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Con la pandilla a casa de los profesores (5º día)

en Trios

Serafina, una joven colegial se encuentra ahora mismo repasándose un ojo con un pincel en los lavabos del colegio. Es dicha Serafina una presumida adolescente a la que gusta ese tan natural impulso que tienen todas las chicas de tratar de ser más guapas. Por ello ha acudido urgéntemente al lavabo con su estuche de maquillaje cuando un pequeño gesto accidental le ha hecho sospechar que se le había corrido la línea de un ojo. Es ahora mismo la hora del recreo en el colegio y la mayoría de juventud se encuentra jugando en el patio o sentada en un u otro lado parlamentando las golosinas de las que gusta parlamentar a la juventud de hoy. Serafina mantiene recio el pulso de su mano derecha tratando de aderezar esa que se ha ido por donde no tenía que ir línea del ojo. Es en tal estado de concentración que le parece oír a la chavala algo que se sale de los normales portazos o abrires de grifo que acostumbran en los lavabos comunitarios.

-..- -..- -..- -..- -..-

El sonido es tan débil que no tiene la suficiente potencia para que reconozca Serafina de qué viene, pero la joven chavala se uele algo al ser este, sin lugar a dudas, repetitivo.

Serafina se olvida de la línea de su ojo y presta atención para descubrir de donde viene ese ruído y a qué puede ser debido. Gira la cabeza de un lado a otro y le parece claro que el ruído viene de uno de los retretes privados, con su puerta evidéntemente cerrada cosa que ha silenciado el ruído lo suficiente para hacérsele sospechoso. Serafina adopta un comportamiento de espía de película y a puntillas se acerca sigilósamente al retrete en cuestión. Cuando la chica se encuentra ante la puerta del retrete no le llega a ser muy necesario hacerlo, pero pega su oído a ella para asegurarse.

- . . a . . a . . a . . a . . -

Alguien está cogiendo dentro del reservado, y se lo parece estar pasando muy bien pues ello revélanlo los de gozo suspiros que la han llamado a averiguarlo. ¿Quien será? es la evidente pregunta que surge de la materia gris de la chavala. Cuando ha entrado en los lavabos no había nadie, aparéntemente. Y mientras se repasava la línea del ojo tampoco ha entrado nadie. Por lo que quien sea que está cogiendo dentro el retrete está ahí desde hace rato.

Muchas preguntas asaltan la mente de la chavala; puede ser esta chica, puede ser esta otra, esta estaba en el patio cuando entré, esta... no. Y otras también importantes preguntas asáltanla planteándole más y más dudas que se multiplican entre ellas; ¿con quien? Con Moisés, con Almaquio, con Firmo, con quien? Las dudas invaden totálmente la mente de Serafina y cuanto más piensa en ello más menos sabe, porque sólo se le plantean más y más dudas que tan sólo podríanse responder abriendo la puerta. Y esta, es de suponer que tiene el pestillo puesto, porque sinó, vaya atención que prestan a su privacidad los ocupantes del retrete. Por lo que Serafina ni tan sólo trata de abrirla.

Presa de la derrota en el reto que por casualidad le ha sido planteado a la hora de remaquillarse, Serafina lo da por perdido y tratando de olvidarse de ello y pensar en otras cosas, sale del lavabo sientiéndose guápamente maquillada de nuevo.

Dentro del retrete, peró, alguien sigue haciendo el amor. La mujer es Máxima, una posibilidad que habíale pasado en un rápido fotograma por la mente de Serafina. Pero desechádola ha sin de hecho ninguna prueba que la hiciera decantarse por uno y otro nombre entre más de los que se siquiera se puedan conocer. Pero el hombre ni por atisbo hásele ocurrido a Serafina. El hombre es el profesor Leopoldo! Podría haber pensado Serafina en todos y cada uno de los chicos del colegio. Comparando las posibilidades que cada uno tenía de ser la pareja de quien soltaba esos agradables gemidos en el baño. Este pudiera ser y este no, pero, ¡un profesor! Le haría falta a Serafina verlo en carne viva, como el profesor Leopoldo cogía a la sustentada en el depósito trasero del retrete, para creerlo. Y aún viendo como la gorda verga del profesor Leopoldo entrara en las tiernas carnes entrepiernales de su compañera de curso, le costaría a Serafina un rato de calma para creer lo que hubiera visto.

Pero ni Serafina ha visto nada en el interior del retrete ni nada puédele hacer ver que Máxima y el señor Leopoldo son casi las dos únicas personas que nadie podría encontrar en ningún sitio durante el espacio de recreo de hoy. Desestimando la abandonada investigación de Serafina volvamos al tiempo real en que Máxima bota ahora a su profesor que está poco higiénicamente estirado en el piso del reservado.

-Máxima: uhmm, uhmmm, uhmm, uhmmm, ¡señor Leopoldo!, uhmm, uhmm.

-Leopoldo: je je.

Dice el orgulloso profesor tomando a su alumna de la cintura y ayudándole a montarlo.

-Máxima: uhmm, uhmm, ayer, ¿sabé qué hicimos, yo y Lúcida? uhmm, uhmm.

-Leopoldo: dímelo, princesa.

-Máxima: uhm, ooh, lo hicimos, mm, en su casa.

-Leopoldo: qué interesante, ¿os enrollasteis?

-Máxima: sí, uhmm, con un pepino.

-Leopoldo: ja ja, que traviesas que sois.

-Máxima: un pepino grande y gordo, uhmm, pero, donde esté una polla, mm, mmm, que se quiten las hortalizas, mmm, mmm, oooh, oooh.

-Leopoldo: gracias por tu consideración. Umf, umf.

El señor Leopoldo para confirmarle totálmente que es mejor una buena polla que una hortaliza, se incopora un poco y sigue cogiendo a su alumna en una rara posición digna de complejo kamasutra en que los dos están incorporados en el suelo y la verga del profesor entra y sale con alguna que otra dificultad de la panocha de su alumna.

-Máxima: oooh, ooh, ooh, síí, sííí.

-Leopoldo: umf, ummff, ummf, ummf.

El ritmo de la cogida sube súbitamente de velocidad y la verga del profesor entra en la panocha de la alumna a una velocidad exasperante. Exasperación que es demostrada por los gemidos de la chavala que suben al igual alcanzando sonoras cotas que serían oídas claramente sin dar lugar a sospechas por cualquier compañera del colegio que entrara ahora mismo en los lavabos femeninos.

-Máxima: aaah, aaaah, aaaah, aaaaaah.

El objetivo del animo adoptado por la cintura del profesor era doble; uno hacer gozar a su querida y el otro; correrse ya, pues el tiempo de recreo está a punto de finalizar y Máxima tiene que ir a sus respectivas clases al igual que el profesor Leopoldo. Dicho objetivo es logrado y Leopoldo suelta substanciosos chorros de leche en la vagina de su alumna a la vez que esta siéntelo sabroso con esos tan profundos empeñones que le indican que hay que gozarlos bien porque serán los últimos.

-Máxima: uhmm, uhmmm, uhmmmm.

El movimiento por fin se detiene y ambos amantes se arreglan un poco las ropas y Máxima el rostro. La chica es quien primero abre la puerta de los lavabos y llama al que le espera aún dentro del reservado.

-Máximo: . . ahora . . no hay nadie . .

El profesor acude pronto a su vía de escape y cuando ha salido de la puerta principal de los lavabos ni tan sólo se gira para despedirse de su amante. Sigue caminando ahora calmádamente retomando su personaje de profesor legal. Máxima también ha readoptado su personaje de estudiante modélica y se dirige impoluta a la clase que le toca ahora. Le toca clase también con su mejor amiga Lúcida, y ello le dibuja una sonrisa desde que repara en ello hasta que al entrar en la clase la encuentra sentada al lado del que va a ser su asiento. Máxima suele sonreír siempre que se sienta al lado de su amiga, pero la extrema tensión de sus labios hácele sospechar a Lúcida que algo tiene que contarle. Esta se la mira y con su simple cara de duda le háce una muda pregunta. Máxima responde.

-Máxima: sí.

-Lúcida: ¿donde?

-Máxima: en los lavabos.

-Lúcida: je je, yo nunca lo he hecho ahí. Qué envidia me das.

-Máxima: pues espabílate.. con Silvano..

-Lúcida: yo ya me sé espabilar con mi querido. Por cierto, te tengo que contar una cosa...

-Profesor.Patricio: atención, la clase de hoy va a tratar sobre...

La clase empieza y las dos amigas tiene que detener su conversación. Pero este último "te tengo que contar una cosa" deja en tan inestable intriga a Máxima que no tarda ni dos minutos a proponerle a su amiga otro tipo de conversación.

-Máxima: ¿qué me tienes que contar?

-Lúcida: quieren hacerlo contigo, el profesor Eustaquio y el profesor Jerónimo.

Máxima mira a su amiga con un rostro de entre temor y asombro.

-Lúcida: tranquila, son de confianza.

-Máxima: ¡ostia! no sé, tendré que hablarlo con Leopoldo.

-Lúcida: claro, una vez yo hize lo mismo, y Silvano estuvo de acuerdo.

-Máxima: a la salida lo seguimos hablando.

Las muchachas se asienten en silencio dando paso con ello a que presten atención a la clase y aprendan con ello cosas que no deben de olvidar nunca. La clase del profesor Patricio termina y las muchachas se separan para dirigirse a otras clases que las llaman. Máxima tiene además una tarea pendiente y es hablar con su querido y pedirle un controvertido permiso de hacerlo no con otro hombre, sino con otros dos hombres. El transcurso de la jornada lectiva sigue para algun@s alumn@s más rápido y para otr@s más lento. Pero para el reloj sigue el mismo ritmo segundario de siempre y a la 1 el timbre suena para liberar a la plantilla.

-meeeeeeeec-

Lúcida y Máxima se encuentan en la salida y vuelven a separarse de sus amigas para entomar su camino a casa solas.

-Lúcida: ¿qué?

-Máxima: está de acuerdo, dice que no hay problema porque de hecho ni tan sólo fue él quien... me desvirgó.

-Lúcida: claro, eso mismo pensé yo. Con Silvano la cosa era diferente pero tampoco opuso ningún problema y lo hice con.

Lúcida se acerca a la oreja de su amiga y le susurra con quien hizo el amor a sabiendas de su posesor amante.

-Lúcida: bs bs bs bs bs.

Máxima mira a su amiga y no emite respuesta, tan sólo la sonríe.

-Máxima: ¿y respecto al señor Jerónimo y al señor Eustaquio, cuando y cómo?

-Lúcida: si quieres esta tarde.

-Máxima: sí, quiero.

-Lúcida: vale, pues cuando llegue a casa efectuaré una llamada y te llamaré inmediátamente a ti para decírtelo.

Las muchachas siguen hablando durante el camino que les queda de otros insubstanciales asuntos académicos. Se despiden al llegar a su punto de separación con un escandaloso pico en los labios.

-muac-

-Lúcida: te llamo

-Máxima: me llamas, adiós.

Máxima llega a su casa y come con sus progenitores un sabroso plato de arroz a la cubana con salsichas. Después de este se retira a su habitación para ocupar su digestión con la escucha de su música favorita. Está tarareando la chavala la canción de su ídolo cuando llaman a la puerta.

-toc-toc-

-Mamá: ~~Máxima, el teléfono~~

La chica se levanta va hacia el salón donde está el comunicador. Mira antes de tomar el aparato el número de llamada entrante que le es mostrado en la pantallita; es Lúcida.

-Máxima: ¿qué?

-Lúcida: a las 6, en el piso.

-Máxima: ahí estaré, ¿vendrás tú?

-Lúcida: no, sé valiente, je je.

-Máxima: más que tú, cabrona, je je.

-Lúcida: venga, pásatelo bien, adiós.

-Máxima: hasta luego.

-chas-

Máxima ocupa el par de horas que tardará en tener "plan" en estudiar y hacer algún que otro deber que ha olvidado en estos últimos días de desenfreno. Cuando llegan las 6, Máxima es una estudiante satisfecha. Cierra los libros y se arregla un poco y despidiéndose de su familia sale con un rumbo que sólo ella sabe.

--------------------

Cuando llega a la puerta del piso ya no le tiembla como le tembló el primer día, el dedo al pulsar el timbre.

-riiing-

-Intérfono: ~~ ¿sí? ~~

-Máxima: Máxima.

-chas-

La puerta se desbloquea. Máxima sube por el ascensor y llega a su piso secreto, secreto de ella, de los profesores y de alguna que otra alumna que ella desconoce.

-Máxima: hola.

Saluda Máxima al entrar en el salón y encontrar al profesor Eustaquio y el profesor Jerónimo.

-Eustaquio: hola preciosa.

Dice Eustaquio soltando el periódico que leía encima de la mesa.

-Jerónimo: hola cielo.

Los dos profesores se la quedan mirando asombrados de la belleza de la niña y ella tampoco sabe cómo reaccionar. Pues técnicamente va a hacer el amor con los dos pero no sabe con quien empezar.

-Máxima: esto.. je je, ¿por quien empiezo? ja ja ja.

Dice la chavala soltando una carcajada ya no de vergonzosa timidez sino de desencajante risa.

-Eustaquio: ja ja, por mi, ven aquí caramelo

Máxima se acerca al primero que le ha cogido turno y derecha ante él se le ofrece generosa a lo que quiera este. El profesor Eustaquio le empieza a desabrochar la blusa suscitando venenosa envidia en el que los mira profesor Jerónimo. Cuando el profesor Eustaquio le ha empezado a mamar los pechos, el profesor Jerónimo se acerca a ella y le come el cuello por detrás.

-Máxima: mmmm, qué biennn, mmmm.

Máxima se ha puesto una fresca falda en previsión del encuentro que tendría en el piso, y ello facilita al profesor Eustaquio que le meta la mano entrepiernas y le baje los calzones. Cuando los dedos de Eustaquio le han empezado a masturbar la vagina, Máxima pierde las pocas migas de timidez que tenía y gime perversa entre los brazos de dos hombres.

-Máxima: mmmm, mmm, mmm, oooh.

El profesor Jerónimo le saca la blusa a la vez que los sostenes, y pegado tras ella goza de la redondez de sus dos pechos que tiene cogidos con las manos. El profesor Eustaquio le ha bajado la falda y en este mismo momento le come la panocha.

-Máxima: oooh, oooh, dos hombres... mmm, oooh.

Los dos profesores se van desnudando sin tener noticia Máxima de ello, y cuando en un momento le da por abrir los ojos bajo la intensa masturbación que siente en casi todos los puntos erógenos de su cuerpo. Queda encantada de por sorpresa verse desnuda junto a otros dos tan desnudos hombres.

El profesor Eustaquio se va masturbando a la vez que masturba a la chavala y eso le ha hecho crecer una verga de tamaño entre su querido Leopoldo y el también querido Silvano. Mientras la chica goza de la entrepiernas manipulación, lleva una mano a la verga que ve estimulada y ayuda a su excitación deseando que se ponga aún más grande. Mientras Máxima casca al profesor Eustaquio nota una mano que le toma su otra libre mano. Se gira y ve que es el profesor Jerónimo que pide su mano izquierda para que se encargue de su verga.

-Máxima: claro.. encantada.

La chavala ocupa sus dos manos a cascar sendas pollas mientras otra mano le mete diversos dedos en la panocha y otras dos fuertes manos le amasan los pechos.

-Máxima: uhmmmm, mmmmm, sííí, qué biennnn, mmmm.

La panocha de una mujer es una zona muy sensible, pero unos jóvenes pechos si son amasados con fuerza consiguen similares resultados que nota ella por doble partida con unas viriles manos que no le dan cuartel.

-Máxima: oooooh, ¡aaaaaaaah!, mmmmm, ah,ah,ah,ah,ah,ah.

Las manos del profesor Jerónimo parecen expertas en estimular pechos de mujer y entablan con ellos un pequeño juego de ahora aprieto suave, ahora fuerte, ahora suelto, aprieto, rápido, lento, suave de nuevo y ¡fuerte! otra vez!

-Máxima: aaaah, aaaaah, aaaaah, aaaaah, aaah.

El profesor Jerónimo parece haber descubierto el color de la sangre de Máxima y la tiene en su poder con el único estimulo de esas gordas tetas rellenas a rebosar de hormonas femeninas.

-Máxima: ooooooh, aaaaah, aaaaah, ooooooh.

La chica está teniendo un orgasmo y no lo siente como ha sentido prácticamente todos los otros a resultas de su exploración vaginal, sino a resultas de esas tan expertas manos que le amasan los pechos con una desconocida fuerza y ternura a la vez.

-Máxima: aaaaah, sííííí, sííí, síí, aah.

Máxima cae al suelo rendida por los calambres neuronales que le vienen de dos partes iguales en consistencia y peso, sus pechos. Y viendo los profesores que la presa es sólo posesión de uno de ellos, se apropia de ella el que saben los dos que le ha provocado el orgasmo; el profesor Jerónimo.

Jerónimo se tumba encima de ella y cuidando de no sobrepasarse con la que aún suspira de agotamiento Máxima, le mete la verga en la panocha. Léntamente al principio introduce su poronga y cuando tiénele metida toda entabla un pausado ritmo de mete-saca.

-Máxima: aah, mmh, aah, aah, aah.

Jerónimo se coge un trofeo logrado con el fiel tacto de sus manos. Merece cogerse delante de Eustaquio a la alumna, ganador no por la velocidad de su oponente de decir "yo primero" sino por su maña en el primer orgasmo pectoral que le ha proporcionado a la chica.

-Máxima: oooh, oooh, síh, oooh, oooh.

Las piernas de la chica se abrazan a la cintura de su amante creando fiera envidia al otro profesor que los mira. El profesor Jerónimo, peró, es consciente y al cabo de 5 minutos de follar a la niña se sale y da sitio a Eustáquio para que se meta en ella.

-Máxima: uhmm, ooh, ooh, ooh, ooh.

Máxima no nota diferencia alguna en la segunda verga que se le mete y abraza igualmente con las piernas la cintura del hombre que la coge ahora. El profesor Jerónimo no ha perdido su atención y al cabo de los mismos 5 minutos que ha cronometrado estando él entre las piernas de la chavala, llama a la atención de su compañero.

-Jerónimo: eh, Eustaquio, vamos a hacer lo dicho ¿no?

-Eustaquio: umf, umf, ¿euh? sí claro.

El profesor Eustaquio se sale de entre las piernas de la chica y deja a Jerónimo que pida sitio. Este se tumba en el suelo e indica a Máxima que lo monte. La chica se le monta encima la verga y adopta rápidamente un tenue cabalgar.

-Máxima: uhm, mm, mmm, mmm.

Máxima se huele que el profesor Jerónimo se va a meter en otro sito y por ello no se asusta cuando siente un redondo tacto que juega en su orificio anal.

-Máxima: mmm, uhmm, mmm, estoy preparada, uhmm.

El profesor Eustaquio echa un escupitajo en el ano de la chavala para prepararlo a lo que se le va a meter dentro. El profesor Eustaquio hace la cosa de la única manera que puede hacerse; con decisión.

-Máxima: ooooh.

Le mete de buenas a primeras media verga dentro pues su experiencia con el sexo anal le ha enseñado que, o se entra o no se entra, y si duele, mejor. A la segunda no se la mete tan réciamente y juega un poco con los jugos que se van creando en el ano de esta, pero al final la tiene toda dentro y los dos profesores cogen al unísono la que conoce desde hace menos de un mes el pecado de la carne.

-Máxima: ooooh, ooooh, ooooh, oooh.

Si pasó priméramente 5 minutos de cogida con el ganador de la jugada del orgasmo el profesor Jerónimo, y pasó los 5 minutos siguientes con el señor Eustaquio, ahora que los dos la tienen a la vez no hay prisas para pasar al siguiente turno y las tres personas pasan en la misma posición casi un hora entera de gemidos, dolores y placeres. El primero en venirse es el profesor Jerónimo. Después de echar su abundante carga láctica en la pucha de la chavala, se sale de debajo de ella y da poder al profesor Eustaquio a seguir haciendo lo que quiera. Este deja que la alumna se quede donde estaba a 4 patas y sigue abriéndole ese inexplorado ano durante 10 minutos más. Hasta que se corre e inunda el orificio anal de la chavala dejando esa segunda abertura sexual tan llena de leche como lo está la principal. Cuando el profesor Eustaquio se ha corrido, el profesor Jerónimo está vestido ya y sentado en la mesa leyendo el periódico que soltó Eustaquio al llegar Máxima al apartamento. Tanto Eustaquio como Máxima se visten y se sientan en la misma mesa de Jerónimo para compartir con plática intergeneracional el resto de la tarde.

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