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La aprendiz de perra sumisa (2)

en Sadomaso

Su amo la escoltó hasta su nueva habitación situada en la parte alta de la casa. No estaba mal, estaba amueblada, había una cama, un baño para ella sola... La verdad, es que se esperaba poco menos que la metieran en alguna pocilga.

Eso sí, la quitaron el móvil y nada de ordenadores o alguna otra forma de comunicarse con el exterior.

Se desnudó y dedicó un tiempo a examinarse. Los recuerdos vinieron en torrentes. Había sido usada por cinco sucios chuchos... y no podía evitar mojarse pensando en ello.

La habían montado con toda la intención de hacerla cahorritos, como la hembra que era y... Eso la recordó que tenía que ir a la farmacia, pues su amo se había corrido dentro de ella, y él sí que la podía dejar embarazada.

Tras notar que no había daños, se bañó y se fue directamente a la cama.

Despertó algo desorientada y tuvó que hacer un pequeño esfuerzo para recordar dónde estaba y el porqué estaba allí. Solo de pensarlo se mojó.

No tenía ni la menor idea de que ponerse en realidad, ni como le gustaría a él verla, así que simplemente siguió su instinto. Escogió una bata larga y rosa sin nada debajo de ella y bajó para almorzar.

Los sonidos del sexo no tardaron en llegar hasta ella.

La polla de su amo estaba dentro de una joven pelirroja, algo mayor que ella. Y era toda una maestra en lo que estaba haciendo. Observando a la pareja a escondidas estaba claro que aún la quedaba mucho que aprender.

Su entrepierna comenzó a arder. Deseaba tocarse, acompañar a la escena que se estaba desarrollando delante de sus ojos. Su mano empezó a bajar hacía abajo...

Su amo hizo contacto visual, y la volvió a subir. No podía, no sin permiso, y estaba claro que no lo tenía.

La mamada siguió su curso hasta que su amo explotó en la boca de la chica.

-No te lo tragues, Esmeralda. Ven, Cerdita, acércate, no seas tímida.

Despacio pero sin pausa, la aprendiz de perra sumisa se fue acercando a la pareja. Esmeralda era más alta que ella, tenía mejores curvas y una belleza más madura que ella. En un momento se sintió insignificante.

-Daos un beso, que yo os vea.

¿Un puto beso? ¿Su primer beso iba a ser con una mujer? ¿Con una mujer que aún tenía la corrida de su amo aún en su boca?

Ni de coña.

Esmeralda simplemente sonrió ante la orden, posó suavemente las manos en la cara de Cerdita y la besó.

Pronto el semén pasó a su boca. Y sus babas. No sabía que hacer con ello, así que se lo tragó.

Y maldita sea, que bien besaba.

-¿Qué tienes? ¿Diecinuve, veinte años?

-Dieciocho. -Acertó a decir Cerdita.

-¿Tan joven y ya en manos de este depravado?

Cerdita asintió con la cabeza, avergonzada.

-Bueno, déjame verte.

Tras el abrazo, comenzó a observarla la cara. Luego, la retiró la bata dejándola desnuda en mitad del salón.

Cerdita no se sentía digna de la atención que estaba recibiendo por parte de una mujer que era y con mucho muy superior a ella en todos los sentidos. El estar desnuda solo intensificaba este sentimiento de inferioridad. Solo quería taparse.

-Las manos a la espalda, Cerdita.

Obedeció a pesar de todo.

-¿La han montado ya los perros?

-Claro, ayer mismo la usaron tras desvirgarla.

-Bien, tiene que entender pronto cual es su sitio en el mundo.

Cerdita se sintió una mierda. Viendo a Esmeralda ahí comprendió que tuvó suerte incluso de que su amo se la metiera primero y no le dieran su virginidad a un chucho cualquiera.

-¿Te puedes creer que me aseguró que me iba a cortar la polla si la volvía a entregar a los perros?

-¿En serio te dijó eso?

Ahora se sentía avergonzada de su comportamiento y de su único acto de rebeldía en todo el día pasado.

Su amo la volvió a colocar el collar. Sabía lo que eso significaba, lo que suponía para ella. Pero se sentía tan insignificante...

Fue conducida de nuevo a la perrera y amarrada en el mismo lugar que la noche anterior. Esta vez no hubo súplicas.

-Intenta disfrutar, será más fácil.

De nuevo, uno detrás de otro la camada entera volvió a disfrutar de su cuerpo. Esta vez, los sádicos de sus amos dejaron que sus mascotas usaran libremente su pezuñas con ella.

Incluso a uno de ellos, al macho dominante, le permitieron que usara su culo para su diversión sin ningún tipo de dilatación previa.

La dejaron en la perrera hasta bien entrada la noche.

Cerdita estaba hambrienta, se lo había hecho encima, pero esos eran los menores de sus problemas. Estaba intentando asimilar una vida donde era poco menos que nada.

Su amo volvió pero no la permitió erguirse. La metió dentro de la casa de nuevo a cuatro patas.

No la importaba, quería comer algo, barñarse, irse a dormir... y terminar con toda la locura donde se había metido por puro capricho.

La colocaron cun cuenco en el suelo y se lanzó a comer pero se detuvó... Estaba lleno de algo blanquecino y espeso.

Ya sabía de sobra de que se trataba.

-Será mejor que comas, Cerdita. Han trabajado muy duro para llenarlo

Sumisamente bajó la cabeza y comenzó a lamer el cuenco. No estaba segura de si era humano o animal, y ni ganas de preguntarlo, pero si estaba segura de que si no se lo tragaba, la vida para ella podría convertirse en un infierno.

Además, parecía que era todo el alimento que iba a recibir en el día.

Así que sí, rebaño el cuenco hasta dejarlo totalmente limpio.

Tras felicitarla, su amo se sentó en el sofá y se sacó la polla.

-Ven

Algo dentro de Cerdita enloqueció. ¿De verdad la iba a dejar comerle la polla? Se acercó hasta donde estaba y se la metió en la boca de golpe.

-Tranquila... Con calma

Comenzó a lamerla y degustarla. Olía mal y estaba sudada, pero era la polla de su amo y... Estaba loca de contenta de poder comérsela...