Una familia unida
Capítulo 11
Tenemos problemas, Vanesa
¿Qué pasó, mami?
Me llamó Paula, mi hermana
¿Qué le pasó a la tia?
Se separa de su marido y me pidió vivir un tiempo con nosotros. Y no pude negarme.
Es cierto, no podías negarte. ¿Cómo lo haremos ahora?
Tendremos que ver la manera de arreglarnos. Tal vez en casa de Angela.
Claro, le explicamos la situación y ella comprenderá
Angela aceptó encantada cambiar el lugar de encuentro de los amantes, con la única condición de que tuvieran cuidado para no ser sorprendidas por su marido. En definitiva, acordaron tener sus juegos en la tarde, después de almuerzo. “Ahora vamos a tener una siesta movida”, como dijera Vanesa riendo.
Mónica no veía a su hermana desde hacía unos tres años, pues Paula se había radicado en una ciudad lejana cuando se casó. Aunque conversaban periódicamente por teléfono, las hermanas no se habían visitado desde que Paula se fuera a vivir en las frías y lluviosas tierras del sur. Mónica la extrañaba pues siempre habían sido muy cercanas, especialmente desde la época de la juventud, cuando tuvieron un encuentro lésbico que dejó en ambas un grato sabor y las unió como mujeres. Después Paula se casó y nunca más se tocó el tema sexual, pero nunca dejaron de estar en contacto. El recuerdo de lo sucedido entre ambas quedó como una segunda piel que no salía a la luz pero siempre estaba ahí, presente en el subconsciente de las hermanas.
Paula apareció con un par de maletas, en una actitud de indecisión que Mónica se encargó de romper con un fuerte abrazo y una sonrisa de bienvenida. Estas en tu casa, hermana, le dijo apretándola contra su pecho. Unas lágrimas rebeldes cayeron por las mejillas de Paula y solo atinó a responder Gracias.
Ese dia Luis tuvo solamente dos mujeres para satisfacer pues Mónica dedicó todo el día a conversar con Paula y ponerla al día de los asuntos familiares. Y Paula le confidenció todas sus cuitas y penas de amor. A las continuas salidas de su marido fuera de casa, debido a su trabajo, se agregó la negativa de éste a tener hijos, un sueño que Paula abrigaba desde que se casaran. Fue esta negativa a la paternidad de parte de su marido lo que motivó en ella la separación, pues no vislumbraba en el matrimonio ninguna manera de realizarse como mujer si no podía ser madre. Y es que Paula siempre soñó con tener un par de niños, una parejita, que le permitieran volcar todo su amor maternal.
Cuando Paula se hubo acomodado, Mónica la dejó en libertad de movimientos para que hiciera lo que quisiera y fuera donde se le antojara. Haz como si eres nuevamente soltera le dijo. No te sientas amarrada ni siquiera por mí, agregó.
Paula empezó a visitar sus antiguas amistades y eso le permitió a Mónica volver a integrarse al “equipo”, como lo había bautizado Vanesa, siempre tan ocurrente. Las reuniones se hicieron en las tardes, aprovechando las ausencias de Paula, cuya estadía en casa de Mónica no constituyó problemas para ellos. Incluso se conversó la posibilidad de incorporarla, pero Mónica manifestó que mejor sería dejar que las cosas se dieran naturalmente, pues hacía tanto tiempo que no intimaba con su hermana que no sabía cual pudiera ser su reacción. Pero debes reconocer que sería bonito tenerla en el equipo, ¿no crees? manifestó Luis, siempre dispuesto a follar.
Pero el tiempo fue generoso con Mónica y las cosas se le facilitaron de la manera más natural que se podía imaginar, cuando estaban conversando en el living un sábado en la noche en que Vanesa estaba ausente. Ya habían pasado tres semanas desde su llegada y el par de tragos que bebieron pudo ser el detonante de lo que sucedió entre ambas.
Te noto muy deprimida estos días, Paula
Es que no encuentro salida a mi situación actual
Tranquila, hermanita, que aquí estás como en tu casa
Si, te agradezco, pero seamos realistas: no es mi casa
Te comprendo, pero debes intentar superarlo, Paula
Lo intento, hermana, pero me supera. Me supera
Mónica la abrazó con ternura y acarició sus cabellos mientras Paula ponía su cabeza en su pecho y unas lágrimas rebeldes resbalaban por sus mejillas.
Estuvieron así, sin decirse nada, con Mónica abrazando a su hermana y acariciando su cabello en un gesto maternal, durante largo rato. Y Paula empezó a calmarse y sintió que estaba a gusto en los brazos de su hermana, que continuaba acariciando su cabellera. A ambas les vino el mismo pensamiento, pero fue Mónica la que primero lo manifestó en voz alta.
Así te consolaba cuando eras joven y tenías pena, ¿recuerdas?
Sí, estoy como entonces
Ambas guardaron silencio, conscientes del terreno que estaban por pisar.
¿Recuerdas como terminaba de consolarte?
Hace tanto tiempo de ello
Mónica no vio rechazo alguno en las palabras de Paula y decidió dar el primer paso.
Pero era lindo, ¿o no?
Si, era hermoso. Siempre fuiste muy delicada conmigo
¿Nunca mas volviste a estar con una mujer?
No, tu fuiste la única
¿No te llamaban la atención otras mujeres?
No es eso. Es que ninguna sería como tu
Si hubieras intentado con otras mujeres podrías haber cambiado de opinión
No me interesaban otras mujeres.
Me halagas, Paula
Es la verdad no más.
Mientras conversaban, Mónica empezó a bajar su mano de la cabellera de Paula y mientras seguían conversando la llevó a su pecho, en la zona donde empezaban los pechos generosos de esta, que se dio cuenta de la maniobra y no hizo nada por detenerla. Es más, una agitación de su pecho era clara señal de que se estaba excitando.
¿Sabes?, siempre recuerdo esos encuentros que tuvimos
A qué negarlo, Mónica, yo también
¿Aun casada?
Si. Si no fuera por mi marido hubiera pensado que yo era lesbiana por lo mucho que echaba de menos nuestros encuentros.
Mónica estaba feliz de comprobar que su hermana guardaba tan hermosos recuerdos de sus juveniles encuentros lésbicos, cuando ambas ponían todo su empeño en gozar y hacer gozar a la otra. Era evidente que a partir de este momento las cosas entre las dos hermanas volvían al mismo estado de antes. Con ese pensamiento en mente, Mónica se aplicó a fondo para lograr los favores de Paula.
¿Qué echabas de menos?
Cuando me tocabas los senos, me los chupabas y después me besabas el sexo
¿Recuerdas nuestros 69?
Eran increíbles, hermana
A esas alturas, la mano de Mónica acariciaba el pezón del seno de Paula, en tanto esta subía su mano por el muslo de su hermana.
¿Te atreve, Paula?
Encantada, Mónica
Y las hermanas se trenzaron en un abrazo apasionado uniendo sus bocas abiertas y juntando sus lenguas en una pelea mortal de pasión. Sus cuerpos se estremecieron por la calentura que sentían y empezaron a desvestirse apresuradamente, como si tuvieran poco tiempo para ello.
Cómo echaba de menos tu coñito, mijita
Mónica se puso entre las piernas de Paula y empezó a chupar su chuchita que empezó a destilar de inmediato sus jugos de amor, que su hermana bebía con fruición.
Rico, ricoooooooooo
Después de acabar copiosamente, Paula se puso sobre Mónica de manera que le ofreció su chocho y puso su boca sobre la zorra ardiente de su hermana, que la esperaba ansiosa de que le hiciera esas mamadas tan exquisitas de cuando eran jóvenes.
No contentas con acabar al unísono, las hermanas siguieron su 69 hasta que lograron hacerlo por tercera vez, Tal era el nivel de excitación que las envolvía.
Paula, eres más caliente que antes
Bueno, piensa que llevo varios meses sin gozar
Es cierto, pero igual me siento feliz de que estés tan caliente
He madurado, hermana. Ya no me conformo con poco, como antes
Ante esta respuesta de Paula, Mónica imaginó de inmediato las posibilidades que se le presentaban para integrarla al grupo.
Si es así, creo que tengo la solución
¿Cómo?
Tengo un grupo en que somos tres mujeres y un joven excepcionalmente dotado
¿La tiene grande?
No solo eso, es incansable para follar. Te aseguro que puedes acabar seis veces o más y el sigue como al principio. No sé de otro macho que tenga tanto aguante.
Exceptuando papi, claro está
Cierto. Pero Luis tiene la polla casi del mismo tamaño que papá y dura mucho más que él antes de acabar.
Hermanita, cuenta conmigo para probar esa maravilla y así ponerme al día en cuanto a follar, que tanta falta me hace.
Estupendo.
¿Qué pasa con las mujeres? ¿Lo hacen entre ellas?
Si. Y es exquisito pues todas son muy calientes, tanto como yo
Y eso es mucho decir, ¿o no?
Cierto. ¿Qué dices?
Nunca he estado con otra mujer que no fueras tu. No quiere decir que no me atreva, pero me da cosas.
Tu tranquila, te aseguro que te sentirás en confianza muy luego
Me entusiasma la idea
Decídete y participa. No te arrepentirás
Bueno, estoy decidida. Si estás tú, tiene que ser bueno
Eso sí, debo advertirte algo
Sabía que habría un problema
No, no es problema. Es solo que debes saberlo antes
¿Qué cosa?
Una de las otras mujeres. . .
¿Si. Qué pasa con ella?
Es Vanesa
¿Tu hija?
Si.
Paula guardó silencio un rato, pensando en la hermosa figura de su sobrina, con sus nalgas redondas y sus senos voluminosos y su rostro hermoso. Y su juventud.
Ahora que había vuelto a probar el sexo lésbico con su hermana, no le parecía mal probar a otras mujeres, y si una de ellas era su sobrina, miel sobre hojuelas.
Vanesa le había llamado la atención desde que llegara a vivir a la casa de su hermana, por su belleza y sus formas. Todos esos días pensaba que su admiración por su sobrina era producto de su constatación de la belleza femenina que en Vanesa se mostraba en todo su esplendor, pero ahora, después de gozar con la madre, esa admiración se había convertido en deseo por la hija.
Un estremecimiento entre sus piernas le dijo que lo suyo era calentura por su sobrina y que esa calentura solamente pasaría cuando lograra chuparle el chorito.
Bueno, quiero ser parte del grupo
Mañana mismo te los voy a presentar