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Supervivientes de la plaga Civil: Capitulo 1-Abrir

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Capitulo 1-A:

Le abrí la puerta, ella salto dentro de mi casa al instante en que yo abría, nada más poner los dos pies ya estaba cerrando tras ella y sin haber entrado ni una sola vez en mi casa, cerro todos los pestillos y cerraduras, que encontró en la puerta, como si se los conociese de toda la vida.

Yo: Sara ¿Qué te pasa? (algo asustado por su reacción)

Aun con un ataque de pánico, me miro con un movimiento rápido del cuello y luego lentamente se apoyo en la puerta y se fue dejando caer suavemente, estaba tan asustada, hasta el punto que aun llevando mini falda, se dejo caer por la puerta hasta llegar al final, que sin cerrar las piernas, me mostro las bragas blancas que llevaba, pero no pareció importarle en absoluto.

Yo: ¿Sara? (pasando mi mano por delante de sus ojos para ver si reaccionaba)

Sara sin mirarme siquiera, tan solo se pego a la puerta mas si podía, mostrándome que estaba demasiado aterrorizada, incluso para reaccionar, en ese instante alguien golpeo la puerta, ella aun así no reacciono, yo quise mirar para ver quién era, pero al intentar subir a mirar, ella agarro el cuello de mi camisa, estrangulándome un poco y evitando así, que mirara.

Entendí que para mirar primero tendría que calmarla, además tendría que ser rápido, porque las puertas de aquí, no eran puertas endebles, pero eran de madera y tarde o temprano, cederían ante golpes con tanta fuerza, alguien tenía que tenerle muchas ganas a esta chica.

Yo: ¿estás bien? (acercando mi mano para acariciarle la cara)

Ella intento retirar un poco su cara, sin conseguir su objetivo, ya que estaba pegada todo lo que le permitían la puerta y los golpes, en ese momento los golpes de la puerta se volvieron más constantes, advirtiéndome que alguien más se había sumado a la fiesta, lo que me dejo helado, iba a morir por abrirle la puerta, pero antes de que yo pudiera reaccionar, ella me salto encima aterrada.

Su cuerpo temblaba, sus labios estaban morados de miedo, sus dientes castañeaban sin poder evitarlo, la piel de la cara se había vuelto del color de las losas, blanco, mientras congelado la observaba, a la vez que los golpes en la puerta continuaban.

Mientras ella se esforzaba por treparme con brazos y piernas, lastimándome un poco en su frustrado intento, conseguí al fin asomarme a la mirilla, lo que vi me helo la sangre, había dos hombres de mediana edad, bastantes ensangrentados, con visibles marcas de mordiscos por su cuerpo, con la ropa bastante destrozada, a uno debían de haberlo atropellado, porque tenía aspecto de haber tenido un accidente de coche y al otro le habían arrancado la piel a mordiscos de una de las dos mitades de la cara.

Estaba comenzando a preocuparme seriamente, cuando una vecina, bajo las escaleras para ver qué pasaba:

Vecina: ¿Qué está pasando aquí?

Al hablar ambos tipos se dieron la vuelta, ella horrorizada por lo que estaba viendo, apenas pudo tras gritar, salir corriendo hacia arriba, donde estaba su casa, el media cara, salió corriendo primero tras ella y el atropellado, cojeando, además de tambaleándose, lo siguió a su ritmo, hay que admitir que para ella era una autentica putada, pero para nosotros había sido algo fortuito, con su sacrificio, nos había salvado, al menos por ahora.

Yo: ¿pero, qué demonios?

Sara: (reaccionando al fin) ¡Caníbales!

Me grito en el oído dejándome totalmente sordo en esa parte, con el molesto pitido que no te deja escuchar nada, no me aparte porque no me lo esperaba, iba a volver a chillar pero la tape la boca con la mano, dejando su grito, como un grito ahogado, espere unos minutos a que se calmara, cuando ya estaba más tranquila la solté en el sofá, mientras aun se escuchaban arriba los gritos de mi pobre y anciana vecina.

Llamadme friki de zombis, pero todo esto me sonaba a película sobre zombis, solo a un friki como yo se le ocurriría esto, pero quizás esta extraña ocurrencia podía salvarme la vida a mí, porque si ella estaba mordida, según las películas estaba muerta, ya.

Yo: Sara, ¿te han mordido?

Sin embargo, siguió sin reaccionar en absoluto, hasta que tome la dura decisión, de que tenía que descubrirlo por mí mismo, comencé a desnudarla y en ese momento reacciono.

Sara: ¡¿pero qué cojones haces?!

Yo: ¡Shhh! Silencio, no hagas ruido (con el dedo en los labios) solo miro si te han mordido

Sara: eh…no, lo intentaron la verdad, pero de milagro no lo han conseguido.

Yo: no me fio, desnúdate.

Sara: tu lo que quieres es verme desnuda (me dijo con desconfianza)

Tapándose la camisa abierta con un brazo, lo había abierto torpemente por mi poca habilidad con desnudar a mujeres, ya que no tenía contacto con una chica, desde hacía años.

Yo me había puesto un poco colorado sin poder evitarlo por su acusación, porque quizá tenía algo de razón en sus palabras, pero decidido a conseguirlo por el miedo a que esto, fuera como las películas, no podía dejarlo estar.

Yo: tú decides o te quedas en ropa interior o te vas a tu casa, que está ahí al lado y no correrás demasiado riesgo.

Al decirle eso, dirigió su mirada a la puerta, acto que no me paso desapercibido, su gesto mostraba que solo la idea de salir allí afuera la aterraba, luego trago saliva me miro y contesto.

Sara: bueno…lo hare

Comenzó a desnudarse suavemente, gracias a dios, no estaba mordida, sin ropa era incluso mas sexy, por la vergüenza lo hizo lentamente, consiguiendo aumentar por un lado el morbo y por otro la tensión de la situación.

Sara: (con gesto enfadado) ¿estás satisfecho?

Yo: si, no estás mordida y me alegro de ello

Sara: ¿puedo vestirme ya?

Yo: si ¿quieres cenar algo?

Sara: ¡¿Cómo puedes pensar en comer, estando metidos en esta situación?! (Mientras se empezaba a vestir)

Yo: bueno…no es el fin del mundo

Mientras afuera se empezaban a escuchar, coches pitando, gente gritando, cristales rompiéndose, algún accidente de tráfico por esta zona, por el resto de la ciudad empezaron a oírse, sirenas de ambulancias y de coches de policía.

Sara: ¿ah no? ¿estás escuchando lo de hay afuera?

Yo: si, no creo que será para tanto

Sara: ¿entonces, porque no te asomas por la ventana de tu comedor?

Yo: no…gracias

Empezó a escucharse un avión descendiendo sobre la zona

Sara: ¿seguro que no es el fin del mundo? (señalando hacia el techo)

Yo: …

Tras esas palabras, el avión choco contra algo cercano, que gracias a dios, no éramos nosotros, acto seguido exploto, algunos ruidos cesaron, pero no así, los gritos, los coches y los cristales.

Sara: ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? (terminada ya de vestir de nuevo)

Yo: bueno, los nervios no arreglan nada

Abrí la nevera perseguido por Sara, la cual no tenía nada mejor que hacer

Yo: maldita costumbre de comprar siempre a lo justo

La verdad era muy distinta, es que no tenía casi dinero para comprar comida este mes, prácticamente, por eso salí a lo desesperado antes, para encontrar un trabajo, así podría pedir un crédito a los bancos y sobrevivir, pero me daba vergüenza admitir esa mierda.

Sara: ¿Qué pasa? (intentando asomarse a mi nevera sin éxito, ya que yo tapaba la visión)

Yo: tengo la cena de hoy y para el desayuno de mañana

Sara: la gente esta saqueando abajo, ¿y si bajas?

Yo: ¡¿estás loca, quieres que me coman?!

Sara: tienes razón…mmm… en mi casa hay comida

Yo la mire y mire la puerta, queriendo evitar salir mientras pudiera, con la esperanza de que las fuerzas del orden, vinieran a salvarnos el pellejo, antes de que se nos acabaran las provisiones.

Yo: tranquila, ya saldremos mañana, para hoy tenemos

Sara: ¿saldremos?, querrás decir saldrás, ¿no?

Yo: bueno, es tu casa, deberías acompañarme, ¿no te parece?

Sara: yo no vuelvo a salir ahí afuera

Yo: ¿ni aunque te mueras de hambre?

Sara: ese es tu trabajo, como hombre

Yo: ¿y tu trabajo como mujer, cual se supone que es?

Sara: …

Yo: ¿Por qué algo tendrás que hacer, ¿no crees?

Sara: ¿y si hago las cosas de casa?

Yo: ¿todas?

Sara: todas

Yo: bueno, vale… (No muy convencido, no quería quedarme solo y si ella saldría vista su capacidad de plantar batalla, no volvería a casa) pues haz la cena

Me senté a mirarla, ella abrió la nevera, saco los filetes de pollo, las patatas congeladas que quedaban en el congelador y las setas del frigorífico, tras preparar todos los utensilios, se puso a preparar la cena.

Yo: las llaves de tu casa, ¿Dónde las tienes?

Sara: (guardo silencio)

Yo: ¿me has escuchado?

Sara: si… creo que se me cayeron intentando entrar antes

Yo: fantástico, pues abra que cogerlas, ¿no?

Sara: si, tú te encargas

Yo: me aseguraría que vuelvo, si te mantuvieras en la puerta esperándome

Sara: ¿ese no era tu trabajo?

Yo: si, pero yo no pongo un pie fuera, si tú no estás en la puerta, con la puerta abierta, esperándome.

Sara: bueno…

Yo: y recuerda, si me persigue uno y me cierras la puerta en las narices, te estás quedando sola.

Me miro fijamente, escuchándome bastante atenta y quizá yo diría, que palideciendo un poco al escuchar mis palabras.

Sara: no te preocupes, no lo hare, no olvido que te debo una.

Cenamos los dos una rica comida quemada de filetes de pollo, a la salsa de las setas con patata y agua para beber, había un incomodo silencio en la mesa, que yo quise cortar, así que intentando romper el hielo…

Yo: mmm…que rica la comida

Sara: ¿te estás riendo de mí?

Yo: no, la verdad es que era por decir algo

Sara: pues, para decir eso, no digas nada

Yo: oye, podrías ser mas amable, estas en mi casa al fin y al cabo

Sara: si, tienes razón, lo siento. Es que se que no se me da bien cocinar y bastante criticada eh sido ya por eso.

Yo: lo siento, no pretendía molestarte

Sara: no pasa nada

Tras esta pequeña conversación, solo se escuchaba de fondo los disturbios de fuera, la gente intentando saquear, intentando sobrevivir, al contrario que nosotros dos, que solo intentábamos escondernos en el resguardo de nuestra casa, ignorando el hecho de que tarde o temprano, tendríamos que salir, así que volvió el incomodo silencio de nuevo.

Yo: tengo en la estantería del salón un libro de cocina

Algo crispado por mi amable y tranquilo comentario

Sara: ¿te parece que es buen momento, para aprender cocina?

Yo: me gustaría no morir de indigestión en medio de una apocalipsis zombi, gracias.

Tras un rato mas de incomodo silencio, en la que yo pensaba que morir de eso, sería un poco triste e indignante, aunque en cierto sentido casi prefería morir de eso, que a bocados, por vez primera ella rompió el molesto silencio.

Sara: vale

Yo: ¿Qué?

Sara: que vale, que lo hare, lo leeré

Yo: gracias

Tras terminar de comer, ella recogió la mesa y se iba a sentar

Yo: Sara, si no te importa, no te sientes, friega

Sara: luego

Yo: si lo dejas para luego lo hare yo y estaré haciendo tu trabajo…

Sé que convivir con un maniático del orden no es fácil para nadie, pero, cada uno tenemos nuestras cosas y bueno, es obvio que, vivir con un maniático del orden tiene sus cosas, buenas, siempre sabes donde esta todo.

Sara: vale, ya lo hago (mientras se ponía a hacerlo) pero, no entiendo que prisa tienes

Yo: no tengo prisa, es solo que me gusta que todo esté en su sitio

Sara: bueno, vale (riéndose de mí) al final resulta que el abuelo tiene razón

Yo: ¿abuelo? Pues gracias a este abuelo, estas sana y salvo

Sara: tienes razón (volviendo un poco su cara para sonreírme) como siempre

Al acabar de fregar iba a guardarlos sin secarlos

Yo: sécalos con el trapo

Sara: (con una sonrisa en la cara) que maniático eres

Yo: ¿maniático? Anda ya, yo no lo creo (ningún maniático reconoce sus manías)

Sara: yo si (mientras me hacía caso)

Yo: si tú lo dices…

Sara: ¿Por qué dejas la tele encendida, si no la estamos viendo?

Yo: me gusta escuchar ruido, no la soledad

Sara miro hacia abajo, para tras terminar de secar, empezar a guardarlos

Sara: deberías apagarla, podrías atraer amigos, no deseados

Yo: tienes razón…

Fui a mi querida televisión y la apague, bastante molesto e incomodo porque no podía satisfacer el deseo de mis manías, todos tenemos manías, aunque no nos demos cuenta, solo son un problema, cuando te condicionan la vida, volví a la cocina, para ver a Sara como colocaba las cosas.

Sara: ¿lo quieres así?

Yo: si, muy bien, así

Tras eso, se iba a sentar, pero antes de que lo hiciera la detuve.

Yo: ¿cogemos tus llaves, antes de que oscurezca?

Sara: vale, me haría falta ropa

Yo: hoy no voy a entrar, solo a coger las llaves

Sara: vale… (Con cara de molestia)

Yo: puedes usar ropa mía de mientras, si quieres

Sara: que remedio… vamos

De camino al salón, cogí de nuevo el bate de beisbol, el cual había dejado justo en su sitio, como siempre, me asome a la mirilla cagado de miedo por la heroicidad sin precedentes que tenía que hacer, en la cual me estaba jugando el cuello y posiblemente el de Sara, no había moros en la costa, le hice una señal a ella con la cabeza de que abriera la puerta, la abrió haciendo un poco ruido, el inevitable pero dado el miedo que tenia, le recrimine con la mirada haber hecho ruido, nos quedamos callados esperando alguna señal, algún ruido de que venían hacia aquí, pero al no haber señal alguna, salí silenciosamente.

Desgraciadamente, los dos asaltadores de Sara, habían dejado un rastro de sangre que no esperaba y resbale, gracias a que llevaba el bate de beisbol, golpeando el suelo y dejándolo como apoyo, conseguí mantener el equilibrio, se escucho como por las escaleras de abajo alguien subía, porque sus pasos se escuchaban paso a paso más cerca, igual que desde arriba alguien bajaba.

Sara aterrada me hacia señales de que volviera, para que entrara pero yo vi las llaves a seis pasos y decidí jugármela a cara o cruz, corrí hacia ellas, deslizándome un poco por los zapatos mojados e incluso resbalándome, choque con la puerta de ella y me agarre al pomo, para evitar caerme.

Me apoye en el bate de beisbol para agacharme, los pasos de quien bajaba, estaban más cerca del que subía, pero parecía que cada vez se unían mas a la fiesta, recogí las llaves, comencé a correr hacia casa , cuando uno se lanzo hacia mi desde las escaleras, con el bate de beisbol conseguí desviarlo, provocando que yo mismo perdiera el equilibrio, gracias a la fortuna, caí dentro de casa, justo en ese instante, Sara le dio patadas a mis pies, para que los quitara de en medio y cerró la puerta.

Justo en ese instante se escucho que llegaron los demás, me ayudo a levantarme del suelo con sus dos manos, nos peleamos en silencio por la mirilla, para poder ver, al conseguir mirar, vi que había cinco, entre ellos mi adorable anciana vecina, el que había desviado con el bate, se había partido la cabeza contra la pared y no se había vuelto a levantar, al menos en eso las películas no se habían equivocado.

Nos alejamos sin hacer ruido de la puerta, hasta llegar a la zona más alejada de ella, con algo de temor en las venas, mi cuarto, Sara se me abrazo pero ignoraba si el que temblaba de miedo de los dos, era ella, era yo o incluso podría decir que temblábamos ambos.

Sara (Susurrando): estás loco

Yo (Susurrando): ¿Por qué?, tenía que hacer un trabajo y lo he hecho

Sara (Susurrando): casi te alcanza uno (visiblemente preocupada)

Yo (Susurrando): ya, pero tenía que hacerse…

Sara (Susurrando): ¿entonces, tienes las llaves?

Más que contestarla, se lo mostré directamente

Sara (Susurrando): ¿sabes? Aun así, sigo pensando que estás loco

Yo (Susurrando): pero seguimos teniendo las llaves

Tras un rato, abrazados sin decir nada

Sara (Susurrando): no he podido cerrar con llave, porque hubiera hecho ruido

Yo (Susurrando): no te preocupes, hay esta mi armario, coge la ropa que necesites, mientras voy a cerrar

Sara (Susurrando): ten cuidado

Yo (Susurrando): no voy a salir (con una sonrisa en la cara, al ver como se preocupaba por mí)

Mientras ella cerraba la puerta de mi habitación, en cuanto salí de la habitación, yo volvía a estar solo ante el peligro, si hacia tan solo un pequeño ruido, moriríamos los dos, llegue en un absoluto silencio, esquivando todos los obstáculos del camino, algunos de sobra y otros por los pelos.

Incluso tuve que sujetar el televisor de pantalla plana, que al pasar le di un golpe esquivando el taburete y casi lo tiro, no sé que me hubiera dolido mas, si el televisor mejor amigo mío, animador de malos momentos y amigo divertido en los momentos más aburridos o nuestra vida, creo que pensándolo fríamente el televisor.

Al llegar a la puerta y mirar por la mirilla casi me da un infarto, había uno pegado a la lente, que no me permitía ver nada mas, espere un rato esperando a que se fuera, pero no se iba, suplique un poco más de suerte, para que pasara algo y se marchara, pero parecía que la mirilla estaba atrayendo su atención, incluso por si me estaba escuchando contuve la respiración, cuando de repente…

Se escucharon disparos en la calle y el tipo que estaba frente a la mirilla, junto a sus compañeros se largaron por las escaleras hacia abajo, sin embargo empecé a preocuparme porque aunque no estaba seguro, pero me pareció vislumbrar un signo de inteligencia, porque juraría que miro hacia detrás, no estaba seguro, pero si no sabía que estábamos aquí, creo que lo sospechaba.

Tras irse todos, me asegure de que estábamos solos, todo lo que me permitía la lente y cerré bien la puerta, volví al cuarto y llame antes de entrar, ella me dijo: adelante

Al entrar la vi con el pelo recogido en una coleta y la misma, la había convertido luego en un moño, unos bóxer blancos míos, una camisa de cuadros que apenas le tapaba el culo, dejaba ver su pelvis marcado en mis bóxer, por la abertura del botón abierto de abajo y siguiendo su misma línea el botón de arriba estaba abierto, mostrándome que sus pechos no necesitaban un sujetador, para mantenerse firmes y como definitivo cambio sus medias habían sido reemplazadas por unos calcetines tobilleros que tenía en mi armario.

Sara: ¿Qué, como estoy? (tocándose el moño de forma coqueta)

Yo: muy guapa

Yo estaba alucinando por su actitud, me fije en que ya estaba anocheciendo, Sara iba a encender la luz, pero la detuve, agarrando su muñeca suavemente.

Yo: ¿¿estás loca??

Sara: ¿Qué pasa?

Yo: ¿Qué, que pasa? Encender la luz es justo el paso que nos falta para llamar la atención

Sara: lo siento, tienes razón, soy tonta (y comenzó a llorar)

Yo: no, mujer, no quería decir eso (abrazándola de nuevo)

Tras un rato abrazados, se soltó ya mas calmada

Sara: ¿Cómo te llamas, abuelo?

Yo: Darek…

Sara: Darek, en una situación normal no me importaría dormir a oscuras, pero ahora tengo miedo

Yo: ya, pero tienes que aguantar, solo te puedo ofrecer un hueco en mi cama

Sara: ¿un hueco? Pensaba que dormirías en el sofá

Yo: yo dormiré en mi cama, que para eso es mi casa

Sara: que poco caballeroso eres

Yo: tienes razón, poco no, nada

Sara: soy tu invitada… ¿no?

Yo: la verdad es que yo no te invite, más bien te colaste

Sara me miro con mala cara al ver que sus encantos femeninos, no servían para conseguir sus propósitos.

Yo: bueno, te invito a dormir en mi sofá cama

Sara: que mal anfitrión eres

Yo: nadie te lo discute, bueno ¿te monto el sofá cama o te dejo un hueco en la cama?

Ella tras pensárselo un poco

Sara: déjame un hueco, pero solo porque me da miedo dormir en el salón

Yo: vale, vale, como quieras

Mi cama era, una cama de matrimonio, ya que me gustaba tener espacio para moverme

Sara: pero cada uno en su esquina, ¿vale?

Yo: vale, pero tú en la esquina de la puerta, así, si entra alguno, te come a ti.

Sara me miro con mala cara, yo me reí porque al fin y al cabo, era tan solo una inocente broma, pero tengo que admitir que quizá en esta situación una inocente broma así, no haría más que asustarla.

Sara: no tiene gracia… (Con gesto molesto)

Yo: tienes razón (aun riéndome por mi broma)

Ella me miro sorprendida de que me siguiera riendo

Como siempre me acosté en la derecha, la más alejada de la puerta, a ella le toco a la izquierda, ella se puso dándome la espalda porque desde hay veía perfectamente la puerta de entrada, yo mire hacia la ventana, mirando un poco hacia arriba, viendo como el sol se ocultaba, entre los edificios del barrio.

De triste fondo musical, se seguían escuchando disparos, gritos, golpes, coches de un lado a otro, sirenas, algunos teniendo accidentes, pero el cerebro es tan bueno, que hasta a esos sonidos se acostumbra uno, para poder dormir.

Tras dormir un rato, no sé qué hora seria, pero todo estaba oscuro, solo iluminado por algunas farolas que seguían de pie, me despertó la voz de Sara y junto a sus palabras me percate que los ruidos se habían reducido bastante, aunque aun había batalla haya abajo.

Sara: ¿Darek, estas despierto?

Al mirarla, me percate en que se había dado la vuelta y ahora estaba de lado, mirándome a mí.

Yo: ahora, si.

Sara: no paro de dar vueltas en la cama ¿Cómo puedes dormir en esta situación?

Yo: en simple, olvido todo y duermo

Sara: no, en serio, ¿Cómo? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo siempre?

Yo: no se, soy así, tranquilo. En lo referente a dormir, tengo una habilidad.

Sara: ¿Cuál?

Yo: echo la cabeza para detrás y me quedo dormido en segundos, pero estoy alerta.

Sara: no creo que ese truco, me sirva a mí

Yo: no, solo yo tengo esa habilidad

Tras un rato callada, cuando estaba a punto de quedarme dormido de nuevo

Sara: ¿me abrazas?

La abrace y nos quedamos dormidos con su cabeza en mi pecho y su pierna desnuda, rodeando la mía.

Por la mañana me desperté solo en la cama, mire por la ventana para ver que no se veía ni el suelo de muertos que había caminando de un lado a otro, sin un rumbo aparente, había motos tiradas por el suelo y alguna que había sido usada para romper los cristales de las tiendas y algún coche abandonado, otro que se choco contra la farola.

Cogí la ropa del armario que esta vez había olvidado preparar, algo molesto por mi descuido, lo prepare todo, para esta semana, no estaba acostumbrado a tener visita y menos aun a vivir esta situación, pero, tenía que acostumbrarme, entre en el baño con la ropa que me iba a poner: vaqueros, camisa negra, calcetines negros, zapatos para correr blancos, pero al entrar me di un susto de muerte, no había escuchado el agua del baño, además tras ordenar la ropa casi había olvidado que tenia visita.

Vi salir a Sara enrollada en una toalla, mi toalla azul que le cubría entera y una pequeña celeste para el pelo

Sara: buenos días Darek, pero, ¿podrías haber llamado al menos, no, a menos que lo que querías fuera volver a verme, desnuda?

Yo: perdona, no recordaba que estabas aquí

Sara: si, claro, escusas. (con cara de desconfiada)

Yo: no lo son ¿Cómo has dormido?

Sara: bien ¿y tú?, ¿me dejas vestirme?

Yo: bien, ¿me dejas bañarme?

Deje mi ropa allí y me metí en la bañera ignorando sus protestas, con la ropa aun puesta, cerré la vitrina opaca,  comencé a desnudarme, lanzando la ropa fuera.

Sara: ¡¿puedes dejar de lanzarme la ropa encima?!

Yo: ¿puedes dejarme solo?

Tras unos segundos en silencio

Sara: ¿me prestas mas ropa?

Yo: coge lo que quieras, anda

Sara: gracias, Darek

Sara estaba abriendo la puerta

Yo: Sara

Sara: ¿sí?

Yo: déjalo todo en su sitio

Sara: (sonido de molestia) que difícil va a ser vivir contigo

Yo solo sonreí por toda respuesta, era un poco pesada, pero también era una chica agradecida, me alegraba de haberle abierto la puerta justo a tiempo, sino no estaría acompañado en esta cruda situación.

Hoy me relaje más que de costumbre, ya que el mundo se había ido a la mierda, mi rutina seria un poco difícil de mantener, eso me cabreaba bastante y me molestaba mucho. ¿Pero claro, que podía hacer? Si salía allí afuera a romper cabezas para desahogarme, duraría lo que dura un saludo, debía pensar con cabeza si quería sobrevivir.

Además de despertarme tarde, me lleve un rato largo en la bañera, necesitaba relajarme, ya que luego me jugaría la vida, al menos moriría limpio, pero no tenía más remedio que salir a conseguir alimentos, ropa y cosas útiles. Estuve ideando planes para hacer lo que tenía que hacer, se me ocurrieron buenas ideas para hacerlo, pero tenía que elegir, no podía hacerlo todo a la vez.

Al salir vestido, busque donde estaba Sara, estaba en la cocina con ropa que me había cogido prestada, una camisa blanca que le servía de vestido, un vaquero sujetado por el cintura que llevaba ella ayer, se lo había recogido, ya que le sobraba más de la mitad.

Sara: ya era hora de que salieras, ya pensé que desaparecerías en el agua, como las pastillas efervescentes.

Yo: ja-ja-ja, que graciosa, ¿Qué hay para desayunar?

Sara: pues no mucho… 2 naranjas, 2 vasos de café con leche y 10 galletas

Yo: bueno, casi hay para desayunar los dos, lastima la falta de 2 naranjas

Sara: no se qué desayunas tu, pero esto no se parece en nada a lo que desayuno yo

Yo: un zumo de naranja, leche y 5 galletas, ¿Qué desayunas tú?

Sara: un tazón de leche con cereales y un café con leche

Yo: no se si te has dado cuenta de la situación, pero, nuestras costumbres van a ser un poco difíciles de mantener

Sara: mira quién habla, míster maniático

Yo: bueno… hay que asumir las cosas

Sara: tienes razón

Comenzamos a desayunar medio zumo de naranja cada uno, un café con leche cada uno y por ultimo 5 galletas cada uno.

Sara: perdona por hacerte café, no sabía que desayunabas leche

Yo: no importa, el café está bien, también.

Sara: ¿sí?

Yo: si

Sara: ¿en serio?

Yo: en serio

Terminamos de desayunar tranquilamente sin decir nada mas, mientras ese silencio me ayudaba a planear lo que haría, que aun no estaba seguro de que haría, un error podía costarme la vida, pero no tenía más remedio que hacerlo y me convenía hacer más de un viaje.

Sara: estaba bueno, ¿eh?

Yo: si, lo estaba

Me levante de la mesa para hacer lo que tenía que hacer

Yo: a tu casa

Sara: ¿Qué tienes pensado? (siguiéndome)

Mientras abría el armario buscando mi antigua mochila del colegio, al encontrarla estaba llena así que la abrí e iba ordenando todo lo que contenía dentro, en otro lado.

Yo: tengo varios planes

Sara: ¿Cuáles?

Yo: plan A: hacer ruido en la calle y aprovechar para dar varios viajes

Plan B: tú te quedas en la puerta con la puerta cerrada, estate atenta cuando yo salga, me abres y así varias veces

Plan C: obstaculizar las escaleras y así tener tiempo, para hacer bastantes viajes

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