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Transformaciones

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TRANSFORMACIONES

Tardé bastante en darme cuenta que causa lo provocaba. Al principio solo sentía los síntomas cuando ocurría la transformación. Al empezar, notaba unos picores intensos que se iniciaban en las manos y que después, se extendían por los brazos y al final a todo el cuerpo, incluso a mis piernas.

Cuando noté este fenómeno por primera vez, me hizo cierta ilusión que lo había sentido en mis extremidades inferiores, porque aunque son sensibles, lo hacen muy por debajo del resto del cuerpo. En ellas, un golpe, un pinchazo o cualquier otra prueba, de las que me suelen hacer los médicos, cuando las revisan para medir la intensidad de mis sensaciones, la del dolor la noto muy inferior que en mi tripa o brazos.

Esos picores se intensifican de tal manera, cuando ya son sentidos en todo el cuerpo, que desembocan finalmente en un aumento del calor corporal, que eleva, aunque no me he puesto el termómetro, por lo menos dos grados mi temperatura, pues siento un golpe de calor como cuando penetras en un lugar de ambiente muy caluroso.

Después, de una manera brusca, desaparecen los picores y la sensación de calor y quedo en un estado de ingravidez en el que no percibo el dolor, calor, frío, ni ningún fenómeno físico exterior que actúe sobre mí. Siento una paz, una sensación de no estar, aunque me veo allí, de que soy ajeno a todo lo que ocurre o pueda suceder en mi cercanía, de manera que podría decir que mi yo consciente no existe.

A partir de ese momento no soy ejecutor de mis deseos, ocurren mandados por otra fuerza ajena que me domina, aunque los sentidos que reciben estímulos físicos no funcionan, sí lo hacen los que captan los psíquicos, si lo que sucede es placentero, lo siento y si es doloroso, también. Esto último lo sé, no porque cuando está sucediendo sea consciente de ello, sino porque recordando después, rememoro y veo y siento entonces, como en una película o sueño, lo que pasó anteriormente.

Cuando me transformé por vez primera, intenté recordarlo al día siguiente como si fuese un sueño que rememoras al levantarte. Creí que esos sucesos no los había vivido, como habían sucedido durante la noche, aunque notaba que estaban pidiendo salir a borbotones de mi subconsciente indicándome que eran reales y no soñados, no llegué a concienciarme suficientemente hasta que pasó un tiempo y comprobé que eran diferentes a los recuerdos que quedan cuando se sueñan.

Sentí, ante lo que había ocurrido durante el tiempo que estuve en este estado y que iban apareciendo en mi mente de una manera vívida, unas sensaciones que según iban plasmándose en mi memoria, eran agradables, morbosas y de infinito placer sexual, aunque en mi consciente seguía creyendo que no eran reales sino oníricas.

Comprobé después que no podían ser sueños porque no ocurre de esta manera, según pasan los días se mezclan con lo real y terminan por ser irreconocibles y en este caso los seguía teniendo vívidos.

Pensé mucho cual podía ser el desencadenante. Al principio creí que era el ordenador, porque era el chat el que me orientaba hacia los individuos con los que me relacionaba. Después comprobé que efectivamente las charlas del msn eran las que me ponía en la dirección de las personas, pero no era él quien ponía en marcha todos los fenómenos y transformaciones que se originaban en mí interior.

Era algo que a la vez estaba fuera y dentro de mí, que hacía que ciertas neuronas de mi cerebro comenzasen a trabajar de manera desordenada, sin que mi voluntad actuase y que ponían en marcha fuerzas extrasensoriales que debían de estar presentes o quizá al revés, esas fuerzas se ponían en marcha y después actuaban sobre mis neuronas.

Después sí, recogían otras sensaciones que estaban en mi cerebro, como las frases que cambiaba con mis amigos de internet, para orientar el camino de mi inconsciencia hacia ellos. Eso me equivocó en el la búsqueda durante cierto tiempo. Aunque llegué pronto a darme cuenta que eran varios los factores que actuaban y que seguramente serían sencillos, estarían ante mí y por elementales no eran descubiertos. Suele ocurrir que los datos están ante nosotros y no somos capaces de reconocerlos a primera vista por lo cercanos que se encuentran.

Dicen que los fenómenos extraordinarios suceden en las personas propicias a ellos. Así las apariciones religiosas siempre han sido sobre monjas que ayunaban o sobre niñas pequeñas que estaban imbuídas de la religiosidad que se tiene a esa edad. Los ovnis siempre se han aparecido a personas que estudian ese fenómeno y los extraterrestres a personas, que después han escrito un libro sobre el tema. Quiero con ello remarcar que no me sentía propicio a nada de lo que sucedió. Más bien soy bastante incrédulo para los fenómenos paranormales.

Soy un chico de dieciséis años, no digo normal, porque tengo una minusvalía que me afecta a las piernas y que me obliga a usar muletas especiales o una silla ortopédica y algo malo en el cuello, que no me permite tener derecha la cabeza, sin un apoyo especial. Puedo sin embargo considerar normal todas las demás constantes, cerebro, digestión, vías urinarias y también la libido, que la puedo tener tan desarrollada como cualquier chico de mi edad, o quizá más, por las nulas ocasiones que he tenido de calmarla con otros muchachos, porque debo de decir que siento sexualmente de manera gay.

Esta falta de actividad sexual la calmo hablando con amigos por internet de esas ocasiones que me faltan y haciendo planes, sueños y promesas de lo que haríamos si estuviésemos juntos. Muchas veces me dejo llevar por los sueños oníricos y creo hacer realidad mis deseos y entonces me masturbo como creo hacen los demás muchachos que tienen mi edad para calmar esos deseos.

Cuando sentí los primeros picores no les di importancia, tampoco eran demasiado fuertes, al rato, cuando fueron aumentando en intensidad, pensé que alguna comida los había provocado y cuando el calor empezó a sentirse por todo mi cuerpo, me ilusionó comprobar que mis piernas también participaban, pero después sí que me asusté, porque mi salud no es lo mejor que tengo y creí verme con alguna complicación importante.

Hasta que pasé al estado de ingravidez todo fue muy real, pero a partir de ese momento hay como una nebulosa en mi mente y lo que recuerdo, haciendo el esfuerzo de rememorar, aunque vívido en algunos instantes, se pierde en otros, pero te voy a intentar plasmar aquí, por escrito, lo que recuerdo.

Surgió en la habitación, en la que estaba sentado, de pronto una energía, que se notó reflejada en el aire como si de un viento cósmico se tratara, a pesar de que las ventanas estaban perfectamente cerradas, lo que me hace pensar que estaba allí escondida o se ocasionó dentro por algo extraordinario que ocurrió. Parecía el diminuto huso de un pequeño huracán que se desarrollase en el suelo del recinto. Después fue girando de una manera enloquecida, creciendo a la vez, mientras se colocaba debajo de la silla en la que estaba sentado y envolviéndome en el torbellino que formaba.

Sentí que me levantaba del suelo, me mecía un instante para enderezarme y nos metía a continuación en el huso de aquella potencia cósmica. Hacía posteriormente avanzar la silla, conmigo sentado, hasta posicionarse en la parte superior, en el cono mayor del huso, donde permanecía en equilibrio.

Me veía sentado, agarrado a los brazos acolchados de la silla. Sentía lo mismo que cuando vas sentado en una cabina de la montaña rusa, pero a diferencia de ésta, que está quieta, avanzaba a la vez que la energía que me rodeaba, girando a una velocidad que debía de ser endiablada, aunque no se notaba por ese fenómeno físico que hace parecer que no te mueves, cuando lo haces a la misma velocidad que el medio donde estás.

No se veía nada, nos rodeaba, según marchábamos una espesa niebla, que no estaba formada por gotas de agua en suspensión sino por la energía cósmica que nos arrastraba con ella. Ibamos por un espacio muy extraño, no era el atmosférico que conocemos, aunque no lo notaba entonces. Daba la sensación de no pertenecer a un mundo real sino imaginario, a esos mundos que vemos en las películas que están formados por energías que avanzan en forma de turbiones por el exterior sideral del universo, hacia mundos desconocidos que lo pueblan.

Cuando los barcos o aviones son arrastrados en el triángulo de las Bermudas hacia el agujero negro que dicen existe, creo que es una idéntica energía la que los arrastra hacia infinito desconocido.

Parecía no moverme y en uno de los momentos, mientras sabía que avanzaba, toqué mis piernas y sentí un calor en las palmas de las manos como si mis extremidades estuviesen ardiendo, no recuerdo, sin embargo, que notase ninguna sensación de calor en el resto del cuerpo, ni dolor tampoco en las piernas por esa alta temperatura, que parecía, tenían.

De repente todo lo que me rodeaba, niebla, viento cósmico, sensación de ingravidez desapareció y me vi solo. sentado en mi silla ortopédica, en el medio de una plaza que aunque tenía la sensación de conocerla, no recordaba haber estado allí nunca, mientras de las sombras de unos soportales salió un chico que se acercó, un poco tímido al inicio, pero solícito después.

- ¡¡ Hola Valen !!, porque ¿tú eres Valen, verdad? – me saludó acercándose a la silla donde estaba sentado en medio de la acera – has venido como me prometiste, ahora me toca a mi cumplir con mi parte. Pasearte y enseñarte algo de mi ciudad.

La voz no la reconocí y la cara, cuando la vi cerca de mí, me costó un poco rememorarla. Luego, repasando en mi mente las fotografías que había ido recibiendo de mis amigos de internet, caí en la cuenta que era la cara de Enrique, un chico al que conozco hace tiempo y con el que había estado hablando aquella tarde. Recordé que habíamos hablado de mi estado y él se ofreció a pasearme y a cuidarme si yo estuviese a su lado.

Me había prometido durante la conversación, noté que de una manera sincera, pero sabiendo que yo no podría ir hasta él y que lo mismo sucedía por su parte.

Si estuvieras aquí te llevaría de paseo y seguro que haríamos algo más que pasear – me había insinuado escribiendo un monigote que señalaba deseo.

Enrique agarró mi silla por la parte de atrás y como habría visto hacer en muchas ocasiones, comenzó a empujarla hacia delante. Se notaba que no tenía práctica, pero eso recuerdo, no me importaba en absoluto en aquel momento.

Le miré bien a la luz de una farola, que estaba cerca cuando pasamos bajo ella, era más bajo y delgado de lo que me había figurado por la foto que de él conocía, pero su cara era más bella que la que estaba plasmada en la instantánea que me había mandado. Era un chico con el que me había gustado conversar en nuestras charlas de internet y habíamos tomado bromas y dirigido frases de doble intención muchas veces, de manera que había quedado implícito, que haríamos cosas sexualmente atrevidas, si las circunstancias nos juntaran alguna vez.

Si vuelvo a aquellos momentos me veo feliz, incluso alargué la mano hacia atrás para que me la acariciara por un momento, cosa que hizo de una manera suave y cariñosa, pasando su palma por el envés de la mía, mientras íbamos avanzando.

Recuerdo también que me iba hablando mientras me enseñaba cosas de su ciudad. Parece sin embargo que no me pareció extraño entonces, aunque luego, volviendo atrás en los recuerdos, sí lo aprecié, que las calles estuvieran desiertas, pues nadie, ni vehículos, ni personas, pasaban por ellas.

Sí había luces encendidas de neón en los anuncios de las fachadas y escaparates iluminados, porque vienen a mi memoria que vi ropas, zapatos, enseres domésticos y muchos otros artículos en los encendidos comercios, según pasábamos.

También recuerdo, porque siento ahora el mismo placer que noté entonces, cuando me acercó por detrás su cara a la mía y me estampó un beso suave y caluroso en mi mejilla.

Después de un recorrido por unas calles abandonadas nos acercamos a un parque. No parecía muy grande pero sí hermoso y cuidado. Desde la acera donde estabamos veíamos un sinfín de caminos, algunos de grijo y otros cubiertos de trozos de mármol haciendo dibujos artísticos, bordeados de setos de regular altura, que los separaba de macizos de verde hierba o de flores tropicales, formando dibujos geométricos.

Enrique puso su mano sobre mi hombro mientras me arrastraba y después con la misma, me acarició el rostro y sé que la besé cuando la acercaba a mi boca y luego mordí suavemente un dedo, porque gritó riéndose.

- ¡¡ Ay !! no me comas aún.

Penetramos en aquel bello rincón. No sé la hora que sería, pero era tarde porque no había luz diurna aunque estaba iluminado suficientemente para poder permanecer allí. Estaba también desierto porque no vimos tampoco a nadie, como en todo el recorrido que habíamos hecho hasta llegar. Colocó mi silla al lado de un banco, debajo de un árbol florido, frondoso y acogedor, donde creo se pensaba sentar él.

Puse el freno para que no resbalase mi asiento y esperé a que Enrique se sentase frente a mí, para iniciar las caricias, primero en sus manos, después en su rostro, su pelo y su nuca cuando inclinó su cara hacia mí para besarme en los labios.

Recuerdo que me sentía feliz y le dije lo emocionado que estaba de estar junto a él.

- Enrique eres bello, más que lo que yo creía. Me gustas, aunque yo me siento cortado por mi estado, no soy seguramente lo que esperabas de mí.

- Tonto – me contestó rápidamente tapándome la boca con sus dedos – también me gustas. Siempre he sentido por ti un cariño y un aprecio especial. Ya te lo he dicho muchas veces.

Nos seguimos acariciando, se iniciaron los besos ardientes y todo el conocido preámbulo, del que yo siempre hablaba mucho, pero que nunca había conocido. Enrique correspondía a todas mis caricias, las alargaba, las repetía y muchas de ellas las iniciaba él. Notaba que se sentía satisfecho a mi lado. Yo estaba en la gloria y recuerdo pensaba.

- ¡¡ Dios mío !!, ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿A quién debo de pagar este favor tan maravilloso?.

Al no poderme mover de la silla para sentarme junto a él en el banco de madera y como en el suelo de hierba no quiso que me pusiera, utilizamos la mejor postura que se nos ocurrió. Nos quitamos los pantalones y slips, Enrique abrió sus piernas y se sentó sobre las mías poniéndose los dos sexos juntos, mientras nos seguíamos acariciando y besando con fruicción.

Nada más tomar mi amigo esta postura, en cuanto sus nalgas tocaron mis muslos, comentó extasiado.

- ¡¡ Qué calor más maravilloso despides, Valen !! Me estás transmitiendo algo de él, pues siento en mí una sensación tal de sexualidad y de energía como no lo he disfrutado nunca hasta ahora.

No solo lo decía sino que lo manifestaba dándome abrazos, besos y apretones como si lo que estaba recibiendo de mí, fuese lo más sublime efectivamente que había notado nunca en su vida.

Como yo no sabía si Enrique era la primera vez que se encontraba en aquella posición o era un novato como yo, que disfrutaba de aquel placer por primera vez, recuerdo no comenté nada.

Mi acompañante loco de deseo, como si estuviera poseído de un desenfreno que dominase todo su cuerpo, se escurrió en busca de mi endurecido pene, para introducirlo en su abierto y deseoso agujero, que se lo reclamaba según él, sin demora

- ¡¡ Métemelo !!, ¡¡ mételo !!, ¡¡ qué placer !!, ¡¡ qué locura !!, lo que siento es algo que nunca creí sentir, ¡¡ esto es la gloria !!, Valen, nunca he sentido lo que recorre mi interior, ¡¡ Qué feliz soy en este momento !!.

Eran tales los movimientos copulatorios que hacía al pronunciar estas frases, que en muy poco tiempo, sus depósitos seminales descargaron todo lo que tenían guardado, para culminar lo que hacía rato estábamos realizando.

En cuanto se derramó, la misma energía cósmica que me había llevado hasta la plaza de aquella ciudad apareció de la misma manera que lo había hecho en mi habitación, revoloteó a nuestro alrededor en su forma de espiral en huso y me levantó de la silla dejando a Enrique sentado y sólo en aquel banco del parque.

El tiempo de vuelta no sé si fue más largo o breve, porque tampoco lo pude medir a la ida. Sé que me encontré en mi habitación porque allí amanecí, sentado en mi silla, a la mañana siguiente, sin pantalones ni slips, que se debieron quedar perdidos en aquel maravilloso parque.

Los recuerdos de aquel viaje y lo que ocurrió en él fueron los que ocuparon mis pensamientos durante los días siguientes. Los viví muchas veces y cada vez que lo hicieron dejaron en mí un recuerdo muy dulce de mi amigo Enrique con quien quise hablar por internet en multitud de ocasiones, para darle las gracias y disculparme por aquella huida tan rápida de la que no había tenido culpa, pero nunca le encontré conectado en los días sucesivos.

Yo creía que todo había salido de maravilla y estaba esperando que la aventura se volviera a repetir, por lo que intensifiqué las conversaciones en internet, sobre todo con los chicos que conocía y más me gustaban, ya que te he dicho que creía entonces, que el ordenador o el chat eran los que me hacían viajar para encontrarnos y gozar de nuestros conocimientos personales.

Aún no te tenía añadido en mi lista y me alegro porque seguro hubieras sido tu mi preferido y no hubieras podido elegir libremente nuestro encuentro.

 

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Pasaron casi quince días hasta que una noche me había sentado en el mismo sillón, cansado del ordenador y había comenzado a mirar las fotografías de los chicos con los que había hablado aquella tarde. En un movimiento instintivo mientras recordaba lo que nos habíamos dicho, comencé a pasar mis dedos para acariciar sus rostros, porque tenía esa costumbre cuando pensaba en alguno de ellos en particular.

Cuando recordaba a mis queridos amigos de una manera genérica, cuando quería agradecerles lo buenos y cariñosos que eran conmigo, solía pasar mi mano completa por las páginas para acariciarles, mientras tenía una frase amorosa, dirigida a cada uno de ellos, dicha en voz baja o con el pensamiento.

Mis manos empezaron a picarme como la otra vez. Ya conocía los síntomas y lo que iba a venir después. Me alegré mucho, porque lo había pasado tan bien la vez anterior, que estaba ansioso de repetir lo sucedido. Aquella tarde había hablado con varios de mis conocidos y mientras esperaba sentado en mi silla que me elevara del suelo, especulaba con quien me tocaría esta vez disfrutar un encuentro amoroso.

Esperé a sufrir todo el proceso de transformación y cuando el polvo cósmico con su enorme energía me trasladó, solo hice dejarme abandonar en esa ingravidez que llegaba a sentir para que me llevase donde quisiera. La parada después de la desaparición de la energía, de la niebla y de los síntomas, fue en el borde de una playa.

A pesar de la penumbra se veía que estabamos en un pequeño pueblo situado a la orilla del mar. Por el oleaje me pareció que se trataba del Mar Mediterráneo porque por el norte las olas son mucho más elevadas y rompedoras. También por la temperatura del ambiente y el olor a azhar que se podía percibir de los huetos cercanos, podía ser que estuviésemos en el litoral levantino.

La playa, donde me dejó la extraña fuerza cósmico-sideral que se iniciaba en mi casa, estaba a continuación de un pequeño puerto pesquero. No era muy larga pero comprobé que su arena era fina y de color de oro y sobre ella descansaban varias barcas varadas, entre las que miré desde donde me encontraba por ver si había sombras de alguien que me esperaba.

Cuando estaba en esto, no me di cuenta hasta que se movió mi silla, que por detrás se había acercado un chico que me decía.

- Valen, he sentido estando en la terraza mirando las estrellas y la noche, que venías, no sé explicarte quien me lo comunicaba, pero algo me ha hecho acercarme hasta aquí. Sabía que eras tu el que encontraría en este lugar.

- Jaime, mi amor, no sabía quien me iba a recibir pero me siento enormemente feliz de que seas tú quien esté aquí conmigo.

Tenía muchos y buenos amigos, me conocían y sabían mis problemas y como estaba necesitado de cariño, comprensión y ánimos y todos se dirigían a mi, rivalizando entre ellos, para dármelos.

Con todos tomaba bromas de lo que haríamos al unirnos, aunque sabíamos que era prácticamente imposible que sucediera, por mi minusvalía y porque de una manera voluntaria me recluía en mi casa, sin salir de ella, motivado por un quizá miedo excesivo a que me conocieran como soy tan disminuido, tan feo y con tan pocas bellas cosas físicas que ofrecer a nadie.

Sin embargo y a pesar de esto, siempre noté que la mayoría me aceptarían como un amante ocasional, menos los que tenían pareja y que, estando felices con ella, no le hubieran sido infieles nunca. Tenían un corazón de oro, siempre me decían, cuando yo me minusvaloraba, durante alguna época depresiva.

- No pienses en eso, eres como los demás, lo tienes todo como los demás y Valen eres una buena persona que es lo importante

Lo que había ocurrido, bueno lo que yo creí había ocurrido con Enrique, me lo atestiguaba. Mis amigos eran maravillosos, las mejores personas del mundo y Jaime era uno de los más destacados.

No quiero extenderme en los detalles preliminares pues se desarrollaron de una forma parecida a como fueron con Enrique, besos, abrazos, caricias, morreos y achuchones sinfín.

La única diferencia fue, que en la playa, echados los dos sobre la arena, las efusiones de Jaime en el momento de la culminación, fueron mucho más ruidosas que en el parque, porque cuando mi espada le penetró, acercándose mis muslos hasta su bello y duro culo, los gritos de placer creo que fueron oídos hasta por un grupo de pescadores, que en sus barcas, faenaban a un kilometro de distancia mar adentro.

En tierra nadie nos oyó porque nos habíamos ido hasta el final de la playa, por mi indicación, en prevención de que ocurrieran, los enormes gemidos de placer, que luego sucedieron.

 

- - - o o o - - -

 

No averigüe lo que pasaba hasta no tener un tercer encuentro. Este fue con un chico que se llamaba Rafa y se desarrolló en una ciudad del interior, exactamente en Toledo.

No había tampoco nadie cercano y la "faena" tuvo lugar en una plaza muy recoleta, también por la noche y al abrigo de la pared de una iglesia antigua que pertenecía a un convento de una orden religiosa de clausura de la que no llegué a averiguar su nombre.

No sé si se enteraron, a pesar de que intenté por todos los medios calmar los arrebatos de mi amigo, pero cuando llegó al éxtasis, dio unos alaridos tan elevados con frases tan sexuales e explícitas que temo llegaron y taladraron los castos oídos de las monjas o frailes que habitaban en aquel recatado lugar.

A los dos días de haber regresado, estaba ojeando un periódico, cuando leí.

 

 

Suceso extraño en Toledo.

 

R.M.N. de dieciséis años de edad, apareció herido anoche en la Plaza del Convento Viejo, siendo atendido por la policía municipal, que le trasladó al Hospital Provincial donde le pronosticaron quemaduras de segundo grado en sus genitales y glúteo que afectaban al 15 % de su cuerpo. Las autoridades policíacas están intentando averiguar si se trata de algún degenerado o grupo que practica la brujería, pues es el tercer caso en España con idénticos síntomas.

El primero sucedió a un joven de la misma edad, en la ciudad de Almería hace dos meses y el segundo aun no hace más de quince dias en el pueblo cercano a Oropesa en Castellón.

En ninguno de los casos, los jóvenes agredidos, supieron declarar nada que orientara a la policía para detener al causante o causantes de esta acción.

 

 

 

Esto me hizo reaccionar pues no había sabido lo que les había ocurrido a mis amigos a pesar de intentar muchas veces comunicarme con ellos. Yo que creía, de buena fe, que ellos habían salido de mis encuentros completamente felices y satisfechos y no había sido así. El disgusto que me llevé al conocer esta noticia fue mayúsculo. Incluso pensé en presentarme a la policía, pero pensé que no me encerrarían en la cárcel sino en el manicomio. ¿Cómo iba a decir y hacer creer a nadie que eran mis nalgas y mi pene el que ocasionaba aquellas quemaduras?

Me decía.

- ¿Me creerán si les digo que yo no sabía nada después de tres casos y que me trasladaba desde mi casa, a los lugares donde habían sucedidos los hechos, mediante energía cósmica porque soy un inválido que no me puedo mover por mi mismo?.

¿Qué cuando me transformaba no tenía posibilidad de decidir mis hechos que ocurrían sin tener yo participación en ellos?.

Y sobre todo lo que me paró, fue que decidí, que lo mejor que podía hacer, era evitar que sucediese de nuevo a ninguno de mis amigos sin que ellos pudieran elegir, sabiendo a lo que se exponían.

Desde ese momento me dediqué a una investigación exhaustiva de todo lo ocurrido Después de varias veces de sufrir el fenómeno, tenía datos que se deberían de estudiar y analizar. Eso hice y llegué por fin a resultados que me hacían esperar que lo podría evitar en lo sucesivo.

Sé ahora positivamente que cuando coincidía que conectaba por internet con un chico, se ofrecía a mí y yo a él de alguna manera, aunque fuese en broma y después acariciaba con mis dedos las fotografías de mi álbum que había ido creando imprimiendo las instantáneas que me habían pasado por el chat o el msn, podía poner en marcha el fenómeno.

Al principio creí que era el largo tiempo que los acariciaba, que si este fuese menor no llegaría a producirse, pero comprobé que no estaba acertado, creo que es el fervor con el que los acaricio el que produce la energía que se desarrolla posteriormente y el soñar despierto con todas las bellas caras que poseen.

Pensé que si mis dedos no tocaban directamente sus rostros no se ocasionaría la fuerza suficiente para provocar el fenómeno. Me equivoqué, son sus rostros y el contacto con esos puntos negros o grises o de diferentes colores los que al contactar con la piel de mis dedos las que originan el polvo cósmico que acumulado actúa cuando alcanza una cierta cantidad y velocidad. Por ello las voy a cubrir de un celofán para que mis dedos no estén físicamente en contacto con sus fotografías.

 

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Estoy empezando a sentir picor en las palmas de las manos. Es la primera señal de que el fenómeno vuelve. Sé que ahora aún puedo luchar contra lo que vendrá después. Intento levantarme de la butaca en la que me he sentado después de cenar, cosa que suelo hacer a veces, porque me encuentro mejor que en mi silla, de la que llego a cansarme.

Cierro el álbum de fotografías que he estado mirando y hago un esfuerzo para que mi mente piense en algo distinto, pero la horrible desazón de los picores avanza por mi cuerpo. Creo que no ha sido suficiente el poner a las fotografías una tapa transparente encima de ellas como había pensado. Perece que con esta acción no se anula el efecto y pienso es que el álbum está demasiado cerca de mí. Es preciso creo, que cuando se inicia la desazón, lo aparte a suficiente distancia.

Me levanto apoyándome en los brazos de la butaca y haciendo palanca con los míos. El impulso casi me hace caer aunque me rehago y consigo apartar de una patada la silla ortopédica que descansa a mi lado con el álbum de fotografías cerrado en el asiento. Me he hecho daño en los pies pero no me importa. Así podré hacer remitir los picores y volveré a estar de nuevo tranquilo a menos que .. . . . . . .

 

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Ahora que sé como se llega a mi transformación y como puedo parar el fenómeno me encuentro tranquilo. Si alguna vez deseo estar con un chico, como me ocurre contigo mi querido y amado Suspiros, sé que debo de decirle lo que le puede ocurrir y luego él decide lo que desea hacer.

También creo que debo de decirte lo siguiente en mi disculpa. No puedo describir lo que los que estuvieron conmigo pudieron sentir puedo solamente decir lo que sentí yo. El gozo que experimenté no es de los mortales solo debe de estar guardado para los ángeles, demonios, duendes, gnomos o demás criaturas de otro universo diferente al nuestro.

Pero si puedo transcribir algunas de las exclamaciones, que recuerdo me dijeron, cuando estaban siendo follados por mí, para que sepas lo que mis amigos sintieron y disfrutaron.

- ¡¡ Valen ¿qué tienes ahí que puede dar tanto placer?. Quédate conmigo para siempre !!.

- ¡¡ Nunca sentiré lo que estoy sintiendo ahora. Me muero de gozo. Nunca creí sentir igual. Tu polla tiene tanta energía que siento me atraviesa el cuerpo !!.

- !! No hace falta que te muevas, tu miembro transmite tal placer que ya ningún hombre me lo dará igual. No me importaría si me muriera ahora, he sentido lo más que se puede gozar en la tierra !!.

- ¿Qué me estás dando Valen que mis entrañas se queman de placer?. Tienes la mejor polla de la tierra, no te marches de mi lado quiero tenerla siempre dentro de mi recto.

Si después de haber leído las historias de lo que pasó y comprobar lo que vas a disfrutar y lo que te puede pasar, aun quieres que nos reunamos, haré los posibles porque ello se realice. Recogeré de nuevo el álbum de fotografías y acariciaré tu maravillosa cara de la foto que me mandaste y que tengo ampliada en mi álbum en un lugar especial.

También, aunque yo no te guste, deseas poder sentir lo que describo experimentaron los chicos que estuvieron conmigo, me lo dices, para poder continuar produciendo energía cósmica y trasladarme con mi silla hasta donde tu estés y darte los mismos placeres que les di a ellos.

Puedo decirte, ya ahora, que después de curados he conseguido hablar con los que estuvieron conmigo por medio del chat de nuevo. Ninguno declaró la causa de sus quemaduras porque se dieron cuenta, al conocerme, que yo tenía que ser ajeno a ello.

Reconocieron que lo habían pasado mal durante la curación, pero que lo que habían sentido, había sido tan celestial, que el placer que les había proporcionado mi polla, alimentada de la energía cósmica de que se había dotado, había sido tan sublime que lo daban por bien pagado y que estaban dispuestos a repetir de nuevo.

Uno me dijo que se estaba fabricando unos culottes especiales antifuego para ponérselos durante nuestro nuevo encuentro que esperaba fuese muy pronto.

Suspiros estaría encantado de que sentaras tu culito encima de mí. Sería uno de los hombres más felices de la tierra poder proporcionarte placeres que nunca hasta ahora has sentido y sentir yo lo mayor que un hombre en este mundo pueda llegar a sentir, pero ¡¡ Oh desgracia !!, aún no he encontrado la manera de no quemarte el recto y el culo con mi cuerpo.

Piénsalo y me lo comunicas por vía mail que lo recibiré de manera inmediata y si la contestación es positiva pueda seguir con la transformación que he parado . . . . .

En caso contrario no dejaré de estar siempre deseoso de haber podido acariciarte, besarte y follarte, mi querido amigo de los labios gordezuelos. . . .

 

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