Una hermosa imagen digna del más genuino cuadro del arte renacentista acontece en el sigo XXI en un olvidado descampado de una también olvidada población española. La zona está en claro auge urbanístico y quedan aún muchas cosas a construir, pero una de las primeras ha sido curiosamente, la ciudad lo necesitaba, un centro educativo pre-escolar en que se reúnen todos esos niños menores de muchos años que están tomando sus primeras lecciones de sumar, restar, decir la letra A, la B, la C...
El centro pre-escolar tiene un aire curioso, comentaría cualquier padre de ver la extraña disposición en que está situado. "Esto debe ser provisional" diría uno, "quizá no tiene nada de raro porque las cosas se construyen así ahora" diría otra. Pero el centro pre-escolar tiene una situación particular que tan sólo pareceríale extraño a un sujeto que acostumbre a pensar en las cosas no como están construidas sino como deberíanlo estar a razón de los caracteres nuevos de la sociedad moderna. Monstruosa pero hasta el momento la más evolucionada.
El centro educativo dispone de diversas aulas prefabricadas que nadie podría nunca saber si son provisionales o permanentes. Y es que en el mundo actual casi nada es permanente por lo que no es necesario tampoco dotar de esta calificación a nada que a la mañana siguiente pueda no estar, ser diferente, tener otro color, haber sido trasladado, reformado, divorciado, tomado segundas nupcias, terceras, cuart....
A la hora del recreo los niños salen, como han salido desde la era de la invención de las escuelas en los años del apogeo griego, al patio. Este patio está siguiendo su definición al aire libre, y sepáranlo de la calle no recios muros que en otros lugares se ierguen sino unas que también parecen provisionales vallas metálicas. Tan parecidas a las usadas en los edificios en construcción que otros tantos sospechares de su provisionalidad han suscitado.
Lo que en otros muchos lugares de España resultaría inconcebible y se ha encerrado a la niñería en herméticos patios asombrosamente parecidos a los de las prisiones, aquí no ha destacado importancia para ninguno de sus responsables y es por ello que ha dejado de tenerla. Pues en innumerables y diferentes ocasiones de la vida del ser humano en el planeta tierra una cosa toma importancia cuando se le da.
De pronto se oye un timbre.
-meeeec-
¿Quien no ha oído alguna vez y recuerda de su infancia el sonido del timbre que daba salida a la hora del recreo? Han sido muchos tonos diferentes, algunos metálicos, eléctricos, armoniosos, agudos, graves, acampanados, no tiene importancia alguna su expresión física. O ninguna hanle dado los niños que al percibirla saben que la hora del patio ha llegado.
Unos segundos después de oírse el clásico ruido empiezan a salir por una de las azules puertas una gran trope de niños y niñas que ocuparán el total tránsito de la estrecha puerta durante unos dos minutos. Cuando el último niño ha salido por esta puerta el primero que salió ya ha marcado un gol y la primera que salió ya se ha dado un trompicón en el suelo mientras saltaba a la cuerda. El alboroto que desprende el recreo recién empezado ha ido subiendo paulatinamente en la misma medida que sus miembros salían por la puerta, y ya salido el último no ha experimentado ninguna modificación y no experimentarala hasta que de la misma forma paulatina vuelvan a entrar por la puerta dentro de media hora.
Un abismo infernal lleno de almas impuras pagando sus pecados curiosamente desprende el mismo ruido que impregna ahora mismo la hora del recreo de los impolutos angelitos pre-escolares. Con la diferencia de oposición de extremos respecto a la gracia y a la maldición.
-taca-taca-taca-taca-taca-taca-ta-
Una pequeña cabecita con el pelo rizado persigue con inocente furia a otra con el pelo casi a punta de raíz que quizá hale propinado una trampa en el juego. Trampa que no pasaría de un virtual disparo ignorado o un etéreo insulto aprendido de la tele, pero para el impulsor de la ofensa y la víctima ha resultado lo suficiente para correr tras de él y hacérsela pagar cara.
En frente a tal escándalo sería difícil comprender la voz de alguien que tratara de hablar en ton normal. Por supuesto no sería entendido un profesor y/o padre si no diera el 130% de su voz e impusiera el respeto que a esa edad no puede ser comprendido de otra manera. Por lo que un potente, pero lejano ruido no es captado a primera instancia por ninguna de las criaturas.
Tan sólo un adulto que mirara en aquel momento a lo lejos sería capaz de apreciar que algo anormal está pasando. A unos 200 metros del situado en el descampado parvulario se iergue una extraña estructura parecida a una de las carrozas de carnaval que también reciben los niños un vez al año. La pseudo-carroza se caracteriza por parecer a un gran león de disney, con el marrón morro, las orejas, los graciosos dientes y unos ojos grandes como una pizza familiar cada uno que sin duda no ven nada pues el ser es tan inanimado como una careta de carnaval. El monigote toma su parecido de las carrozas de carnaval porque lleva sonando una alegre música y se está moviendo a parecida velocidad. Avanza en dirección a la guardería como avanzaran tres meses atrás uno de los grupos que transitaban por la avenida central de la población el día marcado por la celebración del carnaval. De momento ningún niño se ha fijado en la extraña aparición y es imposible apreciar cuando y quien ha sido el primero cuando dase esto porque casi a la vez toda la trope se agolpa frente a la valla metálica expectante del extraordinario suceso y de "qué es eso".
Todos los niños y niñas se pegan a la valla metálica a contemplar la aparición sin que de momento ninguno de los profesores haya apreciado que algo inhabitual sucede hoy frente al establecimiento.
-¡qué es eso!
-¡es el carnaval que ha vuelto!
-¡es de la película, la del león!
-¡mira, se acerca a nosotros!
El bicho realmente se está acercando al recinto pre-escolar en el mismo momento en que sus ocupantes gozaban de la hora del recreo, esto ha creado la reacción inequívoca de captar su atención como captáronla las carrozas tres meses atrás. De pronto y ante la contemplación del joven alumnado, salen diversas personas de la pseudo-carroza. Son como media docena de payasos vestidos con su más clásico atuendo de vestidos de vivos colores, gran nariz roja, peluca/sombrero y unos grandes zapatos. Los payasos empiezan a hacer tonterías junto a la pseudo-carroza y los niños estallan a reír ante las ineludibles payasadas que hacían reír a los niños hace 1000 años y seguirán haciéndolos reír dentro de 10.000.
-Niñería: ja ja ja ja ja ja ja.
Mientras los payasos van haciendo su número la carroza no cesa de acercarse. Un par de payasos han sacádose una gran pelota y se la pasan por encima del gigantesco león. Mientras dura esta broma los niños tienen opción de apreciar que en la cabeza del león también se encuentra un payaso.
-ese será el conductor seguramente.
Dice uno de los niños. De pronto la pelota impacta contra el supuesto conductor y este simula una payasesca caída que eleva el reír de los niños a apocalíptica carcajada.
-Niñería: ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja.
Uno de los profesores dentro el centro educativo aprecia la especial intensidad de la risa y echa un ojo al patio. Ve tan sólo un grupo de niños y niñas mirando algo y le saca importancia para volver a encargarse del material lectivo que tiene entre manos.
Cuando la pseudo-carroza está junto al enrejado del parvulario se detiene. Un par de los payasos toman unas grandes tenazas del vehículo y mientras el resto se encarga de que los niños no cesen de reír, estos cortan con las tenazas el enrejado y dejan el paso libre entre ellos y su público. Al ver el camino libre diversos niños salen al exterior para mirar más cercanamente el león móvil. La envidia hace que prácticamente todos los niños y niñás salgan del recinto para asistir al inesperado espectáculo en primera línea.
Los payasos siguen haciendo sus bromas y piruetas pero de pronto el payaso de la cima de la cabeza del león hace sonar una dorada campanilla. Ninguno de los niños da importancia alguna al hecho pero para sus actores sí tiene gran importancia; es la señal.
Al principio los payasos lo hacen disimuladamente y nadie se da cuenta pero van tomando niños y niñas y los hacen entrar por una pequeña puerta situada al lado del león. Ninguna de las criaturas se da cuenta del endiablado suceso y siguen todos riendo y saltando junto al león enorme y los payasos. Estos van tomando de uno en uno diversos de ellos y los meten dentro del león. De pronto un profesor sale de la puerta del patio del parvulario, se alarma visceralmente y estalla a gritar.
-Profesor: ¡eh! quienes son ustedes! qué es esto!
El profesor vuelve a meterse de una zancada en el centro pero los payasos hanlo apreciado y se apresuran a tomar los últimos niños y niñas antes de la que será obligatoria huida. En esta final selección los payasos carecen del cuidado que han procurado durante el resto de invitaciones y algunos de los niños y niñas se ven forzados a ser introducidos en el camión por la fuerza, por lo que el primer grito de pánico se reproduce al cuadrado y en menos de 5 segundos desde la exhalación de este todos los niños huyen de un lado a otro del león chillando como corderos.
-Niñería: aaaaaaah, ¡nos están cogiendo! ¡ aaaaah! socorroooo!
En este último y fatídico momento el profesor que sacó la cabeza de la escuela hace unos segundos vuelve a salir pero esta vez acompañado de sus compañeros, con alguno armado con gruesas varas de madera. Todos se echan a correr hacia el león que de una echada va recibiendo los últimos niños y niñas que son lanzádosle dentro. Los payasos ven que se les ha terminado el plazo de recogida y emprenden el último tramo de su plan. Todos ellos se suben a la cabina de la cabeza y la pseudo-carroza da la vuelta a una velocidad inusitada para una carroza de carnaval. El vehículo emprende la huida a la vez que el disfraz de león se desprende del que parece ser un gran camión con un diseño extrañísimo. Tanto la melena del virtual león, como sus dientes de plástico, sus orejas, piel del cuerpo, rabo, todo el cubriente, queda en el suelo. Ninguno de los profesores ha corrido lo suficiente y muertos de rabia gritan a la aparición que huye a la inalcanzable velocidad para el ser humano de 30 km/hora. La graciosa música no ha sido desconectada aún cuando la esfigie de la pseudo-carroza desaparece a lo lejos tras de un montículo. Una niña envuelta en lágrimas se acerca a un profesor y sollozando de desesperación pregunta;
-Niña: ¿donde va Lidia!? donde va!