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Antonino y Silvio

en Gays

Después de cenar opíparamente en el restaurante Lucrecio en la parte vieja de la ciudad de Milán, un grupo de amigos de diferentes lugares de Europa, de sentimientos sexuales idénticos, nos preparábamos para continuar la velada dirigiéndonos a la sala Biombo, reconocido cabaret homosexual milanés, primera de las paradas de nuestro previsto deambular nocturno, cuando Alfredo Tutti, nuestro anfitrión, nos anunció:

- No vamos a comenzar nuestro paseo de esta noche como teníamos previsto yendo a la sala Biombo, nos dirigiremos a otro cabaret pequeño, destartalado y humilde, aunque también de ambiente acorde a nuestros gustos sexuales.

Formábamos el grupo nueve gays, dos portugueses de Porto, pareja desde hacía varios años, dos franceses de Marsella, también emparejados, dos holandeses de Breda legalmente matrimoniados, el italiano Alfredo Tutti, del que partía la invitación de este año, sin pareja en esta ocasión y en representación española, mi muy amado compañero Ángelo y yo.

Manteníamos entre nosotros, desde hacía mucho tiempo, una intensa relación comercial, pues mientras unos fabricaban productos de perfumería, otros los vendíamos en los lujosos establecimientos que poseíamos en diferentes ciudades europeas. La relación acabó convirtiéndose, al ir conociendo nuestro común gusto sexual, en una sincera y estable amistad.

Como teníamos suficientes posibles económicos y ganas de divertirnos, habíamos quedado en Alemania, en el año 2001, durante la Feria de la Perfumería de Colonia, pasar juntos siete días cada primavera para visitar los considerados mejores templos de la homosexualidad y más afamados cabaret de cada ciudad y buscar allí con quien follar libremente según el gusto y permisividad de cada pareja. Desde entonces habíamos escrupulosamente cumplido lo pactado.

Las vacaciones se habían efectuado de forma rotatoria, en las diferentes ciudades donde habitábamos. Este año le tocaba a Tutti ser el anfitrión por lo que todos nos habíamos desplazado hasta la ciudad italiana de Milán donde él vivía.

Siguiendo las órdenes del milanés unos taxis nos trasladaron a través de las oscuras y sucias callejuelas cercanas a la gótica catedral y dejaron ante la poco iluminada y humilde entrada de un antiguo y decadente cabaret titulado con el pomposo nombre de El Paraíso de Adán.

Ante su puerta Tutti nos fue poniendo en situación.

    • En estos establecimientos donde la entrada es tan barata o no la cobran, para hacer algo de caja que les permita seguir subsistiendo, obligan a la gente que asiste al pase del espectáculo a efectuar una consumición. Por ello suelen empezar las actuaciones a las seis de la tarde y las acaban a las dos de la mañana. A la que vamos a asistir nosotros es la quinta y última de hoy.

Mientras se compraban las entradas continuó explicando.

- Veréis que ni el local, pues es viejo y cochambroso, ni las bebidas que son de marca falsificada, ni los asistentes, si miráis alrededor no hay nadie que merezca siquiera una ojeada, ni el pobre espectáculo que nos ofrecerán, merecería desplazarse hasta aquí.

Tras acomodarnos semi apretujados en dos pequeñas y redondas mesitas que el encargado de la sala, tras una espléndida propina, colocó al mismo borde de la gastada pista y mientras nos servían lo solicitado, siguió la explicación.

- ¿Por qué os he traído entonces? Deseo simplemente que veáis la cogida que se desarrolla al final, después del striptees de dos jóvenes inexpertos y a dos transexuales, ya no tan jóvenes, que imitan a antiguas cantantes italianas

Especialmente quiero que contempléis al muchacho más alto, al "activo". Aunque tiene bastante buen cuerpo y una hermosa y larga polla no os he acercado por eso, hay muchos que poseen también esos hermosos atributos sin tener que sufrir estas apreturas – intentó inútilmente estirar sus encajonadas piernas en el escaso espacio que nos concedían aquellas inhóspitas sillas - Lo especial de este muchacho, es que no hace una imitación como ocurre en la mayoría de estos espectáculos ¡¡verdaderamente folla y se corre!! ¡Y lo insólito es que lo hace en los cinco pases que dan por día!!

Cuando me lo contaron no me creí que nadie tuviese tanta potencia sexual, pero he podido comprobar que me decían la verdad, viniendo en dos ocasiones y aguantando, por asegurarme su veracidad las cinco actuaciones de la tarde-noche.

He averiguado también que lleva así más de tres meses seguidos y que tiene un contrato firmado para varios meses más.

Comprobaréis, cuando llegue su actuación, se presenta en la pista con su pene duro, parece que su verga no necesita una preparación previa, por lo menos ante el público y termina, después de haberse corrido, tan dura como empezó.

Algunos otros espectáculos que he visto parece que derraman su semen rompiendo, al descuido, una cápsula de nata líquida de la que impregnan las nalgas de su oponente.

Cuando llegó el número que nos había señalado Tutti, por causas que más adelante explicaré, atendí especialmente la actuación. Se apagaron las luces durante unos segundos. Al encenderse de nuevo, sobre la iluminada pista había una pareja de jóvenes desnudos, muy morenos, que cubrían sus rostros por unas máscaras como las que suelen usarse durante el carnaval de Venecia, que saludaron al público.

Uno bastante alto y con buena figura. Ofrecía entre sus piernas una inhiesta, dura y hermosa verga, rodeada de abundante negro y ensortijado vello, que dejaba medio asomar por la punta un enrojecido y húmedo capullo rosado.

El otro por la configuración de su cuerpo parecía ser muy joven, bajo, más lleno en carnes, de culo redondo y respingón, que mostraba también en su tostada desnudez, una endurecida pero bastante chica y delgada verga.

Por la explicación que nos había dado Alfredo no me extrañó que comenzaran su actuación sin las caricias, arrumacos y sobeos necesarios, como suele ser costumbre iniciar este tipo de números, que les sirven para endurecer y preparar debidamente los genitales antes de la imitada o verdadera representada cogida.

En cuando comenzó a sonar una música suave, abrazados, acercaron sus cuerpos, pegaron sus partes bajas, mientras sus manos asían los culos. Fue la única muestra exterior de cariño que ofrecieron. Seguidamente el alto quedó frente a nosotros, como se había presentado al público y fue su pasivo compañero quien se volteó y arrodilló para tomar una postura adecuada para ser inmediatamente follado.

Una simple y rápida insalivación del orificio del más joven fue suficiente para que la verga del activo, sin ninguna clase de protección, ni engrasamiento previo, acertase a penetrar de una sola suave pero prolongada estocada en el trasero, que de rodillas, su pareja le presentaba.

La cogida que realizaron frente al público duró en total unos quince minutos. La primera parte, fue bien realizada, con los gemidos, ayes y suspiros adecuados para ser un folleteo realizado ante espectadores en la pista de una sala de fiestas, cambiando varias veces de postura para que los asistentes contemplásemos perfectamente, desde todos los ángulos, tanto sus muy remarcados gestos de placer, se les notaba bastante novatos en estas lides, como la morena, dura y larga polla del chico alto entrando y saliendo del orto del jovencito.

No me excité porque sentía interiormente que no follaban sino que actuaban, pero creo que varios de los calientes clientes del local sí parecieron haberlo hecho, porque comprobé que varias manos se escondían debajo de las mesas.

Pero ocurrió que cuando llevaban actuando unos siete u ocho minutos, noté que los actuantes de la pista comenzaron realmente, olvidándose de los espectadores, a joder para proporcionarse placer solamente ellos. Sucedió cuando el joven alto recibió de su cogido compañero, de quien me di cuenta por esta acción era algo más que su partenaire de espectáculo, una muy especial mirada, como la que puede lanzar un cabritillo a su madre cuando desea mamar e idéntica la que veía en Angelo, cuando por el mismo medio, me pedía lo atravesase, lo follase, lo cogiese y lo poseyese hasta la eternidad. Era la que puede dirigir solamente alguien terriblemente enamorado a quien idolatra.

La forma de comportarse de los jóvenes cambió entonces de una manera total. Las emboladas fueron más recias, los agarres dejaban marcadas las uñas en la carne, los gestos de placer y ayes sonaron entonces naturales, ahora no imitaban, ni actuaban para los que habían pagado, sino que follaban para satisfacerse mutuamente.

Miré hacia Angelo, sentado en la oscuridad de la sala frente a mí y comprobé que también se había dado cuenta de la transformación que habían sufrido los de la pista y arqueaba su cuerpo imitando instintivamente los movimientos de la cogida. Cuando varios espasmos del muchacho activo señalaron que su semen estaba penetrando en el cuerpo de su compañero, comprobé como mi novio se retorcía, ponía los ojos en blanco y gemía por lo bajo.

Dirigió entonces Angelo consternado su mirada hacia mí e intentó disimular para hacerme creer que sus movimientos eran un simple cambio de postura en la butaca, pero enrojeció y como si haberse corrido fuera un horrible pecado miró hacia el lado contrario.

Mientras los actuantes, como final de su número sexual, para que no hubiese dudas de la corrida real que habían efectuado, al desengancharse el follador, mostró al público su lechado prepucio que fue, como colofón, limpiado por su compañero con la lengua.

No comprobé si él jovencito había eyaculado también.

Cuando se retiraban, recibiendo los aplausos del público, al verle aun con su arma dura y enarbolada y recordar lo de las cinco actuaciones casi seguidas que aquel joven había sido capaz de realizar durante aquel día no pude por menos de exclamar interiormente.

- ¡Que maravilla de la naturaleza! ¡Que resistencia! ¡Y lo hace cinco veces en la noche ¡ ¡Quien tuviese una potencia sexual igual!

- No desesperes todo tiene arreglo en esta vida - oí me decía Tutti en un murmullo como si conociera mi pensamiento.

Creí en principio que Alfredo había notado la envidiosa mirada que lancé a la aún inhiesta verga del actuante en su retirada, aunque después, por la manera de dirigirse hacia mí, utilizando solo un murmullo, teniendo especial cuidado no ser oído por el resto del grupo, me hizo comprender, que Angelo mi pareja, le había contado algo del problema que arrastrábamos últimamente.

Aunque en un principio me dolió la confidencia que a mis espaldas, mi amado compañero, con toda seguridad había hecho al italiano sobre nuestras intimidades, al recordarle corriéndose mientras lo veía realizar en la pista, manifestando, sin querer que yo me diese cuenta, la urgente necesidad de sexo que tenía, le comprendí y perdoné.

También caí en la cuenta que la visita a aquel moribundo cabaret había sido elegida por Tutti especialmente para mí.

 

Ángelo ha sido mi pareja durante los últimos diez años, que es casi como decir toda mi vida afectiva. Antes de conocerle había tenido, de una manera corta y esporádica, algunos amantes, pero solo fueron uniones físicas donde el corazón no participaba, no había más comunicación que la carne con la carne y sus cuerpos me sirvieron solamente para descargar mi semen y obtener placer.

Desde la primera vez que vi a Angelo, en una fiesta que organizó en Sevilla una de las casas comerciales más importantes de lociones y colonias para hombre, en la que había sido contratado, junto a otros muchachos, para atender debidamente a los invitados, me enamoró. Recién cumplidos sus dieciocho años y vestido con unas vaporosas y perfumadas ropas al estilo árabe, de pie ante el mostrador donde se exponían los productos que la firma presentaba, me pareció el efebo más lindo, hermoso y bello que nunca antes había contemplado. Pasé toda la tarde cercano a él y creo llegué a preguntarle más de veinte veces, por oírle hablar, explicaciones de los productos expuestos.

Quedé unos días más en Sevilla para poder invitarle a comer, me acompañase a ver los espectáculos que representaban en la ciudad y me enseñase los rincones más románticos y bellos de la capital bética, hasta que me atreví, nervioso como un adolescente, a pesar de mis veinticinco años y cierta experiencia mundana, a declararle mi amor una soleada tarde mientras paseábamos por La Plaza de España y las bellas y olorosas rosaledas de los jardines del Parque de Maria Luisa.

Me hizo inmensamente feliz cuando sonriendo, después de escuchar mis rendidas palabras de amor, me dijo con los carrillos coloreados de emoción.

- Desde que te contemplé, cuando entraste en la fiesta, también yo quedé enteramente enamorado y no veía llegado el momento de escuchar estas bellas palabras con las que me has abierto tu corazón.

Una hora más tarde cambiaba la habitación individual del cercano hotel Maria Cristina, en la que me alojaba, por la suite nupcial. La culminación de nuestro amor no merecía menos.

No era virgen de su orto, me explicó, le habían follado varias veces, pero sí lo era del amor. Más exactamente del correspondido.

    • Cuando estás enamorado buscamos en quien llegó a tu corazón su yo superior y entonces crees que haces el amor con una persona sagrada, una persona divina y si piensas que él siente lo mismo "hacer el amor" se convierte, no en algo puramente fisiológico, sino en una forma de mutua adoración.

Y continuó hablándome tumbado sobre la cama sin haber iniciado aun nuestro acercamiento.

    • Nunca vemos o encontramos defectos en el que llegó a nuestro corazón. Solamente después, cuando se rompe el hechizo somos conscientes que sí los posee. Es lo que me ocurrió con quien lo hice por primera vez, me engañó, no sé si conscientemente, aunque creo no sentía lo mismo que yo en su interior, me parece buscaba solo mi cuerpo.

Las siguientes cogidas, simplemente me dejé follar, soy totalmente pasivo, solo presté mi culo para calmar una necesidad fisiológica en la que no hubo nada más que búsqueda de eso que llamamos placer sexual.

Me confesó también que había tenido cierta prevención sobre mí, temía estar nuevamente ante quien simplemente había gustado por su prestancia, pero también me aseguró que se notaba tan enamorado y sin fuerza para rechazarme, que aunque solamente hubiera pedido su cuerpo estaba dispuesto a entregármelo totalmente.

Al comprobar que no era solamente eso lo que buscaba sino su amor y le ofrecía totalmente enamorado mi corazón, se había sentido el más feliz de los mortales.

- Se que he encontrado a quien he buscado toda mi vida y finalmente he hallado el significado de la palabra más importante para mi, AMOR – sollozó emocionado al recibir mi primer beso y añadió - no veía ninguna noche mi estrella en el firmamento cuando me asomaba en su busca y desde ahora sé que la contemplaré más luminosa que ninguna.

Desde mi primer abrazo y beso, abandonó todas las inhibiciones que los pasivos atesoran.

- El gay activo - me explicó mientras iniciábamos las caricias - conquista, siente el placer del macho dominante cuando alcanza su objetivo, pero al ser predador, olvida y busca rápidamente otra caza para añadirla a la que consiguió.

El pasivo se deja conquistar, es feliz con que le cuiden y dominen, dona su cuerpo y a diferencia del activo que reacciona si no obtiene su presa, el pasivo ante su entrega total, de cuerpo, amor y corazón, siente angustia, dolor y una enorme disminución de su ego si se siente despreciado o apartado. Contigo sé nunca sentiré ese desprecio y disminución de mi ego.

Aunque yo no era extraño al sexo con personas de mi mismo sexo, aquella cogida fue para mí como si fuese la primera vez que tocaba un cuerpo, besaba unos labios, acariciaba un pene, metía mi polla en el agujero de un culo.

Su cuerpo poseía una belleza nueva para mí, un calor especial, una suavidad de terciopelo y una atracción que me hacía sentir distinto. Cualquiera de mis caricias recibían un delicioso premio tanto en la zona de la piel que se ponía en contacto como en mis genitales, que reclamaban su ración de placer.

Recorrer, primeramente con mis labios y después con mis manos, todo su ardiente cuerpo, rozar entre sí nuestros enervados sexos, decir y oír las más bellas palabras de amor, intercambiar besos embriagadores y encantadores que pueden transportar el deleite hasta un grado en el que se pierde la identidad personal nos preparó para efectuar el más sublime y elevado acto de amor que dos seres, que se adoran pueden ejecutar, la unión física de sus carnes, de sus jugos más importantes y la comunión de sus vidas, deseos, anhelos, esperanzas y futuro.

Cuando mi falo penetró en su cuerpo recibió un calor que nunca antes había sentido, la piel de mi prepucio, al rozar contra su recto, aumentó su sensibilidad de tal forma que nunca mi cerebro había recibido tal cantidad de placer y mis gónadas seminales iniciaron una superproducción de lefa que amenazaban desbordamientos.

- Eres mi amo, mi dueño, mi dios – me dijo al sentir mi palpitante carne dentro de él

- Te amaré siempre, serás parte de mi, te cuidaré – le prometí al depositarle mi primer semen.

Desde el principio de nuestra convivencia le quise tener de continuo a mi lado, por lo que le invité a vivir en mi casa madrileña, le pedí trabajase en mi negocio y acompañase durante mis viajes.

No le importó lo que pensasen los demás, lo que opinase la sociedad, lo que sus padres pudieran sentir al verle enamorado de un chico.

- Mis padres siempre me amaron y entenderán que he encontrado la felicidad que siempre ha buscado y estoy seguro que se alegrarán que así haya ocurrido.

A su lado yo sentía como si no hubiese vivido hasta entonces y aprendí a saber lo que es la comunión total entre dos seres, a compartir ilusiones, proyectos y futuro, a quedarse mirando a esa persona y que te aparezcan las lágrimas en los ojos de felicidad, a soñar continuamente con alguien que se le ve bello, bueno y apetecible y a saber que eres para ese ser lo que más desea en el mundo.

Hay muchas maneras de expresar el amor y ninguna de ellas tiene que ser ejecutada de una manera metódica, ni tampoco a un nivel solamente físico. El amor no obliga a follar, ni follar necesariamente necesita del amor, pero si existe, como era nuestro caso, la felicidad estaba asegurada, aunque no quiero usar esa palabra para identificar el acto que realizábamos continuamente, sería mucho más adecuado decir "hacer el amor".

Siempre de buen humor, como un niño grande. Era mi compañero, mi amigo, mi confidente, mi vida, mi todo, dispuesto siempre a realizar cuanto supiese me gustaba y a entregarse en su totalidad. Por mi parte intenté corresponderle de igual manera.

¿Por qué entonces he hablado de molestas confidencias y problemas entre nosotros? ¿O a romper nuestra unión aunque sigamos totalmente locos de amor?

Creo que se me entenderá que vaya a tomar la decisión de separarnos y que lo hago por ese gran amor que le profeso.

 

Hace unos meses comencé a notar, que en algunas ocasiones, aunque me sentía excitado y con ganas de joder mi verga fallaba, no llegaba a endurecerse lo suficiente para poder realizarlo. Como solamente era de vez en cuando, si de pronto sucedía, hacía parecer a Ángelo que estaba cansado y no me apetecía realizar sexo. Yo mismo intenté convencerme que los causantes del problema eran el cansancio o el exceso de cogidas que realizábamos pues nos apetecía follar a todas las horas.

Seguramente Ángelo notó que algo anormal pasaba pero nunca se quejó que anteriormente, siempre que le apetecía le follase y que ahora, algunas veces, tenía que contentarse con ardientes palabras cariñosas, simples caricias o que le hiciese una masturbación.

Yo notaba su desilusión y sufría porque podría llegar a pensar que ya no me gustaba, cosa que nunca sucedería, pero no me atrevía a hablar claramente del problema que se me presentaba, como quizá hubiera debido hacer, por miedo a perderle, por ese complejo de hombría y fuerza sexual que tenemos los activos y también pensando, debo reconocerlo, que al ser yo joven aun, lo que me sucedía sería algo pasajero y enseguida desaparecería.

Con frecuencia, alguien me dijo, que la falta de erección es solamente el resultado de la fatiga, el cansancio, preocupación o temor de una impotencia sexual duradera, por lo que puede ser una preocupación que uno se impone, por miedo, a sí mismo.

Más mi problema se fue agravando, a veces no había manera de endurecer aquello, a pesar que en la intimidad lo intentaba frotándolo o mirando pornografía que me estimulase, por lo que terminé acudiendo al médico, acompañado de Angelo, al que tuve que declarar la verdad.

El primer galeno que me auscultó tomó una postura didáctica y peroró:

- Recuerde que la erección del pene es el resultado de una acción bastante compleja de tejidos y nervios involuntarios que llenan de sangre unas vacuolas. Es posible que un hombre conozca sus propias relaciones hasta el punto de saber con toda certeza que ciertas condiciones producirán una erección, pero nunca es algo tan seguro como por ejemplo puede ser el levantar un dedo a voluntad.

Si uno quiere levantar un dedo, y cuando lo intenta no sucede nada, esto sin lugar a dudas es motivo de preocupación, porque la mente consciente debería ser la responsable de ello; pero si una persona desea una erección y no sucede nada, o bien si la erección sólo dura un momento o no culmina con la expulsión del semen cuando se desea, no debe preocuparse demasiado.

Le recomiendo que no le dé mucha importancia a lo que le ocurre, debe de continuar, no cortar el acto amoroso ni siquiera durante la sesión misma en que note la impotencia, siga follando y en algún momento su pene se endurecerá - y dirigiéndose a Angelo comprendiendo era mi compañero - El amor y la sexualidad pueden expresarse por medio de muchas otras maneras que la erección y la expulsión. La mayoría de los fracasos en la sexualidad masculina resultan ser algo pasajero. Ayúdele y no le haga comprender que no fue capaz de terminar el acto para que no se sienta culpable.

Y terminó su clase magistral diciendo:

- No es necesario que todas las sesiones amorosas conduzcan a una unión sexual como tampoco que toda unión sexual acabe en la eyaculación.

Dejé a este matasanos inmediatamente y visité a otros.

Me analizaron todo lo que fue posible analizar, me radiografiaron todas las partes de mi cuerpo, me tocaron por todos los lados, escucharon mis conversaciones sesudos psicólogos y psiquiatras, mas no dieron con la causa. Algunos me aseguraron la cura porque cuando alcanzaba un cierto grado de excitación sexual, sea por imaginación, lectura o miradas o porque yo o Angelo frotasen durante largo rato mi pene, aunque siempre sin endurecerse, llegaba a eyacular.

No perdí esa función, pero esa salida de semen de una flácida verga como cuando caen las últimas gotas de orina durante la micción, sin las pulsaciones del duro y enervado instrumento al expulsarlo, que me ayudaba a inyectar mi caliente semen en el culito de Angelo, era lo que más odiaba.

Para algunos médicos lo que me sucedía era motivado por mi excesiva alimentación en grasas, para otros la falta de ellas en mi dieta. Me hicieron tomar medicinas para activar la sangre y que ésta tuviese fuerza suficiente para llenar mis vacuolas uretrales. Me aconsejaron masajes en las piernas y muslos. Me hicieron dormir más de la cuenta mediante pastillas para obtener un mayor descanso. En fin cada galeno que visité, y fueron muchísimos, me dio una razón y me puso un tratamiento distinto, pero mi verga fue debilitándose de tal manera que llegó un día en que quedó totalmente flácida, como un colgajo entre las piernas y ya no fue capaz de endurecerse por más que lo intentase.

Probé entonces utilizar alguno de los muchos aparatos inventados para la ocasión, pero ninguno resultó conmigo, solo conseguí rasguños y heridas en mi polla y una desilusión mayor ante el fracaso.

Mientras, me daba vueltas y más vueltas por mi cerebro esta frase que encontré en un libro "El sexo es maravilloso con amor, pero el amor sin sexo no es nada ".

Angelo, no se quejó en ningún momento, ni me hizo ver que sufría por la abstinencia de un falo que le atravesase, pero era una situación insostenible no solo para él, sino para los dos. Sabía que Angelo, por la larga convivencia que habíamos disfrutado, le gustaba el sexo y tenía necesidad que le follasen muy a menudo, casi a diario, conocía que para él cada cogida nuestra era una ratificación del amor que nos teníamos.

Intentó demostrarme, creo que por indicación de alguno de los psicólogos, que podíamos seguir viviendo juntos, que había amor entre nosotros y eso le era suficiente, aunque no recibiese mi verga en su interior.

Pero el cuerpo es el instrumento esencial para la comunicación en todas las relaciones humanas. Aún cuando permanezcamos en silencio, nuestro cuerpo habla; producimos impresiones en otras personas de una manera consciente o inconsciente y también recibimos impresiones de los demás y su cuerpo me decía, aunque no me lo dijera de viva voz que no era feliz viviendo en estas condiciones. Es por eso que comprendí y perdoné tanto la corrida con su disimulo durante la contemplación de aquellos jóvenes como las confidencias que pudo hacer a Tutti.

Imaginé también el tipo de vida futura que se nos presentaba. Al cabo de un tiempo, no aguantando más, si no había llegado a engañarme, me veía buscándole alguien, que pagándole, lo cogiese para satisfacerle en sus físicas y normales necesidades sexuales.

Antes de ser un cornudo consentido, decidí, no se lo había aún comunicado, que la mejor solución era, por el bien de los dos, en cuanto volviésemos de Italia, romper nuestra unión y dejarle libre para que pudiese encontrar quien me sustituyera en el lecho.

Indudablemente podría mantenerse nuestra amistad y su trabajo a mi lado que le permitiría vivir desahogadamente.

La tarde siguiente de la visita al maltrecho cabaret donde había admirado la más asombrosa resistencia sexual en un ser humano, aprovechando el tiempo que dedicábamos a hacer una siesta después de comer para recuperar las horas de sueño perdidas por las noches y sabiendo que mis amigos no podían verme, en vez de acostarme, dije a Angelo que salía a despejarme un rato, pedí en la recepción del hotel un taxímetro y le ordené me acercase hasta El Paraíso de Adán. Creía saber ya cual era la causa que Alfredo me llevase hasta aquel lugar la pasada noche.

Tuve suerte, tal como había supuesto, los artistas que actuaban en su espectáculo, para evitar gastos, vivían allí mismo.

Solicité a un viejo y arrugado hombre que efectuaba labores de limpieza en el hall de la entrada, la presencia de Antonino, había leído su nombre en un cartel pegado en la pared derecha cerca de la taquilla donde expedían las entradas y aparecían fotografiados con el título "Antonino y Livio", la pareja que vi actuar la pasada noche.

Solventé las dudas que me mostró de si debiese comunicarle mi petición entregándole un billete de veinte euros.

- Espere aquí, se lo comunico - y el hombre se perdió en las profundidades del local.

Una estrecha puerta de madera en uno de los rincones del hall se abrió y apareció el muchacho más alto de la pareja. Ahora sin la máscara que le cubría el rostro durante la representación pude comprobar que no pasaba de los diecisiete años.

– ¿Qué desea? - me miró entre extrañado y asustado.

Quedé parado. Allí plantados, en medio del desolado hall de entrada del vacío cabaret, al lado del viejecito que mientras barría y recogía en una paleta las basuras, nos miraba y escuchaba, no me pareció el lugar apropiado para ofrecerle dinero, esa había sido mi primera mi intención, a cambio de su secreto para mantener eréctil la verga durante tanto tiempo, incluso después de descargarse.

- No sé . . . . -

Se dio cuenta de la mirada que lancé alrededor y me ofreció.

- ¿Quiere pasar?

Por un estrecho pasillo con varias puertas situadas a la derecha penetramos en una habitación que abrió.

Se notaba era en la que la pareja desarrollaba su vida. Medio sentado-echado sobre un camastro se encontraba su compañero Silvio que se me quedó mirando. Me pareció aún más joven que en la pista, difícilmente pasaba de los quince. Cuando Antonino y yo nos sentamos frente a una mesa se acercó para atender a lo que pudiéramos hablar y cariñosamente se apoyó en la espalda de su pareja dejando que sus brazos colgaran sobre su pecho.

- Usted dirá.. . – inició Antonino.

- Ayer por la noche asistí a la última de sus representaciones del día – comencé a decir – y tuve ocasión de admirar su portentoso poder sexual.

- Mi amor es el mejor follador del mundo - dijo con voz melosa Livio mientras acercaba los labios al cuello de su amado y se lo besuqueaba – nadie es capaz de dar tanto placer y durante tanto tiempo como él.

Antonino sonrió embelesado ante la caricia, se volteó y le pidió cariñosamente, al devolverle los besos.

- Para un momentito mi "amore". Deja al señor explicar por qué ha venido a visitarnos.

Ante estas muestras de cariño y amor que con total normalidad mostraban entre sí aquellos jóvenes, me hicieron comprender que debiera cambiar mi planteamiento inicial.

Con el egoísmo del que tiene posibles y cree que todo se puede comprar con dinero, imaginaba simplemente plantearle me vendiese el secreto según el cual su verga permanecía tanto tiempo endurecida y solucionar el problema que me acuciaba y que ellos, que trabajaban en un pobre local, quizá por un estipendio exiguo, ante los euros que les pudiera dar, rápidamente accederían.

Pensé que quizá el dinero fuese capaz de abrir su boca pero de seguro sería mucho más efectivo llegarles también a la vez al corazón. Dos personas tan enamoradas como las que tenía delante, al sentirse tan felices, podrían entender mi sufrimiento y el de mi amado Angelo.

Sabía que el dinero tenía su importancia, lo necesitaban para vivir, pero al verles acariciarse tan tiernamente, podía no ser lo más importante en sus vidas.

Quise dejar claro que lo que les pudiera dar, nunca sería por una compra de su secreto, sino una gratificación por la ayuda que me podrían prestar.

Y comencé a hablar y les conté la parte de mi vida en la que conocí al mejor ser que había sobre la tierra, nuestra gozosa vida amorosa, la felicidad de los diez años pasados juntos y la desgracia que había surgido entre nosotros porque mi falta de erección no nos permitía demostrar nuestro amor por medio de sublimes, amorosas y placenteras cogidas.

Les dije de mi silencio y disimulo ante Angelo porque pensaba iba ser corto el tiempo sin folladas, la confesión finalmente a mi amado de la causa de no atenderle debidamente en sus deseos, de mis visitas a todos los médicos, curanderos y psicólogos conocidos, el avance de mi llamada enfermedad y la decisión que había tomado, aun no comunicada, de dejarle libre a pesar del amor que le profesaba.

- Por ello, al verle la pasada noche la hermosa y larga erección que usted posee, pensé podría ayudarme a anular esa decisión, no tener que separarnos para siempre diciéndome cual era el secreto de su enorme potencia sexual, ya que nadie que no tenga un sortilegio, filtro, truco o ayuda divina, puede hacer lo que usted realiza cada noche.

Hubo también una poderosa razón para pensar que accediera a ayudarme – terminé diciendo a la vez que dejaba descuidadamente un importante fajo de euros sobre la mesa - el recuerdo del impacto que quedó en mí cuando dejaron de representar para el público y solamente follaron para su propio placer.

Recuerdo que me dije.

"Eso solamente puede hacerlo quien conoce el amor y sabe atender debidamente una llamada de su amado".

- ¿Se dio usted cuenta de la transformación de mi amor cuando le solicité me follase de verdad? – pregunto Livio riéndose.

- ¡¡Vi su mirada!! ¡¡Se parecía tanto a la de mi Angelo cuando me solicita el sexo que no le puedo dar!! – contesté.

Y le conté como había contemplado a mi novio seguir atentamente el final de su follada y correrse a la vez que ellos y el disimulo posterior para que yo no sufriese al pensar que no se lo podía dar.

- Pobrecito, lo que habrá sufrido – cortó compungido y casi lloroso Silvio – Antonino, creo que debemos ayudarles.

- Efectivamente no deseo a nadie que pase por lo que yo estoy pasando – murmuré.

- Perdone, no me refería a usted, pensaba en su amor, su Angelo, no recibiendo en tanto tiempo su verga. Si yo no recibiese dentro de mí cuerpo la polla de mi dueño durante tanto tiempo me moriría.

Reímos la buena fe del enamorado Silvio

    • Los dos, los dos han sufrido mucho –
    • corrigió Antonino.

 

Dos son las razones por las que he decidido ayudarle – comenzó a decirme Antonino - No solo me lo ha autorizado mi amor - acarició sus manos que pendían sobre su pecho - sin su consentimiento nada hubierais obtenido de mí, sino que me lo ha pedido y también quiero ser sincero, por el dinero que nos ofrece, del que verdaderamente estamos muy necesitados. Aunque si después de contarle el secreto que conlleva esta potencia sexual mía, no desea obtenerla, por escrúpulos de conciencia, lo devolveremos - añadió tomando el fajo de euros que yo había dejado encima de la mesa.

El secreto se encuentra en un pequeño pueblo, aldea, es el nombre que realmente le corresponde por su tamaño llamada Lampodone, donde nacimos tanto Silvio como yo. Está situada en el sur de Italia en la costa de Calabria, bañada por el Mar Jónico aposentada y casi escondida entre las enormes rocas que forman allí el litoral y calcinada por un sol mediterráneo inmesirecorde.

Es un lugar que parece haber sido abandonado de la mano de Dios, miserable, retrógrado y atrasado que sigue viviendo en el pasado.

Fue subiendo el tono de su voz para dejar bien sentado que el lugar donde habían nacido y después vivido tenía muy malos recuerdos para ellos.

- No es un sitio al que llegan los yates de los pudientes, porque el pequeñísimo rincón que pomposamente llamábamos "el puerto", cobija y protege malamente una docena de artesanales botes de pesca.

Sus gentes no reciben en la época veraniega a los que buscan lugares costeros tranquilos para tumbarse todo el día al sol y presumir de vuelta al trabajo, tras la quincena vacacional, de su piel bronceada, ya que lo que denominan allí "la playa", único lugar por donde se podía acercar andando hasta el agua, es de guijarros sueltos, sin mácula de arena y que, por ende, queda desde el mediodía totalmente cubierta por la sombra de un enorme promontorio rocoso que en uno de los lados del pueblo parece amenazar con caer en cualquier momento sobre sus casas.

Tampoco ninguno de los dos, mientras allí habitamos, haciendo yo de monaguillo, sacristán, cuidador y limpiador de la parroquia-iglesia dedicada a San Miguel y Silvio, a la vez que asistía a la escuela, ayudando a su padre yendo en la barca de pesca cuando era necesario, nunca vimos aparcar en su diminuta plaza autobuses de turistas, ya que para que éstos se acerquen, necesitan que en el lugar exista algún monumento antiguo y conocido, que desgraciadamente tampoco lo había en Lampodone.

Parte de sus moradores conseguían vivir mal que bien de lo que recogían de la escasa tierra sembrable que dejaba el murallón que forma el litoral y el enorme pedregal que presenta las rocosas montañas cercanas y el resto se arreglaba comiendo la escasa pesca que el mar les ofrecía y secando al sol la sobrante para ser vendida posteriormente en el pueblo de Crotone el más importante de esta parte calabrense.

En aquel asqueroso lugar nací sin saber quien era mi padre y habité al lado de mi madre hasta los seis años en que murió. Cuando quedé huérfano el párroco de la aldea propuso a los vecinos, según dijo dando ejemplo de virtud cristiana, que quedase a su cuidado para ayudarle en la iglesia en lo que pudiera y al de D. Fosco, maestro del pueblo que me enseñaría a ser un hombre de provecho.

Su enojo había ido creciendo, pero un nuevo beso de su amado en el cuello pareció calmarle.

- Y en la casa parroquial, adosada a la iglesia de la parroquia consagrada al arcángel San Gabriel, al lado de D. Alterio, alternando con temporadas en la mansión de D. Fosco que vivía solitario en una vieja casona, perteneciente a su familia, ambas apartadas del núcleo o centro de la aldea, viví los siguientes doce años que permanecí en Lampadone.

Descansó un instante para seguir a continuación.

- Tres son las etapas en que puedo dividir mi vida en ese lugar.

La primera es la correspondiente a mi infancia. Va desde los seis años en que fui a vivir con los que me acogieron hasta los diez en que hice mi primera comunión. Podría denominarla la de los miedos, suplicios y horrores.

La segunda etapa abarca desde esa edad hasta que cumplí los catorce años. La llamaré la del conocimiento y las transformaciones de mi cuerpo, fue en la que supe el por qué aquellos malvados realizaban aquellas terribles cosas conmigo y en la que la naturaleza me preparaba para ser adulto.

Durante ella mis cuidadores cambiaron un tanto su actitud, intentando atraerme o quizá temerosos que huyese de sus garras contase lo que sabía. Dejaron de martirizarme aunque no de follarme. Es también en la que me encontré diferente al resto de los chicos que conocía.

La última fue la de la claudicación y también la de mi sublevación, fue en la que conocí el secreto y también a Silvio, cuyo amor me cambió totalmente la vida.

Paró nuevamente para beber un trago de agua de un baso que le había acercado Silvio y me miró para saber si lo que me estaba contando merecía mi atención, ante mi aceptación con un gesto afirmativo de mi cabeza prosiguió.

- Te hablaré de mi primera etapa.

¿Quieres saber como eran los dos hombres que me recogieron y se encargaron de mí?

Piensa en un ser mentiroso, falaz y engañoso, que esconde sus maldades bajo una bonachona y dulce sonrisa siempre presente en su rostro y que utiliza una voz y risa imitando a la de un bondadoso abuelo y tendréis a D. Alterio, párroco de la destartalada iglesia de Lampadone.

El maestro D. Folco, por el contrario, no pretendía pasar por buena persona, pero le gustaba mostrar que era quien más conocía de la vida, la humanidad, el devenir del pensamiento, es decir, el más inteligente de aquella comunidad, pero siempre bajo una imagen, simpática, liberal y abierta a la discusión que escondía al ser más sádico, miserable y sin corazón que parió madre.

Ambos pasaban bastante de los sesenta años cuando caí en sus garras y tuvieron en mí la víctima propiciatoria que les faltaba para practicar sobre ella toda clase de suplicios, torturas y violaciones que nunca se atrevieron antes a hacer a nadie, por las consecuencias que les podría acarrear. Mostrándose ante mí tan ardientes en sus manifestaciones sexuales comprendí que hasta entonces habían descargado sus necesidades entre ellos mismos.

La iglesia, consagrada al arcángel San Miguel, había sido construida hacía muchos años pegada al gran peñón o promontorio que daba la sombra sobre la playa, aprovechando las ruinas de un antiguo cenobio de la edad media donde parece vivieron un grupo de monjes templarios. Solamente el párroco y D. Folco, por medio de éste, conocían que tras el altar mayor, al hacer unas obras de restauración habían aparecido unas gastadas escaleras de piedra que terminaban en una pequeña, oscura y muy húmeda cripta de suelo de tierra apisonada que podía iluminarse por una bombilla que habían colgado del techo de piedra y que encendían y pagaban desde arriba aunque a veces, cuando celebraban algo extraordinario encendían algunas de las velas que se utilizaban en los ritos de la iglesia.

Sobre este duro, húmedo y frío suelo me colocaban desnudo, boca arriba al lado de la pared donde excavados aparecían dos grandes huecos llenos de calaveras y huesos de los monjes que habían muerto durante la estancia de los caballeros templarios y mientras ellos vestidos con unos viejos y descoloridos sayales de color negro que llevaban bordados a la altura del pecho un águila roja, parecían ofrecerme a una pequeña y muy mal fabricada estatua de un ángel, que siempre creí era un San Miguel, que con el puño cerrado miraba hacia el cielo, mientras cantaban extrañas canciones y pronunciaban palabras ininteligibles para mi.

Después sobre una gran losa, que llamaban ara, colocada en la pared contigua comenzaban los suplicios, uno al que me vi muchas veces sometido fue mantener atada la punta de mi pene durante bastante tiempo para que después pudiese mear fuertemente, porque al señor párroco le entusiasmaba recibir el abundante chorro de mi orina en su rostro mientras mantenía la boca abierta.

Aun con todo el malvado y engañoso D.Alterio era menos sanguinario y sádico que D.Folco que le gustaba torturarme de muy diversas maneras, pinchándome, quemándome con puntas de palos encendidos o golpeándome las nalgas con trapos mojados. Uno de sus suplicios preferidos consistía en atarme una de las puntas de un cordel a mis enanos testículos y la otra a su pene. De forma que cuando se masturbaba me producía tal dolor que me hacia llorar y chillar, lo que le excitaba de tal manera que se confundían mis ayes lastimeros con los suyos de placer.

En cuanto a las violaciones las realizaban los dos por igual primero uno y después otro. En una ocasión, durante una larga sesión, que creo conmemoraba para ellos una especial fiesta, mi culo llegó a recibir diez veces seguidas alguna de sus pollas.

A esa tierna edad no sabía el por qué realizaban aquellos malvados esas acciones, pero sí conocía ya del dolor, miedo, humillaciones y pánicos.

Aunque seguramente Silvio conocía bien los padecimientos que su amor había sufrido durante su niñez, el volverlos a escuchar le habían hecho saltar sus lagrimas y no pudo por menos de abrazar a Antonino para mostrarle su compasión.

- Mi vida en esta primera etapa puede resumirse en una continuidad de sobresaltos y terrores de mi mente y humillaciones, tocamientos y fornicaciones en mi cuerpo.

Aun hoy cada vez que evoco aquellos recuerdos que quedaron grabados a fuego en mis pupilas me estremezco. Solo deseaba llegase el momento de dejar de sentir frío, dolor o miedo porque perdía el conocimiento y me llevaban entonces a la cama.

De aquellos años solo recuerdo como algo menos malo la asistencia a la escuela porque aunque las clases las impartía D. Fosco, su hipocresía innata le hacía portarse incluso paternal conmigo ante los demás niños.

A veces me lo quedaba mirando durante alguna de las explicaciones en las que introducía graciosas anécdotas y me preguntaba ¿cómo puede una persona así convertirse después en un monstruo?

Hizo una nueva parada en su relato quizá para que yo pudiera impregnarme debidamente de lo que estaba escuchando. Para que supiese que sus palabras habían producido su efecto le pedí siguiese.

- A partir que cumplí los diez años comienza la que llamé segunda parte de mi vida en aquel lugar y que termina cuando ya, casi convertido en hombre, había cumplido los catorce años por eso la llamé del conocimiento y transformaciones en mi cuerpo.

Se inicia cuando hice mi primera comunión con otros cinco niños de la aldea. No había recibido ninguna clase de catecismo como lo hicieron los demás. Nadie reparó en ello porque como vivía con el párroco supusieron tenía conocimientos suficientes para hacerla.

Pero sucedieron varias cosas durante ese día que comenzaron a abrirme los ojos. Ayudé a la misa tal como hacía siempre, pero como en esta ocasión iba a recibir la hostia consagrada, me ordenó D. Alterio, con amenazas de tomar represalias, la guardase en la boca y la dejase después sobre la patena que ex profeso había colocado en el altar.

La sesión que tuvimos en la cripta aquella tarde, después que terminaron los festejos del día, fue una de las más largas. Curiosamente no hubo, suplicios ni folleteos. Se dedicaron preferentemente a mancillar de todas las maneras posibles aquella hostia que D. Alterio había metido en mi boca por la mañana y que yo había guardado siguiendo sus indicaciones.

Me da miedo contarte las diversas maneras que mancillaron aquel delgado, blanco y redondo pedazo de pan sin levadura que nos enseñaron es el mismísimo cuerpo de cristo. Todo lo peor que seas capaz de imaginar lo hicieron ellos sobre la hostia, mientras a mí me tuvieron sentado sobre la piedra del ara obligándome a contemplar sus viles acciones.

Al principio me extrañó que pudiendo poseer D. Alterio todas las hostias que desease fuere la que yo recibí la que tanto les interesase. Supe finalmente cual era la causa, deseaban viese lo que hacían con ella y obligarme a que yo rematase su nefanda labor obligándome a defecar encima de ella

Aquel día debí darme cuenta que en aquella cripta se desarrollaba algo más que un aprovechamiento de mi cuerpo pero bastante tenía a esa edad con aguantar y resistir el tipo de vida que ambos me proporcionaban.

Aunque todo lo ocurrido durante aquella jornada inicíó mi desconfianza, no fue hasta después, cuando encontré escondidos y pude leer, en casa del maestro varios manuscritos y comprobar que todos trataban sobre el nacimiento y asentamiento en aquella parte de Italia de la secta de los antiguos aquilanos, adoradores de Lucifer cuando comencé a pensar estaba ante dos apostatas, que engañando la buena fe de los habitantes de Lampadone, habían cambiado su adoración de Dios hacia el diablo.

Leí también en ellos que la excomulgada rama de caballeros del Águila, llamados también aquilanos por ser el emblema que portaban sobre el pecho en sus negros sayales un águila roja, se creó por un grupo disidente de los templarios que cambió su adoración y rezos de Dios a Lucifer ante lo que creyeron un abandono de su Creador por los continuos reveses recibidos durante la cuarta cruzada por la liberación de la ciudad santa de Jerusalén en poder de los musulmanes turcos.

Pude leer también que Lucifer, es lo mismo que decir Adorador de la Luz, fue un arcángel, que siendo el preferido del cielo no se convirtió en el segundo de Dios y tuvo que ver que el elegido era su oponente el arcángel San Gabriel. Se rebeló contra su creador y vive desde entonces, con los que le siguieron, en los infiernos, a la espera, como se anuncia en el Apocalipsis de San Juan, de volver al mundo para celebrar la batalla total o Harmagedón, es decir la batalla decisiva entre el bien y el mal.

Los apostatas aquilanos esperan sea ganada por el Príncipe de las Tinieblas que reinará desde entonces tanto en el cielo como en la tierra.

Lo que encontré después también en casa de D. Fosco un anaquel donde se guardaban pezuñas de cabra, búhos disecados, una calavera de lobo, fetos de animales y otras muestras infernales, el recuerdo de las prácticas que habían realizado delante de mí, las canciones e invocaciones que nunca se referían a cuestiones cristianas, me lo ratificó.

Y quedé totalmente convencido que mis pesquisas eran ciertas cuando pude comprobar que la mal fabricada estatua que había en la cripta, que siempre pensé era un S. Gabriel, tenia una peana donde se podía leer R. F. C. L. Por medio de uno de los libros de D. Fosco pude conocer su significado. El titulo de la estatua estaba escrito en hebreo y como este idioma se lee de derecha a izquierda, al revés del nuestro y no existen las vocales, debiéramos leer L. C. F. R. es decir LUCIFER

Quedé anonadado al conocer que a escondidas de sus conciudadanos llevaban varios años convertidos en aquilanos practicando el mal más abyecto que puede hacer un cristiano, ser blasfemos adoradores del diablo.

Te hablaré ahora de mis transformaciones corporales. Sabía que en esta tierra cálida, húmeda, exuberante, feraz y lujuriosa al contrario de los habitantes del norte europeo, la mayoría de los muchachos empiezan a convertirse en hombres entre los once o doce años y a ser fértiles lo más tardar a los quince años.

Debido a los muchos trabajos que desarrollaba en la iglesia, las clases de la escuela y las largas sesiones que pasaba con aquellos desalmados, en las que dejaron ya en esta etapa de torturarme pero no de follarme, me relacionaba muy poco con el resto de los chicos de mi edad, que creo me consideraban raro y extraño, aunque me aprovechaba de los recreos para escuchar e informarme de los sucesos del pueblo y para saber de la transformación que mis condiscípulos estaban sufriendo en sus cuerpos, principalmente en sus genitales.

Había pasado de los doce años y aunque mi pene había crecido y rodeado de algo de vello, aun no producía lo que había recibido muchísimas veces por el agujero de mi culo y lo que escuchaba hacían ya las vergas de mis compañeros de escuela. Tampoco soñaba con placeres sexuales como ellos narraban, ya que mis sueños estaban siempre impregnados de momentos de miedo y terror.

Eran tales las secuelas que dejaron en mi las actuaciones de aquellas malas personas ofreciéndome en holocausto al de jefe de los demonios que además de no producir semen tampoco conseguía se endureciera mi polla. Mis genitales parecían acumular el terror en que había vivido hasta entonces.

Se desarrollaba una dualidad en mí, por una parte deseaba ser como todos los demás, sentir, soñar y desear sexualmente y por otro lado, tenía un terrible temor de alcanzar ese poder.

Pensar que además que aquel par de viejos asquerosos poseídos del demonio me follaran tener que hacerlo yo, me producía un verdadero asco, miedo y temor. No sabía si maldecir a aquella pareja de infernales adoradores del demonio o dar las gracias a la naturaleza que retrasaba mi desarrollo y así sin cambios tanto en su manera de actuar de mis cuidadores como en mi cuerpo llegué hasta los catorce años.

Paró nuevamente para descansar y la primera frase cuando reanudó la narración la quiso remarcar de una manera especial.

- Es en esta tercera etapa cuando llegué a conocer el secreto que te interesa.

Habían pasado ocho años desde que vivía controlado por aquellos hombres que pasaban ya bastante de los sesenta años cuando se hicieron cargo de mí.

Con anterioridad, debido a mi edad y a la falta de conocimientos sobre el tema sexual, me había pasado desapercibido el desenfreno sexual, el poder de sus vergas, la cantidad de semen que producían y la cantidad de veces que podían follar sin que sus instrumentos dejasen de estar endurecidos.

Hasta que un día, acababa de cumplir los quince años, sabía por mis poluciones nocturnas que producía ya semen pero seguía mi pene sin endurecerse, vi que ambos se dirigían sigilosamente hacia la iglesia poniendo especial cuidado que no les viese..

Había en un rincón de la cripta, el que formaba la pared del murallón y la del ara, un pequeño charco creado por el agua que resbalaba del exterior por la pared. En él primeramente D. Alterio y después D. Fosco sumergieron su pene mientras murmuraban unas palabras que no pude escuchar. Inmediatamente sus vergas se les empinaron a ambos. Quizá con anterioridad, sin que yo me percatara, habían usado también de este medio extraordinario para conseguir que sus pollas tuvieran potencia suficiente para sus orgías.

Pero casi a la vez de este suceso ocurrió un hecho, para mi extraordinario.

Una mañana antes que comenzara la misa, con la que D. Alterio engañaba su filiación demoníaca a las gentes de la aldea, apareció D. Fosco con un chiquillo en la sacristía. Era Silvio a quien yo conocía de vista por verle por el pueblo, que tenía en aquellos momentos unos doce años. Habló un momento con D. Alterio que le acarició no solo con la vista sino con sus manos y ambos volvieron a marchar.

Solamente necesité comprobar su mirada para saber que preparaban una nueva victima, ya que por mi edad ya no les servía para inmolarme al diablo aunque si para seguir ambos follándome.

Durante el desarrollo de la misa no podía parar mis nervios, creí en principio que mi estado era debido a la rabia que me había inundado al ver que aquel maravilloso, lindo y débil chiquillo pudiera caer en sus manos. Después me di cuenta que había algo más que rabia en mi.

La imagen de Silvio, moreno, inocente y bellísimo se había adentrado en mi mente de tal manera que no acertaba a tomar las vinajeras sin que temblasen en mis manos, trasladar debidamente el libro de los evangelios de una parte a la otra del altar sin tropezar, derramar el agua con que debía purificarse el oficiante, ni siquiera hacer sonar las campanillas en el momento adecuado de la consagración, mientras soportaba las miradas furibundas de un enfadado D. Alterio.

Para cuando la misa terminó había llegado a dos conclusiones, estaba totalmente enamorado de aquel muchacho y que nunca sería de ellos.

A partir de aquel momento dediqué todos mis esfuerzos a buscar en que manuscrito de los que poseía D. Fosco pudiese leer las palabras que no pude escuchar cuando sumergieron en el charco de la cripta sus pichas para cargarlas del poder sexual que les faltaba por su edad, mientras no dejaba de vigilarlos por ver como actuaban con Silvio.

Parece que había una cierta oposición de la familia del chico. Durante los días que no había escuela había empezado a ir al lado del joven Manuel, hijo del compañero de barca de su padre que estaba ya terminando el aprendizaje necesario para enrolarse como pescador. Cuando terminase el curso deseaban fuese de continuo en la barca de su padre.

A la vez que D. Alterio intentaba convencer a la familia de Silvio, inicié por mi parte un acercamiento al muchacho. Fue fácil hiciéramos amistad, parece que ambos gustábamos de la misma manera sexual y también él había sentido mi atracción.

Tardé varios días en encontrar el manuscrito donde estaban anotadas las mágicas palabras. A’parecieron en uno orlado de dibujos de sierpes, grifos, lagartos, salamandras, bestias fabulosas, arpías, flores de la envenenadora acacia y enroscadas serpientes enseñando su bífida lengua y cuando las tuve las aprendí de memoria y un día, sin que ellos pudieran verme, bajé a la cripta muy contento, sepulte mi pené en el charco de agua y con voz muy alta pronuncie las palabras mágicas.

Lloré de desilusión al comprobar que mi flácida polla seguía igual de desangelada. Había esperado que se me hubiese endurecido para poder ofertársela a Silvio en los encuentros que, a escondidas, habíamos empezado a tener, en los que solo había podido ofrecerle, besos, caricias y palabras cariñosas.

Volví a repetir el remojo de mi polla y las palabras y siguió sin suceder nada. Comprendí entonces que si quería que Silvio fuese solamente mío tenía que tomar otras medidas.

Habían pasado solamente diez días desde mi experimento con el agua, cuando D. Alterio me anunció a la hora de comer que después del rezo del rosario debiera de reunirme con ellos en la cripta.

Lo que realmente querían era mi ayuda para que convenciese a la familia Silvio de las bondades que representaba ir a vivir con el párroco y el maestro.

Quedé estupefacto de la desfachatez que manifestaba, después de la vida que me habían dado, aquella petición, pero reaccioné.

- Tendréis mi ayuda si yo también puedo participar de su cuerpo – propuse.

- Hijo pero si a ti ni siquiera se te empina la cosa – me espetó D Alterio.

- Vi como vosotros hicisteis para que siguieran haciéndolo vuestras vergas.

    • Pero como tú no has jurado adorar a Lucifer en presencia de un creyente aquilano, su estatua no muestra su poder – me contestó sin darse cuanta que me había revelado no solo el secreto de la potencia sexual que buscaba sino también la confirmación de su apostasía religiosa.

D. Folco, más inteligente y reposado, se dio cuenta que las palabras de su compañero habían dejado a la luz el secreto de sus vidas.

- Si juras ante el Adorador de la Luz obediencia eterna podrás conseguir lo que aun no tienes, es decir que tu polla se endurezca y suelte sus jugos tantas veces como lo desees y también participar junto a nosotros de ese muchacho – me propuso entonces dejando entrever que si no lo hacía tendrían necesidad de tomar otras medidas.

Paró aquí su narración para dar más énfasis a su siguiente frase.

    • Este es el secreto por el que se obtiene una potencia sexual ilimitada. Jurar primeramente ante la estatua de Lucifer, en presencia de un aquilano, obediencia eterna al Príncipe de las Tinieblas. Posteriormente pronunciar el conjuro mientras se tiene metida la verga en agua, supe después valía la de lluvia que hubiese reposado por lo menos un día entero y si el Adorador de la Luz te ha aceptado se produce el milagro.

Comprenderás ahora por qué te dije en un principio que no tomaríamos el dinero si tenias escrúpulos de conciencia. ¡¡Depende ahora todo de ti!!

- Gracias, decida lo que sea, el dinero debe de ser vuestro, tu has cumplido con la palabra.

Era terrible el dilema que tenia ante mi. No podía explicarle a mi amor todo lo que Antonino me había contado y pedirle su opinión. Seguro que él preferiría sacrificarse sin que yo le follase antes que vendiera mi alma al diablo

Tenía que ser yo solo quien tomase la decisión. Debiera decidir entre seguir viviendo y follar a mi Angelo cada vez que me lo pidiese o salvar mi alma.

Vivimos pensando que hemos dejado de creer pero cuando se presenta un dilema como el que tenía delante lo que nos enseñaron desde pequeños sube nuevamente a la superficie.

Aun no he decidido la respuesta. Quisiera escuchar los más posibles pareceres, por ello he colgado aquí este escrito.

Os pediría encarecidamente a los que lo leáis me digáis, en conciencia, lo que cada uno de vosotros haría. Podéis comunicármelo en uno de los comentarios o escribiéndome a mi correo.

Sea cualquiera mi respuesta a Antonino, le pediré me cuente como juró, consiguió su poder sexual y fue su vida desde aquel momento hasta nuestra conversación. Porque aunque él no me lo dijo con palabras quedaba totalmente implícito que él aceptó vender su alma al demonio, que posee la estatua y que conoce todas las palabras que se deben de pronunciar.

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