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El Abuelo Cubano

en Hetero: General

El Abuelo Cubano

                Los Nera hoy en día están en todos lados pero el origen de esta familia viene de cuba, los Nera eran originales de “La Gloria City”, pero, ya hay Neras en todas partes del mundo. Al último sitio donde llegaron fue a España, ya que al abuelo, no lo dejaban salir de cuba, estuvo cuatro años intentándolo,  y él solamente, él, fue seleccionado por el consejo familiar para “Nerealizar” España. Tras mucho papeleo y mucha lucha personal, le dieron una oportunidad. Le pedían un pastón en dólares americanos que obviamente no tenia, toda la familia se volcó de una forma increíble y sin precedentes, hicieron grandes donaciones y es por esas cosas, que la familia Nera, no es una familia normal y corriente. Y así, pudo salir de Cuba, su cárcel, su país, a cumplir el objetivo superior, que tenía que cumplir.

Una vez llego a España, se caso con una colombiana en menos de un año a sus veinte años (que ya llegaba tarde según su familia y le metieron presión para que lo hiciera pronto) y de esa mezcla, salió su primogénito y único hijo legalmente reconocido, mi padre. Obviamente como un Nera que era, en Cuba tenía muchos hijos que por desgracia había tenido que dejar a su suerte y en España como estaba casado, no podía asumir que tenía más hijos de fuera del matrimonio, porque eso aquí era un delito, llamado adulterio, aunque los tuviera tanto en Cuba, como en España y aunque ya no es delito, Alfonso, no había perdido la costumbre y sus infidelidades quedaban en secreto, hasta que su mujer murió ocho años atrás, que ya no tenía porque esconderse, pero tampoco nada le obligaba a reconocer más hijos, aunque podía engendrar y de hecho, lo seguía haciendo continuamente, era puro vicio o quizás necesidad de hacerlo, pero lo seguía haciendo cada año, al menos una o dos mujeres, decían estar embarazadas de él.

En realidad, podría haberlos reconocido, una vez que su mujer murió, pero ya estaban todos criaditos y ya era para nada, ya nunca podrían ser Neras oficiales, jamás. El siempre había ligado no por mucho le llamaban: “el seductor de Cuba”  allí en Cuba. En España no tenía ese sobrenombre pero usaba uno parecido a la hora de faldar de algo. Al abuelo le decían “el cubano blanco” a él, le gustaba follar y con la edad, no perdió el vicio, solo lo adapto a lo que podía soportar su cuerpo.

Aunque tampoco te creas que el abuelo, era como el típico abuelo que conocieras, era más bien como un culturista retirado que se mantenía en forma a diario, tenía el cuerpo de un chaval que hiciera ejercicio. Aunque claro en la cara si se le notaba la edad, se notaba que tenía sesenta y tantos. Además para rematar siempre había estado trabajando y ahorrando, así que tenía dinero y vestía como un cubano rico, lo que le hacia un abuelo, bastante peculiar. Para hacerle todavía más peculiar, el abuelo sabia bailar e iba todos los fines de semana a bailar a un garito, donde siempre se traía a alguna abuela a su cuarto a disfrutar y en raras ocasiones, a una madre, un día se trajo a una madre soltera joven pero él era un caballero de los antiguos y nunca, hicieras lo que hicieras, jamás de los jamases contaba nada, absolutamente nada de lo que pasaba en ese cuarto, el cuarto era su templo y las chicas sus sacerdotisas personales, algunas veces se formaban bulos, pero él, los acallaba todos de forma tajante, enfrentándose cara a cara con quien lo hubiera comenzado y haciéndole retirar sus palabras, una por una.

Pero de unos meses para acá, empezó a venir molesto de sus clases de baile, farfullando cosas, luego paso a venir enfadado, maldiciendo al aire y por ultimo rabioso, alguna vez escuche un golpe y juraría, que había sido él. Lo preocupante de todo esto fue que dejo de traer mujeres a casa…se empezó a encerrar en su cuarto y mi padre siempre decía, que cuando el abuelo dejara de ligar, se moriría de pena. Por más que le preguntamos parecía una mujer, decía que no le pasaba nada, aunque lo veíamos hundirse semana por semana y si le insistías te decía que no le pasaba absolutamente, nada, para encerrarse de nuevo en su cuarto y dar un portazo, parecía como si que le preguntaras e insistieras, le molestara, aun mas.

Hasta que un día, estoy estudiando en mi cuarto, es un lunes como otro cualquiera y entra mi abuelo, con una cara ligeramente traviesa que deja entrever una luz, una nueva posibilidad de resurgir su felicidad de nuevo, como si se le ha ocurrido una buena idea, a pesar de que lo que está muy presente en su cara, es la tristeza, una tristeza que él nunca ha mostrado, aunque sé que la ha padecido, cuando murió su mujer, hace poco que me lo contaron, ya que yo apenas si había nacido cuando paso, tendría unos cinco años, aproximadamente. El estaba destrozado…porque a pesar de que nunca le fue fiel, fue más bien cosa de que el abuelo creía en el amor libre, mas que, algo de falta de amor o de que se hicieran felices mutuamente, ya que el realmente, la amaba y era feliz a su lado.

Mi abuelo, llamo a la puerta a la vez que comienza a hablar, aunque ya está dentro, cosa que es muy típica de él.

-          Pablo, ¿estás ocupado?     - Su cara rezuma tristeza, por eso no le digo que lo estoy.

-          No, dime abuelo.                 - Giro mi cuerpo sobre la silla del ordenador, hacia él, para centrar todas mis atenciones sobre él, ya que es obvio que las necesita.

-          ¿tú, me quieres?                 - Si me hubiera sonreído en este momento hubiera pensado que estaba riéndose de mí, pero está más serio que nunca.

-          Claro, que te quiero, abuelo, ¿Qué pregunta es esa?                                - Mi mirada muestra la sorpresa que su pregunta me ha provocado y más con esas palabras tan directas, porque aunque siempre he sabido que mi abuelo me quiere, nunca habíamos hablado abiertamente de eso.

Se acerca sospechosamente a mi oído y me decido a gastarle una broma, para relajar el ambiente, que esta tan tenso que se puede cortar con un cuchillo.

-          No de ese modo abuelo (pongo las manos en su pecho, para hacer una ligera resistencia)             - Su cara es un poema y a mí me hace reír.

-          ¿de qué modo? Déjate de idioteces y escúchame, niño           - Aparta mis manos con ligera brusquedad y aunque su cara sigue descompuesta del susto, no puede evitar soltar una risa también, por mi broma.

-          Vale…habla, abuelo.           - Le sonrío, mientras pone el oído, ya que él sigue con las intenciones de susurrarme algo, mira hacia la puerta como si nos fuera a escuchar alguien.

Una vez en mi oído, comienza con su tarea de susurrar, es gracioso, parece que haya alguien más en la sala y nos fuera a escuchar, pero la verdad es que no hay nadie.

-          ¿aprenderías salsa por mí?               - Me sorprende, me esperaba cualquier cosa menos eso, ¿mi abuelo acaso quiere que sea su coleguita de fiesta, eso es lo que le pasa? No entiendo a que viene este repentino interés de que aprenda salsa, por el, pero estoy intrigado, quiero saber más del tema.

-          ¿salsa? ¿para qué?             - Pregunto extrañado, pienso, que tiene que tener algún buen motivo para que él quiera que yo aprenda salsa, algo huele mal aquí y no es su aliento, precisamente.

-          Solo si aceptas y me prometes no decir nada a nadie, te lo cuento.       - Está negociando conmigo, precisamente esto me hace desconfiar aun más de él, aunque en realidad, no me molesta tener que aprender salsa, solo me molesta el hecho de que jamás lo vaya a usar, porque no tengo edad para entrar en los sitios donde se baila eso, ni conozco a nadie que lo haga.

-          Vale, abuelo, cuenta conmigo          - aunque no me gusta mucho lo que me pide debo hacerlo, para enterarme de que quiere y poder ayudar a mi abuelo, pues no me gusta verlo tan triste.

-          Prométemelo      - espera unos segundos antes de contestarme esto seriamente, parece que quiera matar a alguien y sus intenciones son, que yo le vaya a guardar el secreto.

-          Te lo prometo      - ya estoy serio, porque no es difícil ver, que la cosa es seria.

-          Vale, si la rompes, no te considerare un Nera nunca más.        - Esto acaba de pasar de ser algo serio a una amenaza que para mí es de vida o muerte, si él dice algo como eso.

Eso ha sido una grave amenaza en la familia Nera, es la peor, el sabia que eso me iba a doler, su reconocimiento como parte de la familia es primordial para mi, asiento ante sus palabras lleno de dolor por lo que me ha dicho, tanto me duele, que no comienzo a decir nada y él se toma este tiempo para escrutar todos mis gestos, mientras apenas le mantengo la mirada.

Nunca me he sentido del todo parte de esta familia, por no compartir madre con mis hermanas y el ha atacado eso, demostrando que el tema es tan serio, que no le importa pisotear mis sentimientos, para conseguirlo…Ya que para mí, su reconocimiento es lo único que me hace apto, para ser un Nera, al ser el único Nera puro y más viejo, que conozco, le digo puro, por ser cubano.

-          Solo quiero que aprendas salsa, para presentarte a una chica, con la que podrás ligar si bailas, pero nadie absolutamente nadie, puede saber nada.             - Mi abuelo, cerró todavía más el gesto si cabe, ya que no puede ponerse más en tensión, de lo que ya está.

-          ¿y para eso tanto secreto? Qué tontería, abuelo        - Me encojo de hombros molesto, ya que, veo como él, duda de mí.

-          Bueno, ¿lo harás por mí o no?         - Está molesto porque le digo que todo esto es una tontería, pero es que para mí lo es, ¿qué problema hay en contarlo? Ninguno, que yo sepa.

-          Si… ¿Cuándo empezamos?               - Mas que emocionado, simplemente me rindo a que solo puedo ser yo, el que haga esto por él.

-          Termina tus estudios, que voy a hablar con tus padres, para que te dejen venir conmigo.              - parece animarse un poco, aunque no llega a sonreír.

-          ¿por qué?             - esta pregunta viene a que se que si pregunta, no me dejaran ir.

-          Bueno, es ir a un bar y además es a partir de las diez de la noche          - empieza a fruncir el ceño, en muestra de su desagrado a ocultárselo a mis padres.

-          Entonces…No creo que me dejen abuelo     - me doy la vuelta, hacia la mesa rindiéndome ante la situación.

-          Tranquilo, tengo mis artimañas de Nera, de viejo y de cubano.               - vuelvo a mirarle un segundo, mientras me habla, me guiña un ojo, con una diminuta sonrisa, parece que empieza a animarse un poco.

-          Las primeras te servirán con papa, pero con mama, no hay más que hablar        - niego con la cabeza, además de cruzar las manos como símbolo de negación, sin mirarle de nuevo.

-          Aun tengo las de viejo, además en una casa de un Nera siempre, siempre, siempre, manda el Nera, no lo olvides, sea hombre o sea mujer y en esta casa, somos afortunados de que sea el hombre, además de mi hijo, el que manda aquí.             - su voz es la que ponía cuando me daba un consejo, así que me limito a escucharlo en silencio, pues es muy sabio, pero luego empieza a irse sin decirme adiós, siquiera.

-          Vale, abuelo, no lo olvidare, no te preocupes.            - esto lo digo, mientras recojo mi libro de nuevo

-          No me preocupo, se que eres inteligente, hasta ahora, eres mi nieto favorito.   - tiene gracia hasta el mismo se ríe al decirlo, ¡¿cómo no voy a ser su nieto favorito?! ¿si no tiene más? Que se sepa, al menos.

El abuelo va a hablar con mi padre, no quiero escuchar, pero con todo este rollo extraño que se trae, me mata la curiosidad, necesito saber que se trae entre manos. Así que no tardo mucho en decidir que no me pierdo esa conversación por nada del mundo, por eso decido ir a espiarle y aun escondido, puedo ver como el anciano abraza a mi padre, cuando él no es nada cariñoso con nosotros, en un primer momento mi padre se deja llevar, pero luego por un gesto que hace parece percatarse que mi abuelo no lo abraza nunca, así que le pregunto sin tapujos.

-          ¿Qué quieres papa?           - Mi padre lo mira con gesto serio, provocando la ira de mi abuelo.

Mi abuelo parece un poco desubicado y le pregunta malhumorado.

-          ¿es que para abrazar a un hijo, uno debe tener una razón?     - Mi abuelo comenzó a llorar, haciendo que se me salten las lágrimas al ver la escena.

-          Papa, en serio, yo sé que me quieres y yo también te quiero, pero corta el royo, ¿Qué quieres? - Mi padre no parece afectado, por las lágrimas de mi abuelo, estaba a punto de saltar cuando…

-          Vaaale, vale, uno no puede hacer las cosas bonitas en esta casa, voy a estrenar a mi nieto, como es deber del abuelo Nera, en estos casos y si no está el abuelo, del padre.               - Mi abuelo sonrío dejando de llorar al momento, estaba actuando y yo me lo había tragado entero, cada vez esto me huele peor, tengo que oírlo todo, para enterarme bien de que va el tema, ¿estrenarme en qué sentido? Que mal me huele...

-          No, aun no, todavía es muy joven, además, ¿desde cuándo te interesa a ti, eso?               - Mi padre puso cara de estar afectado, ante ese código de los Nera.

-          ¿Joven? A ti se te estreno con 18              - Mi abuelo, se hecho un whiskey y dejo mirando a mi padre, mientras que le daba la espalda sin importarle las caras que ponía mi padre al oír sus palabras.

-          Por eso mismo lo digo y me lleve traumado seis años               - Mi padre se seco las lagrimas de la cara, pero endureció el gesto.

-          Mi padre, que en paz descanse te enseño lo que era una cubana de verdad      - Aunque no llegaba a entender a que se refería, mis instintos aun no despertados del todo de Nera, me hizo presentir, que mi abuelo hablaba en doble sentido.

-          Nunca mejor dicho, esa chica prácticamente me violo, papa   - Mi padre se acerco a la espalda de mi abuelo y puso su mano en el hombro mirando cabizbajo.

-          Vamos, no digas tonterías, una chica no puede violar a un chico            - Mi abuelo se dio la vuelta y saco del ensimismamiento a mi padre, que pego un brinco, igual que yo, que casi me caigo de las escaleras al reírse a carcajadas.

-          ¡Si puede!             - mi padre dio un puñetazo en la mesa, que provoco que mi abuelo dejara de reír al instante y al fin, lo mirara, con seriedad.

-          No grites, tú estabas atontado, Pablo es mucho mas despierto que tu   - pero su mirada de seriedad, cambio a una de pena hacia él, como si su bisabuelo y el mismo, le hubieran hecho un favor y me sorprendió el orgullo que parecía tener para conmigo.

-          A gracias papa, la respuesta es no. - mi padre le dio la espalda al abuelo y negó con la cabeza y la mano derecha, sin mirar al abuelo.

-          ¿me gritas y después quieres evitar el ritual de iniciación?      - Mi abuelo se puso en el camino de mi padre con rapidez, antes de que este saliera de la sala.

-          No lo evito, solo lo retraso, solo es un niño, solo era un niño…               - mi padre habla de mi, pero parece estar refiriéndose a sí mismo, como si pudiera ahora evitar conmigo, lo que le paso en el pasado a él.

-          Según las normas, el abuelo decide el momento del ritual y he tenido la decencia de esperar un año más, que mi padre contigo, ese momento te convirtió en lo que eres ahora, no lo olvides…             - mi abuelo le echa en cara, lo que hicieron por él, pero yo veo a mi padre muy afectado con el tema, no creo que él, lo considere algo bueno.

-          ¡¿la decencia?! ¿Cómo te atreves? No lo olvido y no lo…no lo olvidare nunca, ¡nunca! ¿me has oído?, la respuesta es aun no, el año que viene, te lo prometo.         - mi padre agarro por la corbata a mi abuelo, por un momento pensé que le iba a pegar, pero se calmo, paulatinamente, dejando mi abuelo, que mi padre se calmara solo, cuando mi padre le dio la espalda, para echarse un whiskey

-          ¡Ah!, ¿te atreves a negarme mi derecho?     - Mi abuelo se sentó en el sofá súper tranquilo, parece pensar que está manejando la situación

-          No hagas un drama de esto, papa, te lo estoy diciendo por las buenas  - mi padre dio un buen trago al whiskey y le pidió el vaso a su padre, para llevarlo a la cocina, pero este negó con la cabeza, y le pidió la botella con la mano, para ponerse otro trago.

-          No lo hagas tú, tranquilo yo ya he gastado esa bala, ahora llamare al consejo.     - Mi abuelo se encogió de hombros como si mi padre tuviera la culpa de que tuviera que llamarlo y mi padre le paso la botella de malas maneras

-          ¿llamaras al consejo por esa tontería?           - mi padre parece asustado del consejo, quizás no está en su poder negarse y él, lo sabe o quizá piensa que no puede protegerme, me gustaría saber más cosas sobre mi familia, pero no hay un manual de las normas, quizás yo lo escriba algún día.

-          Lo tendré que llamar, si me obligas y me estas obligando.        - mi abuelo amenazo a mi padre, este suspiro y volvió al ataque cambiando de técnica, no se dejo amilanar por mi abuelo.

-          Dime, ¿Qué motivo oculto tienes para querer hacer esto? y te dejare hacerlo  - mi padre recula finalmente con el objetivo de conseguir información

-          ¿Qué motivo voy a tener? Eh visto a una chica perfecta para él y no hay mas motivo.      - pero mi abuelo sigue con su papel, que ya no se lo cree nadie, ni siquiera el mismo.

-          Papa…    - mi padre se está enfadando, normal, mi abuelo saca de sus casillas a cualquiera, con su cabezonería.

-          ¿Qué?    - mi abuelo sigue haciéndose el tonto, ambos se miran y mi padre rompe a hablar de nuevo.

-          Que no me mientas, sé que hay algo mas     - mi padre persiste en su teoría, aunque yo también lo pienso.

-          ¿y cómo lo sabes, supuestamente?                - mi abuelo harto de ocultarlo, pide explicaciones a mi padre, ¿pero para qué? Buena pregunta.

-          Porque estos meses tu comportamiento ha sido raro, cuéntame de una vez que te pasa o llamare yo mismo al consejo        - ahora es mi padre el que se arma de valor y amenaza a mi abuelo

-          …            - mi abuelo guarda silencio, mirando hacia abajo, casi como si estuviera dentro de sus pensamientos.

-          Vale, los llamare  - mi padre agarra el teléfono dispuesto a hacer su amenaza, realidad.

-          ¡¿me estas amenazando, a tu propio padre?!              - pero mi abuelo sujeta su mano, evitando que levante el teléfono, mientras le grita cabreado

-          Si, ya estamos iguales         - mi padre se ríe, fastidiando todavía más a mi abuelo

-          Cállate ya que te lo voy a contar, ¡maldito seas!          - mi abuelo es vencido finalmente por mi padre y se dispone a rendirse, al fin me enterare de que trama.

-          …            - mi padre guarda silencio, esperando a que mi abuelo le cuente su plan

-          Vayamos a tu despacho     - finalmente mi abuelo habla, pero quieren escapar de mi escucha, no lo conseguirán, iré hacia allí y los escuchare, también.

-          ¿por qué no me lo cuentas aquí?    - mi padre no tiene nada que ocultar a su familia y por eso quería oírlo aquí mismo

-          ¿quieres te lo cuente o no?             - pero mi abuelo, no está conforme con eso…me hará moverme de nuevo

-          Está bien, ¿vamos?             - mi padre se resigna ante las intenciones de mi abuelo y acepta ir al despacho con él, le hace una señal a mi abuelo, para que pase.

-          Vamos    - ambos se ponen en camino y mi padre va tras mi abuelo

Pienso ir a escucharles una vez se han encerrado en el despacho de mi padre, pero de repente una mano se coloca sobre mi hombro derecho, antes de que de un solo paso y me da un susto de muerte, al girarme veo la cara sonriente de mi hermana Zoé:

-          ¡¿Qué haces Zoé?!             - Estaba nervioso por el susto que me había dado, por eso le grite, menos mal que no lo había hecho antes o mi abuelo y mi padre, irremediablemente, me hubieran pillado.

-          ¿Qué estás haciendo aquí, muchachito?       - Pone sus brazos en jarras, mirándome severa

-          ¿Cuánto llevas detrás de mí, escuchando?   - Interrogo a mi hermana mayor, para saber hasta donde tengo que contar.

-          Desde hace mucho, vamos a tu cuarto y me cuentas, que es lo que está pasando aquí    - Pero mi hermana no es tonta y no me lo dice.

-          …            - ahora soy yo el que mira con coraje a mi hermana, no me gusta que me espíen, aunque supongo que recibo lo mismo que he hecho.

-          No me mires así, sabes, que solo quiero lo mejor para ti.         - Ella me abraza y me besa en el cuello, provocándome un leve escalofrió como siempre

-          No sé qué está pasando    - le susurro en el oído, ella se aparta con brusquedad y finge una sonrisa, aunque se le nota perfectamente que es una mueca incomoda.

-          Calla, y cuéntamelo en tu cuarto, desde el principio. - ella me da una torta en el culo, para que comience a andar hacia mi cuarto

-          Vale…     - simplemente hablo y ando como cordero al matadero.

Miro de reojo la puerta del despacho de mi padre, pero es inútil mi rumbo es el contrario, suena la puerta de la calle y entra en casa alguien, pero no la alcanzo a ver, yo ya estoy entrando en el cuarto con Zoé.

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