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Algo inesperado, satisfactorio, pero con dudas.

en Sexo con maduras

Dedicado especialmente a SER PÏTER, ARTILLERO, PEDRITUS63, CRONISTA Y VALJAS, lectores que asiduamente con sus comentarios me animan siempre.

 

Después de tan extraordinario fin de semana, el lunes me levante pletórico y dispuesto a afrontar la semana estupendamente, la alegría iba a durar poco. Cuando llegue al gym uno de mis compañeros me dijo que había movida, lo mire con cara de intriga y dos compañeras más dijeron lo mismo. Cuando de pronto me dicen que pase por el despacho del gerente, este muy amable y que fue el que me contrato, no éramos lo que se dice amigos, pero nos llevábamos bastante bien, me comunico que ya no podía seguir como monitor. El hombre fue honrado, porque puso poner mil disculpas, pero me fue sincero y directo. Me dijo… “Mira Carlos, este gym pertenece a una cadena y por lo que se ve, el marido de una de las mujeres ha llamado a alguien importante de la cadena, quejándose de que te has pasado con su mujer. Por lo que me han exigido que te de puerta y ahora por mi te pediría que hasta septiembre como mínimo no vengas, para dejar enfriar todo, que yo sé que será una mala interpretación de alguien, pero… no puedo hacer nada”

                Lo vi jodido al hombre, le di la mano y le dije que por mi seguiríamos tomándonos un café cuando se terciara. Note alivio en su cara. Me dieron un buen despido, porque me pagaron todo el contrato y un poco más. Me fui a despedir de la gente que trabajaba allí y así quedo la cosa.

Aunque él se quedó jodido yo también, era la segunda vez que me pasaba algo similar y había algunos amigos, bueno más que amigos conocidos, que cuando yo estaban vigilaban a sus novias de una manera obsesiva. Todo esto me hizo volver a comerme el coco, me quede más rayado de lo que esperaba. Cuando llegué a la cafetería de mi casa, me senté a tomarme una horchata y vi el periódico local, lo cogí y me puse a leerlo para distraer un poco mi cabeza. Leyéndolo vi un anuncio de viajes y me dije que porque no hacer un viaje. Solo y para poder meditar tranquilamente sin conocer a nadie y así sería más difícil tener tentaciones. Ya se me metió la idea en la cabeza y me subí rápido a mirar en internet. Cuando recibo una llamada de una compañera del gym, una muy macizorra, que me había traído loco, pero no quise mezclar cosas y además el novio trabajaba también allí. Me llamo para preguntarme si le podía dar el teléfono a las “vampiras” así llamaba a las de mi clase, ya que cuando se habían enterado todas querían hablar conmigo, ella muy amablemente me conto que les dijo que no me había quedado a despedirme, porque el gerente me lo pidió así, pero que ella les había comentado el motivo, preguntándose todas quien podría ser el marido. Pero ni el gerente ni yo lo sabíamos, o por lo menos eso me dijo y le creí.

                Hice como si dudara y al final le dije que podía, tenía curiosidad por las posibles llamadas. En ese momento también decidí pasar las clases de la tarde a la mañana, me veía mejor. Luego me puse a ver los lugares a donde ir de viaje. Primero estuve mirando España y Europa. Pero de pronto vi Cancún y un tema de actividades acuáticas, las imágenes me impactaron y decidí que tenía que ir allí, porque el buceo era una pasión para mí y el mar caribe tenía que ser algo especial. Sería mi primer viaje al continente americano y sería el primero de muchos más.

            Como soy de ideas fijas, lo primero que hice fue llamar a mis padres para decírselo y luego a mi tía, que enseguida trato de liarme para venirse ella también, pero le dije que necesitaba irme solo, además de para despejarme, para poner en orden mis ideas. Todos lo entendieron y ahora solo quedaba elegir las fechas. Aunque también tenía que solucionar lo de las clases. Me pondría mañana y tarde, toda la semana. Cuando llegaron por la tarde, les comenté a las cuatro el nuevo horario, porque no podría estar hasta septiembre. Estando dando las clases tuve varias llamadas que no cogí. Luego les puse unos ejercicios para hacer y yo me puse a diseñar mi viaje, entre otras cosas para saber lo que me costaría. Cuando vuelvo a recibir otra llamada y esta vez sí atiendo la llamada, era el grupito del gym, que estaban en la cafetería de abajo, llamaban por si estaba en mi casa y si podíamos hablar. Le dije que estaba dando clase pero que podía bajar un momento ya que los ejercicios tardarían en acabarlos más de una hora.

            Cuando llegue a donde estaban, todas tenían cara de seria, la que empezó y se veía que llevaba la voz cantante era Tina, que está muy enfadada, dijo que primero porque yo no les diera las clases y segundo porque no hubieran dicho de donde vino la queja. Todas estaban indignadas. Mis pensamientos estaban en que era el marido de Bea, pero en mis pensamientos, no tenía nada en que basarme para poder afirmarlo, por lo que no dije nada. La sorpresa vino cuando les dije que no pasaba nada, que algún marido oyó algún comentario o algo que dijo su mujer, supongo que no le gustaría o lo interpretaría mal y llamo a alguien importante de esa cadena de gimnasios y ya está.

            Algunas fueron diciendo que ni ellas ni sus maridos conocían a nadie del gym… pero hubo una que cuando yo dije que conocería a alguien importante del gym se puso blanca. No quise decir nada para no meter la pata y con voz apagada nos dijo… “No busquéis más, ha tenido que ser mi marido, seguro. Que conoce a uno de los propietarios” era Martina, a todos nos quedó claro que a ella le pillo de improviso, porque le faltaba poco para llorar. Todas quisieron saber y ella muy cortada dijo… “Tuve una conversación con mi hermana y dos amigas un domingo después de comer, algo subidita de tono sobre Carlos y el por lo que se ve me debió oír. Pero Carlos te juro que no fue mi intención hacerte daño…” y le saltaron algunas lágrimas.

            Entre todos la calmamos y alguna quiso saber cuáles fueron esos comentarios, pero ella imagino que al estar yo allí no quiso repetirlos, pero me afirmo que en cuanto llegara a su casa lo solucionaría, que los ataques de cuernos de su marido, no tenían por qué perjudicar a terceras personas. Yo le dije, que ya me daba igual, que al final me venía hasta bien y les dije que ya nos veríamos en septiembre haciendo ejercicios, porque pensaba aprovechar para irme de vacaciones.

            Pasaban los días y yo me estaba portando muy bien, ya que las chicas se portaban bien, más que nada por la presencia de Irene, que seguro que esa contaría todo si se supiera. Pero lo que, si me daba cuenta además de que Susi y Bárbara venían siempre vistiendo de una forma provocativa, Martita se apuntó a la moda y veía como me miraba, que no era de una forma inocente. Yo sabía que Sandra me andaba evitando, pero en las circunstancias actuales, ni me molestaba, me daba absolutamente igual. Mis pensamientos estaban ahora en otras cosas. Estando en clase llamaron a la puerta y sabía que había bastantes posibilidades de que fuera Sandra, porque no había como no hacer caso a una mujer para que esta tomara más interés. Pero cuando abrí la puerta me encontré a los padres de Irene, algo que me extraño. Como es lógico les invite a pasar y me explicaron que a partir de la siguiente semana se irían fuera, que su hija ya no asistiría más y que como cuando volvieran yo estaría fuera, pues para que lo supiera. Les di las gracias por todo y les dije que le dejaría unos ejercicios a su hija y unos trabajos para que se los preparara de cara a septiembre.

            Sabía que esto trastocaría mi “tranquilidad” durante los días que quedasen. Por eso una vez que se fue Irene y antes de que se fueran las tres, les dije que tendrían que comportarse o las clases finalizarían en el acto, ellas dijeron que si y allí quedo la cosa. El fin de semana lo pase con total tranquilidad, ya había hecho la reserva del pack viaje y hotel. No paraba de pensar de como seria los días que quedaran de clase. El lunes según se comportasen sabría cómo iría todo, pero también me decía que porque no aprovechar una vez más la situación y luego ya alejado de todo ver las cosas tranquilamente.

            Llego el lunes y cuando las vi llegar ya sabía lo que me esperaba, venían totalmente provocativas y todas ellas sin sujetador. Al rato de estar en clase los pezones de las tres se les notaban como auténticos pitones. Mi cabeza iba por un lado y mi polla por otro, para que mentir. Tuve que hacer auténticos esfuerzos para contenerme. Pero en previsión a algo así, ya había tomado medidas y había colocado todo de tal manera que, ellas estuvieran sentadas dándome la espalda mientras estuvieran haciendo los ejercicios y yo me iría a donde tenía el ordenador, así lo único que vería de ellas era su espalda.

            Esa situación las desconcertó y me hizo gracia. Se acabó lo de cruzar y descruzar las piernas o dejarlas abiertas. Sorprendentemente la primera que se levantó a preguntarme unas dudas fue Martita, que se la notaba “rabiosa” y mientras yo le iba explicando las cosas, ella estaba apoyada en la mesa y veía como apoyaba su coñito en la esquina de la mesa, frotándose de una manera discreta, pero a la vez muy descarada. Los tres estuvieron prácticamente toda la mañana así. Pero a mitad de la mañana, cuando hacíamos un pequeño descanso, donde yo me iba y ellas como si yo fuera tonto, abrían la ventana y aprovechaban para fumarse un cigarro, yo luego hacia como si no me hubiese dado cuenta. Y esa mañana sucedió lo mismo, mientras yo hablaba por teléfono.

            Pero una vez que terminé mi conversación, pude oír como Susi le decía a Bárbara que su padre se había ido de viaje hasta el viernes, que podía invitarla a dormir algún día en su casa y Martita dijo que ella se apuntaba, sobre todo si volvía a ser otra noche… y no termino de decir nada más. Yo hice como si no hubiera oído nada, entre en la habitación y les hice ponerse a acabar los ejercicios. Por la tarde volvieron y nada más llegar lo primero que me dijo Susi es que el miércoles irían todas a comer juntas incluida su madre que era la que invitaba, que todas querían que fuera a comer con ellas, me hizo gracia porque me lo decían sonriendo las tres y yo me limite a decir un escueto y seco NO. Si les pinchan no les sale ni sangre, se quedaron pasmadas, sabía que no se esperaban una respuesta así. El resto del día estuvieron mudas, fue el día más tranquilo que tuvimos.

            Al día siguiente que era martes, regresaron más “guerrilleras” por lo que se ve traían algo planeado, empezaron en plan mimosas y pelotas, a tratar de convencerme para ir a comer al di siguiente, las muy ladinas me decían que así después de comer, podíamos venir “TODAS” a tomar una copita aquí. Hice como si me diera igual, repitiéndoles el mismo NO, del día anterior. Con la diferencia que esta vez no les impacto tanto, eso sí me dejo vacilante.

            Antes de la hora de marcharse, como un cuarto de hora para ser exactos. Me pidieron irse y trataron de contarme un rollo, para que no me liaran les dije que sí, agarraron todos sus bártulos y salieron escopetadas, algo que me extraño o algo muy urgente que tenían que hacer. Me dispuse a preparar un tentempié cuando terminé de hacerlo, decidí comérmelo en la misma cocina, cuando sonó el timbre de la puerta, me fastidiaba cuando me interrumpían la comida. Porque además era siempre alguien que venía vendiendo algo.

            Mire sin hacer nada de ruido por la mirilla de la puerta, porque si era alguien desconocido, pasaría de abrir la puerta y seguiría a lo mío. Era Merche, la prima de Sandra, a la que Susi llamaba tita. Me lo pensé, pero al final abrí la puerta y me la quedé mirando. Llevaba algo parecido a un blusón que parecía de pre mama, eso sí con su buen escote, que se hacía mucho más evidente por llevar más botones desabrochados de los que serían normales.

-Cuando acabes de darme el repaso, si quieres puedes invitarme a pasar y ofrecerme algo fresco, que con este calor que hace, lo habitual es hacer eso.

-Sí, si… pasa, estás en tu casa (Le dije una vez que me recupere de todo lo que se me paso por la cabeza) Bueno tú me dirás a qué se debe la visita.

-Pues… tengo dos opciones decirte la verdad o contarte una trola.

-Siempre mejor la verdad.

-Me han convencido Susi y sus amigas para venir a convencerte de que vayas a la comida mañana, también se lo dijeron a mi prima Sandra, pero no se atrevió a venir.

- ¿Porque no se atrevió ella y tú sí?

-Ella no se atrevió porque sabe que si viene “caerá” y yo he venido porque me lo pidió Susi, nunca le puedo negar nada.

            Según hablábamos, nuestras miradas cada vez trasmitían más deseo del debido y a ella se le notaban cada vez más los pezones. Estábamos sentados cada uno en un sillón, uno frente al otro, difícil el contacto. Yo estaba dispuesto a resistir la tentación y era mucha. Ella debió de darse cuenta de que no estaba por la labor, pero cuando se levantó diciendo que se iba, no me pude aguantar más y nos empezamos a besar desenfrenadamente. Ella me tocaba por encima de mi pantalón y mi polla creció rápidamente ante el estímulo de sus manos. Pero cuando mejor se estaba poniendo todo, se sentó de golpe y el moreno de su cara palideció, se tocó la tripa y se quedó recostada. Al rato se medió recupero y me dijo que hoy no sería posible, problemas del embarazo. Incluso me dijo que si quería estaba dispuesta a aliviarme del calentón, pero que nada más. Yo le dije que abría más días quedando todo así, incluido mi calentón.

            Una vez que comí y fui a por unas cosas a la habitación de estudio, pude ver que Martita se había dejado casi todas sus cosas, algo que ella solía hacer, porque luego se las llevaba al acabar las clases de la tarde. Se me ocurrió una maldad que no sabía si me saldría bien. Les mande un mensaje diciéndoles que la clase de la tarde quedaba suspendida y que mañana por la mañana a la misma hora. Todas me respondieron dando las gracias. No sé el tiempo que paso cuando recibí una llamada, el teléfono era de casa de Susi, por lo que supuse que sería ella, pero me equivoque. Era Martita que me preguntaba con timidez que, si iba a estar en mi casa, que se había dejado varias cosas, pero antes de que pudiera contestar, me dijo que no pasaba nada si no pensaba estar, que se lo dejara en la cafetería de abajo que lo podía recoger allí.

            Con total tranquilidad le dije que no había problema, que estaría en casa, porque estaría preparando nuevos ejercicios para ellas. Daba la sensación de que había colgado, pero se oía su respiración y solo me contesto, vale, que trataría de pasar y que si no pensándolo bien mañana lo recogería. Le debía de pasar como a Sandra. La duda estaba si vendría o no vendría, pero también había otra duda, vendría sola o con sus amigas.

            En la terraza ya daba la sombra y aunque no corría mucho aire, se estaba agradable. Me puse los cascos y me puse música. Mientras desde mi terraza oteaba toda la calle. Yo miraba la calle por donde tendría que venir Martita si venia. Pero por la hora que era, la de más sol, no se veía prácticamente a nadie por la calle, además porque era la hora de comer. Cunado con la mirada perdida en la distancia, veo aparcar un coche y que salen dos mujeres, me levanto un poco de mi asiento y fijo mi mirada, parece Martita e imagine que con su madre. Pero me fijo mejor y veo que es Sandra. Las veo que vienen en esta dirección, pero caminan de una forma pausada.

            Una vez que las perdí de vista, me metí dentro de mi casa y esperé que llamaran al portero automático, pero no llamaban y lo descolgué, las oía hablar, pero se les oía como en la lejanía, hasta que se debieron acercar algo más y pude oír claramente como Sandra le decía… “Tú no te preocupes, que yendo las dos no pasara nada, tú entra recoge las cosas tranquilamente y sales, que no parezca que estamos huyendo de algo” a martita no la oí decir nada. Volví a no oír nada, esperaba que llamaran, pero por lo que se ve, una vez más el portal estaba abierto y subieron directamente. Por la mirilla las observe, no se decidían a llamar, me dio la risa. Hasta que por fin sonó el timbre. Tarde un poco en abrir y cuando lo hice, todos los buenos propósitos que me hice de ser un chico bueno, se fueron por la puerta abierta.

            Martita venia como por la mañana, totalmente provocativa. Pero Sandra venía con su eterna coleta, pero con una vestimenta para quitar el hipo. Traía unos pantalones cortos normales, pero que hacían que se vieran bien las piernas tan bonitas que tenía y llevaba una camiseta que le quedaba justo al límite del final del pantalón, como para que no se le notara ese culo fantástico que tenía.

            Las dos estaban como petrificadas y con una amplia sonrisa, aguantándome el reírme, les dije que podían pasar que no me comía a nadie. Al oír esto las vi un poco apuradas, pero Sandra se puso bastante colorada, no así Martita. Las hice pasar al salón y las ofrecí algo para tomar, Sandra casi atropelladamente dijo que no querían tomar nada de alcohol. Yo mirándola le dije que me refería si querían un café granizado que había comprado esa mañana o una horchata. Otra vez que se quedó apurada y Martita dijo que por ella un granizado y Sandra pidió lo mismo.

            Una vez que se los puse, les pregunté si querían ponerle algo. Sandra iba a preguntar algo cuando Martita se le adelanto y dijo que si tenía Baileys ella se tomaría un chorrito. Sandra la miro intensamente, yo me levante y traje una botella, le puse un poco y le hice una seña a Sandra si ella quería también, como con cara de resignación acerco su mano con el vaso, pero a ella le puse una buena cantidad y porque me dijo que parara.

            Notaba a Sandra más nerviosa que Martita, esta estaba como expectante. Cuando terminamos de tomar el granizado, Sandra se levantó rápido diciendo que ella tenía que hacer todavía muchas cosas. Martita se levantó también, me dijo que si podía pasar a recoger sus cosas y a usar el baño. Yo le respondí que eso no hacía falta ni preguntarlo. Mientras Sandra había cogido la bandeja con los vasos y la llevaba a la cocina. Supongo que lo hizo por estar nerviosa. Fui detrás de ella y no me pude resistir, me puse detrás y la abracé con fuerza, besando su cuello y mordisqueándolo, ella me decía que me estuviera quieto, pero yo seguía y no la dejaba escapase, aunque lo intentaba. Logre desabrochar el botón de la cintura de su pantaloncito. Lo que me permitió meter mi mano con bastante facilidad.

            Ella se empezó a resistir más, llevo sus manos a su pubis para impedir que metiera mi mano del todo. Hacía mucha fuerza, no lo estaba fingiendo. Pero fui más fuerte que ella y mis dedos llegaron a su coñito, cuando lo toqué por encima de sus braguitas, pude notar que estaba muy mojadita. En ese momento le dije al oído… “Uuuhhhmmmmmm… si mi putita esta cachonda como una perrita, por eso no me querías dejar…” podía notar como su resistencia desaparecía y como su boca se apretaba. Ahora trataba de bajarle los pantalones, pero otra vez que se resistía, hasta que de un tirón le baje el pantalón y las braguitas.

            Ahora desde atrás mi mano recorría desde su clítoris hasta su culito. Y de vez en cuando metía mis dedos en su coñito, que me los dejaba empapados. Ella casi con un hilo de voz me dijo… “Haz lo que quieras, pero espera que estemos solos, que Martita se vaya” y cuando empecé a meter un dedito en su culito, protesto de manera airada, pero para rebajar su chulería, le di un par de azotes, me miro perpleja no se lo esperaba. Se quedó quieta y un dedo empezó a entrar en ese culito virginal. Se notaba porque además de estrecho, se notaba la contracción que hacia el culito.

            Oí algo y gire mi cabeza sin dejar de hacer lo que estaba haciendo. Era Martita que nos estaba mirando, no se el tiempo que llevaba haciéndolo. Pero no se había asustado, nuestras miradas se cruzaron y nos miramos desaforadamente, notando la calentura que había en esos ojitos. Mientras yo follaba el culito y el coño de Sandra, que estaba apoyada y con el culo al aire, no dejaba de mirar a Martita, que estaba con sus piernas cruzadas y sin saber que hacer o donde colocar sus manos. De vez en cuando se oía un gemido de Sandra y según aumentaba mi ritmo, fueron aumentando sus gemidos. Martita que tenía un buen par de tetas, no podía ocultar sus pezones que parecían escarpias de los duros que estaban.

            Sin decirle nada, pero sin dejar de mirarnos ella se fue acercando y cuando estuvo a mi altura me agarro del cuello, metiéndome la lengua hasta la garganta. Cuando Sandra se dio cuenta de la presencia de Martita quiso parar. Nos dijo que no estaba bien que Martita era muy jovencita, que lo mejor sería que se marchase, pero Martita le dio rápidamente su réplica. “Tu cállate, que tú eres casada y por lo que veo muy puta, porque me habías dicho de no permitir que se pasara ni un pelo y bien que lo disfrutabas, si alguien se tendría que ir eras tú”

            Para terminar esa discusión, bese a una y luego a la otra, para luego cogerlas y hacer que se besaran, martita según se acercaba iba abriendo la boca, pero Sandra era reacia. Hasta que la obligue, al principio veía la pasión que ponía Martita y como Sandra se dejaba hacer, lo que aproveche para meter mano a Sandra y pocos instantes después se morreaba con la misma o más pasión que Sandra.

            Les agarre de las manos y fuimos para mi habitación, Sandra se sujetaba los pantaloncitos para que no se le cayeran del toda y no la permitieran caminar. Sin dar opciones a nada le s dije que se desnudaran, una vez más Martita me estaba dejando sorprendido, porque la hacía más tímida, más reservada, pero cuanto me había equivocado con ella, se desnudó enseguida y se tumbó en la cama. Sandra estaba siendo más comedida a la hora de desnudarse, mientras yo estaba en mi armario buscando algunas cosas para hacer más excitante ese momento.

            Mientras Sandra ya desnuda se recostó en la cama, apoyada en el cabecero, estaba puesta de una forma tímida y me fije como Martita acariciaba con mucha delicadeza su brazo. Por lo que sabía de Sandra, tanto por lo que había visto como por lo que me habían contado, sabia o creía saber cómo tratarla, con Martita era distinto, porque se le veía una cara picara, pero siempre creí que era muy tímida, salvo cuando las otras dos amigas la pinchaban. Ahora saldría de dudas con las dos.

            Me acerqué a la cama y lo primero que hice fue atar las manos de Sandra al cabecero, ella hizo ademan de no querer, pero lo hice. Martita miraba lo que hacía y veía como se mordía los labios. Ahora estire del cuerpo de Sandra haciéndola quedar estirada y expuesta a nuestros ojos y a lo que quisiéramos hacer. Me miraba con cara de curiosidad, me acerqué y me puse a comer y lamer una de sus tetas, el pezón fue creciendo en mi boca, no tuve que decirle nada a Martita que hacía lo mismo con el otro pezón, logrando entre los dos hacer gemir a Sandra, lleve mi mano a su coñito, pero ya estaba la mano de Martita ocupándolo. Yo me chupe bastante un dedo y lo lleve a su culito, que ella cuando se dio cuenta, apretó para no dejarme meterlo, pero al final lo conseguí y ella grito.

            Como las ataduras eran largas, le di la vuelta y la hice colocar a cuatro patas, desde atara le comía todo y mi lengua recorría su coñito hasta su culito. El cual se lo follaba con mi lengua. Luego cogí un bote de lubricante que tenía a mi lado y me embadurné bien varios dedos, para después lubricar bien su culito. Ella no hacía más que protestar y harto de oírla cogí una paleta para azotar su culo, haciendo disminuir sus protestas al mismo nivel en el que yo aumentaba mis golpes. Martita estaba indecisa, no sabía lo que hacer, pero miraba alucinada. Se acercó a mí y me volvió a besar, con un beso totalmente húmedo y caliente, le dije al oído que cogiera las pinzas, uno de los últimos “juguetitos” comprado por mí. Ella vio la caja y la foto que venía, no lo pensó, saco las dos pinzas con la cadenita que llevaban y se agacho, hasta alcanzar las tetas de Sandra, que no veía bien lo que iba a hacer, ya que yo seguía con mis dedos en su culo, metiéndolos y sacándolos, pero agarrando fuertemente su pelo con la otra mano.

            Pero cuando Martita puso la primera pinza en uno de sus pezones, Sandra grito con fuerza y le dijo que la quitara, que le dolía, Sandra me miro y ante mi gesto le puso la otra, lo que hizo que Sandra le dijera… “Sácala ya o luego te vas a enterar” y Martita muy valiente tiro de la cadena, lo que hizo que sus dos pezones se tensaran.

            Ahora hice acercarse a Martita y que me comiera la polla, lo hizo con bastante torpeza, porque se la quería meter toda y no podía, lo que hizo que en algún momento me hiciese algo de daño, tuve que tranquilizarla con alguna caricia y diciéndole que tranquila. Ahora mi polla estaba llena de saliva y le hice ponerme un condón, para que fuera más fácil la penetración.  Al igual que la mamada no fue muy buena, Martita mientras me lubricaba la polla por encima del condón, me hacía una paja extraordinaria. Me coloque para follarme el culo de Sandra, pero se dejó caer sobre la cama, para evitar que lo hiciera, pero estaba muy equivocada, aunque no estuviera a cuatro patas me la follaria igual.

            Martita voluntariamente abrió las nalgas de Sandra, dejando al descubierto su ano, coloque mi polla en la entrada y Sandra se movía para impedirlo, pero di un pequeño empujón y entro lo que es el capullo, gritando ella y diciendo… “Sácala por favor que me duele mucho, que es muy grande…” se trató de mover, pero se dio cuenta de que cuanto más se movía más le dolía, así se quedó quieta. Una vez que parecía más tranquila, le di un empujón más, diciendo… “Por favor, sácala, me quema, me duele, seguro que me desgarra, sácala, no la aguanto…” pero yo hacía oídos sordos. Diciéndole que si se hubiera quedado a cuatro patas le hubiera dolido menos, algo que lo dije por decir.

            Entonces ella trato de ponerse como al principio y con un poco de mi colaboración, pero sin sacársela lo logro. Y antes de que se diera cuenta metí otro poco. “AAAYYYYY… no sigas por favor, sácala” la acaricie su espalda diciéndola que ya quedaba muy poco, a lo que ella dijo… “Me vas a destrozar, si ya creía que estaba toda dentro, de verdad me vas a romper” lo cierto es que tenía uno de los culos más estrechos que había probado y también que no se relajaba en ningún momento.

            La tranquilicé y le hice señas a Martita de que se metiera debajo, que le comiera el coñito. Martita tardó en reaccionar porque no había quitado ojo de cómo me follaba ese culo y de cómo mi polla iba metiéndose sin remisión. Se metió debajo y enseguida supe cuando estaba en plena faena, porque Sandra se relajó más y se le escaparon algún que otro gemido. Cuando la noté más relajada, se la metí hasta el fondo, que dio un grito seco y no dijo nada más. Luego entre lo que le hacía Martita con su lengua y sus dedos que le dejaban como más relajada, más distendida. Yo empecé a moverme suavemente, marcando un ritmo lento, no había que tener prisas. De vez en cuando notaba como Martita me tocaba a mí también. Pero poco a poco las protestas de Sandra se fueron convirtiendo en movimientos de su culo.

            Y cada vez los gemidos eran más continuos y más altos. Ahora me pedía que fuera más rápido, que no me parara. Estaba desconocida, me agache sobre ella y además de embestirla con más fuerza, cogí de la cadena y la tensaba, lo que haría que sus pezones se sintieran más aprisionados. Sacándole gritos de mayor placer. “NO paréis, SI, SI, SI… jamás lo he pasado así, seguir…” estaba fuera de sí y sus movimientos eran tan abruptos que Martita se tuvo que salir de abajo, quedándose a un costado de ella y haciéndole una paja con sus dedos.

            Si Martita antes alucinaba, ahora no daba crédito. Ya que Sandra se había trasformado del todo. Gritaba y nos insultaba, pero no paraba de decir que no nos parasemos, daba la sensación de que se quería correr, pero por lo que fuera no llegaba al orgasmo, lo que hacía que se desesperase por momentos. Se movía bruscamente para atrás, para que la penetración fuera más profunda. Y cuando menos lo pensábamos, llego su ansiado orgasmo, fue tan brutal, que luego llegaron otros orgasmos encadenados. Fue súper excitante ver como se agitaba su cuerpo, como gritaba y gemía, hasta que se quedó tumbada y sin apenas aliento.

            La sudada de las dos, era tremenda. Desate sus manos y prácticamente no se movía, ni cuando saque mi polla de su culito. Una vez que me quite el condón, se me acerco Martita y nos besamos, cuando lleve mi mano a su coñito estaba toda empapada, era algo exagerado. Después de besarnos, se dejó caer boca arriba en la cama, se llevó un dedo a la boca como si se lo mordiera y con una mirada del nada inocente, pero sí muy provocadora, abrió sus piernas, como una invitación. Me acerque a ella y con mi polla todavía bien dura, se la pase por la entrada de su mojadísimo coñito y por su clítoris, lo que hizo que se retorciera.

            Seguí jugando con mi polla y en el momento que menos se lo espero, se la metí toda de un solo empujón, su cara fue un poema, pero fue automático, sentir toda la polla dentro y sus piernas atrapar mi espalda. Su mirada era de gozo total. Fui marcando un ritmo muy lento, para desesperación de ella, me gustaba ver como se le cambia la cara según se iba calentando. Hasta que Sandra se recuperó, se giró y nos vio. Acercándose a las tetas de Martita y devorarlas, sacándole bastantes gemidos. Luego paro y se puso a horcajadas sobre la cara de Martita, siendo ahora su cara la que se desencajaba de placer. Me fije en sus tetas y tenía los pezones a tope, roja toda la zona. Mientras me follaba a Martita nos besamos y vaya manera de besar, que cambio había dado Sandra. Ahora era ella quien le hacia la paja a martita y por lo que se ve la hacía bien, porque Martita se corrió en seguida. Pero Sandra hasta que no se corrió en su boca no se quitó.

            Sandra me dijo que faltaba yo por correrme y le conteste que sí, que me pensaba correr en el culo de Martita. Cuando oyó esto Martita abrió mucho los ojos, creí que protestaría, pero lo único que me dijo fue… “Nunca lo he hecho por ahí, pero hazlo con cuidado…” era una chica genial. Pero lo mejor fue que Sandra cuando la escucho, cogió el lubricante, le dijo que se pusiera boca abajo y empezó a lubricar el culito, lo hacía con mucho cuidado y podía ver cómo le metía los dedos con mucha delicadeza. Mientras yo acariciaba su cabeza.

            Sandra me miro y me dijo que ya estaba más que preparado y pude ver que metía tres dedos perfectamente. La diferencia del culo de Sandra y el de Martita, era que el de Sandra era un culo más grande, más potente y el de Martita, era como más pequeño y delicado. Cuando le quito los dedos, Martita sin nadie decirle nada, se colocó como antes Sandra, a cuatro patas y le dije que no, que lo haríamos de otra manera. Hice colocarse a Sandra tumbada boca arriba y a Martita encima, haciendo un 69. Les dije que empezaran, que ya me uniría yo.

            Mi intención era que Martita estuviera lo más cachonda posible. Y por eso le dije a Sandra, que no le permitiera correrse y sonriéndome me dijo que me entendía. Así fue, iniciaron un caliente y sensual 69, yo veía perfectamente el coñito de Martita y a Sandra como lo hacía. Era un espectáculo maravilloso ver como se lo comía Sandra, las ganas que le ponía y como paraba cuando la veía muy acelerada, lo que hacía que Martita tratara de aplastar su coñito en la boca de Sandra, pero esta colocaba de tal manera las manos que se lo impedía.

            Ahora era mi momento, me coloque detrás de Martita y esta vez sin condón, pero bien lubricada mi polla, la acerqué y ella se quedó un poco parada cuando noto la punta en su agujero, metí primero con mucho cuidado la cabeza, ella ni protesto y eso que lo note bastante más apretado que el de Sandra. Se relajó mucho antes, lo que me permitió continuar. No decía nada, entre otras cosas porque su boca estaba bien ocupada. Me estaba costando más que con Sandra, pero iba más rápido. Hasta que, llevando aproximadamente menos de la mitad, paro de comerle el coño a Sandra y dijo… “Cuanto antes mejor, métela toda YA, no lo pienses…” y no había acabado de decirlo cuando así lo hice, oyéndose un entrecortado gemido-chillido, amortiguado por tener la boca ocupada.

            Todo iba más rápido, estábamos los tres muy cachondos, la primera en correrse fue Sandra, luego fui yo y según llenaba el culo de Martita de leche, se puso a correrse ella. Aun así, no nos paramos y seguimos hasta quedar totalmente relajados. Una vez relajados y tumbados tranquilamente, Sandra acariciaba la cabellera de Martita y le decía… “Pequeña, disfruta ahora lo que puedas. Que luego si te casas acabara apareciendo la monotonía y ya nada será igual” le dije que no se pusiera tan melodramática y me respondió… “Mira te voy a ser sincera, llega un momento en que por desgracia te acostumbras a vivir sin sexo y no lo echas de menos, te lo puedo asegurar” pues no se te ha dado nada mal le conteste y ella con cara feliz me respondió… “Ya te digo, me he desquitado bien, pero no lo suficiente” riéndonos todos. Todo eso que dijo Sandra se me quedo muy metido en mi cabeza.

P.D.: IBERO54 EN MI PERFIL TIENES MI E_MAIL, POR SI QUIERES ESCRIBIRME.

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