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Aprendiz de puta (3: psicologoputa)

en Control Mental

Mi nuevo trabajo toma la rutina que se apropia de cualquier ocupación laboral, y día tras día hay menos cosas que me sorprenden. Tengo bastantes clientes según dice Johana, cada día los hay de nuevos pero también lo hay alguno que, como dijo Iván, se ha aficionado a mi. El señor Conrado por ejemplo viene a menudo siempre en mi búsqueda. Me contó Johana que vino un día que yo tenía libre y como le dijeron que no estaba se fue sin solicitar servicio a nadie.

Este señor Conrado es diferente a la mayoría de clientes en diversos aspectos; cuando la mayoría son de pantalones fuera y vamos al grano, el señor Conrado es más.. simpático. Me habla mucho sobre cosas personales suyas, como que estuvo casado y tiene un hijo, pero que está este al cuidado de su madre pues él perdió el juicio del divorcio que otorgaba la potestad del chico. La primera vez que tuve un encuentro con él no me pareció muy especial, hicimos el amor después de charlar un ratito en la habitación y listos. Pero a medida que se aficionó y lo fui viendo repetidas veces empezé a diferenciarlo claramente del resto. Una de las cosas de que me habla es de que aún quiere mucho a su ex-mujer, pero que no se atreve a contactar con ella porque tiene miedo a; empezar de nuevo la noria infernal, dice, que acabó hace años en un frío divorcio.

-Conrado: si supieras Claudia lo bonita que era mi mujer. Vestida con el vestido blanco que llevaba el día de nuestra boda, y con el sombrero rojo que le compré en nuestro viaje. ¡Oh! cualquiera cosa que llevara le estaba fenomenal porque era.. un ángel caído del cielo.

-Claudia: como me gustaría que alguien hablara de mi con la misma entrega que lo hace usted señor Conrado. ¿Y ella sabe que usted aún la quiere?

-Conrado: pues... me gustaría creer que sí, que ella siente mi amor que va por el aire hasta ella, como siento yo el viento en la cara cuando voy al puerto. Para mi que sí que lo sabe, pero espera que yo dé el primer paso, pero.. no me atrevo.. no me atrevo..

El señor Conrado esconde la cabeza entre las manos (estamos sentados en la cama) y creo oirle sollozar, o suspirar, o alguna demostración de tristeza parecida. Pero cuando saca la cabeza de entre ellas sus ojos están secos por lo me olvido de lo que pudiera parecer.

-Claudia: no me diga que no se atreve señor Conrado, yo lo veo a usted un hombre valiente. Como no se va atrever a establecer contacto con su ex-mujer si.. por ejemplo se atreve a venir aquí... al club.

-Conrado: pero es que... no es lo mismo Claudia. Contigo es muy fácil porque nada más tengo que tomarte de la mano y nos vamos a la habitación. Pero con ella no es así. Tendría que llamarla, y quedar con ella para tomar un té, quizá salir a cenar una noche, lo que pueda venir después poco importa, pero es que el primer paso me es muy difícil, que no me atrevo!

-Claudia: a ver, escúcheme.

Le digo tomándole de los hombros y girándolo hacia mi para hablarle cara a cara.

-Claudia: inmagínese que yo soy su mujer, ¿qué me diría?

-Conrado: ups.. esto.. pues, hola Modesta.

-Claudia: hola Conrado, cuanto tiempo, ¿qué tal te va, qué es de tu vida?

-Conrado: pues.. bien, sigo en la fábrica y... (Conrado se interrumpe unos segundos y se queda estupefacto, como descubriendo algo que no conocía que le gusta de forma embrujada) y, y pues bien. Ahora me han ascendido de rango y soy el 1er oficial de mi sección. Trabajo mucho pero también mando mucho, e incluso me gusta más mandar a los otros que recibir el sobre de la paga a final de més, y, y...

-Claudia: bien, bien Conrad. ...dime..como..se..llama..tu..hijo...(le digo en voz baja)

-Conrado: ..Nestor..

-Claudia: pues Nestor está avanzando mucho. Es el primero de la clase y no trae más que buenas notas del colegio. De vez en cuando aún le tengo que dar una reprimenda porque aún es un chico y hace alguna trastada en casa, pero por lo demás es una joya.

-Conrado: oh qué bien, como me gustaría volverlo a ver. ¿Ha crecido mucho?

-Claudia: sí, bastante, aunque en esto no sea el más alto de la clase está muy bien formado pues le gusta mucho el fútbol. Juega con el equipo del colegio y el entrenador me dijo que está hecho un Crack.

-Conrado: oh que bien, un crack del fútbol, quien lo iba a decir que yo criaría una superestrella. Bueno criaría, lo has criado tú, el mérito es tuyo.

-Claudia: no te saques medallas, es mi hijo y el tuyo. Sin nuestra receta personal Nestor no existiría y tanto valiste tú como yo.

-Conrado: oh Modesta, nada podría hacerme tan feliz como esto.

Me dice Conrado abandonándose al sueño y tomándome de la mano, como tomaría en su día la de su querida esposa.

-Modesta: pues estoy muy orgullosa de él, sería fabuloso que vinieras un día a verlo porque él sabe que tiene un padre en algún lado, y de vez en cuando me pregunta por ti, pero yo le digo que no sé donde estás y que tienes que ser tú quien venga.

-Conrado: pues me encantaría, esta semana mismo te llamaré para preguntártelo. Si puedo venir a ver a Nestor.

-Modesta: estoy segura de que te diré que sí. A veces cuando me meto en la cama, antes de ir a dormir, sola, recuerdo esos momentos que pasamos juntos y me parece verlos tan claros como si fuera ayer. Por qué no me haces Conrado uno de esos masajes que hacías tan bien, tenías unas manos de plata. ¿Te acuerdas?

Le digo esperando que se acuerde de algo que me acabo de inventar, aunque qué pareja no se ha dado alguna vez un masaje relajante, no puedo hacer más que acertar.

-Conrado: mm sí, sí, ahora mismo, sigo teniendo las mismas manos, ya verás como las reconoces.

Conrado se levanta de la cama y se sitúa tras de mi, me pone las manos en los hombros e inicia un cálido navegar por los huesos y músculos de mi espalda. Yo cierro lo ojos tratando de sentirme la verdadera Modesta, para que tenga mi "terapia psicológica" el mejor efecto posible en la maltratada mente de Conrad.

-Modesta: ooh, Conrado, amor, te he extrañado mucho. Tanto tiempo sin sentir tus rudas manos han endurecido estos hombros, tanto como mi pétreo corazón. Sólo tú puedes amansarlo.

-Conrado: mm Modesta, yo también te he extrañado mucho. Quiero verte cuando antes posible, no pasará una semana que me atreveré a llamarte porque te quiero como el primer día que nos besamos.

-Modesta: que bien que sientas lo mismo, no me atrevía a decírtelo por los malos recuerdos que dejó nuestra separación.

-Conrado: olvídalo, volvemos a estar juntos y ahora no nos va a separar ni un iceberg.

Mi alma se enternece y me levanto de la cama, lo abrazo y le doy un cálido beso en la boca. No acostumbro a besar en la boca a mis clientes, pero Conrado es diferente a todos ellos y merece este favor mío y más. Mientras nos besamos como enamorados Conrado me va bajando el vestido. Cuando tiene libres mis pechos me los amasa cariñoso y yo los siento sensibles como el primer hombre que los sobó.

-Modesta: mmm, Conrado, no me dejes esta vez.

-Conrado: tranquila, he madurado y no volveré a comportarme como un crío.

Es tanto el romanticismo de la situación que a mi me parece ver las paredes rosas cuando separamos el beso y abro los ojos. Estoy con el generoso escote del vestido bajado y él mama de mi un rato. Me dejo hacer y cuando me creo suficientemente excitada en ese punto emprendo otras estrategias. Conrado está totalmente vestido y me encargo de ponernos a la misma altura. Le desabrocho los pantalones y sale cual muelle una verga ya conocida, pero notablemente más recia y prieta que normalmente. Me la como un rato entregándome a mi oficio al 100%, dudo que la santa Modesta sepa tan bien comer una polla, pero ahora mismo no soy una santa, sino una extraña combinación de psicóloga/puta. Conrado me empuja de la nuca a la vez que recita.

-Conrado: oh muy bien Modesta, esto no me lo habías hecho nunca, mmm.

A la vez que le impongo mi terapia voy mirando el reloj pues la hora por la que me ha contratado, pasándolo bien se hace más corta. Veo que hay que empezar a ir al grano y me la saco de la boca para, con la misma boca, ponerle un preservativo. A la que lo tengo calzado me estiro en la cama y me abro de piernas sugiriéndomele no tan romanticamente como lo que llevábamos rodado. Conrado se me estira encima sabiendo que la noche no es eterna y me la mete dentro.

-Modesta: mmm, sí, amor.., así, no has perdido fuerza, oooh, ooooh, oooh, ooooh.

No es del todo fantasía lo que digo, porque azuzado por la fazecia de marido y mujer recién encontrados, la cintura de Conrado ha adquirido un vigor anormal y entra y sale de mi entrepierna con una hombría no acostumbrada en él.

-Modesta: mmmm, síííí, Conrad, te recuerdo bien, sólo puedes ser túúú, mmm, aaah, aaah.

Conrad peró no dice nada y encima mío me contempla con cara de deportista de maratón en que tan sólo ejercita su cintura. Mis manos están cogidas de su espalda, cosa que me informa, con mi experiencia de puta, que me está haciendo gozar de forma incomparable. Dichosa por tan anormal fenómeno decido entregarme a mi oficio pero a gusto propio. Me le abrazo con brazos y piernas y yo misma levanto mi cadera al tiempo que él cala la suya, consiguiendo un ritmo en que me la mete todo lo posible sin comparación anterior. Mis gemidos son fuertes como suelen serlo, pero hay una diferencia porque hoy apenas tengo que simular nada de lo bien que lo estoy pasando. Pero, hay un iconvenientne, lo estoy pasando tan bien que me olvido del reloj, y en eso que llaman a la puerta.

-toc-toc-

Es Iván que llevando el tiempo de los servicios, como es costumbre llama a la puerta cuando el tiempo finaliza en breve, para que los clientes no se tomen tiempo libre.

-Modesta: uy, Conrado, el tiempo, no pensamos en ello.

-Conrado: ¡iván! apúntame media horita más, te la pagaré al salir.

-Iván-puerta: ..vale..

-Modesta: bravo amor mío, no esperaba menos de ti.

-Conrado: faltaría más Modestita, nos prometimos amor enterno, ¿no es eso?

-Modesta: ja ja, túmbate, que te quiero montar.

Conrado se da la vuelta y se estira en la cama. Ahora soy yo que, en parte sintiéndome responsable de cumplir mi labor de media hora extra, y en parte ufana por poder gozar de forma gloriosa de mi faena, me le siento encima a la vez que me inserto su pene y me le cojo de las manos.

-Modesta: aaah, aaah, aaaah, ooooh, que bien, oooh, oooh.

Me siento de maravilla botando a mi cliente, y además siento que hoy ya he hecho mi buena obra del día. Tres cosas; lo estoy pasando requetebien, estoy terminando mi primer servicio de hora y media, y además quizá he salvado la vida de un hombre bueno. Un hombre que quizá, eso espero, hoy deje de ser mi cliente. Porque el dinero no lo es todo, el alma humana también vive de amor y eso es lo que intento darle a Conrado.

Así cogidos de las manos nos botamos a nosotros mismos. Durante la media hora extra que contrató no cambiamos de posición, sí cambian nuestras manos y tanto las mías pasan a acariciarle el pecho como los brazos, y sus manos pasan de sostenerme la cintura como a apretarme los pechos.

Es esa combinación mágica que haze que en un momento dado me asalte la cabeza un orgasmo. Grito con desesperación tratando de expulsar tan fuerte como pueda el sortilegio de re-unión de matrimonio que llevo conjurando desde hace hora y media.

-Modesta: síííí, sííííí, síííí, Conrado, ¡yo Modesta fijo esta noche que tú y yo volveremos a estar juntos por la fe de dios!

Posiblemente sea obra de mi blasfemia, pero él se corre, ya detenido mi movimiento, recién lanzada mi oración. Lo siento gemir de orgasmo bajo mi y siento picante su verga que me tiembla dentro a la vez que expulsa el semen en el hermético preservativo. Cuando lo tengo listo me le desmonto. Miro el reloj y quedan apenas 10 minutos para que acabe el tiempo. Yo, como es costumbre, me retiro al bidet de que dispone el lavabo para limpiarme bien de los fluidos seminales y vaginales que hayan podido quedar impregnados en mi entrepierna. Cuando termino vuelvo a la cama y aún se encuentra allí pero ahora con los ojos abiertos.

-Conrado: Claudia.. amorcín. Te quiero mucho, pero no te extrañes si no me vuelves a ver.

-Claudia: te extrañaré tanto como me extrañes tú. Pero si consigo no verte más es que el trabajo me ha salido bien.

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