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Amores

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AMOR DE MADRE

Se ha sentado junto a la ventana de la cocina y apoyado su cabeza en el alto respaldo del asiento. Está cansada después de un duro día de limpiar, ordenar, guisar y atender al hogar.

Ha cerrado los ojos, pero estos ven como en una película, lo que ocurría hace casi catorce años.

Miraba a su niño mientras dormía y se le ensanchaba la sonrisa en la cara. Qué trasto era, cuando despierto, avanza sus dos manos para que se las agarres y así apoyarse porque había comenzado a andar.

Era incansable, quería estar todo el día de pie, no era pues de extrañar que cuando le acostaba quedara agotado y dormido al instante.

- ¡Que cara tan bonita tiene¡ - se dice

Y la madre se acerca y le besa suavemente para no despertarle. En sus sueños el niño se sonríe, se mueve, cambia su postura en la cuna. Le cristianaron Ignacio, pero no utilizan ese nombre para nombrarle, es el niño, el nene o cualquier palabra cariñosa sirve para denominarle en la casa.

Tiene la cara sonrosada, una naricilla respingona y un pelo castaño oscuro, rebelde, imposible de sujetarle.

- Hasta dormido se le nota su vitalidad, su salud, sus ganas de vivir. - comenta con cara de arrobo.

Después recoge todas las ropas que ha utilizado y le he quitado al bañarle y hace una colada para la lavadora que no para de girar en todo el día.

Piensa.

Mañana será un empezar de nuevo.

Se siente físicamente cansada, pero casi desea que amanezca el día siguiente para comenzar a cuidar de aquel niño que tiene dormido ante ella, ¡Su niño¡.

Le recuerda en el embarazo, sus golpecitos y movimientos en la tripa. ¿Por qué se ríe ahora? Esta recordando cuando lo encargaron. No fue tan agradable como le habían dicho. Realmente fue muy doloroso. ¡Era la primera vez y sangró y le dolió mucho¡

Fuera estos pensamientos y los del parto, en los que hubo más dolor y más sangre. Solo debo de pensar cuando vi a mi hijo la primera vez, cuando lo trajeron a mis brazos, tan pequeñito, tan arrugado y amoratado pero tan bello y lo acurruqué junto a mis senos y cogió mi teta y mamó de ella.

Aquel pedacito de carne era su hijo. Había estado viviendo en ella, era un trozo de su cuerpo. Eso hacía casi un año. Día a día había mamado, jugado, sonreído y también ensuciado montones de ropas todos los días. Había ido creciendo hasta convertirse en aquella criatura, bellísima, cariñosa y absorbente que ahora descansaba en la cunita.

Le miró nuevamente.

- No me importaría se despertase ahora y siguiera alargando sus manos para que se las coja y seguir dando vueltas por la habitación.

A continuación piensa

- Estoy loca al desear eso, ¡después del día de trabajo que he tenido.

=O=O=O=

Abre los ojos un instante. Densas nubes cubren el cielo y se oscurece el día allá a lo lejos. Quizá llueva pronto.

Le vuelven los recuerdos.

Su niño tiene siete años. Sigue siendo bellísimo, unos grandes ojos negros iluminan su cara. Está siempre sonriendo. Es muy alegre, ríe por cualquier cosa.

Hacemos lo posible para que se sienta feliz Se acerca a mí buscando mis caricias, mis mimos, mi amor. Le gusta echarse sobre mis rodillas y que yo le revuelva el pelo, le haga cosquillas, le diga palabras cariñosas mientras cierra los ojos y me devuelve una sonrisa y una cara de placer que me hacen asomar lagrimas de alegría..

- Mi Nachito, como le llamamos ahora, mi hijo, mi amor - le digo mientras le acaricio.

Es bueno, dócil, simpático, cariñoso con todos y movido, Yo le digo que es un trasto pero no es verdad es el niño mas bueno y cariñoso que pueda ser a esta edad.

=O=O=O=

Suena el timbre de la puerta y costosamente se levanta. Se había quedado un poco transpuesta soñando despierta con su querido hijo.

Abre la puerta y entra un mozalbete, tiene ya catorce años, es alto para su edad, delgado, pelo largo, que besa a su madre, deja su mochila en la habitación que hay al fondo y regresa junto a ella.

¿Quieres merendar? - le pregunta su madre comiéndole con la mirada.

 

AMOR PATERNO

 

Luis mira a su hijo Ignacio desde donde se encuentra trabajando. Desde hace varios años da clases en el instituto de la ciudad, en calidad de profesor PNN (profesor no numerarios), es decir, no tiene plaza en propiedad. Anteriormente, cuando se casó, las impartía en un colegio religioso, donde le pagaban peor y disponía de menos libertad en la manera de enseñar. Además no puntuaba para las oposiciones del Ministerio de Ciencia que parece presenta por fin este año oposiciones para obtener una plaza fija. Su deseo es presentarse a ellas y conseguir una estabilidad en su empleo.

Ha traído del instituto para corregir exámenes en casa y adelantar su entrega para disponer de más tiempo libre. Aunque los años de trabajo que ha desarrollado en la enseñanza estatal puntúan para la obtención de la plaza, lo importante es la nota obtenida en los exámenes que hará el ministerio, por ello últimamente saca todo el tiempo que le es posible para ir preparando los temas que le exigirán.

Levanta de nuevo la vista y ve a su hijo sentado ante su mesa en la habitación al fondo de la casa, haciendo los trabajos que le han puesto en el mismo instituto donde él imparte su docencia.

Piensa.

- Nachito ¿Debiera seguir llamándole así?, porque tiene ya catorce años. Hace mucho tiempo que no jugamos, nos tiramos al suelo, imitamos peleas y nos levantamos sudorosos pero muy contentos ante la sonrisa de mamá complaciente.

Se da cuenta que el tiempo ha pasado muy rápidamente y tiene ante sí a un adolescente, tímido, retraído, pensativo aunque cree bastante consciente para su edad. Pero aquella espontaneidad con que se trataban anteriormente ¿Dónde ha quedado?

Parece que su hijo le huye, teme enfrentarse a conversaciones serias, a cambiar con él sus dudas vitales. Sabe no le importa consultarle sobre los estudios. No es de esos chicos que con solo leer una lección se la aprende. Necesita estudiar, estudiar mucho y repasarla varias veces para memorizarla. Pero el trabajo escolar lo hacía, no era necesario recordárselo para que se pusiera ante su mesa de estudios. Es voluntarioso.

Sigue mascando la falta de acercamiento hacia aquel mozalbete que estudia repitiendo una y otra vez lo leído.

-Siempre que intento ahondar en su interior, buscando tratar temas que considero importantes para su futuro, me veo rechazado.

Hay puesta una puerta de hierro desde hace tiempo entre ambos y Luis no posee la llave para abrirla.

Le hubiera gustado poder ayudarle y orientarle en esta época difícil, cuando se forma el individuo, cuando la sexualidad se inicia, cuando surgen todas las dudas transcendentales que la vida nos presenta de golpe.

Recuerda cuando él pasó por esa etapa de la vida y la tuvo que afrontar solo. En aquel tiempo no se hablaba de ciertas cuestiones en las casas. Desea que su hijo tenga su ayuda, su guía. Así se lo prometió, a sí mismo, muchas veces cuando nació y le vio crecer a su lado, pero no consigue entrar en el interior del cerebro de aquel adolescente.

Por mucho que se ofrece, presenta vías para que pueda llegar hasta él y pregunte, Ignacio no lo hace, parece que se ha encerrado como una perla en su ostra y prefiere resolver por sí mismo sus dudas.

- Estoy entreteniéndome con mis pensamientos y debo de terminar de corregir estos exámenes ¡Pero que burradas ponen algunos¡ Les da lo mismo ocho, que ochenta. La mayoría de los chicos no ponen ningún interés en aprender - se lamenta.

Desde la cocina se oye.

¡Nachito, papá a cenar, que se hace tarde!

Voy mamá, ahora termino - contesta la voz de su hijo desde su habitación.

Luis recogió los exámenes que ya había corregido y se acerca a la cocina.

Pero ¿Qué haces? ¡Estás loco! suéltame que me mareo si me das vueltas.

La soltó, mientras se veía apartado cariñosamente porque pretendía besar a su esposa en la boca.

Su hijo les contemplaba desde la puerta y mira hacia otro lado como si las manifestaciones de cariño que sus padres puedan hacerse delante de él, le retrajesen.

 

 

AMOR FILIAL

 

 

Ignacio estaba muy preocupado, casi tanto como aquella noche, ya casi un año, que despertó sobresaltado porque había notado algo especial dentro de sí, en la zona que había estudiado se encontraba el aparato reproductor.

A pesar que en el instituto había oído contar a algún compañero que ya había sentido lo mismo y sabía se trataba que la naturaleza le había concedido, al llegar a una edad adecuada, el don de sentirse hombre, el que le sucediera, aunque lo esperaba con cierta ansiedad, le dejó asustado, como si hubiese cometido una falta grave al manchar su pijama de aquello blanco y viscoso que había derramado en sueños.

Lo silenció en casa, era algo íntimo cuyo conocimiento creyó solo le pertenecía a él.

La preocupación actual nacía también de algo relacionado con ese derrame de semen que sus gónadas sexuales producían. Ahora sus poluciones no surgían de una manera espontánea, nacían de sus ensoñaciones cuando estaba semi dormido o lo que su mente imaginaba permaneciendo en estado rem, completamente dormido.

Lo que le mantenía inquieto era que sus imaginaciones durante el descanso, siempre se desarrollaban con seres de su mismo sexo. Sus excitaciones nocturnas, que le obligaban a derramar su lefa, se sucedían tocando vergas, sobando cuerpos de chicos, dejando que le chupasen su polla o atravesasen su orto.

Al despertarse se enfadaba porque no era capaz de dirigir, mientras dormía, sus inclinaciones sexuales hacia lo que contaban sus amigos de instituto.

He soñado con. . . y la he echado dos polvos antes de despertarme.

El no podía contar lo soñado, imaginaba horrorizado explicar en el corro de condiscípulos entre clase y clase.

- He soñado que un gigantesco negro me metía su polla por el culo dos veces durante la noche y me he corrido de placer.

Vive en continuo temor que alguien pueda pronunciar, designándole, con la fatídica palabra que odia terriblemente.

- Este chico es maricón.

Ha iniciado una lucha feroz contra lo que su naturaleza le inclina. Desea ser heterosexual como los demás. Poder hablar libremente de su sexualidad. Mirar embobado las incipientes tetas que crecen a las chicas, como hacen sus compañeros y no que su vista se dirija, de una manera culpable, hacia la entrepierna de sus amigos.

Intenta no pensar en cosas sucias durante el día, ya que no puede ser dueño de su pensamiento durante la noche. Cuando no es capaz de evitar masturbarse, dirige su pensamiento hacia figuras o escenas de mujeres, pero en el momento culminante, cuando su semilla anuncia su salida por la punta endurecida de su polla, su mente vuelve a lo que su naturaleza sexual le dirige, a ver el trasero de un varón como receptor de su semen.

Escuchó una vez a un compañero de clase.

- Cuando me llaman al encerado y estoy con la verga dura, aprieto fuertemente la punta hasta que me duele y así se baja y puedo salir tranquilo.

Lo ejecuta tan a menudo que termina el día con la punta de su polla tan dolorida que tiene que frotarla con pomada al acostarse. También se ducha con agua fría varias veces cuando está estudiando, momento más peligroso, terapia que recomendó un sacerdote cuando les dio unas conferencias sobre sexualidad y aseguró era un método infalible.

Tiene miedo que sus padres lo noten. Se escandalizarían, aunque intentasen disimularlo. Ve que su padre le hace preguntas sobre lo que sabe comienza a sentir de sexualidad y mira hacia otro lado, sin responder, pero sufre, conoce el amor que sus padres le tienen y teme perderlo.

Últimamente reza mucho, pide a Dios le ayude a cambiar lo que está naciendo dentro de si. Ha oído siempre que las cosas malas, tomadas a tiempo, pueden corregirse y esto que está creciendo en su interior lo considera malo. Incluso ha leído se trata de una enfermedad curable o una desviación, que con fuerte voluntad, se corrige.

Aunque a sus padres les parezca extraño les va solicitar permiso para seguir sus estudios en un convento de monjes.

 

AMOR DIVINO

 

Se levantó del suelo donde había estado arrodillado durante largo espacio de tiempo. La celda de aquel convento inhóspito, grande y frío, donde se encontraba de novicio, era donde pensaba permanecer hasta que la naturaleza le indicara que había cambiado su sexualidad.

Durante el día intentaba hacer todos sus estudios y labores encomendadas, sacar tiempo y rezar para que Dios le ayudase en lo que desea obtener.

A los estudiantes novicios no les estaba permitido mortificarse, pero lo mismo que obedecía todas las órdenes, esa no la había obedecido totalmente porque se colocaba, por las noches, un cilicio que encontró abandonado en un armario, para evitar lo que allí llamaban malos pensamientos.

Ahora mismo para estar arrodillado había elegido el resalte de una piedra, de manera que sus rodillas se apoyaran en él y sintiendo dolor no pensase en lo que su mente intentaba hacer de una manera continua.

Pronto tendría que echarse sobre aquel camastro de madera, taparse con su manta de áspera sarga e intentar descansar las pocas horas que faltaban para iniciar el nuevo día.

Su forma de actuar había sido observada por el padre que dirigía los novicios. Llevaba demasiado tiempo en este puesto para no darse cuenta de la manera de comportarse de Ignacio.

Sabia que muchas vocaciones hacían lo mismo durante los primeros días, pero después, pasado el arrebato místico, la forma de actuar se adecuaba a la rutina del convento. Cuando esto no sucedía era otra la causa que había llevado al chico hacia ellos.

Valiéndose de la orden de obediencia que allí imperaba se acercó a Nachito y pidió le explicase lo que sentía. Ignacio, roto el dique de sus sentimientos, habló y contó todo lo que no había sido capaz de explicar a sus padres. Lo que sentía sexualmente, lo que sufría por ello, la manera que la sociedad repulsa esos sentimientos y el deseo de que si no cambiaba, deseaba seguir toda su vida en aquel convento donde conseguía evitar el pecado de la carne.

Nunca supo Ignacio con certeza si aquel hombre había sufrido algo similar en su juventud, porque le habló tan sinceramente, le dijo tantas frases que demostraban conocía el problema, que le calmaron. Le aseguró que Dios no pide luchar contra lo natural. Acepta todo lo que sea motivado por el amor y la limpieza de alma.

Le pidió dejase el convento, siguiese sus estudios, hablase claramente con sus allegados. Qué pasado el tiempo, cuando llegase la ocasión, encontraría con quien compartir su vida. En ese momento buscase en su corazón y tendría la respuesta. Mientras, intentase mantener su alma limpia como hasta entonces, pero sin causarse dolor ni frustraciones inútiles.

 

 

AMOR HUMANO

Le conoció durante las vacaciones de verano cuando estaba en tercer curso de la carrera de Ingeniería Mecánica que había iniciado en una capital cercana donde había universidad.

Les presentaron y en cuanto se miraron a los ojos supieron estaban predestinados el uno para el otro.

Han pasado varios meses y seguían igual que al principio, cada vez que se miraban se les nublaban sus ojos, la mente y todos sus pensamientos. Se alelaban. Sabían parecían tontos ante los demás. En algunas ocasiones las personas que les acompañaban se callaban porque ninguno de los dos había seguido la conversación. Realmente no les habían oído.

- Con nuestras miradas sabíamos lo que nos queríamos decir. Había entrado tan dentro de mí que parecía que todo su ser y el mío se habían convertido en uno solo. Éramos un solo cuerpo, una sola cabeza, un solo sexo.

Ignacio se dice ahora.

- Mi cuerpo no había sido acariciado nada más que por mi madre o por mí, pero sus caricias son diferentes, son como fuego en mi piel, sus manos son carbones encendidos unas veces y hielo que calman mis ardores en otras.

No es el sexo lo que me une. Aunque su espada atraviesa, cuando nos amamos, mis entrañas, fuerte, tiesa, dura, caliente, lo importante para mi es él, todo, entero, mi hombre, mi compañero, mi vida, mi AMOR.

Ha encontrado finalmente significado a esta palabra. No le importa lo que piensen los demás, lo que opine la sociedad, lo que sus padres puedan sentir al verle enamorado de un chico. Conoce que sus padres siempre le amaron y fue él quien se apartaba para no hacerles el daño que creía hacerles.

Ha encontrado al final su felicidad y no piensa perder el tren que ha cogido en la vida y está seguro que ellos se alegraran de que así haya ocurrido.

Probó el apartarse del mundo, esconderse, encerrarse, buscar el amor divino ya que no lo encontraba en la tierra y vio que no era ese el sendero que debía seguir. Corrigió a tiempo.

Ahora sabe lo que es mirar al cielo y verlo azul cuando antes lo veía siempre gris, oír los pájaros cantar cuando antes no se daba cuenta de ello, desear abrazar a todo el mundo y decirle soy feliz, cuando antes se escondía porque sentía miedo y vergüenza de su sexualidad.

Quedarse mirando a una persona y que le salgan las lágrimas a los ojos de felicidad. Soñar continuamente con alguien que se le ve bello, bueno, apetecible. Saber que eres para esa persona lo que más desea en el mundo.

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