Florentina está ordenando un pesado estante de zumos naturales de frutas.
Este en el supermercado es el primer trabajo de su vida y empieza a conocer que no está esta pintada de color rosa. En el hiper ha conocido gente muy guapa pero también ha conocido gente que hubiera preferido no conocer. Dionisia es una de la agradables personas que celebra haver conocido, y Ruperto es desgraciadamente uno de los que si no hubiera conocido no lo hubiera encontrado a faltar nunca. Y es que el tal ruperto no es maleducado, ni guarro, ni violento, ni tonto, sino simplemente es feo. El jefe de personal Gervasio no encaja en ninguno de los pérfiles observados por Florentina por lo que no consigue ponerle nota acerca de la positividad de su conocimiento. Hasta el momento Florentina sólo se había relacionado amicalmente con gente de su edad. Sus amigos del colegio, de la piscina, sus primos menores y poco más. Pero la exagerada simpatía del señor Gervasio se le hace extraña pues no se ve yendo con él a parques acuáticos o a la discoteca.
El señor Gervasio se para a menudo a hablar con ella y lo hace alejado de la seriedad que acostuma a caracterizar la conversación con un mayor. Le hace bromas inocentes que a Florentina le hacen gracia no por la misma broma, sino por el contrariado aspecto de ingenuidad que tienen saliendo de la boca de un señor grande como es el señor Gervasio. A veces le hace bromas no tan inocentes sino más bien picantes. Al principio se vio un poco turbada por tal clase de comentarios, pero con el tiempo se acabó despreocupando de ello e incluso sonriendo a algunas que un día le habrían parecido de mal gusto.
Recordamos que aún está Florentina poniendo al día el estante de zumos de frutas a primera hora de la mañana, sin haber recibido por el momento mucha clientela. Su mente está al parecido de la de sus compañer@s; un poco embobada por la calurosa noche que ha hecho. Por lo que apenas ha reparado que su extraño amigo ha llegado al super y planea diversas tareas para ella, sus compañer@s y, él mismo.
-Gervasio: hola florecita.
-Florentina: hola señor Gervasio, no le había visto.
-Gervasio: yo sí te vi recién llegar, pero es que bueno, un ramo de violetas frescas llama la atención si está este ordenando un estante de zumos.
-Florentina: je je, que agudo es usted. Pues eso de frescas no sé si asegurárselo, porque no he pasado muy buena noche.
-Gervasio: ni tú ni nadie, ya lo dice la tele que cada verano hace más calor y acabará este por fundirnos.
-Florentina: espero que no sea cierto.
Dice Florentina retomando la tarea que la distracción le había hecho olvidar.
-Gervasio: bueno, yo te dejo continuar. Por cierto, sepas que te tengo preparada una sorpresa.
-Florentina: ¿¿una sorpresa??
-Gervasio: sí, je je, no te digo nada, ya lo descubrirás.
Variando la costumbre el señor Gervasio abandona una esperando respuesta Florentina. Esta se ha quedado con la palabra en la boca y dudando si lo que ve y oye es cierto. Ahora a señor Gervasio le ha dado por prepararle una sorpresa. Pero qué rediantre puede ser lo que le ha preparado un jefe de personal de supermercado a una trabajadora que no sea, el sobre de la paga o, más trabajo o, ¿qué? Como los primeros pensares de Florentina no hallan respuesta acaba esta desechando el misterio y a encargar su mente a cosas sino más importantes, útiles, como ordenar zumos. La mañana va sucediéndose al ritmo habitual. A las 11 el super se empieza a llenar de clientes y vive el comercio su auge poco antes de las 13:00. Durante toda la mañana Flor se ha cruzado diversas veces con el señor Gervasio, y ha mandádole esta diversas miradas dubitativas tratando de, con la mirada, exigirle una respuesta. Pero sólo ha recibido ella de él la profesional comandancia y quizá algún piropo en segundas, terceras o vete a saber en qué número de sentidos.
-Gervasio: reemplaza la caja de peras expuesta que han madurado demasiado. Ponle... peras frescas y primaverales como rosas de otoño, je je.
Florentina ya no pone ante tales mensajes las caras raras que ponía al principio, ahora simplemente los deja pasar siendo estos inofensivos como gotas de agua; piensa Florentina también advirtiendo que se le está pegando la poesía del jefe de personal. La jornada acaba llegando a su fin y, hubiendo olvidado ella el misterio que la embrujó a primeras horas con la supuesta sorpresa de Gervasio, se dirije a los vestuarios para cambiarse, empaquetar y dejar paso al siguiente turno de trabajadores. Florentina mete bien plegado en su bolsa el batín y se pone un fresco y veraniego vestido rojo floreado. Está pensando en qué playa visitará esta tarde con su amiga Rosa, que llaman a la puerta del vestuario. Está ella vestida por lo que sin dudar un momento dice.
-Florentina: sí, pasa.
Es Gervasio el que asoma la cabeza.
-Gervasio: casi nos olvidamos flor, la sorpresa que te quería dar.
-Florentina: ¿uh? ah sí, ¡es verdad! la sorpresa que me dijo. Me había olvidado.
-Gervasio: pues mira, la traigo escondida en esta caja.
Dice el señor Gervasio enseñándole un cajón de cartón que lleva entre manos.
-Florentina: uhmmm, ¿qué me trae? no tengo ni idea de qué puede ser.
-Gervasio: pues para sacarte todo miedo te lo voy a abrir yo mismo.
-Florentina: sí vale, adelante.
Gervasio abre la cajita y saca de ella un curioso objeto. Tiene el tiempo justo para poner la mano en la boca de Florentina evitando que salga de ella el agudo chillido que provoca la visión de la "sorpresa". La sorpresa trata de quizá la cosa en el mundo que más podía sorprender a la chavala; un rojo y desafiante consolador.
Cuando Gervasio cree que el pretendido grito de Florentina ha quedado silenciado le saca la mano de la boca.
-Florentina: ¡pero qué me trae! cómo se le ha ocurrido algo así!
-Gervasio: tranquila flor, no te alarmes de esa manera. Si has reconocido al primer vistazo de qué se trataba mi regalo es que no es el primero que ves. Habrás visto otros en revistas o películas. No digo que hayas usado nunca uno pero sabes bien para qué sirve este objeto.
-Florentina: pues sí, había visto alguno antes pero, cómo se le ocurre a usted regalarme una cosa así, yo no sería capaz de usar esta "cosa".
-Gervasio: esta "cosa" que le llamas no es un bicho malo. Hay gente que lo usa como sustituto sexual y consigue fenomenales resultados con él. Por qué demonizarlo porque simplemente no sale en los dibujos animados de la tele o en los Mortadelo y Filemón.
-Florentina: no sé, yo me veo incapaz de jugar, como dice usted que hacen, con un trasto como este. Meterse este palo por la puchita y... más aún que a mi no me ha entrado nunca, ni una de veras... lo veo extraterrestre.
-Gervasio: ¿no me digas que eres virgen?
-Florentina: pues sí, qué pasa, no soy la única de mis amigas que soy virgen... no me creo una feucha, sino que mira, no he encontrado mi media naranja.
Gervasio ha sentido una lejana llamada del corazón de la selva y su conversar así como su tono de voz han cambiado de forma muy suave.
-Gervasio: te aseguro que nunca lo había pensado. Pues Florentina cielo, creo que, je je, el destino ha hecho que tú entraras a trabajar en nuestro supermercado para que nos conociéramos e hiciéramos una cosita muy salada que tengo en mente.
-Florentina: mmm ¿hacer el amor? sí ya, ya me lo inmaginaba, usted siempre tan simpático y haciéndome esas bromas tan picantes, que si le tengo que decir la verdad han acabado por gustarme.
-Gervasio: pues... ¿y por qué no? no te gustaría dejar de ser la "feucha" de tu tropa y convertirte en una verdadera mujer que no tiene esa casta membrana virginal en la vagina?
-Florentina: pues a decir verdad... sí, le repito que no me creo feucha pero, me gustaría dejar de ser la niña que algunas personas ven en mi, sí. Estoy dispuesta a hacer el amor con usted, señor Gervasio.
-Gervasio: soo, florecita, que aún no he acabado. Yo, aunque te parezca raro, no te estoy proponiendo hacer el amor. Te estoy proponiendo, sí, hacértelo, pero con este consolador.
-Florentina: ¿¿con esto?? pero qué dice?? perder la virginidad con un pene de plástico... uy no, de ninguna manera, yo sí estaría encantada de que usted me lo hiciera, me metiera la verga dentro e incluso por ser la primera vez le dejaría que me echase el semen dentro. Pero... esa cosa tan romántica que llevo pensando desde pequeña, que se rompa mi himen virginal.. y que sea un plástico que lo haga.. ja ja, hasta me hace gracia pensarlo.
Gervasio ve que para convencer a la niña debe desplegar todo su armamento por lo que se acerca a la chavala y va jugando al viejo juego de los contactos; ahora te toco la mano, te hablo, te la pongo en el hombro, te sigo hablando, te acaricio el costado y, te sigo hablando. En esto que ir hablando (don Gervasio ha pasado el pestillo de la puerta después de entrar, para que el siguiente turno de chicas decida buscar otro sitio para cambiarse) están don Gervasio y Florentina en una poética posición digna de la más romántica foto. Él le está hablando y relatando todas las posibles ventajas de hacer la primera vez el amor con un palo, y ella está aún un poco a la defensiva, pero a medida que la mano de su jefe de personal le acaricia ahora la mano, ahora el costado, su guardia va cediendo.
-Florentina: pero... ¿usted no se lo diría a nadie?
-Gervasio: por supuesto que no, esto sería un secreto entre nosotros hasta la muerte. A menos que no decidas tú, para fanfarronear con tus amigas, contárselo y enorgullecerte de tan especial experiencia, como ya te he contado.
-Florentina: pues... no sé... ¡uy! es todo tan difícil! ¿Me lo dejaría pensar? y se lo respondo mañana?
Gervasio repasa un par de segundos con la mirada los ojos de la chavala y decide contestar.
-Gervasio: ¿mañana? te acobardarás, esta noche te acobardarás en tu cuna de niña y mañana me dirás que no, que no te atreves, que quieres seguir siendo una niña.
-Florentina: ¡de ninguna manera! ¡sabe qué? estoy dispuesta, a que me lo haga con el consolador.
-Gervasio: así me gusta, valiente cual reina.
-Florentina: pues va.
Florentina verdaderamente se ha envalentonado y de un pestañeo deja colgado el vestido en la percha, pero esta vez sin ponerse nada debajo.
-Gervasio: santa madre, eso es una mujer atrevida y no la flacuchas que salen en las películas americanas. Felicidades Florentina, te admiro.
-Florentina: ¿me admira? je je, yo le... admiraré a usted... porque si es usted que sujeta el consolador será usted que me desvirgará, y en el fondo habré sido desvirgada por un hombre, ¿majestad...
Gervasio comprende que no debe seguir platicando sino haciendo cosas más provechosas. Con el consolador en la mano se agacha ante la enhiesta Florentina y lo primero que hace es mamar un poco de la panocha de la chavala.
-Florentina: uhmmm, uhmmm, señor Gervasio, uhmmm, que bien, mmm.
Mientras es comida Florentina se va dejando ir y se acaricia toda como presuntamente debe haber hecho en su "cuna" de niña. El señor Gervasio se extiende profundamente en la comida sin olvidar, peró, que hay una tarea más importante entre las piernas femeninas que contempla. Va tanteando por encima la panocha con la punta del consolador y empieza a meter la puntita hacia dentro.
-Florentina: uhmmm, sí Gervasio, noto que me está metiendo algo.
Dice Florentina viviendo la experiencia con los ojos cerrados y acariciándose la barriga y los pechitos.
Gervasio va metiendo por turnos la verga sintética cada vez un poco más adentro, hasta que topa con el objetivo principal de la incursión; el himen, la membrana virginal.
-Gervasio: querida, lo he encontrado, tu membrana.
-Florentina: uhmm, adelante... no dude.. uhmm.
-Gervasio: vale pero, te dolerá un poco, al menos no grites no sea que venga la gente a vernos salir.
-Florentina: uhmm, lo intentaré, uhmm.
Gervasio peró, parece sospechar que no lo va a conseguir, por lo que toma un pañuelo de los enseres de limpieza que están en el vestuario y rellena, con su debido consentimiento, la boca de la niña.
-Florentina: uhhhhmf, uhhhhmf.
-Gervasio: bueno voy a ello.
Don Gervasio planea que los malos tragos cuanto antes mejor e introduce, a partir del tope en que encontró el himen, 4 dedos hacia adentro.
-Florentina: uhhhhhhhhhmmmfff.
-Gervasio: perdona hija, ¿te ha dolido mucho?
-Florentina: uhmgfr, srqcdpj.
-Gervasio: fua, por qué te pregunto...
Don Gervasio decide continuar lo empezado e inicia un ritmo de mete-saca de la verga sintética de la panocha de Florentina.
-Florentina: uhhhhmf, uhhhhmf, uhhhhmf.
El varón opina que no van a ser gritos lo que salga de la tapiada boca por lo que le saca el pañuelo.
-Florentina: ooooh, síííí, síííí, síííí señor Gerv.. más, máás, máás por favor, síííí.
Don Gervasio se está extendiendo perversamente en la desfloración de Florentina y le mete y saca practicamente la totalidad del consolador. Es este un aparejo ni muy grande ni muy pequeño, ni el descomunalmente gigantesco monstruo que algunas pervertidas buscan, ni el estrecho y corto dedo gordo indicado para algunas personas que buscan penetración anal. Don Gervasio se relame los dientes viendo la tierna chavalita gozando del primer ente sólido que navega entre su paredes vaginales. Los gemidos que acompañan el danzar de Florentina, junto con la visión de sus pervertidas manos acariciándose los pechitos y los muslos, hacen decidir al señor Gervasio de participar más cercanamente a la pasión que vive el vestuario del supermercado. Se levanta dejando caer el consolador y se empieza a sacar la camisa.
-Gervasio: ayúdame perra, que tengo ganas de meterte una barra de carne.
Florentina se agacha ante el apresurado jefe de personal y estando este encegado por el desnudamiento de su camiseta, le baja los pantalones para liberar ese juguetón miembro que de dentro los pantalones gritaba por salir. El miembro no tiene tiempo de decir "hola" que es absorvido por la boca de la ansiosa chavala. Cuando don Gervasio se ha conseguido sacar la camiseta ya notaba que una caliente lengua le estaba recorriendo la polla, por lo que cuando ve la cabecita de la niña tragándosela entera, le pone la mano encima la cabeza, y más que ayudar a tragarla, la acaricia amorosamente por ser tan buena.
-Gervasio: ¿y dices que tú eras virgen, no me lo creo?
-Florentina: gorbl, gorbl, ¿no me ha salido sangre?
-Gervasio: .. oh perdona, es verdad, pero, ¿seguro que no te habías comido nunca una polla?
-Florentina: comido una polla sí, gorbl, no se lo diga a nadie por favor, pero le he comido la polla a mi perro.
Don Gervasio se queda patidifuso ante la frescura con que esta inocente florecita admite hechos cientos de veces más perversos que el civilizado desvirgamiento por un palo que acaba de propinarle. Florentina le come con maestría la polla un rato hasta que ella misma decide que hay que dar un paso más. Se pone a 4 patas en el suelo y se lo pide.
-Florentina: venga va, que no se diga que no lo he hecho nunca con un hombre.
Gervasio se sitúa tras de ella y jugando con el capullo en la húmeda concha va metiéndole la verga. Como este no es terreno inexplorado don Gervasio se ahorra de cuidado y cuando la tiene apuntada la coge de las caderas, para ¡empujar!
-Florentina: ¡ooooooh!
-Gervasio: ahora sí, ahora sí eres una mujer.
-Florentina: umhhh, venga va, no paresss.
Quizá don Gervasio necesitava de esta imprecación, por lo que al oír la llamada de su protegida emprende con ella y su pandero un imparable acometer de vergada.
-Florentina: ooooh, ooooh, ooooh, ooooh, síííí, síííí, sííííí, esto, es, don G.., síííí, síííí.
La primera cogida de la niña se prolonga lo que la, seguridad de ambos permite. En media horita de mete-saca don Gervasio cree que han arriesgado suficiente y, previo consentimiento de Florentina, se le corre dentro. Ambos se visten embobados por el embrujo de Cupido y con su debida precaución sale Gervasio primero.
-Gervasio: no hay nadie, ven.
Florentina sale y disimulan un poco hasta que están fuera del super. Cuando se ven lejos de toda mirada se vuelven a lanzar a los brazos y a besarse en un oscuro callejón.
---------------------------------
Este capítulo lo dedico a la más grande obra pornográfica de todos los tiempos: The erotic adventures of lolita. En la cual me he inspirado al narrar la relación sexual. Así mismo os pego su ed2k para los que tengáis la madre de toda las mulas; emule.
ed2k://|file | The.Erotic.Adventures.Of.Lolita.82.Complete.77.45.Minutes.(Tammy.Lamb,Chelsea.Manchester).mpg | 876220420|F57B0C6049597E3E9E8C7C0E2AC9F17C | h=N3XHBMLDTIDIX4LODM5TFYABIMERQXIU|/