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La Frutera De Campo 3

en Hetero: Infidelidad

La Frutera De Campo 3

                Tras sabe dios cuanto tiempo, no sé si pasaron, segundos, minutos u horas besándonos, con nuestros brazos con la única función de apretarnos el uno contra el otro, mis brazos evitando que su cintura se separara ni un milímetro de mi cuerpo y sus brazos evitando que mis labios se separaran ni un milímetro de los suyos, ni siquiera para respirar o para coger aire, viéndome obligado a respirar de su respiración, haciéndola sentir levemente asfixiada aumentando si cabe más aun el morbo, que ya existía entre nosotros, su humedad cada vez era más latente igual que mi erección, ya que mis brazos no solo la sujetaban, cada vez la apretaban mas contra mí y ella había abierto lo suficiente las piernas para que nuestros sexos a pesar de la barrera de la ropa, estuvieran en contacto.

No teníamos prisa, por eso no mirábamos el reloj, no avanzábamos porque ninguno sabia adonde queríamos llegar, ni siquiera si queríamos llegar a algo, pero todo lo que empieza termina avanzando quieras o no quieras. Llego un momento en que llegamos a tal calentura, que nuestras mentes se turbaron, ya no eran nuestros cerebros los que tomaban decisiones, ahora daban consejos y solo pensaban por nosotros la pequeña Nuria y el pequeño o debería decir, grandullón Pablo.

Sin mediar palabra, sin separarnos si quiera, Nuria miro de reojo hacia detrás y comenzó a caminar lentamente hacia detrás, yo no sabía adónde me estaba llevando, pero tampoco me importaba, me fiaba de ella, al menos ahora mismo, me fiaba al cien por cien. Nuestros jadeos se hacían notables en la habitación, hacía mucho calor, la ropa sobraba desde hacía mucho tiempo, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a quitársela y si nadie habría el camino, aunque fuera consigo mismo, ninguno de los dos lo haríamos.

Topamos con el sofá, que nos hizo perder el equilibrio, Nuria acabo sentada con las piernas abiertas y yo con una rodilla en el sofá que me mantenía en equilibrio, sin embargo nuestros labios no se separaron ni un segundo y debo admitir que ambos lo usamos de escusa para llegar más profundo con la lengua en la boca del otro. Nuria tiro de mi tras un gemido al notar que mi lengua recorría su boca como nadie lo había hecho nunca, tumbándose en el sofá con las piernas aun abiertas provocando que yo quedara encima de ella entre sus piernas, estaba realmente mojada y yo realmente duro, tanto que las bragas que llevaba bajo el vestido y mi pantalón apenas hacían de barrera y juraría que algo le había entrado, quizá unos insignificantes milímetros aunque eso era evidentemente insuficiente, para ambos.

Al notar la fuerza que hacia Pablito para entrar en la pequeña Nuria, Nuria volvió a gemir, luego continuamos besándonos en la boca y sus piernas rodearon mi espalda cruzándose detrás a modo de evitar que me separara de ella, así sus brazos y los míos podían adquirir otra función distinta, más útil para la situación actual. Sus manos acariciaron mi cuello mientras se soltaban de él, provocando una sutil mirada de no aguanto más mientras separábamos levemente nuestros labios, correspondida por una sonrisa picara, que mato la poca cordura que me quedaba justamente en este instante que nuestros húmedos labios, pasaron de solo rozarse a volver a comernos mutuamente, porque ya eso no era besarse, era devorarnos.

Mis manos por otra parte, pasaron de su cintura, a sus caderas, acariciando todo por el camino, provocando que con mis caricias, ella jadeara un poco más, suspirara y gimiera al sentir mis manos acariciarla a través de la tela del vestido, provocando que abriera un poco mas sus piernas, dándome el disparo de salida para darle un puntazo, que de verdad la hizo gemir. Ella intento decir algo, pero sin parar nuestro beso que seguía siendo consentido, era imposible entenderla, una de mis manos paso por su espalda acariciándola, provocando que curvara un poco su espalda al notar el tacto de mi mano y la otra bajo a sus muslos desnudos, provocando que me sujetara mas fuerte con sus piernas pidiéndome más y notando que hasta sus muslos los tenia mojados.

Al notar que mi motor se ponía en marcha y empezaba a darle puntazos a un ritmo lento, provocando un gemido con cada movimiento, disfrutando ambos, entre beso y beso, de jadeos, sus manos acariciando mi cara, mi pecho, de suspiros, mientras mis manos ya estaban acariciando su pecho con el vestido y el sujetador puesto y su nalga, con el tanga al descubierto, de gemidos, esto nos estaba volviendo locos, ella volvió a articular unas palabras, que fueron inentendibles para mí, pero tampoco necesitaba entenderlas ahora, su cuerpo ya me estaba diciendo lo que ella quería. Mis manos volvieron a mí, me baje la bragueta a ciegas y me saque al pequeño Pablo del pantalón lo puse contra su tanguita, ella al notarlo, hizo un pequeño sonido de sorpresa o de molestia, no sabría decirlo y su cuerpo comenzó  a reaccionar de forma, contradictoria.

Por un lado una de sus manos volvió a mi nuca para que no dejara de besarla, mientras intentaba hablar algo que se entendiera y que no se entendía, me hubiera separado para saber que quería pero su mano estratégicamente puesta, no me dejaba, la mano del pecho me empujaba en un claro quítate de encima, pero sus piernas, me aprisionaban en un claro, no te quites. Una de mis manos, la que le tocaba los pechos, agarro la mano del pecho que me molestaba y la sujete sobre su cabeza y con la otra mano eche a un lado el tanga, ella al notarlo empezó a revolverse, pero tanto yo, como ella, hacía tiempo que habíamos pasado la línea de la cordura y aunque ella aun reaccionaba, yo solo podía pensar que ella en parte quería y si quería aunque no fuera completamente, no estaba haciendo nada malo.

Agarre la parte que ansiaba que entrara en ella, pero ella debía quererla entera dentro antes de que entrara, empecé a pasar la cabeza de Pablito por los labios de su sobre humedecida cueva y aunque me costo que no le entrara de un tirón por el apretón que dieron sus piernas y mientras escuchaba claramente sus gemidos, intento por otro lado evitarlo, incluso intento tirar de mi pelo con la mano que tenía en mi nuca, yo solté mi mano que tenia agarrada, a su otra mano y agarre ambas con esfuerzo, para evitar toda resistencia, ella siguió besándome y poco a poco dejo de revolverse, al ir poniéndose mas y mas mojada, al notar sus pezones entre el vestido y el sujetador en mi pecho, poco a poco fui introduciendo, toda la carne que le podía entrar, en esa cueva, que era tan húmeda, que casi hace que me corra de un tirón.

Al notar cómo le entraba ella misma empezó a moverse, antes de que yo lo hiciera, girando circularmente y dándome puntazos ella misma, sin dejar de besarme, empezó a morderme los labios jalando de ellos, para que entrara más en su boca, a la vez que rellenaba sus labios inferiores, hasta el fondo, me hubiera salido para evitar correrme tan pronto, pero me fue imposible sus piernas no me dejaron salirme ni un milímetro, gemí y aunque al saber lo que me estaba pasando en el último momento se revolvió, intentando que la sacara y me corriera fuera, me corrí bien profundo en su interior y  casi a la vez, justo después, mientras yo iniciaba a penetrarla a un ritmo lento, mientras que ella entre temblores, doblar la espalda y gemidos, me anunciaba su primer orgasmo, también unas imperceptibles lagrimas cayeron por sus ojos.

Pero cualquier ápice de cordura, se perdió, en el momento que ambos llegamos al clímax, sus besos llegaron hasta mi cuello, mientras que al ver que no se resistía y que empezaba a colaborar, mis manos soltaron las suyas y lleve las manos, hasta el broche de su sujetador y torpemente intentaba quitarle el sujetador, cuando ella recupero la compostura del orgasmo, volvió a notarse la experiencia que me llevaba, moviéndose de una forma tan excitante que me haría llegar, poco después, yo seguía dándole lentamente centrándome en su placer, aunque ya solo jadeaba de la excitación, más que del esfuerzo, nuestros cuerpos estaban impregnados de sudor y nuestras piernas llenas de sus fluidos, nuestras bocas tenían más saliva del otro, que propia y sus manos me acariciaban por todas partes, provocando que volviera a correrme en su interior, justamente al conseguir desabrocharle el sujetador.

Ella me empujo con suavidad, tras haber acabado –No quería hacerlo aun…- dijo cabizbaja con una voz casi inaudible como si hablara consigo misma –lo siento, yo…- iba a disculparme, prácticamente entonces si ella no quería, la había violado, pero ¡Zash!, sonó un guantazo suyo a la vez que me ordenaba -¡cállate!- se puso el tanga bien, tiro sobre el sofá su sujetador, se puso en pie y se marcho hacia el cuarto de invitados, desapareció, pero a los pocos segundos volvió a aparecer y me dijo recuperando lo dulce de su voz –ven al cuarto- me pidió justo antes de desaparecer de nuevo. Me lo pensé un segundo ese guantazo me había dolido, me había devuelto a la realidad y la realidad era, que le estaba robando la mujer a otro, con unos fines no muy puros… estaba debatiéndome, cuando vi su sujetador sobre el sofá, recupere parte de la calentura que turbaba mi raciocinio, provocando que no me lo pensara mucho y entrara en la habitación, para llevarme una increíble sorpresa.

Allí estaba Nuria a cuatro patas, con solo el tanga, empapado y levemente manchado de mi semen, allí estaba esperándome totalmente desnuda, despeinada, justo como a mí me gustaba, mi ropa salió de mi en tan solo unos segundos, solo me quede con los calcetines y los bóxers, para estar igualados, me puse entre sus piernas y volví a refregar, mi dureza, contra su cueva empapada, -¿quieres que te lo haga?- pregunte, esta vez necesitaba saber que era mutuo, necesitaba oírlo, además de verlo. -¿no es obvio?- yo negué con la cabeza como si ella pudiera verlo, mientras se refregaba contra mi dureza, aumentando de nuevo el morbo de la situación, mis manos acariciaron todo su cuerpo hasta llegar hasta sus pechos y agarrándolos firmemente la hice enderezarse, para comerle el cuello mientras le decía en su oído: -no lo es, dímelo-

-No te lo diré- dijo negándose para desafiándome y yo acepte su desafío –lo harás- comencé a comerle el cuello, mientras que acariciaba sus pezones con ambas manos y le daba puntazos, intercalando entre refregar mi dureza contra su humedad, luego fui bajando una de mis manos, hasta su chocho por encima del tanga y empecé a tocarlo para curiosear un poco, sabiendo perfectamente lo que me hacía. Su reacción no se hizo esperar y empezó a gemir, no contento con eso, metí mi mano por dentro de su tanga, busque el clítoris que a estas alturas, no fue difícil encontrarlo y empecé a jugar con él, haciéndola retorcerse de placer, pero, sin dejarla que llegara al orgasmo siquiera, tras un rato haciendo eso.

-Métemela ya- ordeno Nuria, con una voz que no parecía suya, -¿Cómo dices?- ella avergonzada por lo que había dicho se mordió los labios, para no gemir ni decir nada mas, cosa que le fue imposible, al seguir jugando con su pezón, con su cuello y con su clítoris, mientras que le daba sucedidos puntazos, un gran gemido se le escapo, cuando pare, volviéndola loca -¡Que me la metas, de una vez!- No sabía si era una súplica, una petición o una orden, pero me daba igual, ella quería que yo se la metiera y yo iba a hacerlo.

Baje su tanga, viendo como de su chocho, aun le resbalaba un poco de semen que se le salía de dentro, que junto a sus fluidos era un aroma, que te hacia volverte loco por ella aun más de lo que ya me volvía, después de eso, me baje los bóxers, apunte el mástil, hasta su cueva y de un solo puntazo, se la metí hasta el fondo, haciéndola gemir y dado lo cerca que estaba del orgasmo, haciéndola alcanzar un segundo orgasmo, empecé a darle fuerte y rápido, agarrado de sus caderas, volviéndola loca de placer, haciéndola gritar, mientras temblaba, suspiraba, jadeaba y gemía como loca, su chocho cada vez estaba más húmedo, no pudo resistir mas y su cabeza, acabo sobre la almohada, mientras ahora yo baje el ritmo se la sacaba entera y se la volvía a meter hasta el fondo, no dure mucho haciendo eso, pues ella comenzó la contra marcha, haciéndome acabar muy pronto en su interior, entre gemidos.

Me tumbe a su lado, tras vaciarme por tercera vez dentro de ella, ella se abrazo a mi poniendo la cabeza sobre mi pecho y acariciándome el otro pecho, yo la rodee con mis brazos, pero mi mástil seguía boca arriba. -¿aun tienes más ganas?- pregunto sorprendida al verlo, -si, todavía podría hacerlo, una o dos veces más…- ella repitió sorprendida: -¿una o dos veces más?- justo en el momento en que su móvil comenzó a sonar, ella lo miro y aunque yo sabía que no debía hacerlo le pedí, -no lo cojas- ella me miro sorprendida por lo que le pedía -¿ah no? ¿y qué quieres que hagamos?- yo sonreí al ver su reacción, -lo que sea, pero no lo cojas- ella sonrió me dio un beso en el cachete, -sabes que no puedo hacer eso… pero no te preocupes, todo irá bien- me guiño el ojo, agarro el teléfono estando sobre mi y justo en el momento que lo cogió, mis labios se pegaron a su cuello, mi mástil estaba entre sus tetas y una de mis manos casualmente, acabo en su rajita, que aun dejaba escapar algunas gotas de mi semen.

-¿si, dime Mario?- tuvo que disimular un jadeo, al notar como mis labios se movían sobre su cuello, por un movimiento de su cabeza, aunque no podía ver su mirada, sabía que me estaba mirando mal, pero eso ya no me importaba, era mía y no importaba que su marido, la llamara, seguía siendo mía. –El campo esta mas lejos de lo que pensaba, así que voy a tener que volver directamente a la frutería- en ese momento mi polla estaba refregándose entre sus tetas y ella tuvo que disimular un suspiro, mientras se separaba el teléfono del oído por los gritos que se escuchaban claramente de su marido, intento quitarse pero mi otra mano que estaba libre, la sujeto en esa misma posición. Sus mandíbulas se tensaron, al notar, como mis dedos jugaban con sus labios exteriores, rozando también su clítoris que aun no había bajado, volviendo a empezar a mojarse, un gemido se le escapo entre dientes…-las negociaciones han sido duras, estoy cansada y me duele la cabeza, me voy a dormir- los gritos se siguieron sucediendo, al ver como había reaccionado, su chocho, con mi mano, le metí un dedo, ella gimió tapando el teléfono a duras penas.

 -si a ti no te importa la frutería, a mi no me importas tu- y para mi sorpresa le colgó, con lagrimas en los ojos, me dijo: -eres muy malo, pero bésame, por favor- yo con una sonrisa le respondí: -solo te doy lo que necesitas, tus deseos son ordenes para mi, Nuria- y volvimos a un beso como el de antes, solo que esta vez fue ella la que se sentó a horcajadas sobre mi y empezó a refregar por sus labios, que cada vez estaban más mojados, mi polla erecta, hasta que poco a poco, fue metiéndosela mientras se iba sentando sobre mí, cuando la tenía toda dentro, entre gemidos de ambos, comenzó a hacer círculos con sus caderas y a moverlo tan rápido, que diría que fueron segundos, lo que tarde en volver a correrme en su interior por cuarta vez, provocando también un cuarto orgasmo en ella, que aunque menos fuerte, fue más pasional, porque de un bocado, me hizo sangre en un labio, no me importo, porque aunque me escocía con su saliva, sabía que me estaba curando.

Seguimos haciéndolo hasta que ambos, caímos rendidos, tras llegar al clímax una vez más, esta vez primero llego ella y luego se sacrifico, hasta que llegue yo, luego, acabamos abrazados y no recuerdo nada más, producto del agotamiento, caímos inconscientes, en la cama. Cuando desperté, estábamos los dos desnudos, abrazados de frente, le di un beso en los labios y ella abrió los ojos asustada -¿Qué hora es?- mire la hora en mi móvil, -son las seis de la mañana- dije un poco confuso por la noticia, aunque ahora que recordaba, ni habíamos cenado, nos habíamos ido a la cama bastante temprano.

-¿tienes más sueño?- pregunto ella, yo negué con la cabeza y ella volvió a hablar -¿Qué te parece si hablamos?- era la frase que por un lado mas temía, pero que sabía que tenía que llegar tarde o temprano. -¿Qué significa lo de anoche?- yo no esperaba esa pregunta, pero tenía claro lo que debía responder –para ti, no lo sé, pero para mí… que tenemos algo- dije con total sinceridad y ella respondió -¿Cómo podemos tener algo, si yo estoy casada?- pregunto ella, -estoy dispuesto a esperar que estés preparada, para dejarlo- ella se sorprendió con mis palabras -¿y te da igual que le bese o que me acueste con él?- yo negué con la cabeza –te iba a pedir que no lo hicieras, la pregunta es, ¿lo harías por mi?- ella asintió –pero solo, si tu, también me eres fiel- yo sonreí, -yo te soy fiel desde antes de estar contigo, Nuria- ella me dio un beso en los labios.

-Tendremos que ir a por la píldora, ¿no? Porque seguro que con todo lo que me descargaste dentro anoche, estoy preñada- bromeo ella –no- negué yo rotundamente, ella pregunto sorprendida -¿no?- y yo volví a responder: -no- ella espero unos segundos antes de responder. -¿acaso quieres preñarme?- yo asentí -si- ella sonrió –estás loco, aun estoy casada y no sé si voy a quedarme contigo o con mi marido, además de que vamos a vivir, si lo estoy- entonces desplegué todo lo que pensaba: -estoy en contra del aborto, si te quedas con tu marido, tienes tres meses para abortar, pero si te quedas conmigo y abortas, nunca será lo mismo. Además tranquila, tú tienes la frutería y yo tengo un negocio entre manos en el que me va bien- ella se quedo tan sorprendida, que no podía responder, -¿puedo pensarlo?- pregunto, -Tienes tres días para la pastilla del día de después- argumente encogiéndome de hombros, sorprendiéndome a mí, por su respuesta -¿entonces podemos hacerlo de nuevo?- mordiéndose los labios, -si consigues que suba…- dije mirándola fijamente, a los ojos -eso no será un problema- me guiño un ojo y empezó a bajar la cabeza, dándome a entender lo que iba a hacer….

Tras una sesión de sexo matutino en la cama y otra en la bañera, vimos que no podía ponerse su ropa, porque estaba muy sucia, me guarde el tanga en el bolsillo con disimulo, me puse la mía y fui a buscar a los tortolitos, que estaban en el salón y lo habían escuchado todo, además de ver el sujetador en el sofá.

--¿Qué quieres?- pregunto Zoé con una sonrisa en la cara -Ropa- dije un poco sonrojado por lo incomodo del asunto, ambos me felicitaron en silencio y mi hermana que estaba deseosa de hacerme preguntas, se ofreció a ayudarme–te acompaño- nos pusimos en camino hacia su cuarto y una vez allí…

-¿Cuántas veces?- yo tocándome el dolorido miembro -siete- ella puso cara de asombro -¡¿siete?!- yo le tape la boca, para que no lo fuera a escuchar Nuria, -estaba insatisfecha, ¿eh?- yo solo asentí y añadí –o eso o le gusto mucho- a mi hermana pareció gustarle más mi versión, por eso dijo –le gustas mucho- mientras asentía, para sí misma. -¿estáis juntos?- yo negué con la cabeza –pero me ha prometido que es mía, hasta que se aclare de si dejara a su marido o no, si yo soy suyo- mi hermana pareció entenderlo –en tres días, sabré si es mía o no lo es- mi hermana puso una cara de duda -¿tres días?- yo asentí –si se toma la píldora, se acabo- mi hermana que estaba al tanto de todo lo que el ritual con llevaba y aunque sabía que era difícil que una mujer, en su posición, aceptara eso, iba a pensar algo, respecto a eso.

-¿Qué necesitas?- pregunto Zoé, -ropa interior provocativa y su ropa de ayer- mi hermana me la dio cuando iba a salir del cuarto, me agarro del brazo –tranquilo, se tu mismo y todo irá bien- yo asentí con gesto preocupado y entre en el cuarto donde Zoé estaba peinándose aun desnuda. – (Silbido) chica tapate un poco o te voy a dar otra ración antes de irnos- ella solo sonrió, me dio un beso en los labios y –tranquilo que ahora me tapo, a ver que me has traído- al ver la ropa interior, al contrario como un striptease empezó a vestirse bailando, pero estaba tan exprimido que ya no me subió, aunque me puso cachondo mentalmente, lo físico necesitaba un descanso. -¿hoy me vas a ayudar en la frutería?- yo asentí, -gracias Pablo- yo negué con la cabeza –es lo que un hombre tiene que hacer por su mujer- la abrace por detrás aun estando en ropa interior y nos besamos en los labios.

Una vez completamente vestida, salimos cogidos de la mano, pero al ver a mi hermana y su marido, me soltó. -¿Qué tal habéis dormido?- pregunto Miguel, intentando ser amable, al ver el gesto de la frutera. –eh dormido muy bien, ¿y tú, Pablo?- dijo ella un poco cortada, pero queriendo saber mi opinión, -Yo… quede inconsciente de lo cansado que estaba- ella un poco roja, me piso un pie con disimulo, para que no fuera tan explicito, mi hermana que lo vio todo, -Nuria, ¿vamos a la cocina y traemos vuestro desayuno?- Nuria asintió, me dio un beso en el cachete, muy próximo a los labios y ambas se dirigieron a la cocina.

-¿Qué tal Pablo?- Pregunto Miguel, el marido de Zoé ansioso por saber algo ya, a pesar de que sabía que mi hermana se lo contaría luego, aunque era seguro que nos escucho anoche –bien, agotado- El sonrió –bueno, eres un hombre, seguro que aguantas, cuídala, se la ve cansada- yo respondí con un murmullo –no me extraña…- pero antes de que el preguntara que había dicho, dije en voz alta, -si, seguro que lo está, me ha pedido que la ayude hoy en la frutería- el me sonrió, demostrándome que aun iba un paso por delante de mí y me contesto –pero eso no es solo por eso, es muy buena señal, porque quiere que paséis tiempo juntos- entonces pregunte -¿no quiere estar separada, de mi, verdad?- el me guiño un ojo –no, no quiere- yo en un momento de sinceridad con el marido de mi hermana, -la verdad, es que yo tampoco quiero- el sonrió –entonces, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?- yo asentí justo cuando llegaba mi hermana y mi chica, con el desayuno de ambos, pero mientras tanto…

Nada más llegar a la cocina, Nuria rompió a llorar, se tiro sobre Zoé, mientras que decía: -lo que he hecho ya no tiene vuelta atrás…- mi hermana solo la abrazo, espero a que se calmara un poco mientras Nuria que seguía llorando, volvió a hablar -¿Cómo mirare a la cara, ahora a mi marido, como?- mientras que seguía llorando –tu hermano está loco, lo hemos hecho sin preservativo y varias veces…- mi hermana fuera de sí, la sentó en la mesa, le puso un te calentito sobre la mesa, mientras que Nuria seguía llorando. –tomate esto, relájate y hablamos…- Tras un rato, llorando, Nuria se relajo y obedientemente se tomo el té, -¿podemos hablar ahora?- pregunto educadamente, aunque en realidad necesitaba hacerlo urgentemente, mi hermana se encendió un cigarrillo y pregunto.

Le dio una calada al cigarro, por supuesto antes de preguntar-¿Por qué dices que lo que habéis echo ya no tiene vuelta atrás?- y luego expulso el humo, una vez termino de hablar, Nuria no lo pensó mucho –porque ya lo hemos hecho- mi hermana volvió a preguntar haciendo lo mismo con el cigarro -¿pero tú querías?- Nuria lo pensó un poco, -en parte si, en parte no, me parece muy pronto- mi hermana sonrió, ganándose una mirada de reproche de Nuria. -¿entonces, si no estabas segura, porque no lo detuviste?- Nuria miro hacia abajo con un retazo de culpabilidad –te hice caso, me deje llevar- mi hermana sonrió -¿y qué tal estuvo?- Nuria por un momento olvido la culpabilidad –fue brutal, tu hermano es una máquina- pero cuando la culpabilidad volvió –eh, no me cambies de tema…- mi hermana dijo esta vez olvidando el cigarro –no lo hago, si estuvo bien y te dejaste llevar, olvida lo demás-

-pero, ¿Cómo mirare a mi marido a la cara?- mi hermana volvió a darle una calada a su cigarro –pues no lo mires, mira a mi hermano, además ¿Quién está salvando vuestro negocio?- Nuria se dio cuenta que Zoé en esto no podía ser imparcial, mientras esta expulsaba el humo de sus pulmones, aunque también se dijo así misma, que tenia parte de razón. –pero, ¿y lo del crio?- Zoé, dijo –pues tomate una píldora del día de después- Nuria puso cara de asombrada, -entonces tu hermano me odiara- Zoé aclaro guiñándole el ojo –mi hermano no tiene porque enterarse- Nuria pensó que Zoé tenía razón de nuevo, -¿y de que sirve, si lo vuelvo a hacer con él?- pero Zoé ya tenía todas las respuestas para todo esto –pues no lo hagas, mientras que no lo tengas claro, no repitas- entonces Nuria, sonrió avergonzada, -es que me vuelve loca, no sé si voy a poder aguantar sin repetir- Zoé riéndose por el comentario de Nuria, le dijo –chica, no se puede tener todo, tienes que elegir- Tras reírse ambas, ambas decidieron que era momento de volver para que los hombres no sospecharan, al llegar vieron a los dos sonriéndose mutuamente, por algo anterior que habían hablado.

El desayuno se desarrollo con tranquilidad, Nuria y Pablo disimulando que no había pasado nada entre ellos,  Zoé y Miguel simulando que no sabían nada… tras el apacible desayuno, Pablo que estaba pensando en saltarse hoy las clases para estar con Nuria, se monto en la moto tras quitarle el candado y el seguro, Nuria se puso el casco y se abrazo fuerte a Pablo, mientras pensaba en que hacer, si tomarse la pastilla o no, si cambiar a Pablo por su marido, si mirar a uno o a otro, Zoé y Miguel salieron a despedirles y luego, ambos salieron en la dirección de la frutería.

Al llegar allí empezaron las sorpresas, Mario, estaba allí vestido de manera elegante y con un ramo de rosas, parecía haberse dado cuenta de que su matrimonio se iba al traste y estaba reaccionando. Yo agache la mirada, puse la moto en la pata de cabra y ayude a bajar a Nuria, bajando la cabeza, sin querer ver esto, pero volviendo a repetir el destino una jugarreta, como la de ayer, mientras que me dedicaba a asegurar la moto, ella se quito el casco y se acerco a su marido.

Este la espero con los brazos abiertos y para mi sorpresa, además de la del susodicho, ella no se acerco, solo le dijo: -ah, te has dignado a aparecer por la mañana, gracias por las flores ¿y con esa ropa, piensas ayudar?- mientras que cogió las flores y las olio. –Pensaba ir a casa a cambiarme ahora ¿y quién es ese?- me señalo a mí, en otra ocasión, le hubiera respondido, pero sabía que no era el momento. – ¿El? ¡Él es solamente el informático que he contratado, que está salvando, nuestro negocio!- dijo señalándome a mí, salude de forma estúpida, para calmar un poco los nervios del momento. -¿informático? ¿Cuántos años tienes diecisiete?- el tío era imbécil de eso no había duda, pero tenía buen ojo para la edad, eso no podía negarse.

-¿tiene dieciocho, verdad?- ella me miro con dudas al respecto, quizá no era buen momento, para decirle la verdad o quizás no existiría un buen momento para eso, aunque fuera solo un año, era un año importante –tengo dieciocho- y el marido para rematar la faena, quiso hundirme del todo -¿y me puedes decir que carrera de informática, se acaba con esa edad?- pero yo tenía una buena respuesta para eso -¿Qué más te da? Mientras reflote tu negocio- ella reacciono por mis palabras –y al menos el me ayuda en la frutería- el sintiéndose acusado y queriendo alejar comparaciones en las que sabía que ahora mismo perdía, -sí, pero no es lo mismo, a él, le pagas- si yo hubiera sido solo el informático y el su marido, verdaderamente el hubiera ganado la discusión, pero como yo era algo así como su novio y el su marido, ella no me pagaba o diríamos que me paga lo mismo que a él, yo trabajo muchísimo y el no trabaja nada, perdió la discusión y me atrevería a decir, que no solamente eso, quizás el, convenció a Nuria de que mi hermana tenia razón.

-¡¡ya puedes ir a casa, cambiarte de ropa y ponerte a trabajar en el negocio!!- el al ver como se ponía su mujer, salió disparado, intento besarla en la boca y ella le puso el cachete, a mi no me gustaba ver a Nuria tan alterada, pero me alegraba que no fuera conmigo. Una vez que su marido salió disparado para casa, me miro con dulzura, mientras yo me quitaba el casco, -¿vamos?- yo asentí y dije: -vamos- Mientras que preparábamos la frutería para la venta, al ir a coger las cajas, me roce dos veces con ella al pasar, en realidad fue sin querer, pero a ella pareció afectarle–eh vaquero, que no soy de piedra- me guiño el ojo y yo me reí, al poner la fruta bien, ella se rozo conmigo también varias veces con el culo al estar agachada –Nuria, si no quieres quedarte más tiempo en esa postura, evita rozamientos innecesarios-  ella solo se rio y contesto -¿Quién te ha dicho que son innecesarios?- me puso una cara parecida a la que me puso anoche que tan loco me volvió, si no hubiera estado más que saciado y en la frutería, podrían haber pasado cosas, que nadie esperaba.

A parte de los roces y el tonteo de los comentarios, hubo miraditas, cada vez que uno hacia una cosa el otro le estaba mirando y de al revés, cuando estábamos a punto de besarnos, Nuria vio pasar el coche de su marido, me empujo con suavidad, justo a tiempo cuando entro un cliente y se puso a atenderlo, cuando entraba en la barra, mi mano no se separaba de su culo, ya que no había forma de que el cliente viera nada y cuando ella no usaba las manos, me agarraba la mano, pero todo eso fue, hasta que su marido llego por la puerta, a raíz de eso, nos distanciamos, el se había puesto manos a la obra y debo admitir, que sabia mas de frutería que yo, cuando llevábamos media mañana trabajando los tres.

El había intentado buscar a su mujer en varias ocasiones, para un roce, un cariño, un beso y ella lo había rechazado, había cumplido hasta ahora, cuando su marido no miraba, teníamos nuestras miraditas, nos rozábamos al pasar y nos acariciábamos cuando nadie nos miraba con mucho disimulo. –oye, ahora que estoy yo, el se puede ir a hacer su trabajo en el ordenador- dijo su marido, arto de que yo estuviera allí, -no, el se queda que me quita mucho trabajo- el marido puso cara de disgusto, pero sabiendo que no estaba en posición de discutir, se cayó, por ahora. Yo sabía que era un riesgo tenerlo allí, ya que nuestras miradas, nuestras manos y nuestra cercanía hablaban por sí solas y tenían vida propia, pero no podía influir, debía ajustarme a esto, hasta que ella decidiera.

Trabajamos mucho esta mañana, mi hermana y su marido se pasaron por aquí, nos saludaron vieron la situación, mi hermana al saludarme me susurro: -animo- al ver mi cara de desanimo, por la incómoda situación, Miguel, me pidió ayuda para descargar mas cajas, -¿Cómo lo llevas?- yo no sabía que responder, ya que veía a Nuria dudar, se decantaba por mí, pero eso podía cambiar en cualquier momento y no podía hacer nada –tranquilo, pase lo que pase has hecho todo lo que has podido- entonces si le respondí -¿tú crees?- el asintió y tras descargar, ocho cajas, seis de verdura y dos de fruta, las organizamos entre el marido y yo, que ahora, estaba a sus órdenes, parecía. Mi hermana mientras el marido estaba conmigo fuera y su marido ocupado conmigo, -aquí tienes, tu veras lo que haces- Zoé le guiño un ojo y le entrego una pastilla del día de después, Nuria la miro y suspirando por la difícil situación que tenía entre manos, -gracias, ¿Cuánto te debo?- Zoé sabiendo que pasara lo que pasara tenían que volver a verse el fin de semana, negó con la mano y la cabeza -ya me lo pagas el fin de semana- Tras eso seguimos trabajando, hasta que llego la hora de cerrar.

-este chico no se le da bien la frutería, mejor que se vaya al ordenador…- dijo el marido, delante mía de nuevo, mientras Nuria y yo trabajábamos el solo se estaba quejando, -por lo menos el trabaja todo el rato, no se para a protestar- el marido se rio avergonzado y siguió trabajando, aunque cuando podía se escaqueaba, al fin terminamos los tres, queriendo quedar bien delante de su mujer. -¿Cuánto te debo?- yo mire a Nuria, que lo miraba sorprendida –yo no cobro al día, cobro al mes- el asintió -¿Cuánto cobra?- miro a Nuria, que obviamente no sabía que responder –yo cobro ciento cincuenta euros al mes y estoy contratado a media jornada- el marido protesto por el precio, pero le pareció razonable, guardo el dinero -¿esta tarde estamos solos o también viene el?- pregunto molesto el marido –esta tarde también viene- dijo Nuria mirando para abajo, sintiéndose quizás culpable, el marido se enfado pero no dijo nada.

Ella se acerco a mí y por lo bajini me dijo –te voy a echar de menos, hoy- yo susurre al aire –yo también- y luego dijo en voz alta –esta tarde nos vemos, Pablo- me guiño un ojo, el marido se puso a nuestro lado, -hasta esta tarde- me ofreció la mano, yo se la di, -hasta esta tarde- tras eso me fui a casa pensativo y Nuria se marcho con él. Ambos nos miramos, ella a mí, por el espejo retrovisor y yo a ella, también, pero tras de eso, nos perdimos de vista, no podía evitar sentir, como que le había atado una cuerda a mi corazón y que se lo llevaban a cincuenta kilómetros por hora, hacia Conil.

Volví a casa con algo de remordimientos por lo que estábamos haciendo, así que intente ver si podía convencer a mi padre de que si me la había tirado, había ganado el reto, si lo convencía, el abuelo estaría tirado, así que al llegar a casa, lo encontré jugando a las cartas con el abuelo, si lo lograba seria un dos por uno.

-papa, he conseguido su tanga empapado y manchado de mis propios fluidos- mi padre sonrió –buen trofeo, digno de un Nera, eso es que vas por buen camino- el abuelo, solo asintió, -me preguntaba, si no es suficiente, que me lo hiciera con ella ayer- mi padre que sabia por donde iban los tiros me respondió –sé por dónde van los tiros y no, no es suficiente, debe ser tu novia, como mínimo- el abuelo conto una historia al respecto –sabes, me has recordado a cuando tu padre llego al ritual, intento por todos los medios que solo fuera sexo con tu madre, porque no quería comprometerse para toda la vida y le respondí lo mismo, no- yo negué con la cabeza –pero no lo entendéis, ella está casada, le voy a destrozar la vida tanto a él, como a ella- mi padre me negó con la cabeza, me acaricio el pelo y añadió –quien sabe, quizás el será más feliz sin ella y vosotros os casareis, tendréis hijos y seréis felices- mi abuelo remato la faena –como tu padre- mi padre le sonrió a mi abuelo y luego siguieron con su juego de cartas, yo me senté en la mesa y apenas comí, sin escuchar las conversaciones de los demás, solo pensando en Nuria, en que haría.

Tras eso, fui al gimnasio, me duche y a la hora de abrir la frutería, allí estaba yo, ellos llegaron tarde, pero llegaron. –Perdona por la tardanza- sus ojos me decían mucho más que su boca, pero su marido siempre estaba allí para meter la puntilla –no te disculpes con el personal, si se enfada, contratamos a otro- yo lo mire mal, ella me guiño un ojo, mientras que el marido abría la puerta y al entrar lo mato por mi –dudo que encontráramos a nadie que hiciera su trabajo- su marido lejos de estar contento volvió a atacarme –tienes razón y menos por ese precio…- sin saber que a su vez atacaba a su mujer, ella iba a gritarle, cuando yo toque su espalda con mi mano y entre en la tienda, no sé qué paso, pero se calmo con mi roce. Tuvimos un día ajetreado, en el que solo nos quedaron las miradas, ya que el marido estaba atento a todo, trabajamos mucho y tuve que soportar al imbécil de su marido, pero fue un buen día.

En uno de estos me metió la mano en el bolsillo de detrás del pantalón vaquero, me cogió el culo y siguió trabajando, le devolví la Azaña acariciándole la espalda, una vez que se puso de lado y el marido no podía vernos, me devolvió una sonrisa, justo cuando cerramos nos despedimos con tristeza y me dijo algo que me dejo un poco confundido: -a veces las cosas no son lo que parecen- temía que se refiriera a que se estaba echando para detrás, temía que se estuviera decidiendo por él y quizás me lo confirmo cuando el antes de irnos, el dijo –mañana no vengas, Pablo, nos apañamos nosotros solos- yo la mire a ella y ella dijo –pasado ven a buscarme para ir al campo- sin mirarme a los ojos, solo mirando para abajo.

Debo admitir, que me dolió muchísimo, me fui para casa llorando y sus palabras retumbaban en mi cabeza, “a veces las cosas no son lo que parecen”, pase muy mala noche y no entendía muy bien que estaba pasando, pero me imaginaba a Nuria volviendo con su marido y me despertaba, me desperté sudando a las cuatro de la mañana, me levante para ir al baño…

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