Autor: Salvador
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Mi hermanita y su esposo ( 02 )
Mi cuñado Ernesto siempre se sintió atraído por mí, de eso estaba seguro. La revelación de Camila de que su esposo era gay me hizo comprender perfectamente las actitudes de éste cuando estábamos cerca los dos, las que ahora veía claramente como una demostración de su condición de homosexual y del efecto que mi persona ejercía en él. Y esta constatación me produjo una agradable sensación de excitación ante la posibilidad de poder sodomizarlo. Si, pues Ernesto no me era indiferente y la revelación de mi hermana me había abierto el apetito sexual. Veía posible ahora el follarlo y el solo pensarlo me excitaba.
No soy gay y estoy feliz en mi condición de heterosexual, pero imaginar a mi cuñado entregándome su culo me atraía como una nueva experiencia, algo diferente pero no tanto según lo veía. Supongo que follar un culo de mujer le produce a esta una sensación exquisita y con un hombre tendría que suceder lo mismo. Y si ese hombre es el esposo de mi hermana, mucho mejor, ya que siempre me llamó la atención su apostura, que imaginaba le daba mucha suerte con las mujeres, sin imaginar que lo que a él le interesaban eran los hombres.
Mi hermana me había confesado que le atraía ver a su marido siendo follado pero que exceptuando la ocasión en que lo pillara en la cama matrimonial con un compañero de oficina, nunca había tenido otra oportunidad de verlo. Y tampoco se atrevía a planteárselo, ya que no se atrevía a agregar su participación en algo que le parecía inaceptable a una mujer decente como ella. Pero se moría por el deseo de estar junto a Ernesto mientras este era penetrado por otro hombre. Es más, su fantasía no confesada era ser follada por el mismo hombre que penetrara a su esposo. Quería que Ernesto estuviera a su lado mientras ella estaba siendo follada como el no podría hacerlo, para que viera lo mucho que podía gozar con una verga en su interior.
Lo que en un principio le pareció una manera de vengarse de su esposo terminó por resultarle excitante y el deseo de ser poseída por el mismo macho de su marido se apoderó de ella al punto de fantasear con esa posibilidad y en varias oportunidades terminó masturbándose mientras las imágenes de un trío sexual con su esposo y otro hombre danzaban en su mente. Por eso es que la idea de que su hermano los poseyera a los dos le pareció increíblemente erótica y cuando vio mi intención de sodomizar a Ernesto me planteó el plan para llevar a cabo su fantasía.
La idea era que ella saliera antes de que yo llegara a su casa y cuando estuviera con Ernesto ella llamaría para decir que se demoraría un par de horas, dándonos el tiempo suficiente como para actuar con confianza. Pero ella llegaría a la media hora, cuando se supondría estaríamos en plena acción y nos sorprendería para después ser invitada a participar del juego. La idea me pareció poco práctica y decidimos finalmente cambiar el curso de las cosas: sería Ernesto quien nos sorprendiera a Camila y a mi en pleno acto incestuoso. Eso daba pie para que él hiciera un escándalo ya que le pondría en igualdad de condiciones con su esposa, pues si el era gay ella era incestuosa. Ahí entraba yo en juego, pues estaba seguro de lograr convencerlos de participar.
A Camila le encantó el cambio de planes y quedamos de encontrarnos a cenar en su casa el día sábado en la noche.
Llegué puntualmente y en el momento de saludarlos me recordé que había "olvidado" comprar el vino que se suponía llevaría. Camila le pidió a Ernesto que fuera a comprarlo ya que se suponía que yo venía cansado con el viaje. Ernesto partió y Camila y yo nos fuimos al dormitorio matrimonial a poner en marcha nuestro plan.
Nos abrazamos y besamos con cierto nerviosismo, pero el calor ambiente iba rápidamente en aumento, con lo que nos fuimos olvidando de nuestras aprensiones para dar paso a una excitación que se apoderaba de nuestros cuerpos, haciéndonos olvidar a ratos que todo era un plan destinado a que Ernesto cayera en nuestra trampa. Era tal la calentura de ambos que nuestros cuerpos se fundieron sudorosos y los gemidos que escapaban de nuestras gargantas servían de música de fondo al ruido que producían mis dedos en el sexo de mi hermana, que se movía enloquecida. Había apartado su calzoncito y mi dedo entraba y salía de su cuca completamente mojada, produciendo un ruido excitante. Mi hermana no aguantó mucho rato mis vocaciones y terminó por rendirse, llenando mi mano con sus líquidos mientras su cuerpo perdía equilibrio por el orgasmo que la invadía.
Me agaché y le abrí las piernas, metiendo mi cabeza entre ellas y empecé a mamar su conchita, completamente mojada y con restos de su reciente orgasmo. Mi hermana hacía esfuerzos por no caer y mi boca dio paso a mi lengua, que se metió en su cueva de amor, buscando el tesoro de su clítoris, mientras con una de mis manos hacía su calzón a un lado. Mi hermana se afirmó a la cama y puso una de sus piernas sobre mi hombro, para aguantar en mejor forma los temblores que le producía mi lengua en su interior, pero el ataque era demasiado para su débil defensa y terminó por rendir la plaza inundando mi boca con su segundo orgasmo, que me supo a gloria.
Decidimos que había pasado suficiente tiempo en estos menesteres previos y que ya era hora de irnos a la cama a esperar al esposo de mi hermana. Nos desnudamos y nos quedamos frente a frente, abracé el cuerpo escultural de Camila, que se abrió de piernas para que mi verga quedara entre sus muslos, los que apretó como si fuera una vagina y empezó a moverse dándome una paja increíble con sus dos muslos. Tuve que hacer esfuerzos para separarla y llevarla a la cama, donde seguimos abrazados, besándonos y tocándonos.
Abrí sus piernas y me puse encima de mi hermanita, que me miraba con ansia y el deseo dibujado en su rostro. Mi verga a la entrada de su vulva esperaba por el momento adecuado para invadirla. La pasee a la entrada de su vulva mientras le devolvía la mirada y ella movía su cintura, poseída por la calentura.
"¿Estás decidida, hermanita?"
"Si, completamente"
"Te va a sorprender completamente ensartada"
"Mmmmmm, ricooooooo"
"Y ensartada por tu propio hermano"
"Más rico aun, mijito"
"El está por llegar, mijita"
"Entonces métemela, hermanito"
"¿no te arrepentirás, mijita?"
"No, mijito, no"
"Están abriendo la puerta"
"Mételo, mételo, ya"
"No dejes de hablar y gozar, para que te escuche"
"Si, mijito"
"Toma, ¿lo sientes?"
"Guauuuuuuu, siiiiiiiiiiiii"
"Grita más, más, hermanita"
"Mmmmmmm, yaaaaaaaaaaaaaaa"
"Toma, mijita, ricoooooooo"
"Aghhhhhhh, mijitoooooooooo"
Nuestros quejidos eran lo suficientemente altos como para que Ernesto nos escuchara desde la puerta, por lo que no me cabía duda que subiría de inmediato a ver qué era lo que sucedía, aunque por el tenor de nuestras expresiones era evidente que su esposa y su hermanito estaban follando.
Efectivamente, Ernesto comprendió de inmediato lo que sucedía y subió sigilosamente la escala hasta llegar a la entrada del dormitorio, donde vio a su esposa completamente desnuda sobre la cama, con las piernas abiertas y a su hermano también desnudo metiendo y sacando su verga de la vulva de Camila, que se movía enloquecida por el deseo, mientras daba grititos de placer. Era evidente que los hermanos se habían olvidado completamente de él y sin tomar ninguna precaución se entregaron a la lujuria incestuosa mientras él estaba ausente, al punto de que ni siquiera se dieron cuenta de que había vuelto y ahora dejaba en evidencia la infidelidad de Camila y, lo que era más grave aún, con su hermano.
Así como Camila le había hecho un escándalo cuando lo sorprendiera en esa misma cama con otro hombre, ahora era su turno de enrostrarle a ella su proceder, tan repudiable como el que el había tenido con su compañero de oficina. Sentía que ahora estaban a mano y decidió que debía armarle a su esposa el mismo escándalo que ella le hizo a él anteriormente.
"¡Camila! ¿Cómo es posible? ¿Con tu propio hermano?"
Ellos se detuvieron como si hubieran sido sorprendidos, pero ninguno de los dos había perdido detalle de los movimientos de Ernesto desde que abriera la puerta.
Saqué mi verga de la vagina de Camila y me levanté, caminando hacia donde se encontraba mi cuñado, con mi instrumento completamente erecto, bamboleándose a cada paso que daba. Sabía que esto no le pasaría desapercibido ni le dejaría indiferente. Me paré frente a Ernesto con las manos en la cintura y con mi trozo de carne completamente parado apuntaba a mi cuñado, que ahora se mostraba nervioso y sin la seguridad que mostró cuando se dirigió a nosotros para llamarnos la atención.
"Ernesto, nos olvidamos completamente de ti"
Le dije parado frente a él, con mi verga casi tocándolo. Mi cuñado había perdido toda su apostura y gruesas gotas de sudor caían por su frente, conciente de la cercanía de mi cuerpo desnudo y mi instrumento al alcance de su mano.
"Por favor, comprende que nos dejamos llevar sin pensar en nada"
Agregué mientras le tomaba los brazos. Mi gesto era completamente estudiado para producir en mi cuñado el efecto de derribar sus defensas. Mi cuerpo pegado al suyo, mis brazos tomando sus brazos y mi verga golpeando la parte baja de su estómago, era demasiado para que se mantuviera indiferente.
Camila miraba desde la cama, con una leve sonrisa bailando en su rostro.
"Pero tu no puedes escandalizarte tanto, pues sé bien lo que hacías en esta misma cama cuando Camila te sorprendió"
Bajé mi mano por su brazo y tomé la suya, que llevé a mi verga, donde la dejé.
"Si, porque sé que eres gay"
Y con mi mano sobre la suya, apreté mi verga, dejándola ahí. Mi cuñado no retiró la mano, pues la tentación era demasiado para él, que empezó a apretar mi verga tímidamente al principio, para seguir con unos delicados movimientos, casi imperceptibles, que pretendían ser un remedo de paja, como si aún no se atreviera a disfrutar lo que tenía en sus manos.
Camila se acomodó en la cama, feliz del resultado de mi accionar.
Para vencer las últimas resistencias de mi cuñado, le tomé el rostro y lo levanté para que quedara mirándome, para luego depositar un beso en su boca. Camila se levantó y se acercó a nosotros, abrazándome por atrás y desde ahí abrazó también a su esposo, atrayéndolo a mi, en una tácita aprobación a nuestra relación homosexual. Ernesto comprendió perfectamente el gesto de su esposa y me devolvió el beso con una incipiente pasión, lo que dio el punto de partida al cumplimiento de los planes que Camila y yo habíamos urdido.
"Desnúdate"
Le dije con voz firme y Ernesto me obedeció con cierto temor, pero deseoso de probar ese pedazo de carne que su mano había tomado. Le hice apoyarse en la cama y que levantara su culo, para que quedara en una posición adecuada a lo que pretendía. Puse mi verga a la entrada de su hoyo posterior y me tomé de su cintura. Camila tomó mi verga en una de sus manos y la mantuvo a la entrada del culo de su esposo.
"¿Estás preparado?"
"Si"
"Camila, ¿quieres que se lo meta?"
"Si, hermanito"
Mi pene metió su cabeza en el culo de mi cuñado, que resistió valientemente apoyándose con fuerza en la cama, mientras apretaba sus labios para ahogar un grito de dolor por la envergadura de mi instrumento. Camila estaba encantada viendo mi verga semi enterrada en el hoyo posterior de su marido. Llevó una mano a su vulva en señal evidente de la excitación que le producía la sodomización de su esposo.
Apretándome de la cintura de mi cuñado empuje mi cuerpo de manera que mi verga se introdujera completamente. Cuando sentí que todo mi instrumento se había perdido en el culo de Ernesto, me apoyé en él y me quedé quieto, disfrutando de la estrechez del túnel que se me regalaba. Camila, entretanto, introdujo un dedo en su vagina y empezó a masturbarse sin apartar la vista del culo de su esposo donde se había introducido completamente mi trozo de carne. Ernesto, por su parte, con su culo completamente copado por mi pija y viendo a su esposa pajeándose a su lado, sintió que llegaba a un grado de excitación insuperable y su verga adquirió una dimensión respetable.
"Camila"
"¿Qué quieres, Ernesto?"
"Hazme una paja, por favor"
Con su mano libre, Camila se apoderó de la verga de su esposo y empezó a masturbarlo mientras con la otra mano seguía incursionando en su propia vulva.
Era un espectáculo digno de verse: Ernesto enculado a un costado de la cama, su esposa masturbándolo y al mismo tiempo haciéndose una soberana paja sin quitar los ojos del culo de su marido que es penetrado por mí.
Los tres acabamos al mismo tiempo, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. Fue un concierto de semen, en que Ernesto tuvo la mejor parte.
Cuando logramos calmarnos, nos acostamos e intercambiamos impresiones. Las cosas estaban lo suficientemente claras como para que fueran necesarias las explicaciones, por lo que nos limitamos a describir lo que cada uno había gozado en nuestro primer trío incestuoso-gay.
Decidimos bajar a cenar para volver más tarde a continuar esta reunión que había empezado con tan buenos auspicios.
Cenamos rápidamente, todos felices con el cariz que habían tomado las cosas y sabedores de lo que nos esperaba en el dormitorio de mi hermana y su esposo. Después del bajativo, que tomamos en el living, el ambiente estaba tan cargado de sensualidad que Camila no pudo aguantar a llegar al dormitorio y sentándose frente a nosotros. . .
Bueno, pero esto es materia del siguiente capítulo.