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La estrecha (1)

en Dominación

“Deseo seguir con lo nuestro”

No estaba en absoluto de que significaba esto pues la dirección de correo no me era conocida ni tampoco tenía relación de ningún tipo con ninguna Marta. Busque su nombre completo en Google y me fui directamente a su facebook. Allí me encontre con una chica joven, muy atractiva, de generosos pechos, morena de pelo largo y piernas largas y magníficos muslos. Una chica de buena familia que apestaba a dinero. También tenía unas cuantas fotos con un chico, un joven musculoso y de muy buen ver, que casualidades de la vida, se llamaba igual que yo... La última foto era de seis meses antes y por más que busque, fui incapaz de encontrar la página del chico. Le di al chat y ella acpto inmediatamente.

“Recuerdame por que lo dejamos”

“Porque soy una estrecha...”

“¿Sabes por qué me tuve que quitar el Facebook y cambiarme la cuenta?”

“Yo... lo siento mucho... Pero te quiero, te amo, te necesito... Estos meses en los que ni si quiera respondias a mis mensajes fueron muy duros... Dame otra oportunidad, por favor”

“Recuerdame cuanto tiempo estuvimos saliendo.”

“Tres años...”

“Y en ese tiempo que hicimos? ¿Cuántas veces tuvimos sexo en tres años?¿Cuántas veces te metiste mi polla en tu boca?”

“Ninguna...”

Casi me caigo de la silla del ataque de risa que me dio. ¿Tres putos años y ni una sola vez? Lo raro no era que la dejará, lo raro era que no la hubiera mandado a tomar por culo al mes.

“Enchufa la cámara”

“Estoy en pijama”

“Enchufa la PUTA cámara”

La veía alterada y asustada, avergonzada... pero resultaba adorable. Me entraron unas ganas locas de correrme en esa carita.

“Sientate en la cama... Quiero verte bien” Ella iba a escribir algo... “En la PUTA cama, ahora”

Saltó como un resorte. Vestía un pijama blanco, una diadema en el cabello y estaba descalza. No sabía que hacer con las manos y estaba bien claro que era la primera vez que se mostraba de una forma tan indecente a hombre alguno. Tenía las piernas juntas y bien cerradas y terminó entrelazando sus dedos delante suyo.

“Ahora mismo me estoy haciendo una paja... Imaginándome que me corró en tu cara de guarra”

Lo escribí bien grande, para que pudiera leerlo. No era ni remotamente verdad, pero me gusto su reacción. En lugar de salir corriendo, encogió los dedos de los pies y cerró la boca... e inclino ligéramente la cabeza hacía arriba. De verdad esperaba recibir el lefazo.

La tuve en ese estado hipnótico media hora larga, el tiempo que duro el episodio que tenía que ver.

“ya”

Fue como si volviera a la vida. Incluso se pasó la mano por la cara para limpiarse los restos. Tardó un momento en darse cuenta que estaba haciendo el ridículo. No se movió, se estiró y cogió el móvil que tenía en la mesilla. Escribió algo, pero lo borró y dejó el móvil a un lado.

“La chaqueta, fuera... quiero verte las tetas”

leyó el mensaje en el móvil. No se movió.

“Esta bien. Aquí terminamos, no me busques más”

-Espera.

Me gusto su voz, era preciosa.

Con movimientos lentos, como si llevará la camisa de Goku para entrenar, se la quito, y la arrojó a un lado de la habitación. El sujetador que llevaba no podía ser más insípido, todo blanco.

“Las tetas... quiero verlas”.

El sujetador tardo mucho menos en salir y fue arrojado al mismo sitio. Tenía unos pechos preciosos.

“Pantalones y bragas... Quiero verte el coño”

Se levantó de la cama. Los pantalones no tardaron en caer hasta sus tobillos y los arrojó...

“Las bragas, vamos, las bragas... Que no tenemos toda la noche”

Fue como arrear a un caballo. Primero las tenía por los muslos, luego por las rodillas, finalmente en el suelo. Completamente desnuda en su cuarto mostrándose a un desconocido.

“Mañana no quiero ver ni un puto pelo, perra peluda... ¿Me has entendido?”

No dijó nada.

“Dilo... Esta perra peluda no tendrá mañana ni un puto pelo en su coño”

-Esta perra peluda... mañana no tendrá ni un puto pelo en su coño.

“Sientate... en la cama... Manos sobre el colchón, piernas abiertas... Quiero verte bien el coño... Más, más... Hasta que no puedas más joder, hasta que no puedas más...”

Abiertas de par en par hasta que la causaba evidente dolor físico.

“Quítate la diadema”

Su cabello recogido hasta ese instante empezó a caer sin control. Cuando notó que tabapan uno de sus pechos, lo apartó en seguida de forma automática. Me gustó el gesto.

“Ahora sí que me voy a pajear”

Tras leerlo, miró hacía arriba, como si de verdad estuviera en la habitación haciéndolo encima suya. La tuve un tiempo en ese estado, y cada vez que aflojaba, la ordenaba que abriera las putas piernas.

Solo salió cuando alguien la preguntó a través de la puerta que coño hacía levantada a las tres de la mañana y que si entraba por si tenía un problema.

-Estudiando, papá

-Acuestate pronto, que ya es muy tarde.

-Sí...

En ese instante se dio cuenta de que situación estaba y lo que estaba haciendo. Toda la vergüenza la cayó encima y agacho la cabeza, pero no cerró las putas piernas.

Ahora que era plenamente consciente de su situación era mucho más divertido y gratificante. Se estaba muriendo de la vergüenza mientras los minutos pasaban y estos se convertían en cuartos de horas y medias horas...

-Por favor, para...

“Puedes parar en cualquier momento... Solo tienes que hacerlo”

Intentó cerrar las piernas y la ordene que las abrierá... Así lo hizó.

-Has dichó que me dejarías.

“Estás sola y la verdad es que ya te tengo muy vista... Hazlo si quieres”

Nos dieron las cuatro de la mañana...

-Haré lo que sea, pero por favor...

“Coge un lapiz labial, y píntate en el pecho... PUTA PERRA PELUDA”

Ella no se movió.

“O puedes masturbarte... Lo que prefieras”

Miró a la cámara... ¿De verdad iba a realizar un acto tan íntimo con una cámara viéndolo todo? Cerró los ojos. Una de sus manos se acerco a su vientre y bajó hasta su coño. Empezó a acariciarse suavemente, pero en seguida se paró. Volvió a intentarlo y se paró de nuevo. La otra mano acarició su muslo y su pezón. Su mano volvió al coño y... Se detuvó.

-No puedo. Simplemente no puedo.

“Pues el pintalabios”

Estaba en la mesilla. Era rojo y se hizó una raya en el pecho. La P y la U fueron relativamente fáciles. Yo la anime para que se escribierá la TA.

Que llevará escritó PUTA en el pecho ya era todo un logró. La ordené que se mirará en el espejo que tenía en la habitación. Disfrute viendo como se veía y las inmensas ganas que tenía de quitárselo y limpiarse.

Cada vez que movía la mano yo la escribía para detenerla. Así estuvimos un buen rato hasta que volvió a por el lapiz labial.

Cuando terminó, no me creía lo que estaba viendo. Si, era lapiz labial relativamente fácil de quitar, pero llevaba escritó PUTA PERRA PELUDA en pecho y vientre.

Se sentó en la cama y al fin cerró las piernas...

“Levántate... quiero verlo”

-Dijiste que terminabamos

”Quiero verlo, perra. Y ahora levántate”

Se levantó a regañadientes para mostrármelo de cerca.

“Hazte foto y mándamela... Y foto de tu coño también”

Por supuesto, podía hacerlas yo mismo, pero de lo que se trataba era que lo hiciese ella.... y de verla el culo, que aún no se lo había visto. No tardaron en llegar.

“Se te ven las burbujas... Que cachonda tienes que estar”

Ella no dijó nada de nada. Quería ver como se masturbaba, así se lo ordené, pero no se movió por más puta y perra que la llamará. Deducí que necesitaba contacto físico. Estaba buscando que hacer cuando de la calle sonó un ruído. La perra se asustó y miró por la ventana... Como si me leyerá el pensamiento me dijo:

-es un vagabundo buscando en la basura. Que asco.

“Pues a ese vagabundo se la vas a chupar”

Se quedó blanca del susto.

“Verás, no soy el Miguel ese que crees que soy, y la verdad es que ni ganas. Pero si eres la clase de chica que creo que eres, ahora vas a ponerte una bata, unos zapatos de tacón y vas a salir a chupársela a ese buen hombre. No te lo tragues para que puedas enseñármelo”

No daba crédito a lo que estaba leyendo. Era imposible y tal, y así me lo hizó saber.

“Baja perra. Necesitas que alguien te use. Chúpasela o mejor, fóllatelo. Déjale disfrutar de tu cuerpo, perra”

-Pero... pero... soy virgen...

Los cubos de basura volvieron a sonar.

“Baja y entrégate... Hazle pasar un buen rato... Las mujeres solo sirven para eso...”

Miró al armario y de nuevo a la calle. No me podía creer que se lo estuviera pensando.

-¿No deseas ser tú... mi primera vez?

“Me gutan experimentadas... Y ahora sal y hazlo”

Seguía mirando por la ventana. El vagabundo, ajeno a todo, rebuscaba entre los restos de nuestra cena. Tenía unas ganas locas de hacerlo con él. Me mire en el espejo y vi lo ue tenía escritó. Las putas perras peludas no escogen con quien se acuestan o no. Abrí el armario y escogí una bata corta y unos zapatos de tacón. Me los puse cuando salí a la calle.

Era invierno y afuera hacía frío. El vagabundo seguía registrando los cubos mientras me acercaba todo lo silenciosamente que podía.

No hubo palabras. El me miró y yo me abrí la bata. El se limpió la nariz con la manga y me agarró directamente del coño. Casi me corró del gusto.

Me folló en la calle, desde atrás, sujetándome los pechos con fuerza mientras me la clavaba una y otra vez mientras me moría del gusto.

-Mañana estaré por aquí, pero vamos a buscar un sitio más cálido.

-No habrá otra vez.

Por toda respuesta, acarició mis muslos y mi coño mientras se reía...