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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 5 (Lola)

en Grandes Series

  Madrugamos el domingo para no coger las horas de calor en la carretera, nos despedimos de los tíos y arrancamos hacia la playa. La capital donde vivía Lola nos pillaba a mitad de camino, como la casa de mis tíos estaba en el campo, no tenía teléfono, por tanto no había posibilidad de avisar de nuestra llegada, no sabíamos si estaría ni si podría acompañarnos.

  Julio condujo el coche hasta la calle donde vivía Lola, Elisa ya conocía perfectamente el camino, llegamos a un edificio de apartamentos que tenía la puerta abierta, subimos hasta el primer piso y Julio llamó al timbre, después de esperar un rato y empezar a dudar de su presencia en el piso, hubo que llamar otra vez, ésta vez sí, la puerta se abrió y apareció una mujer de entre 50 y 55 años de muy buen ver todavía, me llamaron la atención sus senos grandes y su ancho culo, vestía una ligera bata de estar por casa medio transparente que dejaba translucir unas bragas rojas y unas grandes orlas de sus pezones de color oscuro directamente en contacto con la tela de seda de su bata. Cuando los vio, se alegró sinceramente y se abrazó con ellos con la mayor compostura (seguramente por mi presencia), nos hizo pasar y tras la consiguiente presentación vinieron las explicaciones que fueron pródigas y detalladas, no se ocultó nada de las relaciones entre nosotros ni de lo que yo sabía sobre ellos. Le propusieron venir con nosotros a la playa y ella aceptó tras hacer una llamada por teléfono avisando a no sé quién.

  Nos sirvió algo de comer y beber y se sentó con nosotros a desayunar pues como dijo, la habíamos pillado en la cama; entre bocado y bocado, sin esperármelo me espetó:

   -Así que te ha desvirgado Elisa, la mosquita muerta, vaya quien lo iba a decir.-

  Que entendí iba dirigido a Elisa más que a mí. Y Elisa enseguida le contestó:

  -Mira, ya ves que no solo eres tú la experta en desvirgar a jovencitos, yo también he sabido, la verdad es que es fácil.-

  Yo me sentía como un objeto en manos de ellas, pero no me disgustaba, le pregunté:

  -¿Ha desvirgado usted a muchos más mientras era joven o ahora?-

  -Pues aunque sea difícil de creer, me tiro más novatos ahora que hace 30 años, pero lo que no te aguantaré es el tratamiento de usted, mira guapetón, que sepas, por lo que me habéis contado, que estoy segura de que en algún momento, siendo que acompañas a esta pareja, surgirá la ocasión, ya verás como la busca mi primo, y nos vamos a divertir juntos y entonces ya te enterarás de que ese tratamiento no encaja.-

  Terminó de desayunar y nos dijo que no nos moviéramos de allí mientras ella se aseaba, oímos el grifo de la ducha y mientras, me preguntaron qué me parecía Lola, a mí me parecía toda una hembra y meterle la pija entre sus tetas tenía que ser sensacional, además le dije a Elisa que había visto algo especial en la mirada de Lola cuando se la dirigía a ella que yo no notaba cuando la mirada iba dirigida a cualquiera de nosotros dos, evidentemente era una mirada de enamorada; nos pusimos a reír.

  Cuando salió del cuarto de baño y entraba a su habitación llamó a Elisa para que le ayudara a elegir los trapos, apenas marchó de nuestro lado, su marido me dijo:

  -Ahora la llama para elegir vestimenta pero cuenta que antes de hacerlo, echarán un polvo. A mí me deja que esté en un rincón observando, siempre y cuando permanezca callado y sin intervenir, aunque esté desnudo y no le importa lo que haga, algunas veces me hago una paja y otras me reservo para comenzar con una de las dos o con las dos a la vez.-

   Nada más oír eso, comenzó a crecerme la polla, le dije a Julio:

  -Si tú puedes ir, a lo mejor no les importa que te acompañe yo, por parte de Elisa no creo que haya problema, pídeselo a Lola, por favor, tócame y verás cómo se me ha puesto.-

  Al momento estábamos adentro, yo seguía a Julio y nos quedamos de pié en el rincón más oscuro de una habitación bastante grande que Lola mantenía en penumbra, ya se estaban dando un apasionado beso que en su eternidad le dio tiempo a Julio de quitarme la ropa para poder coger con facilidad mi ardiente y tiesa pija; cuando Elisa comenzó a despojarse de la ropa que llevaba, Julio también lo hacía con la suya, le agarré el miembro y comencé a masturbarle.

  Lola, que iba tapada con una toalla, la dejó caer y apareció el cuerpo que ya antes había imaginado yo, donde destacaban unas tetas grandes con unas aureolas enormes y oscuras que rodeaban unos pezones tiesos y grandes a medida de los senos a los que pertenecían, éstos eran blancos en comparación con el bronceado de la piel que quedaba a la vista en bañador, seguía la blancura por su abdomen y zona pélvica donde una abundante mata de pelo negro todavía marcaba más el contraste, se notaba que usaba bañador y que había tomado el sol, en contraste con el cuerpo totalmente blanco, excepto cara y brazos, de Elisa. Su culo tenía un buen tamaño pero sin exagerar, también sus piernas eran algo recias pero eran carnes prietas y en su cintura apenas se acumulaba la grasa. Seguía teniendo el tipo de guitarra que cualquier mujer ansía tener y más a esa edad.

  Las amantes cayeron abrazadas en la cama con sus cuerpos desnudos apretados entre sí, los movimientos continuos, caricias por doquier, las manos en el sexo de la pareja, las bocas en las tetas de la otra de forma alternativa, Lola se volvía loca, se notaba su pasión por las mujeres. Fue bajando su lengua desde una teta de Elisa hasta llegar a la pelambrera que coronaba su coño, saltándola llegaba directamente al clítoris y allí se entretuvo un buen rato sin olvidarse del resto del coño que chupaba con sus labios y lengua, la cual trataba de meter adentro todo lo que podía, pero donde más tiempo invirtió fue otra vez en el clítoris hasta que logró el orgasmo de Elisa.

  Lola se acostó al lado de Elisa y la llenó de tiernos besos mientras con sus manos acariciaba las mejillas, el pelo y los pezones de su amante, Elisa por su parte le devolvía las mismas caricias, le besó en los labios, el cuello, las tetas y los pezones, sacó la lengua y jugó con ella por toda la extensión de aquellas enormes orlas de los pezones y con ellos mismos. Ante la evidente excitación de Lola al llegarle a aquella zona, Elisa se tomó todo el tiempo que había por delante chupando sucesivamente uno y otro de aquellos tiesos pezones mientras que con una mano le sobaba la otra teta y con los dedos de la otra mano, apoyada sobre la abundante pelambrera negra de la zona púbica, masajeaba el clítoris de aquel chocho tan bregado en tantas batallas de lujuria como había debido pasar a causa de su profesión.

  Cuando Elisa, ya repuesta de su primer orgasmo, sintió otra vez la necesidad de aplacar la sed de pasión y deseos centrados en su sexo, se colocó sobre la cabeza de Lola a horcajadas sin dejar de comerle el chocho, para iniciar un maravilloso 69 pleno de saliva y fluidos varios de sabor femenino.

  Mientras, Julio y yo seguíamos de pie, abrazados, besándonos mutuamente por todas partes, por el cuello, las orejas, los labios, los pezones, otra vez sentíamos mutuamente la polla del otro junto a la propia, apoyadas en el abdomen cálido y acogedor del compañero. Sin perder detalle de lo que se me ofrecía a escasos metros para deleite de mis ojos, aproveché que Julio estaba mordisqueando uno de mis pezones para empujar su cabeza hacia abajo en un claro e inequívoco intento de que Julio me practicara una felación.

  Las amantes, con voluntad de mirarse a los ojos sin parar de seguir disfrutando del placer extremo que estaban sintiendo con el roce de sus cuerpos, piel  con piel, boca con coño, coño con boca, se sentaron una frente a la otra, como le había enseñado Lola a Elisa en la primera ocasión que tuvieron, y pasando cada una de ellas una pierna por encima de otra pierna de la compañera acercaron sus sexos hasta contactar entre ellos. Inevitablemente, las ansias de placer extremo que ambas se querían dar, abocaron en un frenético movimiento pélvico común, produciendo un roce entre sus húmedos y calientes coños que acompañado de gritos de placer ahogados y mutuas miradas lascivas que les proporcionaba una borrachera de gusto que terminó con un orgasmo cada una al unísono. Yo notaba el placer de mi pija dentro de la boca y de la garganta de Julio pero  no perdía detalle de lo que veía, tengo que reconocer que estaba más con ellas que con mi pareja, por eso cuando ellas llegaron al éxtasis yo también hice lo mismo y me corrí dentro de la boca que acogía el esperma que manaba de la fuente de un solo caño que a mi querido Julio tanto le gustaba.

  Julio se dio cuenta de que era el único que se había quedado sin su corrida, miró a las mujeres que rendidas, yacían despatarradas e inmóviles en la cama y pensó que no podía contar con ellas teniendo en cuenta su urgencia así que me pidió que me apoyara en un  puf de esos con tapa, donde se guarda el pijama, que estaba en ese rincón y se colocó detrás. Un poco de saliva, primero un dedo y enseguida un empujón suave pero firme y ya tengo toda la punta de su pene metida por mi ano, después un lento vaivén que al momento se torna en un rápido mete saca. Las mujeres, ya reanimadas, al ver nuestras maniobras, intentan ayudar; Elisa se abraza a su marido por detrás y con la pelvis sigue el ritmo que le marca él y Lola se coloca frente a él con sus tetas apoyadas en mis hombros para poderle dar un tremendo morreo. Pronto los jadeos entrecortados de Julio indican la llegada de su orgasmo, un enorme pene se me clava hasta lo más profundo y noto en mi sensible ano los impulsos de su pene cuando circula por él la leche que acaba en lo más profundo de mi ser. Nos hemos corrido todos pero yo me he quedado con las ganas de probar esas tetas que sentía apoyadas en la piel de mi espalda y sobre mis hombros.

  Nos limpiamos y aseamos lo justo para poder emprender lo que quedaba de viaje hasta la playa ya que se había hecho tarde, cuando se oyó la voz de Julio:

  -Lola, nosotros hemos dicho que íbamos a pasar esta noche en el coche, la verdad es que querríamos pasarla aquí contigo, podemos apurar la noche allí yendo a esa discoteca tan grande que no me acuerdo como se llama y cuando salgamos venir hasta aquí, es una hora escasa.-

  Lola entonces le dijo el nombre de la discoteca y añadió:

  -Si vamos a la otra playa que está a 10 Km más, podemos quedarnos allí en un hotel, ¿no es mejor?-

  Fue Elisa la que intervino:

  -Lola, es que tendremos que coger para nosotros dos habitaciones y ya sabes que no tenemos dinero para gastarlo así.-

 Echando una sonora carcajada, Lola nos convenció así:

  -En la playa los hoteles son más permisivos pero si no os importa dormir apretados, yo me encargo de conseguir habitación gratis, ¿os parece bien?-

  Todos de acuerdo, solo que nosotros sentíamos curiosidad por saber la forma en que conseguiría Lola lo que prometía.

  En el viaje hasta destino, yo no paraba de mirar el pronunciado escote de Lola que iba sentada atrás conmigo, por lo visto se dio cuenta y en voz alta para que lo oyeran los de delante dijo:

  -Por lo fino que es este niño parece una chica, no me extraña que os lleve de cabeza, de ti Julio era de esperar pero de ti Elisa no tanto, es señal de que te estás pasando a mi acera definitivamente, cuidado con él porque por mis tetas seguramente haría lo que yo quisiera pero ten en cuenta Tati, que estas tetas no son gratuitas.-

  Me obligó a contestarle:

  -Yo también puedo poner precio a mi cuerpo y al final, verás como todo será gratis.-

  Estuve acertado.

  Fuimos hasta donde quería Lola y aparcamos por donde pudimos, ya andando la seguimos hasta que nos dijo:

  -Voy a entrar a una tienda que está aquí cerca pero tengo que hacerlo sola, si queréis seguirme hacedlo a distancia y como si no nos conociéramos.-

  Era una tienda de esas de la playa donde venden de todo, artículos de playa, recuerdos, regalos, libros, prensa y hasta helados; detrás de Lola entré yo, compré un helado y observé. Lola haciendo que miraba algo pasó por delante de un señor, muy bien plantado por cierto y que parecía el dueño, de unos 60 años que desde entonces no dejó de mirarla, yo a la que no le quitaba la vista era a una dependienta muy jovencita que era la belleza más grande que hubiera visto en mi vida, pero no perdía detalle de Lola y el dueño. En cuanto pudo, se acercó a Lola e intercambiaron unas palabras con la máxima discreción, entonces él, cogió el listín de teléfonos que estaba tras el mostrador al lado de un teléfono de pared y con él en la mano entró a la trastienda, al rato salió y otra vez la buscó por la tienda para decirle algo disimuladamente.

  Cuando nos encontramos todos ya fuera de la tienda y a una distancia prudencial, Lola nos informó de que tenía una reserva a su nombre en un hotel cercano, uno de los mejores y mayores de aquella playa y en primera línea, una habitación grande con dos camas para una noche, podía ir en cualquier momento a ocuparla. Nos explicó que lo haría al instante, nosotros podíamos ir a la playa, después comeríamos todos juntos, pero a las cuatro se ausentaría para estar en la habitación. Antes de las seis se reuniría con nosotros porque a esa hora la mujer del dueño de la tienda acudía para ayudarles en la tienda. Cuando quisiéramos entrar en la habitación, yo iría con Lola como si fuera su hijo y los otros tenían que entrar, con decisión como si fueran huéspedes del hotel y dirigirse directamente a los ascensores a la derecha del hall y subir a la segunda planta y buscar la habitación 214. Ya teníamos hotel para pasar la noche.

  Acompañamos a Lola hasta muy cerca del hotel, llevaba alguna de nuestras cosas y las suyas que quería dejar allí en una bolsa, con el fin de no tener que entrar los demás con equipaje; esperamos un rato y cuando salió nos dirigimos a la cercana playa, solo llegar, las mujeres se pusieron a tomar el sol pero nosotros nos metimos al agua, después de un buen rato y viendo que no venían, salimos a acompañarlas, enseguida Julio hizo un aparte con Lola y al momento se dirigieron al agua adentrándose hasta que casi eran dos puntos sus cabezas sobresaliendo del agua, con Elisa vimos que se acercaban y besaban y ya no se separaron en un buen rato. Ante mi mirada interrogante, Elisa me explicó que hoy era la vez que más habían tardado a echar un polvo y ni Julio ni Lola se podían esperar a las seis de la tarde, que si yo no hubiera estado con Julio en el agua, Lola habría entrado antes.

  Hablamos con Elisa de estas cosas, que ya antes habíamos tocado con Julio, con una total confianza que sirvió para estrechar lazos, ella veía que su marido la quería y a ella le gustaba ser así de liberales, me anunció que en el hotel tendría ocasión de comprobarlo si es que me quedaba alguna duda, le pregunté:

  -¿De verdad me ves como a una chica?-

 -Nunca he estado con otra más que con Lola, la verdad es que no me importaría probar, pero también es verdad que probaría con otros chicos, siempre con el beneplácito de Julio, hasta ahora, y ya llevamos tres años juntos, tú has sido mi única ocasión, me has gustado mucho pero seguramente me habrías gustado igual si tuvieras más pelo por el cuerpo o la tuvieras más grande, lo que he apreciado de ti es la forma de comportarte conmigo, tu amabilidad, tu respeto, tu simpatía y ese amor que llevas dentro, tan parecido al que llevo yo, que eres capaz de sacar para transmitir buenos sentimientos al que te rodea, somos muy parecidos, Tati.-

  Vimos que los del agua ya no tenían las cabezas juntas y decidimos ir con ellos, entramos en el agua cogidos de la mano y esperamos, cerca de la orilla, que llegaran los otros para divertirnos en grupo con juegos y bromas propios del momento. Decidimos ir a comer porque ya era muy tarde y Lola tenía obligaciones después de comer. Mientras ella cumplía con esas obligaciones, nosotros hacíamos tiempo en la cafetería y en la playa otra vez. Aún permanecimos un tiempo allí después de llegar Lola; cuando bajaba el sol dijimos de ir al hotel a quitarnos la sal y la arena, entramos, como estaba previsto, Lola y yo primero y unos segundos después, la pareja; no hubo ningún problema, el hotel era enorme y nadie reparaba en nadie.

  Teníamos aquella habitación pagada hasta el día siguiente, era amplia, estaba enmoquetada y tenía una terraza con vistas al mar, había dos camas separadas, una de ellas todavía permanecía impecablemente hecha. Mi pensamiento se centró en lo que nos deparaba entre aquellas cuatro paredes, inevitablemente, me vino la consabida erección.

  Julio y Lola se desnudaron en un momento para meterse en el baño, una bañera enorme que se llenaba de agua con otro enorme chorro de agua. Lola se sentó en la taza a mear y a mí me invitó la pareja feliz a ducharme con ellos, la polla de Julio apuntando al cielo y Lola, al fin, tras insistirle todos, entrando con sus grandes tetas por delante. Nos enjabonábamos unos a otros sin dejar ni el más recóndito rincón, a Lola yo le pasaba las manos por la espalda y por la cintura pero me reprimía a sobarle las tetas o meterle la mano en el chocho como sí que hacía con Elisa, tampoco ella se lanzaba a tocarme otra cosa más que la espalda y los glúteos. Fue Elisa, la maravillosa Elisa la que vino al rescate, cogió mis manos cuando estaban sobre sus tetas y me las llevó a las de Lola a la vez que le besaba los labios, cogió las de Lola y las llevó a mi polla, ya no hizo falta nada más para culminar el clima de verdadera unión que se estaba estableciendo entre nosotros. Cuando Elisa dio un resbalón que no se cayó por estar la bañera llena de gente pero casi nos tiró a los demás, decidimos aclararnos y salir, seguiríamos en la habitación.

 Fueron ellas las que propusieron que, como ya habían tenido su sesión entre ellas por la mañana, se iban a dedicar enteramente a nosotros, dijeron que ellas ni se tocarían. Comenzaron una detrás de otra a chupar nuestras pollas alternativamente mientras Julio y yo nos morreábamos, después nos echamos cruzados en la misma cama sin parar de morrearnos con las pijas hacia arriba y ellas seguían con las mamadas hasta que Lola se subió encima de Julio en cuclillas, enseguida Elisa hizo lo mismo, yo alargué la mano hasta un pezón de Lola que al notarla reparó en nosotros y, olvidando su promesa, comenzó a morrearse a Elisa. Cambiamos de posición pero no de pareja, ya estábamos todos cerca del clímax, me extrañaba mucho que Elisa todavía no se hubiera corrido, entonces Julio las hizo poner boca abajo y el culo en pompa, alternativamente íbamos cambiando de coño hasta que estando yo en el de Lola, oímos a Elisa gritar a su marido que no se la sacara porque se iba a correr, él obediente, siguió en su empeño de satisfacerla, cosa que consiguió entre gritos ahogados y espasmos de su mujer, entonces me di cuenta de que Elisa no se había corrido antes porque quería hacerlo con Julio. Elisa se dejó caer tal y como estaba y se desentendió, ya satisfecha, de nosotros; Julio se pasó atrás mío, pero yo viendo sus intenciones, le cedí el sitio dispuesto a esperar si hacía falta. Seguramente, también Lola quería correrse con Julio, o podría ser por tenerla más grande, pero lo cierto es que su excitación crecía por momentos y la de él también, cuando los vi en semejante estado no quise cortarles de manera alguna, miré a Elisa por si me podía socorrer pero seguía igual, y hasta pensé en acabar masturbándome, idea que deseché teniendo tanto donde elegir aunque tuviera que esperar un poco. Julio seguía con el mete saca cada vez más violento y entonces metí la cabeza como pude debajo de Lola para alcanzar su clítoris con mi lengua, al momento se expandieron los sentidos y sabíamos que iban a explotar, debían oírlos desde el pasillo y desde las habitaciones contiguas y por fin se corrieron al unísono, yo con mi lengua recogía el semen que rebosaba del lleno coño de Lola, y paciente esperaba mi turno.

  Lola, aunque satisfecha, viendo a Elisa desentendida, sintió la responsabilidad de ocuparse de mí, se echó boca arriba y me invitó a montarla, tenía el chocho empapado y dilatado después de haber jodido con la estaca de Julio, así que mi pene no encontraba más resistencia que si lo hubiera metido en puré, ella, percatada de esto, colocó sus piernas sobre mis hombros y cogió mi mojado pene para introducirlo por su apretado culo. Pensé que costaría más de lo que costó que entrara, ahí sí que había resistencia, sus carnes acogían a mi polla como queriéndola estrangular y parecía que se me ponía más grande y más dura hasta que sin poder aguantar más me corrí en lo más hondo de su recto. A pesar de haber conseguido llegar a semejante orgasmo, me quedé con la asignatura pendiente de correrme entre sus tetas, ¿para otra ocasión?...

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