Procol Harum, Brincos, Richard Anthony, Percy Sladge… Javier me informó que ya había quedado con Susana para marcharse de allí a las seis, no sabía que escusa sacar para no levantar sospechas. Entonces me lancé yo a por Carmen, bailando con ella le susurré al oído que ahora que ya había conocido a toda la cuadrilla, era hora de hacer algo por nuestros amigos Javier y Susana, tendría que disimular una indisposición y se despediría muy amablemente, Javier se ofrecería a acompañarnos, incluso a su casa para que su padre la visitara. Carmen estaba un poco escandalizada pero por su amiga sería capaz de hacerlo, habló con ella en un aparte y Susana se afirmó en su deseo de intimar con Javier de forma que ninguno de aquellos muermos y sobre todo, ninguna de aquellas beatas fueran a pensar ni remotamente, la verdad de sus deseos, esperaba de Carmen que la comprendiera y al mismo tiempo la animó a tener una relación conmigo.

  Recién pasadas las seis, Carmen comenzó a ponerse enferma, la culpa era, según decía, de la bebida; ella no estaba acostumbrada a beber y quería marcharse, lo sentía mucho y prometió volver otro día si la invitábamos y podía salir del colegio. La conversación que llevaban Javier y Susana por la calle escandalizaba a Carmen, eso no los cortaba en absoluto, más bien era un acicate, querían ponerle los dientes largos, yo por mi parte no quería forzar en absoluto, estaba dispuesto a cumplir con mi papel de carabina mezclado con el de celestina, además Carmen tenía una conversación amena y era muy simpática y agradable, no se me haría difícil pasar la tarde con ella aunque no tuviéramos nada de sexo.

  Una vez en la casa de Javier, pasamos a un salón donde una foto de su madre de joven nos llamó poderosamente la atención por la belleza que evidentemente había sido, puso el tocadiscos en marcha y un disco por su cara B, era “Ella” de Adamo, comenzamos a bailar cada uno con su pareja, Carmen estaba desconocida, ahora en la intimidad de aquel salón, se abrazó a mí pegándose a mi cuerpo y no como bailaba en el guateque, guardando las distancias; Susana por supuesto se comía literalmente a Javier, se fundieron en un morreo que duró tanto como la canción, las manos de Susana escondidas bajo la melena de Javier agarraban su cabeza para apretarla contra la suya, la izquierda de Javier apretaba en abrazo el cuerpo de ella hacia el suyo, la derecha buscaba sucesivamente uno y otro pecho de Susana, las pelvis se apretaban una a la otra y el pene erecto de Javier se clavaba en el abdomen de su pareja.

 Al acabar la canción, Javier dio la vuelta al disco para escuchar la cara A “Mis manos en tu cintura” y volvió a recuperar la posición de antes, nosotros cada vez bailábamos más apretados, ella tenía que notar mi erección, yo la veía feliz danzando en mis brazos, aunque aquello no era más que algo remotamente parecido a danzar. Mientras duró la canción no daríamos más de dos vueltas; cuando terminó, Javier, que sin separarse de Susana llegaba al tocadiscos, puso la aguja en posición de inicio y se repitió la misma canción, seguíamos ensimismados bailando abrazados, Carmen tenía la llave de lanzarnos a hacer algo más que seguir abrazados, todos esperábamos sin movernos por respeto a ella, yo ya había conseguido besarla y le hablaba al oído palabras bonitas. Cuando se terminaba la canción, otra vez inmediatamente, se repetía el mismo ritual. Una de las veces que había que poner otra vez el disco en marcha, Javier no se movía, le miramos y entonces vimos que Susana le tenía agarrada la polla fuera del pantalón y él tenía una de sus manos ocupada sobando el coño de su pareja por debajo de su falda.

  -Marchaos a una habitación.-

  Les dijo Carmen, ellos, haciéndole caso, desaparecieron por el pasillo dejándonos solos en absoluto silencio.

  -Yo también querría irme contigo a una habitación como ellos, he esperado a decírtelo a estar solos y no hacerte ir a ti la primera.-

   Le susurré al oído, y entonces ella, con una sonrisa deliciosa en sus labios, mirándome con sus bellos ojos me dijo:

  -¡Qué tonto eres! Estaba esperando que me lo propusieras, creía que eras más lanzado.-

  Salimos detrás de ellos llamando a Javier que contestó desde una habitación a la cual entramos encontrándonos que ya se habían quitado la ropa, le dijimos que donde podíamos meternos y él nos dijo que tendría que ser allí en su habitación, o esperábamos afuera o esperábamos allí, en éste caso los veríamos actuar, una mirada a Susana fue suficiente para autorizar por su parte este extremo, ella misma nos invitó a compartir la cama de Javier que no era de las más pequeñas.

  Mientras nos mirábamos con Carmen decidiendo qué hacer, Susana le dijo a Javier si tenía condones.

  -Ya me correré fuera.-

  Le contestó un Javier pillado en fallo, pero Susana se negó en rotundo a que la penetrara, además intervino Carmen que dijo lo mismo. Ya estábamos dispuestos a hacer lo que se pudiera sin penetraciones cuando pensé en la madre de Javier, esa mujer, de unos 40 años tenía que follar como una leona.

  -Javier, mira en las mesillas de tus padres, seguro que allí hay alguno, les podemos robar un par.-

  Salieron en pelotas los dos de la habitación y mientras, nosotros en la momentánea soledad de aquella habitación aprovechamos para desvestirnos el uno al otro. Carmen era una hembra preciosa, sus tetas casi tan grandes como las de Susana, su melena corta dejaba ver un cuello delgado y largo, era tan alta como yo, sus piernas larguísimas y un culo redondo y perfecto se adivinaba bajo unas bragas blancas que estaban esperando a ser estiradas por mí para dejar al descubierto un monte de Venus apenas poblado de pelo de adolescente… ¿virgen?

  Esta vez no le iba a preguntar, me importaba poco si era o no virgen, si ella quería ser penetrada yo no se lo negaría, lo malo era que no teníamos condones y en este caso ya sabía que no habría penetración. Menos mal que entonces aparecieron Javier y Susana con un condón cada uno, uno era para nosotros, habían encontrado condones en las dos mesillas, sueltos y en cajas de doce sin estrenar, efectivamente yo tenía razón, los padres de Javier debían follar como conejos y ella, que había tardado diez años en darle a Javier una hermanita, la única, no quería quedarse embarazada otra vez.

  Javier sacó el preservativo de su funda y lo dejó a mano pero no se lo puso, se guardó las ganas de metérsela para más adelante, sabedor del poco aguante que tenía y según me contó después, por estar nosotros allí que podíamos actuar de jueces de su valía como follador. Yo por mi parte, antes de penetrarla quería que reconociera en mí un auténtico profesional, ya tenía mucha experiencia y ella probablemente poca o ninguna, la estiré a lo ancho de los pies de la cama con los pies todavía en el suelo, me arrodillé en él frente a ella y acerqué mi boca a su coño, le pasaba mi lengua a lo largo de toda la raja como si me comiera un helado, de vez en cuando metía su pelo púbico entre mis labios y jugueteaba con él, cada vez le gustaba más, los gemidos de una y otra se entremezclaban con los graves sonidos que emitíamos los hombres, los de Susana cada vez se oían más altos y más cuantiosos, yo sabía que pronto se correría, me miré para ver qué estaban haciendo y vi a Javier sobándole frenéticamente el coño. Yo empecé a pasar más tiempo con mi lengua en el clítoris, cuando me dediqué totalmente a él, oí como se corría Susana, entonces intensifiqué mi masaje como queriendo obtener de Carmen una respuesta al orgasmo de Susana pero a pesar de mis esfuerzos y del gran placer sentido por mi pareja, el orgasmo tardaba en llegar.

  Javier estaba montando a Susana, supongo que con la goma puesta, yo seguía en mi empeño con la lengua, Susana volvía a alborotar con sus gritos ahogados, de pronto vi como Javier salía de encima y comenzaba a chuparle el chocho, los gritos de Susana aumentaron durante unos instantes y explotó otra vez en su segundo orgasmo. Yo volví a intensificar mi mamada, me empecé a preguntar si es que Carmen era frígida, un rato después, viendo que aunque Carmen disfrutaba lo indecible, no se corría, le pedí que me hiciera sitio para penetrarla, se estiró un poco más en la cama, abrió sus piernas hasta que rozaron las de Susana, se aseguró de que me colocaba el preservativo y se dispuso a recibir en su interior mi tiesa pija, me apretó de los glúteos hacia ella y a la vez que nos besábamos por enésima vez, se la fui introduciendo poco a poco, con suavidad, casi con miedo, si era virgen tendría que notarlo… ¿o no? Con Rosi no había notado nada especial, ahora con Carmen tampoco notaba nada, por supuesto que no le preguntaría, si estaba perdiendo la virginidad en este momento, que fuera ella quien lo manifestara y si no, daríamos por hecho que ya la había perdido antes. Lo bueno era que ya le estaba propinando un mete saca que la hacía gemir cada vez más y más alto, yo me aguantaba todo lo que podía, como veía que ella flotaba en una balsa de placer sublime seguía dándole más de lo mismo, como unos minutos antes lo había hecho con la lengua, solo que ahora lo hacía con una polla a punto de reventar y ella allí, gozando y gozando, disfrutando como una perra, dando la impresión de rozar el orgasmo… pero sin alcanzarlo. Convencido de que fuera frígida, por un instante dejé de pensar en su placer para pensar únicamente en el mío y sin más remedio, me corrí en lo más interno de su vagina con repetidos chorros de semen que llenaron el condón que dentro de su cuerpo separaba nuestras pieles.

  Fue al notar que su amante se corría dentro de su ser cuando sometiendo a su cuerpo a unos espasmos tremendos, como no había visto en ninguna otra ni en ningún otro, con un largo gemido entre grito desgarrado y expresión placentera, audible desde la consulta del pediatra a varias paredes de por medio, y un abrazo de leona que me dejó sus uñas marcadas en la espalda, le llegó el ansiado orgasmo que yo ya daba por inexistente, pero que era tan evidente y tan intenso que hasta la otra pareja olvidaron por un momento lo que llevaban entre manos para poner su atención en Carmen, yo ya no sabía lo que hacía encima de ella, con mi pija todavía dentro y ella aún seguía en pleno orgasmo, pródiga en espasmos y sin atisbo de un final, a mí aquello me satisfizo por mi ego y por vivir una experiencia como aquel orgasmo tan bestial que tanto se había hecho esperar pero que tanta satisfacción causó al final.

  Aquel orgasmo tan brutal sí que debió influir en Susana y en Javier porque instantes después se les oyó correrse, Susana por tercera vez como de costumbre. Carmen quedó en un estado como desmayada, yo hasta me preocupé y le toqué la cara para asegurarme de que estaba despierta, solo abrió los ojos un instante para dar señales de vida y siguió en su letargo naturalmente alcanzado tras el tremendo vapuleo al que sometió su cuerpo.

  Ese domingo, las colegialas volvieron a las faldas de las monjas que las custodiaban, poco más de las ocho y media de la tarde, buenas chicas que llegan media hora antes del límite que otras aprovechaban hasta el último minuto, a Sor María ya se la habían ganado. No todos los días que salieron, aunque se vieron con nosotros y sobre todo, con nuestras amigas pijas de la ciudad, pudimos follar. La siguiente vez que tuvimos oportunidad, también en casa de Javier, éste, estimulado por el salvaje orgasmo que vio tener a Carmen, la cortejó hasta conseguir su beneplácito a llevársela a la cama, Susana también disfrutaba conmigo, ya lo sabía de antes, y yo con ella y sus tres orgasmos como mínimo.

  En diciembre, con el frío, Julio y Elisa se mudaron al apartamento que habían buscado y entonces pudieron ir a buscar tanto a su hermana como a Carmen, que eran inseparables, para comer con ellos el domingo que no lo hacían en mi casa, la prima salía menos. Javier y Carmen comenzaron a tener una relación más seria donde además de sexo adquiría mucha importancia el amor. El piso de Julio y Elisa les iba de maravilla para sus encuentros, también a mí cuando queríamos follar los cuatro juntos con Susana, o entre semana cuando les hacía alguna visita y literalmente me violaban entre los dos, también Javier les hacía alguna visita, sobre todo por Julio y su enorme nabo. Aunque Susana trató de llevarse algún ligue a casa de su hermana, ésta apoyada por su marido, convirtió lo que podía haber sido un encuentro sexual en una mera visita de cortesía hecha por una colegiala en su tarde libre y su acompañante, a la digna familia que tiene en la ciudad. En ese y algún caso más, Susana y el ligue se apañaban como podían, pero raramente Susana se quedaba sin orgasmo.

 Aquel curso será inolvidable, ya no se repitió de la misma manera porque al siguiente curso estábamos en la capital en su Universidad, aún volvíamos los fines de semana y alguna vez me pedía Elisa que fuera a su casa con Susana, en una de esas veces, propusieron hacer un cambio entre parejas, Julio conmigo y las hermanas juntas. Elisa estaba radiante de felicidad por tener sexo directamente con su hermana, Susana estaba algo remisa al principio pero pronto se desinhibió como era su natural y disfrutaban las dos lamentándose de no haberlo hecho eso antes; cuando vivían en el pueblo sin conocer varones ni la una ni la otra, jovencísimas las dos y por supuesto, vírgenes. Al acabar, de forma irónica yo les propuse que como ya habían cometido incesto entre ellas, solo les faltaba cometerlo entre cuñados, la sonrisa comprensiva de la maravillosa Elisa, siempre Elisa, siempre maravillosa, espoleó a éstos para iniciar pasadas unas horas, un polvo entre ellos de tres por uno, tres orgasmos de Susana por uno de Julio, mientras, Elisa y yo volvíamos a tener otro de nuestros acostumbrados encuentros.

  Rosi, que era informada de todo regularmente, me contaba a su vez sus historias por la playa, sus encuentros lésbicos con la Beba y con Lola cuando iba a visitarla, así como los que tenía a menudo con sus amigas Ana y Reyes. Con sus amigos David y Sofía también se lo montaba a menudo, David seguía enamorado locamente de Sofía pero no despreciaba follar con las dos y mi recuerdo presente, siempre Sofía mandaba recuerdos a través de Rosi y le recordaba que cuando yo volviera por allí, tuviera presente compartir alguna vez mi polla con ella.

  Me contó también un polvo que echó una noche con el cantante de un grupo famoso que tenía discos en el mercado, al parecer y en contra de lo que pudiera parecer cuando se le veía por televisión, resultó un amante más bien mediocre, similar a él como persona, aunque tenía una polla de infarto.

  Lo que más me gustaba era el relato de sus masturbaciones provocadas por mis cartas,siempre terminaba haciéndome una paja cuando leía su carta explicándomelas, luego ella guardaba las servilletas de papel con mi corrida, las tenía bajo llave en un cajón de su habitación junto a mis cartas. Al terminar el curso corrí a su encuentro, volví al trabajo en la tienda, los polvos nocturnos con Pablo y con Sebas y encuentros sexuales de todo tipo entre los cuales hay que destacar uno con la Beba y con Lola donde satisfice mi viejo deseo decorrerme en las tetas de Lola, eso sí, siempre con Rosi de figura estelar y sobre todo a estarjunto a mi amor.

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