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Lluisín (¿No lo tienes en deuvedé?)

en Textos de risa

Me he decidido a escribir esta más que posible última parte de mis andanzas alentado por el éxito y la buena aceptación y crítica que siempre han tenido las terceras partes en el cine de humor… "Torrente", "Scary Movie"... Bueno, quizá no sean los mejores ejemplos, pero si nos fijamos en las películas no humorísticas (Sí, me da igual lo que penséis, lo de Torrente es humor), seguro que encontramos alguna tercera parte espléndida. ¡Veis! ¡"El Padrino"! ¿Eh? ¿Tampoco? ¡Joder, qué exigentes! ¡Bueno, pues me da completamente igual! ¡Voy a contar la tercera parte por que me sale de los lobanillos! ¡Y ya está! ¿Algún problema? Pues eso...

Antes de nada, aclarar que las dos primeras partes son mucho mejores que ésta, que en realidad no es nada del otro jueves... En fin... allí os dejo el enlace de la segunda desde la que podréis acceder a la primera, si os rota, claro está:

Lluisín (Y como dijo el Pocholo)

http://www.todorelatos.com/relato/39562/

¿Ya os las habéis leído? Vale, pues hecho el márketing, como ya os habéis leído las anteriores (o, sinceramente, eso espero para que no me dejéis como un imbécil), os puedo decir que lo de antes, lo de que esta parte no era nada excepcional, era una mentira como un templo. Ésta tercera es la mejor de las tres partes. Y ahora veréis por qué.

-Luces… cámara… cámara… ¡Cámara!… ¡¡¡CÁMARA!!!… ¡Xenxo, me cago en Dios, despierta, gilipollas!

- ¿eh? ¿Qué, qué ha pasado? ¿Ya es la hora?

- ¡Cámara!

- ¿Eh? ¡Ah, sí, sí! Perdona... Ya, ya está.

- ¿Pero qué he hecho yo para merecer esto? Ah, bueno, claro... "aquello"… Bah, da igual… ¡Acción!

 

Y allí estaba yo. En aquél jacuzzi (Bueno, vale, para los tiquismiquis del lenguaje "yacusi". Pesaos), rodeado por los brazos de dos tías de toma-pan-y-moja, que discutían entre ellas. Una me dijo:

- Príncipe- ése era yo. A mí las mujeres guapas siempre me dicen "Príncipe". ¿A que mola?- ¿Verdad que yo tengo las tetas más bonitas?

Y no sé si fueron las burbujitas del yacusi, el aroma a incienso que flotaba en el ambiente, sus palabras dulces, o que se quitara el bikini mostrando ese par de tetas, pero aunque no os lo creáis, empecé a ponerme cachondo (¿Qué cosa más curiosa, eh?).

- Hombre... pues si no las toco, me va a ser difícil decidir.- Que conste que yo sólo intentaba ayudar a las pobres chicas a dirimir su discusión. No había otros motivos más allá... (Sí, ya sé que no cuela, pero es que si no, luego me dicen que estoy más salido que el pico de una plancha).

Dicho y hecho, al segundo tenía su gloriosa teta izquierda en mi mano, sobándola, palpándola...

- ¡Pero qué esponjosita! Aunque creo que tendré que comprobar cómo sabe para poder dar una opinión más subjetiva...- todo cien por cien científico. (¿Quién dijo que la ciencia no es divertida, que le meto dos yoyas?)

Instantáneamente, ya tenía su pezón llenando mi boca, sabrosón, grande... mientras las burbujitas del jacuzzi se me colaban por dentro del bañador y la otra muchacha me sobaba el culo. La tetona suspiró y dijo algo entre dientes...

- ¿Qué dices?- pregunté, obviando todas las normas de educación que dicen que no se debe hablar con la boca llena.

- Digo que...- de repente, su voz dulce cambió por completo a otra mucho peor, como si fuera la niña de "El exorcista"- ¡SITO! ¡Levántate de una vez que vas a llegar tarde a las clases! ¡Mastuerzo!

¡Weeeeeec! Fin del sueño. ¡Adiós, queridas!...

Y allí estaba yo. Tumbado en la cama, chupándole una esquina a mi almohada, completamente vestido sobre las sábanas mientras una de mis manos me acariciaba el culo, y la otra me hurgaba la nariz. ¿Creéis que no puede haber nada más patético, verdad? Pues bien, mi cuerpo no estaba de acuerdo con eso y se encargó de demostrarlo con un insidioso, repetitivo, largo, sonoro y desmoralizante Pedo. Pero Pedo con mayúsculas.

¡PFFFFFRRREEETEPETEPETEPUMPAMPUMPARAMPAMPUM!

- ¡Mira! ¡Las burbujitas del yacusi!

Traté de levantarme, y digo traté, por que al incorporarme la cabeza me empezó a dar vueltas (no como a la cría del exorcista, claro está, sino en un plano mucho más metafórico) y volví a caerme hacia atrás como un bebé cabezón (esto en un plano completamente literal, y sin entrar en el resto de objetos que, metafóricamente, podrían recibir el apelativo cariñoso de "bebé cabezón").

Además, el soberano hijo de puta de mi despertador creyó que ése era el mejor momento para dejarse escuchar. Y su timbre se me clavó hasta el hipotálamo (que es una parte del cerebro, y no un hipopótamo pequeño, como muchos podrían pensar). De todas formas, el despertador duró sonando lo que tardé en estamparlo contra la pared, darle unas tres patadas, cogerlo y volverlo a tirar contra el suelo, pisarlo un par de veces, insultarlo (no preguntéis por qué), y por último acabar tirándole un tomo de la enciclopedia temática "Larousse", lo que acabó por descuajaringarlo del todo bajo "el peso de la Historia". (¡Qué bueno! Por fin le encontré una utilidad a la dichosa enciclopedia)

En fin… El primer diagnóstico del doctor Lluisín fue: "Una resaca de la hostia" (para mí, que para el reloj el diagnóstico era una rotura natural, ¿O acaso no es de lo más natural que después de lo que le había hecho, se rompiera?). Tratamiento: Reposo y nada de actividad cerebral... Es decir: Que iba a ir a la Universidad Rita la Cantaora.

Lo malo es que el cateto del doctor Lluisín, alias Lluisín, alias "Príncipe", alias Sito, alias "El cabrón de la facul", alias Luisra, (Joooooder cuántos nombres tengo ¿eh? Al final voy a ser el que más títulos posea. Bueno, vale, estaré ahí-ahí con la Duquesa de Alba y el Real Madrid), pues bueno, ninguno de esos "alias" tuvieron en cuenta el diálogo que acaecería a continuación.

- Venga, Lluisín, arréglate que sino volverás a llegar tarde a la Universidad

- No, mamá, hoy no voy a clase, que no me encuentro bien.

- ¡TÚ VAS A CLASE O TE CORTO LOS COJONES!

- Joer... Hay que ver qué mala hostia le entra por las mañanas...

- ¡¡¡A CLASE!!!

- Ya voy, ya voy...

Yo creo que si la ONU usara a mi madre como mediadora, los EE.UU. no habrían puesto un pie en Irak ni a la de tres. La ponen en la puerta de Bagdad con la maza del mortero y a ver quién es el listo que se acerca (por que mi madre acojona. Y si además le pones los rulos en el pelo, y la mascarilla verde anti-arrugas, hace que Freddy Krueger parezca un niño de San Ildefonso).

Bueno. Dejé mi casa con ese maldito "bum-bum" en mi cabeza. Para hacernos una idea, era como si tuviera al Fary cantando todos los éxitos de Chayanne a grito pelado en mi oído. Bien, creo que queda explicado. Cogí el metro hasta la facultad y, en cuanto entré en el edificio, me dirigí a la cafetería (Si no aguanto a los profesores ya de normal, imaginaos lo que podría pasar si juntamos "Filosofía" y "Resaca"… exacto, el Big Bang sería un diminuto petardo comparado con la explosión de mi cabeza).

Sin embargo, no sé por qué, en cuanto entré a la cafetería se hizo un silencio sepulcral (Cosa que agradecí, por fin la gente comienza a comprender a los resacosos) Sin embargo, la gente me miraba tan fijamente que incluso tuve que cerciorarme de que iba vestido. Afortunadamente, así era, iba vestido. Suspiré aliviado y comencé a caminar por la cafetería lentamente, sintiendo todas las miradas fijas en mí (Aunque no lo creáis, acojona. Te parece como si todos supieran algo que tú desconoces pero que sabes que te va a doler. Pero si ése era el precio por gozar del codiciado silencio, ya podía la gente mirarme hasta que se gastaran los ojos).

- ¡Yeeeee, Luisín!- Me gritó algún cabrón al oído, y sentí como si alguien me estuviera metiendo un cuchillo de carnicero en el cerebro.

- ¡Hijo de puta! ¡Yiiiaaahhh!- ¡Mierda! Hasta mis propios gritos me dolían.

- ¡¿Cómo estás, tío?! ¡Ya creí que no volvería a verte después de lo de anoche!

Vale. Eso ya era demasiado. Como me volviese a gritar iba a…

- ¡Pero cuéntate! ¡¿Cómo llegaste a casa?!

Creo que cualquiera en mi situación hubiera hecho lo mismo. Me acerqué al capullo en cuestión y lo cogí de las solapas (vale, no tenía solapas, pero lo cogí de la camiseta pellizcando y retorciendo a la vez los pezones. Que eso jode mucho más.)

- Mira, gilipollas- para no gritar tuve que ponerme a imitar la voz de don Vito Corleone.- Si vuelves a gritar te corto los cojones con unos alicates, te los meto por el culo y te los saco por la oreja... ¿Capisci?

- S-sss-ss-sí. S-sí. Entendido...- El tío se quedó más blanco que la pared, oye. Y calladito. Yo no sé por qué el Michael Jackson se gastó tanta pasta en quitarse lo negro. Conmigo y un poquito de lejía lo habría apañado. E incluso lo habría dejado mejor de lo que está ahora (Ya, ya sé que eso no es nada difícil, pero me da igual.)

- ¡Lluisín!- ¡Otro! ¿Pero por qué gritaba tanto la gente precisamente ese día?

- Xenxo, tío, no me grites, que estoy resacoso perdido.

- Creía que después de lo que te pasó anoche no te atreverías a venir.

- ¿Cómo que "lo que me pasó anoche"? ¿A que cojones te refieres?

- ¿No te acuerdas?

- Pues no, lo último que recuerdo es cuando os marchasteis a llevar a Rafi…

- ¿No te acuerdas que luego yo volví?

- ¡Pues no te he dicho que no!- Joer, que tipo más inútil.

- Ven.

Sin decir más me agarró de la mano y me arrastró por media facultad, hasta llegar a una clase vacía.

- ¿Pero qué te has pensado que soy yo? ¿Para qué me has traído aquí? ¿No intentarás propasarte conmigo?- De repente, una gran luz de alarma poquito más grande que el portaaviones U.S.S Lincoln se encendió en mi cabeza. Caí de rodillas al suelo y la voz se me truncó.- ¡Por Dios! ¡Dime que anoche tú y yo no hicimos nada! ¡Por la gloria de tu madre dime que no pasó nada entre tú y yo!

- ¡¿Qué?! ¿Pero qué dices? Qué va, qué va. Ni loco me lío yo con un tío. Y menos contigo, chacho. Y, tranquilo, que no te pasaste a la acera de enfrente.

- Uuuuffff… no sabes lo que me alegra oír eso. ¿Entonces? ¿Qué hacemos aquí?

- Esto. Entonces Xenxo metió su mano en la cartera y sacó un vídeo.

- ¿Pero esas cosas aún existen? ¿Tú no sabes que hay cosas que se llaman deuvedés?

Entonces Xenxo acercó un conjunto de vídeo y televisor que había por ahí e introdujo la cinta. Lo primero que vi fueron unas zapatillas y unos vaqueros. Estaba claro que el muy capullo había enchufado la cámara mirando para abajo. A partir de este momento, simplemente contaré lo que en el vídeo aparecía y, desgraciadamente, aún aparece, ya que el dichoso vídeo está rulando por internet (el hijoputa de Xenxo es el tío más cabrón del mundo por colgarla en el "kazaa") más rápido aún que la película porno de Carmen de Mairena (sí, existe dicha película. No es una leyenda urbana. Desgraciadamente para la salud mental de los habitantes del mundo, la peli porno de Carmen de Mairena EXISTE).

(Nota del autor: Si alguien no sabe quién es Carmen de Mairena, que lo busque en el "google", aunque antes aconsejo tomarse como dos horas para prepararse ante lo peor. No me digáis luego que no os lo advertí.)

 

Lo primero que se veía en el vídeo eran, como ya he dicho, unas zapatillas y unos vaqueros. Luego la cámara se movía hasta enfocar la cara de Xenxo, que llevaba un pedazo de borrachera que no se tenía en pie.

- ¿Shabéish? Como esh muuuu pronto, voy a volver al pub- sí, dice pub tal y como suena. P-u-b. Es un cacho analfabestia- por que juando duermo me aburro. Vamosh p’allá. Me llevo la cámara por shi me pasha algo y amanejco muedto en una cuneta camino de Rotterdam, pues dejar algo pada las generacionesh veniderash. Osh voy a enseñar lo que esh una ¡Fiesssta!

A continuación Xenxo enfocó hacia delante la cámara, haciendo aparecer en pantalla la puerta de su casa (supongo). Salió al rellano y se vio una mano llamar al ascensor. En cuanto el armatoste se detuvo y abrió sus puertas, Xenxo entró y enfocó, indefectiblemente, al espejo. Sólo los que han visto a un borracho con una cámara pueden imaginarse lo ridículo que es. Y si además le añadimos que Xenxo es feo con avaricia, pues tenemos un feo gilipollas riéndose de sí mismo con una cámara antediluviana en sus manos, tapándole media cara, lo que logra arrancar aún más sonrisas al idiota del interfecto.

Bueno, y así, caminando en zig-zag por media ciudad, y siempre enfocando hacia delante, se veía como Xenxo iba llegando al pub donde estaba la fiesta. Y… Es que… ¿De verdad me vais a obligar a describir lo que había allí dentro? ¿Vais a hacerme esa putada? ¿Sois en verdad tan y tan cabrones y cabronas?… Vale, no me miréis así, ya veo que sí… ¡Qué mala es la gente!

Pues bien, cuando Xenxo entra al local, lo primero que se vio es a un tipo bailando y cantando (saltando y pegando gritos sería la expresión correcta) en medio del bar. Sí. Seguro que lo habéis adivinado. Ése tipo… era yo.

- ¡Bulería, bulería! ¡Más te quiero cada día! ¡y es que vivo enamoraaado desde queeeee te oíiiiiiii!- Sí. Por desgracia, YO estaba cantando la canción de "Bulería" a grito pelado en medio de la gente.

- ¡YEEEE!- Miré fijamente a la cámara.- ¡Tíiio!

- ¡Qué pasa, nen!- me respondió Xenxo mientras me acercaba corriendo a él.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Qué haces tú aquí? ¡Yeeee, peña!- me giré hacia la concurrencia.- ¡Ha venido Jose Luis Perales!- El gentío empezó a reírse.

- ¿Qué dices? ¡Soy Xenxo!

- ¡Hostia, no jodas! ¡Jose Luis Perales se llama igual que mi amigo!- Entonces la gente ya se empezó a descojonar de lo lindo.

- Anda, sí… ¿Qué has tomado?

- Naaada, tres o cuatro o cinco copitas.- Vale, cuando estoy borracho empiezo a confundir las conjunciones. Quería decir "tres Y cuatro Y cinco copitas". Es decir, doce copas si la calculadora no me engaña (a ver, gente, que estoy de resaca. Si quisiera ponerme a pensar, haría un "sudoku").- ¡Vamos a pedir otra!

Nos acercamos a la barra y pedí un "Juatatés cjon dcima". Para los paganos del lenguaje etílico diré que es un "43 con lima" (sí, me da igual lo que penséis. ES un 43 con lima.).

- No puedo servirte ya más. Que estás bastante cocido…- dijo la camarera, que se gastaba un escote de padre nuestro y muy señor mío.

- ¡Maldita sea! ¡He pagado por una barra libre y ahora no me quieres poner algo que he pagado!- Uyuyuy… me había dado el peor tipo de borrachera. No la simpática, no la depresiva, no la agresiva, no. Una mucho peor. Una que sólo aparece en gente que ha crecido viendo a los Cruz y raya en la tele. La borrachera imitadora. Y en ese momento empecé a imitar la voz de Robert DeNiro.

- Oye, que tú no has pagado nada, que te lo he pagado yo.- dijo Xenxo.

- ¡Tú te callas, Perales! ¡Yo quiero mi barra libre!

- ¿Quieres la barra libre?- dijo con socarronería la muchacha.

Parece que lo vas entendiendo.

Entonces la camarera miró la barra, cogió el único vaso que la ocupaba y lo tiró al suelo.

- Ya tienes toda la barra libre para ti. Yo misma la he liberado.- me espetó con una sonrisa.

- ¡Maldita sea! ¡Tú lo has querido! ¡Has querido jugar con los mayores y vas a jugar con los mayores! ¿Así que tengo la barra libre para mí?

- Sí.- dijo ya sin convicción.

- ¿Tengo la barra libre para mí?- Repetí, girándome hacia la gente.

- ¡¡SÍ!!- contestaron, animándome.

- ¡Tengo la barra libre!- Y me subí. Me subí a la barra, gritando como el jodido William Wallace. Y una vez arriba… empecé a cantar. Si es que una canción de Bisbal (otra) puede ser susceptible de ser cantada.

- ¡Oye el bumbumbum de mi coraaazóooon! ¡Ven y dime tú, no me digas no!- Pero ahí no queda la cosa ¡Nooooo! Por que, fruto de mi melopea imitadora, quise emular el famoso giro del ricitos encima de la barra. Que sí, que es muy fácil. Pero es muy fácil si no te has metido entre pecho y espalda medio mueble bar de Boris Yeltsin. Resultado, en pleno giro, perdí pie y me precipité ruidosamente al suelo, pegándome un espaldarazo que creí que había reducido a puré todas y cada una de mis vértebras.

¡CATACROC!

Me levanté, aún medio "alelao" por el "josconcio", y volví a auparme con fuerza a la barra. Con fuerza. Con demasiada fuerza, la verdad.

¡CATACROC! ¡PAM! ¡POM!

Me caí por el otro lado, me golpeé la cabeza en el suelo, y un taburete me cayó en el estómago, haciendo que el aire alojado en mis pulmones hiciera las maletas y emigrara a Pernambuco. Pero la cosa no quedaba ahí, ni mucho menos. Volví a intentar subirme a la barra, esta vez con más cautela.

¡CRAC! ¡AY! ¡PLOC! ¡CATACROC!

Resulta que al intentar subir la pierna a la barra, me di con la rodilla en lo que es el pico de la susodicha barra. Cegado por el dolor, me agarré la maltrecha articulación y me doblé sobre mí mismo, golpeando con mi cabeza la dura superficie de la puta barra. Ya, para acabar, me eché para atrás, y por culpa de mi estado alcoholizado, perdí el equilibrio y caí de espaldas nuevamente al suelo.

- ¡Ya está!- grité al levantarme.

- ¿Ya está el qué?- preguntó Xenxo.

- Ya me he dado todas las hostias que me tenía que dar. ¡No me he dejado ni una!- Partida de culo del personal, lo que aún me cabreó más.- Pero esto no va a quedar así. "Sus" voy a denunciar por daños y prejuicios.

- Perjuicios.- apuntó Xenxo.

- Sí, también se puede decir así…

En fin, la camarera hizo un leve gesto y de pronto me encontré a un pedazo de mastodonte agarrándome de los hombros.

- ¿Pero qué haces, tío?- le dije al segurata que me cogía- ¿Te quieres aprovechar de que estoy borracho, eh, picarón?

Entonces empezó a arrastrarme hasta la puerta, mientras Xenxo seguía grabando, siguiendo al guarda, sin mover un dedo por ayudarme. ¡Qué cabrón!

- ¡Perales! ¡Ayúdame, coño, que se quiere aprovechar de mí!

Pero Xenxo sólo seguía grabando, mientras que, de tanto en tanto, se reía de mí. A su vez, el gorila seguía arrastrándome, cada vez con más fuerza.

- ¿Pero qué "hase", "quillo"? ¡"Zocorro"! ¡Que me quieren "violinar"! ¡Que me quieren "llená" la "esparda" pelos, "eshándome" "er" aliento en la nuca!- Sin embargo, ni imitando al "Corretón" el segurata me dejaba.- Bueno, "quillo", por lo menos toma "precausione".

Vamos, que ni por esas. En cuanto llegamos a la puerta el segurata me lanzó como una saco de patatas a la calle y, si no fuera por que el árbol se apartó justo en ese momento, me la habría pegado contra él. Cosa que tampoco habría sido tan mala, ya que, al apartarse el árbol, me la pegué con la puerta de un "Ford Escort" blanco. (¿Qué pasa? ¿A vosotros nunca se os ha movido un árbol? Pues a mí sí. Lo que pasa es que no fue ese, ya que cuando la cámara volvió a enfocar al "árbol", me di cuenta que era un tipo delgado con el pelo a lo afro.)

¡CATACROC! Hizo mi cabeza contra la puerta del coche.

Me levanté mareado, mientras mi amigo seguía en la puerta del bar grabándolo todo. Cabreado, mareado y contusionado, enfilé la calle hacia la derecha del bar, pero cuando sólo llevaba unos pasos, di media vuelta y seguí por el otro lado. Sin embargo, no tardé en volver hacia atrás, hasta la puerta del bar.

- Perales. ¿Sabes por dónde queda mi casa?

- ¡Que soy Xenxo, coño!

- ¡Y yo que hubiera jurado que te llamabas José Luis!

Bueno, pues Xenxo (Que sí, que era Xenxo, que no era Jose Luis Perales), me acompañó hasta mi casa, no pasando nada en el camino, claro está, si descontamos a aquella joven que arrancó de mi boca un bello "¡Moooooozaaaa! ¡A ti te iba a meter de tó menos miedo!", y un poético "A esa la iba a meter tantos viajes que le iba a salir el hijo chino". Bueno, si descontamos a aquella joven y a aquél perro… y lo del jardín… y lo de la lata de judías… y lo del policía municipal… y… ¡Bueno! ¡Vale ya! ¿No? A ver qué fama voy a criar, leches.

 

- Y ahora… ¿Te acuerdas?- me espetó Xenxo.

- ¿Quién más ha visto el vídeo?

- Nadie

- ¿Hay alguna copia?

- No

- Bien.- Cogí la cinta del reproductor, y antes de que Xenxo pudiera reaccionar, la chafé como si fuera la cabeza de Bush, y le prendí fuego como si fuera… la cabeza de Bush. Y ahí terminó el viaje de dicha cinta.

Claro está, Xenxo me mintió y ya tenía doce copias hechas, que vendió a precio de ganga en el mercado negro de la Facultad (Donde igual te puedes encontrar las respuestas del examen de Biología Molecular que la peluca del profesor de Técnicas Informáticas). Gracias al cielo, el vídeo era de mala calidad y no se me reconoce del todo bien (aunque para ello haya tenido que afeitarme la perilla y dejarme el pelo largo, con lo que parezco el hermano esmirriado de Antonio Banderas).

Y eso fue lo que pasó. A partir de ahí me volví un alumno más serio y responsable… ejem… dejé de irme tanto de fiesta y… y… jeje… y… ¡Juajajajajaja! Vamos, que no me lo creo ni yo. Seguí faltando a clase, copiando en los exámenes, me conocía mejor la cafetería que las clases y continué siendo el único e irrepetible "Cabrón de la Facul", pero así, con todas sus letras y todo, que queda muy bonito.

 

Muchas gracias. Agradeceré los comentarios y opiniones y… ¡Nos vemos en el McDonald’s!

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