Autor: Salvador
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La afiebrada imaginación de Verónica concibió esta fantasía.
Verónica
Su padre
Al día siguiente, aún bajo los efectos de tan agradable experiencia con su hermano, Verónica se sorprendió cuando su padre entró a su dormitorio. Venía serio y eso no presagiaba nada bueno. Y había esperado a estar a solas con ella, lo que presagiaba algún reto o reprimenda, pero no recordaba nada que pudiera haber enojado a su padre.
"Sé todo lo que sucedió ayer"
Le dijo sin preámbulo, mirándola fijamente, sentado frente a ella, en la cama. Ella comprendió de inmediato a lo que se refería, pero no atinó a otra cosa que no fuera hacer como que no comprendía sus palabras.
"¿A qué te refieres, papi?"
"A lo que pasó con tu hermano"
Quedó muda. No tenía nada que decir, ninguna excusa. Sólo miraba a su padre con los ojos abiertos como plato y la boca abierta.
"¿Tienes algo que decir?"
No obtuvo ninguna respuesta. Nada podía decir.
"¿Te das cuenta de lo que hiciste?"
Ella seguía sin decir palabra. Se limitaba a mirarlo.
"Follaste con tu propio hermano"
Era cierto lo que su padre le decía, aunque la palabra follar le sonara fuerte en boca de él.
"¿Tan caliente estabas?"
Su padre estaba usando un lenguaje que nunca había empleado con ella, aunque la muchacha comprendía que lo hacía debido al enojo que tenía.
Levantó la vista y miró a su padre directamente a los ojos, mientras las lágrimas fluían a borbotones y caían por sus mejillas. No tenía otro recurso a emplear que el más usado por las mujeres para ablandar a los hombres: las lágrimas. Y las suyas eran copiosas, mientras le pedía perdón a su padre y lo abrazaba, refugiándose en su pecho donde escondió su rostro húmedo por el llanto que seguía incontenible.
Su padre la abrazó con calidez, acercándola aún más a él, mientras acariciaba su cabeza y le pedía que se calmara. El enojo se había cambiado por palabras de consuelo ante el llanto juvenil. Pero ella sabía que el tema de fondo no había sido superado ni olvidado.
Después de unos momentos en que ambos estaban abrazados sin decir palabra, su padre la tomó y la sentó en sus rodillas, como si fuera la niña de unos años antes, cuando cabalgaba en las rodillas paternas. Una vez sentada en la falda paterna, sintió que una de las manos de su padre volvía a acariciarla, como para confortarla, pero ahora pasaba por sus hombros y su cuello, suavemente. Y la otra mano la sujetaba de la cintura.
"¿Era tu primera vez ?"
Sus lagrimas habían cesado y el llanto ahora callado. Pero su silencio persistía. Su padre no parecía molesto ahora, más bien interesado en lo que ella pudiera responder, mientras sus caricias en su cuello se iban extendiendo a su pecho y la otra mano se posaba en su rodilla.
"Contéstame. ¿Habías follado antes?"
En ese momento Verónica se percató que su falda estaba subida y mostraba gran parte de sus muslos, pero no había manera de hacer nada al respecto pues la mano de su padre sobre su rodilla apretaba ligeramente pero sin pausa, impidiéndole cualquier movimiento. Y si intentaba bajar la falda podría causarle más molestia aún a su padre, por lo que optó por no hacer nada al respecto.
"No, papi"
La respuesta de la muchacha pareció crear una ligazón de confianza entre ambos, pues su padre la acomodó en su falda de manera que ella quedó sentada encima de la entrepierna de él, pero de espaldas a este. Su gesto parecía buscar acomodarla para conversar más tranquilamente, pero al hacerlo su falda se había corrido y ahora la pantaleta de la muchacha era lo único que la separaba de la falda de él, por lo que el contacto de sus nalgas con la entrepierna de su padre era directo. Cuando su padre la acomodó le había visto las nalgas a la niña, pero no dijo nada.
"¿Por qué lo hiciste?"
Ahora su padre la apretó hacia él, mientras una de sus manos la tomaba de la cintura y la otra se ponía en su rodilla, aunque ahora ligeramente más encima.
"No sé"
Al responder, ella acomodó su cuerpo sobre el de su padre y en ese momento se percató del bulto que se insinuaba contra sus nalgas. Parecía increíble, pero por tercera vez en menos de un día tenía un paquete presionando su culo. Y ahora era el de su padre. Y por lo que podía darse cuenta, éste era de dimensiones mucho más respetables que los dos anteriores.
Se quedó paralizada por la revelación.
Su padre estaba empalmado y era por ella. Y no tenía reparos en que ella se diera cuenta de su estado de excitación. No sabía cómo reaccionar ante una situación tan inesperada y ante esa indecisión su padre continuó sus avances.
La mano de él ya no apretaba, ahora acariciaba. Acariciaba su muslo, lentamente, suavemente, como buscando que ella reaccionara a sus caricias. Y la muchacha sintió que el calorcito que tan bien conocía la invadía nuevamente, con esa sensación que ayer la llevara a buscar a su hermano para que la satisficiera. Pero ahora era su padre. Y era el quien tenía la iniciativa. Y a ella no le desagradaba.
Ayer había sido su hermano. ¿Ahora sería su padre? Después de lo sucedido con su hermano no le parecía tan reprochable lo que ahora estaba sucediendo. Es más, su padre le recordaba al tipo del bus, por la edad. Y ese pensamiento le hizo sentir que si su padre la deseaba ella no se opondría, pues también le gustaría tenerlo dentro de ella.
"¿Qué haces, papi?"
Se lo dijo sin reproche, como para darle confianza, para que las cartas quedaran echadas y él hiciera la siguiente jugada.
"Quiero sentir lo mismo que sintió tu hermano"
Se lo dijo abiertamente, directamente, mirándola a los ojos, mientras su mano subía por su muslo hasta casi llegar a su pantaleta.
"Pero papi. . . "
Era como si fuera a protestar, pero no. La idea era provocarlo. Y lo consiguió, pues la mano de su padre se puso sobre la pantaleta, apretando su paquete.
"Papi ."
Lo dijo casi con un suspiro de placer.
"¿Te gusta?"
Ella le miró intensamente y nada dijo.
"¿Te gusta, cariñito?"
Insistió el mientras uno de sus dedos se metía por debajo de la tela de la pantaleta y hurgaba en su monte de Venus.
"Papi ."
"¿Te gusta?"
"Siiiii"
Admitió finalmente, mientras una de sus manos se ponía encima de la de su padre, sobre su pantaleta.
"¿Quieres que te haga lo mismo que tu hermano?"
Ella apretó fuertemente la mano que su padre tenía sobre su pantaleta.
"¿Quieres?"
"Si, papi"
El la empujó con suavidad sobre la cama y le sacó la pantaleta. Le abrió las piernas y sacando su herramienta, se montó sobre su hija, poniendo la verga a la entrada de la vagina de Verónica, que esperaba ansiosa la penetración. El empezó a empujar lentamente, ya que temía que el grosor de su trozo de carne pudiera lastimar a la muchacha.
"Ayyy, papi, me duele"
"Tranquila, que te lo haré con cuidado"
Y siguió empujando lentamente, hasta lograr que la cabeza entrara completamente. Sabía que aunque la niña no era virgen, su instrumento era mucho más grande que el de Arturo, por lo que debía tener cuidado de no lastimarla. Cuando sintió que la parte más dolorosa había pasado para su hija, terminó de alojar el resto de su verga en el túnel de amor de la muchacha, que aguantó a pie firme sin quejarse. Esperó unos momentos y empezó a meter y sacar su pedazo de carne del interior de su hija.
"¿Te gusta, cariñito?"
"Si, papi. Ya no duele"
"Ahora estas follando con una verga de verdad"
"Es rico, papi"
"Vas a gozar mucho más ahora"
"Si, papi. Sigue"
Se apoderó de uno de los senos de la muchacha y empezó a besarlo mientras se agarraba de las nalgas de Verónica y su instrumento entraba y salía de la cueva juvenil. Cada vez sus movimientos se iban haciendo más intensos, en tanto la niña no podía controlar las sensaciones que su padre le estaba brindando, y movía su cuerpo desesperadamente, en procura de su primer orgasmo.
Levantó las piernas y en medio de grititos de placer tuvo su primer orgasmo. Pero su padre continuó follando, pausadamente, sin detenerse. Y la muchacha sintió que un segundo orgasmo le venía, hasta que su cuerpo nuevamente fue poseído por temblores de placer, abrazándose a su padre mientras le besaba y gritaba sintiendo que sus jugos volvían a fluir de su interior.
Pero su padre no dejaba de follarla y siguió moviendo su cuerpo sobre ella, mientras su trozo de carne entraba y salía de la vagina de su hija.
"¿Te gusta, mijita?"
"Eres increíble, papi. Cómo me haces gozar, papito"
"Te lo dije. Ahora tienes una verga de verdad dentro tuyo"
"Siiiiiiii, papiiiii. Eres único"
"Te voy a hacer acabar por tercera vez, mijita"
"Huuuuyyyyyy. Siiiiiiiiiiii, papiiiiiiiii"
"Toma, toma, mijita rica"
"Siiiiiiiii, papacitoooooooo"
"Mijitaaaaaa, ricaaaaaa"
"Aghhhhhhhhh. Ricoooooooo"
El orgasmo les llegó a los dos ahora y sus jugos formaron un charco en la cama mientras sus cuerpos sudorosos se fundían en un abrazo y sus bocas se buscaban desesperadas.
Cuando hubieron recuperado la normalidad, ella miró a su padre a los ojos, le abrazó y le dio un largo beso de agradecimiento.
"Nunca creí que se pudiera ser tan feliz, papi"
"¿Te gustó la verga de papi?"
"Es exquisita, papi. Es lo máximo. ¿Seguiremos haciéndolo tu y yo, papi?"
"Si tu lo deseas, si"
"Huyyyyy, qué rico"
"Mira como se paró nuevamente"
"¡Qué grande que es, papi!"
"Puede hacer feliz a cualquier mujer"
"Me imagino"
"¿Quieres tomarla en tu mano?"
"¡Qué exquisita, papi!"
La mano de la muchacha se apoderó del tronco que su padre le ofrecía y empezó a hacerle una paja hasta que nuevamente el tronco recuperó sus dimensiones.
Su padre se sentó en la orilla de la cama y la sentó frente a él, de manera que su vagina quedara encima de la polla paterna. Fue dirigiendo su cuerpo hasta que logró que ella quedara sentada sobre su polla, la que se fue perdiendo poco a poco en el interior de la muchacha, que con un gesto de dolor contenido aguantó hasta que sintió que todo el trozo de carne de su padre estaba alojado en ella.
Se abrazó a el, le besó y empezó a subir y bajar el cuerpo, mientras su padre le ayudaba apretándole las nalgas. Fue tan exquisita la sensación que sintió la muchacha que muy pronto sus jugos caían por el tronco de su padre, que la levantó y la puso en cuatro pies en la cama. Se puso tras ella y metió su verga por entre los cachetes de la niña, hasta hundirla completamente en la vagina de su hija. Y tomado de los senos de la niña, empujó y sacó repetidamente su trozo de carne hasta que ambos lograron el orgasmo, quedando completamente rendidos y gozosos.
"Eres increíble, papi"
"Y tu, cariñito. No creí que fueras tan buena para follar"
"Es que contigo cualquiera se convierte en folladora"
"Gracias, cariñito"
"Y tu, ¿estas contento?"
"Feliz, cariñito. Y deseoso de que podamos seguir haciéndolo"
"Cuando quieras, papito"
Estos encuentros con su hermano y su padre fueron el inicio de Verónica en una carrera de morbosidad que culminó cuando ya casada se enredó con su hijo.
Pero esa historia se las contaré más adelante.