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Supervivientes de la plaga Civil: Prologo.v:2

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Prologo:

Como siempre sonó el despertador a las 7 de la mañana, no me despertaba en realidad por ninguna razón en especial, ciertamente era algo que tenia mas por rutina, que por otra cosa.

Con tranquilidad, ya que no tenía prisa, me hice de desayunar: un zumo de naranja, cinco galletas y un vaso de leche calentada en el microondas, mientras desayunaba, mas por distraerme que por otra cosa, solía poner la radio, así que lo hice.

Radio: y ahora, volvemos con noticias Europeas: todo el que sienta fiebre, mareos y sobre todo ardores internos que acuda al hospital o centro médico más cercano, este es un comunicado oficial de las altas esferas Europeas.

Normalmente no la escuchaba demasiado pero, esa noticia me preocupo un poco la verdad, dado que sonaba directamente a que en toda Europa se estaba desarrollando una plaga y no querían comunicarlo dando detalles ni nada, para no cundir el pánico Europeo.

La noticia tristemente siguió amargándome el desayuno, aunque la radio había empezado a hablar ya de otros temas sin importancia, yo ya ni la escuchaba en realidad, pero siempre era agradable escuchar voces humanas de fondo, en la inmensidad del silencio de mi casa.

Tras el desayuno como siempre, fregué, seque y guarde los utensilios usados que no eran muchos: un vaso, una cuchara, un plato y un cuchillo, podéis llamarme maniático del orden, pero a mi tan solo me gusta tener mi casa bien ordenada.

Como antes de acostarme me di un baño anoche, ya tenía la ropa preparada, cogí la camisa blanca, que deje preparada anoche en la silla del salón, junto a un vaquero y los incómodos, pero relucientes zapatos de salir.

Cogí mi curriculum dispuesto a conseguir hoy un trabajo al fin, después de un año en paro, habiéndoseme acabado el paro hace unos meses, me puse mi pajarita negra, detalle que no podía faltar, cogí mi móvil, mi cartera, mis llaves y tras apagar la radio, lo único que había encendido esta mañana, salí al pasillo.

Allí como todas las mañanas, estaba Sara, con su mini falda negra, que le llegaba por las rodillas, sus medias transparentes, su camisa blanca abierta mostrando su talla 90-C y de paso, su sujetador negro que ya se casi-transparentaba en la camisa, con su nombre graciosamente escrito en una tarjeta de la tienda de al lado de nuestra casa.

Sara: buenos días vecino

Yo: buenos días Sara

Por un momento, por un solo momento, se le corto la respiración y abrió la boca con gesto de sorpresa, porque yo sabía su nombre, luego se dio cuenta en el asunto de que lo llevaba colgado sobre su pecho, me puso una sonrisa algo picara y me dijo: casi me lo trago (dirigiendo su mirada hacia la tarjeta que lucía colgada en su pecho, en una tarjeta negra, con el nombre en blanco)

Yo: en realidad, no he necesitado mirarlo en la tarjeta.

Sara: ¿ah no, como sabes mi nombre entonces?

Yo: lo vi en el buzón, cuando te mudaste aquí, hace once meses.

Sara: que cotilla eres, ¿no?

Yo: cotilla no, yo diría observador.

Entonces como por arte de magia, sin haberlo llamado el ascensor se abrió en nuestro piso, al mostrar mi sorpresa como momentos antes había hecho ella, sin embargo, no me paso desapercibido como Sara sonreía burlescamente, así me di cuenta, de que lo había llamado ella, no me hizo falta escuchar lo que dijo ella a la vez: tranquilo vecino, lo he llamado yo. Entre más relajado al oír eso

Yo: es que estoy un poco tenso por algo que escuche en la radio

Sara: ¿Qué escuchaste? (risita) ¿la radio? (con tono de burla) ¿aun se usa, esa antigualla?

La mire con gesto un poco molesto por su actitud, sin embargo ella sonreía con algo de maldad en la cara, me pregunte si esperaba una respuesta o si solo era una burla por completo, pero aun así, conteste.

Yo: bueno, yo aun la uso y dijeron algo muy interesante

Sara: ¿sí?, pero ¿era de este siglo o del anterior?

En ese momento la puerta del ascensor se abrió, para sin esperar mi  respuesta, ella salir, pero aun así, aun su falta de respeto, quise contestarla.

Yo: ¡Hay una peligrosa epidemia por Europa, ten cuidado!

Abrió para salir y cerro tras ella, la puerta del portal, sin contestarme siquiera, así que me dejo sin saber, si se había enterado o no, aunque decidí que nada iba a afectar mis ánimos hoy y que nada cambiaría mis objetivos, tras ese pequeño momento de reflexión, salí a la calle.

A lo lejos aun se veía a mi joven y hermosa vecina, caminando hacia su puesto de trabajo por un momento pensé en dirigirme hacia su local, donde solo contrataban a chicos afeminados o chicas modelo, como mi vecina, pero descarte tal inútil idea, de inmediato.

Cogí por el otro lado, hacia la calle que iba a las afueras, donde estaban abriendo nuevos negocios y evidentemente necesitaban personal, había pasado ya diez tiendas, donde en al menos nueve me dijeron que buscaban otra cosa, seis de ellos, sin mirar mi curriculum siquiera y en los otros tres apenas echándole un simple vistazo, al menos el número diez, acepto hacerme una entrevista, tras justo 2 horas y media andando, una chica rubia, con ojos azules, pelo ondulado largo, marcada musculatura, además de un cuerpo con curvas bien marcadas, pies pequeños, culo respingón, muslos prietos, pecho bien mantenido, tendría una 85-F de talla, llevaba un vestido negro, sin mangas con escote por encima de las rodillas, tacón negro y sin medias.

Chica: venga, pasa al despacho del jefe. Allí te hará la entrevista

Yo: gracias, señora

Chica: señorita, estoy soltera

Yo: oh, entonces, muchas gracias bella señorita

Agarre su mano con sutileza, la lleve hasta mi boca, mientras me inclinaba ligeramente como un caballero, bese la mano mientras terminaba la frase, provocando que la chica se ruborizara considerablemente y tras eso retiro la mano suavemente.

Chica: que tengas suerte

Yo: ya la he tenido… (Mientras me dirigía hacia la puerta del despacho y justo antes de entrar) de haberte conocido

Abriendo la puerta y entrando, sin dejarla contestarme siquiera

Tipo gordito: salga usted y llame a la puerta

Yo: ¿Qué? (era la típica situación que respondes sin haberte enterado y justo un segundo más tarde, te enteras de lo que justo estabas preguntando)

Tipo gordito: ¿es usted sordo o tonto?, ¡hágalo de una vez!

Normalmente no soportaría que alguien me hablara así, pero parecía mi única oportunidad para trabajar y yo empezaba a estar desesperado por hacerlo, estaba en números rojos, sinceramente.

Salí visiblemente molesto, llame a la puerta, mirando con vergüenza como la chica me miraba y me sonreía, queriendo desaparecer en la tierra, volví a entrar.

Tipo gordito: ¿sabe? De nada sirve que llame usted y entre sin que le den el permiso para hacerlo, vuelva a salir y llame a la puerta

El tipo me estaba sacando de mis casillas, a duras penas aguante la rabia que me subía y el impulso de contestarle, volví a salir pensando en que quería matarle, pero llame y espere a que me diera el paso, mientras que la chica me miraba con una sonrisa de nuevo, el insoportable hombre, poco después sin mucho ímpetu: puedes pasar.

Pase, me fije en su despacho esta vez: tenía una bonita colección de armas antiguas de pólvora colgadas en la pared, una luz tenue colgada del techo, las persianas echadas, evitando que cualquier luz del exterior pasara al interior, un despacho hecho de madera reciclada y una buena silla delante de él, además de la silla de cuero de buena calidad en la que él estaba sentado.

Ande por la sala, sin tocar nada, camino hacia el, al pasar por al lado de su colección de armas, tuve la tentación de tocarlas para mirarlas, pero, viendo como era, seguro que me montaría un espectáculo, me mataría o me echaría a patadas de su despacho y aguantar lo que había aguantado para nada, no me hacía ninguna gracia.

Me acerque a él y habiendo aprendido ya, lo quisquilloso que era, me quede hay parando mirándole justo delante de él, mire la silla, pero no me senté, tuve tentaciones de ofrecerle la mano para parecer decidido, pero me resistí.

Tipo gordito: siéntate si quieres o sino quédate en pie

El primer impulso fue sentarme, pero me fije en que según como escupía esas palabras, parecía una absoluta y completa trampa, así que me resistí por si acaso.

Tipo gordito: como quieras

Este tipo era de la clase de persona que uno no sabe si lo está haciendo bien o mal y hay seguía yo parado de pie, esperando a que hablara.

Tipo gordito: ¿tienes curriculum?

Yo: si, tome (lo saque de la carpeta y se lo di en la mano)

Agarro mi curriculum lo leyó por encima, incluso yo diría que leyó mi nombre tan solo y mientras que decía: Aja, muy interesante lo partió en dos, lo hizo una bola de papel y lo encesto en la papelera, que estaba en la entrada, escondida entre la penumbra de la luz.

Yo: ¡¿pero que, haces?!

Tipo gordito: darle una utilidad, Darek

Lo mire fuera de mí, estaba por irme mientras aun pudiera, pero por algún motivo que no alcanzo a comprender me quede, porque ya había sobrepasado mi limite incluso, aunque fuera por necesidad.

Tipo gordito: siéntese señor Defens

Me senté bastante enojado, la comodidad de la silla no conseguía calmar nada de la ira que sentía contra ese hombre.

Tipo gordito: ¿para qué quieres trabajar en mi tienda?

Yo: para vivir

Por vez primera, pareció sorprenderse por mi respuesta, en la respuesta más simple que había contestado, aunque antes tampoco me dio muchas opciones.

Tipo gordito: ¿con quién vives?

Yo: solo

Tipo gordito: ¿y cómo has sobrevivido un año sin trabajo?

Ahora el sorprendido fui yo, a pesar de apenas haber leído mi curriculum, había leído rápidamente mucho sobre mí.

Yo: aunque del anterior trabajo me fui yo, tuve un tiempo el paro, no tengo vicios y soy ahorrador.

Tipo gordito: te fuiste del anterior trabajo ¿Por qué?

Yo: ...

No era un buen recuerdo para mí la verdad, no era algo que quisiese recordar, había pasado todo un año, en el que había evitado incluso, hasta pensar en ello.

Tipo gordito: joven, le he hecho una pregunta.

Lo mire mal por obligarme a responderle, pero lo hice.

Yo: era el reponedor de un supermercado…

Tipo gordito: joven, no tengo todo el día

Me contuve por los pelos de un calvo, pero pensaba que quería matarlo o largarme y no volver jamás.

Yo: pero el tipo era un estafador, le cambiaba la fecha de caducidad a los productos, inflaba el IVA, a los empleados les hacia un descuento del 10 % y luego con esa escusa, compraras o no allí, te rebajaba un 20 % del sueldo y lo peor, tiraba comida que aun se puede comer y daba comida en mal estado a los pobres.

Tipo gordito: puede usted marcharse

Yo: ¿me está diciendo usted, que he soportado todo esto para nada?

Tipo gordito: he dicho, que puede usted marcharse.

Negro de rabia, cogí uno de mis curriculums, primero mirándolo a él, lo arrugue como si de él se tratara, luego no contento con eso, lo abrí de nuevo, lo rompí en mil pedazos y lo pise con ganas, sintiéndome mejor por ello.

Tipo gordito: oh, que valiente contra un papel inocente, que no se defiende ni nada, muy impresionante, bravo (agravando la situación, porque incluso me aplaudía, no le habia golpeado ya, porque era un hombre mayor y a los de mi generación, nos habían inculcado un profundo respeto por la gente mayor)

Me di la vuelta dispuesto a largarme de allí y a sentirme bien por ignorarle, cuando.

Tipo gordito: ¡alto! ¿No piensas recogerlo?

Reaccione más por educación, que por otra cosa.

Yo: si, lo siento (comencé a recogerlo)

Tras un rato recogiéndolo

Yo: lo hago porque yo quiero, no porque me lo ordenes tu

Tipo gordito: vale, mientras lo hagas… a mi me da lo mismo

Cada vez estaba más cabreado con este tipo

Tipo gordito: pero date prisa, me gustaría quedarme solo, ya.

Lo hice más lento a propósito y cuando él se dio cuenta:

Tipo gordito: ¿no me has oído?

Yo: mira, pedazo de capullo con piernas, te he estado aguantando porque necesito el trabajo y no te doy una paliza porque respeto a las personas mayores, pero no hay quien te soporte pedazo de gordo de mierda.

Tipo gordito: ¿no se te ocurre algo más original?, ¡anda lárgate, total para lo mal que lo haces!

Rojo de furia, le tire los papeles en la cara, como piedras volando en el campo de batalla, ante su sorpresa y luego me largue por donde había entrado, intente aparentar normalidad a pesar de estar descompuesto y fuera de mí.

Chica: (expectante) ¿Qué tal fue?

Yo: bien (quería evitar hablar del tema, me sentía un poco ridículo, pero, se ve que ella tenía ganas de saber o interés por lo que había pasado)

Chica: eres el primero que aguanta hay dentro más de un minuto

Yo: bueno, tampoco se puede decir que haya estado dentro todo el tiempo

Chica: eso es normal, con el jefe. Por eso llevamos tres años buscando empleado…

Yo: me alegro de haber batido el record ¿a ti también te lo hizo?

Chica: no, a mí ya me conocía de antes

Yo: que suerte…no sé si soportarlo de antes es malo o evitarte el mal trago de la entrevista es bueno

Chica: no sé qué decirte

Yo: bueno, me marcho, ya nos veremos otro día.

Hice el amago que pensaba cumplir de irme, pero ella me agarro el brazo para detenerme y lo consiguió.

Chica: ¿me das tu móvil? (la mire con una estúpida sonrisa de triunfo que se me borro, justo en el instante en el que escuche el resto de la frase, tras la inmensa pausa que hizo, parecía que adrede) es por si el jefe te quiere llamar o algo

Dudaba que su jefe quisiera llamarme, pero, sin duda me gustaba la idea, de que ella lo tuviera. Volví a sonreírle, borrando esa cara de estúpido que se me había quedado, me acerque a ella y le conteste: te lo doy a ti, apunta

Ella dudo un segundo, para luego apuntarlo sin decirme nada, tras eso me despedí amistosamente, rumbo a mi casa, cansado de andar, encontré un bar por el camino y aunque, no me gustaba gastar, hoy tenia bien merecido un café con leche con doble de azúcar, necesitaba relajarme después de esta insoportable entrevista de trabajo.

Entre en un bar lleno de gente, camioneros, borrachos, parejas, familias y trabajadores individuales en su momento de relajación, yo entre, busque una mesa solo y me senté, como tampoco había mucha gente falto tiempo para que la camarera llegara: buenas ¿Qué quieres tomar?

También había dulces pero, no me los podía permitir mientras no tuviera trabajo

Yo: un café con leche con doble azúcar

Camarera: ¿lo quieres junto a un vaso de agua, no?

Yo: depende, ¿es gratis?

Sé que sonaba un poco cutre, pero en algunos lados te cobraban el vaso de agua y yo no me podía permitir ambas cosas, aunque pensándolo bien, una cosa carecía de sentido sin la otra.

Camarera: claro, hombre (con una simpática sonrisa en la cara)

Yo: entonces sí, gracias

Camarera: de nada

La chica se marcho moviendo bastante la cadera al caminar, me fije en que algunas personas del bar, mejor dicho clientes tosían sin parar, casi ni para respirar.

No pude evitar recordar las palabras de la radio mientras desayunaba en mi casa, para tranquilizarme pensé que serie en Europa, pero muy lejos de aquí, me convencí de paso de que yo sería inmune a esa plaga, igual que lo era a la enfermedad del beso.

Me saco de mis reconfortantes pensamientos la camarera

Camarera: aquí lo tienes (colocando el café, con el agua en mi mesa desde la bandeja)

Yo: gracias

Camarera: de nada, oye si no es indiscreción donde te cobran el agua, vamos, que lo digo para no ir. (Abrazando contra su pecho la bandeja vacía)

Sintiéndome un poco ridículo por mi pregunta de antes y su comentario de ahora.

Yo: en muchos sitios

Camarera: pues ya sabes donde no te la cobran (me dijo mientras me guiñaba el ojo)

Parecía un comentario para que volviera por aquí, ya fuera para ganarme como cliente o para ligar conmigo, me agrado. Olvide un poco mi situación y conseguí mi objetivo relajarme.

Yo: si, ya lo se

Camarera: bueno, si me necesitas llámame (haciéndome el gesto del teléfono con la mano en su oído)

Yo: claro, gracias

Ella se marcho a atender a otros clientes, yo me tome el café tranquilamente hasta que mi teléfono comenzó a sonar, al sacarlo del bolsillo vi que el numero que me llamaba no lo tenía, esperanzado porque fuera alguien que leyó el curriculum, lo cogí algo nervioso, para tanto era, que casi se me cae el móvil al suelo.

Yo: ¿diga?

Voz de chica: buenas ¿el señor Defens?

Seguía sin saber quién era, aunque me sonaba de algo la voz

Yo: si, claro, pero ¿Quién es?

Voz de chica: María José, la dependienta de la tienda de mensajería

Era la de la tienda de la entrevista criminal de hace dos horas.

Yo: ah vale, dime

Pensé que iba a recriminarme la última acción de la entrevista, pero nada más lejos.

María José: mañana a las 8 de la mañana estate aquí

Yo: ¿queee?

María José: que estas contratado, según parece

No podía creerme sus palabras, por eso tenía que preguntarlo

Yo: ¿y eso?

María José: no sé como lo has hecho, pero en serio te lo digo, estas contratado.

Yo: ¿Qué?, en serio, no puede ser…

María José: si quieres no venir estás en tu derecho, yo si pudiera evitarlo, lo haría créeme

Sonreí por el comentario, conteniendo la risa, pero sin duda me hacía falta el trabajo o el mes que viene, no tendría para comer.

Yo: claro que voy, es solo que no lo entiendo

María José: yo tampoco, pero mañana es tu primer día de pruebas, no faltes ni llegues tarde.

Yo: allí estaré

María José: hasta mañana

Colgué bastante asombrado, a pesar de todo me había llamado, decidí tirar la casa por la ventana y sin podérmelo permitir, llame a la camarera.

Camarera: dime ¿Qué deseas?

Yo: ponme ese dulce (señalando uno que tenían en el muestrario de cristal)

Camarera: ¡marchando!

Tras un buen desayuno de media mañana, regrese a casa caminando, me duche para quitarme el sudor, el picor de los pies, cogí una cerveza fresquita de la nevera, la ultima que quedaba, puse los pies sobre el taburete, me tumbe en el sofá, cogí el mando a distancia y puse futbol, me quede totalmente dormido.

Cuando me desperté llamaban apuradamente al timbre, extrañado y un poco alarmado por la constancia con la que llamaban, además de que tenían mucha prisa porque abriera, cogí el bate de beisbol de camino a la puerta, mire por la mirilla y vi a mi vecina Sara, llamando al timbre hasta el punto de que si seguía así, lo quemaría, mirando hacia las escaleras aterrada, entonces tenía que tomar una decisión: abrirle la puerta o no, estaba claro que si le abría saltaría hacia dentro sin poder evitarlo y si no le abría, de quien estuviera huyendo, la cogería, una decisión, pero con mucha responsabilidad ¿Qué decisión tomar? ¿Cuál es la decisión correcta o mejor dicho, la decisión más acertada.

Estaba debatiéndome frente a la mirilla con que hacer, cuando dos tipos le saltaron encima y sin tardar demasiado, empezaron a hundir sus dientes en la piel de Sara, mientras ella gritaba desgarradoramente, lo último que presencie es como arrancaban cada uno un trozo de la piel de Sara y en ese momento sonó el timbre y me reincorpore en el sofá temblando, con la tele encendida de fondo, chorreando en sudor, mientras pensaba: mierda, para que me he duchado, me levantaba aun algo tembloroso, aun confundido si el timbre había sido producto de mi imaginación en el sueño o había sido real, sonó de nuevo.

Con algo de desgana por tener que abrir la puerta así, tan sudado, mire por la mirilla, aun asustado por la pesadilla que momentos antes tenía, para ver que era mi vecina Sara, aunque viendo que miraba a la puerta, que no parecía asustada y que, no llamaba a la puerta como si se la fueran a comer, mis temores eran infundados absolutamente.

Antes de abrir la puerta fui a por el bate de beisbol, por si acaso, luego abrí para mirar por la escalera, para cerciorarme de que nadie subía por las escaleras para comerse a esta mujer, pero al verme así ella dio dos pasos para detrás y me dijo: Quieto vaquero, que solo venia a pedirte azúcar

Yo: ¿Qué? (al darme cuenta que miraba el bate, que llevaba agarrado con ambas manos y preparado para golpear a cualquiera) no, es que he tenido un mal sueño

Sara: si yo fuera tu mal sueño tendría cuidado contigo

Yo: (reí) ¿quieres pasar?

Sara: solo si me prometes dos cosas

Yo: dispara

Sara: una: soltaras el bate y dos: no me violaras a fuerza del bate

Yo: tienes una mente muy retorcida

Sara: (rio) era una broma para quitarle, hierro al asunto

Yo: ¿entonces no tengo que prometerlo, no?

Sara: muy gracioso (con una mirada sarcástica)

Entre y ella me siguió, quise cerrar la puerta, porque aun tenía miedo de que algo subiera por las escaleras y entrara para comernos, pero tras nuestras retorcidas bromas, dudo muy seriamente que Sara hubiera entrado.

Sara: ¿y qué soñaste?

Mientras yo me dirigía a mi cocina, ella esperaba en el salón echándole un ojo a todo, parecía más bien una vecina cotilla, que una vecina sin azúcar, parecía más bien que la azúcar era una distracción, un motivo, por un momento mi mente se planteo si contarle el sueño, pero, lo deseche al instante, ya que lo usaría para reírse de mí de nuevo.

Yo: nada, una tontería (mientras cogía un envase para el azúcar)

Sara: seguro que es por esas tonterías, que escuchaste esta mañana en la radio.

Yo: seguro… (Echando el azúcar en el envase que iba a prestarle)

Sara: deberías de dejar de escuchar la radio, ya que te provoca pesadillas

Yo: puede ser, que tengas razón.

Sara: ¿no discutes?, eso no es típico de ti

Yo: tú que sabrás, si apenas hemos hablado en este año (volviendo con el azúcar)

Sara: tienes razón, gracias vecino (cogiendo el envase)

Ella iba a marcharse, pero la agarre del brazo para detenerla un instante

Yo: he visto a mucha gente toser, hazme caso y ten cuidado, anda

Sara: vale, abuelo (riéndose de mí de nuevo)

La solté y se marcho a casa, cerré la puerta, pero no deje de seguirla con la mirada desde la mirilla hasta que entro en su casa, tras eso para despejarme me duche, me hice la cena y puse en la radio como era costumbre, mientras cenaba.

Pero no volvieron a decir nada del tema, mañana había una fiesta nacional de algún tipo, como esas cosas no eran santo de mi devoción tampoco le puse mucho interés, este país nada mas que tiene fiestas, para todo hacen una fiesta, sobre todo aquí por el sur, pero vamos que nada iba a cambiar mi plan para mañana, trabajar, encendí un poco la televisión tras cenar algo ligerito y justo como me lo temía, la gente estaban poniéndose enfermas a miles por toda Europa, aun no sabían lo que tienen, así que no saben curarlo, pero están investigando.

Lo tenía decidido mañana cuando me despertara tomaría precauciones, lo único que me faltaba a mi es con el estúpido jefe que tengo, ponerme malo de algo que no saben si podrán curar, que seguro que este tipo, viendo la entrevista que tuvimos, me echaría en menos que canta un gallo.

Cuando me entro sueño, me fui para la cama, comprobé que todo estuviera en su sitio, me acosté y con la fenomenal habilidad que había tenido siempre para conciliar el sueño enseguida, me dormí. Esto no me había pasado nunca, pero continúe el sueño de antes…

Al ver como se la estaban comiendo viva, fui a buscar el bate de beisbol, abrí la puerta y mate a los dos tipos a batazo limpio, no contento con eso, solté el bate en el suelo, fui a por el teléfono inalámbrico y mientras que me acercaba a ella, comencé a llamar a una ambulancia, intentando salvarla, ya que en este momento no era consciente del todo de que estaba soñando.

Me acerque a ella, cogí su cabeza con mi brazo, mientras que el teléfono sonaba dando señal, a ella se le comenzaron a cerrar los ojos y justo cuando la del teléfono dijo: ¿si dígame? Ella abrió los ojos de par en par, me salto al cuello, justo cuando me mordió, sentí el dolor y me volví a despertar en el mismo estado que el día anterior, sudado, tembloroso y erguido.

Me desperté a las 6 de la mañana, por el sueño que había tenido, aunque pensándolo bien el mal sueño me había salvado del despido, ya que me dijeron te veo mañana aquí, pero no me habían dicho hora.

Cogí la ropa que cada noche preparaba antes de acostarme, me fui para la ducha pensando: como siga así, no gano para duchas, me duche rapidito, puse la radio que no dijo nada interesante, me hice el desayuno que desayunaba cada mañana, me puse la ropa, una mascarilla que guardaba en el armario de otro trabajo que tuve y siendo más temprano que de costumbre, salí al pasillo para coger el ascensor y para mi sorpresa, allí estaba ella, vestida como siempre, pero con una mascarilla puesta.

Yo: ¡¿Sara?!

Sara: si… ¿por qué te sorprendes tanto? Nos vemos aquí cada mañana

Yo: ¿Qué haces aquí, una hora antes?

Sara: ¡¿una hora antes?!

Yo la mire sin entender nada, ella al percatarse

Sara: esto tiene una explicación muy sencilla

Yo: ¿Cuál?

Sara: tu cuarto da al mío, por lo tanto, me despiertas cada mañana

Ahora todo encajaba como yo tenía la rutina cogida, ella se despertaba gracias a mi despertador y como hoy, me había despertado antes, escucho ruido en mi cuarto y dijo ya es la hora de despertarse.

Sara: ya decía yo, que esta mañana estaba muy cansada…

Yo: gracias, por hacerme caso, ¿eh?

Sara: ¿eh qué? (miro su máscara) ah lo dijeron anoche en la televisión, no es por lo que me dijiste tu

No sé, si eso era verdad, si me había echo caso pero no quería reconocerlo, pero en cualquier caso me había hecho caso, yo contento con eso, me daba con un canto en los dientes, me alegraba que lo de anoche solo fuera un sueño, como el anterior, ella tenía razón debería de dejar de escuchar esas cosas, que me provocan pesadillas, pero no podía abandonar mis manías.

Sara: bueno, vecino, si no te importa me voy a casa a dormir una hora más

Yo: ¿me acompañas a tomar café?

Sara: ¿estás de broma, no?

Yo: si… estoy de broma

Sara: bueno…

Sara entro a su casa, yo pulse el botón del ascensor un poco deprimido, pensando: claro cómo va a querer una chica joven de 20 años, tomar algo con un viejo como yo de 30 al abrirse las puertas del ascensor, me sobresalte, entre, las puertas comenzaron a cerrarse y en ese momento un zapato de tacón se puso en medio de las puertas, tras eso se abrieron y era Sara con una chaqueta puesta por encima.

Yo: ¿Sara?

Sara: ¿no me esperas? ¿No íbamos a tomar un café, juntos?

Yo: creía que no te parecía buena idea

Sara: y no me lo parece, me parece una locura tomar un café con mi vecino, antes de que salga el sol

Yo: (con una sonrisa, aunque ella no podía apreciarlo por mi mascara) ¿entonces qué haces aquí?

Sara: que ya me he desvelado

Era una chica orgullosa aunque a pesar de eso, parecía simpática, por el camino fuimos hablando de que hacia frio, de que el edificio nuestro a pesar de ser céntrico, estaba en muy buena posición, que tenía muy buenas vistas, en invierno no hacia frio y en verano no hacía calor, así tonterías varias.

Caminamos hablando juntos hasta el café de la esquina, cuando entramos habia bastante gente, como en la calle hacia tanto frio, los bares con calefacción estaban llenos, la gente se refugiaba aquí, nunca pensé que a estas horas hubiera tanta gente levantada.

Nos sentamos en la única mesa libre, mientras llegábamos a la mesa, no dejo de llamarme la atención, que algunos tosían sin parar, otros tosían un poco de vez en cuando y otros como nosotros no tosían, pero si en el bar había una treintena de personas, de esos veinte tosían sin parar, siete tosían un poco y tres contándonos a nosotros, no tosían.

Se acerco la camarera que gracias a dios, no tosía y se dirigió a nosotros con una respuesta que parecía más la de una maquina, que la de una persona.

Camarera: buenos días, bienvenido a la rosquilla feliz, ¿Qué desea?

Sara: (acerco un poco su cara hacia la camarera, la que le facilito la tare acercando el oído) es un rollo repetir una y otra vez lo mismo a todos los clientes, ¿verdad?

Camarera: como lo sabes…

Se relajo un poco con nosotros gracias a Sara, pedimos un par de tazas de café, la mía con doble de azúcar, yo una tostada, ella un cuarto de churros, pero yo, con el rabillo del ojo, vi como un tipo se desplomaba en la acera de en frente, mire mas atentamente y una ambulancia que pasaba por allí, paro para atenderle, las dos mujeres de mi mesa habían seguido la conversación sin mí, cuando yo dije: eh, chicas, mirad eso cuando terminaron de charlar y miraron un camión paro en el semáforo, fastidiándome lo que quería enseñarles.

Camarera: ¿un camión? Amigo, no sé de dónde eres, pero ese es Fred y pasa por aquí, casi a diario.

Yo: soy de aquí (con cara sarcástica) lo que quiero que veáis está detrás del camión.

Sara: ¿otra vez viendo fantasmas?

Camarera: ¿fantasmas?

Yo: esta vez no…

Sara: mi vecino está convencido de que va a pasar algo gordo, una plaga de algún tipo

Yo: eso dijeron en la radio y en la televisión anoche lo corroboraron

Camarera: en la radio lo dicen por ganar audiencia

Sara: y en la televisión por vender vacunas, como en la gripe aviar

Cuando paso el camión la ambulancia estaba cerrada y se ponía en marcha

Yo: ¿veis?

Sara: como si no viéramos ambulancias todos los días

Decidí mantener la boca cerrada ya que estaba haciendo el ridículo, desayune un poco callado hasta que Sara rompió el hielo.

Sara: ¿estás enfadado? No pretendía ofenderte, ¿sabes?

Yo: un poco

Sara: me he puesto la mascara

Yo: si, pero no me crees

En ese momento uno de los clientes del bar, tosió hasta caer desvanecido, ella lo miro un poco asustada y tras recuperar la compostura:

Sara: es normal, es solo un virus

Yo: ¿intentas convencerme a mi o a ti misma?

Sara: ¡no me asustes más!

A pesar de su grito nadie nos hizo caso, ya que todos estaban atendiendo al que estaba tirado en el suelo, mientras la camarera llamaba asustada al número de emergencias, yo iba a decir te lo dije, pero creo que hubiera quedado rastrero en esta ocasión, cuando llego la ambulancia, se lo llevaron y una mirada de disculpa por parte de la camarera, me basto.

Yo: tengo que irme

Sara: ¿Por qué sigues enojado, me vas a dejar aquí tirada?

Yo: no llego al trabajo

Sara: ah vale, entonces, suerte.

Me acerque a la barra pedí la cuenta y pague lo de los dos, camine apresuradamente hasta mi trabajo haciendo el camino de una hora a media velocidad, en media hora a alta velocidad, estaba cansado pero yo siempre me reponía pronto, así que me senté en un banco, que había a cinco escasos metros de la entrada para descansar un poco, una anciana salió de mi trabajo, entonces cogió un pañuelo tosió sobre él y lo tiro al suelo.

Sin contar que, era una anciana muy mal educada, vi algo rojo dentro del pañuelo, lo abrí por curiosidad, tocándolo con la punta de los dedos con gesto de asco y lo que vi me asusto, era sangre, si no fuera porque mi vida estaría acabada, sino trabajaba, me hubiera ido a casa corriendo sin mirar atrás.

La plaga estaba en marcha aunque Sara se riera de mí, yo al menos iba a estar todo el tiempo con la máscara, no me la iba a jugar lo mas mínimo, puede que no fuera para tanto, pero por si acaso, la máscara no saldría de mi cara.

Entre en el trabajo a las 8:30 am, para mi sorpresa en la barra no estaba la chica amable de ayer, estaba el tipo desagradable que me hizo la entrevista.

Tipo gordito: ah, señor Darek, buenos días, me ha sorprendido usted

Yo: ¿ah sí, se puede saber por qué?

Tipo gordito: si, claro, como no le dijimos hora, esperaba que se presentara por la hora en la que llego aquí ayer, vamos, sobre las 12 am

Yo: yo me levanto todos los días a las ocho de la mañana, llegue tan tarde porque había tenido más entrevistas de trabajo

Tipo gordito: y no lo dudo, si llegaba a la hora de ayer, pensaba darle el horario, el uniforme y mandarlo a casa

Tras una pausa

Tipo gordito: como no es el caso, le daré el horario, el uniforme y lo mandare a trabajar, ya que se ve tiene usted ganas.

Yo: si, las tengo

Lo tenía todo preparado bajo el mostrador, me dio el uniforme y el horario

Yo: ¿Dónde puedo cambiarme, jefe?

Tipo gordito: jefe no, tu llámame Capitán Rulf, entonces y solo entonces, te contestare.

 Yo: ¿Dónde puedo cambiarme Capitán Rulf?

Capitán Rulf: en donde ayer te hice la entrevista

Me dirigí hacia la puerta, cuando abrí el pomo pensando, solo con las armas, podre mirarlas, tocarlas un poco, mirar de que época son, las tonterías que me gustaban a mí, él como si me leyera la mente, dijo de repente: y Darek

Yo: ¿Si, Capitán Rulf?

Capitán Rulf: si tocas las armas, será lo último que hagas, porque te disparare con una de ellas.

Esa frase viniendo de otra persona hubiera supuesto que era una broma, pero viniendo de este tipo, según parecía militar retirado, frustrado, tratando a los demás a patadas y siendo desagradable a todas horas, apuesto a que estaba esperando un motivo, para poder hacerlo.

Yo: entendido

Iba a entrar por la puerta pero entonces…

Capitán Rulf: ¡¿Entendido que Darek?!

Yo: Entendido, Capitán Rulf

Entonces me dejo pasar, escupí en la papelera del asco que le tenía, mire las armas pero no me atreví a tocarlas, seguro que al salir yo, miraría que todo estaba en su sitio y si no lo está, con el arma de debajo del mostrador, me dispararía.

Mire el horario, mientras me ponía el uniforme, el horario era de lunes a viernes: de ocho de la mañana a dos de la tarde, el sábado de dos de la tarde a diez de la noche y el domingo trabajaba de doce a dos. Mi sueldo era de 1000 Euros el mes que libraba un día de la semana, trabajando otro solo tres horas, mientras que cobraba 1320 Euros, el mes que no libraba nada.

Quitando que el uniforme era azul brillante, por lo demás, estaba todo bien, salí de la habitación y como sospechaba, entro tras de mí en la habitación, mire por debajo del mostrador si de veras tenía un arma o tan solo era imaginaciones mías, pero no vi nada.

Salió de la habitación con un carro lleno de paquetes para entregar, me dio un folio con direcciones y me dijo: Aquí tienes esto, esto y toma esto (me dio una tarjeta para el transporte público)

Yo: ¿y esto?

Capitán Rulf: Tienes hasta las tres para entregar, todos los paquetes, ¿no esperaras llegar andando, no?

Yo: eh, aquí pone que salgo a las dos

Capitán Rulf: (con una sonrisa en la cara) si, si entras a las ocho, pero ya son las 9 am

Yo: vale, volveré.

Partí a entregar paquetes, con la idea metida en la cabeza de que mi jefe, el estúpido ex capitán de los militares, estaba disfrutando con esto y no creo, que esa idea fuera demasiado errónea, menos mal que me sabía bien las líneas de autobuses, porque de ningún otro modo, podría haber entregado los veinte paquetes que lleve a tiempo, en el bus pude comprobar que la plaga estaba extendiéndose más, cuando me montaba en un autobús y no tosía nadie, al montarse uno que si, más de la mitad terminaban tosiendo. Cuando en un autobús la mitad estaba tosiendo, más de la mitad acababan tosiendo y también que las paradas para el hospital, era en las que más gente se bajaba, entregue casi todos los paquetes, excepto tres paquetes, que el dueño o dueña, no me abrió.

A pesar de haber usado el transporte público, estaba destrozado, tenía los pies un poco quemados, a parte de la cara, la nuca y los brazos, ya que hacia un día estupendo, llegue al trabajo a las tres y diez, ya no estaba, el Capitán, en la barra, estaba la preciosa chica de la barra.

María José: ¿Qué tal el día?

Yo: horrible, ¿Por qué no tenéis vehículo de empresa?

De repente salió de su despacho el agradable Capitán.

Capitán Rulf: porque en el transporte público gastamos menos, que en gasolina

Yo: si, pero matáis al trabajador que los entrega

Capitán Rulf: pensé que no volverías, pero si quieres dimitir, hay tienes papel y pluma

Yo: nadie ha dicho eso

Capitán Rulf: ¿lo has entregado todo?

Yo: (conteste un poco nervioso) si, bueno, no

Capitán Rulf: explícate (con su mirada inquisidora)

Yo: fui a todos sitios, pero tres clientes no estaban

Mari José: uno, dos y…

Empezó a criticar a la gente, que no había estado en su casa, que así iba el país, que estábamos rodeados de irresponsables, siguió así por un rato, hasta que el mismo llego a un acuerdo consigo mismo, pagaran dos veces el transporte, oh sí, claro que lo harán o vendrán ellos mismos a por él, divagando consigo mismo se encerró en su despacho.

Mari José: buen trabajo

Yo: gracias, porque si espero a que el me lo diga, me muero de el asco

Mari José: no lo hará jamás, pero seguro que lo piensa

Salió a estropear el momento como siempre

Capitán Rulf: oye, María Josefina no lo pienso y que no se lleve la tarjeta, seguro que el gandul la uso fuera de horario de trabajo, para no volver andando a su casa porque le duelen los pies.

Pensaba contestarle, pero cerró dando un portazo, dejándome con la palabra en la boca

Yo: no pensaba hacerlo…

Mari José: ¡como odio que me llame así, soy Mari José, Ma-ri Jo-se, no María Josefina!

Yo: toma la tarjeta

Mari José: no te preocupes, quédatela, vuélvete en bus

Yo: ¡¿no te echara la bronca?!

Mari José: no te preocupes, yo dejo la mía y así no se entera.

Yo: ¿y tu como te vuelves?

Mari José: hoy me apetece caminar

Yo: ¿vives muy lejos?

Mari José: no, aquí, justo al lado

Normalmente no aceptaría algo así, pero, no tenia mas remedio si mañana quería volver a rendir en el trabajo

Yo: gracias

Mari José: hasta mañana

Me fui a la parada del bus, que estaba al lado, esperando en la parada, pasaron muchas ambulancias de un lado a otro, luego subimos al bus, el ambiente estaba caldeado, la gente estaba asustada eso se notaba, pero yo que podía hacer, no era medico, no sabía hacer nada, solo se me daba bien, cargar peso, eso siempre se me había dado bien.

Llegue a mi parada pero antes de parar en la parada, un policía nos hizo parar en el arcén mientras él nos hizo parar, su compañero empezó a golpearse con un tipo, entonces nos dejo de lado y yo baje asustado, ya que mi casa estaba cerca, a pesar de los gritos del conductor para que volviera, salí corriendo dirección hacia mi casa, lo último que escuche sin mirar atrás, eran los gritos de uno de los tres que estaban peleando: ese cabron me ha mordido, cárgatelo y tras eso escuche tiros.

No quise saber nada, pero la situación estaba tensa, no pensaba ni por asomo que mi sueño se fuera a cumplir, pero sabía que en las grandes crisis las cosas se van de las manos, esperaba que controlaran ya, la crisis, antes de que se les fuera de las manos.

Me hice el almuerzo, almorcé con la radio puesta pero no decían nada sobre el tema, cogí una cerveza me junte crema en los pies, me puse cómodo mientras se me secaba la crema en los pies, puse las noticias, para ver si decían algo, pero nada, me quede dormido, esperando algo.

Cuando me desperté, llamaban apuradamente al timbre, extrañado y un poco alarmado, por la constancia con la que llamaban, además de que tenían mucha prisa porque abriera, cogí el bate de beisbol de camino a la puerta, mire por la mirilla y vi a mi vecina Sara, llamando al timbre hasta el punto de que si seguía así, lo quemaría, mirando hacia las escaleras aterrada, entonces tenía que tomar una decisión; abrirle la puerta o no, estaba claro que si le abría saltaría hacia dentro sin poder evitarlo y si no le abría, de lo que quiera que huyera, la cogería, una decisión, pero mucha responsabilidad, tuve la sensación de haber vivido ya esto o de haberlo soñado, así que tenía que ser rápido, sino quería repetir la escena ¿Qué decisión tomar? ¿Cuál es la decisión correcta o mejor dicho, más acertada?

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