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Esposa, madre y… MUY CARNAL.

en Sexo con maduras

Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, de aquel que se equivoca, que de quien nunca se equivoca y de quien nunca duda. Porque las personas se equivocan, los sensatos aceptan su equivocación… Pero lo más importante, es que solo los sabios aprenden de sus equivocaciones.

 

El viaje a la central según palabras de los gerifaltes fue un éxito rotundo. Para mí fue también muy bueno, porque además del trabajo realizado, me acompaño la suerte, la fortuna, ya que mis aportaciones lograron desatascar varios trabajos que había pendientes. Como se suele decir estuve en el momento y en el sitio adecuado en el mejor momento. Durante el viaje de vuelta me felicitaron muy efusivamente, tanto el padre de Álvaro como el director general. Y como además lo hicieron públicamente mejor, sobre todo para algún listo que iba en el vuelo.

Paso un poco de tiempo y ya llegamos al mes de diciembre. Mi relación con Joana era una de cal y otra de arena, pero con su marido Gaspar, era una calma tensa. Nos limitábamos a hablar lo imprescindible, el resto de la relación profesional, porque la personal no existía, la hacíamos normalmente por personas interpuestas como la secretaria, o con simples correos.

Álvaro revoloteaba como queriendo preguntarme o decirme algo, pero yo no quise dar pie a nada, dejé que cuando él quisiera que diera el paso. Eso fue lo que paso un día, llego por la mañana y me dijo que quería si era posible algún día, comer conmigo y hablar, como note que le había costado mucho decidirse, le dije que ese mismo día me venía muy bien. Me di cuenta que no se esperó mi respuesta, pero quedamos ese día. Cambiamos el sitio de la comida, un sitio que no era visitado habitualmente por compañeros de trabajo. Fuimos juntos caminando hasta el sitio, la conversación era normal, pero una vez que nos sentamos y pedimos la comida, lo note muy nervioso.

-Álvaro, no somos íntimos amigos, pero nos llevamos muy bien. No estés nervioso, cuéntame lo que quieres decirme y si no sabes cómo, di las cosas como te salgan, no busques el hacerlo bonito.

-Ya me gustaría tener esa seguridad que tú tienes. Pero es verdad te quiero contar algo. Lo primero es pedirte perdón por lo que te pregunto mi madre, que cuando me lo conto creí morirme.

-Hombre, no lo hizo de mala fe, lo hizo porque ya sabes cómo son las madres y más con los hijos únicos.

-No, si yo quiero mucho a mi madre, si es la que mejor me comprende no como mi padre. Que por cierto habla maravillas de ti. Seguro que eres el tipo de hijo que le hubiera gustado. Heterosexual, con buena percha, gracioso y que lo poco que llevas en la empresa has tenido un éxito total.

-Tu padre seguro que te quiere con locura, lo que pasa que son de otra generación y les cuesta asumir el tema de la sexualidad, pero ya se acostumbrará. Lo del éxito que dices me hace gracia, seguro que no es para tanto.

-Te contare una cosa que he oído, pero chitón ni una palabra. Quieren mandarte a la central y con mejores condiciones laborales o cambiar tu status aquí en la delegación, pero no sé exactamente ni cómo ni qué. (Otras de mis manías es no hacer caso de los rumores y tomar las decisiones de las cosas cuando llegan, como tampoco me pongo la tirita antes de hacerme la herida, por lo que no trate de que me contará mas) Y a lo que me decías de mi padre ese jamás se adaptará ni asumirá ningún tema sexual, es bastante retrogrado en eso. Entre tu yo no lo veo muy activo sexualmente. Porque pasaron de estar todo el día pego que te pego a el silencio más absoluto. Que sigo viviendo con ellos.

-Ese puede ser tu problema, independízate ya.

-Es que si me voy de casa a mi madre le da algo. Tu madre se adaptará como todas, además no es que lo la vayas a volver a ver. Pero a que es guapa.

-Si la verdad que está muy bien, por lo menos lo que se ve.

-Es que se cuida mucho, tampoco tiene nada más que hacer. Pero es muy buena persona. A todo esto, me recuerda muchas veces que le prometiste que vendrías a comer a nuestra casa.

-Es verdad y siempre cumplo con lo que me comprometo, así que cuando digáis.

-Pues espera un momento (llamo y hablo con la madre) Que el viernes es buen día.

-Pues el viernes comeremos en tu casa.

-No, será cena.

-Pues cena (eso ya no me gustó tanto)

            Los días siguientes se desarrollaron dentro de la monotonía habitual, hasta que la rompió Joana, que me pilló en una de las salas solo y con voz seria, de forma tajante me dijo…

-Ya está bien. Me molesta que me ignores y más siendo por culpa de mi marido, aunque sé que en algún momento no estuve muy acertada. Pero ya está bien.

-No hay quien os entienda ni a tu marido ni a ti. Él me ha puteado o lo ha intentado todo lo que ha podido y me dijo que contigo fuera muy respetuoso que no me olvidara de quien eras mujer. Y tú con tus silencios igual que él, ya te dije que dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición. Estoy haciendo lo que queréis, como veras soy muy obediente.

-Tienes toda la razón, pero ya te vale, puedes ceder tú también un poco. Gaspar está tratando de tener un acercamiento y lo sabes, de acuerdo que lo mismo será por cierto interés, pero cede tu un poco, que me gustaba más como era todo al principio, Noemí, Fabiola, tu y yo. Dime puedo qué puedo hacer… de verdad (con cara de mayor disgusto) (Oírle decir lo de dime que puedo hacer me dio como un calambrazo por todo el cuerpo, era cuestión de tirar un poco la caña)

-Mira Joana, te seré directo. En esta vida desde siempre, cuando haces mal una cosa tiene su repercusión. Si vas con el coche y te excedes en la velocidad, te CASTIGAN con una multa. Si haces mal la declaración de la renta, viene hacienda y te CASTIGAN con una multa. Si en esta empresa haces algo inadecuado te CASTIGAN suspendiéndote de empleo y sueldo… y así muchos ejemplos más te podría poner. (Se sentó ya que hasta entonces había estado de pie y me miraba pensativa)

            El silencio se convirtió en tensión, una tensión que se podía palpar. Estaba nerviosa y yo no quise continuar la conversación, quería que madurara lo que le había dicho. No le tomo tampoco mucho tiempo, porque pareció que ya había tomado la decisión, de lo que me quería decir. Desvió de pronto su mirada ligeramente hacia abajo, se dirigió a mí, pero esta vez con la voz más pausada, tal vez algo avergonzada y con cierta indecisión.

-La situación que se me ha producido en mi vida laboral y sobre todo personal es lo peor que podría haberme ocurrido, porque mi marido dice que yo soy la culpable y por lo que se ve tu casi seguro que piensas lo mismo. Pero si como tú dices, hice algo mal y para que todo vuelva a la normalidad, estaría dispuesta a aceptar cualquier otro castigo, que el castigo de ignorarme e ignorar a mi marido. (Ella había venido dispuesta a arreglar la situación, pero… ¿Cuál sería su límite?)

- ¿Qué tipo de castigo estarías dispuesta a recibir?

-Lo que tu creas justo. (Se creía que estaba medio en broma)

-Se me ocurre uno muy justo, pero algo complicado.

-Dime y lo hare, que seguro que no es tan complicado. (Sentada con las piernas cruzadas se la veía muy apetecible, sobre todo por el escote que llevaba)

- ¿Llevas pantys?

-Si. (Me contesto extrañada y alargando el sí)

-Pues lo primero es que vayas al aseo te los quites y también te quietes las braguitas o lo que lleves. Cuando lo hagas, vas a la sala de 3 reuniones. Te esperare allí.

            Su cara fue de asombro, note que no sabía que decir. Pero antes de que se le ocurriese algo, me marché y me fui a esa sala. Elegí esa sala porque estaba insonorizada y se podía cerrar por dentro, nadie la solía usar. Yo me metí en la sala y aparte un poco la cortina de lamas verticales, lo suficiente para ver toda la sala donde estaban nuestras mesas y desde donde podía ver también la sala en la que estaba Joana. Salió despacio y con cara de no saber. En vez de ir al aseo, se fue a su mesa y se sentó. Me dije a mi mismo que le daría 15 minutos y si no, me volvería a mi mesa. Mordía un bolígrafo y estaba con la mirada perdida, prácticamente no se movía, hasta que se echó para atrás con el sillón que tenía ruedas, se agacho, abrió un cajón y saco su bolso, lo cogió y se fue muy decidida fuera. Podía haber ido al servicio, pero el coger el bolso me decía que lo mismo se había ido a tomar café, podía ir a ver a Gaspar, cualquier cosa podía ser. Pero pasaron seis siete minutos escasos. Al entrar miro hacia la sala donde estaba yo, pero no podía ver nada porque estaba todo cerrado. Dejo el bolso nuevamente en su cajón y vino en dirección a la sala. Yo me senté como si no supiera que venía. Ella abrió la puerta y cuando fue a hablar, le dije que antes de nada cerrara bien la puerta, se dio la vuelta y lo hizo, para después tal vez un poco desafiante me dijera… “Ya está y ahora ¿Qué?”

            No la dije nada, me eche para atrás alejándome un poco de la mesa de juntas y la hice ponerse en ese hueco, ella se colocó e hice un gesto con mi mano para indicarle que se diera la vuelta y apretando los labios lo hizo. Quedando de espaldas a mí, con su culo casi pegado a mí. No me hizo falta estirar mucho mi mano, para tocar su culo por encima de su falda. Lo hice muy suavemente y pude darme cuenta de que había sido obediente, no llevaba nada de bajo. Fue cuando ella me dijo con voz atribulada… “Carlos, no me esperaba esto de ti, me siento triste. Pero si esto es mi castigo, pues ya te has cobrado” y tuve que aclararle la situación… “Estas muy equivocada, el castigo no ha empezado, solo estaba tocando el culo que tanto he deseado y tú también me decepcionaste, no esperaba tu actitud conmigo, en eso estamos empatados. Pero esto no acaba nada más que empezar. Si no quieres la puerta la tienes ahí, pero de lo contrario, no quiero oírte ni una protesta más y solo hablaras cuando te pregunte. Ahora ya sabes la puerta o apoyarte en la mesa” no podía ver su cara, pero imagino que estaría en un mar de dudas.

                Al final apoyo sus manos sobre la mesa, quedando su culo en una posición estupenda, grande pero respingón, que lo hacía más los tacones que llevaba. Metí ahora mi mano por debajo de su falda y toqué directamente sus nalgas, estaban algo frías, pero su taco era muy agradable, estuve acariciándolas un rato, de vez en cuando hacia el amago de meter mis manos entre sus mulos, para llegar a su coñito, pero rápido la quitaba. Hasta que en una de las veces y sin ella esperarlo, el canto de mi mano recorrió todo su coñito, quedando empapada mi mano. Fue cuando le pregunte… “¿Cómo te sientes?” tardando un poco en contestar, como si midiera lo que quería decir, pero al final me dijo… “Me siento muy mal, me siento como una puta” pues algo debemos estar haciendo mal, dije yo, porque no quiero que te sientas como una puta, pero si quiero que seas MI puta. Se quedó muda y no dijo nada. Le quite la falda y quedo a mi vista un buen culo, muy blanquito, poco sol había dado en él.

                Ahora si Joana, ahora empezara tu castigo, ella fue a decir algo, pero le dije que silencio, que no quería oír nada. La note intranquila porque imagine que casi seguro que sabía lo que venía ahora. Tenía 44 años y un culo hermosísimo, nada de esos culos escuálidos. Volví a acariciar con suavidad el culo, sentí como se relajaba y fue cuando le di el primer azote, que me salió más fuerte de lo que quería. Mi manaza quedo marcada en ese culo blanco, pero ella solo se encogió un poco, pero no dijo nada. Aguantar tan estoicamente ese palmetazo, me hizo comprender que no pensaba echarse a atrás. Intercambiaba alguna caricia con los azotes, de tal manera que nunca supiese cuando ni donde la iba a dar. Las nalgas ya no eran blanquitas, eran de color rojo, como si hubiera estado tomando el sol un primer día de playa y se hubiese quemado.

                Me pare y le dije si quería dejarlo, pero ella mirándome con mucho orgullo y con una mirada distinta a otras veces, me dijo… “Tú dirás cuando se acaba, ya puestos aguantare todo” eso me complació y me gusto. Le hice quitarse el resto de la ropa, cuando vi sus tetas, vi que eran más grandes de lo que yo había calculado, estaban muy bien y me llamo la atención poderosamente como estaban de duros sus pezones. Hice que se apoyara nuevamente y ya no quise azotarla más, ahora venía la prueba de fuego. Me puse en su costado, pero casi detrás de ella, mi mano fue por detrás y toco su coñito que estaba muy mojado, totalmente jugosito, empecé a follarla con los dedos y le dije… “Ahora coge ese teléfono (que estaba encima de la mesa) y llama al imbécil de tu marido, habla con él y mantén la conversación hasta que yo diga” ella no quería o no se decidía, pero entonces sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, estire mi mano izquierda y marque yo la extensión de su despacho, dejando el altavoz conectado.

                Cuando descolgó el teléfono, no se oyó el típico dígame ni nada de eso, se oyó… “Que pasa, quien es” con la voz alegre y amable que le caracterizaba. Ella titubeo un poco, pero se puso a hablar con él. Quiso llevar la conversación, por un lado, pero él la llevo por donde quería, le preguntaba si ya me había convencido para ir a comer con ellos. Ella le decía que no había manera, que yo pasaba de ella. Mientras yo le metía los dedos bien a fondo, follándola con fuerza, mis dedos empezaban a hacer mella en ella, porque se retorcía poco a poco y apretaba sus labios. El marido mientras le decía que ya no valía ni para seducir a un tío. Esta vez me puse detrás de ella y me baje la cremallera de la bragueta y saque mi polla. Joana cabreada le decía a su marido que i lo que quería es que hiciera de puta o que. En ese momento puse mi polla en la entrada de su coño y empecé a metérsela, se le escapo un quejido y el pregunto, ella como pudo le dijo que se había torcido el tobillo, por culpa de los tacones.

            Ya no estaba tan enfadada, lo digo por como movía su culo y en un momento dado le dijo a su marido que le dejaba, que me había visto entrar y que iba a tratar de hablar conmigo. Dio un manotazo y corto la comunicación. Entonces con voz muy segura me dijo… “Vamos a dejarnos de tonterías y fóllame en condiciones, no seas remilgoso que yo soy fuerte” empecé a follarla con toda la tranquilidad del mundo, pero notaba que ella se contenía, hasta que la recordé que estábamos en la sala insonorizada, entonces se desboco y me decía… “Si, siiiiii… ahora ya puedes decirlo soy tu puta. No la he visto pero como me llena, que exageración, sigue, sigue…” corriéndose con un ímpetu desbordante. Fui a bajar el ritmo y ella me dijo que, de eso nada, que más rápido que le venía otro y bien cierto que fue, se corrió nuevamente. Como era de esperar en mí, ya estaba loco por follar ese culo, pero cuando hice amago, ella se giró y no me dejo, me dijo que no estaba preparado para eso y mucho menos con ese tamaño, lo dijo agarrando mi polla. Sentándose en una silla y empezando a hacer una mamada muy bien hecha, con muchas ganas y morbosamente, sobre todo como me miraba a los ojos mientras me la hacía, cuanto vicio había en esa mirada, como me gusta a mí, una mujer que sabe lo que quiere. Le avisé de que estaba a punto de correrme, por si se quería quitar y puso sus dos manos agarrándome mi culo, apretándose más, hasta que empecé a correrme y ella solo decía… “Mmmmmmmmmm…” Y cuando termino después de relamer bien mi polla, me dijo… “Que ganas que te tenia, no imaginaba que fueras tan, tan… crápula, pero me alegro haberlo descubierto”

                Mientras se vestía y mirándome con una amplia sonrisa me dijo… “Que sepas que en el autobús que fuimos a la sala de fiestas, iba dispuesta a hacerte una mamada en el mismo autobús, pero se te pego a la petarda y no pude. Pero ya tengo claro que tendré que portarme mal contigo, para que me vuelvas a castigar… Jajaja” mientras yo la oía solo pensaba en hacer una fiesta con las tres amigas, pero no sería tan fácil, pero había que intentarlo.

                Yo mientras estaba pensando ya en acudir otra vez al local de Milenko y Zuza, tenía muchas ganas. Cuando recordé la cena de Álvaro. Al día siguiente empezó bien la mañana, porque cuando me encontré con Álvaro me dijo que posiblemente se suspendería la cena, porque su padre había salido de viaje urgente y no sabía si el viernes estaría. Trate de contener mi alegría, solo me falto aplaudir y hacer la ola. Aprovechando para decirle que la próxima vez que fuera mejor entre semana. Aunque como dos horas después sonó el teléfono de mi mesa y era Álvaro, diciéndome que la cena no se posponía. Solo me falto morder el teléfono. Como la cena seria rápida, aproveche para tratar de quedar con Noemí y su marido, pero ella me llevo a otro lado y me dijo… “Por el momento no es posible. Ferrán ha dicho que se acabó, para luego decirme que por lo menos de momento” mi pregunta fue muy clara… “¿Qué tiene un ataque de cuernos”? ella se sonrió encogiéndose de hombros.

            El viernes por la mañana Álvaro me dijo que podíamos quedar antes y así me enseñaba su colección de sellos y monedas, algo que a mí me gustaba y quedamos a las seis de la tarde en su casa. Vivian en una zona muy buena de Barcelona, una edificación antigua como en la que yo vivía, me imagine una casa como la de mis tíos, recargada y con muebles clásicos. Cuando Álvaro me abrió, pude ver que me había equivocado. Desde la misma entrada se veía una decoración muy moderna, bonita y con mucho gusto. Nada más estaba el. Me llevo a su habitación y me quede impresionado, la habitación tendría unos 50 metros cuadrados. Y se me escapo… “Menuda habitación, si así es la del hijo… no digo ya la principal” el me conto que eran dos pisos unidos unos 800 metros de vivienda. Si en la que yo estaba viviendo me parecía exageradamente grande, pues esa ya era la leche. Y me enseño el resto de la casa. Cada estancia me llamaba más la atención. Al final como si de un gran secreto se tratase, me dijo te enseñare la de mis padres, pero no lo digas. Había como un salón, como no, un salón. Con dos puertas una enfrente de la otra. Abrió la primera y había un pasillo con una puerta que era el baño. Muy grande y con todo. Luego se abría otra puerta y era una habitación con una cama larga pero no muy ancha. Estaba ya haciéndome especulaciones cuando Álvaro me dijo… “Esta es la de mi padre”

            Salimos y fuimos a la otra puerta que la abrió Álvaro y era la habitación de la madre. Nada de una habitación austera. Pero si muy llamativa. Muy bien decorada, una cama del estilo de la mía, grande de largo y de ancho. Pero lo de llamativa, era porque toda la habitación prácticamente era negra, incluso el suelo. Con algún toque en blanco, pero muy suave. Se veían las sabanas negras, no tenían ningún tipo de ropa cubrecamas. Me dijo Álvaro que como las sabanas eran de seda y si la seda era buena, no hacía falta más. Yo pensé que si él lo decía… Me acerque y toque las sabanas eran de una suavidad exquisita. Y en ese momento me di cuenta de que había un camisón de seda sobre la cama, muy bien colocado. Rápidamente en mi mente me imagine a la madre de Álvaro con ese camisón y que estremecimiento me dio. Pero Álvaro me dijo que no tocara nada, que nos saliéramos, que, si su madre nos pillaba allí, no le gustaría.

            Ya estábamos en la habitación de Álvaro, me enseño su colección de sellos y monedas, llevándome un chasco, porque pensaba que sería mucho mejor y eran unas colecciones demasiado modernas. Nada interesante que ver. En ese momento que estábamos solos, aproveche para decirle a Álvaro que me gustaría que la cena fuese breve que había quedado. El riéndose me dijo que no me preocupara, que él tenía una fiesta y que era ineludible. Pero que como su padre no estaría seguro que se acabaría rápido, porque su madre se recogía enseguida. Eso me relajo, aunque me daba un poco de corte estar allí, con padre o sin padre. Porque yo sabía que ella en el baile se dio cuenta y me rechazo muy amablemente.

            Se oyó una puerta y Adolfo llamo a su madre, pero se acercó una joven diciéndole que era ella, era la trabajadora doméstica. Poco después se oyó nuevamente la puerta y esta vez sí era la madre. Se acercó y nos saludó, pero esta vez a mí al contrario de otras veces solo me dio la mano, la note muy altiva. Si ya antes de verla me daba corte estar ahí, después de esto me daban ganas de salir corriendo, pero como siempre supe aguantar el tirón y al mal tiempo buena cara. A las nueve y media en punto, se acercó la joven de antes y nos dijo que la cena ya estaba. Cuando llegamos al comedor, Marga la madre de Álvaro, estaba sentada en un extremo de la mesa y todo estaba preparado para que cada uno de nosotros, estuviésemos a cada lado de la mesa. La conversación fue muy diversa, a Álvaro se le escaparon un par de tacos y la madre que se la veía muy comedida, le regaño como si fuera un niño pequeño diciéndole que en esa casa ya sabía que no se decía palabras mal sonantes y que no volviera a suceder, que el que no estuviera su padre daba igual. Yo trataba de hablar lo justo, me sentía bastante incómodo.

                Tomamos el postre, Álvaro antes de que me diera cuenta se lo había comido, estaba claro que tenía prisa. La madre me pregunto si tomaba café, pero antes de que pudiera contestar, Álvaro dijo que ya lo tomaríamos por ahí. La madre me volvió a preguntar y dije que un café solo. Luego me pregunto si quería algún licor, diciéndole que no bebía alcohol. Cuando llego la empleada doméstica, pidió dos cafés solos y pidió dos licores St. Germain. Cuando lo trajo todo, y una vez que me tome el café. Marga puso en dos copas un licor de color amarillo clarito, para luego añadir cava y me paso una copa. Álvaro dijo que mientras se iba a cambiar. Quedándonos solos. Lo que aprovecho Marga para hablar conmigo.

-Soy una persona clara y directa, no creía que serias capaz de venir a cenar. Pero estas aquí y eso me ha gustado.

- ¿Por qué no iba a venir? (Como si hubiera olvidado lo del baile y eso la desconcertó)

-No por nada. Mi hijo se va de marcha con su amigo, pero no te veo yo irte con ellos a un bar de ambiente.

-No, yo iré a tomar algo por ahí, a conocer Barcelona de noche. (porque no iba a contar mis planes)

- ¿Solito? (Pregunto con cierta ironía)

-Pues sí, solito, salvo que alguna voluntaria quiera venir conmigo. (Mirándola con descaro)

-Jajaja… que descarado eres. Pero prefiero hacer cosas mejores en mi casa.

-Y que son esas cosas…. ¿Lectura, ver la televiso, oír música…? (Tratando de quitar hierro a la invitación que le acababa de hacer, como si no hubiera sido dirigida a ella)

-Nada de eso. Una vez que se vaya mi hijo y hasta las tres de la mañana, porque el suele llegar sobre las cuatro como muy tarde. TU y yo vamos a follar de una forma temeraria, siempre y cuando seas capaz de darme todo lo que necesito. (Casi me atraganto, ya no era tan fina hablando)

- ¿Y qué es lo que necesitas?

-Sexo frenético y atrevido, que te olvides que soy una señora, que sepas “hablarme” …

- ¿Y tu hijo? Y la muchacha.

-De mi hijo me encargo yo, tu sígueme la corriente y de la chica de servicio, tampoco te preocupes.

            Oímos que regresaba el hijo, tomábamos la copa despacio y sonó el portero automático. Se puso nerviosísimo porque era para él. Me metía prisa y le dije que por mí no se preocupara que acababa la copa y me iba, que él se fuera tranquilo, ni se lo pensó le dio un beso a su madre, a mí me dijo que hasta el lunes y salió rápido como una flecha. Llamo a la muchacha y le dijo, bueno más bien le ordeno que se fuera a dormir ya. Ella se limitó a dar las buenas noches y desapareció.

-Para ti… ¿Que es sexo frenético y atrevido?

-Encontrar a un hombre que no me vea como una señora seria. Que me vea como una hembra deseosa. Que necesita alguien que la domine, no me gustan los hombres correctamente educados en esos momentos.

-Me gusta eso de que quieras que te dominen, porque eso cada vez se me da mejor. Y yo no soy correctamente educado.

-Que harás para dominarme.

-Me gusta más hacer que decir, pero te puedo adelantar que… darte unos azotes, algún tirón suave de tus cabellos, “castigar” un poco tus pezones, ya sea con mis dedos o mis labios y sobre todo decirte como te siento en cada momento, como te veo, pero eso si con palabras fuertes, obscenas, cachondas, calientes… (Mientras le decía esto ella cruzo y descruzo varias veces las piernas)

-Me estas poniendo ya… espérate aquí un momento que ahora mismo vengo.

            Se levantó mirándome pecaminosamente y se fue muy rápido, moviendo ese culo tan bonito que tenía. Sabía que vendría con ese camisón negro largo que estaba sobre su cama. El ahora mismo se estaba alargando, pero ya la oí venir. Llego y se quedó parada en la puerta del salón. Vaya tela, como venía. Esa imagen aun la tengo clavada en mi memoria. Se había soltado la melena, su pelo castaño oscuro ahora estaba ondulado, se había maquillado lo justo, sin estridencias. Llevaba un Baby dolls negro y de color transparente, sus tetas se intuían, porque esa zona era más tupida, pero se notaban mucho sus pezones. El baby dolls, le llegaba justo a un poco más debajo de sus caderas, se veía por las trasparencias unas braguitas con un triangulito muy pequeño. Llevaba unas medias sin liguero y unos tacones como mínimo de 15 centímetros. Las piernas eran largas y preciosas. Se acercó muy lentamente, se giró y se pudo ver perfectamente su culo, que más de una jovencita ya quisieran tener ese culo que tenía una mujer de 50 años y ella lo sabía, porque lo estaba luciendo, ya que se veían perfectamente porque no había nada de tela, una simple cinta que se metía entre sus nalgas.

            Pegué un salto desde donde estaba sentado y me puse detrás de ella. Y agarrándola por la cintura, pero sin pegarme a ella, le dije al oído, que olía muy bien, que me encantaba como iba vestida y que me había excitado, que me había puesto como un mulo. Ella con voz mimosa y provocadora me dijo… “¿Siiiiii…? Pues solo lo debes pensar tú, porque tu fíjate mi marido, que me ha dejado sola una vez más” siguiéndola el rollo, le dije que tenía un marido tonto, pero que yo ese día le iba a solucionar todo y ella más cachonda me pregunto que como pensaba hacerlo. Fue cuando me pegue a su culito y ella pudo notar mi erección, no se lo pensó y movió su culo, hasta que mi polla quedo entre sus nalgas. Mordí suavemente su hombro derecho y después la gire suavemente, hasta que la tuve de frente y la bese muy suavemente. Y de pronto me mordió mi labio inferior con fuerza, me hizo daño, se apartó y con una mirada furibunda me dijo… “No quiero ni romanticismos, ni cursilerías, estoy sedienta de un buen macho… que para lo otro ya tengo a mi marido” y me beso de forma salvaje, comiéndome bien la boca. Si eso era lo que necesitaba lo tendría. Mis manos agarraron su culo, que como había visto lo tenía durito. Ella nerviosamente desabrochaba mi cinturón y mi pantalón. Yo tocaba sus tetas que se notaban libres. Un poco caídas pero deliciosas, sus pezones estaban a reventar. Hice un movimiento con mis pies y el pantalón y le bóxer salieron perfectamente. Ella agarro mi polla y me dijo al oído… “Ahora descubriremos como funciona” nos seguíamos besando y me desnudo de cintura para arriba, quedándome desnudo completamente. En ese momento paso sus manos por mi cuello, dando un salto y poniendo las piernas por detrás de mi cintura.

            Se restregaba con mi polla, que notaba su pequeña braguita y eso me molestaba, ella se dio cuenta y me dijo… “Qué esperas para arrancarla” me gustaba una mujer tan decidida y lanzada, al final se la arranque y ahora si el roce era mucho mejor, sin estorbos. Era como una gata, se subía para colocar mejor mi polla, hasta que la agarre bien por las nalgas e hice amago de metérsela, sentí como ella la esperaba, pero la deje resbalar y no se la metí. Eso la enfureció y me mordió el cuello, succionándolo. Ella me decía que no hiciera eso que estaba muy caliente que se la metiera, moviéndose nuevamente para conseguirlo. Como no hacia lo que ella quería su desesperación iba a más y le dije… “No te la meteré puta, hasta que no oiga cuanto la quieres” ella no tardo ni segundos… “Vale sí, me muero de ganas porque me la metas y si soy toda una puta, que necesita un macho como tú, métemela ya…” ahora si la levante con mis brazos y mi polla como si fuera autómata, se fue metiendo dentro de ese coño jugoso. Pero muy estrechito. Y se lo dije, ella con voz temblorosa me contesto… “Hace mucho que no lo hacía y menos con algo así de gordo” pero se dejó caer hasta metérsela hasta el fondo.

            Ahora me dijo que la llevara así hasta su habitación diciéndome que ella me guiaba, pero estaba como en otro mundo y no me hizo falta, la lleve perfectamente a su habitación y ella no dijo nada, intente dejarla sobre la cama, pero no se quería soltar. La sujete bien y se quitó la poca ropa que llevaba. Y no había terminado de quitárselo yo ya estaba comiéndome una de sus tetas. Me daba la impresión de que estaba muy cerquita ya y empecé a moverla yo con mis brazos, embistiéndola a la vez con fuerza y no me había equivocado se corrió empapándome a mí de una manera que no era normal. Sin dar tiempo a nada la deje sobre la cama, pero alce sus piernas y sus caderas, dejándola casi boca abajo y me agache un poco comiéndola el coño en esa posición, ella cuando noto mi lengua como se metía en su coño a toda velocidad, como de vez en cuando se la pasaba por todo el y por el clítoris, ella solo gemía y con voz temblorosa me decía… “Que bruto que eres, pero no pares…” así estuve hasta que la hice correrse nuevamente.

                Se quitó y me hizo tumbar en la cama diciéndome… “Esto es lo que llevo esperando hacer desde que note bailando” se inclinó y se empezó a hacerme una paja. Se mojó bien sus manos, dejo caer saliva sobre mi polla, haciéndomela con mucha dedicación y sin dejar de mirarme a mis ojos. Luego la chupo y se la metió bastante en la boca, para luego sacarla ensalivada y pasársela por sus pezones. Luego se la coloco entre sus tetas y la aprisiono, mamando la cabeza de mi polla, era increíble, me tenía fuera de sí. No me quedo más remedio que decirle… “Eres una zorra mamona, que bien lo haces golfa” ella cuando oía eso, me la mamaba con más ganas. Le decía que no parase y la envidia que me daba su marido teniendo una furcia así. Ella paro de mamármela y me dijo… “Nunca ha sabido sacar lo que hay en mi” yo no estaba haciendo nada por alargar mi corrida y le avisé de que estaba cerca, ella me dijo que lo prefería dentro de su conejito, como me dijo ella, algo que me pareció fuera de lugar y se lo dije, apretando un poco más sus pezones, entonces ella respiro hinchándosele el pecho y con voz de “rabia” me dijo… “Pues si te parece mejor, lléname el coño bien llenado, que hace mucho que solo me echan gotitas, que ni me entero, vamos llena a tu perra” así me gustaba más, cogiéndola y tumbándola boca arriba, levante sus piernas y me la folle sujetándola por los tobillos, le dije que mientras se tocara para mí, vi un poco de corte en su cara y me pare, diciéndola o que lo hacía o yo no seguía. Empezó a tocarse suavemente, pero según me la follaba y nos mirábamos el uno al otro, ya no se cortaba, con la mano derecha se tocaba su clítoris y con la izquierda se tocaba las tetas, apretaba sus pezones.

            Nuestras miradas lo decían todo, yo ya no podía ni quería aguantar más y saliendo de todo por mi boca empecé a correrme sin parar, sintiendo como su coño apretaba mi polla, corriéndose ella también, nos dijimos de todo, pero no sabría decir con exactitud todo, lo único que sé que nos puso muy cachondos y ella una vez casi parados solo decía… “Qué bárbaro, como he sentido que me llenabas, como te arde, ha sido TENEBROSO” me habían dicho y había oído de todo, pero tenebroso nunca y me quede quieto diciendo… “¿TENEBROSO?” y ella con una carcajada me respondió… “Porque eres muy peligroso, me has metido en un mundo de tinieblas, con lo que me has hecho gozar y luego que pasara…” contestándole yo que yo no miro ni mañana ni pasado… porque no sé lo que puede suceder y mirándola a los ojos le dije… “Lo único que sé, es que dentro de muy poquito, prácticamente ya, pienso follarte ese culito que tienes, así que si tienes lubricante…” ella me corto y me dijo… “No serás el primero, o te crees que hasta los 50 he estado sin hacer nada” nos reímos y empezamos a besarnos, acariciarnos, lamernos…  ella no tardo en poner mi polla otra vez bien dura. Y la muy puta empezó a provocarme, dándose la vuelta y dejándome ver su culo, me decía…

-Así que te gusta mi culito.

-Me vuelve loco y cuando lo contoneas, me da la sensación de que estas pidiendo que te lo follen.

-Jajaja… que no te dé la sensación, me encanta que lo deseen.

-Pero te gusta más ¿Así? (Poniéndose casi de rodillas)

-Seguro que tú lo puedes hacer mejor.

-Mejor… ¿Así? ¿Cómo la perrita que soy? (diciéndolo con voz seductora y provocadora, poniéndose a cuatro patas y poniéndome a mi bufando como un toro)

            Yo ya no dije nada me acerqué y me puse a comer su culito. Taladraba su ano con mi lengua, mientras con mis dedos follaba su coñito. Ella lo único que decía era… “Menuda lengua tienes y lo mejor que la utilizas muy bien, no tienes desperdicio” ahora mis dedos follaban su coñito, entraban bastante bien, después de un rato ya estaba preparado para recibir mi polla. Me puse de cuclillas en la cama para follarla, pero entonces ella me pidió un momento girándose para poner su cabeza hacia los pies de la cama y cuando tenía pensado preguntarle si era un fetiche, se me adelanto y diciéndome que prefería verme por el espejo, era verdad había un gran espejo en esa pared. Me puse de cuclillas y acerqué mi polla al culo, por el espejo pude ver como ella tenía agachada su cabeza, impidiendo la melena ver nada. Era verdad ese culito ya estaba bien preparado, pero aun así se notaba apretadito, dándome más gusto. Ella no decía nada, solo se le oía respirar más fuerte. Su cabeza se movía, algo que se podía notar bien por su melena.

            Hasta que ya contactaron su culo y mi pubis, ya estaba toda dentro, se le escapo un… “Por fin… que salvajada…”  dando una cabeza para atrás y ahora si podía ver su cara era de plenitud. Agarre su melena, para que no se pusiera delante y para marcar como quería las cosas. Ella mirándome dijo… “Si es que, con solo verte con ese cuerpo, marcando todos tus músculos, viéndote en movimiento, me vas a hacer llegar al orgasmo, es que eres… un portento” ella ahora se movía poco inexplicablemente, hasta que tire de su melena un par de veces y según tiraba meneaba su culo, en todos los sentidos. Haciendo un pequeño esfuerzo me incline un poco más para llegar bien con mis dedos a su coñito, que cuando ella lo noto, me empezó a pedir más, con voz desesperada, daba la sensación de que estaba cerca del orgasmo, pero no lo conseguía. Entonces empecé a decirle…

-Vamos golfa, no te aguantes, como noto tu culo, bien estrecha que estas. No te gustaría que tu marido viera lo puta que eres, ensartada por otra polla, con esa cara de zorra que tienes.

-Siiiiii… (Se empezaba a soltar del todo, se notaba en su voz)

-Pero que puta que eres, como se traga tu culo mi polla. Seguro que la de tu marido entra mejor.

-Eres un salvaje, como me follas….

- ¿Si quieres paro? (hice el amago)

-Ni se te ocurra parar, dame más fuerte, que me salga por la boca.

- ¿Serás mi puta a partir de hoy? (No decía nada y baje el ritmo)

-Joder, si lo sabes, si, si lo seré, seré tu puta.

-Te pienso follar de 1000 maneras a partir de hoy.

-Como tú quieras, pero córrete ya que yo estoy a punto. Quiero que lo hagamos a la vez. Pero no pares de encular a tu zorra, vamos.

            Estas palabras y más la tenían ya fuera de sí, se veía en su cara y con rabia, porque se quería esperar a corrernos los dos empezó a correrse ella, gemía, sollozaba, gritaba… hasta que se quedó quieta mirándonos al espejo. Pero solo se quedó quieta ella, porque notaba como contraía una y otra vez de una manera especial su culo, era un auténtico morboso, era como hacerme una paja, ella me miraba fija en el espejo sabiendo que lo que hacía me estaba gustando. Y se dejó caer apoyando su pecho en la cama, pero seguía con el culo en pompa, metió su mano por debajo y me acariciaba los huevos de una manera placentera, hasta que empecé a respirar con furia, agarre sus caderas y ella se incorporó de nuevo, mirando atentamente como me aceleraba en mis movimientos hasta que grite que me corría, moviendo ella con más ímpetu su culo y sus caderas.

            Ahora si nos dejamos caer en la cama para tomar un poco de aliento. Ella me dijo si quería tomar algo y yo le dije que agua, solo agua. Ella salió tal como estaba de la habitación, volviendo al rato con mi ropa en un brazo, con agua y con un vaso que, por el color del líquido, imagino que era alcohol. Ella miro la hora y le dije que una vez que me tomara el agua me iría, que no se preocupara, que a mí tampoco me apetecía que mi amigo nos pillara, pero eso sí, que me tendría que dejar darme una ducha y ella me dijo que por supuesto. Se tumbó junto a mí y mis manos siempre se pierden, hablando, hablando, nos acariciábamos y mi polla rápido se puso en “canción” que se dice.  Ella riéndose me dijo… “Eres increíble, ya estas otra vez preparado para la guerra, que pena que no te puedas quedar toda la noche, que desperdicio de…” cuando oímos golpear la puerta. Ella dio un bote y se quedó blanca, poniéndose un dedo en los labios para que no dijera nada.

                Pregunto con voz, como si la hubieran despertado, era Álvaro que me pareció que estaba llorando. Marga me hizo señas de que recogiera mi ropa y me metiera en el baño. Así lo hice y me quedé escuchando. Por lo que podía escuchar, Álvaro había roto con su “amigo” y estaba muy compungido, la madre lo tranquilizaba, le decía que mañana ya se les pasaría y le acompaño a su habitación. Yo mientras tanto decidí darme una ducha, para marcharme en el momento que se pudiese. Una vez en la ducha y estando ya mojado, llego Marga que no lo dudo, se metió en la ducha conmigo, con voz provocativa y agarrándome la polla como para que no me escapara, me dijo… “Dame de nuevo por culo, encúlame hasta el fondo, que necesito sentirte otra vez…” sonriendo y abrazándola le conteste… “Menuda puta que eres, quien me lo iba a decir, con lo seria y fina que eres” ella como si lo necesitara con urgencia, se dio la vuelta y se apoyó en una barra de seguridad que tenía la ducha, poniendo su culo a mi disposición. No me pude contener y mientras nos caía el agua, le di un par de azotes en sus nalgas, ella movió el culo, pero lo único que decía es que no me esperase más…

                Ya estaba yo otra vez bruto, estuve jugando con la cabeza de mi polla en la entrada de su culo, ella refunfuñaba, protestaba porque la queja dentro. Y cuando menos se lo esperaba, se la metí de una, me dejo impresionado porque más que gemir, era algo entre un aullido y un grito. Y no paraba de hacerlo, moviendo su culo hacia atrás cuando yo la sacaba para luego embestirla, no quería que la sacra, decía que la quería a tope, bien dentro. Me agache y me agarre a sus tetas, agarrando con fuerza sus pezones, que en algunos momentos notaba como si le doliera, pero la muy zorra aguantaba todo lo que hiciera falta. Hasta que se corrió, berreando de una manera singular. Menudo culo tenia, pero sobre todo como sabia disfrutarlo. Se dio la vuelta me lavo bien la polla y se agacho para mamármela, estuvo haciéndolo de una manera espectacular durante bastante rato, hasta que con voz lastimosa me dijo… “Estoy agotada, pero quiero que te corras en mi boca, pero tu aguante no es normal, córrete en la boca de tu zorrita…” me hice una paja delante de la que miraba con cara de vicio. Hasta que le indique que se la metiera en la boca, lo hizo con deseo y mientras me corría, ella me miraba y sus ojos lo decían todo, era toda una experta.

                Mientras me vestía, ella no dejaba de observarme, no sabía si era porque estaba arrepentida o por qué. La mire y le pregunte por el motivo de esa mirada. Y ella con total franqueza me dijo…

-Una se puede acostumbrar a todo, incluso a no tener sexo, pero cuando vuelve a probarlo y de esta manera… que te puedo decir.

- ¿Es que estabas sin hacer nada?

-Te lo puedo contar porque hay confianza, mas no se puede tener. Federico siempre fue un excepcional amante, pero debido a una enfermedad, poco a poco fue perdiendo su… vitalidad.

-Es una faena.

-Sí, pero es tan buena persona que me anima a que eso si, siendo discreta pueda buscar algo, pero nunca me había decidido. Pero el día que bailamos… se despertó algo en mí.

- ¿Se lo vas a contar?

-Si te soy sincera no lo sé. Pero estate tranquilo si lo hiciera, no le diría que ha sido contigo y te avisaría de que se lo había contado.

- ¿Te apetecerá que nos veamos otro día?

-Jajaja… si no me apetece que te vayas, pero imagino que cuando me quede sola, mis pensamientos serán un barullo. No te puedo decir.

                Nos despedimos y salí de la casa con total sigilo, como ya me había visto igual en similares circunstancias. Me había vuelto todo un experto en ser sigiloso.

Dedicado a M.F. 

Eres de esas mujeres por las que valen la pena…, porque eres estupenda. 

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