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Antonino y Silvio (2)

en Gays

Quiero dar las gracias a todos los que me dieron sus comentarios tanto en TR como por medio de mails, especialmente a Manolo (así se llama en su correo) por la especial ayuda que me han brindado sus conocimientos.

Creo necesario haber leído con anterioridad mi relato Antonino y Silvio para entender todo lo que se narra en esta continuación. Intentaré hacer un sucinto resumen de la primera parte.

Antonino, que había sido martirizado y explotado sexualmente por al párroco D. Alterio y el maestro D. Fosco de, Lampodone su pueblo, había conseguido del demonio, jurándole eterna adhesión, una potencia sexual enorme, tanto que con su amor Silvio trabajaba en un cabaret italiano llamado El Paraíso de Adán, follando ante los espectadores y corriéndose, sin ninguna trampa, cinco veces cada tarde-noche.

Yo que sufría de una impotencia que había dejado mi polla como un higo chumbo me acerqué a él para conocer el secreto de ese poder y si era posible poderlo obtener también yo.

Antonino me contaba su triste vida y como consiguió conocer el secreto de Lampodone para dotarse de aquella gran fortaleza sexual, me proponía, a cambio del dinero, ayudarme a que yo, para curarme de mi impotencia, lo consiguiese por el bien de la relación que mantenía desde hacía diez años con mi novio Ángelo.

El problema que se me presentaba era que para conseguirlo debería jurar total y eterna adhesión a Lucifer, como hizo él, es decir vender mi alma al demonio.

 

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No podía quedarme mucho tiempo más en Milán pues necesitaba atender mis negocios de Madrid y como tampoco me sentía capaz de tomar una decisión de forma precipitada, consideré mejor esperar los consejos que pedí a los lectores, los que solicitara directamente y poner al día a Ángelo, que seguía sin saber absolutamente nada de mis pesquisas.

Comenté con Antonino todas estas consideraciones, pidiéndole algo más de tiempo para darle mi respuesta y reiterándole una vez más que el dinero dado era totalmente suyo.

- Entiendo tus razones - me dijo y añadió - Aquí quedamos a tu entera disposición. En cuanto decidas lo que vayas a hacer respecto al secreto me lo comunicas.

- Hay algo que sí deseo pedirte antes que regrese a España. Me prometiste contar de una manera detallada todo lo ocurrido a partir que conociste el secreto, hasta recalar en este cabaret de Milán.

- Recuerdo perfectamente que fue una de las promesas que te hice. Mañana después de comer te espero aquí.

Al día siguiente en la habitación de El Paraíso de Adán, donde desarrollaban su vida, sentados cómodamente ante unos refrescos, Antonino continuó con el relato.

" Recuerda que D. Fosco me había dicho.

- El juramento con el que te entregarás totalmente y para la eternidad a Lucifer y la transformación de tus genitales de manera que tu verga se pueda poner dura, cosa que no ha ocurrido hasta ahora y poder follar tanto como desees, se llevará a cabo al día siguiente que consigas que Silvio venga a quedarse a vivir en la parroquia.

Acepté convencer a la familia de Silvio que le dejase ir a vivir con ellos y mientras busqué al chico y le conté la parte de mi vida como la has podido oír tú y leer los lectores de TR y con mucha más convicción que el juramento que prestaría al demonio al día siguiente, al encontrarnos solos, quise jurarle mi eterno amor de una manera muy especial.

Ya te he dicho que nos habíamos dado cuenta que estábamos muy enamorados el uno del otro y aunque mi verga nunca se había endurecido, sabía existían otras maneras de satisfacerse sexualmente y aunque seguía creyendo firmemente que podría rescatar a mi amor de aquellos cuervos en forma de hombres y que después de los juramentos podríamos follar tanto como deseásemos, antes de presentarle en la cripta, quise demostrarle el amor que me inspiraba "

Paró Antonino aquí el relato y me espetó sonriendo.

- Comprenderás que no voy a describirte detalladamente lo que hicimos.

    • Yo sí te lo contaré
    • - cortó Silvio – Fueron unos momentos especialmente deliciosos para mi, creo que el miedo de perderme hizo que mi amor estuviese en aquella ocasión especialmente tierno y amoroso. Fíjate las miles de veces que hemos follado después, pues no olvidaré nunca lo que sentí aquella vez.

Habíamos estado juntos y solos anteriormente varias veces, nos habíamos confesado la atracción que sentíamos el uno por el otro y nos habíamos cambiado caricias y dado algunos besos, incluso Antonino había frotado mi pollita y sacado su jugo de ella, pero había sido más una exploración sexual de nuestros cuerpos que una acción de verdadero amor.

Pero aquel día, quizá fuese porque los dos sentíamos miedo del paso que íbamos a dar, en cuanto nos miramos, sentimos la necesidad de abrazarnos fuertemente y besarnos de una manera tan ardiente como nunca hemos podido repetir.

Los labios y las palmas de las manos de Antonino estaban tan calientes como si estuviese enfermo de altas fiebres y los besos y caricias que recibía, quemaban tanto sobre mi piel, que llegué a temer me quedasen marcas en ella.

No me preocupó que la polla de mi amor no estuviese dura, ya lo estaba suficiente la mía. Lo que más deseaba y llenaba de placer todos mis sentidos, como nunca antes había sentido, eran sus abrazos, besos y caricias y para proporcionármelos no necesitaba de su verga.

Como serían de tórridos, cariñosos y especiales aquellas pasadas de sus manos por mi desnudo cuerpo, cómo repercutirían sobre el lugar donde se producía y regulaba mi semen, que mi verga, sin ser siquiera tocada, expulsó por si sola, sus jugos al exterior.

Hemos tenido después muchísimos momentos sexuales que puedo describir como muy especiales y placenteros, pero nunca olvidaré las sensaciones que mi cuerpo sintió y disfrutó en aquellos especiales momentos.

Mientras Silvio describía lo sucedido en aquella, para ellos, especial ocasión, Antonino le miraba embelesado y cuando terminó la descripción de lo que hicieron y sintieron sus cuerpos aquel día, sonrió a su pareja y continuó contándome.

" Cuando conseguimos calmarnos pregunté a Silvio si creía firmemente en mí, pues necesitaba su total y absoluto convencimiento que todo lo que me viese realizar, por extraño que le pareciera, era con el estudiado fin de que nunca cayera en las garras de aquellos endemoniados seres.

Su contestación me tranquilizó totalmente.

    • Si veo colocas un puñal en mi pecho y comienzas a apretar seguiré pensando que es una representación. ¡¡ Siempre creeré en ti !!

Aprovechando los momentos que D. Fosco no estaba en su casa, había aprovechado a leer, a escondidas, todos los manuscritos que los aquilanos abandonaron entre las ruinas de su monasterio y que el maestro encontró y guardaba en un arca, que yo había aprendido a abrir.

Y más por Silvio que por mi mismo, deseaba encontrar y aprender las palabras mágicas que endureciesen mi polla como había podido ver hacían aquellos dos viejos y obtener una buena potencia sexual para mis genitales, que siempre habían permanecido, quizá por la vida que aquellos malvados me proporcionaron, sin llegar a ponerse físicamente en situación de poder cogerle y darle placer.

- Después, sabes, conocer las palabras mágicas no me sirvieron de nada, bueno valieron para llegar a conocer el secreto de Lampadone.

Preparé y aleccioné a mi amor sobre lo que iba a presenciar al día siguiente, lo que él debiera hacer, decir y contestar y sobre todo no se asustase, escuchase o contemplase lo más extraño que nunca llegó a imaginar.

Después me acerqué de nuevo a los dos aquilanos, a los que pedí celebrásemos una reunión antes de llevarles a Silvio.

Reunidos en la casa parroquial les informé haber conseguido de la familia lo que deseaban del chiquillo, pero remarqué como quería, tanto ésta como el chico, se desarrollasen las cosas a partir de aquel momento.

- Sus padres acceden a que viva en la parroquia si yo sigo viviendo en ella – anuncié.

- No hay problema – se adelantó a contestar D. Alterio.

- Debe de seguir asistiendo a la escuela hasta que cumpla los catorce años reglamentarios, es decir, terminar por completo este curso.

- De acuerdo - esta vez habló D. Fosco

- Estas son las peticiones de su familia, pero ahora voy a hacer yo las mías.

Retener aquel par de malvados durante la primera y yo esperaba única sesión que tuvieran con Silvio en la cripta, era en lo único en que pensaba. El temor que su familia se volviese atrás si yo se lo pedía, con que les podía amenazar, que era en aquel momento mi única arma, sería insuficiente para pararles conociendo sus maneras de actuar, por ello debería preparar alguna otra arma adicional para conseguir mi objetivo.

    • Deseo penséis que en esta primera reunión pudiera suceder no ocurra nada de lo que esperáis con tanto interés – comencé a decir - aunque estando los dos solos he acariciado, chupado y masturbado a Silvio, que ya expulsa bastante semen, lo que quiere decir que sabe suficiente de los juegos sexuales, aun está asustado y remiso y le avergüenza hacer nada ante personas extrañas, más ante vosotros que os tiene como los más importantes del pueblo, por lo que en principio cualquier acercamiento sexual deberá ser intentado solamente por mí.

Al estar enamorado y a base de muchos ruegos por mi parte, porque sabía que diríais que no había cumplido vuestra orden, he conseguido permita que yo me acerque a él y aceptado, a regañadientes, que vosotros podáis mirarnos.

Como mi verga podrá entonces enderezarse si consigo calentarle para que podáis participar seré yo quien lo decida y os lo indique.

Seguí dictando mis condiciones.

- La presentación será mañana jueves por la tarde que el chico no tiene escuela. Bajaré a la cripta primeramente a Silvio para que ratifique mis palabras y comprobéis que he cumplido con lo que me pedisteis.

Mientras juro mi adhesión y entrega a Lucifer ante su estatua, de lo que vosotros seréis los testigos, sacaré fuera de la cripta a Silvio, creo que en esto estaréis totalmente de acuerdo para que no vea ni oiga nada.

- Déjanos un momento a solas debemos hablar entre nosotros - propuso entonces D. Fosco del que imaginaba relamiéndose pensando en meter su polla en el cuerpo del chiquillo y le costaba no hacerlo el primer día.

Salí de la estancia mientras repetía.

- Mis condiciones deben de ser aceptadas.

Tardaron muy poco en llamarme de nuevo y D. Fosco, me anunció.

- Aceptamos todas las condiciones propuestas y como buena voluntad te ofrecemos celebrar una fiesta en la que haya dulces caseros y vino dulce de decir misa en cuanto Lucifer muestre que te acepta, si al día siguiente viernes Silvio, y solamente él, baja con nosotros a la cripta.

Comprendí, por saber como eran, demandando que el viernes bajase a la cripta Livio solo, que creyese iban a esperar hasta ese día para tomarle y pensé, si todas las recetas son bebedizos, la presencia del vino en la fiesta indica preparan "algo" para que lo bebamos el jueves.

No quise negarme a nada de lo propuesto porque esperaba que ese día siguiente no llegase nunca.

Te recordaba antes mis lecturas a escondidas de los manuscritos porque en la última ocasión que los tuve en mis manos aproveché para manchar los lomos de todos ellos de un sutil polvillo amarillo de azafrán porque imaginaba era de allí de donde intentaría sacar D. Fosco sus malignas ideas. Al revisarlos se impregnarían sus dedos del polvillo y dejaría sus huellas sobre las páginas que visitase.

Necesitaba alejarle de su casa para poder revisarlos, por ello les dije que pasaría la noche en casa de Silvio para acabar de convencer a su familia y acerté plenamente pues D. Fosco, al saber que yo no iba a quedarme a dormir en la casa parroquial, anunció a D. Alterio que lo haría él.

Ya a la noche, en casa del maestro, comprobé uno por uno todos los manuscritos que guardaba en su arca, especialmente los que trataban de pócimas, venenos y encantamientos y encontré la página que D. Fosco había estado revisando. Se trataba de una pócima que anulaba la voluntad.

El jueves amaneció nublado y oscuro acorde con los acontecimientos que iban a suceder en aquel maldito pueblo. Fui a primera hora de la tarde en busca de Silvio a su casa y durante todo el camino le fui preparando y recordándole lo que tenía que hacer y decir.

Bajé a la cripta delante de Silvio al que había dicho pusiese cara compungida y miedosa. Nos esperaban vestidos con sus sayones negros con el águila roja bordada en el pecho. La estatua de piedra, que desde que supe era la de Lucifer, me parecía cada día más horripilante, estaba colocada encima del ara de piedra, en el extremo más cercano al charco de agua de lluvia para poder quedar frente a ella cuando remojase mis genitales.

Comprobé también que en el otro extremo del ara había dos botellas del vino dulce de consagrar, cuatro vasos y algunos dulces caseros.

Pedí a Silvio que recitase las palabras que corroboraran que desde el día siguiente se quedaría a vivir con ellos.

- Mi familia accede a que viva con ustedes, tanto ella como yo creemos que aquí tendré muchas más posibilidades de hacerme un hombre de provecho. En mi casa solo conseguiría ser un pobre pescador.

Mientras recitaba estas palabras con voz casi lastimera, veía brillar la mirada de aquellos dos miserables que se estaban relamiendo por dentro a la espera de conseguir el fruto que el lindo púber representaba.

Tomé al chiquillo de la mano y le subí para dejarle tras el altar en el primer escalón de bajada para que pudiera oír lo que hablábamos y descendí.

- Recordar – les dije de nuevo - que después de mi juramento, cuando Silvio descienda, vea mi polla empinada y le proponga dejarse tocar y acariciar, no debéis acercaros a ninguno de los dos hasta que yo lo ordene.

Me coloqué después frente a la estatua, D. Alterio a mi derecha y D. Fosco, en el lugar preferente según los rituales del infierno, a mi izquierda y pedí.

- Empecemos.

El primero que habló fue D. Fosco.

- Colócate de pie frente a Lucifer, derecho, con la cabeza gacha y repite conmigo.

Como conocía las palabras que debía pronunciar, cosa que ellos desconocían, tanto del juramento al demonio, como de la ablución de mis genitales para dotarlos de fuerza sexual, no podría engañarme haciéndome pronunciar algunas diferentes y asegurar posteriormente, cuando no sucediese nada, que no era aceptado por Satanás.

Pero no intentó engañarme, las palabras que pronunció D. Fosco y fueron repetidas por mi, no sé a que idioma podrían pertenecer, no parecían tener significado, pero fueron exactamente las que yo sabía.

Cuando hube terminado la primera parte de la ceremonia me ordenó el maestro.

- Bájate los calzones, agáchate y mete tu picha en ese charco de agua y sigue repitiendo las palabras que te diga. Si se te endurece es que el Príncipe de las Tinieblas te ha aceptado.

Por si acaso, para poder remojar debidamente, no solamente la verga sino toda mi zona genital, no me bajé los calzones sino que me los quité del todo, quedando mi cuerpo, no usaba ninguna otra prenda bajo ellos, cubierto solamente por una corta camisa.

Y al contrario de lo que ocurre, que la verga pierde su dureza y se ablanda cuando se la pone en contacto con el agua, a mi me ocurrió al revés, se empezó a endurecer en cuanto la punta tocó aquel charco de retenida agua de lluvia. Y aquel colgajo de carne que había permanecido siempre blando, flácido y arrugado, comenzó a vivificarse, alargarse y engordar hasta convertirse en una dura, larga y derecha espada de carne.

- Parece que Lucifer acepta tu sometimiento – dijo D. Alterio al ver parada mi polla y D. Fosco, deseoso de conseguir un botín que pensaba tener en sus manos en muy poco tiempo, añadió - Ya puedes ordenarle baje.

Cumplió Silvio a la perfección lo que le había ordenado, quedarse admirado cuando me viese de pie, en medio de la estancia, enseñando por debajo de la camisa una inhiesta y dura polla. Iniciar después un acercamiento, que debería interrumpir como de no atreverse, dirigiendo una mirada miedosa, hacia el cura y el maestro que estarían a mi lado, para poder exigirles se colocaran en el lado contrario al ara de piedra, delante de los nichos donde reposaban los huesos de los antiguos aquilanos.

Cuando conseguí se pusiesen donde deseaba, me acerqué a Silvio tomé una de sus manos, la hice que se cerrarse sobre mi parada verga y arrastrado por mi agarrado pene, quedamos los dos frente a la estatua.

Estaba terriblemente nervioso por si no salía todo bien y no podía realizar lo que había preparado para librarnos de aquellos malvados.

Venía ahora la parte más difícil. Tenía que hacerles parecer que Silvio se dejaba llevar por sus instintos sexuales pero que se debatía entre el deseo que yo le inspiraba y la vergüenza que sentía ante ellos.

Había recalcado a Silvio que debiera ser vergüenza lo que le cortaba, nunca el asco o el temor que pudieran inspirarle aquellos viejos y que en cuanto iniciara con él los juegos sexuales debería mostrar que estaba excitándose, hasta tal punto, que permitiría se acercara D. Fosco, esperaba fuese él quien lo hiciera, y dejarle hacer lo que yo le indicase.

No quise contarle lo que tenía preparado en nuestra defensa, era mejor lo desconociera, solo necesitaba de él que cumpliera lo ordenado.

Ni el mejor actor hubiese representado la escena como la realizó Silvio. Sus ojos se abrieron admirativos cuando se dirigieron hacia mí, que con la polla dura, permanecía de pie en medio de la estancia. Dio el paso de acercamiento que le había indicado y hasta su rostro enrojeció de vergüenza quedando mirando al suelo para mostrar no atrever a acercarse más.

Cuando estaba todo preparado como yo deseaba, el cura y el maestro al lado contrario del ara y Silvio, que sabía tenía que dejarse hacer, tumbado sobre la larga piedra, comencé mi representación.

Fui desnudándolo, besando y acariciando las partes que iban quedando sin ropa mientras él emitía pequeños ronroneos de placer.

Cuando quedó totalmente desnudo, hice los posibles para que aquel par de mirones, desde la pared de enfrente, pudieran regocijarse de la bella y turbadora desnudez del lindo efebo que tenían delante.

La ya dura y pequeña pollita de Silvio intentaba emerger de entre el suave, negro, rizado y escaso vello de su pubis mientras yo acariciaba los lugares que imaginé le pudieran excitar más.

No sé si eran los besos y sobeos que le proporcionaba o que fingía muy bien, pero me pareció que se excitaba verdaderamente. Parece que también los dos aquilanos notaban aquel fuego sexual que aparecía en Silvio porque ambos, con el rostro enrojecido levantados sus sayales, sin dejar de observarnos, iniciaron caricias sobre su enorme y duro sexo.

Se acercaba el punto más importante de mi plan, follarle al chico o por lo menos que les pareciese que lo hacía.

Le puse de lado, con la punta de su verguita mirando hacia los aquilanos y me tumbé tras él, pegado mi campo genital a su culo y mientras metía solamente la puntita de mi polla por el agujero de su ano para no producirle ningún dolor, necesitaba que su rostro mostrase el mayor placer que fuera capaz de imaginar, mis manos, abrazándole, jugaban con sus pequeños testículos.

Y tal como tenía previsto cuando hice el gesto que uno de ellos podía acercarse y realizar una mamada al chiquillo, el que se adelantó prestamente, apartando de un manotazo a D. Alterio, fue D. Fosco, que quedó de pie ante nosotros a la espera que le indicase cuando podía acercar su rostro al delicioso trozo de viva carne que presentaba el muchacho.

Le indiqué con un gesto se arrodillase y que despacio pusiese su boca junto a la dura pichita de Silvio.

Casi no me dio tiempo a romper y derramar sobre aquella tiesa pollita la ampolla de cristal que tenía escondida entre mis dedos, conteniendo un fuerte narcótico que había preparado siguiendo las indicaciones de una de las recetas del manuscrito, que elegí al azar, de la que no sabía su actuación, si el efecto era fuerte o suave o si lo conseguía rápida o lentamente.

D. Fosco metió en su boca, dejándose llevar por su ansia, no solo la punta de la verguita de Silvio, sino la totalidad de los púberes genitales del chiquillo, tragando así la totalidad del narcótico, que al ser de color blanco, imaginó era el semen del chaval.

Los segundos que pasaron mientras se refocilaba y lamía lo que se había quedado pegado en sus labios casi me hicieron parar el corazón.

De pronto su boca abandonó el chupete y su cuerpo, falto de fuerzas, cayó desplomado en el suelo.

D. Alterio imaginó que la emoción había producido en su amigo un ataque al corazón pues se acercó rápidamente, poniendo su oído derecho junto a su pecho para intentar oír los latidos de su víscera cardiaca.

Mientras yo me había levantado, asido la estatua de piedra del demonio y antes que D Alterio pudiese reaccionar, le aticé un terrible golpe sobre su cabeza que le dejó totalmente sin sentido.

Cuando vimos desmayados a los dos, caídos el uno sobre el otro, nos vestimos rápidamente, metí la estatua en un saco de arpillera que había dejado preparado y abandonamos a la carrera tanto la cripta como la iglesia.

Otra de las cosas que habíamos realizado con antelación fue dotar la lancha del padre de Silvio con tres bidones de agua y algunos alimentos y trasladarla del lugar habitual que ocupaba dentro del pequeño puerto, a un rincón cercano a la zona de la iglesia, para poder actuar con rapidez y evitar ser vistos cuando saliéramos corriendo para huir por mar de aquel lugar.

Yo puse todo la fuerza que era capaz en mover los remos, pero fue Silvio el que supo maniobrar el timón de la embarcación para salir del puerto, elevar su pequeña vela cuando llegamos a mar abierta y avanzar lo más cercanos a la costa, evitando chocar contra alguna de las traicioneras rocas.

Tardamos toda la noche en poder acercarnos al puerto de Marcia donde dejamos amarrado el barco, sabíamos que en cuanto se dieran cuenta que no pertenecía a aquella cofradía le comunicarían al padre de Silvio, aquel o al siguiente día, donde se encontraba varado.

Seguir por la mar era un suicidio porque nos alcanzarían enseguida, por tierra era mucho más seguro, no creíamos que la malévola pareja se atreviese a denunciarnos a la gendarmería y en cuanto al padre de Silvio, al recibir su barca leería una carta, que habíamos dejado al lado del timón envuelta en un hule para que no se mojara, con algo de dinero que había conseguido quitar del cepillo de la iglesia antes de marchar.

Desde aquel día hemos rodado por toda Italia. Cuando hemos reunido algún euro le hemos enviado parte a los padres de Silvio, junto a unas escritas palabras por las que pudieran saber que su hijo se encontraba bien. Incluso del que nos has dado les enviaremos una parte importante.

¿A qué nos hemos dedicado durante estos tres años?

Lo único que nos permitía ganar para vivir era aprovechar el poder sexual que había conseguido. Cuando huimos no tenía la edad que me permitiera trabajar en salas como ésta y Silvio era casi un niño, por lo que me vi obligado a buscar gente que les gustase ser follados, es decir ejercer la prostitución. Pero quiero que sepas que nunca permití, preferí pasáramos incluso hambre más de una vez, que utilizar a Silvio, cuyo cuerpo solamente ha sido acariciado y atravesado por mí.

Cuando cumplí los dieciocho años abandoné la prostitución y busqué lugares como El Paraíso de Adán donde trabajar con algún chico que me acompañase en el número sexual que presentamos, hasta que decidí que mi partenaire fuese Silvio pues nadie era capaz de resistir más de un mes ser follado cinco veces al día si no es por amor. Así hemos recorrido toda Italia, preferentemente la parte norte, donde es muy difícil encontremos algún paisano calabrés.

De los dos malvados que amargaron mi niñez y juventud no he vuelto a tener noticias.

Quedamos después los tres callados, cada uno con sus pensamientos hasta que inquirí.

- No te lo he preguntado, pero doy por hecho que sigue en tu poder la estatua de Lucifer.

- Efectivamente está en mi poder, puedo ser tu embajador y conozco todas las palabras que se deben de pronunciar ya que de vez en cuando necesito recargar mis genitales para poder follar tantas veces y tantos días seguidos.

Después de un nuevo rato de silencio continuó.

- Hasta ahora el demonio ha cumplido y no me ha molestado en nada, de forma que he llegado a una conclusión sobre el misterio de Lampadone ¿Deseas conocerla?

- Efectivamente

- Creo que Lucifer desea almas que al morir, es decir al separarse del cuerpo, vayan a unirse al ejército que prepara para desencadenar el Harmagedón o batalla total contra los cielos, tal como anuncia San Juan en su Apocalipsis y pensaban los aquilanos pero al contrario de éstos, mientras las almas permanecen en la tierra, contrariamente a lo que nos enseñaron, las deja en paz y tampoco una vez en el averno las somete al fuego, sed o las demás llamadas penas, algunas tan curiosas como la que leí en un libro.

"Estarán juntos hombres, ansiosos de sexo, rodeados de mujeres, pero éstas no dispondrán de los agujeros que la naturaleza las dio para realizarlo, de manera que sufrirán terriblemente su falta"

- Me parece que el que lo escribió no conoce el agujero del culo , ¡je!, ¡je!, ¡je! – rió Silvio.

Siguió Antonino.

- La maldad, la envidia, el orgullo, la avaricia, el odio, la ira y los demás pecados capitales, así como todo lo reprobable que pueda existir, que nos dijeron lo proporciona Lucifer, creo son innatos al ser humano, que nada tiene que ver el demonio.

Yo sigo siendo, sintiendo y portándome igual ahora que antes de mi juramento. Nadie ha metido en mi corazón nuevos pecados o vicios que no tuviera.

Las palabras que acababa de oír de Antonino que resumían sus pensamientos, fueron las más importantes que oí aquella tarde.

Cuando comprendí que dio término la reunión me despedí.

- Meditaré mejor mi respuesta en mi casa de Madrid. Tendrás noticias en poco tiempo. Me alegro de haber llegado hasta vosotros ¡¡ Antonino eres una gran persona y tienes la gran suerte que Silvio esté a tu lado !!

Puesto de nuevo al frente de mi negocio madrileño de productos de perfumería, comencé a analizar las variadas opiniones que había recibido tanto en TR o por mails a mi correo.

Me faltaban aún oír dos opiniones, creo eran las más importantes, la de Ángelo y la de un sacerdote, es decir la del ser que más amaba en el mundo y la de una voz autorizada de la iglesia.

Tal como esperaba y me temía mi amor se enfadó de haberle tenido ayuno pero entendió después mis razones.

- Sabía no me permitirías hacer nada que fuese nocivo tanto para mi cuerpo como para mi alma por ello te tuve al margen mientras intentaba conocer el secreto que me permitiría endurecer mi pene y obtener una potencia sexual especial.

- Y seguiré prohibiéndotelo. Se que lo hacías por mí, pero conoces mi amor y mi entrega y no me importa si tu verga se endurece o no, pero sí y mucho que en un futuro puedas vivir pensando que has dejado de ser una persona libre.

Desgraciadamente entre mis amistades cercanas, al no ser practicante católico, no había ningún sacerdote a quien pudiera consultar y recabar la opinión de la iglesia. Además consideré que quizá fuera mejor que un cura desconocido me escuchase y opinase.

Si he de ser sincero del sacerdote esperaba, por ser el que más conocía del demonio, infierno, cielo, alma y vida futura, más que una opinión, que necesariamente tendría que ser prohibirme cualquier entente con Lucifer, me diera una serie de razones, que a mi no se me hubiesen ocurrido aun, para rechazar el juramento. Al ser la decisión que creía debiera tomar sus palabras me lo confirmarían y quedaría más tranquilo.

Elegí al azar una iglesia y ya en ella un confesionario en el que hubiese un sacerdote.

Había tres confesonarios con la luz encendida, cada uno ocupado de un cura que leía su breviario a la espera que alguien se arrodillara ante su enrejada ventanilla.

Rechacé uno de ellos porque por su juventud, me pareció falto de experiencia y a otro por ser demasiado viejo, pensé que quizá fuese de ideas muy atrasadas.

En el que me arrodillé, un sacerdote cercano a los cincuenta años con traje gris oscuro, sin ninguna señal que indicase era un hombre que había dedicado su vida a Dios, dejó de leer su breviario, apagó la luz y abrió una mirilla de madera a su derecha, frente a mi cabeza, para oír mi confesión, que inicié.

- Desearía más que una absolución de los pecados que haya podido cometer, su razonada opinión, como representante de la iglesia, para quedar tranquilo sobre una decisión que voy a tomar.

Después, sin más preámbulos, comencé a narrarle como era, como sentía sexualmente, que compartía mi vida con un hombre al que amaba y con el que había sido muy feliz y mi problema de impotencia que estaba rompiendo esta unión.

Seguí a continuación narrando la visita a Milán, el encuentro con Antonino y de una manera resumida lo vida que este sufrió (no cité que uno de sus martirizadores fue el párroco de su pueblo).

Durante esta parte de mi exposición noté que ante alguno de los parajes ejecutaba pequeños carraspeos, como cuando le dije vivía con un hombre, que se convirtieron en bufidos cuando supo cual era el trabajo que Antonino desarrollaba en Milán y posteriormente en resoplidos enormes cuando en la narración apareció Lucifer y a cambio de entregarse a él concedía a Antonino un gran poder sexual.

Estas manifestaciones sonoras de reprobación no fueron suficientes para que yo dejase de hablar, por lo que me cortó sin permitirme llegar a la parte de la historia que me interesaba, en la que le iba a exponer la necesidad de decidir si debía jurar o no adhesión al demonio a cambio de los favores de éste.

- Claro su amigo se hizo esclavo del demonio para obtener mayor placer sexual- soltó

- No fue para eso su pacto con Lucifer, fueron otras sus razones, pero no es eso lo importante ahora, lo que yo deseo . .

Tampoco me dejó terminar.

- Sinceramente creo que usted es ya esclavo de Lucifer al estar conviviendo, en continuo pecado, con otro hombre. No hace falta haga un nuevo juramento demoníaco.

Me estaba dando cuenta que no había iniciado mi confesión debidamente, antes de contarle la vida de Antonino, debí haberle dicho claramente que había decidido no jurar la adhesión a Lucifer.

- Lo que yo deseo es que usted me dé razones para rechazar el juramento de adhesión al demonio – conseguí decir.

- Aquí se viene a pedir la absolución por los pecados cometidos, así que ¡¡¡arrepiéntase de vivir amancebado y en continuo pecado!!! – me contestó con voz bastante alta.

Comprendí, aunque tarde, que no había elegido la persona adecuada para dejar mi mente tranquila y más cuando oí estas palabras, esta vez ya a voz en grito a través de la ventanilla.

- Al demonio pídale lo que usted quiera.¡¡¡A Dios solo puede pedirle fuerzas para que no siga cometiendo el nefasto y desviado pecado de la carne viviendo maritalmente con otro hombre ¡!!

Me dieron ganas de levantarme y marchar porque me pareció que aquel sacerdote no me había entendido nada de lo explicado y pedido, pero antes, lleno de paciencia y deseando aun reconducir la situación hacia donde era mi deseo, dije.

- El que yo sea homosexual no creo tenga ninguna importancia en esta consulta, bien podría ser heterosexual y desease pactar con el demonio para evitar una impotencia o conseguir un aumento de potencia sexual para satisfacer mejor a mi esposa.

- ¡!Claro, solo el demonio puede ofrecer aumento de potencia sexual para pecar con otro hombre!!- musitó en voz baja.

Era imposible hacerle ver que lo que pedía de él no eran sus nefastos comentarios sobre mi manera de sentir la sexualidad o la forma de vida que llevaba, sino sus razones para no efectuar el juramento al demonio a cambio de recibir prebendas de su parte y lo que no hice antes, lo realicé ahora, me levanté y quedé de pie frente al confesionario, intentando encontrar en la penumbra de la iglesia el camino que me condujera a la salida.

De pronto se oyeron unos terribles alaridos que me recordaron los exaltados y locos de un predicador, en una película que se desarrollaba durante una de las pestes de la edad media, exhortando a una enloquecida columna de penitentes que marchaba por Europa, flagelándose las espaldas con ensangrentados látigos.

-¡¡Lea los libros sagrados!!, ¡¡Lea el Levítico, el Deuteronomio, Reyes, Romanos y otros y sabrá lo que la iglesia ha pensado siempre de los pecadores como usted!!. ¡¡Cambie su forma de vida, sepárese de ese hombre con el que vive!! ¡¡Arrepiéntase y vuelva a confesarse porque mientras, no recibirá de mí la absolución!!

Avergonzado de los gritos de aquel hombre que seguían anematizándome por mi condición sexual y que resonaban entre aquellas paredes, avancé rápido hasta la salida, escuchando aún.

- ¡¡¡ Arrepiéntase y deje de vivir en pecado de sodomía!!!

Cuando muy enfadado, semiescondiéndome para que nadie se fijara en mi, iba a alcanzar la puerta de la calle, vi como el joven sacerdote, el que no había querido elegir, me salía al paso.

- Hermano, ¿podemos hablar un momento?

Tuve en mis labios unas malsonantes palabras para alejarlo pero me di cuenta que él no tenia la culpa de mi enfado, por lo que me contuve y contesté.

- Claro.

Salimos de la iglesia y por una puerta del atrio penetramos en la que imaginé era la casa parroquial, donde me ofreció asiento tras conducirme hasta una pequeña salita.

Cuando uno se siente ofendido desea expresar, a quien esté dispuesto a escucharle, las razones de lo que le ha herido, así que sin que me preguntase nada comencé a hablar.

- Aunque fui bautizado, hice la primera comunión, llegué a confirmarme y los primeros años de colegio fui católico practicante, los años posteriores he vivido apartado de la iglesia y ahora después de esto, no me arrepiento de ello, al comprobar que sigue estando regida por los que interpretan la palabra divina a su voluntad y creen estar siempre en poder de la verdad absoluta, individuos malévolos, orgullosos, incompetentes, atrasados, prepotentes, obtusos, retrógrados y . . . .

Hubiese seguido así hasta el infinito añadiendo adjetivos si no me hubiese cortado.

- La iglesia no somos solamente los sacerdotes que desgraciadamente, como en todas las colectividades, no todos son atentos, ni suficientemente caritativos con los que no sienten o piensan de la misma forma.

Su tono más que sus palabras me calmaron un tanto. Pensé de pronto que debiera haber sido él y no el otro quien debió conocer mis dudas, por lo que volví a repetir la historia que había contado en el confesionario con el cuidado de dejar bien patente, que además de su consejo de jurar o no adhesión a Lucifer, ahora tenía muchísimo interés en conocer otra cuestión.

- ¿Ha oído lo que me gritó ese compañero suyo?

- Sí lo oí y todos los que estaban allí con las voces que dio – intentó ser cordial.

- Quisiera saber lo que dicen de los homosexuales esos libros sagrados y lo que la iglesia manifiesta sobre ellos en estos momentos

Buscó en un armario durante un rato y sacó de él varios libros que dejó sobre una mesita. Tomó uno de ellos y me dijo.

- En éste hay varias referencias: - Levítico (3ª libro del Antiguo Testamento contiene las leyes que rigen a los sacerdotes judíos, descendientes de Leví).

- En el capítulo 18, versículo 22 dice "no tendrás relaciones con un hombre como se hace con una mujer: esto es cosa abominable",

En el 18,29 "el que cometa estos pecados, todas las personas que los cometan, quedarán eliminados de su pueblo"

En el 20,13 "el hombre que se acueste con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia, los dos morirán, y su sangre caerá sobre ellos".

Buscó un nuevo libro y leyó

- Deuteronomio ( Quinto libro del Antiguo Testamento)

- En el 23:17 señala "No habrá entre las hijas de Israel prostituta sagrada, ni homosexual sagrado entre los hijos de Israel"

Y en 23:18 " No llevarás a la casa de Yavé , tu Dios, regalo de prostitutas ni salario de perro, o sea de homosexual sea cual fuere el voto que hayas hecho porque ambas cosas son abominables a los ojos de Dios"

Continuó abriendo libros

-Libro de los Reyes (Libro del Antiguo Testamento 1º de sus dos tomos)

- En su capítulo 15 versículo 12 "Expulsó del país a todos los afeminados y destruyó los ídolos que sus padres habían construido"

- Parece que son muy claros esos libros del Antiguo Testamento, me parece dicen que los homosexuales, por el hecho de serlo, ya están "a priori" condenados – no pude por menos de añadir.

- Todas las religiones judaicas y judeo-cristianas manejan esta concepción del Antiguo Testamento, incluso algunos libros propiamente cristianos del Nuevo Testamento también lo contemplan.

Sacó de la pila tres libros más y leyó.

 

 

- Romanos (Libro del nuevo Testamento consta de 26 capítulos)

- En el Capitulo1 versículos 24 al 27 "...Por eso, los entregó Dios a sus malos deseos. Llegaron a cosas vergonzosas y deshonraron sus propios cuerpos. Han cambiado a Dios de verdad por la mentira, han adorado y honrado a seres creados, prefiriéndolos al Creador: bendito sea él por todos los siglos amén. Por eso Dios permitió que fueran esclavos de pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones normales por relaciones contra la naturaleza.

Igualmente los hombres, abandonando la relación natural con la mujer, se apasionaron unos por otros, practicando torpezas, varones con varones, recibiendo en sí mismos el castigo recibido por el extravío". 

- Corintios (Libro del Nuevo Testamento, hay dos, la cita está en el 1ª)

Capitulo 6 versículo 9 "No se engañen: no heredarán el Reino de Dios los que tiene relaciones sexuales prohibidas, ni los que adoran a los ídolos, ni los adúlteros, ni los homosexuales de toda clase, ni los ladrones, ni los explotadores, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los estafadores"

Timoteo 1(libro del Nuevo Testamento, hay dos la cita está en el 1ª)

En el 8-10 "ya sabemos que la Ley es buena, con tal que la pongamos en su lugar. No se puso para los justos, sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los que no respetan a Dios ni a la Religión, para los que matan a sus madres y para los asesinos, para los que tienen relaciones sexuales prohibidas y para los homosexuales, para los que venden y explotan a otros hombres, para los mentirosos y para los que juran en falso.  Estos y todos los demás pecados van en contra de la sana Doctrina y del Evangelio del Dios Glorioso y Bienaventurado, tal como me fue encargado".

No sabía lo que aquel joven sacerdote me quería hacer ver leyéndome sobre lo que la iglesia se apoyó en este tema, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento, ni tampoco su opinión, aunque esperaba que al ser un representante de la iglesia, a la vez que me prohibiría el pacto infernal, hiciese una defensa apasionada de lo que aquellos libros decían.

Me extrañó comenzase a hablarme por esta última cuestión, cuando lo que me parece, como sacerdote, debiera preocuparle, que una persona, que se decía cristiana, le hablase de pactos con Lucifer.

- Debemos entender que al poner las primeras bases de la recién creada doctrina cristiana, además de lo enseñado por Jesús, que se conoció por lo que sus apóstoles escribieron en los evangelios, entre los que hay incluso discrepancias, hubo otra parte continuista, la que habían predicado los profetas, que es común a las creencias judías. Por ello creo no debemos considerar como un dogma de fe lo que estos libros recogen. Por lo menos yo deseo verlo así.

- Pero la iglesia se rigió por leyes como éstas, lo demuestran los libros totalmente cristianos, algunas casi han llegado hasta nuestros días. Mientras creyó le eran propicias, mantuvo esas aseveraciones y otras por el estilo, por las que murieron en la hoguera miles de personas y millones fueron encarceladas y torturadas con los más refinados y rebuscados suplicios – le repuse.

- En eso tienes razón no siempre las autoridades que tomaron las decisiones de la iglesia corrigieron a tiempo algo que se ha demostrado posteriormente arbitrario e injusto.

- Por lo que sé de su historia me parece que esas autoridades miraron más a su poder terrenal, el que les aseguraba la obediencia de millones de seres y le proporcionaban pingües beneficios, que a cumplir los preceptos que predicaba.

Y lanzado, casi olvidando que estaba hablando con un sacerdote continué perorando.

- Aun hoy hay ejemplos de ello, la presión internacional hizo que rechazara la usura, que se practicó con su beneplácito sin reprobarla durante muchísimo tiempo. El abandono de muchos de sus feligreses, en ciertas naciones en las que el divorcio es común, le ha hecho mirar hacia otro lado cuando el sacramento del matrimonio parece ser era indisoluble. La mayor educación de la gente le ha hecho modificar muchas de las cosas que parecían inamovibles, me pasa por la mente ahora las muy injustas bulas que permitían hace menos de un siglo, al que pagaba dinero hacer lo que no se le permitía, bajo penas infernales, al que no lo daba porque no lo tenía.

- Yo que conozco la historia te podría añadir muchos más ejemplos – añadió sonriéndome el joven sacerdote.

- Tengo una duda enorme ¿Las almas que según la iglesia se condenaron por lo que antes fue pecado y ahora no lo es, qué pasa con ellas?

- Si recuerdas lo que te enseñaron de niño en la catequesis o en el colegio hay unas órdenes que se consideran de Dios, son sus mandamientos, que recogen además de algunas normas de la moral universal, común con otras religiones, dos mandatos importantes, amarle sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Esas son las normas más importantes que hay que obedecer.

Las otras órdenes, las que emanan de la iglesia, no eres tu solo el que las cuestiona.

Quisiera que pienses ¿Sabemos realmente lo que desea Dios, sus movimientos o sus acciones? ¿Podemos, a pesar de la infalibilidad que la propia iglesia se atribuye, conocer en su totalidad los designios de Dios?

Y ahora te voy a contestar a la primera de las cuestiones la que tanto te preocupa. Te podría decir muchas razones para que no realices ese juramento, creo que tu mismo te las has dado.

¿Pero sabes realmente si ese poder que esperas recibir te lo está dando en verdad el demonio? ¿No podría ser algo sugestivo?¿No pudiera ser que el mismo Dios desea corregir la persecución que a su nombre hizo la iglesia contra los homosexuales durante multitud de años con miles de muertos?

Intento no juzgar, solamente ayudar a que cada uno busque su verdadero camino hacia la salvación. Solo Dios hará de juez.

Añadió finalmente.

- Yo no te voy a decir nada porque vivas maritalmente con un hombre al que amas. En eso no me parece que pecas. Fue Dios el que puso en el mundo seres que sienten como tu. Pecas, lo mismo que un heterosexual, cuando no cumples los mandamientos de Dios. Ese sacerdote que parece sufre de homofobia, tendrá que dar cuenta a Dios del rencor que inunda su alma.

- Quizá exista algo oscuro en su interior y para taparlo se deja llevar de su fobia.

- Pudiera ser . . . .

 

 

Seguramente a los lectores no les interesará saber cómo fue mi viaje a Milán, el nuevo encuentro con Antonino, la forma como juré lo que pareció una adhesión al Príncipe de las Tinieblas, remojé mis genitales o repetí un montón de enrevesadas palabras, pero sí creo querrán conocer como festejé mi regreso a la hombría porque efectivamente mi polla se enderezó al contacto con aquella agua.

Tomé un avión a Milán, sin decirle nada a Ángelo, le envié hacer unas gestiones a Sevilla, de manera que resolverlas y visitar a su familia le llevara varios días.

Cuando supe que mi impotencia había sido solucionada, telefoneé y ordené: una obras a una conocida firma de decoración madrileña, que había realizado algunos trabajos en mi casa, que deberían estar terminadas a mi regreso de Milán, el día que también regresaría Ángelo y a mi portero tuviese para ese día un enorme ramo de flores, una bandeja de exquisitos dulces, bombones y licores y una cesta con las frutas más exóticas que encontrase.

Deseaba celebrar la recuperación de poder endurecer, lo que de masculino tenía, para ofrecérselo a mi amor, que había sufrido, sin una sola queja, durante más de dos años la ausencia de sexo.

El lunes anticipé mi regreso a la capital española dos horas antes que el avión de Ángelo, para darme tiempo a comprobar, si las obras que encargué habían sido realizadas a satisfacción y los encargos hechos a mi portero se habían realizado. Ambas órdenes se habían cumplido.

Me bañé después, pedí al portero me señalase por medio del interfono el momento en que Ángelo tomaba el ascensor y me dispuse a preparar debidamente el nido de amor.

La firma de decoración había retirado absolutamente todo de la habitación que compartíamos, colocado después, en medio de ella, un cuadrado, suave, mullido, ondulante y bastante amplio colchón de agua y alrededor de él unas cuantas mesas bajas para las bandejas de frutas, dulces y bebidas.

Pero lo que tenía de especial, donde íbamos a reanudar nuestra interrumpida vida sexual, eran los espejos colocados en el techo y en las paredes, de manera que se mirase donde se mirase aparecerían nuestros cuerpos reflejados en ellos y mi verga, dura vibrante, empinada, palpitante, viva, enervada y dispuesta a proporcionar, al amor de mi vida, el máximo de placer posible.

Los tres minutos de espera que transcurrieron desde que me anuncio el portero que ya subía Angelo, hasta que llegó a la puerta de entrada del piso, la abrió y acercó donde yo le esperaba, se me hicieron eternos. Funcionaba a la perfección el milagro de Lampodone pues desde que me quite el blanco albornoz y tumbé encima del colchón permanecía mi verga dispuesta a entrar en combate.

Cuando Ángelo penetró en la estancia quedó parado y confuso. En su rostro se reflejó la sorpresa, alegría y creo que también el deseo sexual porque lo primero que hizo, sin siquiera acercarse y darme un beso o preguntar como me había ido el viaje o como me encontraba, fue despojarse de su ropa, tirarla de mala manera al suelo y arrojarse sobre el colchón quedando abrazado a mi.

No se si podré encontrar palabras para describir como estaban nuestros ánimos durante este reencuentro y lo que realizamos nada más se encontraron nuestros cuerpos.

Habían pasado dos años de simulación, de intentar que pareciera normal el acto sexual, sin penetración, que realizábamos, totalmente inadecuado para una pareja que sabía lo que era follar.

Olvidado el engañoso folleteo y desatada nuevamente nuestra libido lo que desarrollamos fue un frenesí de besos, caricias, sobeos y búsquedas de lugares donde reposar los brazos y manos, unido a frases entrecortadas de amor y de lujuria que calmara las ansias de sexo que nos inundaban.

Explotó el ansia de follar que teníamos escondido y con la nueva potencia recibida hice que mi dura verga penetrase ora por la boca ora por el culo para volver a iniciar el recorrido sin tener que preocuparme de evitar correrme, que siempre había tenido que hacer para alargar el placer durante nuestros antiguos encuentros sexuales.

No se si era una simple sugestión, trabajo de Lucifer o compensación del Creador pero mi polla funcionaba maravillosamente y la potencia sexual que sentía en mis genitales era enormemente superior a la que recordaba haber poseído nunca.

Ahora mi verga al llegar a cada rincón o agujero que eligiese, realizaba las emboladas que me pereciesen necesarias y seguidamente derramaba un amplio chorro de semen sin dejar de permanecer endurecida.

Pensando en Ángelo, que era quien me recibía y podría quedar exhausto de mi potencia amatoria, le indiqué.

- Cuando te sientas cansado o harto de ser follado me lo indicas.

Creo que Angello tomó mi frase como una broma, porque recordaba, era yo siempre quien paraba, él nunca se cansó que le metiera mi vergajo por su orto.

    • Ya te avisaré que pares de follarme y descansaremos
    • - me contestó sonriendo.

Cuando agotado tuvo que ser él quien pidió descansar, me confesó que nunca pensó tener que ser él quien lo hiciera.

- Vale amor, descansamos un rato y después seguimos.

Creo me había corrido más de diez veces seguidas.

- Si Antonino por dinero es capaz de follar tantas veces, siendo el amor quien mueve mi libido ¿Cuantas veces seguidas podré follar yo?

De verdad, os aseguro lectores estaba dispuesto a seguir.

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