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Boda extraña (2)

en Gays

BODA EXTRAÑA - segunda parte

Tenía escrita la segunda parte de Boda Extraña para enviarla a esta Web. Como decía el comentario de un lector, suelo tener tendencia a escribir relatos en los que la soledad y el amor no correspondido son mis actores principales. La segunda parte escrita seguía esos cánones.

Pero he recibido en mi correo una carta de un chico de México. Me dice ha leído mi relato Boda Extraña y encontrado similitud entre su vida y lo que describo. Me pide le aconseje en algo que considera crucial en su existencia.

Por ello he escrito de nuevo la continuación del relato de una manera totalmente diferente a como lo tenía hecho.

Se lo dedico a ese amigo de México para que piense que la vida no es a veces tan mala como nos parece.

 

Deseo enviarle también un mensaje personal

 

Tenía escrita una carta para enviarte, pero al momento de hacerlo, encontré, quizá una distracción por mi parte, había borrado tus señas del correo de mi ordenador. Por favor escríbeme de nuevo. Quiero ser tu amigo. El físico comprobarás no es nada importante. Me has demostrado tienes en tu interior cosas maravillosas que ofrecer . . .

 

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Un fuerte y lacerante grito, más debiera llamarle alarido de dolor, como el que pudiera lanzar un animal al que se ha herido de muerte o alguien a quien un verdugo esté torturando sádicamente, salió de la garganta de Manolín, seguido al "si quiero" que me había murmurado al oído cuando le leí si aceptaba a Eusebio como esposo.

Después del terrorífico grito lanzado se desplomó sobre el pavimento presa de lo que parecía un fuerte ataque de locura, retorciendo espasmódicamente su cuerpo y lanzando horripilantes gritos que resonaban repetidos y ampliados en el recinto por el eco del local.

Arrastró en su caída dos reclinatorios, que habíamos colocado estratégicamente para que nos taparan de la vista de los novios, cuando se colocaran ante el altar, que se rompieron en trozos y aunque tuvo la suerte de que no le hirieron coadyuvaron a la estruendosa alteración de la ceremonia

El pequeño tamaño de la ermita, su construcción de piedra sin revestir y la falta de elementos en las paredes que amortiguaran el ruido, propiciaron que, tanto los horribles gritos como los golpes que le siguieron, fuesen perfectamente oídos y sentidos por los asustados asistentes, que volvieron sus rostros alarmados y expectantes hacia el lugar en que habían ocurrido.

El sacerdote revestido para celebrar el sacramento del matrimonio, que con dos monaguillos al lado, vestidos también de sotana y roquete, se habían situado ya frente a los cuatro reclinatorios forrados de terciopelo rojo, en que permanecían arrodillados los novios y los padrinos al pie del altar, para iniciar el ritual de casarlos, quedó en suspenso, cerró provisionalmente el libro de donde iba a leer las preguntas rituales y quedó mirando también hacia donde lo estaban haciendo todos los demás asistentes.

Hasta ese momento la presencia de Manolín había pasado desapercibida, pero a causa de los gritos y de los golpes subsiguientes pudieron contemplarlo la mayoría de los asistentes, vestido con un traje inmaculadamente blanco y una camisa de grandes y bordados volantes de color rosa, de una manera más acorde, como suele disfrazarse un novio en ciertas partes del mundo, que para ser un simple invitado al enlace.

Quedaron todos asombrados y sorprendidos al verle tirado sobre el suelo, dando boqueadas y gritos de terror y aunque la mayoría, pienso, creyeron se trataba de un ataque epiléptico, la manera de estar vestido les dejó indecisos e intrigados de quien se podía tratar.

Solamente Eusebio y yo éramos conscientes de lo que le estaba pasando a Manolo, pero el causante de tanto dolor en mi querido amigo, siguió arrodillado en su sitio, mirando hacia nosotros con ojos asustados y una cara blanca como la cera. Yo, debido a la emoción que experimenté al oír decir a Manolín, con aquella total convicción el "si quiero", al fuerte olor de incienso que se había extendido por el ambiente cuando el oficiante había movido hacia los lados, sostenido por unas cadenitas, un quemadero de áloe, mezclado con el perfume de las muchas flores que adornaban el recinto y unido también al miedo que había sentido al ver a mi amigo en el suelo convulsionando, habían dejado mi mente etérea, lo que no me hizo percibir lo que iba a pasar y retrasó unos instantes mi ayuda.

Después de este primer titubeo me lancé rápidamente a auxiliar a Manolín y lo mismo hicieron algunas personas que estaban cercanas. Pude comprobar, a pesar del golpe recibido, no había perdido el conocimiento, pero sí me pareció, viéndole retorcerse, con los ojos salidos de sus órbitas, culebreando sobre las losas del suelo, lanzando enloquecidos alaridos terroríficos, que lo había hecho la razón, porque se debatía luchando contra los brazos que le intentaban auxiliar y huir de ellos, gritando.

- ¡¡¡ Sacarme de aquí !!!, ¡¡¡ Sacarme de aquí !!!.

Pareció darse cuenta que uno de los que le auxiliaban era yo, porque se agarró a mí de tal amanera que casi consiguió tirarme al suelo junto a él, mientras aumentaba el tono de sus gritos lastimeros.

- ¡¡¡ Sácame de aquí !!! Valen, por favor.. . . - ahora sus lamentos sonaban en mis oídos como una llamada de socorro especialmente dedicada a mí, de manera que mi corazón saltó en el pecho, alocado, porque comprendí que era la única persona que para él, podía salvarlo en aquel momento tan terrible que estaba sufriendo.

Me ayudaron varias personas y atravesando entre todos los invitados, que nos miraban mientras pasábamos, curiosos o atónitos por lo extraño de la actitud y vestimenta del que portábamos, le sacamos de la pequeña iglesia.

Seguía agarrado a mi cuerpo, cuando le llevábamos en volandas, como un naufrago a su salvador, aunque ya no gritaba seguía convulsionando y mostraba una cara de terror supremo. Le transportamos de esta forma, hasta mi automóvil que permanecía aparcado cerca de la entrada, donde quedó sentado al lado del volante.

La ceremonia matrimonial, que había quedado interrumpida mientras ocurrían todos estos sucesos, vi, cuando abandonábamos la ermita, continuaba en el mismo sitio y lugar que la habíamos dejado, porque el sacerdote retomaba el libro para leer el ritual acostumbrado y se volvía a colocar sonriente, ayudado de los acólitos, delante de los atentos contrayentes.

Di las gracias a los que me habían ayudado a llevar a Manolín y arranqué el automóvil con la intención de apartarlo de la ermita, de Archanda y ser posible de Bilbao, para lo que me dirigí hacia la autopista, que me podía conducir, si lo necesitaba, al principal hospital de la zona o a cualquiera de los pueblos costeros cercanos, si se calmaba su excitación y volvía a la normalidad anterior.

Mientras avanzaba lentamente para dejarle tiempo de calmarse, fui comprobando que su jadeo se apaciguaba y el color retornaba a su rostro, totalmente blanco cuando lo recogimos del suelo,

Al rato le oí decir mucho más calmado.

Gracias, Valen muchas gracias. . . .

Le sonreí y continué conduciendo muy despacio.

¿Debo haber dado un gran espectáculo? - comentó al rato de manera sarcástica y muy triste, casi entre dientes.

Bueno, hiciste que todos se fijaran en el verdadero novio.

No quería preguntarle lo que le había incitado a actuar de la manera que lo había hecho. Sabía que si le dejaba tiempo me lo narraría.

Al final fue él mismo el que inició la confesión.

No recuerdo todo lo que ha pasado - comenzó a decirme, sin dejar de mirar hacia el frente, parecía tenía cierto pudor de dirigir, mientras hablaba, su cara hacia mí - Aunque permanece una nebulosa en mi mente que no me dejan recordar ciertos momentos. Rememoro solamente retazos de lo ocurrido. Me vi arrodillado en uno de los reclinatorios de terciopelo rojo frente al altar. Al requerimiento del sacerdote que estaba ante mí, si deseaba casarme con Eusebio sé que contesté "si quiero".

Aunque esta parte de lo ocurrido empezaba con una visión que había tenido su cerebro y no con la realidad, no le interrumpí.

- De pronto al volver mi cara para sonreír y poder besar a Eusebio, quien estaba a mi lado no era mi querido amor, sino esa mujer, esa arpía, que me lo ha quitado, que se reía triunfantemente.

Su malvada cara mostraba lo que disfrutaba con la confusión sucedida, tenía los ojos llameantes y un rostro de bruja asesina que reía y reía, y me hacía señas vergonzantes porque le hacía gracia que me había casado con ella, en vez de hacerlo con mi amor.

Ante mi asombro y confusión, movida por un odio que yo era incapaz de comprender, mientras su cara se transformaba en la de mayor fealdad que nunca vi, sacaba debajo de su vestido blanco, un afilado puñal, que clavaba en mi corazón. Sentí tal dolor que recuerdo grité.

Paró su narración, estuvo intentando que los hechos volvieran de manera ordenada a su mente y cuando lo logró, prosiguió.

- Después no tengo mi cerebro claro. Sé me querían coger entre muchas manos para acabar de matarme, hasta que te vi que los apartabas, me ayudabas a salir de aquel infierno, sacabas de la iglesia y pusiste aquí a tu lado.

Tras un rato de silencio, se echó a llorar con desconsuelo, tapándose el rostro con sus manos. No quise contradecirle en ninguno de los hechos que su cerebro creyó habían pasado. Fuertes y largos hipidos movían su pecho y varias lágrimas le resbalaban por su rostro hasta el mentón, cayendo sobre las rodillas, de su antes inmaculado traje y ahora sucio paño.

Paré el coche en la cuneta y dejé se desahogase lentamente. Consideré que llorar después de haber estado sometido a un estrés y tensión enormes, sería beneficioso para él.

Mientras permanecimos allí parados, más de media hora, hasta que la respiración se le compasara normalmente, pensaba que había cambiado lo que tenía decidido hacer después de terminada la ceremonia y debería decidir ahora que realizar para que mi amigo se repusiera.

Si hubiese sido por él, sé hubiera querido verse petrificado en la ermita, convertirse en estatua en el sitio que ocupaba, como esos catafalcos de piedra que hay en las basílicas o catedrales, en el que reposan los restos de personas ilustres, donde sentía se había "casado" con su amor de siempre, y permanecer así por los siglos de los siglos, gozando eternamente del momento, pero como no era posible, tenía pensado retenerle, cuando terminase la boda y saliéramos, hasta que el templo estuviese vacío, para que nadie nos viera, como habíamos hecho a la entrada.

Al finalizar estas ceremonias, suele ser común que los invitados dispongan de un tiempo para acercarse tranquilamente al lugar donde se celebra el banquete y que los novios lo aprovechen para hacerse fotografías o películas del evento, yo pensaba utilizar ese lapso de tiempo, para el cambio de vestimenta de mi amigo, y así tampoco Eusebio le viese vestido como si le hubiese suplantado, presentándose en la iglesia como si fuese el verdadero novio.

Mi cerebro rememoraba también lo sucedido y sobre todo lo que consideraba la principal causa que lo había producido. Entendía que Eusebio podía casarse con quien quisiera, si eso era su gusto, lo que mi mente no aceptaba era que propusiera a Manolín, esperando aceptase abusando del amor que le profesaba, que siguiera dejándole su cuerpo para él cuando se le antojara follar, como si nada hubiese cambiado entre ellos. Qué pensase en él como si solamente fuera un cuerpo y estuviera en este mundo para su solaz. Si de verdad le quería, debería haberse apartado y dejar que Manolín buscase un nuevo amor, que le valorara en lo que verdaderamente valía, como para unir sus vidas y ser felices.

Cuando consideré que su estado estaba casi normalizado, inquirí.

¿Cómo te encuentras?

Todo lo bien que puedo estar después de estropear la ultima oportunidad de tener cercano al ser que más amo en esta vida. Ahora Eusebio tiene otra compañía y además se avergonzará de mí por lo que he hecho.

No has estropeado nada . . . Eusebio entenderá que te hayas sentido mal en un momento así. . .

No podía decirle que Eusebio, como yo le veía de egoísta, no rompería con él mientras tuviese su cuerpo a disposición para follarlo y gozar de él cuando lo deseara porque el de la mujer a la que se había unido, solo lo cubriría en contadas ocasiones, para justificar "el braguetazo" que había conseguido realizar con su boda o el nacimiento de los niños que esperasen vinieran a este mundo.

Al notarle suficientemente repuesto decidí no acercarnos al hospital y tomé la ruta hacia la costa a buscar un lugar donde pararnos, al lado contrario donde sabía estaba situado el restaurante en el que se iba a celebrar el banquete de bodas de Eusebio.

 

- - - o o o - - -

Encontré un lugar silencioso y recoleto donde elegí una mesa apartada para sentarnos cómodamente y mientras tomábamos un refresco, pudiéramos hablar libremente.

Al verle totalmente repuesto después del descanso aproveché a contarle la realidad de lo que había pasado, qué el "si quiero" me lo había dicho a mí, que el sacerdote que le preguntó si quería casarse con Eusebio, era yo mismo y que todo lo demás había sido motivado por la tensión, el dolor y el estrés que había mantenido en su cerebro durante mucho tiempo.

Según iba narrándole los sucesos parecía recordar lo pasado porque me interrumpió para decirme.

Yo no pensaba asistir al banquete, no podría permanecer allí viendo a mi amor al lado de esa mujer, a la que sé no quiere. Pensé pedirte que fuésemos los dos solos a comer, quería celebrar también "mi boda" y tú eres el mejor amigo que he tenido en la vida y con el que deseaba hacerlo.

Mis labios se acercaron hasta su rostro y disimulando mi turbación le besé emocionado.

Es la mejor invitación que nunca recibí, además aun no he besado al novio. . . . .

Se alegró mi corazón porque había conseguido sacar de aquel martirizado rostro una amplia sonrisa, aunque la borró prontamente para continuar añadiendo.

- Eusebio es incapaz de entender lo que hemos realizado hoy, como tampoco lo harán el resto de los invitados. Solamente tú lo comprendes aunque quizá no lo compartas. Sé que para mí desearías lo mejor y quizá pienses que Eusebio no es lo mejor para mí.

Viéndole vestido de ensuciado paño blanco, con aquellos rotos rizados volantes en su camisa y mangas, con el pelo teñido de color rubio totalmente despeinado y pegado a una sudorosa frente, con una cara que reflejaba los malos momentos que acababa de pasar, diciéndome con los ojos llorosos lo que amaba a Eusebio, no quise decirle lo que pensaba. No deseaba hacerle daño introduciendo en su mente el veneno que la acción que su querido amor había hecho con él, por lo que contesté.

Ya te escribí comunicándote que entendía lo que hacías y que siempre estaré de tu lado.

Gracias, lo sé.

Aunque noté volvía a su mente machaconamente una sola idea que le torturaba

- Ahora he hecho algo que le va a apartar definitivamente de mí.

Pedimos algo comida aunque no teníamos apetito para simular que celebrábamos nuestro particular banquete, Sin decidirnos a comerla, jugábamos con los cubiertos y la deshacíamos en pequeños trozos en el plato, mientras conversábamos.

Deseaba fuese él quien iniciara los temas para obrar en consecuencia, temía que si lo hiciese yo, maldijese a Eusebio por el egoísmo mostrado ante aquel chico maravilloso, rendido de amor, que tenía delante.

- Quiero contarte algo.

Tragó saliva, perecía que lo que iba a decirme le costase salir de su boca y me alegré y a la vez entristeció oírle estas palabras.

- Cuando hace años me dijiste eras también gay como yo, pensé Valen, que tonto era que no me enamoraba de ti, en vez de hacerlo de Eusebio del que conocía su carácter egoísta y voluble.

Solo pude murmurar

- Por favor, Manolín. .

Tardó un rato en reiniciar su hablar.

- No sé si tu vida sexual y amorosa ha sido feliz y si lo es ahora, aunque espero lo sea, pero mi querido amigo, aunque he pasado por momentos de desánimo, tristeza y abandono por parte de Eusebio, no puedo dejar de amarlo, ha sido mi amor, lo es y lo será siempre.

Quedé mirando sus ojos esperando me siguiera confiando sus sentimientos, que no sabía si en aquel momento eran de alegría, pena, remordimiento o ilusión.

No me importa que Eusebio no sepa lo que hemos hecho hoy, es más, lo prefiero - largos silencios y más de un suspiro se mezclaban en la conversación - Así me siento más unido a él, para mí es igual que si lo hubiese hecho un sacerdote, porque has sido tú, quien más quiero después de él, el que ha realizado esta unión.

Mientras me contaba sus interioridades había posado sus manos encima de la mesa y desde el asiento de enfrente, había acercado las mías y se las había cubierto con mis palmas extendidas.

Estuvimos de esta manera durante un largo lapso de tiempo mientras le veía murmurar por lo bajo, después me dijo.

- Le he pedido perdón a Dios, que sé me ha comprendido y a ti perdonado, por hacerte usurpar la figura de su representante en la tierra.

Los ojos le reflejaban brillantes cuando continuó hablando. Pareció que su pensamiento por unos momentos se marchaba lejos de la mesa y del local en que estábamos.

Actualmente para mí el amor es dar, entregar, intentar hacer feliz al que amo y saber pedir de él solamente lo que me pueda dar. Si le pides más se siente mal, porque no puede aumentar lo que te ofrece y un día se cansará del esfuerzo por complacerte y te dejará.

Siempre supe que Manolín tenía una vida interior muy superior a la de Eusebio y como yo no necesitaba decirle con palabras la amistad y el aprecio que sentía por él, seguí escuchando en silencio con mis manos apoyadas en las suyas.

Sé que Eusebio me entrega lo que él considera puede darme, su cuerpo y amor cuando folla conmigo y solamente su amistad fuera de los momentos sexuales que compartimos.

Apreté mis palmas, me miró sonriendo y sus palabras siguieron fluyendo.

Me di cuenta de ello hace tiempo, al principio me costó admitirlo pero cuando comprendí que si luchaba igual lo perdía para siempre, me resigné. Ahora creía haber encontrado una felicidad en lo que sé consideras mi renunciación pero que para mí, era mi triunfo porque en realidad se casaba con alguien a la que sé no ama - limpió una lágrima que pugnaba por escapar de sus ojos - y la he perdido por mi locura.. . .

- Harías feliz a cualquiera que te hubiera hallado en su camino - las palabras no salieron de mi boca sino de mi corazón.

- No sé, tendría que amarlo como lo hago con Eusebio.

Esperó unos minutos durante los que me pareció rememoraba en su mente algo placentero porque sonreía sin darse cuenta de una manera subrepticia.

- Perdóname si te cuento cosas y escenas que he vivido con Eusebio. Puede que algunos al oírlas pensasen se las narraba por recrearme sexualmente, pero sé que tu las entenderás en su verdadera intención. Son solamente escenas de amor que deseo conozcas para que me puedas aconsejar. Yo no he estado nunca con otra persona que no fuese Eusebio. No sé cómo aman los demás, cómo folla el resto de la gente.

Atendí sus palabras.

- Hace un tiempo, cuando le veía desnudarse ante mí y podía contemplar enteramente su cuerpo me corría en segundos. Notaba que mi polla goteaba mis muslos sin poder contenerse de tanta felicidad como sentía al verle. No me importaba porque así resistía después mucho más sin hacerlo de nuevo y podía darle más placer durante nuestro encuentro.

Su cara se arrebolaba, pero no perdía su sonrisa enigmática, al contarme estas intimidades.

- Eusebio siempre ha sido bello pero es que últimamente, lo contrario a mí que he engordado algo y he echado un poco de tripa, se mantiene fibroso, duro, guapo, maravilloso, deseable. . .

Me sonreí cuando noté miraba hacia otro lado al contarme sus secretos.

Cuando me siento acariciado, mimado y besado por él, previo al inicio de nuestros coitos, me parece que me ama intensamente, no busca solamente mi cuerpo para satisfacerse, pero cuando el folleteo termina, veo se transforma, me parece se arrepiente de las palabras, gestos y mimos que me ha dispensado.

Es cuando más me fijo en sus reacciones porque entiendo que en los momentos álgidos cuando su polla, entrada en acción, ha penetrado en mi cuerpo y es bombeada por el follar, actúa movido por el deseo sexual y lo que dice en esos instantes calientes, no son para tenidos en cuenta, aunque su vocabulario, ruidos, gestos y gemidos, que me dispensa, me encienden terriblemente y me hacen gozar como creo nadie siente en este mundo

Ahora si me miró a los ojos para comprobar si lo que me decía hacía mella en mí y podía decirle algo al respecto.

- Es curioso siempre he tenido, lo sabes bien, un prurito quizá motivado por mi parte femenina de no hablar de mis encuentros sexuales, ¿recuerdas de niño cerraba las ventanas? pero ahora Valen, siento tal cercanía en ti, tal necesidad de confirmar mis decisiones, de que alguien analice mis sentimientos, que no solo no me importa hablar de ello sino que lo deseo, para que llegues a conocerme en la totalidad y me orientes.

Como noté esperaba hiciese algún comentario a lo que me estaba diciendo, añadí.

- Siempre he pensado que en la pareja que formáis eras tú el de la sensibilidad y el corazón y que Eusebio es el ejecutor, materialista y el cuerpo. El sexo sin preámbulos cariñosos es una forma de no sentir el amor. . . .

Perdona te corte, desearía que por un momento pienses que hubo momentos en nuestros encuentros, sobre todo al principio, que el rol cambiaba y Eusebio era el tierno, sensible, romántico, el que se emocionaba, lloraba de amor y me hacía sentir en la gloria y yo el egoísta el que pedía más, el que exigía me diera todo su ser, el que no quería que extraños me vieran y se enamoraron de él. . .

Esta declaración dejó en suspenso lo que iba decir a continuación. Nunca había pensado en Eusebio de esta manera, mi mente no podía imaginarle de esta forma descrita. Pensé en no contestarle, solo escuchar lo que me contaba y salir del paso con cualquier frase bonita dicha sensiblemente. No quería herir aquella pura alma tan loca de amor y dudoso aun de que equivocaba lo que les había sucedido, me dije.

- ¿Si es verdad lo que me dice? ¿Si Manolín no se está dejando llevar por sus deseos más que por los hechos? ¿Si no conozco suficientemente a Eusebio y le estoy juzgando mal?

Cambié por ello las palabras con que pensaba continuar por las siguientes.

- Pudiera ser que Eusebio esté luchando contra deseos internos que le arrastran hacia la homosexualidad. Como te entregas a él sin exigirle nada, se encuentra muy contento contigo, no tiene que descubrirse. Es una manera como otra de huir de la realidad. Intentaré averiguarlo hablando con él en cuanto me sea posible. Puede que en el fondo te ame mucho más que lo que está demostrando. . . .

No quise añadir.

- Porque él está tranquilo ante la sociedad y folla y desahoga su necesidad homosexual sin comprometerse, mientras tú estés tan enamorado, no le exijas su correspondencia, él egoísta, nunca efectuará lo que vulgarmente han llamado "salir del armario".

Es algo que todos los homosexuales nos cuesta mucho hacer y que si es posible escondemos ante la gente, sin darnos cuenta que deberíamos estar tan orgullosos de nuestra sexualidad como la puede estar el resto de los humanos, de los que solo nos diferencia la elección de nuestra pareja.

 

- - - o o o - - -

Pasamos el resto de la tarde más recordando los sucesos pasados, desde que nos conocíamos, que hablando del presente, que acabábamos de vivir, o futuro, porque en cuanto Manolín comenzaba a soñar en alta voz, con días venideros llenos de felicidad junto a su Eusebio, se daba cuenta de la irrealidad de sus planteamientos y se entristecía. Yo huía también del tema, porque con un pensamiento, desde el principio más práctico que el de él, no encontraba muchas posibilidades de felicidad de mi acompañante junto al ser que amaba, aunque si pensaba hablar seriamente con Eusebio del futuro de Manolín.

Si esta boda que hemos realizado entre nosotros, hubiera sido tan verdadera para Eusebio como lo es para mí, la felicidad que describen de Adán y Eva en el Paraíso, sería menor a la que tendríamos nosotros en la tierra - soñaba mi amigo.

Pero era el mismo el que se hacía bajar los pies a la tierra continuando.

- Desde hace un tiempo solo sabe del sexo, de las sensaciones del cuerpo, del goce de adquirir cosas, de lo que él llama planes desvirgatorios, que intenta explicarme para que le valore su masculinidad, no parece saber como yo, lo que es sufrir de amor, de esperar una caricia, de no dormir durante toda la noche porque necesitas un beso antes de cerrar los ojos, de despertarte gritando a la noche porque creías tenerle entre tus brazos y ha desaparecido en las sombras . . . .

 

- - - o o o - - -

 

Aunque la habitación de Manolín daba al patio interior había una parte de su vivienda que se asomaba a la calle.

Cuando nuestro coche giró de la calle Goya hacia Camilo Villabaso, donde daban esas ventanas, Manolín saltó de su asiento.

¡¡ Hay luz en mi casa !!.

Me explicó su extrañeza

Mi madre está fuera de Bilbao, para poder prepararme tranquilamente ante la boda conseguí marchase donde su hermana que vive en Burgos.

¡¡ Habrás dejado la luz encendida !!.

No lo creo. . .

Nos habíamos acercado hasta su casa para que se cambiase de ropa, pensaba salir de nuevo y acompañarle en algún local tranquilo hasta que sintiera la necesidad de dormir, que iba a hacer en la casa de mis padres, donde mi madre llamada por mí, había preparado una habitación para él.

Con cierta aprensión subimos los dos tramos de la escalera que nos acercó hasta la puerta de entrada. Antes de meter la llave en la cerradura, que Manolo me había pasado porque por su nerviosismo no se creía ser capaz de hacerlo él, la puerta se abrió.

Ante nosotros se encontraba Eusebio que nos miraba desde el pequeño hall de entrada, con una cara pálida, entristecida y me pareció llorosa.

Os estaba esperando - dijo quedamente.

La sorpresa nos dejó estupefactos y mudos de asombro.

Desde la ventana, donde estaba vigilante, os vi aparecer. Desesperaba de que ya vinierais, pero era mi única esperanza de poder verte y hablarte.

La siguiente palabra la dijo arrodillándose ante nosotros, donde comenzó a llorar como un niño.

¡¡ Manolín mío. . . . !!

Entre el llanto que le inundaba, la emoción que sentía y que quería que sus palabras saliesen rápidamente de su boca, casi no entendí lo que estaba diciendo a su Manolín, que dirigió rápidamente sus brazos hacia él, intentando levantarle, sujetarle y abrazarle a la vez, imitando acongojado el llanto de su amor.

Si no fuese por la emoción que yo también sentía, el ver aquellos dos hombres ante mí, en la entrada de la vivienda, arrodillados, medio abrazados, llorando a moco tendido, hablándose entre sí a la vez, sin escucharse, me hubiera echado a reír, porque la escena era además de emotiva, un poco cómica para quien no supiese los prolegómenos que la motivaban.

Como pude les metí hacia el interior para cerrar la puerta y que ninguna persona de la vecindad pudiese ver la escena, y ya en el pasillo, pudieron levantarse y ante mi insistencia intentarse calmar algo, para que pudieran darse todo tipo de explicaciones inteligibles.

Me fue imposible entender lo que había pasado para que Eusebio estuviese esperándonos en la vivienda de Manolín, porque seguía presa de una emoción sin límites y solo era capaz de decir dirigiéndose al dueño de la casa.

¡¡ Perdóname, mi vida !!. Quiero que seas mío para siempre. Mi egoísmo no me dejaba ver lo que te amaba, lo que eres para mí. Perdóname, por favor, dime que me perdonas. … - y le abrazaba convulso e intentaba besarle, cosa difícil porque Manolín, por su parte hacia lo mismo y se trababan sus anhelantes brazos sin encontrarse los rostros de abiertas bocas.

Lo que había pasado en la ermita, cuando nosotros marchamos, lo supe después y no por boca de Eusebio.

- Cuando el sacerdote se dirigió de nuevo hacia ellos y abrió el libro de las preguntas rituales - me explicó mi comunicante - podía verse a Eusebio con un rostro blanco como las máscaras de una representación de teatro japonés. Tembloroso como una hoja movida por el viento y con unas lágrimas, que no mostraban felicidad, cayéndole por el rostro. Y cuando le preguntó el oficiante si deseaba por esposa a aquella mujer, que estaba a su lado mirándole con cara de asombro, no dudó un momento en decir casi gritando.

Noooooooooooooooo

Sé que levantó seguidamente y huyó corriendo por el pasillo, ante la mirada atónita de todos los presentes, que seguramente no habían nunca asistido a un enlace tan lleno de emociones como el que mis amigos les habían deparado.

Como llegó a la casa de Manolín, lo que lloró allí, lo que sufrió durante la espera hasta que llegamos nosotros, nos lo narró el mismo, cuando ya calmados, sentados sobre la cama de la habitación de nuestro amigo, se acariciaban como dos tórtolos y yo pleno de felicidad, al verles, le escuchaba.

Cómo estarían de enajenados que no se dieron cuenta que yo abandonaba la habitación, al comprobar, que de una manera inconsciente, habían empezado a desnudarse entre sí, para culminar mediante su unión corporal el sello que "su boda" necesitaba.

Si no me hubiera marchado, estoy seguro se hubieran entregado amorosamente su cuerpo y hubieran follado como nunca antes lo habían hecho, sin darse cuenta que yo estaba presente.

- ¡¡ je, je, je . .. . . !! lo que hace el amor.

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