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Jugando con la Vida: Capitulo 3: La Ultima Barrera

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Jugando a vivir

Capitulo 3: La Última Barrera

                Llegue al salón y al ver lo que allí estaba acaeciendo, me entraron calores de todos los colores, ganas de vomitar, era decir poco y ver a Desiré en peligro por desobedecerme, verla arrastrándose hacia detrás golpeando con su pierna, un cuerpo totalmente devorado, que se arrastraba hacia ella, era asqueroso, entraba mucha pena verlo y la adrenalina, salía de mi cuerpo a borbotones. Antes de que pudiera pensar si quiera, mi cuerpo se movió solo y donde suponía estaba su cabeza, le aplaste el cráneo con el borde inferior del escudo y parecía que acerté, pues automáticamente dejo de moverse.

Con una triste sonrisa en el rostro, solté el escudo un momento, dejándolo caer al suelo y le ofrecí la mano a Desiré para levantarse, ella se levanto con mi ayuda.

-          Te dije que no entraras ahí…(le digo preocupado)

-          Si, ya lo sé, nananananana-nana (imita molesta mi tono, mas enfadada con ella misma que conmigo)

-          Eres una niña pequeña (la abrazo con una sonrisa en la cara)

-          Solo soy una chica curiosa, lo siento (Se defiende un poco a la defensiva y recibe el abrazo, por sorpresa)

-          No comprendes que eres lo único que tengo y que, solo me preocupo por ti (le susurro al oído)

Ella queda en silencio, solo noto como la respiración se le acelera y el corazón late rápido, además por primera vez nos abrazamos mutuamente, ya que ella, también ha empezado a abrazarme.

-          ¡mmm! ¿Qué es esto? (ella se separo de mi y miro hacia abajo, por reflejo yo también mire pero no vi nada, ya que dio una patada al aire) ¡¡AHHHH!! (Ella grito aterrada, se escondió en la esquina contraria y miraba hacia donde dio la patada, señalando con el dedo hacia la otra parte, por un momento pensé que había perdido el juicio, pero entonces lo vi y me aterro por igual)

El cuerpecito del bebe igualmente devorado, quien sabe si por su padre o por su propia madre, se movía…quería devorarnos…cogí la porra y me lie a porrazos con él, hasta que dejo de moverse, con el cuchillo de Desiré que estaba en el suelo, las remate a las dos.

-          Ya no hay peligro, Desi (Intente calmarla a distancia)

-          ¿seguro? (Dice aun mirando el cuerpo, sin dejar de hacerlo, como si se fuera a mover de nuevo)

-          Si, no hay ninguno mas aquí dentro (Hago un gesto con los brazos, para que entienda que me refiero a la casa)

-          Gracias… ¿me ayudas a levantarme? (Me ofrece su mano, desde la distancia se le ve temblando)

-          Claro, ¿estás bien, te ha arañado o algo? (Le doy la mano y empiezo a mirarle las piernas preocupado)

-          No, no me ha tocado, ¿ves? Lo tenía en el zapato, por eso me he puesto así (Me enseña el pie con el que pateo al pequeño bebe infectado)

-          Estas temblando (le digo sin soltarle la mano)

-          Tu también (Me contesta ella sin soltarse)

-          Si (Lo acepto sin esconderlo, quiero decirle que es por ella, pero me callo, mi boca no me responde, la miro fijamente a los ojos)

-          Si  (Ella solo repite lo que he dicho, nos estamos mirando a los ojos, pero no me siento bien aquí, quiero acabar pronto y largarnos)

-          ¿Bueno, vamos? (Miro hacia el cuarto un segundo, sin soltarle la mano)

-          ¿si, qué queda por mirar? (Ella mira hacia abajo mientras responde)

-          Registrar su cuarto (Señalo de donde salieron los dos aterradores cadáveres)

-          ¿puedo ir contigo? (Por un segundo al mirar hacia dentro, la noto temblar mas, pero luego se me agarra del brazo y me pide venir conmigo)

-          Si, ven, quizá algo te quede bien (Estaba pensando en ella, en que no siempre podría vestir con mi ropa y que no sabíamos cuanto tiempo duraría esto.)

-          Tienes razón, necesito ropa (Sonrió ante mi idea)

Una vez dentro del cuarto, ella se puso a registrar los armarios y de mientras, me puse a la tarea de registrar las cómodas.

En las cómodas me encontré, una caja de preservativos empezada, un lubricante casi terminado, pensé que la vida sexual les iba bien, una lástima, que todo acabara así…en el segundo cajón había ropa interior picante de hombre. Obviamente cogí todo menos la ropa interior picante de hombre, no era de ese tipo de hombre, me pase a la otra cómoda, mientras que Desi, miraba la ropa de mujer que le podía quedar y alguna de hombre que me pudiera quedar. Me puse a registrar la otra cómoda, una prueba de embarazo sin usar, un tampón y cinco compresas, un par de tarros de perfume pequeños de esos caros y ropa interior sexy de mujer, se lo que estáis pensando, si, si era de ese tipo de hombre, lo cogí todo en este lugar.

-          ¿Qué has encontrado? (Pregunto mirando sobre mi hombro, lo que guardaba en la mochila)

-          Nada importante, típicas cosas que hay en una mesilla (Lo guarde de forma apresurada para que no lo viera)

-          ¿estás seguro? Te veo agitado (Me miro con cara de sospecha)

-          Si, no, ya sabes. (Me encogí de hombros, sin saber que decir)

-          Qué raro estas, ¿crees que esta ropa nos quedara? (Pero su interés cambio a la ropa que había cogido para ambos, metiéndola en una vieja bolsa de plástico)

-          Puede ser…pruébatela (Dije con un pequeño gesto de pervertido en el rostro)

-          ¡¿estás loco?! ¿Delante de ti?, eso quisieras (Ella se rio de mí y mis intenciones, que había captado de un tirón)

-          Solo era para que no la cargaras inútilmente (Sonreí natural, para esconder un poco de mi punto pervertido)

-          Tranquilo, se coser si no me queda, lo ajusto. (Ella hablaba en serio, no había captado mi broma o simplemente la había ignorado)

-          Mmm…eso nos será útil, deberías de haberlo dicho antes (Me acaricie la barba, mientras pensaba en eso)

-          Sí, claro…Hola soy Desiré, gracias por salvarme, se coser y tengo veinte años, muy gracioso (Ella hablaba en ironía, por eso lo capte y no la conteste)

-          Venga, vámonos a casa (Le señale hacia afuera, aquí no olía muy bien y quería salir pronto de aquí)

-          Vale, vámonos (Agarro las cosas que nos íbamos a llevar, dejando la ropa que no, desperdigada sobre la cama)

-          ¿en serio tienes veinte años? (Reí divertido)

-          Ya, cállate (Ella que veía el tono que empleaba, intento detener la broma antes de que llegara a mayores)

-          Te hacia mayor (Reí, viendo la cara de fastidio que ponía al escuchar eso)

-          Te voy a matar idiota (Amenazo y me tiro un cojín que esquive fácilmente al recoger el escudo del suelo)

-          No me lastimes… (Fingí ser débil y que ella podía lastimarme, provocando su risa, esa risa que tanto me estaba gustando por momentos)

Pero no tuvimos tiempo de llegar a casa, unos pisos para abajo, escuche gritar a la señora Paquita, provocándome parar en seco.

-          ¿Qué vas a hacer? (Pregunto asustada, al ir detrás mía, vio perfectamente como me ponía más recto que un palo y que la miraba de reojo con gesto serio)

-          Voy a ir a ayudarla (Le avise de lo que iba a hacer, en realidad, no le estaba pidiendo permiso, no tenía ninguna duda, de lo que pensaba hacer)

-          Darek, no puedes salvar a todos (Se quejo ella, aunque en el fondo comprendía que lo sintiera como mi deber)

-          No, quizás tengas razón, pero lo intentare… (me encogí de hombros y me aferre a mi porra, la cual llevaba en la mano y a mi escudo, que llevaba en la otra)

-          Ten cuidado, ¿vale? (Me pidió ella acercándose a mi)

-          Toma, coge mi mochila y las llaves de casa, escóndete allí (Le pase mi mochila y mis llaves de casa, sabía que quizá no volvería, pero tendría provisiones de sobra para ella y un sitio seguro)

-          Espera un segundo, toma esto (Ella dejo todo lo que le pase en el suelo, excepto las llaves y se acerco mas a mi)

-          ¿el qué? (Pregunte, mientras subía la visera del casco, preguntándome más que hacía, que, que quería)

-          Esto (y tras decir eso, sus labios rozaron los míos por primera vez, por primera vez unos labios rozaron mis labios, provocándome un sinfín de sensaciones que no podía asimilar, entender, ni explicarme en este momento)

-          Gracias (Mientras mis labios temblaban aun por el contacto con los suyos y nuestras miradas estaban fijas en nuestros ojos, desvelándome la profundidad de sus ojos verdes)

-          De gracias nada, tienes que volver a casa, para devolvérmelo, ¿vale? (Esto no era una pregunta retorica, era más bien una orden, que no esperaba ser contestada)

-          Bueno, me marcho (Dije con energía, una sonrisa en la cara y, lagrimas en los ojos)

-          ¡prométemelo! (Grito ella)

-          Lo intentare (Susurre, mientras me daba la vuelta sin mirar atrás)

-          Idiota… (Ella tenía lagrimas en los ojos, apuesto a que imaginaba que no volvería y aunque no mire hacia detrás lo sé, porque la escuche llorar, mientras que subía hacia arriba)

Me dedique a bajar lo que mis pies me lo permitían y justo antes de llegar a la casa de la señorita Paquita…Dani el policía.

Justo como prometieron, al día siguiente recibimos los refuerzos, venían unos quinientos policías montados, además de cien policías de Portugal y Francia, que nos ayudarían a rescatar supervivientes, esta era la última medida encargada a la policía, los policías mandados por Europa, por toda Europa una cantidad ridícula, se quedarían en la comisaria, protegiendo a los civiles que llegaron y sacarían por aire a los civiles que ya estaban aquí, para enviarlos a Madrid, zona fuera de peligro, Chiclana no aguantaría mucho y las demás poblaciones de la provincia de Cádiz estaban cayendo una a una, todas habían caído ya, excepto las mas perdidas, que aun aguantaban y por su parte, llegaron algunos autobuses mas con supervivientes, de esos pueblos en total, de todos los pueblos y de Cádiz habríamos salvado unas dos mil quinientas personas aproximadamente. De Cádiz habían venido unas cien personas que Vivian cerca de la comisaria y algunos que consiguieron llegar desde otras partes de la capital, ahora era el trabajo de los cuatrocientos policías que estábamos aquí, ir edificio por edificio intentando salvar al mayor número de gente posible. Mientras que los trescientos policías de toda Europa se quedarían evacuando a los civiles y protegiendo la comisaria.

El plan era sencillo, tres policías españoles, dos franceses, dos portugueses y uno europeo, por patrulla. En Cádiz estaban los siguientes barrios: «La Viña, El Populo, Santa María, el Mentidero, La paz, Paseo Marítimo, Bahía blanca, Cortadura, Estadio y la Laguna». Organizamos setenta y dos patrullas de rescate, usando quinientos cuatro policías, usando cuatro policías europeos de más en la última, ya que no quedaban franceses y portugueses para rellenarla. Dentro de la comisaria, quedaron ciento noventa y seis policías europeos, tanto para protegerla, como para rescatar a los civiles que llegaran, como para ir evacuándolos con los helicópteros que iban llegando. Los quinientos policías montados, tomaron la avenida, llamando el interés tanto de los infectados, como de las personas que habían tomado las calles para saquear, como de los terroristas y pronto se convirtió en una encarnizada batalla. Tras eso, por barrio salieron siete patrullas, como no teníamos suficientes vehículos, cada barrio solo una de esas patrullas tenía una furgoneta de policía, excepto los barrios alejados que tenían dos y los cercanos que no tenían ninguna, también se usaron las treinta motos y los veinte coches, además el barrio cercano, también tenía nueve patrullas, ya que era más fácil que pudiéramos salvar a los cercanos, que a los lejanos.

Lo que más me dolió de todo esto fue, que tuve que separarme de ocho hombres de mi equipo, que salieron hacia mi barrio pero en otras patrullas, cada patrulla cogía un camino, para asegurar el éxito de alguna, una operación bien organizada sin duda, pero antes de salir, González, me paro en la puerta.

-          ¿tu vas a la barriada, no? agente Dani (Me pregunto con gesto preocupado)

-          Sí, señor González, ¿Qué quiere de mi? (Imagine que quería que le trajera algo de su casa)

-          Si puedes, salva a mi sobrino, esta es su casa, estará asustado en casa sin salir, el nunca sale, dile que te envió y confiara en ti (Sorprendió a Dani con estas palabras, primero no sabía que tenía un sobrino y segundo,  esperaba más bien que me pidiera que le trajera puros, alcohol, condones o algo así)

-          Señor, esta es la ultima casa, que pensaba registrar (Se excuso Dani, no quería alterar el protocolo que le habían dado tan bien planificado, aunque le jodiera no atender a un favor personal de su comisario, para una vez que no es algo, egoísta.)

-          Pues que sea la primera, es un favor personal, que te pido (Parecía estar realmente preocupado por su sobrino, me enterneció, pero…)

-          …pero señor…eso, está mal (no me gustaba negarme, pero estaba en juego mucho más que una persona, que un chico enfermizo que de poca ayuda sería en esta situación)

-          ¿Y si te digo que mi sobrino es el que arregla nuestro equipo, sigue estando mal? (Entonces, el comisario, cambio de táctica y decidió mostrar lo que verdaderamente, le preocupaba)

-          Entendido (Por mucho que me jodiera y aunque fuera un gesto egoísta, si él era el técnico especializado que reparaba nuestro equipo, estaba mucho mas en juego, que una sola persona.)

-          Suerte (Nos dijo el comisario)

-          Gracias (Agradecí el gesto)

Los perros también se acabaron, así que nosotros estábamos solos, cada barrio llevaba un par de perros, excepto el cercano y los más lejanos, ya que solo había quince perros policía, a nosotros no nos toco, ninguno. Salimos caminando de la comisaria, nos escabullimos entre la batalla y nos dirigimos por bahía blanca, hacia la barriada de la paz, al principio todo estaba libre, ya que la fuerza del enemigo y todo el ruido estaba en la batalla. Pero cuanto más nos alejábamos, menos se escuchaba, por fortuna aun se escuchaban las sirenas de los vehículos policiales, provocando que nuestro sonido de caminar, no se escuchara prácticamente, gracias a ellos. La ciudad estaba acabada, casas ardiendo sin que nadie sofocara el fuego, ventanas rotas, sangre por todas partes, cadáveres golpeados hasta la muerte, incluso algunos con los sesos fuera, acuchillados, disparados, desmembrados. Los negocios estaban destrozados, con los cristales destruidos y los interiores llenos de muerte, de sangre, de cadáveres tirados por todas partes. Lo único que me alegraba era que por esta zona no parecía haber mucho movimiento.

Coches, motos, camiones, volcados, siniestrados entre ellos, contra gente y contra farolas, con los cristales rotos, el motor humeante, agujereado por todas partes, con cadáveres dentro, algunos vacios, era un espectáculo grotesco, no tarde en imaginar que si todo esto fallaba y la contención en la provincia de Cádiz peligraba, que lo estaba haciendo por cierto, querían rescatar a la gente de aquí y volar todo esto, pues más valía reconstruir todo, que limpiar esto, sería imposible encubrir el desastre acaecido aquí y cada día menos, lo peor de todo esto, es que si no conseguíamos salvar a todo el mundo, los militares no dejarían a nadie con vida, acabarían con todo lo que se mueva. Un Desastre de estas magnitudes, si no se paraba aquí, destruiría España y quizás, al mundo entero.

Por el camino nos encontramos un grupo de veinte personas, que estaban saqueando, pasamos entre ellos sin perderlos de vista, alguno nos vio, pero al ser siete y bien armados, no se atrevieron a hacernos nada, esa gente no buscaba ayuda, estaban haciendo cosas malas con un pequeño supermercado, le estaban prendiendo fuego, una vez que ellos se habían abastecido, con la idea de que no lo hiciera nadie más. Pronto estuvimos en la barriada de la paz, pero aquí había una batalla campal entre humanos e infectados…Y solo teníamos ese camino para pasar.

Mientras tanto, Darek…

Al pasar por el segundo piso, con cuidado de no resbalar, observe el cuerpo un segundo sin pararme, no sabía si prefería que fuera gente o infectados, pero lo que quiera que fuera, esperaba que al llegar, mientras iba lo más rápido que podía, quería verla con vida, que supiera que la había ayudado, que cumplí mi sueño, ser un policía de verdad, sus gritos se escuchaban continuamente y se escuchaban golpes en su casa. Llegue a su puerta y como me lo temía, estaba cerrada, le di una patada a su puerta y a la primera no cedió, los gritos se acabaron, pero escuche a gente hablando dentro, pegue otra patada a la puerta y la puerta aguanto, me prepare para placar una tercera vez la puerta, pero la puerta se abrió, guarde la porra y saque la pistola con rapidez, para encontrar algo que no esperaba. Dos se asomaron a la puerta con una risita tonta, mirándome sin asomarse demasiado y un tercero sujetaba a la vieja, con un cuchillo en el cuello, estaba sangrando por la boca, Semi desnuda y con moratones por todas partes, el tipo me miraba retándome, mientras sujetaba a la vieja sobándole los pechos, ninguno parecía verdaderamente asustado.

-          Está bien, amigos…si la dejáis ahora, os dejare marcharos por donde habéis llegado (No estaba seguro de dejarlos marchar, pero, qué otra cosa podía ofrecerles, para que la soltaran)

-          (Risas) ¿en serio? Somos tres y tú uno, ¿Qué piensas hacer para matarnos? (Hablo el de la derecha de la puerta)

-          Dispararos (Amenace, mientras que me aferraba mas fuerte a la pistola, tragando fuerte la saliva en mi garganta)

-          (Risas) no puedes hacerlo, eres policía (Rio el de al lado)

-          Me han autorizado, para tirar y no solo eso (Avise a los tres, habiendo visto la manifestación, no me hizo falta recibir las instrucciones personalmente, ya sabía lo que la actuación de la policía significaba)

-          ¿ah no? ¿y que más han hecho? (Pregunto el de la puerta que estaba a la izquierda, con tono chulito)

-          Autorizarme a tirar a matar (Mi gesto se puso aun más serio, al decirlo)

-          Juan, ¿Qué te parece, la soltamos? (Dijo el de la derecha, girándose a mirar a su amigo, con tono bromista)

-          No, mejor no, mejor, tira tu arma y me la entregas o la mato. (Amenazo, con tal de conseguir su objetivo)

-          Te estoy apuntando a la cabeza, antes de que muevas el cuchillo, estás muerto. (y era verdad, le estaba apuntando a la cabeza)

-          ¿sí? ¿Qué te parece, si lo comprobamos? (escuche su amenaza, pero mi atención estaba fija en el, miro hacia la izquierda un segundo y luego rio, esto no me gustaba, era obvio, esto era una trampa y no tenia compañero que me cubriera.)

Entonces lo vi, vi un reflejo en el escudo, tenia uno detrás, que se reflejo en el escudo, no conseguí ver que estaba haciendo, pero me gire con rapidez y puse el escudo, de lado, golpeando al tío en el pecho y tirándolo al suelo, cuando me estabilice, le pegue un tiro sin apuntarle siquiera, al girarme, vi como el tipo acababa con la vieja clavándole el cuchillo desde la espalda, surgiendo la punta entre las tetas que tenia afuera la pobre…

-          ¡noooo! (Gritamos al unisonó, tanto uno de los que estaba en la puerta, poniendo cara de verdaderamente asustado, al ver como disparaba a su compañero y comprobar cómo su otro compañero acababa con la vieja, en ese momento ambos supimos, que ninguno de ellos saldrían de esta, con vida.)

Mi mirada se volvió pura rabia contenida, mientras que lloraba sin pestañear, uno de ellos corría hacia mí, para intentar alcanzarme cuando estaba de espaldas, al apuntarle intento frenar pero, le pegue un tiro en el pecho, sin apuntar y acribille a balazos al que había matado a la vieja, antes de que siquiera pudiera moverse. El otro, puso las manos arriba y se puso de rodillas, mientras lloraba, le apunte y me lo pensé un poco, pensé que iba a matarle cuando…

-          Esto es solo una distracción el verdadero ataque es a tu casa, lo siento, no pensé que íbamos a matarla, déjame vivir, te lo suplico. (el tipo se puso a cuatro patas y lloraba por todos los poros de su piel)

-          ¿distracción? ¡Hijos de puta, lárgate antes de que me lo piense! ah y diles a todos, que el que me ataque o entre en mi edificio, morirá también, entre terribles sufrimientos… (Le di un golpe con rabia, con el centro del escudo, derribándolo al suelo)

-          Gracias, señor, gracias. (Y empezó a arrastrarse, por el suelo, hacia la ventana)

Corrí hacia arriba como alma que lleva al diablo, casi resbalo con el cadáver del piso superior, escucho los ruidos en mi casa, pero no los gritos de Desiré, el corazón me late tan rápido que creo que me va a estallar, compruebo las balas, me quedan siete balas de las doce que lleva la pistola a la vez, pienso y espero que sean suficientes, llego hasta el umbral de mi puerta y está abierta de par en par, aunque aun no me ha dado tiempo a pensar en lo que he hecho, por la adrenalina, tengo pánico, pánico a entrar, pánico a ver algo que no deseo ver, pienso en Desiré y me dispongo a entrar…

Mientras tanto la patrulla de rescate…

-          Chicos tenemos que pasar por ahí, abrámonos hueco y ahorrad balas... (Ordeno Dani, a sus compañeros)

 Nada mas meterse en la batalla campal, por la izquierda venían tres infectados, los tres de la izquierda, un español, un francés y un portugués, acabaron con ellos con un par de tiros. Más adelante, por la derecha, había un infectado luchando contra dos humanos, el español acabo con el infectado de un par de tiros y los humanos comenzaron a seguirnos, no se con que intenciones, pero ahora no me interesaba saberlo, solo sabía que nos iban cubriendo la retaguardia y eso era suficiente, para mí. Ahora a izquierda teníamos a cuatro infectados comiéndose a gente, a la derecha ocho personas, matando a un infectado. Los policías de la izquierda empezaron a encargarse de tres de los infectados y como antidisturbios, me encargue del cuarto que se nos acerco, lo mate a golpes, pero ahora estábamos rodeados, por veinte supervivientes muy cabreados con armas diversas en las manos y los dos que nos seguían. Los otros seis policías les apuntaban, mientras estaba en el centro de ellos, mirando hacia nuestro alrededor, uno de ellos se adelanto, para hablar, pero no lo hizo…nos lanzo una botella de cristal, dándole a un policía francés en la cabeza, no fue necesario que diera la orden, los otros, empezaron a tirar, alguno tiraba a matar, sobre todo los extranjeros y los españoles, tiraban a herir, el europeo apunto a los que nos seguían, pero espero a ver su reacción, ellos tiraron sus armas y se metieron en nuestro circulo, los demás fueron siendo abatidos, antes de conseguir alcanzarnos más que con armas arrojadizas pero fallando y huyendo la inmensa mayoría al recibir disparos directos y ver la gente caer.

Los que nos seguían recogieron sus armas y continuamos la marcha entre medio de la batalla campal, matamos a mas infectados y recogimos a otra chica por el camino, a la que salvamos la vida. Tuvimos que recargar la mayoría y llegamos a la puerta de la casa del sobrino de González, empezamos a escuchar disparos dentro de la casa y todos nos miramos con gesto preocupado.

Ahora seguiremos contando desde la frontera de Cádiz…

Soy Alex, soy de los pocos guardia civiles que ha sobrevivido a todo esto, todos estos días, primero fui destinado a… el hospital, eso fue una matanza, nos dividíamos en dos grupos, los guardias de seguridad que aseguraban la seguridad interior del hospital y nosotros que estábamos fuera. Lejos de todo pronóstico, al final fuimos sobrepasados, tanto la gente, como los infectados, nos acorralaron dentro del hospital donde tuvimos que encerrarnos, pero al entrar, la mayoría de médicos y de agentes de seguridad estaban siendo masacrados por infectados, ¿cómo diablos habían entrado? Los supervivientes de mi equipo, que cubríamos la entrada trasera del hospital, fuimos limpiando el hospital, hasta que poco a poco, me fui quedando solo. Tuve que encerrarme en una sala, con el resto de pacientes y médicos que quedaban vivos un veinte por ciento de pacientes y un cuarenta por ciento de personal médico que era claramente insuficiente. Al día siguiente…

Fuimos rescatados por un comando de boinas verdes, del ejército español, pensé que iban a restablecer el hospital, pero no, a los médicos y heridos los llevaron a Chiclana, lugar donde estaba un veinticinco por ciento del ejército español y a mí, me llevaron junto a la policía local y el resto de guardia civiles españoles, para evitar que la gente saliera de Cádiz, bajo ningún concepto. Lo que fue otra espectacular matanza, al final rompieron nuestras líneas varias veces y aunque nos reagrupamos de nuevo, cada vez teníamos más bajas y la moral iba cayendo en picado, un poco más, cada hora. Poco después nuestras líneas fueron rotas de nuevo, ya que había infectados que querían entrar y tanto gente como infectados, que querían salir. Los pocos que sobrevivimos nos hicimos fuertes, en la cabina del puente nuevo de mantenimiento, hasta que al día siguiente otro comando de boinas verdes, nos salvo, para llevarnos con toda la policía que quedaba en el resto del país y países que nos apoyaban, para darle tiempo al ejercito de prepararse, mientras que, nuestra misión era ser la última frontera de Cádiz, esta vez teníamos un muro, teníamos relevo, refuerzos extranjeros y no esperábamos ataques por ambos lados, solo por el frente, esta vez sería más fácil, si fallábamos otra vez, no habría contención y toda España, caería, solo Portugal y Francia nos cerrarían las fronteras, encerrándonos aquí dentro, con esas cosas. Los delitos se sucedían en todas partes de España, sin nadie que los detuviera y todo el que podía cogían sus cosas y se iba a Portugal, Francia o Italia, todo esto era un golpe muy duro, quizás nunca llegaríamos a recuperarnos de todo esto o volaríamos por los aires, junto al país. La base de Rota aguantaba y algunos cuarteles militares como el de San Fernando, pero quien sabe durante cuanto…

Esta sería la noche decisiva en la que se decidiría, si los españoles desapareceríamos del mapa o sobreviviríamos, en este muro, habíamos por lo menos doscientos grupos de diez personas, ya que el muro cubría toda la provincia de Cádiz entera, para que no hubiera puntos ciegos, cada cien metros, había una. Y detrás de nosotros, entre medio, había un par de policías extranjeros, para asegurarse de que ninguno avanzara más de cincuenta metros, desde el muro, la última barrera del hombre.

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