Ximena y Marcos
1.
Con los ojos cerrados y los labios apretados, empujaba mientras se aferraba a las nalgas de su hermana, sintiendo en cada movimiento la increíble sensación de su el miembro entrando y saliendo de la sabrosa cavidad que tanto tiempo había deseado. Estaba follándola finalmente, cumpliendo la mejor y más anhelada de sus fantasías, sintiendo la increíble sensación que le producía su pedazo de carne entrando y saliendo en la cueva húmeda que lo albergaba como si fuera un guante y la parecía que no fuera cierto el estar ahora sobre ese cuerpo que tantas fantasías despertó en él, aunque ella no participara del acto con el entusiasmo con el que él lo hacía. Pero qué importaba la frialdad de su hermana, mientras él pudiera follarla a placer, como lo estaba haciendo ahora y pensaba seguir penetrándola, hasta quedar completamente exhausto. Ese era el trato y él pensaba meterle su verga hasta que no quedara nada de semen en su interior. Tanto era el deseo que sentía por ella.
Nunca imaginó que algún día se pudiera hacer realidad su fantasía. Y menos aún de la manera tan casual en que llegaron a esto.
Cuántas tardes pensaba en su hermana y terminaba pajeándose hasta sentir que ya no le quedaba nada más que expulsar, pensando en Ximena, con su metro 70, piernas estupendamente moldeadas, unos muslos para soñar, senos erguidos y desafiantes, y un rostro hermoso cuyos ojos verdes iluminaban todo sobre lo cual se posaban. Ese ejemplar de mujer que era la envidia de sus amigos, ahora estaba bajo de él, mientras subía y bajaba, clavándole su verga.
¡Qué rica sensación sentir cómo la penetro! El calorcito que emana su cueva, la suavidad de su piel interior que atrapa mi verga como si fuera un guante de terciopelo, mmmmm, qué exquisito como entra mi pico y se pierde entre sus muslos blancos. Es un sueño, realmente un sueño, del que no quiero despertar. Ricoooo. Y es toda para mí, hasta que acabe y la llene. ¡Y cómo la voy a llenar!. Debo aguantar y gozar todo lo que me sea posible, así que concéntrate Marcos y disfruta a tu hermana lo más que puedas. Así, así. Aghhh, qué ricooooooo.
Ximena estaba por cumplir los 30 años y la diferencia de años había puesto una barrera entre los dos, que se había hecho infranqueable con el tiempo, pues no hay nada que un muchacho de 19 años, estudiante, que pueda compartir con una mujer casada y tan mayor como ella. Sin embargo, la casualidad quiso que se enterara de un secreto de su hermana que ella no estaba dispuesta a que se divulgara, por las terribles consecuencias para toda la familia.
Mijita, tranquila, muévete despacito, que quiero durar lo más posible, por favor.
En su afán de que todo esto terminara pronto, Ximena se estaba moviendo para apurar el desenlace, pero su hermano deseaba que esta follada fuera eterna pues presentía que no tendría otra oportunidad de gozar del cuerpo de su hermana. Ella disminuyó sus movimientos, mientras él seguía metiendo y sacando su verga, con calma, sintiendo en cada movimiento la tibieza de ese cuerpo tan anhelado. Debía complacer a su hermano menor, cumplir con su parte del acuerdo y hacer realidad su fantasía, entregándole el cuerpo para que la follara hasta que quedara completamente satisfecho. Ese era el acuerdo y estaba dispuesta a cumplirlo. Pero el acuerdo no incluía el que ella participara tan activamente como él quisiera. Eso sí que no. Dejaba que él obtuviera su satisfacción, pero no esperara nada más de ella.
Mientras metía y sacaba su trozo de carne de la cálida cueva de su hermana, Marcos recordaba el momento en que sus sueños se hicieron posible, cuando vislumbró que tener su cuerpo había dejado de ser una ilusión. La oportunidad de hacer realidad sus fantasías se le presentó esa tarde en que volvió a casa más temprano que de costumbre y entró pensando que no había nadie, dirigiéndose a su dormitorio. Un ruido en la alcoba de sus padres le alertó y sigilosamente se puso a escuchar lo que sucedía en la pieza de sus padres, que se suponía que estaba vacía. No cabía dudas, los ruidos eran los de una pareja culiando, y con mucha energía. Entre los quejidos y el ruido de la cama, le llegaron voces y no le cupo dudas que su padre estaba con alguien que no era su madre. Y no podía ser de otra manera, puesto que ella siempre llegaba a casa al anochecer y era demasiado temprano para ello. Aguzó el oído y su sorpresa fue mayúscula cuando identificó la voz de la pareja de su padre. Sí, era Ximena la que estaba teniendo sexo con su padre. Y al parecer hacía mucho tiempo que lo venían haciendo, por las cosas que se decían y que llegaban a su oído.
Después de un momento de estupor, Marcos vio en lo que pasaba en la pieza de al lado la posibilidad de que sus fantasías se hicieran realidad, pues estaba en posesión de un secreto que afectaría al matrimonio de sus padres y al de Ximena, cubriéndola de escándalo. Pero necesitaba tener pruebas para llevar a cabo sus planes. Lo mejor sería filmarlos, ya que una cámara fotográfica sonaba cuando se apretaba el obturador y lo mismo sucedía con una grabadora de sonido. Sí, la filmadora era lo más adecuado, por lo silenciosa.
Tomó su celular y lo puso en función de filmar. Esperó, entreabriendo la puerta lo suficiente como para poner el aparato solamente. Y cuando Ximena se levantó para ir al baño, Marcos hizo funcionar la filmadora, captándola completamente desnuda, yendo y volviendo al cabo de un rato. Su padre salió a su encuentro y la puso contra la pared del pasillo, le abrió las piernas y manteniéndola parada, le hundió la verga entre las piernas abiertas de esa exquisita mujer, que lo abrazó y se dejó penetrar mientras lo cubría de besos apasionados.
Papito, ricoooooooo.
Mijitaaaaa, goza, goza, asíiiiiiiiiii
Sí, papitoooooooooo, sigueeeeeee. Me encanta que me lo hagas así. Siiiiii
Muévete mijita rica, muévete. Tomaaaa, tomaaaaaaaaa
Qué rico, mijitoooooooo
Voy a acabarrrrrrrr Ximenitaaaaaa, aghhhhhh
Papitooooooo, yooooo tambiennnnnnnnn. Aghhhhhhhhhh
Mijita, me vieneeeeeeeee. Muéveteeeeeee
En medio de frases apasionadas, él la llenó de esperma, la que se juntó con la que ella dejaba salir de su interior y empezaron a bajar, mezcladas, por los muslos de Ximena hasta llegar al suelo.
Más calmados, volvieron a refugiarse en el dormitorio, pero la escena en el pasillo quedó completamente grabada por Marcos, que no cabía en sí de gusto por el material que había filmado.
Padre e hija siguieron haciendo el amor por una media hora más, pero Marcos ya no estaba en casa cuando terminaron. Se había retirado por la ventana para no hacer ruido y volvió dos horas después, pero solo encontró a su padre esta vez, que leía tranquilamente en el living, como si nada extraordinario hubiera sucedido.