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Mundo Paralelo 2

en Grandes Series

Mundo Paralelo 2

            Volví a tener la sensación que tuve ayer, abrí los ojos pero no veía, no podía hablar, ni moverme tampoco. Esta vez, escuchaba el fuego de manera regular y lo ubicaba un poco más cerca de mí, escuche unos pasos que se acercaban a mí y…escuche la misma voz de ayer.

-          Hola, estas de nuevo por aquí, tranquilo, vas muy rápido, pronto, estarás formado por completo, no mueras, en la prueba y pronto podremos hablar…hacía tiempo que no veía por aquí a un elegido.

No entendía nada ¿de nuevo por aquí? ¿Adónde estaba? ¿Por qué ayer lo escuchaba mal y hoy casi, casi bien? ¿Formado por completo, prueba? Quería preguntar todo eso y más, pero no podía hablar por mucho que lo intentaba, solo podía escuchar y nada más. Tenía ansiedad, me estaba frustrando, porque no entendía nada de nada.

-          Yo vivo en Ereste, una ciudad-independiente que ahí al norte de aquí, tras pasar la pradera verde y al salir de aquí, el círculo mágico. Me acerque por aquí al ver un rayo caer, fenómeno poco común, cuando no hay nubes en el cielo y bueno…te noto cansado, lo siento cuando me doy cuenta me pongo a charlar y charlar, duerme, te hará falta.

Y como si sus palabras fueran mágicas o órdenes para mí, me entro todo el sueño del mundo y caí de nuevo sobre ese boquete, mientras que sentía que me dormía, que me dormía muy profundamente y que caía por el espacio sin barreras y aunque quería pensar en lo que el había dicho, no era capaz de pensar en nada, ni siquiera en respirar...

Desperté lentamente en una cama para variar, pero esta vez había luz, aunque la luz no era bastante potente para el tamaño grande de la sala y la sala estaba más bien en penumbra. Tenía un gotero rudimentario clavado hasta el fondo en el brazo, demasiado rudimentario, diría yo. Esta vez no estaba solo en la sala, había al menos diez camas a cada lado de la sala o eso me pareció contar, al menos dieciocho de ellas estaban llenas de chicos, según me pareció esto era un hospital, porque había chicos con heridas terribles y cuanto más miraba, menos quería mirar, porque cada cual estaba más grave. Yo me mire entero y solo tenía un brazo enyesado, lo demás lo moví, pero parecía que estaba bien.

Había una chica rubia vestida de enfermera, con la melena suelta despeinada como un león, que se la veía apurada, ya que hacia lo que podía con los medios que tenia para calmar los dolores de los enfermos, animarles y vigilar su estado de salud, ella sola. Hice el amago de enderezarme, pero ahora que empezaba a moverme, me dolía todo, me queje de dolor y en unos segundos no solo había llamado su atención, sino que tenia a esa belleza delante, por un segundo pensé que era Sonia, pero conforme se fue acercando…Me di cuenta de que no y de que era más bonita aun, que ella.

-          ¿Estás bien?

-          Bueno, estoy vivo, pero me duele todo

-          Normal, te has caído de dos pisos de altura, demasiado es, que estás vivo.

-          ¿me he roto un hueso?

-          No, solo lo tienes dañado, es un milagro que no te rompieras todo el cuerpo

-          Vaya, no me había roto nunca un hueso

-          ¿nunca? Bueno y sigues sin habértelo roto, técnicamente. ¿Cuántos años tienes?

-          Doce años

Ella me miro incrédula, luego se rio como si me estuviera cachondeando de ella.

-          ¿Doce? ¿te ríes de mí?

-          Si, doce, no me, no me rio de ti. (Dije nervioso)

-          ¿puedes esperarme aquí, un momento?

-          Sí, claro, ¿adónde me voy a ir? (mire hacia la venda y el gotero)

Le mire el culo, no estaba mal con esa faldita ceñida, últimamente, miraba a las mujeres de otro modo, seria por todas las cosas que me estaban pasando, también me fije que en la cama de al lado, yacía Sonia, vestía prácticamente harapos y la ropa apenas le cubría, teniendo en cuenta que estaba más grande y llevaba la misma que antes, la ropa había reventado por algunos lados, sobre todo por los que mas había crecido, yo estaba con ropa de enfermo, así que al menos, ya tenía, algo de mi actual tamaño, ya que también me daba la sensación que había crecido.

Al rato volvió con un chico herido en un brazo, que me sonaba de algo y un viejo, muy viejo, que se mantenía en pie solo de milagro.

-          Me alegro que estés vivo (menciono el chico) no encontré tu arma por ningún lado (añadió) lo siento

-          ¿arma? ¿para qué iba a llevar yo un arma?

La enfermera rubia miro a los otros dos, que la miraban incrédulos, como si ella les hubiera contando y no le hubieran creído, el viejo, menos extrañado me miro con frialdad, empezó a acercarse a mí con dificultad y tanto la enfermera como el herido, le ayudaron a acercarse y pronuncio unas palabras en latín, extrañas provocando que un símbolo me apareciera sobre la mano, que tenia enyesada, un símbolo de un fuego con alas y dentro del fuego, los ojos de un gato.

-          Impresionante (Dijo el viejo sin inmutarse lo mas mínimo)

-          Al fin… ¡has llegado! (me abrazo el herido)

-          ¿he llegado, de que habláis? (pregunte extrañado por lo que acababa de ver, separando con delicadeza al chico de mi)

-          Déjalo respirar, está confuso, ya se lo explicaremos todo (ordeno la enfermera y la note que ya no me miraba como un loco, me miraba con un extraño brillo en los ojos, que no sabría decir a que se debía)

Me dejaron allí confuso, me dieron algo para el dolor, aunque poca cantidad, porque no me hizo un efecto completo, solamente parcial. Como me aburría estando allí tumbado me fije en dos cosas, que la enfermera de ignorarme a mí y tratar a los demás, paso a tratarme más a mí, que a los demás y que a Sonia ni la miraba, ni tenía gotero, ni nada, una de estas veces que se me acercaba a mí, le pregunte por eso…

-          Oye, enfermera

-          ¿Qué te pasa, pequeño?

-          Porque ni miras a mi compañera

Ella la miro con gesto extrañado, como si no supiera si en serio se había olvidado de alguien, pero al mirarla respiro con alivio y explico:

-          ah, tranquilo, ella es una Tajata y necesita un wecker que la haga Suruar, en este mundo.

-          ¿Tajata, Wecker, Suruar, este mundo?

-          Un Tajata es un ser a las puertas de nuestro mundo, que necesita un Wecker, que suruándola, la haga terminar de entrar.

-          ¿y que es un Wecker?

-          No lo se

-          ¿no tenéis ninguno, para ayudarla?

-          Te repito, que no lo se

-          ¿entonces, como conoces esos términos?

-          El anciano, es el que habla de esa “leyenda”

-          ¿”leyenda”?

-          Según el anciano, que es el que más ha vivido…hace cien años, que no aparece un Wecker, por aquí.

-          ¿y donde están?

Ella se encogió de hombros

-          Lo que sabemos, es que los Wecker llegan, despiertan a todo el mundo,  nos llevan a un sitio seguro y se largan, si no mueren en el intento, claro. O eso dice, la leyenda, según el anciano.

-          ¿a qué se refería, ese chico con al fin has llegado, me esperabais?

-          Ah eso, el cree que eres un Wecker

-          ¿Por qué?

-          Porque tienes doce años mentales y el cuerpo de un hombre de treinta, ¡y qué cuerpo! (Dijo mordiéndose los labios al decir lo ultimo)

-          ¿y lo soy?

-          No, claro que no, ellos son combatientes y tu…no lo pareces, eres más bien un: Gerwek

-          ¿y eso que es?

No sabía cómo tomarme eso si, como un alago o como un insulto, pero, tenía mucha razón, yo no era un guerrero, era un estudiante.

-          Eso es… una persona de otro mundo que entra en este con cierta capacidad por encima de los oriundos de aquí, pero no tanta como un Wecker y no necesita ser suruádo, se suruá el sol, se despierta él solo.

-          Ah, entiendo, gracias. ¿Cuándo podre levantarme?

-          En un par de días como mucho, descansa, ya llegaran las respuestas, tengo que atender a mucha gente, guapo

Le hice caso, sintiéndome un poco culpable por monopolizar su atención, la estuve mirando en silencio, pensando en todas las cosas raras, que me había dicho, mientras ella seguía trabajando, según veía día y noche, apenas dormía, para mantenernos con vida a todos. Cuando me dormí, con muchas dudas en la cabeza, tuve otro sueño de los raros, pero este era diferente soñé que esas criaturas que vi ayer, me perseguían por todas partes, aunque ya no sabía cuánto tiempo había pasado desde que empezó todo esto, ni nada. Ya llegaría el momento de hacer preguntas.

Me desperté por la noche y vi dormir a la enfermera, aun no había visto al doctor, solo sabía que comíamos tan solo, 1 vez al día, tenía hambre pero no me podía quejar, parecía que nos daban todo lo que tenían, después de todo, se supone, que yo no era de este mundo, me podían haber dejado a mi suerte y ya estaría muerto, pero no precisamente de hambre, de algo peor, mucho, muchísimo peor, esas horripilantes criaturas asesinas.

A la mañana siguiente, volví a despertarme, cuando vino a verme el joven, para hablar un rato conmigo.

-          Buenas, ¿Cómo te encuentras?

-          Un poco confuso

-          ¿confuso?

-          No entiendo que está pasando, aquí

-          ¿Qué no entiendes?

-          ¿Qué ha pasado con el mundo? Si hasta ayer estaba todo bien

-          No sé, cual, como, ni cuando, es tú ayer, amigo. Pero desde al menos 1000 años, todo es así. Bueno, no empezó así, pero no sé bien la historia, se que acabo así.

-          ¿así? ¿así como?

-          Yo que soy un recolector, salgo cada día poniendo mi vida en riesgo, teniendo cuidado con los “escuchadores”, buscando nuevos supervivientes cada día y provisiones de todo tipo, puedo decirte que…

-          ¿Cómo sabe uno si es un Wecker y como se suruá a alguien? (interrumpí sin poder evitarlo, con mi pregunta

El enmudeció por mi pregunta, lo había dejado en jaque.

-          No lo sé, si eres un Wecker, deberías saberlo tú, creo.

-          Pues no lo sé, ¿por qué crees que lo soy?

-          Un pálpito, además esa caída habría matado a cualquiera y tú estás tan, tan tranquilo, mírate.

-          ¿quizás soy resistente?

-          No lo creo, tuve un amigo que lo era y una caída así, lo mato.

-          Lo siento

-          Bueno, tengo que irme

-          Espera, cuéntame más, por favor

-          Mañana

-          ¿mañana? Mañana lo veré yo mismo, creo…

-          Eso espero

Pareció irse un poco molesto por el rumbo que había tomado la conversación, aunque no intento ofenderme ni nada. Durante el resto del día fue lo mismo de siempre, hasta que llego la noche que cuando me dormí.

Esta vez comencé notando calor, pero de una forma un tanto extraña, sentía como si tuviera un cuerpo uniforme, a mi nariz, llegaba el olor de carne recién hecha, aunque no sentía apetito, sed ni nada, abrí los ojos, pero seguía sin ver nada, intente hablar y moverme, pero seguía sin poder hacerlo, al menos escuchaba el fuego ya con claridad, a lo lejos unas pisadas que se iban acercando, pero que eran un tanto diferentes y cuando estaban a un paso de mi.

-          Vas muy bien, si señor, ya tienes nariz, tienes orejas, se están empezando a formar los nervios, pronto, podrás moverte

Esta vez no me mando a dormir de un tirón, estuvo describiéndome el entorno un rato. Según el, al caer el rayo sobre una piedra gigante, había hecho una cruz, dentro de la roca y yo estaba en el fondo de la cruz, medianamente a salvo de bestias salvajes, también dijo, que de las bestias aladas y pájaros, se encargaba él, con el fuego. Luego siguió contándome lo que se suponía que estaba aquí.

“Según la leyenda, estamos en un templo en ruinas del dios Tuseén, dios del tiempo y el espacio, aunque quedan poco más de dos o tres salas en pie, que mas bien, son rocas como esta, este templo o lo que queda de él, lleva abandonado unos 1000 años y quizás tenga diez mil años, esta tallado en la propia roca, bajo una montaña de tierra, seguramente fue construido por los enanos, para entrar y salir, hay un laberinto bastante en ruinas de enredaderas que pasar y fuera de la montaña en la pradera verde de Winell, hay temibles monstruos que intentaran devorarte, si sales, pero tranquilo, aparte de que estas a salvo incrustado en esta roca, no entran aquí, casi nunca. Bueno, ya es tarde, duérmete ya”

Como siempre que él decía, esas palabras sentí que el sueño me vencía y acabe cediendo aunque esta vez, pude resistirme, un poco más.

Cuando desperté, la sonrisa de la enfermera con mi medicina en la mano, es lo primero que vi, estaba allí para saludarme cuando abría los ojos, como siempre.

-          Buenos días chico

-          Buenos días enfermera, ¿puedo levantarme, ya?

-          No, espera a que el médico te atienda

-          Vaaale

Tuve que esperar toda la mañana y media tarde, justo después de nuestra única comida… Apareció por vez primera en la sala, un tipo vestido de médico, empezó a revisarme el cuerpo, sobre todo el brazo, pero lo demás también.

-          No estás mal chico, no estás mal

-          ¿el que, mi brazo?

-          Si, el brazo, eso estará curado en un par de días más.

-          ¿puedo levantarme de la cama, ya?

-          Si, claro que puedes

-          ¿y mi amiga?

-          Ah, ¿Qué, ella? Ella tendrá que esperar a un Wecker, mientras tanto la bajaremos al sótano, con los demás

-          ¿los demás?

-          Si, muchos

-          ¿Cuándo vendrá ese Wecker?

-          Ah, yo solo sé de medicina, chico, no soy adivino

-          ¿y sabe cómo saber, al menos, si uno lo es?

-          No, pero sé que tienen siete vidas o eso dicen

-          ¿y cuántas tengo yo?

Empezó a reírse

-          Hablare con Sindy, para que te deje levantarte y te de ropa de tu talla, además que te quite el gotero.

Tras una pequeña conversación entre ellos, el médico se quedo atendiendo a los demás, pero su sonrisa desapareció al tratar al siguiente.

-          Ya el doctor me dijo que podías levantarte, el anciano quiere hablar  contigo, está en la última planta, de hecho casi siempre está allí

-          ¿y qué hace allí?

-          El dice que observar, por cierto chico un consejo

-          ¿sí?

-          Cuidado con el doctor, no le van las chicas

-          Vale, gracias Sindy

-          ¿Cómo sabes mi nombre?

-          Me lo dijo el

-          Ven conmigo, te voy a dar algo de ropa

-          Voy

Durante nuestra conversación, me quito el gotero, me dolió bastante y me queje…

-          Sígueme quejica

-          Me has hecho hasta sangre bruta

-          ¿bruta? La próxima vez ya se a quien dejar morir

-          ¿no serias capaz?

-          Pruébame

Aunque sus gestos físicos y su forma de mirarme eran dulces, me trataba de una forma muy ruda, era algo que me trastocaba un poco.

Me llevo a un armario, en el que a ojo…

-          Toma esto, te quedara bien, y esto, y esto, y esto

Me midió el pie con unos zapatos manchados de tierra, acabo haciéndolo con todos, hasta que me dio unos zapatos, que me quedaban bien.

-          Y estos zapatos

-          ¿La ropa está un poco manchada, de sangre y de tierra, no?

-          Claro que lo está, esta ropa fue de algún pobre desgraciado que murió con ella puesta

-          Ah, lo siento.

-          No importa, voy a seguir trabajando

-          ¿me puedes hacer de guía?

-          Investiga tu mismo, no tengo tiempo, lo siento

Y me dejo abandonado allí mismo, momento que aproveche para hechar la ropa que llevaba a una bolsa de ropa sucia, que había allí puesta y me puse la ropa que me había dado, estaba manchada, aunque olía a limpio, al menos la habían lavado. Tampoco es que el armario estuviera muy lleno, tenía solamente cuatro o cinco mudas de cada tipo.

Cerré el armario y me marche andando como si conociera el lugar cuando en estos dos días que llevaba aquí, no había salido de la “enfermería”, dos o tres de los heridos murieron y se los llevaron, las camas se llenaron de nuevo, a Sonia cuando yo pase de nuevo vestido por la sala de antes la llevaban en una cabina.

-          ¿Adónde la lleváis?

-          Al sótano

Dijo uno de ellos, aunque ambos me miraron en plan, tu quien eres.

Tenía mucho que preguntar, mucho que entender y mucho que enterarme, así que me dispuse a salir de esta zona hacia lo que me deparara la puerta que llevaba viendo, estos días, al pasar por al lado de Sindy y del médico…

-          Hola, así estas mejor (Dijo Sindy, acariciándome la cabeza, como si fuera un niño, aunque a decir verdad, lo era)

-          Hola, Sindy, ¿alguna vez te veré sin uniforme? (pregunte con una sonrisa inocente)

-          Eh, estas muy bien, con esa ropa (El médico me hecho un buen vistazo) si la quieres ver sin uniforme, tendrás que matar a todos estos (Señalo a los enfermos el médico)

-          Muy gracioso, volvamos al trabajo, doctor (Contesto Sindy, muy molesta con el humor del médico, que parecía no tomarse muy en serio, su trabajo)

-          Adiós, chicos (Dije mientras abría la puerta)

-          Adiós (Contesto el médico repasándome, con  otro vistazo incomodo)

Sindy ni me contesto, estaba demasiado concentrada en su trabajo. Cuando salí de la sala, la puerta chirrió y se cerró sola, cuando la solté, aunque trabándose y con dificultad. Al salir y mirar hacia delante vi un plano bastante improvisado, era un dibujo hecho a mano de una torre en la base había una muralla, en la que ponía solamente: “Sistema de defensa”, en la primera planta, la primera sala se llamaba contención, la siguiente era el almacén, el hospital y los cuartos, arriba mas cuartos, la armería, en la siguiente, eran más cuartos, en la cuarta, cuartos de mejor calidad, para oficiales o algo así, la farmacia y en la parte de arriba de la torre, estaba el puesto de vigías y la habitación, del sénior.

La torre estaba llena de trastos, pero, apenas había nadie, estaba clara una cosa, éramos pocos, porque este sitio no era tan grande y apenas se veía gente, alguno al pasar, todos me miraban, la gente parecía asustada, baja de moral y que intentaban pasar su vida, trabajando, para mantener este sitio en pie. Tenía que buscar como subir,  quería respuestas y las necesitaba, no sabía qué demonios, estaba pasando, pero quería saberlo ahora.

Empecé a andar por los pasillos, hasta que encontré una escalera y sin parar en mirar mucho mas, empecé a subir por las escaleras, por las escaleras había rendijas para disparar antiguas, que permitían ver el exterior, pero me hizo sentir un escalofrió nada mas mirarlas y no me atreví a asomarme. Termine de subir y había por una parte, unas escaleras de mano que subían para arriba y una puerta abierta, que en un cartel improvisado, ponía Sénior.

A pesar de estar abierta, mientras jadeaba un poco por el tremendo esfuerzo que había sido subir cuatro pisos, llame a su puerta.

-          Adelante, te esperaba

-          ¿Cómo sabes que era yo?

-          Te huelo

-          ¿huelo mal?

-          No, hueles diferente

-          ¿a qué huelo?

-          A piel nueva, a bebe

-          ¿a bebe? Hablando de todo eso, ¿Qué demonios está pasando, aquí?

-          La historia es demasiado larga para contártela del todo

-          ¿pues hazme un resumen?

-          Vale, como quieras.

“Hace unos 1013 años, los chinos atacaron, con sus aliados, los Coreanos y los japoneses, se habían estado armando, gracias a los rusos, con los cuales tenían un pacto de no agresión, sin previo aviso, empezaron un ataque rápido, contra los árabes de Asia, Europa y África, todo a la vez, cada uno, por un frente, fue tan rápido, que se expandieron, como el agua, por cualquier tarro,  adaptándose al terreno. Sin embargo, todos fueron frenados, progresivamente, En Francia, en Turquía y en Ceuta y Melilla. Estados Unidos se metió, amenazo a los rusos por armar a ese ejército, provocando que Rusia se metiera como aliado, de los Chinos, entonces Todo cayó y cuando los americanos, quisieron meterse ya era tarde, estaban solos, salvo Cádiz, Inglaterra y poco mas, que resistían por ahora, pero no durarían mucho, entonces, los americanos lanzaron bombas biológicas con una enfermedad nueva, inventada por ellos, la llamaron la bomba de la muerte y lo era, pero no contaban con que recibirían bombas nucleares a cambio, todo esto, duro doce años, luego los supervivientes, de esta terrible guerra, hicieron las paces , pero al unirse la radiación con los restos bomba de la muerte, los muertos empezaron a levantarse con ciertas peculiaridades, al principio los ejércitos los mantenían a raya y a nosotros nos llevaban a refugios, hasta que, el ejercito cayo, después de un año de tremendas batallas y llevamos mil años, solos, al menos, eso paso, aquí, en los demás sitios ni idea, dejaron provisiones y planes de contingencias por algunos lados, pero, hace años, que ya no encontramos nada, no sé, ni como sobrevivimos…”

El anciano, parecía agotado y con lagrimas en los ojos, muy fustigado por el paso del tiempo, las vivencias vividas y los…ánimos por el suelo.

-          Lo siento, hijo, se que estarás aun lleno de dudas y preguntas, pero me vas a disculpar, ya estoy mayor y no estoy para estos trotes, si no te importa medita hoy, sobre esto, explora cuanto quieras y cuando te canses, pregunta a cualquiera por, Fernando, es el encargado de todo, yo me voy a dormir…

-          Vale, muchas gracias sénior

-          Disfruta de tu exploración

-          Y usted que descanse

-          Gracias, lo intentare, aunque todas las preocupaciones, me quitan el sueño.

-          Ya, hablaremos de eso.

-          Hasta mañana

-          Hasta mañana

Salí de su cuarto pensando que salía peor de lo que entraba, cuando un hombre armado con un rifle, subió corriendo y choco conmigo, mientras que recuperaba el aliento.

-          ¡Han entrado!

-          ¿Quiénes?

-          Los escuchadores…

-          ¿adónde?

-          ¡¡En las murallas!!

-          ¿Qué soléis hacer en estos casos?

-          Sale alguien para desviar su atención, con el campanario de alguna iglesia cercana, mientras que el resto los contiene en la sala de contención

-          Dadme algún arma y me encargo de eso.

-          ¿y el anciano? ¿pero si estas, herido?

-          No lo molestéis, está descansando, contenedlos mientras que yo los desvió. Estoy bien.

El chico me llevo a la armería y me dio una espada, además de un arco con 20 flechas.

-          Esto es lo que puedo darte, con mi mando.

-          Llévame a la salida de detrás, de esto y el resto déjamelo en mis manos.

El chico, que era un chaval de veinte años, me llevo hasta una trampilla que daba al sótano, me dio una linterna y me dijo: “suerte” yo sonreí mirándolo, mientras que con la mano vendada, llevaba la linterna y con la otra llevaba la espada, a pesar de no ser mi mano buena. Tendría que servirme, iba con cuidado, ya que no sabía hasta que punto podría haber algún bicho por aquí, pero sin perder el ritmo, ya que las vidas de todos, de Sonia, de Sindy, del chico que iba de militar, del médico, del anciano y del chico, que acababa de confiar en mí, dependían de mi.

Baje las escaleras del sótano y…

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