Yace una bella muchacha en una gran cama de matrimonio. No yace durmiendo sino que tiene un grueso libro entre manos. Está sentada en el respaldo y dirige su gran atención a un tratado sobre vacunación periódica en terneros de menos de 5 años. Esta muchacha está estudiando veterinaria desde hace poco más de dos semanas pero su rápida evolución ha sorprendido como sorprendería a cualquier profesor, al señor Policarpo, veterinario titular de la villa y particular profesor de veterinaria de la joven Angula.
Angula se hospeda en la vivienda/consulta del señor Policarpo desde la dramática noche en que salvó la vida por los pelos del catastrófico incendio que asoló la hacienda de los Astorga. Mucha gente pereció abrasada en ese incendio, entre otras personas la que se acababa de convertir en la mejor amiga de Angula, Jenara, y su rápida desaparición hízola convertirse en la que será eternamente esa mejor amiga que siempre estará con ella esté donde esté. Angula pasó muy mal trago ante tal prenda que tomose el cielo antes de lo esperado, los primeros días hubiera podido llenar un cuenco entero de las lágrimas que gritando victoria salieron de los ojos de la muchacha. A los siguientes días y gracias al apoyo moral del señor Policarpo, Angula se fue reponiendo y firmemente re-estructurando su persona interna con la ayuda de la revitalizante realización de sus ilusiones; convertirse en veterinaria. Apenas ha salido la muchacha de la casa para encargarse de unos pocos símiles del empleo que efectuaba en su pasada hacienda, la de criada. Pero siéndole tan sencillo encargarse de esas cosas en favor de su tutor, ha librádole de unos pocos problemas. Todos de los que ha sido capaz como hacer la comida, arreglar algunos de las pocos que necesitan atención enseres de la casa y empezar a aprender cuales son los deberes de una esposa porque lo que no es ahora es una empleada doméstica sino la compañera del propietario de la vivienda, aunque además sea su alumna, su protegida, su segundo padre... y muchas cosas más desea fervientemente que sea en su vida, ese señor con quien ha compartido de forma muy próxima las últimas dos semanas.
Pero en el fondo existe una gran controversia en esta posición en que se está acomodando Angula. Si bien duerme cada noche con el señor Policarpo, toman el almuerzo, la comida y la cena en la misma mesa, comparten también mesa de estudios por no decir el resto de la casa es también compartido. Pero Angula y Policarpo no han mantenido aún una relación sexual completa. Lo más candente en que han tenido contacto fue la mamada que diole ella el primer día en llegar, que saliole del corazón en parte para enfrentarse al deprimente derrumbamiento a raíz de la reciente pérdida de su amiga. El íntimo contacto oral realmente le infundió una in-encontrable fuerza interior gracias a la cual ha alejado tan rápidamente los malos recuerdos. En un tiempo mínimo ha superado una fatal depresión que en otros casos han llegado a acabar con la vida de otras personas. Angula no sabe realmente cómo ha superado tan duro trángulo; si gracias a la ayuda de Policarpo, gracias a ella misma y su quemante ansiedad, a la casualidad, a la suerte de haber encontrado tan favorable solución.. no tiene claro Angula si debe agradecer su cura a alguien, a ese alguien al que todos deben algo que está más allá de las nubes o tan sólo sentirse orgullosa de haber superado otro de los innumerables obstáculos que han entorpecido su vida y en este caso haberlo superado por voluntad propia.
Piensa la muchacha en todas estas cosas, a la vez que incorporada en la cama parental repasa por 3ª vez la última lección que afrenta del tratado de vacunación. Quien tuviera una cámara radiográfica cerebral podría ver en la masa encefálica de la chica los siguientes pensamientos a la vez;
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Los caballos deben vacunarse antes de la llegada de la primavera porque llegan también con ella las más importantes afecciones víric...
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¿Lo he hecho yo sola o ha sido gracias a él, o es lo normal en estos casos y cualquier jovenzuela como yo supera estas aflicciones en menos de dos semanas?..
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De pronto un lejano y muy débil ruido corta en seco el inestable vagar mental de la muchacha.
- . . .. c. . .l .. .e ... c .. . . .k . ....-
La mirada de Angula se levanta de inmediato del grueso libro y tras concluir que ese ruido procede de la puerta de la calle que se acaba de cerrar, da por seguro que Policarpo ha llegado del servicio de urgencia a que fue requerido desde las cuadras del ayuntamiento y no tardará en entrar por la puerta para dar junto a ella por finalizado el día. Angula reposa el grueso tratado de vacunación en la mesita a su lado y tras arroparse en la cama espera hospitalaria al hombre que en un instante entrará por la puerta.
-clack-
-Policarpo: hola querida.
-Angula: buenas noches. ¿Cómo fue, bien?
-Policarpo: sí, nada malo, uno de las yeguas se rompió una pezuña y se la he enyesado para que en un par de semanas pueda volver a galopar.
-Angula: fabuloso. Si algo no me gusta de mi futura profesión es que a veces tendré que dar malas noticias.
-Policarpo: si antes de empezar ya has prevístolo no va a suponerte ningún problema. Lo malo es cuando un chico tonto se encuentra con ello de improviso y no es capaz de sacar el cuchillo. A veces hay que detener el angosto dolor que sufre un animal que no tiene posibilidades de volverse a poner en pie, de una forma seca.
-Angula: claro, claro Policarpo, no soy una de esas niñas estúpidas a las que te refieres...
Dice la muchacha, esbozando una complicente sonrisa desde la cama en que aún está sentada. Policarpo capta ese pícaro guiño y como no se ve capaz de responder con superior picardía, aún con una sonrisa en los labios se va desnudando para gozar del cálido sueño que tan pertinentemente merece.
Policarpo muestra ciertos detalles de pulcritud y respeto ante una mujer con que comparte cama pero con quien aún no ha mantenido contacto entero. Por lo que cuando va a ponerse los pantalones del pijama se separa de la cama tras de la abierta puerta del armario. Hécholo ha de la misma manera todos los anteriores días antes de encamarse, y en tales Angula lo ha aceptado y comprendido como muestra de respeto hacia ella, pero esta noche mira al escondido Policarpo con un aire de picardía a razón de las controversias con que pensó esta tarde. Angula toma la sábana que la cubre y echándola a un lado queda en medio de la abierta cama vestida con su humilde pero elegante camisón nocturno.
Cuando Policarpo sale de detrás la puerta del armario recibe gran sorpresa ante la contemplación de la vista que ha sídole ofrecida adrede. Duda unos segundos admirando en primer plano el maravilloso paisaje que se contempla hasta que respóndela.
-Policarpo: te ves preciosa.
-Angula: no será tanto, me hubieras visto la cara hace dos semanas después de 3 horas de llorar sin parar y no hubieras dicho lo mismo.
-Policarpo: tanto da que una noche hayas tenido la cara desecha de lágrimas, ahora mismo eres una mujer con el aspecto más deseable de su vida.
-Angula: . .. insinúas que . ... dentro de 10 años ya no me vas a querer ¿ .. .
Suelta la muchacha con su envenenada pero inofensiva lengua.
-Policarpo: claro que te voy a querer, hija, te querré incluso después de muerto.
Termina el veterinario su sentencia antes de sentarse al lado de la muchacha y abrir sus labios con los suyos.
- mm - - muac - - muac - mmm - m- mm-
Este primer beso de hoy se alarga de una forma inconcebíblemente especial. Cualquiera se sorprendería de ver un esposo besar a su mujer de esta manera al llegar a casa, pero aunque Policarpo y Angula lleven dos semanas durmiendo en la misma cama, este es el primer beso que se dan o como mínimo el primero que se dan en esta habitación. Policarpo permanece sentado al lado de la cama y Angula se deja ser su víctima apoyada contra el respaldo y deleitándose del dulce sabor de la saliva de un hombre que en menos de 24 horas va a convertirla en su mujer. Angula siente una preciosa cosquilla cuando nota que una mano le descuelga el camisón de un lado para que su pecho izquierdo se muestre sin secreto a cumplir su deber de amamantar un hombre. Si sintiola preciosa cosquilla, cuando son unos varoniles labios los que capturan su tierno pezón, Angula no puede hacer más que descargar esa tensa carga eléctrica de sus neuronas con un gemido puro 100%.
-Angula: aaaaah.
Policarpo no se sorprende ante tan importante reacción al casto beso en la tetita y sigue chupando de ella. Pero no por la falta de asombro del hombre se ve disminuido el efecto de su fuerza aspiratoria y Angula no cesa de gemir cada vez más fuerte con un que para cualquier mujer declarada no significa más que una tenue introducción al tema.
-Angula: aaaaah, aaaah, aaaaah, aaaaah.
Policarpo sigue chupando del pezón pero para no condenar la candente muchacha al único placer pectoral, le mete le mano bajo el faldón y va tocando de lejos y con precaución los finos pelos que cubren una zona que nunca ha recibido la visita de un miembro viril. Angula tiene las fuerzas justas para alargar la mano y apagar la lámpara y después de ello estirarse completamente en la cama, para no mostrar desprecio alguno a la ceremonia que se prepara de su entrada en la madurez. Policarpo se estira también encima de su amada y va dedicando sus manos a por turnos desnudarla a ella y desnudarle él mismo. Cuando se ven libres los turnos y están los dos totalmente desnudos, Policarpo se estira encima de ella con las rodillas separadas a ambos lados de sus cerrados muslos y en favor a los cariñosos besos que le da le pide que se abra de piernas.
Policarpo besa toda la fina carita de la muchacha, desde los cerrados labios, a las mejillas, la nariz, el alrededor de sus ojos. Angula no responde como hízolo a estos besos porque ahora estos le están pidiendo algo que su infantil inocencia la impulsa a rechazar. Pero esos besos están dotados de un cariño sobrehumano, la manera con que chupan su moflete derecho, o la que toman la puntita de su nariz, o la que besan su frente dedicándolo a sus ojos. Angula ve que la está convenciendo y si sigue negándose no tendrá más opción que irse corriendo y encerrarse en el lavabo a llorar como una niña. Por lo que imponiendo heroico valor posa sus manos en los hombros de su amado y lentamente se abre de piernas.
-Policarpo: así me gusta pequeña, verás como no hay nada mejor.
Angula no tiene suficiente estabilidad mental para responder algo comprensible y se limita a abrazar el hombre que tiene encima suponiendo que eso ayudaralo. Policarpo es más consciente del momento que la alocada jovenzuela y retirando con suavidad los brazos que lo aprisionan, baja uno de los suyos para indicar el camino correcto a esa ciega extremidad que entre sus piernas está ansiosa de emprender el viaje. La verga de Policarpo queda encajada en la entrada de la panocha de la muchacha y empieza a dar respetuosos empujes que hagan el camino que tarde o temprano habrá que tomar. La muchacha siente esa extremidad que lucha entre sus piernas para introducirse en la abertura, pero conocedora de su pretura sabe que no será tan fácil como parece y va a necesitarse de gran dureza para que esa cosa tan gorda abra paso.
Tratando de ayudar, Angula levanta las piernas y sitúa sus talones tras las piernas del hombre, creyendo que eso permitiralo. El hombre sigue empujando cuidadosamente pero la verga no consigue entrar y lo único que hace es doblarse cuando se ve presionada por detrás y detenida por delante. Policarpo baja su mano a la zona conflictiva y empieza a masturbar la ya encajada verga para dotarla de más dureza y conseguir romper la valla que impide la total penetración. Angula también baja la mano y trata de ayudar a la excitación masculina, en ello le va su carnet de mujer. Mientras las dos manos batallan en la zona-0, las dos bocas también se van besando, quizá convocando un aumento de la presión intersanguínea de la verga que permitirale romper la resistente barricada que detiene su paso.
Pero la cosa no parece ofrecer solución. La verga sigue doblándose cuando Policarpo empuja hacia adelante y ridículos pensamientos de enderezarla con un palo o romper antes el himen virginal con un pepino pasan por la mente de los dos amantes. Al cabo de un tiempo indefinido de intentos fallidos Policarpo se retira de encima su querida y tumbado a su lado se duerme en seguida.
A Angula le cuesta un poco más dormirse y es que se ve fracasada. El hombre que creía que la iba a convertir en mujer no ha sido capaz y sus pensares navegan durante mucho rato en diferentes alternativas. ¿Cómo ir probando los días siguientes? Conseguirá Policarpo romper la sangre? Habrá que contratar un "torero"? Tendré que marcharme de casa de Policarpo y escoger otro marido? Otros aún más deprimentes pensamientos pasan por la cabeza de Angula. Pero esta acaba aburriendo la paranoia y desolada por fuera y por dentro se duerme.