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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 4 (Tres amigos)

en Grandes Series

  Tal y como estaba previsto, ese domingo nos arreglamos para salir, me llamó la atención Elisa cuando la vi con un bonito vestido, pintada y maquillada y con zapatos de tacón alto los cuales portaba sorprendentemente con gracia y elegancia, asistí al cine en compañía de ellos, me colaron en una película para mayores donde si hubiera ido sólo no habría podido entrar y al salir me invitaron a un bocadillo y un refresco en la terraza de un bar. Allí comenzó la conversación y los comentarios sobre lo sucedido ese día, intercambiamos opiniones, expresamos nuestros beneplácitos y nos reafirmamos en la voluntad de seguir manteniendo relaciones de ese tipo; urdiendo planes, nos dimos cuenta de que Julio y yo lo teníamos relativamente bien si seguíamos haciéndolo en el campo o en el cuarto de la despensa, pero Elisa, encantadora, quería que aseguráramos el poderlo hacer los tres juntos. Julio le confesó ante mí, ahora que ya teníamos semejante confianza, mi presencia como observador oculto el día anterior en el cuarto de la despensa, Elisa, siempre encantadora, nos echó una regañina y nos amenazó con cortar tanto con uno como con el otro pero en un tono con el que no parábamos de reír. Por fin, ya más en serio, urdimos planes para hacerlo los tres juntos, éstos pasaban por esperar al sábado y al domingo o por algún baño en el estanque después de cenar, porque la habitación de ellos se consideró inviable a pesar de que yo me comprometía a escapar de mi habitación sin que mis tíos, en la contigua, se enteraran. Decidimos ir al estanque la primer noche en la que hubiera ocasión y con lo tarde que se había hecho, decidimos también ir ya hasta el coche para marchar enseguida a casa.

  En el camino de vuelta, Elisa no paraba de hacerle caricias a su marido y hasta le bajó la cremallera del pantalón y le propinó una mamada de su polla hasta enderezársela, entonces me la hizo ver a mí, que iba en el asiento de atrás, para provocar mi envidia diciendo que aquello era el NO-DO y que en su habitación vendría la película. Como íbamos tan felices por el camino, a Julio se le ocurrió que si el domingo mi tío le dejaba el coche, podíamos marchar a la playa que estaba a menos de dos horas de distancia en una excursión de un día y pasando por donde vivía Lola la prima de Julio, llevarla con nosotros, pero este extremo no podía ser conocido por mis tíos.

  Aquella semana, como la anterior, fue una sucesión de acciones lujuriosas entre Julio y yo cuando estábamos por el campo; a mitad de la semana, un día en la cena salió el tema del viaje a la playa el siguiente domingo, mis tíos no pusieron ningún problema y hasta les dio un día de fiesta pues propusieron que en lugar de ir el domingo, lo hiciéramos el sábado, ellos harían las acostumbradas compras del sábado un día antes y el domingo irían, como de costumbre, a la imprescindible misa dominical. Fue Elisa la que les pidió que ya que íbamos a estar en la playa el sábado, si nos podíamos quedar por la noche y llegar a casa por la tarde a una hora que les diera tiempo a mis tíos para llegar a la misma misa que oí yo el domingo anterior. Tras las dudas de cómo dormiríamos aquella noche y despejadas al estar de acuerdo que dormiríamos como pudiéramos en el coche y viendo que sobre todo a mí no me importaba, accedieron con la condición de que estuviéramos de vuelta antes de las cinco y media de la tarde.

  Hasta el mismo viernes no pudimos organizar un encuentro entre los tres, mis tíos marcharon de compras por la tarde y dijeron que se quedarían a cenar y que seguramente vendrían tarde, que no nos fuéramos tarde a la cama para levantarnos pronto al día siguiente y no ponernos en viaje con el calor.

  En cuanto marcharon nos quedamos solos en la casa Elisa y yo porque Julio todavía estaba trabajando, habíamos urdido ir al estanque para vernos allí los tres.

 –Elisa, ¿vamos ya al estanque? Mira como estoy ya solo de pensar lo que puede pasar allí-

   Eso se lo dije mostrándole el enorme bulto que sobresalía a la altura de mi bragueta, y ella, echando mano al bulto, con su eterna sonrisa, me dijo:

 -Julio no tardará en llegar allí, nosotros podemos adelantarnos pero no vayas a pensar que nosotros solos, por nuestra cuenta, vayamos a hacer nada de lo que estás pensando, truhán, que ya esperaremos a que esté presente Julio, entonces ya es diferente, hasta ese momento lo único que quiero es tomar el sol, que estoy muy blanca.-

  Sin bajarse la erección, cogimos champú, jabón y toallas y nos fuimos al estanque.

  Al llegar allí, me despojé de toda la ropa y me tiré de cabeza al agua, Elisa, al verme nadar desnudo, se desnudó completamente y desoyendo mi invitación a nadar, se quedó tendida al sol sobre una toalla, viéndola, tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no salir del agua y tirarme encima de ella, pero tenía que respetar sus deseos, solo tenía que tener paciencia y dejar de tocarme para evitar correrme, por eso me entretuve nadando un rato y hasta conseguí, evitando mirarla, que se bajara la erección.

  Cuando salí del agua, en plan de broma, me puse a su lado y me sacudí de forma que mojaba su cuerpo desnudo caliente por el sol con el agua fría de mi cuerpo. Su inesperada reacción fue la de levantarse como un resorte y venir a por mí con la intención de soltarme algún sopapo que quise evitar entre risas y corriendo hacia atrás. Le veía mover sus aunque pequeñas, firmes tetas y decidí esperarla y parar con mis manos sus posibles golpes. Naturalmente, no tuvo ocasión de pegarme porque le cogí los dos brazos con mis manos y la inmovilicé con un abrazo por detrás de ella de forma que su culo ardiente de calor solar, quedara apretado a mi cuerpo fresco del agua y durante el tiempo que yo hacía fuerza para inmovilizarla, se me volvió a poner tiesa la pija que apoyaba en sus nalgas desnudas, poco a poco dejó de hacer fuerza y yo aflojé mis brazos, aquella posición era inmejorable para echar mano a sus tetas y así lo hice.

  Cuando acaricié con mis dedos sus pezones, ella, caliente como era, se excitó lo suficiente como para agarrarme la polla y colocársela entre las piernas entreabiertas de forma que nuestros sexos entraron en contacto, yo le besaba en el cuello y ella se dio la vuelta y volvió a colocar mi pene entre sus piernas, me besó apasionadamente la boca y se me abrazó colgándose de mi cuello a la vez que encogía las piernas ofreciendo su sexo abierto, húmedo y caliente a mi polla, húmeda y tiesa que sin esfuerzo pude clavarle en el coño con el que estaba en contacto.

  Con cuidado caímos juntos al suelo y la deposité sobre él conmigo sobre ella; cuando estuvimos más o menos cómodos, comenzamos un polvo salvaje sin pensar en las consecuencias de nuestro acto, igual nos daba si venía Julio como si se hubiera presentado allí cualquiera. Estábamos lanzados, el mete saca era brutal, los jadeos de Elisa se podían oír a 50 metros de distancia… y le llegó el orgasmo, cuando lo sentí, solo acerté a gritar:

 -me corro… me corro… me corro…-

 Y ella, en lugar de empujarme para facilitarme poder correrme fuera, me agarró con todas sus fuerzas del culo que apretó hacia sí sin darme otra opción que llenarle de leche su coño. Nos quedamos quietos y mudos, sabíamos que habíamos traicionado la confianza de Julio y a pesar de lo bien que había salido y lo bien que lo habíamos pasado, nos entró un sentimiento de culpabilidad que teníamos que vencer so pena de no dejarnos vivir tranquilos. Le pregunté:

 -¿quieres que se lo ocultemos a Julio? No tiene por qué enterarse si no queremos que se entere, será nuestro secreto,-

 -no lo sé, ya veremos, ahora vamos a esperarle como si nada hubiera ocurrido- me contestó.

 -vale- acerté a decir quedamente.

  -Además me he corrido adentro… ¿Y si te has quedado preñada?-

  -Espero que no, todavía faltan unos días para estar en los peligrosos días fértiles.-

  Cuando llegó Julio y nos preguntó qué hacíamos, le dijimos que esperarlo pero él, sospechando lo que había pasado, nos dijo abiertamente que no se lo creía, que le dijéramos la verdad que seguro que la comprendía, cogió a su mujer con las manos en sus mejillas y esperó su respuesta que no podía ser otra que la verdad, Julio le dio un beso y me llamó para darme otro a mí, ya sabía él que lo que había pasado tenía que pasar sin remedio.

  Julio venía acalorado y se metió en el agua, nos llamó y nosotros, como corderitos, le seguimos, manifestó su deseo de vernos follar ya que se lo había perdido pero primero quería lavarse bien y que nosotros le acompañáramos. Salimos del agua y Julio comenzó a darse jabón él para de inmediato dármelo a mí y a su mujer por último, después le dejó el jabón a ella para que me lo diera a mí y terminamos limpiándonos mutuamente nuestros cuerpos enjabonados.

   Julio lucía una tranca espectacular, Elisa gozaba como perra en celo de nuestras manos recorriendo todos los rincones de su cuerpo, sobre todo los más íntimos, yo parecía que era quien más estaba tardando en ponerme a tono, por eso, me dedicaron unos sobos y caricias extras dirigidas fundamentalmente a mi ojete y a mi pene que consiguieron el objetivo deseado.

  Enterado Julio de la posición en la que estábamos follando antes de llegar él, nos hizo repetirla y así como estábamos, mojados y enjabonados, volví a probar las delicias de aquel coño que había sido la causa de mis deseos más obsesivos. Otra vez estaba disfrutando lo indecible, ella también gozaba lo suyo con el mete saca iniciado y Julio se masturbaba ante la escena que presenciaba, cuando se decidió a participar cogió más jabón y me lo puso en el culo, ya sabía yo qué estaba buscando y lo probó pero en esa posición resultaba imposible.

   Tuvimos que cambiar la postura, ahora Julio se tendió boca arriba y yo me puse sobre él a horcajadas y dándole la cara, cuando noté la punta de su picha en mi ojete, me dejé caer lentamente y entró suavemente dentro de mí. Unos movimientos de mi cuerpo ayudaron a Julio a meterla hasta dentro y cuando me pude sentar sobre él, Elisa aprovechó a sentarse sobre mi polla mientras me morreaba. Poco estuvimos en esa postura porque la gran polla de Julio me producía placer pero también dolor y eso hizo que se me bajara un poco en detrimento del placer que Elisa demandaba y merecía; buscamos lo más fácil.

  Primero, Elisa boca abajo con el culo en pompa, yo detrás, de pie se la meto por el coño, me quedo quieto y Julio me la mete por detrás con facilidad. Comenzamos a movernos los tres con suavidad, sin forzar, aguantando, el placer va en aumento, el sudor se mezcla con el jabón, la lujuria crece, el amor se respira, el clímax se acerca, todos queremos alcanzar el orgasmo pero todos nos retenemos en un intento de prolongar esos momentos de éxtasis.

  Por nuestros gemidos en aumento, sabemos que estamos cerca del final, sabemos que nos vamos a correr a la vez, no tenemos que hablar para entendernos, oigo a los otros llegar sin remedio al orgasmo y exploto sin pararme otra vez a pensar donde estoy depositando mi semen, por otra parte Julio, detrás de mí, no me da opción de movimiento alguno, no puedo hacer otra cosa, ellos se dan cuenta y no hacen nada por evitarlo. Después nos quedamos todos derrengados, cuando nos recuperamos un poco nos bañamos para quedarnos limpios y relajados, en el agua, abrazados, nos prodigamos en besos y caricias mutuas y nos hacemos promesas; al día siguiente nos espera más.

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