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Un encuentro en el parque (2)

en Dominación

Resulta difícil separar el sexo del amor, más aún cuando eres una joven sin apenas experiencia en ninguna de las dos cosas. Mustafa, el enano, fue el elegido para adiestrarme como perra desde ese mismo día y eso significaba que tenía todos los derechos sobre mi cuerpo, o en otras palabras, era el completo dueño de mi placer, y poco a poco, se fue adueñando de mi corazón.

Esa mañana no pude ir al instituto. Mi primera tarea consistía en presentarme a primera hora en la casa de Mustafa con el uniforme escolar, bien maquillada y arreglada, ropa interior bonita, a ser posible negra, el pelo suelto y nada de tenis o calcetines. Quería tacones de aguja y medias. Y quería que los llevará en todo instante.

No voy a mentir. Desde el mismo momento en que me vestí para él me sentía una guarra y lo peor es que tenía que ir de esa guisa buena parte de la ciudad.

Ya mi propio padre y mi hermano me echaron una mirada como si no reconocieran o me estuvieran descubriendo por primera vez mientras les preparaba el desayuno. No tarde mucho en descubrir que en realidad lo que deseaban ambos era follarme. Mi propio cuerpo me lo decía, me sentía una hembra deseada.

No fue en el momento más incómodo de la mañana. El simple hecho de viajar en el autobús o caminar por la calle a la vista de todos cuando debería estar en el instituto me hacía sentir una puta y no podía evitar que los demás lo pensaran. Lo peor de todo es que Mustafa no me esperaba precisamente escondido, poseía una gran propiedad en el centro de la ciudad lo que acentuaba aún más la sensación que me invadía.

El mismo salió a recibirme. Ahora que le podía ver bien noté que me llegaba por la cintura y que no era ningún Tiryon Lamister...

Mustafa es negro, feo, con bigote, medio calvo, con una cabeza grande para su cuerpo, dientes amarillentos debido a que es fumador empedernido y con cierta cojera. También llevaba una fusta en la mano derecha y había un perro enorme a su lado

--Quítate los zapatos.

Yo dudé por muy ridículo que suene.

--Oye, le he pagado muy bien a tu chulo, así que nada de estupideces.

Esto lo dijó alto no para que le escuchara yo, sino para que les escucharan unos tíos que pasaban por allí. El comentario más amable que recibí fue “Vaya estómago que tiene la perra”

Bueno, era una orden sencilla, podía hacerla y no llamar más la atención. Un zapato y luego otro hasta quedarme descalza. Fueron recogidos por el perro que rápidamente los apartó de mi lado.

Luego me ordenó quitarme las medias.

No quería hacerlo. No en pleno calle. Quería ir a donde fuera y ... Bueno, satisfacer sus malditos deseos sexuales fueran los que fueran. Pero deseaba hacerlo dentro, no en plena calle. Lo que no entendía en ese momento es que ya estaba satifacciendo sus malditos deseos sexuales.

--Las medias, y no me hagas repetirlo.

--No...

--¿No qué?

--Aquí no...

Me levantó la falda con la fusta y me acaricio con ella.

--En la cara interna del muslo duele mucho. ¿Quieres que te haga eso en tu primer día?

Tenía que haberme fijado en que dijó “en mi primer día”, pero tenía el corazón a mil por hora. Sí, me metí las manos por debajo de la falda y me bajé las malditas medias. Yo me mordí los labios al acabar.

Las bragas me las bajó él. Se acercó, me pusó las manos en las caderas mientras yo miraba a un lado y al otro y cuando me quise dar cuenta, las tenía por los tobillos.

Deseaba pasar antes de que me quitara la falda, o quizás deseaba que me quitara la falda. Él lo tenía mucho más claro que yo. Llevó sus manos atrás y bajó la cremallera de la falda dejándome con el culo en pompa.

Por pudor me tape el coño con ambas manos y no terminaba de entender porque no estaba gritando a viva voz. Me azotó en el trasero.

--Arrodíllate – ordenó al tiempo que me mostró un collar.

No quería. Ansiaba entrar de una vez para... para... para. Sí, me terminé arrodillando en la puerta delante suyo para que me pusiera el collar alrededor del cuello.

--Aparta las manos y abre un poco las piernas.

Empezó a frotarme el coño hay mismo hasta que me corrí de gusto ante los aplausos de los espectadores presentes.

--Entremos.

Nos dirigimos a una sala grande y pose mi vista aterrorizada en los diferentes instrumentos de tortura presentes en la misma.

--A partir de ahora has dejado de tener nombre. Tu nuevo nombre será Babas. Me referire a ti como perra Babas, cerda Babas, puta Babas, o simplemente Babas en función de lo contento que esté contirgo. Cuando estés preparada, te tatuaremos tu nuevo nombre.

Yo me quede muda.

--Cuando te dirigas a mi, lo harás del siguiente modo: Mi amo y señor, tu cerda Babas desea correrse o amo, tu cerda Babas desea orinar, para que recuerdes siempre lo que eres. ¿Lo has entendido, Babas?

Tenía que salir corriendo de allí. Maldita sea, solo era un puto enano de mierda.

--Sí, amo y señor. Tu cerda Babas lo ha entendido.

Mi amo asintió satisfechó.

--Aquí aprenderas a disfrutar del placer del dolor. Te torturaré el coño, los labios superiores e inferiores, el clítoris y la vagina. Los pechos y los pezones, así como la planta de los pies, la cara interior de los muslos, la planta de los pies, el culo, el ano y cualquier otro sitio del cuerpo que se me ocurra. Mohamed, Abad, Titán o cualquiera de las otras perras podrán disponer de ti en cualquier momento. No es común que lo hagan tan pronto, pero eres joven, blanca y de buena familia. Podrán usarte como deseen, desde follarte por donde les de la gana, pedirte que lamas los condones usados hasta usarte como un mero retrete, pasando por supuesto por usarte para satisfacer a sus mascotas en época de celo.

--¿Perros...?Mi señor... Tu perra Babas se pregunta si... - No acabé la frase.

--Sí, pero no ahora y te gustará, perra Babas, te gustará. También es posible que te utilicen de puta, bien en una casa, bien en una esquina o bien en los retretes como ayer. ¿Aguna pregunta perra Babas?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas se pregunta porque no vuelve corriendo a su casa...

Porque era una maldita puta sumisa. Mi amo y señor no estaba tan solo como yo creía. Había dos tipos con él por si se me pasaba por la cabeza resistirme, pero no hicieron falta.

--Como hoy es tu primer día, Babas, te dejaré ir tomando ciertas elecciones. ¿Qué prefieres, masturbarte para tu amo y señor o que te coma el coño?

Tardé en responder. No deseaba realizar un acto tan íntimo delante de él, pero tampoco estaba segura de las consecuencias de no hacerlo.

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas... -comencé titubeante-- desea que la coman el coño.

Mi amo y señor asintió con la cabeza. En un momento estaba tumbada en el suelo y con la cabeza de mi amo y señor entre mis piernas y su lengua dentro de mi.

Era magnífico, realmente extraordinario. Nunca antes mi cuerpo, prácticamente virgen, había sentido tanto placer. Me corrí en seguida para mi vergüenza.

--¿Deseas que siga, Babas?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea que su amo le siga comiendo el coño.

Estaba asombrada de lo natural y lo fácil que me había salido está vez. Me estaba muriendo del gusto. Está vez tarde algo (poco) más en correrme.

--¿Deseas masturbarte para mi o que te coma las tetas?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea que la coman las tetas.

Dicho y hecho. Me quitó los botones de la camisa uno a uno y luego el sujetador dejando mis hermosos pechos al aire. Empezó magreandome las tetas y lamiendo mis pezones.

Era diferente, pero igualmente glorioso. Tenía la sensación de que estaba vez mi amo y señor estaba disfrutando más que yo jugando con mis tetas, pero no me importaba.

--¿Tomas algun tipo de anticonceptivo, Babas?

--No -Respondí asustada

Me mordió un pezón, lo que me dolió y me excitó a partes iguales.

--Ya sabes como tienes que decir las cosas.

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas... no toma nada.

--Así que pronto podré mamar leche de tus pechos. ¿Es eso lo que deseas, babas, dar de mamar a tu amo y señor?

Me quedé muda ante la seriedad de la pregunta. Tarde una eternidad de tiempo para darme cuenta de que para poder satisfaccerle me tenía que quedar embarazada y dar a luz.

Antes de responder nada, me morreó. Nunca imaginé que un beso podía ser tan placentero

--¿Deseas masturbarte para mi o que te folle?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea que su amo y señor se la folle.

Nunca había estado tan segura de algo en toda mi vida.

Comenzó un mete saca brutal. No me estaban haciendo el amor, eso lo tenía claro. Que no era lo que quería ni lo que deseaba, también.

Mi cuerpo se retorcía y gemía como una verdadera cerda. Me corrí dos veces durante la follada, ambas mucho antes que mi amo y señor.

--¿Deseas masturbarte para mi o chuparnos las pollas?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea... descansar.

Me azotó en el coño. Nunca antes en mi vida había experimentado algo semajante. No quería volver a sentir nunca algo semejante.

--Ya he dejado pasar tus corridas sin pedir permiso, perra Babas. Repetire la pregunta, ¿Deseas masturbarte para mi o chuparnos las pollas y tragarte hasta la última gotita?

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea... chuparos las pollas y tragarme hasta la última gotita.

Nunca en mi vida me imagine saliendo por mi boca algo como eso.

--¿De todos los machos de la habitación? -Preguntó mientras la fusta acariciaba mi coñito.

--Mi amo y señor, tu Cerda Babas desea... chupar las pollas de todos los machos de habitación y tragarme hasta la última gotita.

Lo peor de todo es que lo estaba diciendo en serio. Recibí un segundo azote en el coño y está vez sí que lo disfrute.

Sus pollas apestaban a sudor y orina, y su sabor resultaba repugnante. Dos días antes habría huído asqueada y ahora las relamía mientras me masturbaba para ellos.

Cuando los dejé bien secos me introdujeron dos vibradores, uno en cada uno de mis agujeros, me ataron las manos y me encadenaron a la pared. Para beber me dejaron en el suelo un plato de perra con agua y otro con algo de comida bajo la antenta mirada de mi amo y señor.

--Esta cerda desea correrse -supliqué

--¿Y crees que te lo has ganado, cerda?

No estaba segura de nada. Llevaba horas (¿Días?) siendo brutalmente estimulada, abusada y recibiendo mis primeras torturas de pezones con pinzas. Si hacía bien las cosas, dejaba que corriera. Si las hacía mal, no. Así que yo deseaba hacer muy bien las cosas para recibir un premio al que me estaba volviendo poco a poco adicta.

--Mi amo y señor... su cerda babas piensa que... no. -logré articular.

Los vibradores se detuvieron y mi cuerpo se estremeció porque sabía de sobra lo que eso significaba. Pero está vez no hubo azotes. Mi amo y señor bajó de la silla y comenzó a tocarme el coño.

Me encantó. Me corrí en su mano. A continuación, me penetró.

--Cuando acabe te irás a casa.

--A casa... -gemí de puro gusto- Sí, mi amo y señor. Su cerda Babas regresará a casa.

--¿Por qué quieres regresar a casa, verdad cerda?

--Mi amo y señor... Esta cerda no... - volví a gemir -... no lo sabe.

--¿Y dónde quieres estar?

--Donde diga mi... – Me la clavó en el culo y comenzó a follárselo -Amo. Esta Cerda quiere estar donde su amo y señor la diga.

--Regresarás a tu casa, con tu padre y tu hermano. Nada de masturbarse o de follárselos. ¿Queda claro, Cerda?

--Su cerda Babas lo entiende.

--Repite las instrucciones, Cerda.

--Esta cerda Irá a casa. Esta Cerda no se acostará... ni con su padre ni con su hermano.... Y esta Cerda no se marturbará.

--Si te entran ganas de tocarte o de acostarte con tu padre o tu hermano, me llamás. ¿Has entendido, Cerda?

--Sí. Su cerda Babas... lo ha entendido.

--Repítelo.

--Si... a esta cerda la entran ganas de acostarse... con su padre o su hermano... Su cerda le llamará. Si a su cerda le entran ganas de tocarse, le llamará...

--Bien. Mañana volverás aquí.

Me la clavó hasta el fondo y terminó. Me desató, me devolvió la ropa y me dejó a solas.

Era noche cerrada cuando volví a casa. El trayecto se me hizo eterno. Tenía claro que algo había cambiado dentro de mi. En el tren solo íbamos dos, yo y un hombre. Me entraron unas ganas tremendas de acostarme con él. Repase mis instrucciones y no decían nada sobre lo que tenía que hacer sobre acostarme con desconocidos.

¿Puedo acostarme con desconocidos?

No hubo respuesta...

Mi amo y señor, escribí con el corazón a mil, su cerda Babas se pregunta si puede follarse a desconocidos.

Si los cobras, sí, Babas, solo si los cobras. 20 euros el polvo. 10 la mamada.

Volví a mirarlo. ¿De verdad estaba pensando en acercarme a ese tío y preguntarle si quería follar conmigo por 20 euros como una vulgar puta? No, estaba pensando en acostarme con él y poner el dinero de mi bolsillo.

Reprimí las ganas de echarme encima de él como pude y espere a mi parada. Luego fui andando hasta casa.

Mi hermano y mi padre me estaban esperando. Yo les aseguré que había estado con mi a.. Alberto.

--¿Con un chico?

--Sí

--¿Todo el santo día?

--Sí

--¿Vestida así?

--Sí

Ambos pensaron que tenían una tremenda puta en casa.

--Si tu madre levantará la cabeza. Date una ducha y a tu habitación.

Ni si quiera había caído en la cuenta de que había perdido la cuenta de cuantas veces me había corrido encima y de que no me había lavado.

Ya en mi cama, cerré los ojos y apareció mi amo y señor. Deseaba tocarme. Lo deseaba con toda mi alma.

Su cerda babas desea tocarse

Tienes mi permiso. Grábalo en vídeo y me lo mandas

Así lo hice.