-Susana: esta noche va a ser, esta noche misma.
-Rhonda: ¡pero tú sabes lo que dices Susana!
-Susana: sí, ¡pero tú sabes lo que sentí en la piscina? Una mezcla de deseo y rechazo, teniendo contacto sexual con mi propio abuelo con el que estoy desde que tengo 0 años!
-Rhonda: pues claro que lo comprendo, pa que lo sepas soy un poco más mujer que tú, pues tu propio abuelo me inició en este campo.
-Susana: pues yo no voy a ser menos. Es desde hace algo más de un año que con amigas descubrimos estos vicios de granpapaíto, tu no sabes lo que hemos llegado a reír con él tocando a Clarisa o a Angélica como si fueran ositos de peluche. Nosotras que somos tan recatadas a ojo público y mi abuelito, tocándonos los pechitos y ancas y venga reír, venga reír.
-Rhonda: me da risa sólo de imaginármelo. El viejo batallas con la baba escurriéndosele de la boca y tocando eso por lo que nuestros amigos darían un dedo del pie por hacer.
-Susana: pues yo no voy a ser menos que tú y voy a cumplir mi deseo porque es que sino.... me volvería loca, arrastrando durante toda la vida una cosa que quise hacer, tuve al alcance de la mano y no hice.
-Rhonda: alguna cosa he oído de cosas así. Creo que una vez vi en la tele una nimfómana que explicaba por qué se volvió nimfómana y era algo así. No m'acuerdo exactamente qué pero era eso, que quiso tener un novio en la infancia y que no pudo por no sé qué, y se volvió nimfómana. ¿No te gustaría volverte nimfómana?
-Susana: ¡ay no! una cosa es disfrutar del sexo y la otra estar loca... que necesitase de tres hombres diferentes al día y la cosita se me acabaría cayendo a cachos... ay no.
-Rhonda: ja ja ja, pues ya sabes, si no quieres volverte nimfómana tendrás que hacerlo con tu abuelo.
-Susana: eso está hecho, esta noche misma.
Mi amiga parece bien decidida, esta mañana estuvimos "algo más" que jugando con su abuelo en la piscina. Susanita se besó con él y estuvo a punto de ponerse a llorar por un arrebato que le dio. Pero se recuperó y terminó comiéndole la polla al cascarrabias. Lástima que llegasen sus padres porque la cosa se estaba poniendo tremenda. Pero todo tiene remiendo, si ninguna catástrofe natural nos lo impide, esta noche haremos una visita un tanto especial a la celda de su antecesor.
Las cosas se suceden como marca el sol, durante la tarde Susana y yo planeamos punto por punto la incursión nocturna y llegamos a la cena bien decididas. Los padres de Susana parecen bien cansados de su expedición al pueblo y eso puede otorgarnos ciertas ventajas porque hoy vamos a ser dos las que nos metamos ahí y las posibilidades de ser descubiertas aumentan a 2X.
-Susana: buenas noches.
Decimos ambas al levantarnos de la mesa para irnos a dormir. La mirada del abuelete sigue en esa nube lejana muy lejana en que está siempre pero eso no representa problema porque sabemos ambas que cuando tiene un trozo de carne de pollita tierna al alcance vuelve a la vida.
Para no despertar sospechas nos metemos cada una en nuestra habitación y nos disponemos a dejar pasar las 3 horas de rigor que nos alejen del riesgo del descubierto. Yo me duermo con el despertador abrazado dentro de la cama para sólo yo oírlo cuando suene. Sin embargo no llega a ser él quien me despierta al cabo de tres horas.
-Susana: Rhonda, Rhonda.
Un cercano susurro me despierta en mi cama.
-Susana: te has dormido ¿no te habías puesto el despertador?
-Rhonda: uhmmm, ¿qué pasa? (digo con aún más del 50% de mi cerebro en lo que soñaba)
-Susana: que te has dormido, mira que si me llego a dormir yo.
-Rhonda: oy perdona, pues mira que me había puesto el despertador.
Digo con el despertador entre manos, este peró, parece desactivado.
-Rhonda: me dormí abrazado a él y lo debo haber apagado.
-Susana: menos bollos, venga vístete que vamos a verlo.
-Rhonda: ¿vestirme? y por qué? estamos en nuestra casa y aún más vamos a hacer una incursión en que no nos puede ver nadie, ni vestidas ni desnudas ni nada.
-Susana: es verdad, que tonta soy de haberme vestido.
-Rhonda: pues venga vamos, yo voy con el pijama.
Con Susana vestida y yo apijamada iniciamos nuestra incursión secreta. Nos acercamos al más tenue pasito del mundo para no ser oídas por nadie, especialmente por los padres de Susana que duermen al mismo lado de la celda de su abuelo.
Llegamos a él sin imprevistos y como hice yo hace aproximadamente una semana, abrimos la puerta con un recio sustento que impida a todo herraje de marcar chasquido y así mismo la cerramos. Una vez dentro Susana enciende la luz.
Ahí está su abuelete, dormido mirando hacia el techo y casi con la misma mirada perdida que tiene de día.
-Susana: por fin, ya lo tengo!....
Exclama Susanita en susurros.
-Rhonda: pues todo tuyo, espabílate.
Susana se acerca a la cama de su amado, se arrodilla ante él y le da un beso en la mejilla. Como es de esperar eso no provoca efecto alguno en la detenida mente del varón, por lo que Susana pasa a palabras mayores.
Cuidadosamente le retira la sábana que lo tapa y se muestra un igual que ella apijamado abuelo. Reparando en esto Susi se saca la ropa que me encargo yo de guardar.... porque imagínate que mañana por la mañana la mamá de Susana encuentra unas calcetas suyas en la cama de su abuelo.... pa morirse. Alguna excusa se podría inventar pero mejor no jugar con estas cosas.
Susana le desabrocha la camisa del pijama a su abuelo y empieza a lamerle el pecho. Al cabo de unos segundos eso parece tener efecto pues el viejo abre los ojos. Susi no detiene su lamido ante un abuelo que resta (supongo) asombrado por el inesperado despertar de una nieta lamiéndole el torso. El abuelo se la mira con esos mismos ojos vacíos con que mira la piscina cuando lo sientan ante él. Parecerán vacíos pero sé yo y espero que sepa Susana al final del día, que algo muy tierno pero a la vez duro se esconde tras de ellos. De pronto el viejo levanta una mano, es lo que esperaba. Toma la cabecita de su nieta y la acompaña mientras esta termina de hacerle la limpieza oral. Susana siente esa mano y sabe de quien es, enamoradamente satisfecha cierra los ojos y se entrega por el todo a ese cariño. Ni tan sólo tiene que desviar atención por si se oye algún ruido en la casa, porque de eso me encargo yo. Estoy sentada en el suelo con la puerta de respaldo y mi espalda no nota ningún ruido ni movimiento en toda la casa. Como no me va a ver nadie aprovecho y me saco la camisa del pijama. No pretendo masturbarme pero me da lujo verme desnuda con mi amiga haciéndoselo con el hombre que me hizo mujer hace unos días, su propio abuelo, y espero que el hombre que la haga mujer por lo que compartiremos el resto de nuestra vida el más grande secreto que puede poseer una mujer.
Susana se va desplazando por la barriga de su abuelo y va bajando su limpieza. Sé lo que quiere, y es evidente que es lo mismo que querría yo. Susana le baja los pantaloncitos y el miembro aparece ya un poco amorcillado. Se lo mete en la boca y no tarda mucho en adquirir una consistencia que lo hace peligroso de tragar de una vez. Me encanta ver a mi amiga chupando ese miembro que también quiero tanto. Me entran ganas de acompañarla pero no sé si se dejaría. Me levanto y me acerco a ella, sigue con los ojos cerrados y tendré que ser cuidadosa.
-Rhonda: Susana....
Susi saca la polla de la boca y me responde.
-Susana: qué?
-Rhonda: me gustaría acompañarte.
-Susana: no lo dirás en serio.
-Rhonda: sí que quiero, me gustaría.
Susana se mira bien la polla que tiene ante sí y parece pensárselo.
-Susana: bueno va, pero no te pases eh.
-Rhonda: claro que no.
Encantada por la ofrenda recibida me arrodillo al lado de la cama en la banda opuesta a la de Susana. Susi es la primera en reentomar el ritmo y yo acerco mi boca a la zona del trabajo. Mientras Susi sube y baja de la polla yo doy unos cuantos besicos que reciben tanto la polla como mi amiga. Después de una delirante sesión de culto a la mamada de mi amiga, Susana se la saca de la boca y parece darme turno. Sin esperar ni un segundo la trago de una bocanada. La chupo con desesperación. Susana debe quedar extrañada de mi manera de hacerlo, claro, ella es la primera vez y aún no ha pasado ni una noche pensado en ello y deseando repetirlo. Mientras la chupo Susana me pone la mano encima de la cabeza y trata de sentir lo mismo que siento. Cuando tengo suficiente me la saco de la boca y me lanzo a besar a mi amiga. Nos fundimos en un infernal beso como si nos fuera la vida en ello, es la primera vez que lo hacemos y la ocasión lo merece.
-Susana: Rhonda.
-Rhonda: te quiero.
-Muac-Muac-Muac-
Susana y yo nos separamos y esta vez vuelvo a mi sitio tras la puerta. Lo que debe hacer ahora debe hacerlo sola con como mucho alguna indicación mía de lejos. Susana resta abrazada encima del viejo besándose en la boca. Lo hace muy lenta/amorosamente como si le estuviera diciendo algo. Parece que sí lo estaba haciendo pues mi amiga y su abuelo se giran quedando ella debajo de él. Siguen fundidos en un amoroso beso mientras ella lo abraza, acaricia, retiene por todos lados. La oigo susurrar.
-Susana: va abuelo, que tú puedes, adelante.
El abuelo desliza una mano entre él y si nieta, parece que con ella está más convencido porque conmigo tuve que hacer todo el trabajo yo.
-Susana: aaaaaah.
Parece que la ha conseguido meter. La cintura del abuelo empieza a moverse cortamente, a su edad no es el mejor amante del mundo pero es exactamente lo que pide su nieta, y por qué no decirlo, yo misma. Susana no deja de suspirar al compás de la cintura de su abuelo, reparo en que no es lo más aconsejable y se lo digo.
-Rhonda: ...susi.... que están tus padres aquí al lado.
-Susana: ...perdona...no pensaba en ello... bésame...
Concediendo su antojo la beso. Mi amiga no cesa de suspirar mientras nuestras bocas juegan sus lenguas. Siento una imposible dulzor en esos besos, por supuesto que su saliva no puede saber más dulce que la mía, pero el beso sabe a sorbete.
Me separo de ellos de nuevo y me vuelvo a sentar ante la puerta. Desde allí apenas oigo los mudos gemidos que despide mi amiga cada vez que el pene de su abuelo se le mete dentro, por lo que cierro los ojos y con mi oído multiplicado siento esos quizá 20, quizá 30 minutos durante los cuales mi amiga vuela por encima de todas las leyes y costumbres que había conocido hasta ahora. Para que como haré yo, supongo, no le tendremos miedo a nada. Me olvido de ello y al cabo de ese rato me despierta el mover de sábanas y zapatillas que me indica que Susana está recogiendo.
-Rhonda: ¿qué te pareció?
-Susana: de antología.
-Rhonda: te gustará repetirlo?
-Susana: por supuesto que sí, aunque hay que ir con cuidado no sea que un día se nos quede tieso.
-Rhonda: lo cuidaremos bien.... muy bien.... ¿sabes qué se me ha ocurrido?
-Susana: ¿qué?
-Rhonda: ya te lo contaré, vamos a la habitación.
Susi y yo nos metemos en mi habitación, la puerta se cierra.
-clack-