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Ella me sedujo con su afición a los videos

en Erotismo y Amor

Ella me sedujo con su afición a los videos

por Clarke.

 

La película había quedado en el olvido. Mi mente estaba concentrada en la tentadora mujer que tenía entre mis brazos

 

Soñaba con culear con Belén desde la primera vez que la vi trabajando en su oficina. Era la mujer de mi fantasía, y el objeto de muchas de mis sesiones de masturbación. Como viajo mucho y siempre parezco más excitado cuando estoy fuera, muchas veces me acariciaba mi instrumento hasta alcanzar la dulce satisfacción mientras me imaginaba su cuerpo desnudo.

Sin embargo, pensar en tener sexo con ella era todo lo que podía hacer. Mi carrera ha sido prioritaria en mi vida. Además, cada vez que la veo, mi lengua se niega a cooperar. En esos casos es como si tuviera una papa en la boca que me impidiera hablar.

Pero sucedió algo imprevisto: la suerte se puso de mi lado cuando descubrí casualmente el punto débil de Belén. Se había vuelto una entusiasta de los videos porno, cuando más subidos de tono, mejor. Claro, como imaginan éste hallazgo ocurrió por accidente.

Una noche me la encontré en el pasillo del edificio, los dos esperábamos el ascensor. Serían más o menos la nueve de la noche y éramos las únicas personas que todavía permanecían entre las desiertas oficinas. Ella estaba especialmente sexy esa noche, o quizá sucedía que yo estaba más excitado que de costumbre. De cualquier modo, no podía separar mis ojos de sus piernas, de sus caderas de líneas suavemente redondeadas, y de aquel par de tetas que parecían pedir besos.

Belén me sonrió y me saludó nombrándome. Su voz hizo que un escalofrío recorriese toda mi columna vertebral. Le devolví el saludo; mis manos ya habían comenzado a temblar. Llegó el ascensor y se abrieron las puertas emitiendo un silbido. Entramos en la caja con paneles color castaño. El aroma de su perfume me mareó. Encontrarme a solas con ella me causaba un cosquilleo familiar en la entrepierna.

Imprevistamente el ascensor se detuvo dando un respingo. Dos segundos después comenzaba a funcionar de nuevo, pero la repentina sacudida hizo que el paquete que ella llevaba bajo el brazo se desarmara.

La bolsa cayó al suelo y se abrió. No podía creer lo que veía. Había tres estuches de videocinta en el suelo. La tapa del primero tenía una fotografía de un pene enorme a todo color. Apenas miré el título antes de que ella lo tomara y lo metiera nuevamente en la bolsa. Cuando se paró, tenía las mejillas como fuego. Me pareció que quería darme una explicación pero cuando abrió la boca para hablarme no salió ni una sola palabra de su garganta.

--Está bien --me escuché decir--. Todos miramos algo subidito de tono de vez en cuando.

Mi estúpido comentario pareció tranquilizarla lo suficiente, me sonrió y me preguntó si quería que me los prestara cuando terminase de verlos.

--Claro que sí, gracias --le contesté, con más entusiasmo del que quería demostrar. Ahora era mi turno de sentirme perturbado.

Me resultaba excitante encontrarme a solas con una mujer tan hermosa, hablando de videos eróticos. Ya me la podía imaginar desnuda, acostada, con las manos ocupadas acariciando su húmeda hendidura mientras miraba una de esa películas.

El cosquilleo entre mis piernas aumentó rápidamente hasta convertirse en una completa erección. Por suerte, ella pareció no darse por enterada. No nos dijimos más nada, salimos del edificio y cada uno tomó un rumbo diferente.

Dos semanas después ella vino a mi escritorio. Vi que traía un sobre de papel firmemente sujeto en sus manos. Parecía nerviosa. Giró la cabeza mirando a ambos lados antes de inclinarse sobre mí y hablarme en voz muy baja. Para mí resultó muy difícil concentrarme en sus palabras ya que, debido a su posición, tenía una vista perfecta del interior de su blusa.

--¿Aún te interesa ver las películas? --me volvió a preguntar sacándome de mi trance.

Aparté los ojos de ese par de tesoros que me habían atrapado y traté de desatar el nudo que tenía en la garganta. Y a la vez sentí otra cosa dura entre mis piernas que intentaba hacer un agujero en el cajón del medio de mi escritorio.

--Me encantaría verlos --murmuré con esfuerzo.

--¿Podés pasar a buscarlas? --me murmuró--. Ya no creo que sea buena idea traerlas de nuevo por acá.

La idea de encontrarme a solas con Belén en su departamento me produjo una increíble emoción. Quedamos en que pasaría por los videos la noche siguiente. Ella me dejó el sobre aquel que traía en la mano. Contenía una tarjeta con su dirección. Y se fue a su escritorio.

Me pasé más de una hora vistiéndome para la visita. No era en realidad una cita, pero yo sabía que todo tenía que salir perfecto.

Aún había luz del día cuando llegué a su puerta. Toque el timbre y me respondió inmediatamente. La seguí al living, disfrutando de la forma en que su cola se meneaba bajo los estrechos shorts que llevaba.

--Me alivia saber que alguien más que yo gusta de mirar estas cosas --me dijo mientras abría el cajón inferior de un hermoso aparador de roble. Cuando ella se agachó con su espalda hacia mí, las nalgas aparecieron por debajo de la tela del short.

Me quedé de pie en el medio de la habitación como un tonto, con la boca semiabierta, disfrutando cada segundo de la inquietante vista.

Ella sacó del cajón una caja de cartón llena de videos y me señaló el sofá. Me senté con la caja en la falda; Belén se instaló a mi lado.

Teniéndola tan cerca mientras leía los títulos sumamente sugestivos, comencé a sentir que el cuello de la camisa me apretaba exageradamente.

--Hace un poco de calor aquí --atiné a comentar.

--¿Querés tomar algo? --me preguntó dirigiéndose a la cocina antes de que yo pudiera contestar--. Podés usar la cassettera --me gritó desde allí.

Cuando regresó con las copas yo estaba congelado en el sofá.

--¿No pusiste nada? --me dijo con una sonrisa, mientras volvía a sentarse a mi lado en el sofá y colocaba los vasos altos en la pequeña mesa frente a nosotros.

--Tengo miedo. . .

--¿Crees que podés violarme si miramos juntos un video porno? --me contestó con un brillo en sus enormes ojos verdes--. Nunca los vi junto a un hombre, pero me gustaría hacerlo.

Me ahogué con mi sorbo y ella, sonriéndose, me dio una palmaditas en la espalda para que recuperase la respiración normal. Su propuesta destruyó el último rastro de mi compostura. Sentía el miembro tan duro que comenzaba a dolerme.

--Los dos somos mayorcitos --dijo riendo, mientras sacaba una cinta de la caja y la llevaba hacia la reproductora--. ¿Acaso alguien va a sufrir porque lo hagamos juntos?

Antes de que pudiera abrir la boca, Belén estaba atenuando las luces y prendiendo el aparato. Luego volvió a sentarse a mi lado en el sofá. Estaba tan cerca que su muslo desnudo tocaba mi pierna.

La habitación estaba en silencio excepto por el sonido de la respiración de la pareja que en la pantalla se besaba, se abrazaba, se desnudaba y caía al piso en una masa estremecida de brazos y piernas.

El tipo de la película tenía un sexo que me hacía parecer a mí una chica. Era un instrumento que casi duplicaba los catorce centímetros de mi verga enhiesta; comparada con aquéllo parecía insignificante. Pude sentir que la respiración de Belén se aceleraba mientras el hombre llevaba a su pareja cada vez más hacia el orgasmo que la haría gritar.

--A mí me gustaría que estas cosas tuvieran más romance --se quejó--. A una chica le gusta conocer primero al hombre. Eso hace que el sexo resulte mucho mejor.

Sus labios rojos y húmedos estaban sólo a dos centímetros de los míos mientras me hablaba. Me acerqué aún más y rocé mis labios contra su boca caliente. Ella gimió y colocó una mano sobre mi nuca, apretando con fuerza su boca contra la mía.

--Yo sé a qué te referís --le dije en un murmullo cuando terminó el beso. La película había quedado en el olvido. Mi mente estaba concentrada en la tentadora mujer que tenía entre mis brazos. Me desesperaba por hacerle el amor.

Los ojos de Belén estaban vidriosos y su respiración, entrecortada. Esperaba pacientemente mi próximo movimiento. Mis manos temblaban, apenas pude abrir los botones de su blusa.

--Sí. . . así, sí --gemía ella, mientras yo desnudaba sus senos a mis ojos hambrientos. La visión de sus pezones perfectos y rosados me sacudió de la cabeza a los pies.

Cuando tomé uno de esos duros pezones suavemente entre mis labios ella se estremeció y acercó lentamente una mano hacia mi pierna, que no se detuvo hasta que sus dedos envolvieron mi sexo.

Yo llevaba la boca de uno al otro de sus hermosos tesoros, mientras ella acariciaba y tironeaba de mi verga.

--Sé que juntos puede ser más divertido --murmuró mientras su pequeña mano bajaba el cierre de mi pantalón.

Era demasiado hermoso para ser cierto. Contuve el aliento mientras Belén jugaba en mi bragueta sacando el miembro. Mi lengua nunca se detuvo de lamer y chupar sus sensibles pezones.

Mucho más pronto de lo que hubiese gustado ella apartó mi cara de sus pechos deliciosos. Suspiró y se inclinó hacia atrás en el sofá con el pelo rubio descansando en un hombro.

Su mano no había abandonado mi verga.

--¿Te interesa más la película? --murmuró riendo, mientras le daba a mi sexo un cariñoso apretón.

--¿Qué película? --le respondí mientras mi mano atrapaba el pecho izquierdo y le pellizcaba el pezón, jugándoselo.

--Ésta es mi escena favorita --me aseguró.

Miré la pantalla de la TV justo en el momento en que el galán lamía a la caliente pelirroja hasta hacerla estallar en un estremecedor orgasmo. Él le mordisqueaba suavemente el clítoris mientras ella pedía que se detuviera. Estaba listo para correrme sobre la pequeña mano de Belén mientras imaginaba lo que sería lamer su vagina.

Por suerte, ella pensaba lo mismo, porque mientras yo miraba a la pareja de la TV, Belén se quitaba el short y el bikini. Cuando volví a mirarla, estaba completamente desnuda.

--Primero quiero saber qué gusto tenés vos --me dijo inclinándose hacia adelante y estirando la punta de mi miembro con su lengua aterciopelada. Después de lamer el líquido preeyaculatorio que asomaba en la puntita, tiró la cabeza para atrás y se relamió los labios.

Luego me coloqué en el suelo y me arrodillé entre sus muslos separados. Belén gimió y cerró los ojos mientras yo colocaba sus piernas sobre mis hombros y dirigía la boca hacia su orificio húmedo y rosado.

Era la primera vez que gustaba ese sabor. En mi más loca fantasía jamás soñé que podía ser tan perfecto.

Tomé sus nalgas entre mis manos y deslicé la lengua por la resbaladiza raja. Se estremeció y apretó aún más los muslos alrededor de mi cara.

Dejé la lengua adentro de la temblorosa hendidura hasta que ella dejó de temblar y se relajó. Mientras recuperaba el aliento, le besé todo el cuerpo, junto con su ombligo y luego sus dulces pechos.

Cuando nuestros labios se encontraron Belén gustó su propio y cremoso jugo; me pidió que la penetrara. Las palabras sólo sirvieron para agregar más presión a la ya insoportable que sentía en mi entrepierna.

--Penetrame --murmuró--, haceme llegar de nuevo.

Mi verga hinchada separó los labios resbaladizos de su anhelante vagina, avanzando centímetro a centímetro hacia el centro hirviente. Los músculos de su vagina se aferraban a mi sexo mientras yo avanzaba y retrocedía sobre su cuerpo tembloroso. Cada estocada me acercaba más al orgasmo que deseaba con desesperación.

Y también cada estocada recibía como respuesta un nuevo embate de sus caderas. Cuando ella terminó, cerró las piernas con fuerza alrededor de mi cintura e hizo que mi verga entrara hasta el final en su canal.

--¡Llegá conmigo! --me gritó, mientras me arañaba la espalda y cabalgaba salvajemente.

Cuando comencé a derramarme, pensé que nunca podría detenerme. Ella gritaba cada vez que mi miembro lanzaba su leche caliente contra las paredes de su vagina empapada.

Cuando terminé quedé acostado sobre su cuerpo un largo rato, hasta recuperar la energía. Me vestí y Belén me acompañó a la puerta, sin preocuparse por cubrir su cuerpo hermoso.

Al llegar finalmente a casa, me di cuenta que no había traído ningún video. Sonó el teléfono y era ella con una voz suave y soñolienta. Hicimos una cita para ver otra película la noche siguiente.

Tres meses después nos habíamos casado. Belén dice que me casé con ella sólo por su colección de videos. Siempre le aseguro que está acertada. Yo estaría loco si le dejara saber que ella es la mujer más sexy y excitante que soñé alguna vez que podría ser mía.

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