Una familia unida
Capítulo 4
Cuando Mónica vio llegar a su hermana Sofía esa tarde agitada aún por la caminata realizada por el campo, supo que su hermanita tendría que ser suya ese día.
Sofía y sus hermosos ojos que relampagueaban como si tuvieran luz propia, dándole a su aspecto una alegría interior que contagiaba, venía feliz después de haber caminado por el campo del fundo del abuelo, donde había visto una yegua montada por un potro, espectáculo que disfrutó plenamente mientras escondida tras unos árboles, metió su mano entre sus piernas y se masturbó a conciencia viendo como el tronco del animal entraba y salía de la hembra.
Después de esa sesión de sexo onanista, Sofía se hizo el firme propósito de encerrarse en su pieza y continuar los masajes en su chochito, que siempre le estaba pidiendo actividad. Lo que Sofía desconocía era que su hermana Mónica había decidido tener sexo con ella, que si lo hubiera sabido habría estado mas feliz aún, ya que al parecer la calentura era una característica familiar. Y Sofía ya había practicado sexo en muchas y variadas formas, a pesar de que hacía recién un año que se había iniciado.
La copula del potro y la yegua la había calentado sobremanera y le había hecho pensar en la posibilidad de recibir una tranca así como la que lucía el animal. Ese deseo le hizo pensar en Boris, el pastor alemán que hacía un par de semanas le había metido su instrumento hasta hacerla acabar como pocas veces lo había sentido antes.
Esa tarde llevó al perro a su pieza y se desnudó, decidida a probar la verga del perro. Su estado de excitación era tan grande que sintió los primeros jugos fluir de su interior cuando vio la polla de Boris que se asomaba insolente entre sus patas. Ella se había imaginado que le sería más dificultoso lograr que el can se entusiasmara, pero el pastor parece que hubiera estado esperando la ocasión para demostrar que estaba dispuesto a meterse con su ama y meterle toda su polla en la zorra depilada.
Atrajo al perro y lo puso entre sus piernas, que abrió completamente. Boris metió su hocico entre los muslos de Sofía y su lengua empezó a lamer los labios gruesos, carnosos, rosados y jugosos de su chocho. Después de un para de pasadas de la lengua del perro, la muchacha soltó sus jugos en medio de grititos de placer.
El olor a hembra que desprendía Sofía, más el de los jugos que manaban de su interior hicieron que el perro quisiera copular y poniendo sus patas sobre el abdomen de ella empezó a empujar su estilete en la zorra ardiente de la caliente muchacha que lo tomó y lo puso a la entrada de su túnel, donde lo dejó y esperó el siguiente empuje de Boris, que terminó de completar la unión. Todo el pico del perro se introdujo dentro y empezó follarla con las ganas propias de un animal caliente.
Sofía levantó sus piernas y apretó con ellas el lomo del perro mientras su cuerpo se rendía y empezaba a botar sus jugos, que se juntaron a los del animal, que la inundó de semen.
Poseída por un deseo insano, Sofía sacó su cuerpo de debajo del perro y se puso entre las patas de este y tomando su verga empezó a chupar desesperada, hasta que sintió que nuevamente el cuerpo del animal se envaraba y empezaba a soltar sus jugos a borbotones, que ella empezó a chupar como poseída.
El sabor del semen animal le supo a gloria y se hizo el firme propósito de que la próxima vez guardaría todo el jugo que soltara Boris para no perder una gota y tomarlo todo en un vaso.
De esto hacía un par de semanas y Sofía sentía deseos de volver a probar un perro, que no sería Boris pues éste había quedado en la ciudad. A eso se debía que la visión de la yegua y el potro follando la había puesto en un estado de excitación indisimulable, que puso color en su mejilla y brillo en sus ojos además de la agitación que hacía latir aprisa su pecho.
Fue eso lo que Mónica vio y la calentó.
Sofía, ven.
Y Sofía, algo contrariada porque su hermana le daría la lata de una conversación que la apartaría del desahogo que pensaba darse a solas en su pieza, acudió al dormitorio de Mónica con la esperanza de desprenderse pronto de ella e ir a masturbarse a gusto.
Ven siéntate.
Le dijo Mónica, sentada en la cama e invitándola a su lado. Sofía se sentó a su lado y no pudo dejar de ver los muslos de su hermana que se asomaban impúdicos bajo lo poco que su faldita lograba ocultar.
Para variar, su hermana empezó una conversación sin interés para Sofía, que la escuchaba casi por inercia, aunque sus ojos no se apartaban de los muslos de Mónica, que se mostraban en toda su exquisitez. Mientras su hermana seguía hablando, Sofía empezó a echar a volar su imaginación y su naturaleza ardiente la llevó a imaginarse estar con su hermana. Estaba segura que Mónica era tan caliente como ella o Paula o su madre. Si, su madre, a la que había escuchado en más de una oportunidad culiando con su padre y que le parecía que la estuvieran torturando por los gritos que lanzaba cuando llegaba al orgasmo. ¿Es que toda la familia era tan caliente?
¿Te gustan?
La pregunta, junto con un abrirse de las piernas de Mónica, la sacaron de sus pensamientos y levantó la vista desde los muslos a la cara de su hermana, que le sonreía con malicia y seguía abriendo sus muslos.
¿Quieres tocar?
Le ofreció y Sofía no se hizo esperar otra invitación. Su estado de excitación era demasiado grande y la tentación de los muslos de Mónica muy excitante, por lo que sin decir nada puso una de sus manos en los blancos muslos abiertos de Mónica.
Sube
La voz de Mónica era ronca por la calentura que la dominaba. Y Sofía siguió subiendo, hasta que su mano alcanzó el paquete que formaba el choro de su hermana bajo la tela del calzoncito. Y ahí la dejó, apretando el bulto bajo la tela.
Ricoooooo
Exclamó Mónica y empezó a soltar sus jugos, que mojaron completamente el calzoncito, impregnando de su tibieza y olor la mano de Sofía, que la retiró y la llevó a su boca, sin dejar de mirar a su hermana. Mientras pasaba su lengua por la mano, la otra bajaba y empezaba a subir su propia falda, mostrándole a Mónica su belleza interior, como invitándola a disfrutarla.
Mónica se agachó, puso su rostro frente al chochito de Sofía, abrió su calzoncito por un lado y metió su lengua entre los labios vaginales de la muchacha, que abrió sus piernas y la tomó de la cabeza, hundiéndola más aún entre sus muslos.
Chupa, chupa, mijitaaaaaaaaaa
Mónica se asombró de la calentura de su hermanita y las palabras que le dirigía, lo que hizo que aumentara el ritmo de sus lengüeteadas sobre la vulva de Sofía.
Asíiiiiii, siiiiiiiiiiiiii
Y Sofía le regaló a su hermana una acabada de proporciones, llenándole la boca de jugos que salían a borbotones de su rajita.
Cuando se hubieron calmado, empezaron las confidencias.
Eres bien caliente, hermanita
¿Y tu? Parecemos hermanas
Creo que haríamos buena pareja con un tercer hombre
¿Pero qué hombre podría ser?
Bueno, alguien que nos de confianza
Sí, porque por acá hay que tener mucho cuidado, Mónica.
Tienes razón. Debe ser alguien especial.
¿Cómo lo has hecho tú?
Mónica se puso delante de Sofia, que mantenía sus piernas abiertas. Tomó los calzones de su hermanita y empezó a bajárselos mientras le conversaba. Su idea era calentarla a lo máximo, de manera que no pudiera resistirse a su proposición final.
Bueno, busqué a esa persona especial.
¿La encontraste?
Si. Y con el gozo como loca.
No me digas. ¿Quién es?
No sé si decírtelo
Se acercó a su chuchita y empezó a chupar mientras uno de sus dedos exploraba en el culo de Sofía, que empezó a sentir de inmediato los efectos del tratamiento que le daban y con voz desfalleciente le dijo:
¿Por qué no? Podríamos compartirlo
¿Estás segura?
Completamente segura, hermanita
¿Me prometes que no te escandalizarás?
En eso momento, Mónica metió su dedo en el culo de su hermanita y la lengua hasta el fondo del túnel mojado de su vulva. La muchacha empezó a acabar en medio de gemidos y sólo atino a decir:
Prometido. Anda, dímelo por favor.
Es papi.
Sin darle tiempo de reaccionar, Mónica metía y sacaba su lengua de la chucha de Sofía y su dedo en el culo entraba y salía a velocidad increíble. La muchacha, abandonada completamente al placer, solo atinaba a decir:
Ricooooooo. Asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Mónica estaba segura que su hermana estaba lista. Esperó a que acabara y levantando su rostro manchado por los jugos de Sofía, se le acercó y la besó en la boca.
¿Quieres participar?
Sofia la miró intensamente, devolvió su beso sacando su lengua, que jugó un rato con la de Mónica y cuando se hubieron calmado, se apartó lentamente, sonriendo.
¿Cuándo?