Esta historia me pasó hace mucho tiempo. No me acuerdo de qué edad tenía pero sí puedo precisar que iba yo a 5to curso de E.G.B.
Iba yo a un colegio de curas que en concreto era del orden de "la salle". No diré de qué población porque prefiero enterrar esta historia.
Yo era más o menos buena estudiante. Con el tiempo las cosas canviaron bastante pero por aquel entonces yo no destacaba ni como muy buena estudiante ni lo contrario.
Recuerdo que por esos tiempos en el colegio teníamos una costumbre como para prepararnos a la democracia de cuando fuésemos grandes. La costumbre en concreto trataba de que cada trimestre elegíamos democraticamente a un llamado delegado de la clase. Que representa nuestra clase ante el profesorado y le eran asignadas unas tareas.
La elección de este solía tener motivos arbitrarios. A veces era el más guapo, a veces el más gracioso y a veces el que tenía más suerte mira.
En una de esas ocasiones yo resulte como delegada. Me hizo mucha ilusión claro porque era como sentirse presidenta de la clase y evidentemente me fueron asignadas unas cuantas tareas que recuerdo que eran basicamente decidir algunas cosas en nombre de mi clase.
Para esto, primero el profesor de mi clase me hacía saber que tenía que ejercer mi puesto de delegada para alguna cosa. Lo hablabamos toda la clase en una hora llamada de tutoría y yo comunicaba el resultado al director del colegio.
En una de estas ocasiones se trataba de decidir si hacer puente un lunes en que el martes era fiesta o reservar ese día festivo opcional para otra fecha. Lo hablamos largamente en la clase de tutoría y había tanta disparidad de opiniones que al final decidimos votar la elección democráticamente. Salió por no hacer fiesta y reservarla para más adelante y me fue entregada la responsabilidad de comunicarlo a la dirección del colegio.
Comunicarlo a la dirección del colegio era como le llamabamos a decirselo al director. Con el papel con los resultados democráticos de la elección, me dirigí una tarde al acabar las clases hacia el despacho del director para cumplir mi cometido en representar a mi clase. Representaba solo a mi clase y en las otras clases también había habido debate por el mismo tema. Y sería claro, la voz del director la que fijaría la final elección del día de fiesta.
Como se me había enseñado llamé a la puerta antes de entrar y recibí inmediatamente la invitación de "pase".
Se encontraba el señor director sentado en su mesa y me recibió amablemente sabiendo lo que me disponía a comunicarle.
Yo le dije a lo que venía y entregué los resultados de las elecciones en mi clase. Él me dijo que era la ultima delegada del colegio que venía y que conmigo iba a decidir si hacíamos fiesta o no.
Se estuvo un rato mirando papeles que eran los resultados de las diferentes clases hasta que dejó todos los papeles y me pidió mi opinión personal.
Yo le dije que había votado por hacer la fiesta opcional más adelante. Porque ahora mismo, entre que el martes era fiesta y que hacía poco que habíamos pasado la semana santa. Pues que celebraríamos más ese día de fiesta opcional más adelante.
Él se lo pensó un poco y acabó decidiendo en la misma dirección que mi opinión personal de hacerla más adelante. Me dijo que ahora se trataba de hacer un comunicado oficial de la decisión y me invitó, como lujo, a tecnografiarla (escribirla a máquina). Yo me sentí como el brazo derecho del director del colegio y me senté ilusionada ante la maquina de escribir.
Él empezó a dictarme toda una serie de cosas que sonaban igual a los papeles que en ocasiones me eran entregados a mi y a mis compañeras para darlos a nuestros padres. Supuse que de ese papel se harían un montón de fotocopias que nos serían entregadas para nuestros padres.
Mientras me dictaba estaba sentado en su escritorio pero se levantó para seguir su dictamen mientras paseaba por su despacho cual poeta.
Yo apenas sabía escribir a maquina y lo hacía tecla por tecla, bastante lentamente. Observando esto, él se me acercó y trató de enseñarme un poco como tenía que escribir en una maquina. Recuerdo que me ponía las manos en la posición correcta que tiempo después aprendí bien.
A más de colocar bien mis manos encima del teclado, también colocó su otra mano en mi hombro. Yo no le dí en absoluto importancia porque en esos tiempos apenas sabía en lo que estan pensando los hombres la mayor parte del tiempo.
Sin ser conciente yo de lo que hacía él, pues estaba concentradísima en escribir de una manera que no había echo nunca. Él me fue metiendo su tibia mano por dentro del cuello de la blusa.
Todo pasó de una manera muy natural, no hubo forzamiento ni nada. Pero en un momento dado, sin darme cuenta yo de como había llegado a ese punto, me encontré besandome con mi director, aún sentada delante la maquina.
Él no tardo mucho en levantarme y sentarme en su escritorio, yo apenas sabía lo que estaba pasando y no me atrevía a poner ningun impedimento a mi director. De siempre que me habían enseñado a respetar los profesores y no hiba a creer que estaba haciendo nada malo.
Recuerdo como beso a beso fue bajando por mi cuello y desabrochandome la blusa, pegó sus labios a mis planos pechos. Yo solo sentía una cosa buenísima, nunca pensé que me hiba a gustar besarme con un señor grande como era mi director. Hasta entonces solo me habían gustado los típicos héroes adolescentes de la música y la tele y lo bueno que estaba sintiendo me pareció como si me hubieran escondido un secreto.
Ese día llevaba yo una ligera falda que le debió parecer fenomenal a mi director. Pues pudo facilmente bajarme las braguitas y acariciar esa rajita tan dulce que debía tener por esos años. Recuerdo que nunca más supe de esas braguitas que se debieron quedar en su bolsillo.
Yo estaba encima del escritorio media desnuda y él me besaba todo mi cuerpo por etapas. Pasaba de meterme esa lengua tan grande dentro de la boca, a succionarme (o tratar de succionarme) unas tetitas que apenas estaban formadas por un par de pezones. Hasta sorber unos jugos que le debieron parecer divinos, cuando me comió el sexo obteniendo mi evidente gozar comunicado en gemidos.
No recuerdo exactamente cada etapa del succeso, porque de esto hace quiza 20 años. De echo quiza alguna cosa de las que estoy explicando no pasó en la realidad y solo son sueños que me hayan podido venir posteriormente. Pero yo trato de relatarlo lo mejor que puedo, para inmortalizar en escrito una cosa que si yo muero algun día, morirá conmigo.
En un momento dado lo tenía con los pantalones bajados y apuntando su pene a mi vagina. Me dijo unas cosas como que me iba a doler un poco pero que esto les pasa a todas las niñas y si lloraba sería una cobarde.
Nada más meterlo sentí un agudo dolor pero haciendo caso de las recomendaciones que me había echo él, ni grité ni lloré. Me estuvo follando un buen rato durante el cual el dolor se transformó en una fuerte sensación a la que yo llamé en ese tiempo: cosquillas.
Se debió correr dentro de mí porque al cabo de ese rato se separó de mí con un pene flácido.
Me dijo que me vistiera y se vistió él tambien. Y me dijo que no le dijera a nadie lo que habíamos echo ahí porque estaba mal, y si lo decía a alguien me castigarían a mi y tambien a él.
Yo retuve esa experiencia en secreto durante practicamente siempre, claro que con el tiempo aprendí lo que en verdad había pasado pero analizando bien las cosas vi que no hubiera servido de nada contarselo ni a mis padres ni a nadie. Porque hacerlo público solo hubiera traído que problemas.
No sé si eso que hizo conmigo era costumbre suya de hacerlo con otras niñas. Pero viendo como esta el mundo tampoco fue tan malo. Mejor que un director de escuela pedofílico se dedique a desvirgar niñas que que un psicopata asesino las viole y las mate por el mismo precio.