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El Cóndor negro

en Sexo Virtual

Llego a casa, las luces iluminan automáticamente la pequeña dependencia, y al encender mi ordenador, en la pantalla se tipea la misma frase de todos los días.

Black-Condor dice:- Abre la ventana, cariño, el cóndor quiere aterrizar entre tus dedos.

Empiezas a escribir, el Cóndor Negro, como cada día, se posa en el hueco que queda entre la fina pantalla y tus finas braguitas. Allí está, como todas las noches. El que te indicó cuál sería tu nombre en las sesiones diarias. “Thorny Butterfly”, “Mariposa espinada”. Pero bien sabes que a esas espinas les sobra la “T”. Porque, cada noche, ante sus palabras anónimas, te conviertes en una mariposa excitada. Eso eres, una mariposa excitada bailando alrededor de un fuego de nombre, cara y corazón oscuros.

Thorny Butterfly dice:- Mmmm… Mi querido Cóndor… ¿Cuánto tiempo te vas a quedar conmigo esta noche? ¿Me volverás a dejar antes de que cambie el día?

Repasas una y otra vez tu mensaje para buscar un error ortográfico. Siempre supiste cuál era la regla número dos para hablar con el Cóndor. No escribir como una estúpida inculta. Y como la regla número uno era obedecer siempre al Cóndor, tuviste que acatarla y remodelar tu forma de escribir por ordenador. La regla número tres, fue escribir en español. No te resultó difícil. Tu padre era descendiente de mexicanos y, hasta cuando fue declarado ilegal, allí por el 2066, lo hablabas en la soledad, simplemente para que no se te olvidar la herencia de tu padre.

Black-Condor dice:- Hoy estoy muy contento. Me quedaré hasta que no puedas más.

El tamborileo de tu corazón es doble. Uno, por lo que ha dicho. Se quedará contigo. El otro, por cómo lo ha dicho. “Hasta que no puedas más”. Las braguitas se te humedecen casi al instante. Ése hombre no sólo es un hacker de primer nivel, quizá el mejor del mundo, también es un cyberamante capaz de dejarte aullando de placer durante minutos.

Black-Condor dice:- ¿Estás excitada?

La descarada pregunta te golpea con crueldad. Te tiemblan las manos y debes rehacer varias veces el mensaje para evitar los errores.

Black-Condor dice:- tardas demasiado en contestar. Estás nerviosa. Sí, estás excitada.

Thorny Butterfly dice:- Sí, lo estoy.

Respondes con el corazón saliéndote por la boca.

Black-Condor dice:- Ponte la cámara. Enfócala a tu boca. No quiero ver nada más que tus labios.

Thorny Butterfly dice:- Entendido.

Obedeces  rauda, las manos te trastabillan. ¿Por qué? ¿Por qué el Cóndor te pone tan nerviosa? ¿Es por lo que es, un terrorista informático capaz de reventar cualquier sistema de defensa? ¿Es porque cada noche, aunque sólo sea para hacer acto de presencia por tu vida, aparece en tu ordenador sin que puedas hacer nada por evitarlo? ¿Es porque quizá sea un hechicero africano que un día aprendió cómo hipnotizar personas a través de las redes informáticas? ¿Será eso? ¿Te estará hechizando?

Enciendes la pequeña cámara web de fibra óptica y la enfocas a tu cara.

Black-Condor dice:- Más zoom. Estoy viéndote los ojos.

Fuerzas el zoom y,  entonces sí, ves que tu boca aparece en un primer plano en la pantalla del ordenador. A pleno color, brillante de tu saliva y tu carmín.

Black-Condor dice:- Tienes veinte segundos para hacer desaparecer de tus labios cualquier rastro de ese pintalabios para putas que llevas puesto.

Cada palabra se te clava en el coño como una diminuta verga que te penetra. Mientras con una mano agarras una gasa desmaquilladora a la desesperada, no puedes evitar que la otra desabroche tu pantalón y se hunda bajo tus braguitas. Pronto notas la humedad de tu interior.

Black-Condor dice:- 5…

Black-Condor dice:- 4…

Black-Condor dice:- 3…

Thorny Butterfly dice:- Ya está.

Black-Condor dice:- Buena chica. Ahora, vas a desnudarte completamente. Zapatos inclusive.

Obedeces como en trance y quedas desnuda. Coges el control remoto y apuntas a las ventanas.

Black-Condor dice:- ¿Qué vas a hacer?

Thorny Butterfly dice:- He cerrado las ventanas, no quiero que los vecinos me vean.

Black-Condor dice:- ¿Quién te ha dado permiso para cerrarlas?

No puedes verlo, jamás lo has visto, pero apostarías a que sus profundos ojos marrones, en una cara morena que no muestra emoción alguna, se está clavando en la pantalla. Porque la notas. Notas su mirada a través de todas las redes y prohibiciones que tiene que cruzar para llegar a tu ordenador.

Thorny Butterfly dice:- ¿Puedo cerrarlas?

Black-Condor dice:- No. Ábrelas de nuevo.

Thorny Butterfly dice:- ¿Puedo apagar la luz al menos?

Black-Condor dice:- No. Vas a mostrarle tu cuerpo de puta al resto del mundo.

Thorny Butterfly dice:- Por favor…

Black-Condor dice:- Por favor, nada. ¿Cuál es la primera regla?

Thorny Butterfly dice:- Obedecerte siempre.

Black-Condor dice:- ¿Entonces?

Thorny Butterfly dice:- Ahora las abro.

Black-Condor dice:- Mejor. La próxima vez que pienses en desobedecerme, ¿Sabes lo que te pasará?

Thorny Butterfly dice:- Sí, lo sé.

Black-Condor dice:- No. No lo sabes. Lo imaginas, pero no lo sabes. Y más te sabe no saberlo.

Thorny Butterfly dice:- Lo que tú digas.

Se te olvida que la webcam está fija en tus labios, siguiendo sus movimientos, y tu mohín de tristeza atraviesa kilómetros y kilómetros de redes hasta llegar a la tierra del Cóndor Negro. Bien sabes que aquella tierra, por más que tu gobierno la domine a fuerza de armas, es la tierra del Cóndor negro, el líder de la resistencia Sudafricana. No hay quilómetro de ese país donde no se haya oído hablar del Cóndor Negro, el Liberador de Sudáfrica, el Azote de los Estados Unidos.

Black-Condor dice:- Tienes suerte. Hoy estoy contento. No te castigaré. ¿Aún tienes aquello que te envié?

Thorny Butterfly dice:- Sí.

Tu mano viaja hasta una pequeña cajita, de 25x10x10 centímetros (La mediste y la pesaste concienzudamente antes de abrirla la primera vez, temías que el Cóndor supiera “aquello” y su regalo fuera simplemente una bomba para dejarte fuera de juego y callarte). Pero confiaste en él (aún hay días en que te asombras de cómo pudiste confiar tanto en él en aquellas condiciones y sabiendo lo que sabías) y la abriste. Aquello no era una bomba… era algo peor.

Sacas de la caja un largo grueso pene de goma dura, de color negro. En sus laterales, en letras grandes y en relieve, lleva escrito “Condor”.

Black-Condor dice:- Muy bien. Muéstramelo.

Lo haces y lo pones delante de la webcam, entre ella y tus labios.

Black-Condor dice:- Chúpalo. Como si fuera la primera polla que ves en diez años.

No lo entiendes. No entiendes su extraño hechizo. Él escribe y tú obedeces y te excita brutalmente hacerlo. Sin rechistar, sin dudar. Sin ver su cara que adivinas sonriente, sin saber siquiera si él también se masturba llevándote a la locura. Pero lo haces. Metes el rabo de goma en tu boca y lo lames desesperadamente, como si, tal y como te ha dicho el Cóndor Negro, fuera la primera polla que ves en años.

Black-Condor dice:- ¿Está ya suficientemente mojado?

Thorny Butterfly dice:- Sí. Lo está.

Escribes con la mano libre, mientras no dejas de mamar la polla que te oculta a ratos la pantalla del ordenador empujando con la otra mano.

Black-Condor dice:- ¿Y tú? ¿Estás lo suficientemente mojada?

Thorny Butterfly dice:- Lo estoy.

Dejas de ensalivar el rabo de goma y lo desciendes poco a poco hacia tu coño hambriento.

Black-Condor dice:- No. Todavía no. Sigue chupando y piensa que un vecino te está viendo.

Su control de la situación roza lo omnisciente. Sí. Seguro que algún vecino se ha asomado casualmente a la ventana y ha visto a la puta de su vecina desnuda y mamando un gran rabo de goma negra.

Black-Condor dice:- Dime la verdad. ¿Te excita esa posibilidad?

Thorny Butterfly dice:- Sí.

Black-Condor dice:- buena chica. Métetela ya.

No esperas ni un segundo más. Te incorporas un poco y deslizas en tu interior ya acostumbrado la gran polla que sueñas, es una copia de la del Cóndor Negro.

Black-Condor dice:- ¿Preparada?

Thorny Butterfly dice:- Sí.

Tras tres segundos de absoluta quietud, la polla de goma comienza a vibrar fuertemente. Un suspiro explota en tus labios. Cierras los ojos y te dejas llevar por la enorme polla vibrante del Cóndor que, además, se revuelve en tu interior, haciéndote gemir de placer en pocos segundos.

Black-Condor dice:- ¿Qué tal el día en la oficina?

Thorny Butterfly dice:- Oh, por dios… no me hagas esto…

Logras escribir con dificultad, agitándote al compás de la polla artificial.

Black-Condor dice:- ¿Qué tal el día en la oficina?

Thorny Butterfly dice:- Una puta mierda.

No te crees capaz de escribir mucho más. La polla hace su trabajo a la perfección. Boqueas, gimes, casi sollozas de placer. Lames tu labio superior inconscientemente. En la pantalla, se refleja como un gesto lascivo dirigido al Cóndor.

Black-Condor dice:- Sé más específica. ¿Cómo de puta mierda?

¿Qué le pasa a ese hombre? ¿Cómo puede ser tan cruel, tan sádico, tan hermosamente malvado?

Thorny Butterfly dice:- Johnston, mi jefe, es un grano en el culo.

La polla sigue removiéndose en tu interior. Te deja en cada giro al borde del orgasmo y se niega a dártelo. Piensas en frotarte el clítoris hasta conseguirlo, no puedes aguantar mucho más así. Crees más que posible desmayarte de ganas si esto no acaba pronto.

Black-Condor dice:- Cuéntame algo más del tal Johnston. ¿Es atractivo?

Thorny Butterfly dice:- Por favor… déjame correrme. Por lo que más quieras.

Black-Condor dice:- ¿Es atractivo?

Thorny Butterfly dice:- Es un cerdo cuarentón que me devora con la mirada cada vez que me ve.

Black-Condor dice:- Le comprendo.

Thorny Butterfly dice:- Por favor…

Entiendes, en momentos como estos, que la negativa a usar  el sonido no corresponde a ninguna dificultad técnica. Es una parte más de su sadismo. Te obliga a responder, a mantener tus sentidos en el ordenador más que en tu propio sexo avasallado por un gigantesco rabo artificial que culebrea en tus entrañas.

Black-Condor dice:- No me has respondido. Que sea un cerdo no tiene nada que ver con su apariencia física. ¿Es atractivo?

Sabes que tienes que responder. Y sabes que has de ser sincera. Lo que no sabes es cómo él puede ser capaz de captar tus mentiras casi antes de que tus dedos las hayan escrito. Jamás lo has podido engañar. Está más cerca de los dioses que de los hombres. Un brujo sudafricano. Eso es lo que es. Un cyberbrujo sudafricano que acelera tu pulso y tu respiración a voluntad. Un cyberbrujo que te ha hechizado de por vida.

Thorny Butterfly dice:- Lo es. Es guapo el hijo de puta. Se ha follado a casi todas las tías de la oficina.

Tras tres meses de noches con el Cóndor, has aprendido a mantener la ortografía hasta en estos momentos, cuando, a punto de correrte, te obliga a recordar a tu jefe.

Sí, es guapo, es innegable. Sus primeras canas le hacen un maduro interesante, y su cara es hermosísima, de hombre curtido pero sin abandonar la juventud es…

La vibración se refuerza y el movimiento de la polla en tu interior parece aumentar. Lo notas llegar. Viene, viene, viene… El orgasmo te hace gritar como poseída, arqueas tu cuerpo sobre la silla, con los pies en el suelo y la silla apoyándose en tu espalda y en sus dos patas traseras. Te convulsionas sin poder evitarlo, el flujo salpica el teclado saltando de tu coño en pleno latido. Así te corres. Desnuda, arqueada ante la pantalla del ordenador, gritando sin tapujos… y pensando en tu jefe.

Black-Condor dice:- En la puerta de tu casa tienes otro regalito. Mañana nos vemos.

“Black-Condor has flown”

***

Al día siguiente, tiemblas entrando en el trabajo. Cada cierto tiempo, sin que puedas predecirlo, el pequeño vibrador eléctrico se activa y tú tienes que apagar un grito. ¿Por qué lo haces? No tendrías que hacerlo… El Cóndor Negro no es más que otra misión encomendada por tus jefes. Una más de tantas. Pero… sin embargo… te parece que lo estás empezando a entender. Y eso, te preocupa. Aunque más debería preocuparte no ser capaz de decirle nunca que no. De negarte a sus caprichos.

Entras en el edificio de Langley y, tras pasar los controles, uno de tus compañeros te da la bienvenida. No se espera el grito que sueltas.

- ¡Morris! ¡Volved a repasar los cortafuegos, las contraseñas, todo! El Cóndor está demasiado alegre y creo que ha conseguido colarse.- La última palabra se te corta por culpa del vibrador. Logras ahogar un gemido en la garganta y te diriges derecha a hablar con tu jefe, el Mayor Jeffrey Johnston, de la C.I.A. Mientras él habla y te da la enhorabuena por tu trabajo, tú no puedes dejar  de observarle fijamente el rostro. Verdaderamente atractivo, piensas, cuando sales de ahí, y el vibrador vuelve a activarse durante unos segundos. Cóndor sádico.

- Linda, ¿Te ocurre algo?- te pregunta una compañera tuya, una mujer de color entrada ya en años y en carnes.

- Nada… estaba pensando. Esto del cóndor… ¿Sabes que, aunque volara las diez ciudades más pobladas de los Estados Unidos, no moriría más que un 80% de la gente que ha muerto en las invasiones de la última década?

- Claro, Linda. Claro que lo sé. Pero nosotros tenemos que evitar que mueran los americanos. ¿Entiendes? El resto del mundo que se joda.

- Claro… entiendo.

***

Esa tarde, antes de volver a casa, pasas por una biblioteca pública. Un pequeño DVD, el que venía en el mismo paquete que el vibrador que te niegas a sacar de tu coño, parece quemarte en las manos. Por fin, te sientas en el ordenador más alejado de la puerta e introduces el pequeño soporte.

Nada más encenderlo, un aviso se abre y casi te desmayas de la impresión.

Black-Condor dice:- Abre la ventana, cariño, el cóndor quiere aterrizar entre tus dedos.

Thorny Butterfly dice:- ¿Cóndor? ¿Cómo me has encontrado?

Black-Condor dice:- Nada, cariño, sigue con lo tuyo, y yo con lo mío.

Notas entonces el pequeño vibrador vibrar a la máxima potencia en tu interior. Das un pequeño gritito, y el barrendero te mira de reojo. Te disculpas mientras tu piel se sonrosa de excitación.

Thorny Butterfly dice:- ¿Sigues ahí? ¿Qué quieres que mire? ¿Por qué estoy aquí?

Black-Condor dice:- Todo eso que me has preguntado ya lo sabes. Yo alzo el vuelo ahora.

“Black-Condor has flown”

Con el pequeño mecanismo intruso en tu coño excitándote sin piedad y arrancándote gemidos que tratas de apagar con más o menos suerte, te pones el guante negro que sustituyó al antiguo ratón y entras en Internet, convertida en web exclusiva para los Estados Unidos desde el 2065, justo dos años después de que la gente votara a favor una resolución para dar al presidente poderes plenos sobre todas las esferas de la vida, cuando la gente vivía aterrorizada por el miedo al terrorismo. Miedo al Miedo. Maldita sensación que consiguió que los estadounidenses votaran democráticamente una dictadura.

Desde el DVD, uno de tantos DVDs ilegales y casi arcaicos que se pueden conseguir en los tugurios de las grandes ciudades, accedes a la “otra red”, la red global con tecnología, sobre todo, japonesa, creada tras el cierre de Internet al público mundial.

Buscas en esa segunda red las noticias, opiniones y escritos referentes a la invasión del Sur de África.

El vibrador, mientras, te hace mojar las braguitas.

“Sudáfrica se niega a aceptar el control completo de los Estados Unidos”. “Una aldea es atacada con misiles por los talibanes. 83 muertos”. “Los Estados Unidos entran en Sudáfrica en respuesta a la muerte de 3 misioneros estadounidenses”. “La República Africana con más terroristas encarcelados, invadida por los Estados Unidos”.

Te tiemblan las piernas, si no estuvieras sentada, caerías al suelo. El vibrador del Cóndor sigue su trabajo. No sabías que Sudáfrica hubiera encarcelado ningún terrorista. Creíste que su gobierno los amparaba.

“Universidades y Mezquitas arden en Johannesburgo. Los soldados americanos y los estudiantes se acusan mutuamente”. “El odio aumenta. Las razones para invadir, también. Las razones para defenderse, también”.

El placer te dificulta la lectura. Tus ojos intentan quedarse en blanco cada pocos segundos.

“La Invasión de Sudáfrica no es más que el intento de los Estados Unidos de que los islamistas no dominen toda África tras la victoria del partido tradicionalista musulmán en las elecciones egipcias. Sudáfrica ha pagado el precio de seguir una religión que no comparten sus aliados y de tener conciencia propia. Si hubiera permitido que los Estados Unidos hubieran controlado su gobierno, de todas formas esto habría pasado. Pero hubiera tenido que morir menos gente para que los americanos hubieran dado su guerra por ganada”.

Los videos de las explosiones de los edificios te llenan la pantalla. Las vibraciones de la pequeña alubia plástica te llenan el coño. Observas el último vídeo, el de un maestro de la aldea observando caer el misil supuestamente talibán que dio inicio a la guerra. El vídeo se detiene y aumentan la imagen un momento antes de que se estrelle, a escasos veinte metros de la cámara. Lo reconoces como un misil estadounidense justo antes de cerrar los ojos. El vibrador revolotea ya en tus interiores.

Estallas en un nuevo orgasmo, mordiéndote el puño para no chillar, y caes sobre el teclado, aún temblando.

Recoges el DVD, hábilmente camuflado como un soporte de música del siglo pasado y te marchas a la carrera de la biblioteca, con la cabeza latiendo por las imágenes y el coño latiendo por el orgasmo.

***

Aún te estás cambiando en casa, quitándote tus braguitas empapadas, cuando tu ordenador se enciende solo. Es la primera vez que lo hace, pero no te extraña. Esperas paciente a la frase de bienvenida.

Black-Condor dice:- Abre la ventana, cariño, el cóndor quiere aterrizar entre tus dedos.

Thorny Butterfly:- ¿Dónde estás?

Black-Condor dice:- Aquí, en tu ordenador.

Thorny Butterfly dice:- No digo eso. ¿Dónde estás?  Quiero ir contigo. Quiero abandonar este país.

Black-Condor dice:- Jajajajajaja… Sabes que eso es imposible.

Sí, lo sabes. Es imposible salir de los Estados Unidos sin antes pasar tres semanas de papeleos e interrogatorios.

Thorny Butterfly dice:- Me da igual. Quiero ir contigo.

Black-Condor dice:- Sabes que eso es imposible, Linda.

El corazón se te para. “Linda”. Es tu nombre. Quizá no. Quizá sólo es un cumplido. No. Empieza en mayúscula. Es un nombre propio. El tuyo.

Thorny Butterfly dice:- ¿Lo sabías? ¿Sabías que era de la C.I.A?

Black-Condor dice: Por supuesto. Lo sé todo sobre ti, Linda. Además, así me ha sido mucho más divertido entrar en las redes de la Agencia. Vuestros informáticos se creen buenos, pero no son más que aficionados.

Black-Condor dice: Ellos intentaban fortalecer las defensas con todas las contraseñas habidas y por haber mientras yo me las saltaba a la torera. Ha sido muy divertido. Casi como ver los payasos de un circo.

 “Entrar en las redes” Ya está dentro. Por fin lo ha hecho. ¿Cómo? Mejor no preguntárselo. Meterse en los ordenadores de defensa del país más poderoso es sólo entendible para una persona en el mundo. El mejor hacker de la Historia. Un hacker mucho mejor que el Cóndor del que tomó el nombre. El Cóndor Negro.

Thorny Butterfly dice:- ¿Entonces? ¿Lo has logrado? ¿Estás dentro?

Black-Condor dice:- Cariño, cuando el Cóndor quiere algo… Lo consigue.

Un estremecimiento recorre tu cuerpo desde la punta de tus dedos hasta tu sexo ardiente.

Thorny Butterfly dice:- ¿Entonces?

Black-Condor dice:- En una semana, esos cabrones recibirán su merecido por invadir nuestro país.

Thorny Butterfly dice:- ¿De veras piensas que…?

Black-Condor dice:- ¿Que son unos cabrones? ¿Que invadieron nuestro país por simple y llana geopolítica sin que representáramos ninguna amenaza? ¿Que van a recibir su merecido? Sí, lo creo. La lástima es que tanta gente tenga que morir para que se den cuenta de que, fuera de sus fronteras, residen personas, y no extranjeros.

Thorny Butterfly dice:- Dios… ¿De verdad lo ves posible?

Black-Condor:- aléjate de las cinco ciudades más pobladas de los Estados Unidos. Voy a liberar siete misiles. Aunque bueno… mejor aléjate sólo de Washington, que te queda más cerca.

Thorny Butterfly dice:- ¿Y dónde voy?

Black-Condor dice:- Al sur. A un pueblo que se llama Bangor. Estarás segura y lo podrás ver todo.

Spinned Butterfly dice:- ¿Por qué me lo dices? Sabes que se lo podría decir a mis jefes.

Black-Condor dice:- Y también sé que no se lo dirás. Sé que sabes que esto en tan justo como necesario. Imagínate lo que significará. El final de un Imperio. Los centros de poder de la nación más poderosa, reducidos a la nada. El levantamiento de otros pueblos…

Cada palabra es una verdad más al saco. Todo lo que te dice son verdades ya para ti.

Spinned Butterfly dice:- Pero… ¿Y los habitantes de las ciudades?

Black-Condor dice:- Ojo por ojo, Linda. Las ciudades de mi país fueron masacradas por vuestros soldados. Igual que la tuya. Sé que los polis mataron a tu padre por protestar contra la dictadura de vuestro gobierno. Sé que no tienes más familia ni amigos que tú misma.

Black-Condor dice:- Sé que me comprendes pese a ser estadounidense. Y eso me demuestra que esto es necesario.

Thorny Butterfly dice:- ¿Bangor dijiste?

Black-Condor dice:- Sí. Pero hasta mañana no salgas.

Thorny Butterfly dice:- ¿Y esta noche?

Black-Condor dice:- Toda para nosotros.

Sonríes con perversión. Terminas de desnudarte y agarras la polla artificial con su nombre grabado. Mañana será otro día. “El Día”. Esta noche… una noche más con el Cóndor. Mientras te acaricias, sus palabras van marcándote un nuevo camino de vicio en la pantalla del ordenador.

***

Cuando despunta el alba siguiente, ya estás en la carretera camino de ese pequeño pueblo de novela de terror. En tu coche te ha cabido toda tu vida. Ropa, fotos, ordenador… y la polla del Cóndor. Nada más.

Llegas al pueblo, que sólo durante unas pocas décadas pudo llegar a llamarse ciudad, antes de que, nuevamente, decayera sin remedio. Entras en el motel que hay a la entrada de la localidad y pides una habitación individual.

- ¿Señorita Linda Hamilton?- te pregunta el recepcionista, pulsando la pantalla para navegar por los archivos.

- Sí, soy yo.

- Aquí nos indica que usted reservó una habitación por internet.- dice el joven, mostrándote la pantalla donde aparecen, en efecto, tu nombre y apellido.

- Cielos… tiene razón, se me olvidó que la reservé.- dices, golpeándote la frente y con una sonrisa que se te tuerce cuando notas, nuevamente, el pequeño vibrado latir en tu interior.

Entras en la habitación y un ordenador encendido te da la bienvenida con su pantalla plana encendida. Te acercas a la carrera hacia él, buscando el saludo eterno, hasta que lo oyes.

- Abre la ventana, cariño, el cóndor quiere aterrizar entre tus dedos.

Te giras y allí está él. Un enorme hombre negro como la noche, plantado ante ti con una blanca sonrisa mientras sus ojos marrones se clavan afablemente en tu figura.

- ¿Cóndor?- Exclamas, lanzándote hacia él y abrazándolo. ¡Qué influjo! ¡Qué hechizo! ¡Qué deseo el que te envuelve al tenerlo ante ti!

- Hola, Linda…- te responde suavemente, mientras te besa los labios con ternura.

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado?

- Deberías ver la velocidad que es capaz de alcanzar el submarino más moderno del ejército sudafricano. Además, es casi invisible.- sonríe.

- ¿Ya has dado la orden? ¿Ya…?

- No.

- ¿Por qué?

- Vente.- Con parsimonia, el Cóndor Negro te lleva ante el ordenador y te muestra la pantalla.

“Launch Missiles A15, A34, B69, H2, R22, T49, Z91? Yes/No?”

- No lo entiendo…

- Si de verdad crees en lo que he hecho, tú debes pulsar la tecla. Yo te estaré esperando en la cama. No puedo hacer todo esto sólo por mí. Si tú quieres, lo haremos. Si no quieres, y de todas formas quieres venir conmigo a la cama, lo haremos. Tú decides.- Tiemblas mientras él se aleja hacia la cama. Tanto poder… tanta importancia… un gesto tuyo cambiará la historia.

Sin dudarlo, pulsas la tecla “Y” y el programa comienza su andadura. Observas al Cóndor, que te espera en la cama tras encender la antigua televisión de plasma con unas palabras.

Dos minutos después, mientras el Cóndor te desnuda con una suavidad impropia de sus grandes manos, la programación es interrumpida por un mensaje de un lloroso dictador dirigiéndose a sus ciudadanos.

- Lo lamento mucho.- dice, entre lágrimas, el presidente de los Estados Unidos.- Hemos sido atacados y nada hay que podamos hacer. Las cinco ciudades más importantes de los Estados Unidos: Nueva York, Washington, San Francisco, Los Ángeles y San Diego, serán atacadas por misiles nucleares que han esquivado nuestros sistemas antimisiles. Ruego a los ciudadanos de estas ciudades que traten de escapar cuanto antes de una muerte segura. Lo lamento mucho, ciudadanos. Os he fallado…

La voz quebrada de ese pedófilo adúltero del presidente te pone de los nervios, así que ordenas un “Apágate”, que la televisión obedece y te abandonas a tu amante negro.

Mientras cinco grandes ciudades estallan, tú y el Cóndor Negro folláis en un motel de Bangor.

Internet se colapsa.

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