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Lluisín (SSA: Sujeto Sexualmente Activo)

en Textos de risa

¡Ya estoy de vuelta! ¿A que me habíais echado de menos, bribones?

En fin, después de mi obligado periplo como entrevistador, y tras tres meses de los que no recuerdo más que a una mariposa con la cara de George Bush arrancándose por bulerías encima de la enciclopedia "Larousse" (¿Qué coño tendría ése jodido canuto que me pasó Thecrow?), he conseguido que aquí el lameculos de Caronte me haga paseíllo para volver por la puerta grande.

Así pues, he convencido a ese mediocre escritorzuelo de insufrible vanidad literaria para acallar ciertos rumores que se oyen por ahí sobre mi actividad, afinidad o incluso capacidad sexual. Caronte se ofreció comprensivo (Hay que ver lo comprensiva que se pone la gente cuando le pones una navaja albaceteña besándole la yugular, y si encima luego les amenazas con cantarles a voz en grito todos los éxitos de Raphael… consigues doblegar las voluntades más fuertes) a relatar una de mis muchas (bueno vale, una de mis pocas) peripecias de alto contenido erótico.

Bueno, para variar, me tocará poner el link al capítulo anterior para que los más lentitos o, simplemente, aquellos que increíblemente hayan cometido el error de nunca haber leído ninguna de mis aventuras, no se pierdan en tal apasionante y elaborada trama…

Lluisín (Fútbol es fútbol)

http://www.todorelatos.com/relato/41923/

Por cierto, que pongo el link al último capítulo, pero os los tenéis que leer todos, que Caronte me da de comer en proporción a los comentarios recibidos.

 

Y vosotros os diréis… ¿Qué coño pasó después del partido de "fúrgol-7"? Pues muy bien, "sus" lo contaré sin más demora.

Sucede que después del partido, como buen y limpito chico, me arreé para las duchas, aunque camino de los vestuarios me crucé con la delantera de la delantera (valga la redundancia) del equipo femenino que había jugado en el campo contiguo.

- Sinceramente… Jamás he visto a un delantero marcar los goles como los has marcado tú.- me dijo, y yo contesté, con todo el ingenio del que disponía:

- ¿Eeeeeiiieeeeennnn? -¿Qué pasa? ¿Osea, al mazas del Supermán le merma las fuerzas la kriptonita y no hay ningún problema y mi ingenio no puede resultar afectado por la cercanía de un buen par de melones? ¡Pues yo también tengo mi "tetonita"! ¡Que lo sepáis!

- Que marcas unos goles muy raros, nano.

- Sí, bueno no… nos ha costado un poco pero al final hemos conseguido marcar esos dos… esos dos… esas dos tetas tan grandecitas con sus pezoncitos y todo y….

- ¿Cómo?

(Nota del autor: Es normal que, de vez en cuando, Lluisín tenga emocionantes diálogos con su pene, que para separarlos debidamente, irán entrecomillados y en cursiva, que no hay nada que le moleste más a los hombres de Calasparra de los Chinchillos, pueblo natal de Lluisín, que confundan lo dicho por ellos con lo que ha dicho su pene.)

"- ¡Jeeeeeefeeeee!

- ¿Qué pasa? ¿Qué quieres, Bartolín? ¿No ves que me la estoy camelando?

- ¡Sí, seguro! ¡Quieres dejar de mirarle las tetas y poner atención a su cara!

¿Pero por qué coño se metía este por en medio? ¿Qué me había dicho? ¿Qué le mirase la cara? A ver qué… ¡Hostia que cara de asco! Se ve que no se ha sentido halagada por mi bonito piropo.

- ¿Ya lo has visto, jefe? Pues bien, si quieres arreglarlo, sólo tienes que decir lo siguiente… Oído al parche:"

- Bueno, pero tú no te quedas atrás, Moni… Que ya he visto que has hecho un partidazo.

¡Anda, no me jodas que era Mónica! ¡Copón! ¡Toda la primaria estudiando con ella y resulta que tengo que recurrir a mi pene para reconocerla! Esto me tendría que enseñar a mirar más a menudo las caras de las tías, por mucha "pechonalidad" que tengan (Y la pechonalidad de la Moni era abrumadora).

- Hombre, para una cosa que me enseñaste a hacer bien… Tengo que reconocer que si no fuera por ti, Luisra, quizá no estaría jugando al fútbol.

- ¿Verdad que sí? Si no fuera por mí seguro que estarías en tu casa, estudiando y labrándote un futuro… ¡De la que te he salvado!- Dije con una sonrisa. (Joder, va a resultar que Bartolín tiene gran carisma y todo… ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Os resulta raro que mi pene piense mejor que yo? Pues, sinceramente, no sé de que os sorprendéis, no sería lo más extraño que pasa en mis historias)

- Pues quizá… Oye, ¿Qué vas a hacer después?

- ¿Qué voy a hacer luego? Pues había quedado con John Travolta para irnos en su avión a Hollywood y recoger allí a Keira Knightley y a la Milla Jovovich para montarnos una orgía a diez mil metros de altura… Pero bueno, por ser tú, lo dejaré para otro día y te invitaré a algo.

- Eres muy gracioso…

- ¡Qué extraño! Las mujeres no me suelen decir eso hasta que me ven desnudo.

- Jajajaja… Bueno, vale, nos veremos en la cafetería, y así me cuentas algo de estos años, que has cambiado mucho.

- Tú también has cambiado mucho… hace cinco años no tenías esas tetas.

- Cabronazo…- contestó con una sonrisa.

- Tía buena…- respondí, en ese bonito intercambio de adjetivos calificativos que tan bien nos definían.

En fin… Que me metí en el vestuario más contento que Bush jugando al "Risk" con misiles nucleares. Precisamente cuando yo entraba, salía el último de mis compañeros, que se habían duchado mientras yo me dedicaba a examinarle el escote a la Moni. Bueno, me desnudé y, como hombre que soy, empecé a hacer el gilipollas en medio de los vestuarios. (¿Alguna vez, hombres, os habéis preguntado por qué estando solos, y ante la cercanía de un espejo, nos ponemos a hacer las idioteces más estúpidas que se nos ocurren? ¿Es algo inherente a la naturaleza masculina humana? ¿Estamos tontos o qué?.)… Resumiendo, que agarré a Bartolín y empecé a… a… coño, a hacer eso que hacen los elefantes cuando se clavan una astilla en la pezuña (¿Qué? ¿Qué pasa, joer? Que uno los únicos elefantes que ha visto son los de "Historia de Babar el elefantito"). Joder… un momento, voy a hacer una llamada y me entero de cómo se dice esto.

Ti-to-ti-ta-tu-ta-ti-to-taaa… PIIIIIII… PIIIIIII…

- ¡Hombre, Caronte! Mira, que te quería pre… ¿Cómo que quién soy? ¡Coño, Lluisín!… ¿Cómo que qué Lluisín? ¿Qué Lluisín te va a llamar a ti, gilipollas? Vale… Oye, ¿Cómo se dice este sonido que hacen los elefantes?… ¡Sí, ya, y yo me lo creo!… ¡Va, coño, dímelo!... ¡Venga!… ¿Va en serio?… ¿Pero de verdad de la buena?... ¿Se dice "barritar"?… ¡Pero si eso es lo que hacen los de "Nestlé" con el chocolate!… Bueno, si lo juras por tu colección de "Mortadelos", me lo creo… ¿Pero seguro que es "barritar"?... ¿Seguro del todo?... Mira que si no... ¿De verdad?... pero... ¿Estás completamente seguro?... ¿Al cien por cien?… ¿Completamente?

TUUUUUT-TUUUUUT-TUUUUUUT

¡Qué hijoputa! ¡Me ha colgado! En fin, está bien. Pues me agarré a Bartolín y comencé a "barritar" como un mamut en celo. Típico de todo aquél que se atreva a llamarse "hombre". ¡Y no digáis que no!

En fin. Media hora después estaba en la cafetería con Moni. Como ni os interesa ni tampoco me acuerdo de lo que allí pasó (Nuevo ataque de la "tetonita" a mis facultades), os diré que dos días después, mientras acompañaba a su casa a Moni (No puedo dejarla sola. De noche, las oscuras y amenazantes calles de mi ciudad son verdaderamente peligrosas para alguien como yo. La Moni sabe artes marciales y me defiende…).

- Bueno, ¿Nos despedimos aquí?- pregunté, con la remtoa esperanza de que me respondiese lo que me respondió.

- Si quieres subir y tomar algo… ¡Eh!… ¿Lluisín? ¿Dónde estás?

- ¡Va! ¿Subes o qué?- le grité desde la puerta de su piso.- ¡Que te estoy esperando!

Mientras Mónica cogía el ascensor, mirando sorprendida el rastro de escalones rotos que había dejado en mi subida, yo me miré a Bartolín y, con tono fraternal, le dije esas palabras que de tan bonitas que suenan, parecen pura poesía Becqueriana:

- ¡Nano! ¡Hoy mojas!- ¡Qué bonito y bucólico! ¿Verdad?

Resultado. Los dos sabíamos a los que íbamos y en cuanto entramos usé la ancestral frase de cortejo del macho ibérico.

- Bueno, va ¿Follamos o qué?- Lo que yo os diga. Pura poesía digna de Borges o Miguel Hernández.

Ante la más absoluta de mis sopresas, respondió afirmativamente y, tras irnos a su cuarto (y quitarme primero zapatillas y calcetines, lo más anti-erótico que existe en este mundo, más aún si los calcetines tienen unos tomatones tan grandes como lonchas de salchichón) nos fuimos desnudando mutuamente (sí, cojones, muy romántico, pero intenta desabrochar el puto cierre de un sujetador desconocido a tientas). Gruesos goterones de sudor me corrían por el rostro mientras mis dedos forcejeaban con ese instrumento del demonio que encerraba el soberbio par de tetas de la Moni (¿Os he dicho ya que Moni tiene una delantera que ni la del Madrid?). Mi mente, enfebrecida, trabajaba a toda máquina intentando doblegar el dichosos cierre, luchando a brazo partido con el infernal mecanismo, hasta que al final:

¡CLAP!

- ¿Qué ha sido eso?- pregunto ella al sentir un repentino e instantáneo frío en su espalda.

- Nada.- contesté, tirando las tijeras debajo de la cama. El sujetador cayó y de pronto nos quedamos los dos desnudos de cintura para arriba. De pronto, oí un sonidito en mi mente.

"-¡Pero qué pedazo de jaca, Dios mío! Pero… Pero qué buena que estás ¿no? Pero… ¿De dónde has salido tú? ¡Pero qué pedazo de tetas! ¿Son tuyas? No me digas que son tuyas. ¡Ay, Dios mío! Dame, dame un beso. Dame un beso y te pongo un quiosco en la gran vía…"

¿De qué me sonará a mí eso? ¿De qué me sonará? ¡Muahahahahaha!

- ¿Bueno, seguimos o qué?- preguntó ella, sin llegar a comprender la absoluta trasposición en la que había quedado mi cuerpo, con el cerebro bloqueado, los ojos fijos en sus tetas y un hilillo de inconsistente baba colgándome de la comisura de los labios. Sí, bastante asqueroso, pero los hombres me comprenderán simplemente dándoles un dato: "TALLA CIENTO VEINTE" (44 para los que se guíen por la normativa de los estados arrejuntaditos y 100 para los que prefieran el calibre europeo. Tallas 50 y 7 respectivamente si hablamos de lencería en lugar de corsetería. Otro día os daré unas clases básicas de pechología, para todo aquél que las quiera escuchar y, por qué no, si me la queréis pagar con una cenita sois libres de hacerlo).

- Esto, sí. Perdona. Que se me ha ido la pinza a Pamplona lo menos.

Seguimos con el acelerado strip-tease, despojándonos rápidamente de la ropa. Y quién dice rápidamente, dice lentamente por que el jodido botón de los vaqueros se negaba a soltarse, y la "moral alta" de Bartolín no ayudaba, precisamente.

Sin embargo, de repente, como una gloriosa visión del cielo, pude verla desnuda y el resto del mundo dejó de importar. La magnificencia de sus senos sólo hacía que aumentar el sensual atractivo de su inocente cara, y sus caderas, perfectas curvas que acentuaban su cintura plana, clamaban por unas manos que las alzaran y…

¡¡¡BAAAAAAASSSSTAAAAAAAAAAAA!!!

Mira, Caronte: Vale que en las bazofias que publicas en las otras categorías, sueltes estas absolutas mariconadas, por que son unas mariconadas que no se las traga ni Dios. Pero cuando el relato va sobre el menda, es decir, Lluisín, no voy a permitir que me eches a perder el relato con esas tonterías, que uno tiene un estilo que proteger, ¡Gañán, que eres un gañán! ¡Como que me llamo Luis Rafael Eduardo García Garcés que tú no me jodes el relato! ¡Gañán!

Bueno, sigo a lo mío. Que la tía en pelotas estaba como parar un tren de mercancías a doble airbag. Y quiso la suerte que fuera ella quien acabara de desnudarme, y Bartolín, al salir de su entierro calzoncillil la saludara de muy cerca.

Y en esas estábamos, Ella mirando con lujuria (es decir, con una mirada de vicio que no se la sacaban ni con espátula…) y Bartolín saludando con un "Muy buenas, señorita, ¿Podría abrir la boca o cualquier otro hueco de su cuerpo para tener un cobijo agradable?". Pero claro, eso, en "idioma Bartolín", sonaría así:

"¡Niña! ¡Abre la boquita que te la voy a meter hasta en el carnet de identidad!"

Menos mal que Bartolín no tiene boca.

Sin embargo, no sé si mi pene es un genio o un absoluto capullo, pero sucedió algo extraño.

- Lluisín, ¿Cómo mueves así las pelotas?

- ¿Eeeeinnn?

Miré para abajo y vi que mis testículos parecían estar saltando a la comba. Arriba uno, abajo el otro. Abajo el uno, arriba el otro.

"- Bartolín… ¿Qué coño estás haciendo allí debajo?

-Perra, perra parda, mira mis pelotas, cómo se menean bailando la jota. Perra, perra parda, mira mis dos huevos, bailando esta jota cómo los meneo…"

Mierda. Yo no sabía que mi polla se sabía la discografía de El Chivi.

En fin, que la Moni, que tiene más vicio que un yonqui ludópata en una farmacia de Las Vegas, pasó del baile, gracias al cielo, y engulló a Bartolín hasta allí donde físicamente llegaba el susodicho miembro viril de un servidor.

"- ¿Cómo va todo por allí, Bartolín?

- ¡Hostia! ¡Qué oscuro está esto! ¡Dile que abra los ojos a ver si veo algo! ¡Ahora! ¡Mira, ha desayunado "Muesly"!"

Que sí, que bien, que Bartolín estaba soltando estupideces, pero yo estaba lejos de todo ello. Comprendedlo, cuando la chupan tan bien como la Moni, el riego del cerebro desaparece por completo y no se le vuelve a ver el pelo. Yo estaba en plena trasposición (Sí, otra vez el asqueroso hilillo de babas en la comisura), con la mente en Malibú. Y ella, cuando le daba la gana, se desocupaba la boca para preguntarme:

- ¿Te gusta?

- Noooo… pero lo estoy disimulando para que no te sientas mal ¡No te jode! ¡Tú sigue con lo tuyo, Moni! ¡Al pilón!

Y ella obedecía como buena chica. De repente, hizo algo que me llevo al mismísimo borde del delirio. Cogió y suavemente, me mordisqueó la punta de Bartolín.

"-¡¡¡AAAYYY!!! ¡Será japuta! ¡Que me ha mordido la muy cabrona!"

Ajena a lo que Bartolín trajinaba, ella me volvió a preguntar, con esa voz de puta fina:

- ¿Te gusta?

A lo que yo sólo pude responderle, con los ojitos en blanco y el hilillo de babas balanceándose:

- Tiiiii… Nene guta…

"- ¿Pero cómo que te gusta? ¡Que me ha mordido, gilipollas! ¿Estás idiota o qué? ¡Me ha pegado un mor-dis-co! ¿Sabes lo que significa eso? ¡Nooooo! ¡No lo sabes por que si lo supieras no dirías que te ha gustado!"

- ¡Otra vez, Moni!- le dije a mi compañera.

"-¡HIJOPUTAAAA! ¡AY!"

Sí, sí, Bartolín con muchos "ays" pero el muy cerdo se corrió en pocos minutos… Bueno, vale, segundos, pero tenéis que tomar en cuenta la excitación previa, los melones de la Moni, la presión de ser un reencuentro con una amiga de la infancia, los melones de la Moni, lo bien que la chupa la Moni y por último, lo grandes que son las tetas de la Moni. Todos esos factores influyeron para que Bartolín soltara la carga con prontitud y con el tiempo justo de que yo avisara a la Moni.

Bueno, la cuestión es que tocó la parte que todos buscábamos. Para ello fue que la Moni se tumbó en la cama y tiró una pierna pa’ Lugo y la otra pa’ Mallorca, mostrándome, allí en medio, lo que todos conocéis.

Se veía tan apetecible… estuve a puntito de presentarme con todos los respetos: "Sí, hola. Muy buenas, señora conejo, yo me llamo Lluisín, y este apuesto jovencito que está ansioso por penetrarla se llama Bartolín. Espero que hagan muy buenas migas.".

Sin embargo, hasta que Bartolín recuperase su "moral", me tocaba devolverle el favor a la Moni, para lo cual apliqué mi boca a lo suyo. Al poco tiempo, la Moni empezó a gemir, tal y como estaba previsto en el guión. Lo que aproveché para poner en práctica mis conocimientos de solfeo. ¿Cómo? muy fácil. Después de quue cada una de mis manos escalara el respectivo Everest de sus tetas, empecé a sintonizarle los pezones.

- ¡Aaaahhhh!- gemía ella.

- uyuyuy…- pensaba yo.- Eso me ha sonado más a La bemol. A ver si así…

- ¡AaaAAHH!

Ése era el Sí sostenido que buscaba. Perfecto. Sigo en forma. (se dan casos de verdaderos expertos en esta materia que han conseguido que sus parejas acabaran gimiendo el "We will rock you", "La Macarena" o cualquier otra canción que se les cruzara por la mente).

Pero mi alegría se veía empañada (amén de por los pelos que se me quedaban entre los dientes) por mi imposibilidad de verle la cara (Sus inconmensurables pechos me lo impedían), por lo que, mientras yo le daba a la húmeda sobre su húmedo (valga la redundancia), mano pá la izquierda, mano pá la derecha, abrí sus tetas y pude verle le cara. Imaginad la cara de vicio descompuesto y de putona que tenía para que mi pene se volviera a poner duro en cuestión de microsegundos.

Resumiendo, que Bartolín, otra vez en pie de guerra, clamaba por su ración de "tiki-taka", así que lo levanté y lo enfilé hacia su sitio natural.

"- ¡Quieeeeeeetooooo!

- ¿Qué pasa, Bartolín? ¿No quieres entrar?- pregunté, extrañado por su actitud.

- ¡Loco! ¡Insensato! ¡Gilipollas! ¿Tú no sabes la de enfermedades que se pueden coger ahí? ¡Además de lo mojado que está eso! ¡Esos son huecos insalubres (Divertidos, sí, pero insalubres)!

- ¿Pero tú estás tonto? ¡No me falles ahora o te juro que me hago judío! Y ya sabes lo que le pasa a los judíos, ¿No? ¡CLAP!

- ¡No conseguirás doblegar mi voluntad! ¡O me pones "chubasquero" o te juro que vas a saber lo que es un gatillazo!

PD: este pensamiento está patrocinado por el Ministerio de Sanidad"

¡MIERDA! ¡Puto pene ! En fin, me vi obligado a hacer la romántica pregunta que todos los poetas se hicieron algún día:

- Esto…¿Tienes por ahí una gomita para mi soldadito?

Rápidamente (que no es por presumir, pero había dejado a la Moni con muchas ganas de "Tiki-taka" ), echó mano de un cajón, sacó una caja de (hasta que no me paguen la publicidad que les haré no pienso decir que eran de la marca "Durex". Ups… ¡MIERDA!), y le enfundó uno a mi querido Bartolín.

Entonces sí, debidamente protegido, envié a mi explorador a la salvaje selva. ¡Y tó p’adentro! ¡Y tó p’afuera! Y en ese compás de dos tiempos, tiki-taka, tiki-taka, Bartolín seguía a lo suyo.

"- ¡Hostia, nano! ¡A esta tía le va el vicio! ¡Mira! Aquí dentro pone: Carlitos was here 14-05-05, Mini-yo estuvo aquí: 8-7-06. Y otras cosas más que no veo por que están muy adentro. Esta ha tenido más tíos encima de ella que el partido de la selección de fútbol"

Lo malo es que Bartolín estaba demasiado entretenido por allí abajo, saltándose a la torera cualquier pre-acuerdo al que hubiéramos llegado anteriormente con el propósito de que sus estancias en "cuerpo ajeno" fueran más prolongadas.

Así pues, fui yo mismo el que tuvo que recurrir a la estrategia X-0. Por cierto, que dicha estrategia está solo indicada en muy contadas ocasiones y sólo para estómagos muy fuertes, que no sería muy erótico el terminar vomitando encima de la tía con la que estás fornicando. En fin, la estrategia X-0 es simplemente pensar en una orgía en la que sólo están: Sara Montiel, la Pantoja de Puerto Rico, Marujita Díaz, Carmen de Mairena, Karmele Marchante, Camila Parker-Bowles y la Duquesa de Alba.

Si esa imagen no es suficiente para rebajar el nivel de excitación (¿Quién sabe? A lo mejor alguien consigue montarse un trío con Milla Jovovich y Elsa Pataky), sólo tenéis que meter también a una tribu de zombis leprosos, o el grueso de guiris jubilados de tu ciudad de veraneo en medio de la orgía. Si con eso no es suficiente, chaval, córtatela y deja de tocarme las pelotas.

En fin. Que mientras yo pensaba en todo esto para mantener a raya a Bartolín, la Moni seguía a lo suyo y empezó a temblar como un político marbellí cuando ve acercarse a la Policía.

"- ¡Pero ‘quillo’! ¡Qué cojones está haciendo ésta! ¿Se le ha roto una tubería o algo? Por que aquí cada vez estoy más mojado. ¡Y como siga temblando así voy a acabar metiendome por la oreja!

- Coño, calla, Bartolín, que eso es que está teniendo un or-gas-mo.

- ¡Ah! ¿Pero las mujeres también tienen de eso? No lo sabía.

- ¡Mecagüentusmuertos! ¡No lo digas tan alto que nos están leyendo! ¡Me vas a dejar a la altura del betún! ¡Y ahora, tú y tus hermanas pelotas seguid con el Tiki-taka o te juro que te meto en la aspiradora!

- ¡No! ¡Otra vez no! ¡Lo he entendido! ¡Seré bueno! ¡Tiki-taka, señoritas! ¡Tiki-taka, tiki-taka!

- Eso, eso, Tiki-taka… Más tiki-taka… Sigue el tiki-taka…¡Jooooder con el tiki-taka!… ¡Tiki-taka, tiki-taka!… ¡Tiki!… ¡Taka!… ¡Tiki-taka-tiki-taka!"

- Tikiiii-taaakaaaaaaaaahhhh- no pude evitar decir, a lo que ella me respondió.

- ¿Qué?

- ¿Eeeh?- contesté decidido.

- ¡Aaaaaahhhh!- añadió ella.

- ¡Oooohhhh!- discrepé yo.

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!- afirmó la Moni.

- ¡Tooomaaa Morenooo!- sentencié.

"- Ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta.- concluyó Bartolín."

(Para que después digáis que no hay diálogos profundos en mis relatos, hasta el mismo Shopenhauer estaría celoso de la gran carga filosófica de la conversación.)

Bueno. Después de aquello, no sé que ocurrió durante los siguientes dos días (Debo ser el primer caso de alzheimer inducido por dos tetas).

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