miprimita.com

La esposa del rey

en Grandes Relatos

Está vestida sólo con un camisón sencillo. Nada de vestidos ostentosos, nada de ropas innecesarias. Un camisón, y sin nada debajo. Un camisón y punto. Se alegra de la ligereza de su nuevo atuendo. El vestido de novia pesaba demasiado. Espera a que se abra la puerta, y no tiene que esperar demasiado. Por la puerta aparece el hombre que se ha casado con ella. El hombre que le ha dado un reino. Una risa maliciosa nace en la mente de la pequeña adolescente, aunque no llega a su boca. ¿Cómo puede ser un hombre así un rey? Bajito, gordo, y no digamos que sea muy agraciado. Sin embargo, lleva un porte elegante que parece embellecerlo. La mira con ojos brillantes a la luz de la chimenea. La cama se refleja en sus córneas. Una cama Real, realmente Real. Se acerca a ella con paso decidido, le agarra la cabeza y le planta un beso con mucho amor, con mucha lujuria, con mucha pasión… y con mucha torpeza. La joven vuelve a pensar qué hilos del destino le han llevado a ser rey, aunque los conoce. Lo conoce. Y mucho. No tanto como hubiera querido al verlo, pero lo conoce mucho. Su hermano es que le ha encumbrado. Él sí se merece ser rey. Rey de Reyes, pero se le adelantaron. Mala suerte, si hubiera nacido diez años antes… Pero bueno, a sus catorce años es la mujer por la que se pelean los reyes, no se puede quejar.

Su esposo acaba su beso y comienza a desvestirla. El camisón no tarda en caer al suelo y el rey se encuentra ante la desnudez núbil de su mujer. Se encuentra ante la diosa Afrodita convertida en mortal. Una larga melena rubia, unos ojos tan azules como el mar de donde nació la diosa, una nariz de proporciones perfectas, unos labios hechos para besar y ser besados, unos pechos apetitosos, que caben justo en la mano del rey, una cintura de avispa, unas caderas anchas y fértiles, un pequeño matorral de vello tan rubio que parece transparente, y unas piernas creadas para abrazar cuerpos. La perfección en persona. El rey tarda varios segundos en caer en la cuenta de que debe ponerse a su altura y quitarse sus engorrosos vestidos de gala. Con dificultad, termina desnudo, aunque su falo parece aún dormido.

-Oh, vaya.- piensa la joven- voy a tener que esforzarme para satisfacer a este energúmeno.

Se arrodilla ante el cuerpo desnudo de su esposo, e introduce su colgajo en la boca. El rey deja escapar un suspiro de placer y su miembro comienza a desperezarse. La joven se sobresalta. ‘Eso’ está creciendo demasiado. Cinco, diez, quince, hasta veinte centímetros.

- Vaya- las frases no llegan a salir de su mente y jamás suenan en el silencio de la habitación.- Por fin descubro que tiene algo digno de un rey.

Se excita visiblemente al imaginarse ese pedazo de carne atravesándola dentro de ella. Sabe lo que se siente. Nunca tan grande pero sabe lo que se siente. Lo sabe demasiado bien. Sus pezones, pequeños pezones marrones en sus pechos turgentes y rosados, sus pezones están completamente erectos. Su sexo comienza a humedecerse tanto que un fino hilillo de humedad corre por sus piernas hasta reunirse con el suelo tras caer de la rodilla.

Ahora sí. El falo se levanta recto y seguro, como un ariete predispuesto a atacar las barreras de los castillos. Y eso piensa hacer. El rey levanta a su mujer y la lleva a la cama. Se coloca encima de ella y le introduce poco a poco su torre cárnica. Tres centímetro, cinco, diez… sólo ha metido la mitad cuando su cara pasa en segundos de la extrañeza a la rabia…

- ¿Quién fue?

Ella sabe a qué se refiere. ¡Maldita sea la religión! No pudo contenerse, y su himen ya fue atravesado antes, mucho antes. Ella no quiere pronunciar el nombre, desde la boda que no ha pronunciado palabra, pero en su mente un nombre sobrevuela como una mariposa.

"Teseo… ¡Oh, Teseo!" Su sexo responde con una oleada húmeda al evocar ese cuerpo vigoroso, esos dedos ágiles y esa lengua incansable, que se negaban a darle la consumación hasta que ella amenazó con quitarse la vida. La historia dirá que fue raptada, aunque ella sabe que no fue así. El rapto hubiera sido quedarse en el castillo de su ciudad y olvidar a ese gran hombre. Huyó con él, y él le enseñó todo lo que quería aprender. "Teseo… ¡Oh, Teseo!"

Sin embargo, su esposo se consume en la rabia. Comienza a bombear en su interior, empujándola hacia atrás en cada embestida. Ella sabe que actúa con ira, y no con pasión, pero que los dioses la confundan si no está gozando como nunca. Su cuerpo se abre al poderío real de u esposo. Coloca las manos en la pared, le sudan, atrapa con sus piernas la cintura del rey, se entrega a su virilidad en medio de múltiples orgasmos que se clavan en lo más hondo de la mente de su marido. Grita, chilla, se retuerce envuelta en una nube de placer. Comienza a sudar más profusamente, su pequeño cuerpo está enterrado bajo el cuerpo grueso del rey. El hombre la mira a los ojos con un tenue resplandor rojizo en el rostro, atacando con furia. Se siente engañado, estafado por una niña con cuerpo de mujer. No sabe si sus gritos son de placer o de dolor, pero no le importa lo más mínimo. En ese momento su esposa es una mujer más, una cortesana que está allí para hacerlo gozar… aunque… esa carita, esa cara perfecta, copia de la más perfecta creación de los dioses, le dice lo contrario. Ella está gozando, y a pesar del dolor de su corazón, él quiere que sea así, es demasiado bella para que no sea tratada como una reina. Es su reina.

Sus pequeños pechos se mueven tímidamente adelante y atrás a cada embestida de su esposo. Una de sus manos abandona la pared y se reúne con sus senos calientes. El rey contempla como la joven se excita ella sola acariciándose sus preciosos pechos modelados por el mejor de los escultores de los cielos. La perfección hecha mujer, Afrodita saliendo de las aguas, la más bella muestra de la beldad femenina.

Con un último empujón y un sonido gutural, el rey detiene sus movimientos, inundando el sexo de su esposa, que tarde o temprano tendrá que darle un hijo, por que un cuerpo tan bello no puede ser estéril. La joven aún prosigue sus movimientos por debajo del cuerpo de su esposo. No ha tenido bastante, le da igual sentirse llena, quiere más, más, más… Su pelvis choca una y otra vez contra las piernas del rey, intentando aprovechar la dureza residual para subir otra vez al Olimpo durante un momento tan solo. Lo consigue. Explota en otro nuevo orgasmo, más fuerte y poderoso que los anteriores y se queda agotada en la cama. Cierra los ojos, pero por muy poco tiempo, pues nota que su marido se levanta y se va hasta el fondo de la habitación.

La adolescente no comprende. ¿Qué está haciendo? Sin embargo, al ver lo que trae en las manos le vuelve a la mente un pensamiento que había quedado enterrado bajo una montaña de orgasmos. Había mentido al rey, lo había engañado, no había dejado que disfrutara de su virginidad y el hombre volvía con una espada en sus manos. Sintió terror por su vida. No parecía un hombre de los que perdonan y olvidan. Venía con una mueca de rabia en la cara y una espada en la mano. La pequeña mujer estaba tan aterrorizada que no se podía mover. Cada vez tenía menos tiempo de evitar ese fatídico final. Cuando tuvo de nuevo a su marido encima, con la mano derecha aprisionándole el cuello mientras la izquierda blandía una espada corta, supo que era su fin, que su vida acabaría en ese momento. Su marido, su captor, la tenía aprisionada y su espada señalaba su corazón. Su lujuria había sido su final. Su sexo ansioso cuando sólo contaba con trece años había sido su perdición.

La espada se adelanta, pero en el último momento cae y sólo inflinge un corte superficial aunque largo en la parte superior de su pierna derecha, casi a la altura de la cintura.

- ¿Qué…?- La adolescente despierta de su sorpresa por el dolor. No está muerta, y su marido guarda la espada. El rey vuelva a la cama y tapona la herida con la zona central de las sábanas.

- Quieren sangre. Y sangre tendrán.

La adolescente suspira aliviada. Su esposo no dirá nada. La quiere demasiado. Al día siguiente enseñará las sábanas manchadas de sangre a sus padres para hacerlos seguir creyendo que era virgen. Una sonrisa se dibuja en sus labios. Se lanza hacia su esposo y hunde su lengua en su boca. Ahora está bajo su poder. Sabe que lo tiene bajo el hechizo de su belleza. Nada de lo que ella haga cambiará eso. Lo podrá engañar las veces que quiera, y él seguirá guardándole el trono. Ahora se arrepiente de no haber luchado por conseguir el trono de una ciudad más rica. Quizá Troya hubiera estado bien. Gobierna todo el comercio entre Grecia y Asia Menor. Ese príncipe troyano era muy atractivo. No era el heredero, pero eso podría arreglarse. Paris podría haberle dado el trono de Troya. Sí, podría y puede dárselo, porque nunca es demasiado tarde. Ya es Helena de Lacedemonia. A lo mejor, en un futuro no lejano, se convierte en Helena de Troya.

La joven ambiciosa mesa los cabellos de su marido Menelao mientras duerme.

- Ay, Menelao, Menelao… Qué no harás por estar conmigo…- dice, sabiendo que no le escucha.

Poco tiempo después, su cuerpo también cae bajo el hechizo de Morfeo. Helena sueña. Sueña con una ciudad lejana, con otro nombre, con campesinos que gritan ¡Viva Helena de Troya!. Y no sabe por qué, también sueña con un caballo de madera…

- Helena de Troya… qué bien suena eso…- dice, entre las brumas del sueño.

Mas de Caronte

Sola

La casera

El casero

Sabina (09: Juana la Loca)

13 besos peregrinos

El Cóndor negro

X-9

Desesperación (Encuentro)

Lluisín (El Castigo de Lluisín)

Sabina (08: Pacto entre caballeros)

Sabina (07: Corre, dijo la tortuga)

Desesperación (Mascletà de latidos)

Sati

Lluisín (El último examen)

La chica del autobús

Lluisín (El primer examen)

Un ángel entre la niebla

Desesperación (Al sur)

Sabina (06: Eva tomando el sol)

Sabina (05: Kung-Fú)

Lluisín (El Equipo U)

Involución

Ángelo da Morte

Seven years

Campos de Cádiz

Silencio

El cisne

Lluisín (La oshcuda pdofecía)

Sabina (04: Lolita)

Lluisín (Algunos hombres verdes)

Sabina (03: ¿Quién me ha robado el mes de abril?)

Sabina (02: A la sombra de un león)

Sabina (01: Vístete de putita)

Lluisín (SSA: Sujeto Sexualmente Activo)

Desesperación (Canela y cartón)

La cima

A orillas del Mediterráneo

Cómo escribir en todas las categorías de TR

En la barca de Caronte: SPAZZ

Las entrevistas de Lluisín: Thecrow

En la barca de Caronte: Sasha

En la barca de Caronte: Trazada

A solas con Marta: Erótika

Las entrevistas de Lluisín: Snebiqaus

Viejo Verde

Neyae

Andanzas en la facultad (4)

Cree

Romance de tu cuerpo y el mío

Colegiala con medias y liguero

Desesperación (Marea de bañera)

Dos ramos de rosas (Sábado noche)

Dos ramos de rosas (Sábado por la mañana)

Dos ramos de rosas (Viernes noche)

Lluisín (Fútbol es fútbol)

Yo soy esa

Desesperación (Noche de Fallas)

Noche de Fallas

Andanzas en la facultad (2)

Rosas y gasolina

Lluisín (¿No lo tienes en deuvedé?)

La mansión de Eros y Eris

El espartano

Virgen del fracaso

Aquí no hay quien viva, el guión perdido

1468 ó A diez metros bajo el trono de San Pedro

Cuentos no eróticos: Caperucita

Solo de flauta en do menor

El amante liberal

Allí fuera llueve

Más de mil cámaras...

Lluisín (Y como dijo el Pocholo)

Sunday. Jan 1. 4:37:53 am

La virgen y el eunuco

Lluisín (El Cabrón de la -facul-)

Mi primera amante

Con K de Kasa

Cuentos no eróticos: Las olas

¿Dónde vas, Sergio?

Pintor

Cuentos no eróticos: El maestro

Ante el espejo (2)

Ante el espejo (1)

Ya no pido

La valla

Desesperación (Diosa noche)

Deseperación (Me olvidé)

Untitled

Inventario

La tienda (5: El final)

La tienda (4: el libro)

Desesperación (Y tú no vuelves)

Muñeca

He tenido un sueño

Por siempre mía

La tienda (3 :la boina)

Y yo os declaro...

En la noche

Preciosa y el aire

Tan puta como yo

Experimentos Pavlovianos

La hora sin sombras

Desesperación (soneto)

Desde el infierno

Te marchaste

Desesperación (por tus labios)

Desesperación (ódiame)

Las leyes de Murphy

Quieres volver con él

¡Qué triste es la Luna de Valencia!

La tienda (2: la poción)

La tienda (1: la poción)

Para Wendy

La hija de Wendy

Amor gitano (2)

Historias de Las Arenas (2: lésbico)

Historias de Las Arenas (1: amor filial)

Historias de Las Arenas (3: infidelidad)

La leyenda del jaguar

Cuando lo pierdes todo

Un mal día en verso

Al oído de una amante

Amor gitano

Anda, túmbate a mi lado

Abre la puerta y olvida

Julia (2)

Adela (3)

Adela (1)

Adela (2)

Julia (1)

Julia

La niña de la calle

Teníamos catorce años