Esto es una cosa que me pasó hace mucho mucho tiempo. Debía tener unos 19 años y digamos que hoy día ya no soy un adolescente. El caso es que llevaba trabajando en la ferretería de mi padre los veranos desde los 16 años, y a los 19 me le uní en jornada completa. Ya siendo un adolescente lleno de vida, muchas veces me había retirado al wc después de un calentón al atender una clienta maziza, para "tocar la campana". Y el caso es que un día, ya llevaba días pensando en ello, entró por la puerta de la tienda una mujer a la que puse el nombre de "la elegida" tú vas a ser con quien haga este antojo que llevo entre ceja y ceja. Más o menos me acuerdo que esa mujer tendría entre 25 y 30 años y era una mujer con todas las letras de la palabra. Unas buenas tetas y una determinante curva en la cintura que la diferenciaba claramente como m.u.j.e.r. Yo le di la bienvenida y le pregunté qué buscaba. Ella, no me acuerdo absolutamente de nada de lo que quería, me lo dijo y entablamos una conversación tendero-clienta que se alargó un rato. Mientras hablaba con ella puse en marcha mi plan y me metí la mano izquierda en el bolsillo del pantalón corto que llevaba (era verano). Bolsillo que, sin haberlo hecho adrede, estaba agujereado y digamos que de bolsillo tenía poco, sino que era más bien una sóla abertura en el costado de mis shorts. Empezé a cascármela a medida que hablaba con ella sin perder atención en ninguna de las dos tareas que llevaba "entre manos". Ella por supuesto que no veía nada pues estaba yo derecho tras el mostrador/ordenador y no podía tan sólo sospechar que estaba haciendo algo poco habitual. Pero lo sé, que acabó sospechando, mientras hablábamos, que había gato encerrado en alguna cosa, que no llevaba a tener clara. Y es que el hecho de cascársela libera una cantidad pasmosa de hormonas sexuales masculinas, e inconscientemente, su nariz olía eso, y su mente reconocía claramente que yo desprendía una gran cantidad de hormonas masculinas. Pero, al ser una mujer moderna, con centenares de prejuicios y buena educación y antinaturalidad, le pasó un veló por los ojos a comprender realmente qué era eso que se olía. La cosa no tardó mucho en terminar pues una atención a un cliente de la tienda suele hacerse siempre apurando al máximo la velocidad con que se sirve el producto deseado. No me acuerdo si le llegué a suministrar lo que quería o la mandé a otro sector de la tienda o si fue una venta fallida, la verdad no me acuerdo de nada de eso. Sólo me acuerdo que mientras bajaba las escaleras para irse, estaba pensando "¿qué será eso raro que tenía ese chico?".
P.D. no me corrí pas, ni ganas que había. Pero cumplí ese tan infantil deseo que tenía y hoy me enorgullezco de haber hecho algo que muy pocas personas en el mundo han hecho.