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Adela (3)

en Amor filial

Otra vez estaba soñando que me chupaban la polla. Sin embargo, Eva Santolaria había desaparecido de mi mente. La que me mamaba la verga en el sueño era mi hermanita, Adela. Yo sabía que era un sueño por que no había fondo. Estábamos los dos desnudos en un vacío blanco, mientras ella engullía mi polla. Cuando abrí los ojos aún esperaba encontrármela así, chupándome el rabo, pero ella estaba dormida, a mi lado, en la cama de mis padres. Así, mientras dormía, pude detenerme a contemplar el cuerpo de mi hermana. Era bellísima, de piel blanca, aunque con un matiz tostado mediterráneo. Tenía nariz respingona, grandes ojos marrones, melena rubia que enmarcaba su cabeza redonda... fui bajando más y más los ojos; Tetas perfectas para ser sobadas, aunque suponía que aún tenían que crecer, con aureolas marrones y pequeñas, con unos pezones que decían "cómeme". Vientre plano, y un vello púbico tan escaso y rubio que parecía transparente. Su vagina estaba abierta como una deliciosa granada, y sus piernas eran mi perdición. Largas, delgadas y muy pero que muy excitantes. Miré el reloj despertador de mi padre, marcaba las once y diecisiete. Habíamos dormido mucho, pero era domingo y el domingo está para eso. Bueno, para eso y para lo que le tenía preparado a Adelita, mi dulce Adelaida. Entonces tuve una idea para volver a comprobar mi poder. Sin embargo, la necesitaba despierta y la iba a despertar igual que ella me había despertado ayer. Así, abrí lentamente sus piernas y metí mi lengua entre ellas.

Empecé por pasarle la lengua por los muslos. Involuntariamente, y aún dormida, los contrajo y los relajó en un instante. Metí mi boca en su sexo, y empecé a jugar con su clítoris. Adela comenzó a gemir, aún dormida. Por enésima vez, mi mente se embriagó con el aroma de mujer de mi hermana. Adela empezó a moverse, casi retozando con mi cabeza entre sus piernas. Puso sus manos en mi nuca, y con un grito de placer, abrió los ojos.

- ¡Mario!- dijo al ver mi cabeza entre sus piernas.

- Veo que mi hermana ya esta despierta

- sí, sí.- quería más, no se conformaba con un simple cunnilingus.

- ¡Vale! Entonces hazme el desayuno.- No sé cómo describir la cara que puso, estaba entre la sorpresa, la incredulidad y el "este tío está loco"

- ¿Quéeeeee?

- ¿No me has oído?- la miré como si me la fuera a comer- ¡HAZME EL PUTO DESAYUNO!

Ella obedeció, no se explicaba esos cambios de humor en mí. Tan pronto estaba follándomela con suavidad, como la estaba usando y tratando como un felpudo. Al cabo de diez minutos, los dos estábamos tomando un café de lo más bueno en la mesa de la cocina. Yo volví a hablarla con dulzura, y ella se relajó. Cuando me terminé el café (pronto, pues tenía ganas de hacer lo que hice), me metí debajo de la mesa y empecé a meterle el dedo corazón en la vagina. Ella dejó el café en la mesa, y se dispuso a recibir otro envío de placer a manos de su hermanito. Conseguí que se volviera a correr, salí de bajo de la mesa y me fui al comedor dejándola terminarse el café. Cuando entró en el comedor, aún tenía las mejillas coloradas de excitación, no sé si por mis dedos o por los que posiblemente ella sola se hubiera metido en mi ausencia. Nada más entrar se acercó a mí, (estaba sentado en el sofá) y se sentó encima de mí. Puso su vagina encima de mi polla y se dejó caer. Yo aún andaba medio empalmado del dedo que le había hecho, pero cuando la vi entrar con ese color en las mejillas y esa mirada de tigresa hambrienta, mi miembro se puso en posición de firmes en cuestión de microsegundos. Mientras ella botaba sobre mí, sus pechos quedaban a la altura de mi boca, por lo que me dispuse a devorar esos pezones que tanto me atraían.

Poco a poco, sin que se diera cuenta, fui deslizando un dedo hacia su ano, y lo metí unos dos o tres centímetros. Adela sólo suspiró, muy fuerte, lo que me dio pie a seguir internándome en su cuerpo por la puerta de atrás. Después de ese dedo entró otro, y después otro, y a cada uno que entraba, mi hermana suspiraba y yo iba agrandándole el agujero. Sin embargo, puso su boca en mi oreja, y con una voz suave y melosa, la más sensual que jamás había oído, me susurró "no lo hagas, hermanito". Yo accedí, por lo menos en ese momento, y seguí dándole fuelle a su coño. Después de otro orgasmo, mi hermana supo que yo iba detrás y se salió. Puso mi polla en su boca, mojada de jugos y líquido preseminal, y me la mamó unos segundos hasta que yo descargué el contenido de mis huevos en su boca. No dejó escapar ni una gota, y después de eso se sentó a mi lado y me abrazó muy fuerte.

- Te amo.- su voz seguía jugando en mi oreja, jugaba con mi cordura, volviéndome loco por ella. Sinceramente, yo también la amaba, estaba enamorado de mi hermana, y el pensamiento me abrumó.

A las dos comencé a preparar la comida, puesto que mi hermanita era una negada para la cocina. Me volví a poner el delantal y esta vez ella no dijo nada por que iba a preparar carne con patatas fritas, y lo último que yo quería (que nosotros queríamos), era quemarme la polla con una chispa de aceite. Cuando empezamos a comer, lo hicimos a una gran velocidad. Adela había pillado mi truco y sin hablar, sólo con la mirada, acordamos que el primero en acabar se metería debajo de la mesa. Otra vez fui yo el más rápido y con una sonrisa me deslicé al suelo. Le abrí las piernas y oí como ella dejaba el tenedor en la mesa. Empecé a deleitarme con su sexo, y cuando llegó al orgasmo, mi boca estaba allí para recibir sus jugos.

Eran ya las tres cuando la dejaba terminar de comer. Nada más dejar los platos en la pila, comenzamos a fregarlos, pero esta vez juntos, y yo los enjabonaba y ella los limpiaba y secaba. A cada vaso, plato o cubierto que le pasaba, le daba un beso, cada vez en un sitio distinto. Boca, frente, mejillas, teta, brazo, coño pierna, vientre, coño, coño, coño, tetas, coño, coño, coño... Ya no quería otra cosa. Cuando por fin me deshice del último vaso me lié a besarle el sexo, mientras ella gemía y gemía. Sin embargo, el teléfono rompió el influjo de su sexo. Me maldije por lo bajo pero tuve que cogerlo, no sabía si podían ser mis padres diciéndome que ya estaban en la puerta, así que respondí.

- ¿Diga?... ¡Ah! Hola papá… que llegareis tarde... ¿Por la noche?... No tranquilo, nosotros estamos bien... ya preparo yo la cena... No te preocupes... Claro que Adela está bien, está muy bien... me dice que te envíe saludos a ti y a la mamá- yo sonreí a mi hermana y ella me dijo por señas que se iba a duchar. Yo asentí con la cabeza mientras me despedía de mis padres. Así, colgué y me dirigí al baño, para ver cómo se duchaba y quizá, meterme con ella en la ducha. Sin embargo, cuando ya estaba a mitad de pasillo, tocaron a la puerta. Rápidamente me entré a mi habitación y me puse unos pantalones. Al tercer timbrazo yo abrí.

- ¿Javi? ¿Qué coño haces aquí?- le dije.

- Mira, que ayer al final, como no venías tú, Rosa no vino, como Rosa no vino la super-mega-guay de Claudia tampoco vino, y para ir yo sólo con la parejita de oro...- la parejita de oro eran Sandra y Juan, unos amigos míos.- Así que he decidido venir y convencer yo mismo a tus padres para que te dejen venir hoy al cine. ¿dónde están tus pa...?- no pudo hablar más, se quedó con la boca abierta cuando mi hermanita apareció desnuda por el pasillo, no había oído la puerta y salió de la ducha como yo la había enseñado.

- Mario ¿Qué pasa?- Al ver a Javi, sólo pudo taparse las zonas más sensibles de su cuerpo con las manos (sexo y tetas), y salir corriendo a su habitación.

- ¿te estabas tirando a tu hermana?- sinceramente, yo me hacía esa misma pregunta desde hacía treinta horas, pero la vocecilla era tan débil que me era muy fácil obviarla.

- ¡no, Javi! ¡No es lo que parece!- maldita sea, esa frase sonó como si en realidad hubiera dicho "Sí Javi, me la estaba tirando y ¿Sabes qué? Me gusta mucho"

- Yo también quiero.- lo dijo tan serio que me costó tomármelo a broma.

- ¡Sí! ¡No tienes tú fe!- le dije con ironía.

- Si quieres vengo mañana y se lo cuento a tus padres

- ¡No me puedes hacer esto! ¡JAVI, NO ME PUEDES HACER ESTO!

- Tráela aquí.- estuve por pegarle un puñetazo y sacarlo a patadas de la casa, pero conocía a Javi y sabía de lo que era capaz. Me puse las manos en la cabeza, el perfecto fin de semana con mi hermana se estaba torciendo por el perfecto hijo de puta de mi amigo. Lo hice pasara y cerré la puerta. Me dirigí al cuarto de mi hermana y la vi intentando meterse en unos vaqueros muy ajustados. Le conté la proposición de Javi y ella también se lo tomó a broma. Sin embargo, algo en mi mirada lúgubre la convenció de que no era así.

- ¡No! ¡No, Mario, no! ¡No me puedes pedir eso!

- ¿QUÉ PREFIERES? ¿QUE NOS PILLEN LOS PAPÁS Y A TI TE MANDEN A UN PUTO INTERNADO DE MONJAS Y A MÍ A UN LOQUERO? ¿EH? ¿ESO QUIERES?- la estaba volviendo a abrumar, así que sin esperar respuesta la saqué de su habitación llevándomela por el brazo. De repente ella me cogió del hombro y me dijo al oído "Sólo follar, eh", yo asentí con la cabeza, no iba a permitirle a ese hijo de puta nada más con mi pequeña hermana. La llevé al comedor, dónde, a pesar de los pantalones, al hijo de puta de Javi se le notaba una buena erección. Le puse ahí de pie a mi hermana, mientras me acercaba a él

- ¡Sólo un polvo! Después, te piras y aquí no ha pasado nada.- de repente me sentí sucio, como un proxeneta prostituyendo a mi hermana. Me acerqué a mi cuarto, abrí un cajón y saqué una caja de condones, de los buenos, no quería problemas. Cuando volví al comedor, Javi estaba de pie junto al cuerpo de mi hermana. Le pasaba un dedo por la cara mientras daba vueltas a su alrededor. Mi hermana sólo había tenido tiempo de ponerse unas bragas y un sujetador. Aún así, Javi la miraba como un león a una gacela coja.

- ¡Toma!- le tendí el preservativo- y ni se te ocurra pasarte.- me acerqué a mi hermana, y le dije suavemente al oído.- tú tranquila, yo estaré aquí. Si hace algo que no ves bien, me acercaré.

Ella me miró a los ojos y me dijo que sí con la cabeza. Nunca olvidaré esa mirada, con esos ojos marrones a punto de romper a llorar.

- ¡Eh! ¿Te vas a quedar ahí?- me dijo Javi.

- ¿ALGÚN PROBLEMA?- el grito sorprendió tanto a Javi como a Adela, e incluso a mí me sobresaltó un poco. Entonces Javi se empezó a desvestir. Adela, comprendiendo que ese no era ningún galán de los que quitaban la ropa a la chica par hacerla sentir más segura, hizo lo mismo. Cuando los dos estuvieron desnudos, Javi cogió a Adela y la tumbó en el suelo casi empujándola. Yo me acerqué en un salto.

- ¡Ten cuidado! Sigue siendo mi hermana y tú un hijo de puta- le dije, cogiéndolo del cuello.

- ¡Vale, vale!- Javi alzó los brazos, en la típica pose del "Soy inocente". Me tenía miedo, y pensé que esto a lo mejor podría haberse evitado con una buena paliza a tiempo. Sin embargo, ahora era muy tarde.

Javi se sentó en el sofá, aún con los calcetines puestos, lo que me hizo tener que ahogar una risa en mi mano, esperando que Adela pusiera su boca en su polla. Yo le dije a mi hermana que no con la cabeza, así que Adela se levantó del suelo y se dispuso a sentarse encima de Javi.

- ¿No la has enseñado a chupar pollas?- me dijo Javi

- Dije que sólo un polvo.- Adela callaba, en ese momento yo era su voz y la fuerza que la mantenía de pie. Yo era la causa de que ella estuviera así y la razón para que no se fuera. Por que, tal y como me había dicho, me amaba. Adela se introdujo la polla de Javi, enfundada en un condón, hasta el fondo, llegando a donde sus testículos se perdían en una maraña de pelos pelirrojos. Entonces Adela comenzó a cabalgar sobre el cuerpo de Javi. No botaba como las actrices porno, ella se deslizaba adelante y atrás con movimientos lentos y sensuales. Empezó a gemir y yo empecé a ponerme cachondo, muy cachondo. A ratos, entre gemido y gemido, Adela me miraba y se dio cuenta que me entrepierna también comenzaba a abultar por debajo del pantalón, me echó una mirada y me guiño un ojo mientras movía su culito. Yo le pregunté con la mirada y ella asintió con la cabeza. Me quité los pantalones y me puse detrás de ella. Javi no se dio cuenta, enfrascado como Adela en un sueño de dulce placer. Metí un dedo en el culito de mi hermana, y ella respondió con un gemido que me excitó más. Después de varios segundos jugando con su ano para agrandarle un poco la abertura, le introduje la polla por el ano mientras ella pegaba un grito que hizo abrir los ojos a Javi. Al principio parecía confuso por mi presencia tan cercana, pero después lo comprendió y no le importó hacer conmigo una doble penetración a mi hermana. Me encantaba lo cerradito que tenía el ano, lo que apretaba mi polla con una presión que me parecía divina. Mi hermana, gemía entre excitada y sorprendida por que dos hombres la estuvieran penetrando a la vez. Cuando Adela comenzó a gritar de placer, Javi no tardó mucho en correrse. Así que cuando lo hubo hecho, se salió de mi hermana para que yo siguiera en solitario, amasándole esos dulces pechos mientras mi polla atravesaba su ano. Cuando Javi se salió, yo le dije al oído "¿quieres por delante?" pero ella negó con la cabeza, mientras acoplaba sus movimientos a los míos y oía que tenía un orgasmo. Al cabo de diez segundos del suyo, llegó el mío, y descargué mi semen en su dulce culito.

Cuando acabamos, aún estuvimos un momento besándonos, hasta que oímos la cadena del báter. Javi acababa de deshacerse de sus soldaditos por la cañería. Cuando llegó, le tendí su ropa y con mi dedo índice extendido sobre mi cuello, le dije:

- Ya sabes, ahora esto jamás ha sucedido, tú nunca has entrado en esta casa y no conoces a Adela. ¿Vale?

- ¡Joder! Pareces los generales esos americanos de los OVNIs.- en vez de reírme di un paso hacia él, lo que le asustó.- Vale, vale, lo que tú digas.- Dicho esto, cogió su ropa, se vistió y salió por la puerta. Ya dentro solos Adela y yo, le pedí perdón por lo ocurrido.

- Lo siento, se presentó aquí… no sabía que iba a venir... tuve miedo.

- Tranquilo,- y me estampó un beso en la mejilla. Después de ducharme, esta vez sí, con ella, volvimos a la cama de nuestros padres, y allí volvimos a follar. De repente, miré el reloj y me di cuenta que era muy tarde.

- ¡Joder! ¡Vístete que los papás están al caer!- ella miró el reloj y el mismo pánico se adueñó de ella. Eran casi las diez y la noche ya había caído sobre la ciudad. Cenamos unos sándwiches y cuando vinieron mis padres estábamos los dos viendo una película de terror en la televisión.

- ¿Qué, cómo os lo habéis pasado?- preguntó muy padre.

- Muy bien, un poquito agobiada.- dijo Adela.- es que Mario ha estado todo el fin de semana... muy encima de mí.- ella se rió, y yo me lancé hacia ella y le hacía cosquillas.

- ¡Míralos! Como dos niños.- mi padre nos miró y nos reímos. Él no supo por qué, pero nos reíamos por que no éramos unos niños, éramos unos adolescentes que se habían pasado el fin de semana follando como conejos. El lunes mi parte racional volvió de sus vacaciones, pero, de ahí en adelante, siempre que podía, me metía en el cuarto de mi hermana sin que mis padres me vieran.

 

FIN… de momento.

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