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La tutora (2)

en Sadomaso

Parecía que había pasado toda una vida cuando regresó por fin a la seguridad de su apartamento. Apenas podía creer lo que le había pasado y sufrido en las últimas 36 horas. Era como una pesadilla y sin embargo era real. Terriblemente real.

Se derrumbo en el suelo en cuanto cerró la puerta tras de si.

Una sensación física de agotamiento general la invadía, estaba bastante segura de que tenía algún tipo de fisura en el ano y su coño y sus pezones... Era mucho mejor no pensar demasiado en ello.

Se habían corrido dentro de ella.

La idea de que si no hacía algo posiblemente quedará embarazada de él... la atraía. De una forma horrible y repugnante pensar en no hacer nada para evitarlo la excitaba en lo más profundo de su ser.

-Esta no eres tú, Marta, esta no eres tú.

Se levantó del suelo y se dirigió al baño. Allí, en la intimidad que solo puede dar un lugar conocido y seguro, se desnudo y comenzó a observar su cuerpo con detenimiento.

Las marcas de collar que le habían puesto estaban bien visibles. Se detuvo en las marcas dejadas por las pinzas y en su depilado coño. Sólo por volver a recordar la escena en la que se lo afeitaron se murió de la vergüenza. Se prometió a si misma nunca más llevarlo como un estropajo. Luego recordó que era una mujer madura y adulta y que las mujeres maduras y adultas llevaban el coño como les daba la gana...

Afeitado.

Comenzó a tocarse. La habían pinzado tanto los labios superiores como los interiores y el clítores. Nunca antes había sentido tanto dolor. Aún tenía todo tremendamente sensible, así que tenía que ir despacio, muy muy despacio...

Se estaba masturbando.

Jadeaba como un caballo de carreras y apenas podía tenerse en pie mientras no podía parar de tocarse. Notaba como un orgasmo fuerte y poderoso se acercaba y lo deseaba con todas sus fuerzas.

Lo pero era la cara de guarra que reflejaba el espejo y como se balanceaban sus pechos al son de sus movimientos.

Se corrió.

Se detuvo.

Se sentía inmensamente culpable.

Volvió a masturbarse...

Lo necesitaba.

Terminó en la cama, con el albornoz y las zapatillas puestas. Estaba sedienta. Recordó lo último que había bebida: Meados sacados directamente de pollas.

Pensó que eso no podía volver a hacerlo. No podía ser bueno para el bebé. Ni para el sabor de la leche.

Volvió a tocarse.

Lo ansiaba, lo necesitaba más que nada porque era lo único que la calmaba y no tenía nunca suficiente. Se había pasado el día entero sobándose el coño y no estaba cerca de estar satisfecha.

Su madre la llamó por la noche. Tras llamarla la atención por no saber nada de ella durante dos días, la preguntó que qué tal con su nuevo estudiante.

-Bien, mamá, muy bien. Creo que nos entendemos.

-Su madre me ha dicho que Fernando está encantado contigo y que espera verte mañana.

¿Mañana? ¿Tan pronto? No estaba ni remotamente preparada. Y sin embargo su corazón dio un vuelcó.

-Yo también a él.

-Me alegra que os llevéis tan bien.

El día siguiente pasó muy rápido. Era la primera vez en su vida que se saltaba las clases (ya iban dos días) y estuvo toda la mañana de compras.

Se arregló de forma muy femenina. Deseaba estar implecable para él.

-Buenas Marta, pasa mujer, pasa.

Viendo a su madre,la sensación de que Fernando era apenas un crío se acrecentaba. ¿En que demonios se estaba metiendo?

-Fernando te está esperando en su cuarto. Y ahora que has llegado, yo me voy a ir yendo.

Comenzó a andar como una aútomata recorriendo un camino que se conocía de memoría. Al llegar al cuarto, cerró la puerta y se apoyó contra esta.

-No me has escrito. Estoy muy decepcionado contigo.

Marta no supó que responder.

-Estoy aquí, ¿no? -terminó diciendo a modo de disculpa.

-Y aún llevas demasiada ropa encima.

Comenzó quitándose el abrigo, luego cayó la falda. Se había puesto bragas negras con liguero. Luego se quitó la camisa mostrando el sujetador a juego. El conjunto que se había comprado esa misma mañna. Ropa de adulta para mostrarla ante un crío.

Dio dos o tres pasos vacilantes hacía delante. Sabía que el conjunto la quedaba impresionante. Pero no tenía ni idea de que hacer a partir de ese momento. Mirar al chico tampoco la sacó de dudas, pues su rostro no había cambiado.

Se quitó el sujetador y se bajó las bragas. Solo medias y tacones quedaban en su cuerpo.

El chico aún no estaba conforme.

Se lo quitó todo. Y con la ropa se fue toda la seguridad y confianza que tenía en ella misma.

Ahora él si sonrió. Sacó de nuevo el collar que tenía guardado en el cajón y se lo colocó.

Se pusó de rodillas y la follaron la boca hasta que esta quedó inundada de leche con ordenes estrictas de que no se lo tragara.

La tomó una foto con la boca abierta. Nunca antes se había sentido tan humillada ni tan degradada.

-Sé que deseas tragártelo, pero derrámalo sobre tus tetas.

Así lo hizo. El semen comenzó a recorrer sus hermosos pechos.

La mandaron tumbarse y pisó su coño.

No quería pensar en lo que significaba que la estuvieran dando placer con el pie, que estuviera de verdad disfrutando de ello.

Se corrió como una cerda y su amo (por que ya lo consideraba así) se limpió el pie en su vientre, en su cara y en su pelo.

Sus colegas no tardaron mucho en llegar.

La llamaban Cerdita, pues ese era el nombre que habían escogido para ella. No querían cosas demasiado degradantes. Una mamada, correrse en su cara y en sus pechos.

La dejaron, desnuda y guarreada como estaba, en la cama mientras ellos jugaban al Fifa.

Ella era el premio del torneo.

Ganó un tal José. Era gordito, con la cara llena de granos y parecía el más joven de los presentes. La explicaron que había ganado el derecho en usarla en exclusiva durante un mes a partir de ese momento. Los demás chicos los dejaron solos.

-Muy bien Cerdita, ¿Vives sola?

Marta afirmó con la cabeza. No podía creerse que de verdad estuviera respondiendo a ese nombre.

-¿Tienes coche, Cerdita?

Volvió a afirmar con la cabeza. Claro que tenía, era una cerdita adulta y madura.

-Quiero que me lleves a tu casa. Ardo en deseos de follarte en tu cuarto esta misma noche.

-¿No te esperan tus padres?

-Los chicos me cubriran, Cerdita. No te preocupes por eso.

Marta comenzó a recoger su ropa que estaba esparcida por el suelo. José la indicó que se olvidara de ponerse la ropa interior, que era un trofeo de Fernando. Incluso que se olvidara de ponerse la falda o la camisa. Con los zapatos y el abrigo valía.

-Y ni se te ocurra desobedecer, Cerdita. Tenemos una gran colección de fotos tuyas.

Bien lo sabía ella, no hacía ninguna falta que se lo recordaran. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida?

El abrigo la llegaba hasta la mitad del muslo y llevaba el último botón desabrochado. Su amo y los demás estaban en el salón. Se detuvó para levantar el abrigo para enseñarles como iba. La metieron un vibrador muy particular en el coño y le dieron el mando a José. También le dio una maleta con instrumentos para poder usar a Cerdita como era debido.

Se montaron al coche. José la metió mano al muslo y a la entrepierna y encendió el vibrador a tope.

-Por favor, deten eso antes de que me corra. Este abrigo es muy caro...

José se lo arremango dejando su coño al aire. Era aún peor, iba a poner perdida la tapicería. O que alguien la viera. Y aún así estaba excitadísima. Dejó que el placer inundara su cuerpo y se vino poniéndolo todo perdido.

Comenzó a conducir. Tenía miedo de que José hiciera alguna estupidez durante el trayecto. Este decidió pinzarla los labios inferiores cada vez que se paraba en un semáforo o un stop. Solo duraba unos segundos, pero el acto en si mismo era una muestra de sadismo puro y duro. Marta intentó esquivar Stop y semáforos aunque tuviera que dar mucha más vuelta.

Al fin llegaron al garaje.

-Quítate los zapatos. Caminaras descalza, Cerdita.

-¿Y si alguien nos ve?

-Es preferible a que enseñemos las fotos, Cerdita. Y por cierto, la próxima vez para dirigirte a mi, Amo.

Se descalzó.

La puerta del ascensor estaba a unos centenares de metros por un suelo lleno de polvo y mierda.

Encendió de nuevo el vibrador y la pinza de improvisó.

Marta perdió pie debido al intenso dolor y placer al que estaba siendo sometido su cuerpo. Lejos de apiadarse de ella, José aumento la intensidad del dolor para verla sufrir a cuatro patas.

Quería gritar, pero no podía permitírselo.

Así que se concentro en el placer...

Su amo le había remangado de nuevo el abrigo dejando todo su culo y su coño al aire. No tardó mucho tiempo en correrse.

-Quítate el abrigo, Cerdita. Caminaras a cuatro patas con los zapatos en la boca.

Sólo podía obedecer y rezar para que nadie los viera, pero José parecía empeñado en que alguien los viera. Volvió a encender esa cosa solo con la pinza y se retraso buscando la llave de la puerta.

Una vez dentro fueron directamente a su cuarto. Tal y como le había comentado su amo, ardía de deseo de follársela.

Sólo cuando se la metió comprendió que elchicose estaba desvirgando con ella. Y aún así Cerdita se corrió antes que él.

El semen del chico rezumaba de su vagina. Su amo lo recogió con un dedo y se lo llevó a su boca. Ella lo lamió. Recogió un poco de semen sobrante con el glande y se lo volvió a introducir.

Esa noche no se la permitió bañarse o cenar. En su lugar tuvó que ver como su amo se comía la comida que le mandó preparar desnuda como estaba y tragarse su meada porque no quería ir al baño teniendo un retrete al alcance de la mano.

Ya juntos de nuevo en la cama, la rompió el culo.

No fue a la universidad esa mañana.

Los primeros días, José se dedicó a satisfacer sus apetitos sexuales más básicos. Se la follaba una cantidad irracional de veces al día por todos sus agujeros y la obligaba a ver porno cada vez más bizarro junto a él.

El primer punto de ruptura llegó cuando tras dejarse afeitar la vagina por su amo, le pidió que se masturbara.

Lo hizo, suave y delicadamente hasta lograr el orgasmo delante de su amo.

Sabía que algo había cambiado dentro de ella en estos días de locura pero no sabía que tanto. No recordaba la última vez que no había mentido a su madre, que iba vestida o que se había bañado. Por no recordad, ni se acordaba del último día que le había venido la regla.

-Creo que estoy embarazada.

-No me importa, Cerdita.