Autor: Salvador
Dirección: demadariaga@hotmail.com
MIS PRIMERAS EXPERIENCIAS SEXUALES IV
JENNY, MI HERMANA MENOR
Sin soltar mi mano, mi hermanita me llevo al patio de nuestra casa, donde se encontraba la pieza de los materiales de jardinería.
Iba decidida a que la hiciera mía, después de haber escuchado tras la puerta todo lo que había sucedido entre nuestra vecina Amalia y yo.
Ella también quería satisfacerse conmigo.
Apenas cruzamos la puerta, se paró pegada a ella, se agachó para sacarse los calzones y después subió su vestido, dejando al aire su chuchita en la que los primeros pelos empezaban a asomarse.
"Ya, ven"
Me dijo tiritando por el deseo mientras sus brazos me tomaban de la cintura, atrayéndome.
Me baje el pantalón y el calzoncillo y deje expuesto al aire mi verga, completamente parada y dispuesta a penetrar las intimidades de mi pequeña hermanita.
Me acerqué, la tomé de las nalgas y la acomodé contra la puerta. Le metí todo mi instrumento sin pensar si le haría daño.
"Mijito, qué ricoooooooo"
Dijo cuando sintió que mi verga le llegaba hasta el fondo, con lo que comprobé dos cosas: que mi hermanita estaba completamente caliente y que no era virgen.
"¿Te gusta, hermanita?"
"Si, mijito, me gusta mucho"
Y se movía arriba y abajo, adelante y atrás, haciéndome difícil seguir su ritmo.
"¿Quieres mas pico, herman ita?"
"Dame mas pico, hermanito"
"Toma, toma, mijita rica"
"Siiiiii, ricooooo, mijito, ricooooo"
Nuestras palabras soeces aumentaban nuestra calentura y muy pronto ambos acabamos en un mar de semen que corrió por las piernas de mi hermanita.
Quedamos abrazados a la puerta, con mi verga en su vulva, chorreando semen y respirando agitadamente.
Después de un rato, nos vestimos nuevamente y quedamos en vernos a la noche en el mismo lugar, después de la cena.
Un ligero ruido en el exterior nos hizo callar y tomar precauciones para salir uno después del otro.
Cuando llegue a mi dormitorio, me acosté a descansar de las emociones vividas ese día y de las que aun me esperaban. Parecía increíble que mi vecina Amalia me hubiera regalado sus favores y que mi hermanita menor se me hubiera entregado, todo en el lapso de una hora.
Lo que no sabía en ese momento era que mi madre estaba al tanto de los planes que habíamos elaborado para la noche Jenny y yo, pues el ruido que escuchamos eran sus pasos sigilosos que se alejaban de la pieza de herramientas a la que había acudido cuando nos vio entrar tan misteriosamente.
Nuestra madre escucho todo lo que dijimos mientras copulábamos mi hermanita menor y yo.
Después de enterarse de nuestros planes se fue a la casa y ya encerrada en el baño se puso a analizar la situación. Dos de sus hijos estaban cometiendo incesto y lo iban a seguir haciendo mas tarde. ¿qué podría hacer ella?
No era su intención armar un escándalo que pudiera afectar más aun la situación producida por Jenny y por mí, por lo que prontamente desechó la idea de llamarnos la atención. Tal vez si hablara con cada uno de nosotros por separado podría lograr que esto no siguiera a mayores.
Con Jenny no habría problemas, pues ambas eran mujeres y le resultaba más fácil conversar un tema tan delicado como este con la niña. Pero conmigo era diferente, debido al hecho de que yo era hombre.
Y al pensar en mi recordó esa noche hace ya tiempo cuando me invitara a dormir con ella para escapar del frió y se despertó con la sorpresa de sentir mi mano en su vulva, sobre su calzón, y mi verga empujando entre sus nalgas. Ese recuerdo la persiguió durante mucho tiempo y cada vez que pensaba en ello se sentía mas a gusto. Y ahora, aun con la imagen en sus ojos de la verga de su hijo entrando y saliendo de la vulva de Jenny, el recuerdo de esa noche adquirió una dimensión más erótica en ella.
Se imaginaba estar nuevamente acostada conmigo a su lado, intentando empujar mi verga entre sus nalgas, pero ahora esa verga tenía dimensiones reales, era la misma verga que vio entrar y salir en la cueva de Jenny. ¡y que verga!
Recordaba sus dimensiones, mucho mayores que las de su esposo, que la abandonara hacia ya diez años, el ultimo hombre que la había poseído.
Instintivamente una de sus manos llego a su vagina, donde se detuvo indecisa.
¡No, no! Se dijo y se levanto presurosa.
Salio del baño dispuesta a conversar con Jenny pero sin haber tomado una resolución respecto de mi.
Pero la ocasión de hablar con su hija no se dio, o tal vez ella no quiso hacerlo pues su instinto la llevaba a espiar lo que sucedería esa noche entre Jenny y yo. La cosa es que después de cenar mi madre desapareció de nuestra vista y se escondió tras la pieza de las herramientas para espiar nuestra copula incestuosa.
Llegamos Jenny y yo casi al unísono y despejamos el lugar para improvisar una cama, para luego desnudarnos y estrechados en un abrazo nos tiramos al suelo, donde Jenny abrió sus piernas en tanto yo le metía mi verga en su chucha, hasta el fondo.
"Mijito, qué ricooooooo"
Decía ella mientras sus piernas en alto, se pegaban a mis espaldas cabalgando frenéticas.
"Ricoooooo, mijitooooo, ricoooooo"
Aumenté el ritmo de mis metidas y sacadas hasta que sentí que nos venia el clímax a los.
"Agghhhhhhh, mmmhhhh, ricooooooo, yaaaaaaaaaaa"
Y Jenny se desparramo en el suelo, soltando todas las energías que le quedaban en el cuerpo, en tanto su flujo vaginal corría por sus piernas.
Mi madre observaba todo esto con ojos desorbitados, sin comprender como su querida Jenny pudiera ser tan caliente.
Con mi verga aun en el interior de mi hermanita, le pregunte:
"¿Qué tal?"
"¡Rico, exquisito!"
"¿Mejor que los otros hombres que te han culiado?"
"¿Cómo?"
"No fingas, que me di cuenta que no eres virgen"
"bueno, si, pero solamente con julio"
"¿con tu compañero de curso?
"Si, pero solamente un par de veces"
"Y, ¿qué tal?"
"No se compara contigo"
"¿Por qué?"
"La tienes mucho mas grande y lo haces exquisitamente2
"¿Te gustaría acabar otra vez?"
"Ya"
A esas alturas mi herramienta había adquirido nuevamente sus dimensiones precisas para este tipo de actividades y tomándola de las piernas, se las levanté y puse sobre mis hombres, quedando su chucha completamente al aire, la que empecé a bombear repetidamente, mientras mis bolas golpeaban en sus nalgas con cada metida.
Mi madre estaba impresionada con el espectáculo. ¡a su hija se lo estaban metiendo "patitas al hombro"! Increíble. Y era su hijo el que se lo estaba haciendo "a lo pollito a lo spiedo" como ella lo conocía.
La posición adoptada era tan erótica que duramos poco tiempo y mas pronto de lo que hubiéramos querido tuvimos nuestro nuevo clímax.
Mi madre se encontró de pronto con una mano entre sus piernas, subiendo por su falda hasta alcanzar su calzón, donde las gotas de su vulva lo estaban mojando. Y con los ojos fijos en la pareja que formábamos Jenny y yo, ella con sus piernas sobre mis hombros y yo con mi verga en su vulva.
Sin pensar en nada, solamente sentía y lo que sentía era un calor en su entrepierna, que solo podría con sus dedos.
Abrió instintivamente sus piernas para facilitar la introducción de sus dedos en la vagina y haciendo un lado el calzón metió uno de sus dedos en su cueva mojada por los jugos producto de su calentura. Y comenzó a meter y sacar el dedo mientras unas gotas de sudor perlaban su frente, sin dejar de mirar lo que Jenny y yo hacíamos.
Me levante y observé a mi hermanita, con sus piernas aun levantadas y su chucha al aire. Sin pensarlo dos veces metí mi cabeza entre sus piernas y chupe su gruta de amor, de la que aun caían algunas gotas de mi semen.
Metí mi lengua en busca de su clítoris, que encontré después de afanar un rato en su interior.
"Ya, ya, mijito, ya, ya"
Gritaba mi hermana, poseída por el goce que le producía mi lengua en su interior.
"Siiiiiiiiiiiiii, mijito, yaaaaaaaaaaaaa"
Y acabo nuevamente, bajando sus piernas y con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
"¿Te habían chupado antes ahí?"
"No, créeme. Pero es lo máximo. ¡Qué manera de gozar!"
Mi madre a estas alturas estaba poseída por el deseo y un segundo dedo había ido al interior de su vulva, mientras su cuerpo se movía arriba y abajo, como si estuviera con un hombre de verdad.
"Y tu, ¿has chupado un pico antes?"
"No"
"¿Me lo chaparías a mi?"
"De todas maneras"
"Entonces chupalo, mijita"
Mi hermanita tomo mi instrumento, que llevo a su boca donde a duras penas pudo entrar debido a sus dimensiones.
La tome de la cabeza para ayudarle a meter y sacar su boca de mi verga, que entraba y salida de sus labios lentamente, pues no quería que algún gesto brusco pudiera lastimarla.
Mi madre tenía a su vista mi verga en toda su dimensión, entrando y saliendo de la boca de su hijita, la que con los ojos abiertos disfrutaba de ese pedazo de carne. Se imagino ese pedazo de carne en su interior y el pensamiento fue demasiado para ella, logrando un orgasmo que debió acallar por temor a que fuera oída por nosotros.
Cuando estaba a punto de acabar, saque mi verga de la boca de mi hermanita y le pedí que se pusiera en cuatro patas, a lo que ella accedió de inmediato y se lo metí "a lo perrito", como me enseñara claudia.
Luego nos llego el clímax a los dos y volvimos a acabar en un rio de esperma, que se unió a los jugos de mi madre que escurrían por sus pies hasta el suelo, mientras se apoyaba a la pared con los ojos cerrados disfrutando de su acabada silenciosa.
"Estuviste exquisito. Me hiciste gozar como nunca, hermanito"
"Y tu a mi, hermanita"
Y nos despedimos con un largo y apasionado beso, en tanto mi madre quedaba en su rincón aun bajo los efectos de su paja y esperando que desapareciéramos antes de volver a la casa, y con una decisión tomada: la verga de su hijo sería suya.