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VERANO EN CAMPO, PLAYA Y MONTAÑA 2 (Elisa)

en Grandes Series

 Al día siguiente estuve con mi tío toda la mañana sin parar de pensar en las experiencias que estaba viviendo los días anteriores y deseando que llegara la hora de la siesta. Cuando llegó el momento y tras cruzar una mirada cómplice con Julio pasé a ejecutar el plan previsto con toda precisión después de ir al lavabo y después de mear, lavarme el pene concienzudamente como sabía que hacía Julio, así que llegué al cuarto de la despensa justo después que él. Cuando cerré la puerta, encendió una cerilla y un candil de gas con el que se iluminaba el cuarto que no disponía de ventanas, lo dejó con una luz tenue suficiente para ver lo que nos teníamos que ver y nos fundimos en un largo e intenso morreo mientras abrazados percibíamos nuestras mutuas erecciones, enseguida nos despojamos de nuestras ropas y pasamos a chuparnos mutuamente las pollas, primero él a mí, después yo a él y por último mutuamente en un 69 colosal, al final nos acostamos abrazados, él puesto sobre mí frotándose conmigo, nuestras pollas juntas prietas entre abdomen y abdomen, nuestras lenguas jugando con nuestros labios, entonces comenzó a moverse como un poseso hasta que noté que quería correrse así, ese pensamiento y mi deseo de hacerlo cuando él, me hizo conseguir el objetivo y cuando noté que se estaba corriendo lo acompañé haciendo que nuestro semen se mezclara entre nuestros cuerpos.

   Estuvimos hablando después, siempre en voz muy baja, de las experiencias que habíamos pasado juntos e inevitablemente surgió el nombre de Elisa, entonces me contó lo caliente que era, me explicó cómo la había conocido en la montaña en la fiesta de su pueblo, estaba sola con sus padres y la sacó a bailar durante el baile en la plaza, bailaban bastante separados pero él vio algo en ella y le propuso marchar de allí, entonces ella le dijo que se fuera a una determinada calle y la esperara para después seguirla, era la manera de evitar verlos irse juntos, a sus padres les dijo que se iba a casa porque se encontraba mal. Cuando llegaron a las afueras del pueblo apoyados en una pared se besaron y con solo eso ella tuvo un orgasmo, él se asustó al principio pero cuando reaccionó tomó la determinación de hacerla suya para siempre.

  Julio ya contaba 32 años y ella solo 16 pero había pasado por una terrible experiencia, un año antes fue violada por un tío suyo soltero, hermano de su padre, que vivía en la misma casa y aunque la familia trató de taparlo ni hubo denuncia, todo el pueblo se enteró y por eso la pobre quedó marcada para siempre; a sus padres no les importó que fuera alguien tan mayor el que se la quisiera llevar lejos del pueblo ni que se entendiera con su compañero de trabajo y con su prima, puta en la capital, como se rumoreaba. Estuvo viéndola durante el final de aquel verano y volvió un día al principio del invierno con la intención de hablar definitivamente de la boda, la familia le exigía que abandonara las prácticas homosexuales y las visitas a su prima pero él, envalentonado,  se mantuvo firme derivando eso a asuntos de pareja en los que solo la pareja debía entrar, sí que cedió en la petición de que cambiara de profesión, probablemente no querían verlo más por aquellos lares, por eso buscó el empleo que aún tenía.

  Desde el principio tuvo que aceptar Elisa alguna escapada para ir a ver a su “amigo” el pastor, antes compañero y amante que trabajaba a 40 Km de allí y a Lola, la prima de Julio repudiada por toda su familia excepto por él, una mujer de más de 50 años que trabajaba en la capital tras la barra de un bar de mala nota y siempre estaba dispuesta a alternar con quien se lo proponía. Lola le había enseñado a Julio, cuando todavía era un chaval, todos los secretos de las relaciones sexuales que después agradecería Elisa cuando la pareja los utilizaba, además Lola, probablemente harta de hombres, descubrió el sexo con otras mujeres y tuvo sucesivamente varias parejas del mismo sexo. Elisa acompañaba a su marido, por petición expresa de él, a las visitas que hacía a Lola, no iban al bar sino a la casa de ella y a las relaciones que desde hacía años mantenían los primos se añadió después Elisa con el regocijo de Lola compartido de inmediato por Elisa que conoció una nueva forma de sexo tan diferente a la desagradable primera experiencia que tuvo con su tío; tanto intimaron que hasta se fueron juntos a pasar unos días a una playa en las únicas vacaciones que habían disfrutado desde el viaje de luna de miel. Después de conocer esta historia, mi obsesión por Elisa había crecido de forma descomunal, le hice saber a Julio cuanto había disfrutado viéndolos en pareja en el estanque y que quería más, que si estaba yo delante no se cortaran sino todo lo contrario. –Hay algo que me falta experimentar con Elisa y en eso me gustaría que entraras tú, sé que te gustaría porque veo como la deseas, ¿Te gustaría participar en un polvo con nosotros?- me dijo, -cuando queráis- le contesté, -déjame prepararla pero cuenta que lo conseguiré, tiene que ser que me lo pida ella.-

  Entonces Julio me explicó un plan: -Mañana es sábado y tus tíos se irán a la ciudad a comprar, si te ofrecieran ir, ponles la excusa de que mañana puedes llevar un rato el tractor y así te quedas, yo vendré a la hora del bocadillo y estaremos solos con Elisa porque a ella le dirás que te vas a dar un baño al estanque y que desde allí te irás al tajo donde estaré con el tractor, ya me ocuparé yo de traérmela a este cuarto para follar, tú estarás dentro de esa despensa esperando porque  la habrás abierto con la llave que sé que la guardan sobre la viga de encima de la puerta del cuarto, podrás mirar en absoluto silencio por esa ventana pero sin acercarte mucho para no salir de la oscuridad, si llega la ocasión te llamaremos para que salgas y si no te llamamos, te haces una paja y esperaremos mejor ocasión, confía en mí- y con un beso se despidió de mi advirtiéndome de  que  no saliera hasta que estuviera todo despejado. Mientras estuve esperando, un buen rato por cierto, oía la voz de Elisa hablando con mi tía en el patio y pensando en lo que me deparaba el día siguiente, me vino una erección y en la soledad de aquel cuarto que tanto prometía, a pesar de haberme corrido hacía una hora escasa, me hice otra paja, una más de tantas que la ocasión presentaba.

  El sábado salió todo como estaba planeado, ya se habían ido mis tíos cuando entré a la cocina donde Elisa estaba preparando la comida, mientras me comía un huevo frito que me preparó tuve ocasión en fijarme bien en ella, ya lo había hecho muchas veces, era perfecta, algo menuda, lo que le daba esa gracia especial que a mí me encandilaba, se volvió y me pilló observándola, con una sonrisa me dijo: -me vas a desgastar mirándome, voy a pensar que te gustan las mujeres- me dio un sobresalto, enseguida adiviné que Julio le había contado lo nuestro, igual ya le había dicho algo sobre lo que yo tanto ansiaba, noté como me estaba poniendo rojo, me había cogido desprevenido, no sabía cómo reaccionar, al fin contesté un tímido: -es que sí me gustan- y viendo su sonrisa complaciente y oyendo a Julio que entraba, lo que representaba que ya tendría que contestarme con él presente y aquello iba a favor de sus intenciones que también eran las mías, me envalentoné y le espeté: -y tú más que ninguna- que quedó en el aire y sin respuesta.

  Hice todo lo previsto y me metí en la despensa, ésta era una pequeña habitación de unos tres metros cuadrados con una ventana cuadrada al cuarto ya conocido de unos 50 cm de lado cerrada por tela mosquitera, dos paredes estaban llenas de estanterías y en la pared de la puerta, donde se encontraba la ventana había unos sacos apilados que no sé bien de que eran, quizás garbanzos o judías blancas. Apagué la cerilla que había encendido y sentado sobre los sacos me dispuse a esperar.

  Por fin se abrió la puerta y Julio con Elisa entraron abrazados besándose, hicieron una pausa para encender la lámpara y siguieron con la pasión; evidentemente Elisa estaba enamorada de su marido y él le correspondía. No tardó Julio en quitarle la bata que cubría el cuerpo de su mujer, solo llevaba debajo unas braguitas que también desaparecieron al instante, ella desabrochó la bragueta del pantalón de él y buscó el enhiesto falo que pugnaba por salir, al momento la ropa de Julio se amontonaba en el suelo junto a la de Elisa y fundidos en un eterno abrazo cayeron en el camastro que el día anterior había soportado nuestros cuerpos en parecido abrazo. El pícaro de Julio, sabedor de que yo estaría mirando, le propuso comenzar de una forma que observé no era la primera vez que lo hacían, -colócate con las piernas bien abiertas frente a mí y tócate hasta tu primer orgasmo- le dijo mientras se colocaba pegado a la ventana desde donde yo a una distancia prudencial observaba. Veía aquel coño rosado rodeado de pelo negro acariciado por sus divinas manos y mis manos a su vez acariciaban mi tieso pene que mojado y a punto de explotar me provocaba un placer que en ninguna de mis anteriores pajas había alcanzado. Cuando ella, entre jadeos y espasmos llegó al orgasmo, yo estaba tan a punto que tuve que retenerme como pude, pero al ver los movimientos reflejos de la zona cercana a su ano provocados por el tremendo orgasmo que ella misma se había trabajado, noté que me iba a correr sin remedio y para culminar el acto imprimí un movimiento más rápido a mi mano con la que al instante noté los chorros de semen que pasando por mi verga iban a parar al pañuelo que previsor, portaba en la otra mano.

  Enfadado conmigo mismo por no haber sabido esperar a lo que lógicamente iba a suceder seguidamente y sobre todo porque Julio podía llamarme y entonces yo no iba a cumplir adecuadamente, me propuse centrarme en la visión de lo que se me ofrecía y excitarme hasta conseguir otra erección.

  No tardó en aparecer, de hecho se podría decir que fue la misma del principio, Elisa a la vez que le estaba haciendo una mamada a él, tumbado en el camastro y con las piernas hacia el cielo, le penetraba el culo con dos dedos con un mete saca que dejaba a Julio en la gloria. Después fue él quien se afanó chupando con los labios y con la lengua primero el ano y el chocho y después centrándose en el clítoris mientras le metía dos dedos en otro mete saca que a Elisa le provocó un segundo orgasmo.

   Tras esto, Julio se sentó en el camastro con los pies en el suelo, ella subida encima y agarrada con un brazo a su cuello buscó con la otra mano la polla de su marido para ensartarla fácilmente en aquel hueco blando y húmedo que la acogió con evidente sumo placer. Ahora la vista que me ofrecía Elisa de su espalda y de su trasero me hacía imaginar la tersura de su piel, la firmeza de sus nalgas, la suavidad de su pelo, la liviana carga de su peso y la obsesión y el deseo que por ella sentía crecía en mí de forma desaforada. Quise demostrarle a Julio mi estado de excitación, creo que se lo merecía, pensé que la mejor manera era que viera a través de la ventana mi rabo tieso como un palo y aprovechando que Elisa estaba de espaldas y Julio, en cambio, podía verme, subido sobre los sacos que se encontraban bajo la ventana, acerqué hacia ella mi zona pélvica asegurándome de que la luz que se colaba a través de la tela mosquitera iluminara mi polla cogida con una mano que no paraba de masturbarla.

  Julio le hizo meterse a cuatro patas y él detrás le metía la estaca, primero con facilidad por el coño pero al momento estaba metiéndosela por el ano, entonces ella aprovechaba a tocarse frenéticamente el clítoris y oí que Julio le decía: -Si ahora estuviera aquí Constantino (así me llamo) le podríamos pedir que te lo chupara- unos segundos después, tras pensarlo, oí a Elisa: -Seguro que si estuviera aquí me ignoraríais- y Julio: -Ya le diremos que se sume y verás cómo nos comportaremos correctamente, ¿no sale perfectamente con Lola?- y Elisa: -Si, pero Lola se centra mucho conmigo y Tati (así me llaman) me temo se centre más en ti- quiso cerrar la conversación Julio diciendo: -¿Es que no ves como te mira? Decidido, le invitaremos- pero Elisa que no estaba convencida la cerró expresando sus temores: - Es por su tía, nos llevamos muy bien y me quiere mucho- todo esto mientras Julio aceleraba el ritmo marcando la cercanía de su momento, sus jadeos le delataban, Elisa no queriendo quedarse atrás aceleró su masaje y consiguió el clímax antes que él que sintiendo en su polla los involuntarios espasmos del ano de Elisa provocados por el orgasmo, no pudo, ni quiso, aguantarse más y se corrió dentro del intestino de su mujer a la vez que yo hacía lo mismo en el mismo pañuelo que antes y conseguido con la misma mano.

  Rápidamente se vistió Julio y salió a trabajar diciéndole a su mujer que yo ya estaría esperando en el tajo, ella, desnuda y perezosa, se quedó en el camastro tendida boca arriba. Cuanto más la miraba más crecía mi deseo y mi obsesión por ella, tenía que contener mis impulsos para salir y declarar mis sentimientos, poder decírselos mirándola a los ojos mientras acariciaba su piel pero pensaba en el peligro que suponía lanzarme a dar ese paso que podía romper la buena marcha que estaba llevando el plan urdido por Julio y que culminaría con ella en mis brazos; tenía que armarme de paciencia.

  El problema fue que allí donde estaba y sin moverse, se durmió; estuvo hasta casi la hora de comer dormida, de repente al despertarse, se levantó y vistiéndose salió precipitadamente, hasta entonces no pude salir, lo hice por la parte de atrás sin ser visto y fui al tajo donde Julio estaba con el tractor, me dio las instrucciones pertinentes y se marchó rápidamente para, según dijo, poder hablar con Elisa para convencerla de hacer un trío, estaba convencido de lograrlo. Por fin podría poseerla, se cumpliría mi obsesivo deseo.

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