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Serena, mi sobrina (3)

en Amor filial

Autor: Salvador

Director: demadariaga@hotmail.com

Serena, mi sobrina ( 3 )

Serena se encontró deseando sentir dentro suyo la verga de su tío. Su pija. Si, prefería decirle asi, pija. Lo encontraba más excitante, como excitante encontraba que él llamara concha a su sexo. Sentía que esas expresiones tenían una carga de morbo que alimentaban su deseo sexual hasta hacerlo insoportable. Así lo había sentido recién, cuando se repitieron esas palabras mientras ella gozaba como nunca antes había gozado. Palabras que aún le resuenan: tetas, pija, concha. Nunca antes había usado ese lenguaje, que consideraba vulgar y soez y ahora, con su tío, mientras este le hacía acabar con su mano en su sexo, sentía que el pronunciarlas le producía un placer indefinible. Y ahora deseaba volver a escucharlas, volver a decirlas, en medio del acto sexual del que esperaba mucho placer, mayor aún que los anteriores. Y estaba feliz de haberle hecho acabar con su boca, en la que recibió el caudal de semen que encerraba la verga de su tío. Su tío. El hecho de que fuera su tío le agregaba una cuota de morbo a la relación, lo que estaba segura que había contribuido en gran medida al inmenso placer que había experimentado en sus manos. Si, definitivamente el hecho de que tuviera una condición incestuosa, lo sucedido entre ambos le dio una característica única, pues el hombre que la hizo acabar anteriormente, el mismo al que había chupado la verga y que había acabado en su boca no era un extraño, era su tío. Su querido tío. Esa palabra seguía produciendo en ella un morbo que aumentaba su deseo, como nunca antes lo había sentido. Tío.

Quiero ser tuya.

Vamos, amor.

Tomados de la mano, ambos desnudos, nos dirigimos a mi dormitorio.

Frente a la cama, la abracé, la besé delicadamente. Su labio tenía restos de mi eyaculación, pero ello no disminuyó la dulzura de nuestro beso, preludio a la entrega. Sus carnosos labios, los mismos que sirvieron de entrada a mi verga, se apretaron a lo míos delicadamente, en un beso de amor más que de deseo.

La senté en la cama, abrí sus piernas y las puse sobre mis hombros. Serena, asombrada, vio como el rostro de su tío se acercaba a su sexo para darle su primera mamada. Ella nunca antes aceptó ese tipo de libertades a su novio, ya que consideraba esos actos como anti naturales. Pero ahora se asombraba de ver cómo ansiaba que su tío iniciara lo que ningún otro hombre antes había hecho. El ocre olor de su intimidad me recibió cuando mi boca besó sus labios vaginales. Era el olor del animal en celo, y su efecto fue aumentar mi deseo y mientras iniciaba los masajes bucales en las intimidades de mi sobrina, mi verga volvió a adquirir sus dimensiones anteriores. Serena se tomó de mi cabeza y moviendo su cuerpo sobre mi boca, empezó a brindarme sus jugos en un nuevo orgasmo, más intenso aún que los anteriores.

Dale tío, dale

Levantando los pies, tuvo una intensa acabada, a la que siguió otra más intensa aún, mientras su cuerpo se movía sin control y sus manos apretaban mi cabeza a su sexo. Perdida completamente toda inhibición, Sería sólo pensaba en gozar. Gozar al límite.

- Chúpame la concha, tío. Chúpala, tío. Eres rrrrrrico, tío.

La carga mórbida de los términos que empleaba, aumentaron el gozo que la boca y lengua de su tío le producían. El escucharse decir lo que nunca antes se había atrevido a expresar, le estimulaba y su cuerpo se retorcía enloquecido por el placer de la lengua de su tío en su sexo y el sonido de sus propias palabras. Y sus pies al aire le indicaban que había perdido cualquier atisbo de trabas y complejos ante lo que estaba viviendo. Gozaba como nunca había gozado y ello en manos de su tío, que le chupaba el sexo y le llevada a límites increíbles, mientras ella repetía vulgaridades.

¡Qué rica tu lengua en mi concha, tiiito! ¡Qué riiiiiiicoooooo!

Otro orgasmo de mi sobrina produjo en ella unos violentos movimientos en su cuerpo, en tanto sus piernas se apoyaban en mi espalda y apretaba más aún mi cabeza a sexo. Con los ojos cerrados terminó sus convulsiones en medio de sollozos de placer. Y finalmente quedó quieta, sin fuerzas, abandonada sobre la cama, sus pies sobre mis hombros y yo con mi cabeza hundida entre sus piernas, en tanto sus jugos vaginales pasaban de su vulva a mi boca. Extraña postura, para un tío y su sobrina.

Mientras me situaba a su lado en la cama, la miré a los ojos y pensé en las palabras que ella había dicho mientras le hacía los honores a su tierna cueva de amor. Era evidente que a mi sobrina le gustaban esas palabras fuertes y yo quería hacerla feliz, por lo que no dudaría en usarlas para aumentarle el placer. Era una sorpresa increíble comprobar lo dispuesta que mi sobrina estaba para el sexo. En mis fantasías con ella la imaginaba fogosa, pero nunca al límite de lo que acababa de vivir. Su deseado cuerpo se me había brindado sin tapujos, respondiendo increíblemente a los estímulos que le brindara.

La vista de su perfecto cuerpo, en que los senos se mostraban mirando al cielo como desafiantes, sus muslos plenos de carne y vida, sus nalgas delineadas cual una fruta madura, y ese rostro bello, tan bello que parecía irreal, vuelto hacia mí con una expresión de satisfacción y entrega que me enterneció, era una invitación al placer. Y mi cuerpo respondió al instante. Mi verga empezó a recuperar sus dimensiones anteriores, ante el asombro de Serena que lo veía crecer frente a sus ojos y mientras mi instrumento aumentaba de dimensiones crecía la alegría de mi sobrina de volver a gozar, de revivir las grandiosas sensaciones que su tío le estaba brindando.

Mirando mi pedazo de carne completamente erguido y viendo la expresión de asombro y gusto de Serena, le digo:

Tu me provocas esto, cariño

¿Tanto me deseas, Salvador?

Soy tu tío, no lo olvides. Es tu tío el que te desea.

¿Me deseas, tío?

Si, sobrina. ¿Quieres cojer con tu tío?

Si, quiero que me cojas, tiíto querido.

Sobrina, ¿quieres sentir mi pija en tu concha?

Siiiiiiiii. Métemela, tío.

Abrió sus piernas y se dispuso a recibir al querido intruso que tanto se había hecho esperar. Me subí sobre ella y dispuse mi verga a la entrada de su gruta, presionando levemente sus labios vaginales con la cabeza de mi instrumento, mientras la miraba a los ojos, esos bellos ojos que relucían por le humedad del deseo. Se abrazó a mí y esperó la arremetida. Apreté un poco y sentí las paredes de su vulva apretando la cabeza de mi instrumento. Empujé lentamente, para hacer durar el gusto de ese momento. Ella no apartaba la vista de mis ojos, mientras la cabeza de mi verga ingresaba en las suaves paredes de su vulva. En su rostro se asomaba la satisfacción que le producía mi trozo de carne dentro suyo, presionando las paredes húmedas de su cueva ansiosa de ser invadida, mientras iba ganando terreno en su ansiado túnel de amor. Por mi parte, la sensación de sentir la presión de su vulva en la cabeza de mi verga era indescriptible. No pudiendo soportar más la tensión, hundí mi cintura contra la entrepierna de mi sobrina y el resto de mi carne invadió su interior. Con un "riiiiiicoooo", Serena respondió a la embestida, mientras se aferraba a mi cintura y con los talones de sus pies sobre mis riñones empezó a moverse contra mi, secundando mis movimientos.

Pasé mis manos por debajo de su cuerpo y tomé sus muslos, arremetiendo con fuerza para penetrarla una y otra vez. Ella se abrazó a mi cuerpo y empujando su pelvis hacia arriba, secundó mis movimientos, de manera que cuando yo retrocedía ella adelantaba su cuerpo y viceversa. La carne dura y suave de sus muslos en mis manos era el mejor soporte que podía tener para dar impulso a mis enviones sobre mi ardiente sobrina.

¿Te gusta, mijita?

Es riiiicooooo, tíito.

¿Sientes como te entra?

Siiiii. Es exquisita tu pija, tío lindo.

Toma, toma, amorcito.

Ricooooooo, massssss, massssssssss, tioooooo

¿Quieres cojer siempre conmigo?

Siiiiiiiiiii, siempre, tio ricoooooooo

¿Todas las veces que te lo pida?

Siiiiiii, mijito ricooooooo, siempreeeeeeeee

Saqué mi verga y acomodé a mi sobrina para que quedara con sus pies y manos sobre la cama, "a lo perrito", mientras me acomodaba tras suyo y la penetraba desde atrás. La nueva posición apretó su vulva, poniendo algo de resistencia a la penetración, lo que ayudó a darle un goce mayor a lo que mi sobrina sentía, mientras yo me apoyaba de sus nalgas y mis manos se acercaban a su culo, poniendo uno de mis dedos a la entrada de su cueva posterior. Serena empujaba su cuerpo hacia atrás, buscando que mi trozo de carne la penetrara completamente cada vez que la empujaba en su interior. Sus senos colgaban descontrolados por los movimientos que mi sobrina le imprimía a su cuerpo, bañando en sudor.

Mijito, tío, métela más. Por favorcito, tio.

¿Te gusta como te cojo, Serena?

Siiiiii, es exquisito. Siento toda tu pija en mi chucha, tío.

¿Mejor que tu novio?

Muchísimo mejor, mijito. Eres incomparable.

¿Te hace gozar tu tio?

Como nadie.

Toma, mijita rica, toma, más

Siiiiiiiiiiiiii, tiiitoo

La empujé sobre la cama, sin sacar mi verga de su vulva y dejamos la posición "a lo perrito", quedando ella completamente estirada sobre la cama, dándome la espalda. Su culo se veía más redondo que nunca, parado e hinchado. Yo cubría su cuerpo con el mío y empujaba hacia abajo, impidiéndole a mi sobrina todo movimiento debido al peso que ejercía sobre ella, por lo que debió conformarse con un papel pasivo mientras yo metía y sacaba mi instrumento de su túnel de amor, con la maravillosa visión de sus nalgas frente a mi. Mi dedo a la entrada de su culo hizo presión mientras mi cuerpo subía y bajaba y metía y sacaba mi pedazo de carne dura en su vulva. Un ligero movimiento de mi sobrina me dejó con la duda respecto a si era por el gusto de sentir mi dedo a la entrada de su culo o todo lo contrario. Intentando evitar alguna acción desafortunada que pudiera producir el rechazo de Serena, saqué mis manos de sus nalgas, me tendí sobre ella, cubriéndola completamente con mi cuerpo y continué metiendo y sacando mi verga de su vagina, en tanto le hablaba al oído.

Toma, amor, toma mas de mi pija

Usa mi concha tío, y cojeme, cojeme, mijito.

Toma, amor, toma.

Guauuuuuu, tío, cómo me culeas.

Mijita, estoy por acabar

Ricoooooo tioooooo, mássssss

Ya me viene, vidita, yaaaaaa

Huyyyyyyyyyyyyy, tiooooooooooooooo, yaaaaaaaaaa

Siiiiiiiiiii, tomaaaaaaaaa, tomaaaaaaaaa,

Guauuuuuuuuuuuu, mijitooooooooooo, siiiiiiiiiiii

No aguantando el morbo de sus propias palabras, mi sobrina soltó sus jugos vaginales con fuertes gritos de placer, en que se mezclaban los "ohhh" con los "guauuu" y los "riiiicoooo", disfrutando hasta la última gota del líquido que fluía de su vagina, los que acompañaban el semen que mi verga vertía en su interior, para formar entre ambos una sola corriente seminal que terminaba cayendo de sus muslos sobre la sabana, donde se fue formando un charco blanquecino.

Sus cuerpos esparcidos en la cama parecían el fin de una batalla, en que los caídos en el deber se mostraban felices después de tan cruda pelea, donde entregaron lo mejor de si, luchando hasta morir. En este caso, morir de amor.

Terminado el combate empezaba la hora de las confidencias. Ella me preguntó desde cuando la deseaba, a lo que respondí que hacía como cinco años que su imagen me dominaba y que no perdía oportunidad de espiarla para gozar con sus senos, sus piernas, sus muslos, que me tenían enloquecido. Ella me confidenció que desde hace un par de años que me miraba como hombre deseable y que también había fantaseado conmigo. Incluso Griselda, su hermana, se había enterado de sus pensamientos eróticos para con su tío, cuando estaban a solas en el dormitorio de ella.

¿Y qué te dijo ella?

Que también le gustabas.

¿No eres celosa?

Ayyy tío, como eres de fresco.

Entonces eres celosa.

Bueno, si, no me gustaría compartirte.

Pero es tu hermana.

Por eso, ella tiene 19 años y en una de esas me cambias.

Jamás haría algo así contigo, amor. Eres mi preferida y nunca te cambiaría por nadie.

¿En serio?

Si, mi amorcito lindo.

Deposité un beso en sus labios mientras mi mente bullía de pensamientos nuevos. La conversación había adquirido un rumbo totalmente inesperado y mi querida sobrina me había revelado que le gustaba a su hermana también. Y yo bien sabía que Griselda era mucho mas desinhibida que Serena, aunque dos años menor. Se notaba que la menor tenía más experiencia sexual que la mayor. Por lo tanto, ahora era cosa de jugar bien las cartas e intentar sacar información a mi querida sobrina respecto de su hermana, por si logro llevarla a la cama también.

Acomodé a Serena de manera que quedara acostada a la orilla de la cama, con los pies apoyados en el suelo. Me acerqué y la penetré con fuerza, apoyando mis brazos en la cama, de manera que estábamos unidos solamente por nuestros sexos, que se juntaban y separaban con un frenesí creciente. La miraba mientras empujaba y retiraba mi cuerpo hacia y desde ella y veía un su rostro las huellas de la lujuria que la dominaba. Sus manos se aferraron a sus senos, los que apretaba con furia mientras su cuerpo se sacudía al compás de los golpes de mi verga en su interior. Movía su rostro de un lado al otro, como buscando aire, en tanto sus piernas se levantan y me aferran de la cintura, lo que le permitió acoplar su cuerpo al mío, uniéndose en una copula frenética que nos llevó a un nuevo orgasmo que esta vez terminó por sacarnos el resto de fuerzas que teníamos en el cuerpo, lo que nos dejó tendidos en la cama, ella bajo mío y yo encima suyo, con mi verga aún hundida en su vulva, respirando con dificultad.

Cuando la despedí, quedé con la sensación de que ambos iniciábamos un camino que nos depararía innumerables sorpresas. Ella quedó con la misma sensación pues esa conversación en que salió a colación Griselda no le había pasado desapercibida, pues estaba segura de que su tío no dejaría pasar la oportunidad de acostarse con su hermana menor. Y también tenía la seguridad de que ella sería el instrumento para llevar a cabo sus planes. Y no le desagradaba la idea.

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