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El beso de Singapur.

en Sexo con maduras

En mi primer relato del año…

Gracias por ser parte de las personas que leen mis relatos.

Gracias por entenderlos.

Gracias por demostrarme que se puede escribir.

Gracias por no reprocharme nada y si lo hacen es con benevolencia.

Gracias por tomar lo poco que doy,

Gracias por todo y buena entrada de año.

Y a esas tres personas tan “especiales” D. Terrible ylos Sres. D. Malo (ver historial de puntuación) dedicarles unas palabras que bien se merecen también.

“Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien” 

Para vosotros también buena entrada de año. Que sé que os hago feliz, aunque sea de otra manera y eso me alegra.          

 

Las fiestas de navidad y en concreto la noche buena, la solíamos pasar lo que se dice en familia, pero familia muy directa, mis padres, algunos de mis abuelos y yo. Era raro que hubiera nadie más. El fin de año era distinto. Pero este año no sé porque se les ocurrió lo de ir a la sierra a juntarnos toda la familia, ya veríamos lo que pasaba, tantos cuñados, cuñadas, primos, primas, eso podía resultar un polvorín. Por lo que me contaron por teléfono, el sitio estaba muy bien, con una casa muy grande, en la que también había habitaciones y luego otras casas más pequeñas con habitaciones. Estaríamos nada más que la familia y los que regentaban el negocio.

                Cuando salí de Alicante estaba nublado, pero a la altura de Albacete me cayo toda el agua del mundo. La siguiente parte del camino hasta llegar a Madrid, fue nublado y de vez en cuando cayeron algunas gotas. Yo creí que todo lo malo había pasado. Pero cuando llegue cerca del destino, tuve que pararme porque había nieve por todos los lados. Había un montón de vehículos en las mismas condiciones, tuve que comprar cadenas y esperar que nos dejaran continuar.

                Llegue al final después de perderme un par de veces, tarde, con hambre y de mal humor. Con lo bien que estaríamos en Madrid. En cuanto llegue, que era el último que faltaba, me empezó a saludar todo el mundo, había algunas personas que ni me sonaban, pero muy cordialmente las salude. Como lo que tenía era mucha hambre, mi madre hablo con un hombre, que yo ya no sabía si seria de la familia, pero pronto me di cuenta de que era el dueño del negocio. El hombre que se llamaba Kike de unos 55 años (de 1,60 más o menos y muy delgado, demasiado para mi gusto), fue muy amable y me llevo al office de una gran cocina, donde estaban trabajando una mujer de unos cuarenta y pico (Conchita su mujer), además de cuatro chicas jóvenes. Les dijo que me pusieran algo de picotear.

                Mientras comía algo me entere de que eran la mujer del hombre, dos hijas y dos empleadas temporales. Cualquiera de ellas me haría olvidar mi cansancio y mi enfado seguro. No dejaba de mirarlas discretamente, pero ellas iban de un lado para otro preparando cosas, no me hacían ningún caso. Una vez terminé de comer, di las gracias y me fui a reunir con el resto.

                Donde empezaron las “presentaciones”, las típicas presentaciones de… ¿te acuerdas de tal persona que…? Y a lo mejor hacía 15 años que no veía, o bien me conocieron recién nacido. Cuando terminaron las presentaciones y las tonterías, me fui a sentar junto a mi abuela paterna, que siempre había sido mi “cómplice”, me consentía todo. La vi un poco rara, por lo que la pregunté que le pasaba.

                Ella me dijo que no estaba muy a gusto allí, porque había gente que no le agradaba. Que mejor hubiéramos estado en Madrid tranquilamente, yo la di toda la razón. Yo mientras veía el pulular de la familia. Bueno de la familia exactamente no, de las mujeres de la familia. La mayoría estaban de muy buen ver. Había varias maduritas que me hacían la boca agua y de las jovencitas solo tres. Pero la que me llamo más la atención, fue una que mi abuela dijo que… “Esa es muy sueltecita”, me hice el tonto y le pregunté qué quería decir. Mi abuela muy en bajito me dijo…

-Sí, Maruja, la mujer de Pepe el primo de tu padre

- ¿Y qué es lo que pasa con ella?

- ¿Qué, que pasa? Pues que es una fresca. Seguro que le pone… tú ya sabes.

-Abuela, no empieces, que seguro que son habladurías.

- ¿Pero tú ves cómo va? Si se le van a salir. Una mujer casada no puede ir así y ya está.

-Vale, abuela, lo que tú digas.

                La verdad que se la veía muy explosiva y si, era cierto llevaba un escote monumental, era imposible no fijarse. Y una de las tres chicas que vi que me gustaban, era hija de ella, tenía los mismos atributos que la madre, la única diferencia que la hija era más alta. La madre estaría cerca de los 50 y la hija estaría en los 17 o 20 años. Seguí indagando a mi abuela y me enteré de que tenía 46 años la madre y 18 la hija.

                Me fije que mi madre estaba apartada de todos y con una libreta, apuntando cosas, la veía con cara de cansada. Me acerque a ella para saber que pasaba.

- ¿Qué haces, que te veo con cara de desesperación?

-Pues tratando de ubicar a todo el mundo. Porque a los tíos de tu padre, que son mayores ya, se tienen que quedar aquí, en esta casa, porque no van a salir a la intemperie para irse a dormir.

-Eso es normal. ¿Y cuál es la preocupación?

-Que ahora hay que encajar al resto en los otros sitios, teniendo cuidado de no poner juntos a los que no se llevan muy bien.

-Si ya sabía yo que esto no era buena idea. ¿Cómo se os ocurrió?

-Cosas de tu padre.

-Dame la libreta, que ya verás que pronto lo arreglamos. (Yo ya estaba pensando lo que estaba pensando)

                Primero encajamos a las chicas solas, que se quedarían en la casa grande en una habitación de cuatro y en otra de tres. También me encargue de encajar a los chavales, de tal manera que yo quedara suelto. Luego preguntando a mi madre fuimos encajando por parejas. Hasta que al final solo quedaba Pepe, Maruja y yo. Que nos tocó una de las casas con dos habitaciones. Mi madre contenta y yo más.

                Cuando mi madre les explico a todos como había quedado la cosa, nadie puso reparos, todos contentos. Como el tiempo era corto, yo rápidamente me puse a hacer buenas migas con Pepe. Que enseguida estábamos hablando él y yo de todo. Llego la hora de cenar y fuimos para el comedor, no cabíamos todos en una mesa, los más jóvenes nos tocaría en dos mesas distintas, aproveche para sentarme junto a la hija de Pepe y maruja, que se llamaba Estefanía.

                Estuvimos entretenidos durante la cena, tanto la hija como el padre eran simpáticos. Pero a la hija la veía un poco cortada, no se la veía como a la madre, cualquier palabra un poco subida de tono, además de ponerla nerviosa, se ponía colorada. Poco tenía que hacer, pensé yo.

                Después de cenar, unos se fueron a fumar, pusieron música, la noche se iba amenizando. Alguna pareja bailaba y yo me puse a hablar con Pepe. La mujer se nos acercó y era una mujer muy dicharachera, enseguida me pregunto si era conmigo, con el que tenían que compartir casa. Dije que ahora mismo no sabía, pero ella me lo confirmo. Pepe cuando llego ella prácticamente se quedó en silencio. Pensé al final mi abuela tendría razón.

                Sin esperármelo, llego mi madre y pidiendo disculpas, me dijo si la podía acompañar. Me excusé y me fui con mi madre.

-Cuidado con Maruja. Que, conociéndote a ti y a ella, esto puede ser muy peligroso.

-No sé de qué me hablas.

-Ya te encargaste tú de colocarte con ellos.

-Mama, que me dices, si no los conocía ni a ellos, ni a la mayor parte de la gente que ahí aquí. Pero vamos es muy fácil, cámbiame que a mí me da igual. (Mentí como un bellaco)

-Vale, vale, no te enfades. Es que Maruja es muy… “especial”.

- ¿Por qué dices eso?

-Se dice que le pone los cuernos a Pepe.

-Joder, mama, ya te vale, que lo digas tu…

-Tienes razón, olvídalo, no he dicho nada.

                Una vez zanjada la conversación. Cada uno volvió a sus cosas. Cuando llegue tanto Maruja como otras mujeres, bailaban solas. La forma de contonearse era sublime. Yo miraba como quien no quiere la cosa y cada vez estaba más decidido a no dejar pasar el tiempo, que era poco. Me apetecía salir a bailar y agarrarla bien, pero me tenía que contener, todo el mundo se daría cuenta.

                Decidí irme a dormir o por lo menos descansar. Después del tute del día anterior, del viaje tan malo, era mejor recuperar fuerzas, para lo que pudiera venir. Di las buenas noches a todos y me fui al sitio que me había tocado. Era un saloncito muy pequeño, con una mini cocina americana. Tres sillones de dos plazas una mesita y una estantería con unos pocos de libros. Luego un servicio pequeño, con una ducha pequeña también y la puerta del servicio era de cristal traslucido.

Luego había una habitación con cama de matrimonio y una con una sola cama. Pero cuando me fijé bien, vi que en realidad era una sola habitación, lo único que colocaron dos armarios dividiendo la habitación. Fue a la otra habitación y encendí la luz. Regrese a la mía y se veían rendijas de luz, por algunas se podía ver la habitación perfectamente. Eso hizo que se me quitara el sueño. Esperaría a que llegasen.

                La espera no fue muy grande, pero se me hizo eterna. Llegaron sin hacer mucho ruido y sin hablar, pero una vez dentro de la habitación los oí hablar. Tuve que esforzarme para poder oírlos. El la recriminaba su forma de bailar, su escote. Ella no le hacía ni caso. Veía como se iba desvistiendo poco a poco. La veía de espaldas, tenía un señor culo, muy apetecible. Se quedó un poco de lado y madre mía, se veía una teta, la tenía caída y con un buen pezón. Para comérsela. No pude ver más, porque se puso un pijama de invierno, nada erótico ni sugestivo.

                Cuando el termino de hablar, ella con voz serena y ya tumbada en la cama, pero recostada sobre el cabecero le dijo…

-Ni una palabra más, Pepe. Cuando me marché y tú me suplicaste que volviera, te dije, que bajo mis condiciones y tú las aceptaste. Hasta ahora ha ido todo bien, pues dime si cambiaste de opinión.

-No he cambiado, sabes que te quiero. Pero por lo menos estos días, se un poco más discreta.

-Que no me voy a follar a nadie de los que hay aquí. Que no me gustan ninguno. La idea de venir aquí fue tuya, estar aquí encerrados entre cuatro paredes y rodeados de nieve. Ya me contaras la diversión.

-Maruja, no me gustas que hables así.

-Ese es tu problema, Pepe, eres demasiado suave. Y te lo he dicho siempre, yo necesito alguien que me ponga en mi sitio y en todos los sentidos. Si te puse una vez los cuernos y te lo conté. Me preguntaste si me arrepentí y te dije que sí, pero no por ponerte los cuernos, sino por la elección, era tan flojo como tú.

-Que cruda que eres.

- ¿Si lo prefieres me callo y no te cuento nada?

-Prefiero que me lo cuentes.

-Bueno pues acuéstate y apaga la luz que quiero dormir.

                El apago la luz y se metió en la cama. No podía ver ya nada, pero si oí como ella le dijo, “Pepe, joder solo saber que te puedo poner los cuernos otra vez te pone palote… eres un caso. Pero hoy no, a dormir”

                Eso abrió nuevas expectativas para poder acercarme. Lo único que sería difícil al estar siempre rodeados de familia. Lo de que no había nadie que le gustase, eso no me preocupaba, con un poco de habilidad y persistencia, se conseguían muchas cosas en la vida.

                Me levante antes que ellos y cuando estaba desayunando pregunte a Kike el dueño, la mejor forma de bajar al pueblo que vi al llegar. El hombre me dio todas las explicaciones, para poder bajar hasta con la nieve. Y me dijo que me dejaba unas raquetas por si me encontraba con problemas. En ese momento llegaba Maruja y lo oyó, apuntándose en seguida. Kike dijo que nos traía todo.

                Nos cambiamos de ropa para ir más adecuados, nos hicieron algunos encargos y cogí una mochila. Llevábamos unos bastones y unas raquetas. Yo ya las había utilizado anteriormente, pero Maruja era la primera vez, no era nada difícil, pero le costó un poco al principio. El que se viniera maruja me pilló desprevenido, pero debía de aprovechar las circunstancias. Pero por más que pensaba no podía encontrar una buena idea. Íbamos hablando de todo. Del paisaje, del sitio elegido, de la nieve… y de todas las tonterías que se podían hablar.

                Por fin llegamos al pueblo, tardamos bastante menos de lo que pensaba. Compre las cosas que me encargaron y nos fuimos a un bar que había abierto. Íbamos con la intención de tomar un café, pero el camarero que nos atendió nos convenció para tomar un caldo que hacían allí. Nos trajeron dos tazones y la verdad que esta riquísimo. Mejor que el café.

-Con lo joven que eres y ayer fuiste el primero en irte a dormir, vaya juventud.

-Prefería descansar, que llevaba varios días con mucho ajetreo y para ya estar bien.

-Sí que cuando nosotros llegamos, ya debías de estar en el quinto sueño. (Lo dijo sonriendo, sin maldad, pero vi la puerta abierta para lanzarme)

-Pues te equivocas, estaba bien despierto. (Lo dije de una manera especial)

-Ah, sí, ¿Estabas despierto? (Ya su seguridad cambio)

-Seguro, os oí perfectamente. No ves que no hay muro de separación, son los armarios los que dividen la habitación. (Iba a dar otro sorbo de caldo y se quedó a medias, su cara lo decía todo)

- ¿Qué oíste?

- ¿Te digo todo lo que vi, todo lo que oí, o te vale con un resumen?

-No, no… no sé.

-Pues te lo resumiré. (Estaba dispuesto a todo) Pues que tu marido es un “pringado” y no lo digo para ofender, que tiene una mujer, que es mucha mujer para él, que no sabe, no puede, darte lo que necesitas y que es una pena que por una vez que te decides a ponerle los cuernos, peques el petardazo con otro pringadete. Y para ahórrate la pregunta de lo que vi. Pues fue poco, porque no te giraste mucho, pero un culo de pecar y por lo poco que pude ver de las tetas, para pecar más aún. (Mientras decía todo esto, me fijaba en ella, que tenía cara de sorprendida, pero no movió ni un musculo de la cara, ahora a escuchar lo que contestaba)

-Es hora de volver. (Me quede cortado, no me esperaba eso. Un enfado, una recriminación…)

                Se levantó y salió a la puerta. Yo me acerque a la barra a pagar. Cuando salí, se estaba fumando un cigarro. Con cara pensativa. Cuando acabo de fumar se puso a andar sin decir nada. Todo el camino de regreso fue en absoluto silencio. Cuando llegamos solté la mochila y dije que allí tenían lo que habían pedido. Entregamos los bastones y las raquetas a Kike. Luego nos acercamos a Pepe que estaba jugando al domino, para pedirle las llaves de la casa, para quitarnos toda la ropa que nos habíamos puesto y ponernos más cómodos.

                Viendo que ella seguía sin hablar, decidí dejarla ir sola, para luego ir yo. Ella se dio cuenta y me dijo que fuera adulto, para no dar de qué hablar. Pero me llamo mi abuela y con esa excusa me quede. Cuando regreso se acercó y me dijo que había dejado el aire caliente puesto, que cuando saliera que no se me olvidara apagarlo. Me fui a cambiar y lo hice rápido.

                El resto del día fue más bien aburrido se hizo largo. No había manera de quedarse con nadie a solas, era imposible. Al día siguiente era 23, solo me quedaba pasar el 24 y el 25, ya que el 26 me marchaba. Qué largo se me iba a hacer. Ese día lo único que altero un poco la tarde, fue mirar si les había tocado la lotería de navidad. Yo buscaba con la vista a Maruja, pero ella pasaba totalmente de mí. Pepe seguía hablando conmigo muy animadamente. Pero poco más.

                Por la noche hice como el día anterior, me fui antes que nadie a dormir. Esta vez imagine que no habría espectáculo, que se cambiaría en el servicio y poco más. Pero fue acostarme, cuando oí que abrían. Eran los dos. Al encender la luz, la tentación pudo más. Me levanté y vi cómo se estaba desnudando, completamente de espaldas, pero luego ante mi sorpresa se giró completamente desnuda. Estaba para entrar y follarsela. Me arrepentía de no haberme ido a cambiar con ella. Tenía todo el coñito depilado, se le notaban unos labios prominentes y las tetas caídas pero maravillosas.

- ¿Qué tal el paseo hoy con Carlos?

-Normal.

-Se le ve un buen chico.

-Si.

- ¿Te cae bien?

-Normal.

- ¿Te gusta?

-Es majo.

-Maruja, te conozco bien, cuando contestas así, es que ha pasado algo. Cuéntamelo, sabes que no me enfado.

-No ha pasado nada.

- ¿Segura que no?

-Qué quieres saber… ¿Si hemos follado o nos hemos besado…?

-Si.

-Pues entérate no ha pasado nada de eso. Pero ya que preguntas, no me importaría ir a la otra habitación y follármelo. ¿Te has quedado a gusto? Y vamos a dormir, que ya está bien.

                Vi que Pepe apagaba la luz y luego se iba a la cama. Yo con mi polla a reventar. De mañana no pasaría, me la pensaba follar, como y donde, no lo sabía, pero me la follaría. Me iba a hacer una paja, cuando oigo hablar a Pepe. “No te enfades mujer. Sé que cuando se te mete algo en la cabeza, hasta que no lo consigues no paras. Pero esta vez no puedes o mejor dicho no debes, aquí somos todos familia y se ve más todo, entiéndelo”

                Él se quedó en silencio, como esperando una respuesta de su mujer, pero no decía nada.

-Maruja, de verdad no me gusta verte así. ¿Qué puedo hacer?

- ¿Quieres saber de verdad lo que puedes hacer? ¿Aguantaras oírlo?

-Dime lo que tengas en tu cabecita.

-Pues que te levantes, te vayas a tomar algo con los que están levantados y no tengas prisa en volver.

-Eso llamaría mucho la atención.

-Pues quédate aquí, te haces el dormido y yo voy a hacer una visita a Carlos.

-Sabes que el problema sería muy grande si él te rechaza y lo cuenta. ¿Verdad?

- ¿Tú crees que me rechazaría?

-Está dentro de las posibilidades.

-Vale, buenas noches y no me molestes más.

-No te enfades, haz lo que quieras, pero si te pregunta he tomado una pastilla para dormir.

-Eres un encanto. Hare lo que me pides. Que prefieres… ¿Que lo haga con “silenciador” o te apetece oír cómo me follan?

                El no contesto nada, yo me fui a mi cama y me tumbé totalmente desnudo. Pero pude oír como él decía, que sí, que le apetecía oírla. Se quedó todo en silencio y en total oscuridad. Oí abrirse la puerta lentamente y sin apenas hacer ruido. Note una silueta acercarse. Hasta que topo con mi cama, pero yo no dije absolutamente nada. No veía, pero olía su perfume. Se agacho y palpo mi cara, acerco su boca a mi oído y muy suavemente me dijo… “No te hagas ahora el dormido, que sé que estas despierto”, yo cuse jugar un poco más y no dije nada, ella entonces me mordió el lóbulo de la oreja, fuerte, pero sin hacer daño. Se levantó y note como se desnudaba, levante la ropa de la cama y ella se metió.

            Nada más notar su cuerpo cerca del mío, fue algo delirante para mí, nuestras bocas se buscaron y se encontraron, nos besamos con ímpetu, como si lo hubiéramos estado deseando toda una vida. Ese ímpetu nos llevó a mordernos, a que nuestras lenguas estuvieran en una batalla.

            Me fui a por sus tetas, desde que la vi ese escote deseaba devorárselas y no quise esperarme más. Mientras lo hacía, ella gemía suavemente, hasta que con mi mano la tocaba el clítoris y la follaba con los dedos. Esos gemidos suaves se fueron transformando en gemido muy sonoros. Cuando me quiso tocar mi polla, me baje más, hasta llegar a su entrepierna, allí me perdí entre sus piernas, pero me di cuenta de que ella las abría bien, para facilitarme las cosas, pero estaba muy equivocada, no sería tan rápido, lo tendría que pedir. Se lo haría desear.

            Acariciaba esos muslos deseados, se los lamia con devoción. Mis dedos recorrían todo su coñito, su culito. Entraban y salían, notando como su cuerpo se estremecía. Los gemidos cada vez eran más altos, se la notaba desesperada, su impaciencia cada vez era mayor, hasta que por fin me lo pidió… “Vamos cómeme entera, que lo estoy deseando” me lo dijo con voz apasionante, pero me hice el sordo, no la hice caso, lo único que acercaba la punta de la lengua casi a donde ella quería, pero luego la pasaba por otro lado, eso hacía que se encorvara, me tratara de agarrar la cabeza para llevármela donde ella quería… hasta que exploto y me dijo…”VAMOS, SABES QUE ESTOY DESEANDO QUE ME COMAS EL COÑO, NO ME HAGAS ESPERAR, VAMOS… POR FAVOR” ahora su voz imploraba necesidad, deseo, calentura… lo que yo quería.

            Pase mi lengua por todo su coñito, metiéndosela y sacándosela de su coñito, que manera de gemir, luego me fui a su clítoris y lo roce con la lengua, para con mis labios atrapar la zona de su clítoris y martillear sobre el con la punta de mi legua, lamiéndoselo también en círculos, ahora si estaba disfrutando y gozando. Hasta que poco a poco fui notando como llegaba a una corrida prodigiosa. Quise seguir, pero se quitó, me hizo acercarme a ella y me beso. Para luego decirme que ahora le tocaba a ella, que, seguro que lo que me iba a hacer, nunca antes me lo hicieron y nunca lo olvidaría, que con esa polla tan hermosa que tenía, saldría como nunca. Me quede extrañado ante tal afirmación y cuando la pregunte, ella me contesto con otra pregunta… “¿Alguien te hizo alguna vez el beso de Singapur?” como no tenía ni idea de lo que me decía, no me quedo más remedio que callar, no quería parecer tonto, entonces ella se puso encima de mí y me empezó a besar, de una manera distinta, yo pensaba que era eso, pero que equivocado que estaba.

            Luego se fue colocando hasta quedar sentada sobre mi polla, pero sin metérsela, se movía como si me hiciera una paja. Si todo eso era el beso de Singapur no pasaba de ser una cosa excitante, pero nunca nueva y estaba dentro de la normalidad. Pero una vez que la note más excitada de tanto roce. Se incorporó un poco y con su mano llevo mi polla a su coño, bajando suavemente y clavándosela hasta el fondo, además se dejó caer como dos veces, como comprobando que estaba toda dentro y dejo su cuerpo quieto y como caído encima.

            Me dijo que no se me ocurriera ni moverme. Fue prácticamente una orden. Ella apoyo sus manos en sus muslos. Empezaba a notar que su respiración aumentaba. Yo estaba pendiente de todo. Hasta que de pronto noto, como mi polla es como si fuera absorbida por su coño, como si este adquiriera vida propia. Cada vez se notaba más, mi placer iba en aumento, no me movía y era como si me estuviera haciendo una mamada con la boca, pero se sentía mucho mejor.

            Notaba que me costaba más controlarme, si seguía así no sabía cuánto tardaría en correrme, porque yo no controlaba, era ella. Estiraba mis maños y tocaba sus tetas, sus pezones, pero ella no se movía, notaba su respiración más agitada, cada vez más. Sus contracciones o lo que fueran, apretaban más mi polla, que gustazo, yo ya estaba que me corría y lo dije, ella me dijo que ella también, nos corrimos prácticamente a la vez, me paso lo que nunca, grite como nunca y ella también.

            Ella se quitó al rato. Pero yo quería más, pero ella dijo al oído, susurrando, que por hoy estaba ya bien, que tampoco era dejar más tiempo a su marido solo. Y añadió que tenía una buena polla para hacer el beso de Singapur. Se levantó y se fue. Oyendo al rato murmullos en su habitación, pero no quise saber de qué eran.

            Me desperté con la luz entrando completamente en mi habitación. Ya era el día 24, me quede tumbado pensando en la noche anterior, lo fabuloso que fue. Me haría un poco el dormido con la esperanza de que Maruja aprovechara y volviera. Oí que abrían la puerta de entrada y oí dos voces de mujer, que fueron directamente a la otra habitación. Debían de ser, bueno, seguro que eran de las trabajadoras de allí. Las oía hablar, no debían de saber que estaba allí. Porque hablaban de todos. La parte que más me intereso fue cuando las oí hablar de mí.

-El único que merece la pena, es el chaval que llego el último, el que comió en la cocina.

-Buena planta tiene.

-Más que buena planta.

-Ya he visto que mis hijas y vosotras estáis alteradas con él. Jajaja.

-Y tú. No me digas que te amargaría un dulce.

-Calla, calla. Que si te oye mi Kike o alguna de mis hijas…

-Tu, tus hijas, nosotras, las primas… que las oigo y más de una se daría un revolcón con él.

-Bueno, venga terminemos que hoy tenemos mucho trabajo. Ves a la otra habitación que yo mientras hago el baño.

            Al oír eso me hice el dormido y me destapé a propósito, mi polla no estaba en erección, pero estaba medio, medio. Oí como se abría la puerta y oí como alguien chistaba. Para luego oír en voz bajita…

-Mira, mira…

-Madre mía, sí que está bien alimentado el muchachito.

-Cómo será ese rabo todo tieso.

-No seas bruta.

- ¿Bruta? Segura que tu Kike no tiene una así.

-Y tú qué sabes.

-Porque si la tuviera así, estarías con una sonrisa todo el día (Se las oyó reír en bajito)

-Seguro que tu Paco la tiene así.

- ¿Mi Paco? Ni tiesa del todo la tiene como ese ahora. (Se volvieron a reír) Ya verás cuando se lo cuente a las otras.

-A mis hijas ni una palabra y, sobre todo, a mi hija Lali, que esa esta siempre… ya sabes.

-Normal, con la mierda de marido que tiene, que no aguanta ni medio asalto.

-Bueno salgamos y llama a la puerta.

            Llamaron y tarde en contestar, hasta que oí que venían a limpiar. Que, si eso pasaban luego, les dije que un momento que ya salía. Sobre todo, porque sabía que una era la mujer de Kike, pero la otra no sabía quién era.

            Sali, las pedí disculpa y me fui a duchar. Ya vi quien era la otra, su mirada esta vez no era como la del primer día, miraba con todo el descaro del mundo. Me duché y me dirigí a desayunar. Ahora me tocaba saber quién de las dos hermanas era Lali. Era difícil saberlo, porque entre las dos se decían hermana haz esto, hermana haz lo otro. Me lo tome con tranquilidad y mientras desayunaba leía un periódico local.

            Al momento llegaron la madre y la otra chica. Esta no perdió tiempo y cuchicheaba con las otras. Al rato una me miraba de forma extraña, ¿Seria esa Lali? Cuando la madre la llama por su nombre para que fuera un momento y si, era Lali. Aunque la ropa no hacía mucha justicia, no debía de estar mal, bueno ninguna de ellas, empezando por la madre.

            El día fue un poco distinto a los demás días, por eso de ser nochebuena. Las mujeres fueron a vestirse para la noche y los hombres estaban todos ya muy arreglados. Yo estaba como cualquier otro día, pero ante la insistencia de mi madre me fui a cambiar, pero mi único cambio fue quitarme los pantalones vaqueros.

            La cena fue muy familiar, también estuvieron en ella todos los que trabajaban allí. Estaba divertida la noche y la bebida y el cava, hacían el resto. No sé porque, en estas fiestas la gente bebe siempre más de lo aconsejable. Eran ya las doce de la noche y la cena empezó a las nueve de la noche. Ya había gente bastante pasada.

            Kike, mi padre y un tío mío, estaban un mano a mano con las copas. Cuando veo que Conchita se acerca a su marido, para decirle que baje a la bodega que hay que subir más cava y ella no puede coger la caja que está en lo alto. Mi padre tan generoso como siempre me llama y me dice, ayuda a la señora.

            Ella trato de disculparse, pero la dije que fuéramos, que me dijese lo que hacía falta y ya estaba. Nos fuimos hacia la cocina, saliendo por una puerta que daba al exterior y seguido había otra puerta que daba a una escalinata que bajaba a un sótano. Encendió la luz. Cuando llegamos era como un almacén hasta arriba de cosas. Efectivamente el cava estaba en una estantería alta. Ella me dijo porque normalmente era lo que menos se utilizaba.

            Cogió la escalera, que era de apoyar y la coloco, cuando vi que iba a subir ella, la dije que me dejara. Ella solo me dijo que sostuviese la escalera y que lo hacia ella. Yo no sabía si lo hacía adrede y la deje porque llevaba faldas. Cuando estuvo arriba, el panorama que se veía desde abajo era muy bonito. No me corte y no me lo pensé. Metí mis manos por debajo de la falda, tocando sus muslos, como ella no decía nada, para mí fue como una invitación y subí hasta llegar a su entrepierna y toque por todos los sitios.

            Ella fue bajando sin coger nada, pero la pare metí mi cabeza, aparte sus bragas y pase mi lengua, ella se dejaba, era el mejor postre que podía tener esa noche. Se fue mojando deprisa, eso me indicaba que la gustaba. Termino de bajar y nos besamos. Rápidamente llevo su mano a mi pantalón, poniéndoseme dura al momento, ella trataba de desabrocharme el pantalón y lo logro, sacándome la polla, la masajeo hasta que se agacho y empezó a comerla, con que ganas lo hacía.

            Yo acariciaba su cabello mientras ella seguía comiéndomela, cuando sin esperarlo… “¡¡MAMA…!! Tira para arriba que papa está vomitando” la madre se llevó el susto de su vida, era su hija Lali quien nos pilló. Salió corriendo y yo me quede con toda la polla bien tiesa allí. Por lo que había oído y por la mirada de ella en mi polla creí que sustituiría a su madre, pero nada de eso se fue y con cara de pocos amigos.

            Tarde un poco en subir, hasta que disminuyo mi erección. Cuando llegué a donde estaban los demás vi que todos seguía igual, la gente cada vez más pasadita y lo peor que una de las que estaban más que pasadas era Maruja. Eso me destrozo la noche. Menuda curda tenia. Así no me gustaba a mí.

            Me acerque donde estaban los más jóvenes. Y vi también a la chica de la mañana. Allí me entere de que se llamaba Alba. Se la veía muy simpática. Me entere de que estaba casada, yo pregunte por su marido y me dijo que era camionero, que estaba trabajando. Por eso ella aprovecho estos días para trabajar también. Era como he dicho muy simpática, pero no me dio pie a nada. No parecía la misma que oí hablar esa mañana.

            También veía si con alguna de mis primas había posibilidad, me habían dejado con las ganas y quería follar esa noche. Apareció Lali, que me miraba perdonándome la vida. Alba nos miró como mosqueada, se dio cuenta de que algo no iba bien. Yo decidí apartarme un rato y me disculpé diciendo que iba por un refresco.

            Estando en la cocina apareció Alba, que no lo he dicho, pero tenía 28 años, aunque aparentaba unos 24. Note como me tanteaba, tratando de sonsacarme lo que pasaba. Pero yo me hacia el despistado, hasta que ella no se pudo aguantar más…

- ¿Qué ha pasado entre Alba y tú?

-Tonterías.

- ¿Pero qué tonterías? (poniendo una leve sonrisa)

-Por esa cara, te digo que nada de lo que piensas. No he tratado de hacer nada con ella.

- ¿Pero entonces?

-Te lo resumiré de tal manera que lo entiendas. Pues su madre tenía la misma curiosidad que tu esta mañana, por saber cómo sería algo estando en su esplendor. Y ella llegó, vio y se escandalizo.

-Que cabronazo, si nos oíste. (Dijo sin ruborizarse) Pero no lo entiendo si a Lali le va una polla más que a un tonto los palotes.

-Pues ya ves…

-Y la jodia no me ha dicho nada, que guarra, yo se lo cuento todo.

-Pero si quieres que se cumpla tu deseo de verla, solo tienes que decirlo.

-Jajaja, tú no te cortas chaval.

-Yo no.

-Que nosotras, aunque seamos de pueblo, estamos muy espabiladas.

-Yo no he dicho lo contrario. Aunque te equivocabas con tu amiga Lali igual que se equivocaba su madre.

-Que no, chaval, que no, conoceré yo bien a Lali….

            Cogí mi refresco y regresé con los demás. Al rato apareció Alba, que se acercó a Lali, la agarro disimuladamente del brazo y se la llevo. Yo seguí con mis primas, que las “tiraba la cañita” pero no había manera. Yo veía que más de uno y una, esta noche dormirían en cualquier sitio menos en sus camas, porque no podían dar ni un paso. Mañana seguro que todos se arrepentirían. Es que se bebieron hasta el agua de los charcos. Que exagerados. Les dije a mis primas, que allí les dejaba con sus padres, que yo me marchaba a mi cama, que estaría allí mejor que viendo ese panorama.

            Me fui a despedir de Alba, que me cayó bien, aunque no hubiera querido hacer nada. Estaba con Lali, que seguía sin decir nada y cuando me despedí, Alba me dijo al oído, que ella si quería ver eso, riéndose. Pues donde lo vistes esta mañana, allí estará.

            Me fui y una vez que llegue, deje la entrada encendida por si era cierto que venía. Yo sabía que Pepe y Maruja, era imposible que vinieran, tal como estaban. Me desnudé por completo y me metí en la cama. Puse buena temperatura y a esperar, mire la hora eran exactamente las 02,36, a las tres en punto como no estuviera, me dormiría. No perdería más el tiempo.

            Dieron las tres y no apareció. Me levante apague todas las luces y a dormir. A las 03,12 miré el reloj porque oí un ruido, era la puerta que se abría. Se encendió la luz de la entrada, por lo que entraba algo de luz en la habitación. Oí un pequeño ruido y se apagó la luz. Mi puerta que estaba entornada se abrió del todo, era Alba. Toco la cama, levanto la ropa y se metió, estaba desnuda como yo.

            Nos empezamos a besar, me abrazaba con fuerza, quedando mi polla aprisionada en su tripa. La acariciaba la espalda, hasta llegar a su culito, que era duro, se notaba que tenía buena forma, pero eso si pequeñito. En esa posición y por atrás metía mi mano entre sus piernas, llegando a tocar su coñito. Cuando lo hacia ella me apretaba más, me mordía el hombro. Era delicioso estar así, tan a oscuras, que parecía que el resto de sentidos se agudizaban más.

            Me quería soltar de ese eterno y fuerte abrazo, pero ella no me dejaba. Tuve que hacer fuerza para conseguirlo. Fui bajando, me comí esas tetitas pequeñas que tenía, con unos pezones no muy grandes, pero daban la sensación de ser una aureola hinchada. Ella contenía sus gemidos, a pesar de que estábamos solos.

            Fui comiendo su tripita hasta llegar a su coñito, que no estaba depilado, pero si arregladito. Fue notar mi lengua y abrirse las piernas del todo. Estaba chorreando, metí mis manos por debajo de ella, de tal manera que la levantaba, para que mi lengua pudiera ir desde su culito a su clítoris, una y otra vez. Como se dejaba hacer, era increíble la manera como lo disfrutaba, eso era ya de por sí muy excitante.

            Pero cuando me pidió que se la metiera, que no aguantaba mas, me di cuenta de que no era Alba, era Lali. En ese momento ella se dio cuenta de que ya sabía quién era y le dije que tranquila. Me pidió que despacito, que era muy grande para ella. Era verdad al principio y a pesar de estar chorreando, me costó un poco, el roce era tremendo, de la más estrechas que recordaba. Pero mucho placer para los dos.

            Ella me atrapo bien con sus piernas y se movía para metérsela más, era genial, hasta que ya estaba toda dentro. Si no me hubiera movido yo, hubiera dado igual, porque con los movimientos que, hacia ella, era más que suficiente. Que afán le ponía. Hasta que se corrió. La coloqué a cuatro patas y me la empecé a follar así, ella de rodillas en el costado de la cama y yo de pies. Quise tantear su culito, me moje un dedo bien y lo intente, pero ella rápidamente y varias veces me quito la mano de ahí. La embestía suavemente hasta que note que ella, se echaba para atrás tratando de que entrara más. Por eso empecé a embestir sin remilgos, ella lo único que hacía era decir que si, que más fuerte. Se corrió otra vez, pero no paro, me pedía más y más.

            Me recordó a otra mujer y quise probar, la di un par de azotes y al contrario de lo que paso con su culito, me decía que más fuerte, los azotes iban al ritmo de las embestidas y bien fuertes, indistintamente con una mano que con otra. Se volvió a correr y esta vez se dejó caer en la cama. Así tumbada boca abajo, se la volví a meter y esta vez volví con mi dedo a atacar su culito. La diferencia es que cuando quiso quitarme la mano, la di un buen azote y ya no dijo nada.

            Ahora sí, hacía con su culito lo que quería, de un dedo pase a dos y luego a tres. Ella ya no decía nada solo gemía. Saqué mi polla y la ensalivé bien, al igual que su culito, no disponía de nada más. Me costó mucho y protesto mucho, pero logre meter la cabeza de mi polla. Ella suplicaba que así estaba bien que no más, pero yo seguí a lo mío. Su culito también era muy estrecho y no tenía ningún lubricante, por lo que decidí no meterla más, tenía como cuatro dedos metidos. La folle con cuidado y al final le llene el culito bien, lo que hizo que se corriera cuando lo noto.

            Al día siguiente no pude hacer nada más, estaba todo muy complicado, La gente además andaba muy resacosa. El día 26 cuando me marchaba, Lali me dijo que esperaba que en semana santa volviera, que mis padres ya tenían la reserva. Luego Alba me dijo que la debía una. Nos reímos todos y me fui para Alicante. Nunca olvidaría el beso de Singapur y me prometí a mí mismo, volver a ver a Maruja para sentir y gozar de algo único.

 

 

 

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